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XXIX. Una advertencia

CAPÍTULO XXIX:
UNA ADVERTENCIA

"Mami, no me dejes!" se removió entre sueños. Sus ojos viraban de un lado a otro con frenesí."¡Sensei, sensei, ¿puede escucharme?! ¡Sensei!".

Sakuma abrió los ojos con una expresión de angustia en su rostro. Su respiración era agitada y una capa de frío sudor cubría su piel ahora pálida como porcelana. Un sentimiento de pura tristeza se posaba en su pecho con inmensa pesadez, aplastándola contra la camilla de hospital.

Ese sueño...

Llevó una mano a su rostro al percibir algo deslizándose por su mejilla: lágrimas. Estaba llorando. No recordaba la última vez que hubiese llorado, aunque no sabía porqué aquello le sorprendía luego de todo lo que le había sucedido.

Deslizó ahora su mano hasta la parte trasera de su cuello, lugar donde antes se había encontrado el sello que su sensei le había plantado.

Se percató entonces que no había tenido tiempo aún para procesar el regreso de aquellos dolorosos recuerdos que trajo consigo el rompimiento del sello. Todo ese tiempo había mantenido su máscara de guerrera puesta, no permitiendo el pesar nublar su juicio para poder regresar a casa, y hasta el momento no se la había sacado.

Esta no era la primera vez que lo hacía, era algo completamente común para ella desde pequeña el reprimir todo sentimiento doloroso o traumático hacia una esquina de su mente en momentos difíciles para poder lidiar con ellos luego, cuando la ocasión lo permitiera.

Lo había hecho de niña cuando cuidaba de su madre, lo había hecho de más grande al tener que sepultar con sus propias manos a su sensei y salir luego a buscar a su padre como si eso no hubiese pasado. También después de que su corazón se rompiera al discutir con Kakashi y con Sakura, incluso al ser secuestrada y, por último, luego de que el sello se desapareciera.

Era su mecanismo de supervivencia.

Si el tener pensamientos angustiantes no le permitían realizar importantes tareas, entonces debía suprimirlos para cuando estuviese libre de preocupaciones.

Y parecía que ahora era ese momento.

Su madre, su sensei, las extrañaba tanto. Quería volver a ver la hermosa sonrisa de su mamá. Quería poder comer la asquerosa sopa de miso de esa anciana luego de una tarde de entrenamiento y que luego la arropara con fingida molestia. No quería sentir tanto dolor y estar en esa horrible habitación de hospital. Tampoco quería estar enojada con su padre o amigos. Era tan molesto.

Limpió más y más lágrimas que corrían ahora deliberadamente por su rostro, sollozando en silencio.

Mientras tanto la puerta de la habitación volvía a cerrarse silenciosamente luego de la persona que la abrió ver la triste escena de la peliplata llorando en soledad. Kakashi decidió volver más tarde e ir a la sala de espera.

—¡Kakashi-sensei!

—¡Compañero!

El mencionado levantó la vista del suelo encontrándose con que dos gigantescas masas de osos de peluches y globos avanzaba hasta su posición. Todo esto estaba siendo cargado por su amigo Maito Gai y su alumno Rock Lee, que venían acompañados por el resto del equipo. Por lo visto la reunión con el consejo y la hokage había llegado a su fin.

—¿La pequeña gruñona está despierta? —preguntó Gai, asomando la cabeza por detrás de todos los regalos que traía.

—¡Queremos ver cómo está! —exclamó Lee, también asomándose.

Kakashi rascó su nuca algo apenado.

—Aún sigue dormida. Ya saben cómo es —mintió.

—No me sorprende. Ella siempre tan dedicada, incluso si se trata de dormir —sorbió su nariz su amigo hablando con admiración.

—No te atrevas a volver llorar, por todos los Hokage —se quejó Tenten—. Llevas así desde que la hallamos. No sé cómo es que te queda agua en el organismo.

—¿Pero entonces cómo está? —interrumpió Neji.

Los de verde al notar el cambio de atmósfera a uno más delicado dejaron los regalos sobre unas de las sillas y los globos flotando encima, contra el techo del pasillo.

