XVI. Formación del nuevo Equipo Kakashi
CAPÍTULO XVI:
FORMACIÓN DEL NUEVO EQUIPO KAKASHI
Sakuma miraba a su padre dormir, sentada ya hace un tiempo en la dura silla del hospital. La angustia yacía en su pecho por más que ella supiera que Kakashi estaba fuera de peligro, pero la imagen se le hacía tan similar a la de hace ya muchos años que no podía evitar relacionarla. No quería que a él le sucediera lo mismo, no creía poder volver a soportarlo.
Apretó los puños sobre su regazo, cerrando los ojos con fuerza. Los recuerdos inundaron su mente como una cascada.
Una fría y pálida mano rodeó la de ella tan pequeña. Sakuma hipó oyendo la pesada y rasposa respiración prominente de los dañados pulmones de su madre. La pequeña pasó uno de sus puños por su rostro, tratando de apartar las interminables lágrimas que se deslizaban por sus mejillas con la manga de su abrigo. Por más que no pudiese entender del todo qué era lo que sucedía gracias a sus pocos años, sabía que su mamá estaba enferma y sabía que ya no la volvería a ver. Sintió como si alguien apretujara su corazón con fuerza. Ella no quería que eso sucediera.
Quería que su mamá se levantara de la cama y jugaran a las escondidas. Quería verla escribir y oírla reír cuando ella corría por la casa. Quería oírla cantar cuando hiciera la comida o limpiara la casa, y quería ver esa mirada tranquila que traía cuando plantaban flores en el jardín. No quería que estuviese postrada en esa cama, palideciendo a cada hora, respirando cada vez con más esfuerzo y que sus vivos ojos oscuros se fuesen opacando al igual que su vida.
Sakuma la miró. La belleza de su madre no se desvanecía ni siquiera en ese estado. ¿Una flor podía permanecer igual de hermosa por más que estuviera marchita? se preguntó la pequeña.
Su madre tosió y tuvo que apartar la mano de la de suya para cubrirse la boca. La mujer miró su palma teñida de sangre con una mueca y procuró que su niña no lograra ver aquello, escondiendo su mano entre las sábanas y extendiendo la otra hacia su rostro para limpiar sus lágrimas.
—No llores, hermosa. Mami no quiere que estés triste —su voz casi le sonó irreconocible.
Sakuma sorbió su nariz tratando de cumplir el deseo de su madre e impedir que las lágrimas brotaran de sus ojos, pero cuando la mujer acarició su rostro la niña volvió a romper en un llanto silencioso.
—Aún sigues aquí —oyó la voz de una mujer desde la puerta.
Sakuma levantó la mirada de su regazo y miró a la Hokage sin moverse de su sitio. Aún seguía molesta con ella.
Tsunade suspiró y caminó hasta ponerse frente a la camilla de Kakashi.
—Él no corre riesgo alguno, niña. Simplemente está exhausto. Ha utilizado una impensable cantidad de chakra y necesita descansar, y no creo que lo logre del todo si él sabe que tú estás aquí en vez de descansando en tu casa o almorzando algo que no sea la basura de este hospital —se cruzó de brazos la mujer.
Sin embargo sus palabras no parecieron afectar la decisión de Sakuma por quedarse allí, ya que no se movió ni un poco de su lugar.
—Si no eres capaz de abandonar esa silla, entonces no creo que seas capaz de abandonar la aldea —soltó.
La peliplata inmediatamente miró a la mujer con sorpresa. ¿Acaso había querido decir lo que ella creía? Porque en serio que necesitaba que fuese así.
—Sakura ha traído información muy importante de su encuentro con un miembro de los Akatsuki, el Equipo Kakashi partirá pronto a la misión. Sin embargo no puede haber un equipo Kakashi sin Kakashi, así que propuse conseguirle un sustituto a tu padre para esta misión, y también para Sasuke. Sakura me ha pedido que fueses tú con ella —Tsunade habló con molestia. De verdad no quería que la Hatake fuese a esa misión—. Dado que tú nos haz observado entrenar estos años y conoces las habilidades y debilidades de Sakura a la perfección, creo que no sería una mala ide-
La Hokage calló abruptamente al ver cómo Sakuma se bajaba de su silla y le dedicaba una profunda reverencia. No recordaba haber visto jamás a la niña haciendo algo así desde que la conoció, demostrando tanto respeto y gratitud.
—Gracias —habló Sakuma con una sonrisa asomando por sus labios.
