XXVII. Sakuma vs Kabuto
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CAPÍTULO XXVII:
SAKUMA vs KABUTO
Maldición, maldición, maldición.
El cuerpo de la peliplata se recostó pesadamente contra la corteza de un árbol mientras intentaba calmar su agitada respiración.
Ya eran cinco horas y media desde su huída. Cinco horas y media de intensa carrera en las que no se hubo detenido ni un solo momento.
El cansancio ya era presente en su cuerpo y eso eran muy malas noticias al ya haber percibido el olor de Kabuto en varias ocasiones al viento cambiar de dirección. No podía estar tan lejos y esto significaba que la idea de detenerse a descansar era impensable. Pero su cuerpo no lo creía así.
Observó las penumbras a su alrededor con sus ojos carmesíes. El follaje del oscuro bosque era iluminado solamente por la luz de la luna, que caía débilmente sobre él gracias a las abundantes nubes cubriendo el cielo nocturno.
Agradecía el tener el sharingan en ese momento dado que le permitía ver lo suficiente como para no tropezarse con raíces o piedras, no obstante a su vez lo maldecía por estar consumiendo parte de su chakra y haciéndola fatigarse más rápidamente al no tener práctica con él en el uso constante.
—Piensa, Sakuma, piensa —murmuró para sí misma.
Debía esconderse. Debía hacerlo cuanto antes. Si no calculaba mal, Kabuto debía estar a al menos unos cuantos kilómetros de distancia y, aunque pareciera que era una buena ventaja, debía perderlo. Tenía detenerse a descansar y era obvio que él no esperaría por ella a que recupere energías.
Estaba en ella el seguir corriendo u ocultarse para recuperar fuerzas.
Seguir, escogió ella. No podía detenerse, no ahora que había logrado escapar. Si por alguna casualidad llegaban a atraparla no tendría otra oportunidad como esa. Sasuke no era tan bondadoso como arriesgar nuevamente su cuello por ella.
No obstante luego de seis horas de constante huída, había llegado a su límite, y su cuerpo exahusto descansaba ahora en el interior de un árbol hueco.
Usualmente hubiera podido seguir corriendo más tiempo, pero gracias a su uso incesante del sharingan y a la brisa gélida que corría le resultó muy difícil mantener su energía al máximo. Para colmo sus ropas aún seguían rotas desde que Naruto la atacó y eso no ayudaba en nada a mantenerla caliente. Esperaba no enfermarse de verdad. No era el momento indicado para contraer hipotermia. Bueno, en realidad nunca era el momento indicado, pero ese menos que menos.
Otra desventaja de la situación era que allí escondida no tenía forma de captar el aroma de Kabuto con su olfato a menos de que estuviera realmente cerca, debido a que estaba refugiada del viento. Solo debía de confiar en que no la encontraría.
Un fuerte trueno se escuchó retumbar sobre el bosque.
Esa fue su señal para salir de allí de inmediato y emprender camino antes de que comenzara la llovizna.
Sacudió su ropa una vez afuera. Acomodó sus guantes y apartó su flequillo de un resoplido.
Sakuma miró hacia el cielo con mala cara. ¿En serio se avecinaba una tormenta? ¿Justo en un momento como ese? Qué oportuno. Maldijo al clima, a la madre naturaleza, al ciclo del agua, o a lo que sea que se le ocurría en ese momento antes de que el iris de sus ojos se tornaran escarlata.
Su estómago rugió.
—¿Aún tendré esa bolsa de bocadillos? —se preguntó en voz alta, comenzando a rebuscar en su bolsa ninja.
Unos silenciosos pies se posaron en el tronco de un árbol a unos cuantos metros de distancia de la chica. Los ojos detrás de las gafas redondas la observaron con un brillo de satisfacción al haber dado finalmente con ella. La habría encontrado hacía ya varias horas si no fuera por las casi imperceptibles pisadas de la menor que no dejaban prácticamente rastro, consecuencia de su naturaleza sigilosa. Gracias a eso había tenido que ser demasiado atento para notar hasta la más mínima rama quebrada u hojas caídas, demorándose más en su proceso de rastreo.