—Bueno, le darán hoy de alta pero deberá estar en silla de ruedas unos cuantos días por su pierna y costillas rotas. También por sus músculos desgarrados —informó con frustración.

—Ayudaremos en lo que podamos, compañero —apoyó Gai su mano en el hombro de Kakashi.

Kakashi asintió en agradecimiento.

—¿Y? ¿Cómo les fue en la reunión? —preguntó el del sharingan, cambiando de tema. El hablar del las lesiones de su hija le cambiaba el humor a peor.

—La cosa no se ve muy bien —respondió Gai, cruzándose de brazos.

—Sí —coincidió Tenten—. Pareciera que la única del lado de Saku es la Hokage— suspiró.

—Quieren interrogarla a como dé lugar en la División de Inteligencia —agregó su sensei. Su expresión era ahora una de total seriedad.

—¡Lo cual es una tontería! —espetó Lee—. ¿Quiénes se piensan que son para tratar de someter a Sakuma a algo así?

—Los líderes de la Aldea —respondió Neji.

Tenten lo miró mal cuando el labio inferior de Lee comenzó a temblar.

—Como sea, la Hokage logró convencerlos de esperar a la reunión de hoy, tal como te lo prometió. Si Sakuma logra satisfacerlos con sus respuestas no habrá necesidad de recurrir a esos métodos —tranquilizó la castaña al Hatake.

—Espero que así sea, pero no se sabe qué puede pasar al tratarse de Sakuma —suspiró Kakashi.

—Todo saldrá bien, no se preocupe —dijo segura la chica.

—Por cierto, Sakura y Naruto vendrán en cualquier momento —comentó Lee—. Ambos se quedaron dando su versión de lo que sucedió al consejo luego de que nosotros terminamos.

—¿Naruto está mejor? —se preocupó su sensei, no había tenido oportunidad de verlo en todo el día desde el retorno de su hija—. La última vez que lo vi decía que era su culpa el que se llevaran a Sakuma. Espero que no diga nada parecido al consejo.

—Sakura logró calmarlo un poco —contestó Neji—. Sin embargo sigue sintiéndose culpable por haber lastimado a Sakuma con su forma Kyubi.

El hombre asintió algo preocupado.

—¿El padre de Hatake Sakuma? —escucharon a una enfermera llamar.

Kakashi alzó la mano y avanzó hacia la mujer.

—La paciente debe preparase para asistir a la reunión con la Hokage. Pensamos que tal vez usted podría ayudarla. No queremos perturbarla con caras desconocidas por si acaso —explicó.

—Uh, de acuerdo —asintió. Estaba seguro que Sakuma no era ese tipo de paciente secuestrado pero entendía el porqué de la preocupación de la enfermera.

La mujer asintió en despedida y regresó por donde vino. Kakashi enfrentó al Equipo Gai.

—Iré con Sakuma ahora, la visita tendrá que ser para luego —dijo apenado.

—No te preocupes. Entendemos —asintió Gai un poco decepcionado.

—De todos modos no queríamos despertarla —agregó Tenten.

—Pero yo... —comenzó Lee, siendo callado por un pisotazo de la castaña—. ¡Auch!

—Pediré que lleven sus regalos a casa —avisó—. Muchas gracias por todo —cerró los ojos sonriente.

—No hay nada que agradecer —dijo Gai. Sus alumnos coincidieron.

—Aún así —insistió Kakashi por última vez antes de volver con Sakuma.

(...)

Cuando regresó con su hija parecía como si nada hubiese sucedido. Como si ella no se hubiese despertado entre lágrimas, como si ella no estuviese lastimada. Solo estaba ahí sentada, mirando con mala cara el desayuno insulso del hospital, removiéndolo con los palillos de malhumor.

Habían bajado su pierna con el yeso y levantado la parte superior de la camilla para sentarla. Incluso —milagrosamente— ataron su cabello, seguramente para que se viera algo presentable para la reunión.

—Está feo, ¿eh? —dijo avanzando hacia ella.

Sakuma lo vio y supo que la charla que habían tenido por la mañana, hace unas cuantas horas seguía en sus pensamientos. Lo miraba resentida pero aún así con calidez, tranquila de tenerlo allí. Ella era así. Amaba tan profundamente a su familia y amigos que por más que la lastimasen lo soportaba con tal de seguir a su lado, tal como lo había hecho todos esos años a pesar de todo lo que le ocultaban. Y Kakashi lo lamentaba profundamente.