—No me agradezcas nada, niña. Esto no es algo por lo que deberías agradecer. Es una misión peligrosa y tú no tienes experiencia alguna —frunció el ceño. Sakuma se enderezó—. La única razón por la que voy a conceder el deseo de Sakura del que vayas es porque confío plenamente en ella, Naruto y en el sustituto de tu padre. Dejando a un lado eso, esto me parece una locura.
Sakuma cerró los puños con fuerza y apretó los labios para retener la cantidad de palabras que querían salir, temiendo quedarse sin la misión que estuvo esperando por tanto tiempo. Le parecía sumamente frustrante que la Hokage no fuera capaz de reconocer su poder luego de tanto entrenamiento y trabajo duro. ¿Acaso tenía una idea lo doloroso que era entrenar con el Equipo Gai? Lee le hacía hacer abdominales y lagartijas hasta el desmayo, Neji la golpeaba con su extraño taijutsu hasta el desmayo, Gai le hacía correr alrededor de la aldea hasta, sí, el desmayo y Tenten... bueno ella no es como si hiciera mucho. El punto era que ella no había estado todo ese tiempo haciendo nada, había estado mejorando y superándose. Cuando no estaba entrenando era porque estaba durmiendo y tampoco era como que durmiera mucho.
—Tsunade, no seas tan dura con ella —se escuchó desde la puerta.
Ambas vieron a Jiraiya apoyarse en el marco de la puerta de brazos cruzados.
—¿Y a ti que demonios te sucedió en la cara? —preguntó Tsunade.
El Sannin tenía un enorme moretón en una de sus mejillas, evidencia de que alguien le había golpeado con fuerza abundante. Sakuma escondió una sonrisa algo burlona que casi se le escapa.
—Alguien no me dijo que había estado entrenando por cinco meses con su padre y perros ninja sobre cómo detectar enemigos con el olfato —recriminó el hombre.
Lady Tsunade soltó una risa.
—¿Tú le hiciste eso, Sakuma? —la miró casi orgullosa.
La aludida asintió, encogiéndose de hombros. Tsunade la felicitó provocando la indignación de Jiraiya.
—¡Ese no es el punto aquí! —interrumpió las felicitaciones de la Hokage—. El punto es que ella es fuerte, es lista y estratégica aún estando en situaciones en las que la mayoría de las personas estaría ofuscada. Ella puede cuidar de sí misma y puede ser de utilidad, es por eso que dejarás que asista a la misión, no por un simple favor a una de tus alumnas.
Sakuma le sonrió al hombre con gratitud. No recordaba que alguien hubiera dicho algo similar sobre ella. Casi hasta se sintió culpable por haberlo golpeado de no ser porque Jiraiya se lo merecía por espiar a aquellas mujeres e ignorarla por tanto tiempo.
—Puede que tengas razón —suspiró. Sakuma sonrió aún más amplio—. Pero eso no alcanza cuando se está hablando de Akatsuki. Así que escúchame, Sakuma —la sonrisa de la Hatake despareció ante la mirada de la mujer—. No seas estúpida. Si ves que no puedes tú sola, pide ayuda. No quiero que regreses sin vida.
—¿Acaso no puede tenerme algo se fe? —espetó harta de todo aquello.
—Cuida tu tono, mocosa.
—No, no lo haré. Ese hombre sí confía en mí y yo apenas y puedo recordar su nombre —señaló a Jiraiya, quién deshizo la sonrisa que traía para mirarla con reproche—. Y usted... Usted, ¡agh! ¡Yo la admiro, Lady Tsunade! ¡Usted es mi heroína! —confesó— . Y también es la única persona que no cree en mis habilidades ¿Acaso soy tan mediocre?—murmuró decepcionada.
¿Ella me admira? Tsunade la miró atónita.
Esa mirada... Kimi, pensó.
Ella no era digna de ser admirada ni ser héroe de nadie. Mucho menos de la niña a la que le había arrebatado a su madre.
—No, niña, tú no me admiras —cerró los ojos, negando con la cabeza.
—Sí, sí lo hago. Usted es todo lo que una shinobi podría desear llegar a ser.
—¡Cállate! —espetó dolida—. ¡Ya tienes tu misión, ya no fastidies!
Tsunade caminó hacia la puerta, haciendo a un lado a Jiraiya de un empujón antes de largarse de allí afectada.
Sakuma quedó allí de pie viendo por donde la mujer se había ido. No entendía porque había reaccionado así. Se sintió aún más decepcionada por el poco valor que su confesión había tenido para la Hokage. Aunque, bueno, ¿qué esperaba? Seguro no era ni la primera ni la última que admiraba a Lady Tsunade, después de todo era la Hokage. Aún así se le hizo algo chocante la reacción tan explosiva de la mujer que no pudo explicarse.