Está distraída, pensó. Perfecto.
Una sonrisa siniestra surcó su rostro a la vez que dos pares de agujas se deslizaron entre sus dedos. Estaban húmedas, bañadas con la misma sustancia somnífera y paralizante con el que la vez anterior le había inyectado para atraparla. Era la manera ideal de llevarla de vuelta sin un rasguño con Orochimaru, tal como se lo había ordenado.
Lástima, ya que quería ver de qué sería capaz. Se lamentó y, sin un segundo más que perder, lanzó las agujas a la peliplateada.
Kabuto rió por lo bajo y aterrizó en el suelo con una expresión de satisfacción.
Una tras otra vió cómo las cuatro agujas se fueron enterrando en su ropa hasta su piel a lo largo de su espalda antes de que ella pudiese siquiera percatarse del ataque y, sin más tardar, su cuerpo cayó inconsciente al piso con un sonido sordo.
—Qué patético... —se burló—. Y yo que creía que al menos estarías de pie por más tiem- ¿ah? —cortó abruptamente su monólogo al ver el cuerpo esfumarse en una nube.
Jutsu de sustitución.
Kabuto inmediatamente miró a sus espaldas justo para ver el ataque de Sakuma venir en su dirección desde lo alto. Apenas tuvo tiempo de esquivarlo.
La patada dió a parar en el suelo que, como si una bomba hubiese caído en el lugar, se agrietó de inmediato y comenzó a levantarse en grandes bloques de tierra, arrastrándose lejos del punto de impacto y dejando un cráter descomunal en su lugar.
Los pies de Kabuto lucharon unos instantes en mantenerse estables gracias al temblor debajo de ellos que lo hacían desequilibrarse.
—¿Cómo...? ¿Cómo es que...? —balbuceó Kabuto.
Sakuma se puso en posición, viéndolo con la barbilla en alto. Kabuto acomodó sus gafas, recuperando la compostura.
—No tenemos que luchar y lo sabes —habló con una sonrisa—. Si regresas pacíficamente no hay necesidad de llegar a eso.
—¿Orochimaru hizo experimentos también contigo? ¿Acaso te quitó algo de cerebro? Porque no encuentro otra explicación a tales estupideces que dices —espetó la adolescente—. ¿Por qué regresaría con ustedes, lunáticos?
El hombre soltó un chasquido sin gracia.
—Curioso, quería hacerte una pregunta similar —alzó una ceja—. ¿Por qué tú habrías de regresar a una aldea que lo único que ha hecho es ocultarte cosas? La identidad de tu madre, su intento de asesinato hacia ella. Tu propio padre te ha mentido en tu propia cara todos estos años. Todos allí lo hicieron. ¿O me dirás que ninguno de ellos conocía el nombre del poderoso Fénix de Konoha? —le recordó.
Sakuma apretó los puños con enojo. Le enfurecía que todo aquello fuera cierto.
—Si regresas con nosotros te diremos todo lo que ellos no quisieron hasta ahora.
La mirada negra de la peliplata vaciló por entre los árboles del bosque.
—Aún no sabes ni la mitad de la historia sobre tu madre, y créeme hay mucho más.
Odiaba todo aquello. El ser manipulada, jalada entre un bando y otro, todo gracias a su ignorancia con respecto a sí misma y su madre. Aquello llevaba años y no estaba dispuesta a seguir con ello.
—Lo descubriré por mí misma entonces —gruñó, harta.
—¿En serio crees que podrás? —rió el de violeta—. La mayoría es confidencial, apenas y pudimos nosotros conseguir información, ¿y crees que tú podrás? La carpeta que viste en mi estudio, la recuerdas, ¿cierto? Tú misma la rasgaste por la mitad —mencionó—. La robé yo mismo de entre archivos altamente confidenciales. Aún no es tarde para saber lo que tenía escrito.
—¿Jamás cierras la boca? —espetó, acomodándose los guantes lista para comenzar la pelea de una vez por todas.
Era imposible el tratar de perderlo ahora que la había encontrado y el luchar contra él no era lo más justo para ella. Sin embargo prefería hacerlo a entregarse para que aquel cara de serpiente le lavara el cerebro como al estúpido de Sasuke.