—Esto no sabe a nada —arrugó la nariz, que aún se veía algo colorada por haber llorado.

—Hoy regresas a casa. Puedo cocinar lo que quieras —la tranquilizó. Sakuma suspiró, agradecida de al fin comer algo decente en días —. Pero ahora debemos irnos a otra parte.

—Agh, ¿a la reunión esa? —se quejó.

—Sí, a la reunión esa —asintió con paciencia, para luego caminar hasta la esquina de la habitación donde se encontraba la silla de ruedas que usaría para llevarla hasta allí.

Sakuma dejó de regreso los pasillos en la mesa portátil que le habían puesto, con una clara expresión de disgusto al ver lo que su padre pretendía.

—Más vale que eso no sea para mí —advirtió.

—Lo es —levantó la silla y la llevó a un lado de la cama de hospital.

—No voy a usar eso.

—Oh, ¿así que caminarás hasta allí?

—Prefiero que Lee me lleve en su espalda a tener que parecer un carrito de compras —espetó con enojo.

—Hay personas que viven su vida sobre una de éstas, por lo tanto no hables de esa manera —reprendió.

Sakuma apartó la vista, no pretendiendo disculparse por más que sabía que el comentario del carrito de compras había sido grosero. Estaba aún furiosa y con mucho en la cabeza, tenía grandes motivos para estar así. Por lo que la gente que la dejó así tendría que soportarla.

—Bien.

—Además solo serán por unos días.

—¿Unos días? —regresó la mirada con indignación—. Sano rápido, no preciso eso.

—Sé que sí, pero las enfermeras dijeron que no puedes arriesgarte a lesionarte o podría ser permanente —explicó—. Ahora ven. Te ayudaré a subirte a ella.

Kakashi retiró la mesita con comida de encima de las piernas de Sakuma y la dejó sobre la mesa de noche.

—Puedo hacerlo sola —dijo firme.

—No, no puedes.

Sakuma sabía que tenía razón, pero le hería en algo al orgullo.

Su padre retiró las sábanas, pasó su brazo por debajo de sus piernas cuidadosamente, el otro detrás de su espalda y la levantó de la camilla sin esfuerzo. Sakuma vio en su cara algo de tristeza, seguramente porque notó cuánto había bajado de peso.

—Ya está —la dejó sobre la silla y acomodó sus piernas sobre los posapiés con cuidado.

—Esto es humillante —resopló.

—No sé de dónde sacaste ese ego descomunal que tienes —dijo cansado, tomando una manta de la camilla.

—Costó trabajo construir —comentó, recordando a su yo pequeña, cuando notó algo—. Ay, no. La manta no —negó con la cabeza.

—Está algo frío afuera —no dio lugar a discusiones y posó la manta sobre las piernas de Sakuma.

—Parezco una tonta.

—Claro que no.

—Tiene estampados de arcoiris.

—Tienes razón, te ves ridícula.

—Al menos no uso máscara, ¿cierto?

Alguien llamó a la puerta tímidamente, interrumpiendo su charla. Ambos Hatake voltearon a la puerta abierta, encontrándose con un chico rubio de pié a un lado de esta.

—Sé que no debo estar aquí ahora pero... —murmuró Naruto, mirando a su sensei.

A Kakashi no le sorprendió verlo allí y hasta agradeció el que viniera para así poder al fin calmar el corazón del chico. Naruto se había tantas veces disculpado con él por haber atacado a su hija, diciendo que todo aquello era su culpa... Necesitaba que ese asunto se aclarara y así poder comenzar con su entrenamiento sin distracciones en su mente como lo era el temor de lastimar a otras personas y, si había alguien lo suficientemente directo como para dejar esos puntos bien claros, esa era Sakuma.

—No hay problema, Naruto. Pasa —asintió el hombre. El chico ingresó con algo de timidez a la habitación, no pudiendo mirar directamente a los ojos a la menor.