Jiraiya se aclaró la garganta, llamando su atención.
—Vine para ver si Kakashi había despertado, pero también porque me mandaron a avisarte de algo —caminó el hombre hacia la niña—. El chico este de las cejas gruesas te está esperando junto con Sakura, un Hyuga y otra chica más para el almuerzo fuera del hospital. Deberías ir.
Sakuma asintió sin ánimos y caminó a la salida. Una mano se posó en su hombro antes de salir. Ella ni siquiera se molestó en levantar la mirada para ver qué era lo que el hombre quería. Luego del recuerdo fugaz con su madre y la discusión con la Hokage no tenía muchas ganas de nada.
Jiraiya suspiró y se acuclilló, tomándola de los hombros para verla de frente.
—Tú eres fuerte, Sakuma. Eres una gran shinobi para tu edad y tu madre estaría orgullosa de en lo que te haz convertido. No dejes que las opiniones de una anciana cascarrabias afecte lo que piensas de tí misma, muchacha —trató de reconfortarla.
—Mi madre no quería que fuese shinobi. —fue lo único que dijo antes de apartar sus manos y seguir con su camino.
Sakuma caminó por los pasillos cabizbaja. Cada vez que creía que comenzaba a entender el comportamiento de la Hokage, ella hacía situaciones como esta que hacían un embrollo su mente. ¿Ella qué había hecho para que Tsunade reaccionara todo el tiempo de esa manera cuando se trataba de ella? ¿Tanto la odiaba esa mujer?
Suspiró ya sin ganas de pensar más, con temor de que otro recuerdo de su madre apareciera nuevamente en su cabeza y alzó la barbilla caminando altanera hacia la salida del hospital.
—¡Sakumaaaa!
La aludida no tuvo que voltearse para saber de quién se trataba al oír con la velocidad que aquella persona corría en su dirección. No podía ser otro además de Lee.
Creyó que se detendría frente a ella, sin embargo el azabache la abrazó afectuosamente haciendo que sus pies se alzaran del suelo al él enderezarse. Sakuma perdió el aliento, no por la sorpresa, sino porque el de las cejas enormes la apretujó fuertemente.
—O-Oha...yo —exhaló como pudo.
—¡No te imaginas todo lo que ha sucedido! —la balanceó un poco antes de dejarla en el suelo—. ¡Te contaremos cada detalle, quedarás de boca abierta, ya verás!
La palmada en su espalda casi hace que Sakuma se cayera de cara al suelo si no fuese porque el Hyuga la tomó del cuello de la ropa y la dejó de pie.
—Hola, Neji —lo reconoció Sakuma solo por la delicadeza de su agarre.
—¿Jamás piensas decirle que no te estrangule de esa manera? —frunció el ceño el castaño.
Ella se encogió de hombros haciendo que él rodará los ojos. Neji detestaba cuando la Hatake contestaba con ese gesto, como si no valiera tanto la pena hacerlo con palabras.
—A veces te pasas de tonto, Lee —lo regañó Tenten.
—Ah, me entusiasmé, lo siento —Lee rascó su mejilla con el dedo, apenado—. Es que hace una semana no la veíamos, ¿no se les hizo raro?
Neji y Tenten se miraron entre sí.
—No era como si hubiésemos podido echarla de menos contigo mencionándola cada cinco minutos —lo delató Tenten sin tapujos.
Neji asintió con ojos cerrados dándole la razón y Sakuma vio raro a Lee, queriendo saber porqué hablaría tanto de ella y qué habría estado diciendo.
—¡E-Eso no es cierto! —los señaló sonrojado.
—Ajá, como digas, Lee —Tenten pasó de él y rodeó por los hombros a Sakuma, comenzando a caminar—. ¿Qué haz hecho en nuestra ausencia?
Sakuma los miró. No tenía idea lo preocupada que había estado por ellos y cuánto los había echado de menos hasta ahora. Se sintió algo culpable por no haber pensado mucho en ellos. Después de todo ellos (y Sakura) eran sus amigos.
Les relató durante el camino al restaurante, donde comerían con Sakura, lo insoportable que había sido el tener que lidiar con el Equipo Asuma en su ausencia. Les contó cómo Ino prácticamente le obligaba a ayudarle en la floristería, como Choji la perseguía para desayunar, almorzar o cenar con ella y por último el acoso silencioso de Shikamaru.
Los tres intercambiaron miradas, sabiendo que los otros solo habían estado suplantándolos en su deber de vigilar a Sakuma que desde hace tanto tiempo habían estado cumpliendo a la perfección. Claro que ella no se sentía así de controlada cuando estaba con ellos, ya que se habían hecho amigos luego de tanto tiempo, pero aún así no significaba que no estuviesen haciendo lo mismo. Les molestó un poco la idea de que otros que no fuesen ellos la estuviesen vigilando, pero lo ocultaron bien a medida Sakuma les relataba su semana.