—Piensa bien en lo que haces. Esta es tu última oportunidad de que regreses por las buenas —advirtió Kabuto—. Lord Orochimaru me pidió ser bueno contigo dado que le interesas bastante, no obstante era siempre y cuando no causaras problemas.
Sakuma apartó su flequillo de su vista nuevamente de un resoplido.
—Por lo visto en serio crees que puedes vencerme —el hombre alzó una ceja—. Ni Sasuke podía hacerlo a tu edad.
—Pues te tengo malas noticias —tronó sus nudillos—: yo no soy Sasuke. Soy Hatake Sakuma, hija de Hatake Kakashi y Uchiha Kimi, nieta del Colmillo Blanco de Konoha, y voy a patear tu trasero.
Dicho esto, con unos sellos de manos que Kabuto no tuvo tiempo de ver con claridad, una descomunal y ardiente bola de fuego surgió de entre sus labios dirigida en su dirección.
El hombre abrió los ojos con sorpresa antes de rápidamente utilizar un jutsu de sustitución tal como ella lo había hecho momentos atrás. Sin embargo se encontró a sí mismo en problemas cuando notó que aquella suplantación no había sido lo suficientemente efectiva al ser el alcance del ataque de Sakuma muy grande. Necesitó un par de sustituciones más para poder escapar del fuego hasta un sitio donde ya se hubo sentido a salvo.
—Bien, ya veo —sonrió el hombre con sus ojos buscando a la chica—. Un pajarito ya me había informado de tus habilidades, pero supongo que ahora, que tienes tu chakra por completo, eso ha cambiado un poco.
La mirada de Kabuto era de diversión. Él seguía siendo más poderoso que ella, por lo que el tener que enfrentarla le parecía un juego de niños.
—Ahora eres un poco más fuerte. Y eso sin contar el uso del sharingan —habló, tomando un kunai con agilidad—. Aún así, sigues siendo una niñita —se burló—. Además, por lo que sé, este tal vez sea tu primer encuentro real con alguien.
Nuevamente ataque sorpresa, pensó Kabuto. La niña no era tonta, sabía que debía evitar ataques frontales con un oponente de más alto nivel que ella.
(🔊)
La brisa le hizo cosquillas en la nuca.
Ahí está.
El tobillo de Sakuma fue envuelto por las manos de Kabuto antes de que pudiera tocarlo con su ataque. Inmediatamente aludió a golpearlo con su pierna libre, siendo desgraciadamente eludida nuevamente por el hombre, que volvió a sujetarla por segunda vez. Esto no la detuvo y, dejándose caer hacia atrás, apoyó las manos en el suelo y mandó a su oponente a volar con toda la fuerza que sus piernas reunieron.
El hombre cayó sobre sus pies, no viéndose afectado en lo más mínimo por aquel poderoso lanzamiento de la joven, y retomó a la lucha enseguida, no queriendo darle tiempo de recomponerse.
Sakuma esquivó el primer ataque, el segundo, el tercero. Era realmente ágil, reconoció el hombre, pero no duraría demasiado. No siendo su primera vez utilizando el sharingan.
Si no estaba equivocado en cualquier momento estaría lo suficientemente agotada como para poder mantenerlo activado por su cuenta ya que no estaba lo suficientemente familiarizada con él como para hacer un pleno uso sin entrenamiento.
Sus ataques eran desviados por las manos y muñecas de la joven, que los apartaban de su cuerpo con pequeños movimientos. Sus ojos escarlatas veían cada detalle. Pero que pudiera ver cada uno de sus ataques no quería decir que pudiera esquivarlos todos, comprobó cuando con una lluvia de shuriken pudo hacerla retroceder.
—Interesante taijutsu el que usas. Sino te conociera diría que peleo con un Hyuga —sonrió complacido.
—No me conoces —frunció el seño.
—Curioso viniendo de alguien que hasta hace unas horas no conocía que era una Uchiha.