—Debemos irnos, pero tienes un par de minutos. Luego de la junta podrán hablar tranquilamente —acomodó mejor la manta sobre Sakuma y caminó hacia el Uzumaki—. Además si el Equipo Gai, en especial Lee, se entera que no la vieron primero tendré graves problemas —agregó con una sonrisa, dándole una leve palmada en el hombro antes de retirarse al pasillo para darles privacidad.

El adolescente se acercó a la peliplata que hasta el momento se había dedicado a mirarlo en silencio, mientras se preguntaba qué hacía allí. No le molestaba en absoluto ver otra cara conocida, pero le extrañó que él fuese el primero considerando que hacía solo una semana y algo que se conocían.

—¡Vaya susto que nos diste, dattebayo! —exclamó Naruto al acercarse, sin saber cómo comenzar a decir lo que vino a decir—. Toda inconsciente en los brazos de Kabuto ¿quieres matarnos? Ya nos cuesta traer de regreso a Sasuke, no necesitamos más malhumorados que rescatar.

—Oh, disculpa. Debí haber pensado mejor en tus sentimientos mientras era secuestrada —resaltó las últimas tres palabras.

—Pues debiste hacerlo. Justo cuando comenzabas a caerme bien haces esto.

—Tú sigues cayéndome mal y aún así te soporto. Por lo que ya supéralo.

Hubo una leve pausa en la que Naruto se dedicó a ver su estado. Su cabeza ya no estaba vendada pero un parche de gasa se encontraba en su frente. Su rostro se notaba cansado, su labio estaba roto y un corte en su ceja tenía benditas blancas. No solo eso, sino que sus brazos estaban cubiertos de moretones y su pierna enyesada se asomaba debajo de la manta.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, ahora hablando en un tono más serio. Esto extrañó un poco a Sakuma, que desde que lo conocía jamás lo oyó hablar así.

—Nada que no pueda soportar —respondió—. Aunque esta silla de ruedas sí que no la puedo tolerar.

—Sakuma, yo... —comenzó, rascando su nuca apenado. Su voz cargaba profundo lamento— Sé lo que te hice. Te lastimé cuando protegías a Sakura y... yo lo siento, dattebayo. Si eso no hubiese pasado de seguro no te habrían llevado y asumo la culpa.

—¿Por qué lo harías? No sabes qué pasó —dijo extrañada. No tenía idea que el chico se sentía así con respecto a lo que sucedió.

—¿Qué otra cosa pudo haber sido? —preguntó—. Todo el mundo habla de lo fuerte, veloz y silenciosa que eres. No puedo imaginarme cómo es que no pudiste huir sin ser detectada.

Sakuma recordó lo que sucedió. Sí, el ataque de Naruto aquella vez había sido el mayor culpable del porqué la capturaron antes de encontrar a su equipo, pero no podía decirle eso. Ella nunca mentía, pero no podía decirle la verdad.

—Orochimaru me encontró. Tú no pudiste con él y eres increíblemente poderoso, ¿qué me deja eso a mí? —dijo. No era mentira—. Luego Kabuto me inyectó esa cosa. No pude hacer nada —frunció el ceño—. Así que no te sientas tan importante. No todo gira a tu alrededor.

—¿De veras? ¿Eso fue lo que pasó'ttebayo? —preguntó escéptico.

Ella asintió. Un suspiro salió de los labios del chico. Sakuma entonces alzó una ceja. Naruto de verdad se sentía culpable.

—Sabes que no tenías que disculparte conmigo, ¿cierto?

Naruto alzó la mirada entre confundido e impactado.

—¿A qué te refieres? ¡Claro que tenía que hacerlo! Pude haberte matado -murmuró lo último.

—Claro que no -Sakuma hizo una pausa, viendo que tendría que explicarse mejor ante la total confusión del adolescente-. Mira, yo no entiendo mucho sobre ti, pero tú no podrías matarme, muchísimo menos a Sakura —frunció el ceño—. Es por eso que sé que tú no eras tú cuando ese incidente ocurrió y cualquiera que no entienda eso debe faltarle bastante cerebro. Por lo tanto, si no eras tú, no es tu culpa, ¿cierto?