—Espera, ¡¿entrenaste con uno de los legendarios Sannin?! —la interrumpió Tenten abruptamente.
—Mhm —asintió, dispuesta a continuar.
—¡¿Es que acaso no entiendes lo genial que eso?! ¡No es algo que suceda todos los días! —alzó los brazos.
—Ajá, lo sé.
—¡¿Y te lo tomas así a la ligera?! —chilló.
—Deja de gritarme, loca —frunció el ceño.
Tenten la miró boquiabierta, totalmente indignada. Neji negó con la cabeza, absteniéndose a reír por lo cierto del apodo de Sakuma.
—¿Y tú qué sonríes? ¿Estás de acuerdo? —lo miró mal Tenten.
—No he dicho nada. Si te das por aludida no es culpa mía —alzó una ceja.
—Voy a matarte, Hyuga...
—Ya chicos, no peleen —Lee los abrazó por los hombros—. Los compañeros están para quererlos —habló con lágrimas en los ojos.
—Eso es lo más estúpido que he oído —Neji se deshizo de su abrazo con fastidio.
Sakuma rodó los ojos ante la escena tan ridícula y al volver la mirada al frente notó que habían llegado al restaurante. Escudriñó el local, buscando a Sakura, hasta que logró ver su rosa cabellera. La notó algo decaída. Miraba por una de las ventanas con la barbilla apoyada en su mano y golpeaba levemente la madera de la mesa con su dedo índice, seguramente pensando en algo. La peliplata frunció el ceño. Su amiga no se ponía así por muchas cosas, hasta ahora solo la había visto así un par de veces y ambas se relacionaban con su ex-compañero de equipo.
Sakura al sentirse observada levantó la mirada e inmediatamente esbozó una sonrisa al ver a la Hatake de pie en la puerta del local, sintiendo una leve molestia en su conciencia al saber el porqué cada vez que la veía se sentía bien instantáneamente. La imagen de Sasuke cruzó su mente suplantando la de Sakuma al verla caminar a ella con las manos en los bolsillos. Se le parecía tanto, se percató desde que la conoció, que no podía evitar sentir cierto consuelo al estar con ella. Ella, al igual que él, tenían un aura tan tranquilizadora y hasta algo fría y sus mentalidades eran tan similares...
Sabía que estaba mal el compararla con Sasuke, pero no podía no hacerlo cada vez que veía gestos similares de él en ella; su semblante inexpresivo cuando pensaba, su mal humor, su recelo a los demás, su increíble talento como shinobi, la frialdad en su mirada cuando luchaba o entrenaba. Eran pequeños detalles que solo alguien como ella quien había pasado tanto tiempo observando al Uchiha podría saber. Y hasta podría haber jurado que Ino se había percatado de ello ya que notó como se le quedaba mirando de vez en cuando.
Tal vez fue esa ya de las razones por las que quiso ser su amiga en un principio, para suplantar el vacío que había dejado Sasuke con alguien que se le hizo similar. Y también capaz fue por eso que la eligió como remplazo en el equipo Kakashi. Se sintió mal por pensar algo así y saber que capaz no se alejaba mucho de la realidad.
Cuando la peliplateada le sonrió levemente, Sakura volvió nuevamente en sí.
Debía dejar de pensar en cosas como aquellas y entender que Sakuma no era él.
(...)
No muy lejos de allí, en la Torre Hokage, Lady Tsunade discutía con el Consejo de Ancianos sobre la decisión que ella había tomado de mandar a Naruto a la misión de encontrarse con el espía del Akatsuki Sasori, con la esperanza de obtener información acerca de la ubicación de Sasuke. Estaba consciente de lo peligroso que sería la misión para el Uzumaki, no era estúpida. Sabía que Akatsuki iba detrás de él y según los informes de Kakashi, el hombre al que se había enfrentado anteriormente tenía como único objetivo capturar a Naruto y lo hubiese logrado si él no estuviese allí. Los ancianos tenían razón aunque no quisiese admitirlo en voz alta. Era una locura aquello. Pero eso no significaba que, como decían ellos, debían mantenerlo encerrado en la aldea bajo vigilancia militar. ¿Además que le impedía a Akatsuki a hacer lo mismo que hicieron en la Aldea de la Arena e invadir Konoha para secuestrar a Naruto?