Otra patada descomunal de la Hatake se dirigió hacia él e impactó en un árbol a sus espaldas al él esquivarlo, rompiéndolo fácilmente por la mitad. Ella no terminó ahí puesto que luego fue su puño el que se estrelló en el suelo donde él pisaba instantes antes de que volviera a escapar de su ataque.
Bien, ya es la hora, se dijo a sí mismo el hombre, llevando una mano a su bolsillo y tomando una de sus píldoras de alimento. La adolescente lo vió ingerirla y, momentos después, unas cuchillas de chakra se formaron en sus manos.
Bisturí de chakra, su jutsu favorito. Un solo toque de ellas los lugares correctos y la peliplateada quedaría pronto fuera de combate. Había cortado el jutsu de madera de Yamato con esa técnica. Un par de tendones sería pan comido.
Se lanzó hacia ella, esta vez atacando de una manera más ofensiva y brutal que la anterior.
Sakuma bloqueó lo que pudo, más no tardó en ganarse un corte en el brazo. Gimió tomándolo con su mano y apartando al hombre de inmediato con una patada en el estómago. Kabuto aprovechó aquello para hacer lo mismo con su muslo.
La adolescente cerró los ojos en dolor y cayó de rodillas frente al hombre.
—Acabo de cortar el músculo de tu brazo y pierna, Sakuma. Ya no podrás atacarme con tu monstruosa fuerza —acomodó sus gafas.
—Por como yo lo veo, aún me queda mi otro brazo y pierna para romperte los dientes —gruñó.
—Inténtalo entonces.
—Con gusto.
La chica se apoyó en su mano del brazo sano y, dando un giro en el suelo, una ola de fuego atacó al hombre, haciéndolo cubrirse con sus brazos el rostro.
Una explosión se escuchó en el bosque.
Kabuto salió impulsado lejos del lugar ante la detonación de un papel bomba en sus pies e impactó en el suelo. Sakuma arremetió contra él con kunai en mano, cayendo sobre él y clavando el arma con brutalidad. El hombre apartó la cabeza para evitar el ataque y tomándola del cabello estrelló su cráneo en el suelo, sacándola de encima suya. Sakuma sujetó su mano, dejándola contra su cabeza y prosiguió a intentar quebrar su brazo. Kabuto previó aquello y de inmediato cortó con su bisturí de chakra el brazo con el que lo sujetaba. Eso fue suficiente.
Sakuma dejó salir un quejido de dolor y atrajo su brazo contra el pecho. Kabuto se puso de pie.
—Orochimaru estaba en lo cierto en interesarse en ti —comentó el hombre con regocijo—. Eres incluso más hábil que Sasuke a tu edad. Te lo reconozco, niña. Él ya habría caído apenas y empezáramos.
Sakuma se puso de pie con trabajo, mirándolo desafiante, sus ojos escarlatas ardiendo en furia.
—Ya lo dije. Yo no soy él —murmuró.
Kabuto asintió.
—No. Eres mejor —reconoció—. Es por eso que ahora vendrás conmigo pase lo que pase.
—¿Ya no usarás tu lengua de serpiente para intentar engañarme? —alzó una ceja.
—No, veo que no funciona contigo. Así que, por más que odie llevarme personas en contra de su voluntad, lo haré. Sin embargo no quiere decir que luego no te haré entrar en razón —habló con calma—. Después de todo, hasta ahora, no te hemos engañado, como tú crees. Y cuando te des cuenta de eso, dejarás de huir de nosotros.
—Buena suerte con eso —rió seca—. Me han dicho que soy muy terca —recordó a su padre—. Y aún si lograras convencerme, también dijeron que tiendo a hacer lo que se me antoja.
—Parece que comienzas a aceptar tu destino.
—Para nada, solo te tomo el pelo.
Kabuto sonrió de lado. Sakuma solo alardeaba sabiendo que perdería esa lucha y, por más que le gustaba conversar con ella, debía terminar aquello rápido y, posiblemente, sin daños. O al menos no graves.
(🔇)
(...)
—¿Cuándo llegará el apoyo? —preguntó Tenten, comenzando a impacientarse.
—En cualquier momento —respondió Asuma.