Naruto pestañeó boquiabierto. No recordaba ni siquiera a una persona en toda su vida que alguna vez le hubiese dicho algo similar y lo gracioso era que nunca esperaría haberlo oírlo de una persona tan gruñona como Sakuma, que parecía la mayor parte del tiempo odiar a toda la humanidad.

Sonrió levemente. Sus palabras le habían sentado bien, alivianando la pesadez que traía en el pecho.

—Aún así eso de atacarme me dolió muchísimo, ¿qué demonios fue eso? —se quejó de repente la menor.

El Uzumaki alzó las cejas al ser tomado por sorpresa.

—Ah, eso.... es complicado —rió apenado, rascando su nuca.

—No —negó con la cabeza—. Dormir temprano es complicado. No rascarte cuando te pica es complicado. Mi vida es complicada. Pero decir: "Hola, soy Naruto y si me enojo dattebayo puedo destruir puentes así que ten cuidado" no lo es.

—Dijiste "datebbayo" mal —dijo burlón.

—¿Qué significa de todos modos? —preguntó genuinamente curiosa.

—De hecho no lo sé, solo lo digo desde siempre —admitió, notando que su sensei los esperaba en la puerta y les hacia un ademán de mano anunciando que ya debían irse.

—Si no sabes entonces no puedes corregirme —dijo obvia.

Naruto caminó hacia ella y se colocó detrás. Tomó las manillas de la silla y comenzó a empujarla lentamente.

—No porque sí sé como se usa.

—¿Qué clase de lógica es esa?

Sakuma ahora lo veía sobre el hombro.

—¿No que tú no hablabas?

—Tranquilo, volveré a la normalidad cuando ya no quede sedantes en mi organismo.

Naruto rió fuerte, cruzando el umbral y pasando a un lado de Kakashi, quien los observaba sonriente.

Agradeció al Uzumaki para sus adentros. Su hija que hasta hace un rato lloraba sola ahora charlaba amistosamente. Solo quedaba esperar que la reunión con el consejo saliera bien.

(...)

El bastón del hombre cubierto en vendas impactó con fuerza contra el suelo. Una clara expresión de ira pura se dejaba ver en la parte visible de su rostro.

Itachi volvía a interferir en sus planes. Al igual que con Sasuke, ahora tenía también a Sakuma bajo su protección e incluso había tenido el descaro de dejárselo claro frente a todo el consejo y la mismísima Hokage al darle su gorro Akatsuki a ella. Ese mensaje era explícitamente dedicado a él, no había otra manera de interpretarlo.

Si hubiese encontrado a esa mocosa sólo unos instantes antes que él ahora tendría acceso a cualquier información que Kimi pudiese haber dejado en ella, y tal vez incluso en sus manos otro par de sharingan, claro que esto último no era seguro.

Pero ahora no había nada que pudiese hacer, no sin arriesgarse que el joven revelara lo que realmente sucedió una década atrás con el Clan Uchiha a la mínima amenaza.

—¿Desea ejecutar alguna orden con respecto a Itachi Uchiha, señor? ¿O con respecto a la niña?  —habló uno de los dos ANBU que yacían arrodillados frente al hombre, esperando.

—No —espetó Danzo—. No por ahora. Retírense.

Ellos obedecieron, retirándose de allí de inmediato luego de realizar una reverencia y dejando a su líder en solitario. O bueno, eso creían.

—Sé que estás ahí—dijo.

Una veloz sombra surcó aquel lugar donde comúnmente los miembros de Raíz acudían a recibir órdenes de su líder. Un muchacho de cabello negro y característicos ojos carmesíes se hallaba de pie frente al hombre que alguna vez había tenido influencia sobre él. Su rostro no expresaba absolutamente nada, pero al mismo tiempo expresaba todo lo que vino a decirle. O más bien... advertirle.

Danzo sonreía con desdén y rencor en sus ojos. Ese mocoso se atrevía a presentarse frente a él.

—Antes no estaba seguro, pero con esto es más que suficiente —habló Danzo, recorriéndole con la mirada —. Yo te di órdenes. Matarla. Pero Kimi no vivió porque lograra engañarte como a los demás fingiendo su muerte, tú la dejaste vivir, ¿cierto? La dejaste vivir porque sabías de la niña.