—¡¿Es que acaso no podía aguantarse un poco más las ganas de ir al baño, ah?! —reprochó Ino—. Esa tonta solo complicó más las cosas.
—¿Aguantarse por tres días? Yo no aguanto ni por media hora —se horrorizó Chōji.
—Entonces el Capitán debió al menos dejar más semillas en su ropa para poder rastrearla.
—Tranquilízate, Ino —habló Asuma—. El Capitán Yamato no pudo haber adivinado que esto pasaría.
—Y haciendo uno de tus berrinches no sirve de nada más que para volverte más fastidiosa de lo que eres —agregó Shikamaru.
La Yamanaka chasqueó la lengua y apartó la mirada a la vez que cruzaba los brazos. Shikamaru rodó los ojos ante la actitud tan impertinente y ruidosa de su compañera.
El escuadrón de rescate descansaba en una cabaña hecha por Yamato mientras planeaba qué hacer respecto a la pérdida del rastro de la Hatake. Les era imposible proceder hasta la llegada del equipo de rastreo (conformado por Kiba, Shino, Hinata y Akamaru) para brindarles apoyo, quienes fueron incapaces de venir junto con ellos desde un principio gracias a estar en una misión previa.
No tardaban en aparecer, sin embargo el equipo ya comenzaba a ponerse impaciente.
—Es cierto —coincidió Tenten, con un tono de sospecha en su voz—. Nadie podría predecir que esto sucedería... ¿Por qué de entre Naruto, que es aprendiz de Jiraiya, y Sakura, que es aprendiz de la mismísima hokage, Orochimaru escogería secuestrar a Sakuma? —se preguntó en voz alta—. No voy a negar que es talentosa, pero aún así, no tiene nada de especial que podría interesarle a alguien como Orochimaru.
Neji apartó la mirada de su compañera al él ser consciente de que esto no era del todo cierto.
El Hyuga había informado años antes, inmediatamente luego de conocer a la Hatake, aquella irregularidad en su nuca que fue capaz de ver gracias a su Byakugan donde poseía una especie de sello. La hokage lo sabía, Kakashi lo sabía, al igual que Gai-sensei, Asuma y hasta Jiraiya. Fuera de ellos no conocía de otra persona que supiera y no estaba en su derecho divulgar aquel secreto que mantenía con sus superiores.
Shikamaru notó su actitud y lo miró con sospecha.
—¡Sakuma es especial! —lloró Rock Lee desde su rincón de soledad—. ¡No te atrevas a decir lo contrario de mi rival, Tenten! —sorbió su nariz—. ¡Sakumaaaaaa! —sollozó.
—Ay, por favor —arrugó la nariz la rubia—. Que patético.
Tenten la miró mal.
—No debemos enfocarnos en eso ahora, sino en encontrar a esa mocosa —intervino Asuma.
—Exacto —asintió Yamato, dando un paso al frente—. El apoyo llegará dentro de nada, así que preparen sus cosas y estén listos para partir de inmediato.
—¡Así es chicos! ¡Ánimo! —exclamó Gai—. ¡Traeremos a Sakuma de regreso y ese tonto cara de serpiente no podrá evitarlo! ¡Nuestra fuerza de la juventud es mucho más poderosa que cualquiera de sus artimañas!
—Solo espero que esté bien —murmuró Tenten.
—¡Bah, por favor! ¡Es Sakuma! —la defendió Lee—. Dale algo de crédito. Apuesto a que está perfectamente, durmiendo en algún sitio de la guarida de ese tonto sin importarle el estar secuestrada.
(...)
—Veo que este es tu límite —rió Kabuto—. Es bastante sorprendente.
El hombre se acuclilló frente a la menor. Su golpeado cuerpo se hallaba boca abajo manchado en su propia sangre, luchando por mantenerse consciente por más que sus sentidos iban poco a poco perdiéndose en las penumbras.
Oía vagamente la voz del hombre, más su cuerpo no obedecía sus órdenes de moverse y apuñalarlo en la garganta. Apenas y podía abrir los ojos. Apenas y podía respirar por el dolor.
Sintió el dedo índice del hombre posarse en su barbilla y lentamente levantarle la mirada. Ella lo miró. Sus ojos ahora negros lo observaban aún desafiantes bajo el extremo agotamiento.
Él sonrió de lado mientras veía como una gota de sangre le corría por la frente, por en encima del ojo, y finalmente caía por su mejilla hasta el suelo.
Luego de todos los golpes que recibió por su parte, finalmente había caído derrotada gracias al ataque con chakra hacia su pecho, tal como Tsunade años atrás. Nadie podía soportar aquella técnica.
—Oh, mírate. Eres un desastre —dijo con falsa pena—. Odio decirlo, pero te lo dije. Si tan solo hubieras escuchado...
Sakuma tosió. Sangre le brotó de la boca. Su respiración estaba agitada.
—Bien, ya que terminamos aquí, te llevaré conmigo.
Kabuto apartó las manos de ella para llevarlas a su bolsa ninja. Al sacarlas, en sus dedos había una jeringa. Sakuma la reconoció de inmediato.
No.
Sus manos se apoyaron en el suelo tratando levantar su propio cuerpo para huir de ahí, sin embargo sus brazos temblaron por más que empeñó el más grande de sus esfuerzos y aterrizó nuevamente sobre el césped.
—Los de la Hoja y su lema de no rendirse —dijo Kabuto con molestia.
Un pinchazo en su cuello la hizo retener el aliento.
No, no otra vez. Quiero ir a casa.
Trató nuevamente de ponerse de pie sin éxito. Solo consiguió arrastrarse patéticamente.
Un grito de coraje se escapó de su garganta a medida que sentía los efectos del somnífero recorrerla, entumeciendo sus músculos.
¡Déjenme en paz! ¡Déjenme de una maldita vez! quiso gritar. ¡¿Qué demonios tienen conmigo?! ¡¿Yo que hice?! ¡Yo tan solo quería conocer a mi padre! ¡Yo tan solo quería...!
Abruptamente un mareo revolvió sus pensamientos y su cabeza nuevamente reposó en el suelo, esta vez con su vista volviéndose borrosa.
Con su entrecejo fruncido y mirada llena de rencor observó la sonrisa de Kabuto a medida que su consciencia desaparecía.
Estaba perdida. Ya no podía hacer nada. Volverían a tomarla y esta vez no habría escapatoria. Y tal como Sasuke lo hizo, desaparecía de la vida de los de Konoha.
Sin embargo, mientras su expresión iba haciéndose apacible y sus párpados lentamente se cerraban, algo cubrió a Kabuto de su visión.
Alguien estaba allí. Parado frente a ella.
Sakuma hizo un último esfuerzo en mantenerse consciente y alzó la mirada. Unos gélidos ojos color ónix se la devolvieron.
Extrañamente sintió alivio.
Esos ojos... le eran familiares. ¿Dónde los había visto antes?
Un recuerdo del rostro de su madre vino a ella. Aquellos ojos eran idénticos. El nudo en su garganta se aflojó al sentirse levemente a salvo y entonces todo se oscureció.
¡Acá el capítulo de hoy! Sí, ya sé, lo prometí para mucho antes pero terminé borrándolo porque no me gustó cómo quedó. Sin embargo espero que les haya gustado.
¡Sakuma se enfrentó con Kabuto! (No saben lo horrible que se me dan las luchas, irónico considerando que es un fanfic de un anime de ninjas)
Espero que no quedaran decepcionadas, pero obviamente ella no podía ganarle. Pero hey, aguantó muy bien. Kabuto un poco más y le pide un autógrafo, ahre.
Uy, uy, uy, ese final abierto... ¿Quién será la persona misteriosa? (re que todos lo saben, pero bueno).
¡Muchísimas gracias por los +50K de vistas! ¡Lo aprecio muchísimo! Todavía no termino de creer que en serio les esté gustando la historia considerando lo aburrido que es el inicio y lo feo que escribía en ese tiempo jajajaja así que agradezco la paciencia que tuvieron. Muchas gracias 💙
¡Hasta el próximo capítulo! ¡Jenn, fuera 🖖!
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