—Fumiko —dijo apenas moviendo los labios—. Su nombre era Fumiko, no Kimi.

Danzo chasqueó la lengua, omitiendo las palabras que quisieron salir en ese momento para remplazarla por otras.

—No creí que te atreverías a venir a verme personalmente. Admito que me siento halagado —habló con fingido gozo—. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Sabes a lo que vine.

—A amenazarme—sonrió sin gracia alguna.

El hombre comenzó a caminar, apoyando su bastón contra el suelo a cada paso. Itachi lo miraba con precaución por si se le ocurría hacer el mínimo intento de atacarlo.

—Recibí tu pequeño presente —comentó, refiriéndose al gorro Akatsuki—. No veo por qué te tomarías la molestia de acudir hasta aquí.

—Porque sé que eso no es suficiente para alguien como tú. Hago esto para asegurarme de que entiendas.

Su andar se detuvo. La mano del mayor se aferró con fuerza a la empuñadura de su bastón, conteniendo su furia ante el hablar irrespetuoso del Uchiha.

—Sakuma. No te le acerques —dictó—. Sé claramente que llevas tratando de acercarte a ella desde hace mucho tiempo ya a pesar de que sabías quién era ella.

—Tu sobrina, sí—asintió el hombre—. Lo familiar de esta conversación comienza a darme algo de nostalgia, solo que ahora se trata de Sakuma —alzó una ceja.

—Entonces sabes de las consecuencias que trae el no escucharme—alzó levemente la barbilla.

Danzo sonrió ladino.

—Este es el tema—comenzó con cinismo—. Por más que ahora reveles todo, ¿quién te creería luego de todo este tiempo? Porque mientras tú estabas fuera de la aldea siendo un traidor, yo estaba aquí, formando vínculos y relaciones con gente de poder.

Sin embargo la indiferencia ante lo que acababa de decirle hizo que el líder de Raíz adquiriera nuevamente una expresión de seriedad.

—Esto ya no se trata de revelar lo que sucedió—Itachi se mantenía inmóvil—. Se trata de si vives o mueres.

"Mocoso descarado...", frunció el ceño el hombre. La sangre comenzaba a hervirle.

—¿Crees que tú podrías con alguien como yo? No tienes idea de lo poderoso que me he vuelto durante todos estos años.

Las comisuras de los labios de Itachi se alzaron levemente. Superioridad se leía en cada una de sus facciones desde los ojos de Danzo y eso le hacía cada vez más difícil el mantener una conversación civilizada. Itachi parecía despreciar cada palabra que había dicho.

—Lo que vine a decir ya fue dicho—habló como si lo anterior no hubiese sido oído por él.

Danzo no podía dejarlo irse aún.

—No respondiste a lo que dije antes—la prisa en hablar se notó algo en su voz—. ¿Qué sucedió ese día? Debiste acabar con ella para poder hacerlo luego con el clan, después de todo ella era su guardián.

Itachi no contestó. Solo se limitó a verlo mientras lentamente su cuerpo comenzaba a cambiar ante los ojos del hombre que esperaba su respuesta y pronto fue remplazado por una masa de cuervos que, entre fuertes cantos, fueron dispersándose haciéndolo desaparecer del lugar.

Danzo quedó allí en total silencio. La furia hirviendo más que antes dentro de él.

¡Acá el capítulo nuevo! ¿Qué les pareció?

La beba Sakuma no puede con más feelings :'( y además está hecha puré

Naruto culpándose de lo que sucedió.  El pobre no quería tener que rescatar otro Uchiha de Orochimaru ahre

Y apareció el papu Itachi a dejarle las cosas bien claritas al imbécil de Ganso 😎 (además apareció algo de la historia de Fumiko, uh? Mejor ya no decirle Kimi o Itachi se emperra ahre)

En el siguiente capítulo ya se viene la reunión con el consejo, esperemos que todo salga bien o la niña tendrá una cita con Ibiki e Inoichi 🙈

Muchísimas gracias por leerme desde lo más profundo de mi cora, 73K WTF? Y si les da curiosidad de los horrores que Jenn dibuja pueden pasarse por mi sketchbook.

Bueno eso, ¡Jenn, fuera🍃!

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