Ella diferencia de ellos, no veía a Naruto como un arma imprescindible para futuras guerras, lo veía como un chico que quería recuperar a su mejor amigo. Confiaba en él y quería que consiguiera traer a Sasuke de regreso, tal vez por el afecto que le tenía al Uzumaki o porque en cierto modo le recordaba a Jiraiya con Orochimaru.
—Bien, si estás tan segura respecto a esto, actúa como consideres —cedió por fin el hombre luego de casi una hora de discusión—. Sin embargo, usarás al shinobi que nosotros seleccionemos como miembro adicional del equipo de cuatro de Naruto.
—¿Qué? —la Hokage frunció el ceño—. Imposible, ya he seleccionado a un shinobi como remplazo de Sasuke e informado de la situación.
—Si quieres que Naruto acuda a la misión, deberás aceptar las condiciones —habló la anciana—. Danzō, entra, por favor.
La Hokage se tensó al oír el nombre de aquel hombre salir de la boca de la mujer y miró de reojo hacia la puerta que se abrió, viendo a Danzō de pie allí.
—Pero si eres tú —murmuró fríamente la rubia.
—Gusto en volverla a ver, princesa Tsunade.
Tsunade lo miró con molestia.
—Siendo tú ahora entiendo todo. Puedo asegurar una cosa: un miembro de ese equipo es de la Fundación de Cazadores Especiales.
Danzō avanzó hacia una de las ventanas de la sala en silencio. Su bastón apoyándose sobre la madera del suelo provocando un sonido similar al de un reloj, haciendo que la tensión en el ambiente se sintiera algo más pesado.
—¿Y ustedes nombrarán a esos... dos miembros adicionales? —quiso saber la mujer, aún no accediendo del todo.
—No —contestó el moreno—. Solo a uno.
—Entiendo, Kakashi, líder del equipo, está fuera de circulación. Pero por lo visto eso no lo sabías, ¿verdad, Danzō? —supuso Tsunade, al ver que el hombre no elegiría a ambos miembros.
Danzō permaneció en silencio, dándole así la razón.
—El equipo necesita otro miembro, ya que partirán antes de que Hatake Kakashi esté recuperado, y la verdad es que ya no falta mucho tiempo. Opino que la Hokage elija dicho miembro —se animó a hablar Shizune.
—Yo aún no he aprobado el que Danzō nombre a uno de los remplazos del equipo Kakashi —frunció el ceño la mujer.
—Tsunade, nosotros ya estamos cediendo demasiado con el asunto de Naruto —replicó Hamura, acomodando sus gafas—. El otro integrante ya está seleccionado y no eso no cambiará.
—La que toma las decisiones finales aquí soy yo —se señaló a sí misma—. Y si yo decido que debe ser Sakuma la que vaya, irá.
Danzō sonrió con interés ante esto último dicho. No tenía idea que sería aquella la elección de la Hokage. Hasta dónde él sabía ella se había esforzado todo ese tiempo en mantenerla en la aldea. En ese caso, las cosas cambiaban.
—¿Sakuma? ¿Hatake Sakuma? —cuestionó Koharu, la anciana, viendo a Danzō—. ¿No es de la niña de la que nos has hablado, la hija de Kakashi y Kimi?
—Así es —asintió volteando hacia ellos.
—¿Cómo puedes confiar semejante tarea a la hija de una desertora y pariente de alguien tan poderoso como peligroso que aún sigue allí afuera? —espetó el anciano.
—¡Kimi no era una desertora! —bramó.
—¡Eres la Hokage, compórtate como tal y deja de dejarte llevar por sentimentalismos! ¡Es de la seguridad de la aldea de la que estamos hablando! —exclamó de regreso—. Al igual que con el tal Sasuke, Kimi traicionó a su aldea y huyó con muchos secretos consigo. Creímos que era bastante obvia la interrogación a la hija.
Tsunade apretó los puños y cerró los ojos tratando de contenerse. Nadie allí la consideraba capaz de decidir nada por sí misma.
—Sakuma no ha mostrado signos de conocer el pasado de su madre. Desconoce totalmente que era ninja y ha estado bajo vigilancia desde el primer momento que pisó la aldea y nunca demostró signos de ser peligrosa. Jamás ha hecho nada que ponga en duda la seguridad de nadie. Ha tenido miles de oportunidades a lo largo de los años y sin embargo no ha hecho nada —abrió los ojos cuando se hubo calmado—. Confío en ella. Y si resulta ser que no es quién yo creía, yo misma la detendré y se la entregaré a ustedes sin dudar. Pero por mientras, les doy mi palabra que ella no supone riesgo alguno para Konoha.
Los ancianos se miraron entre sí y luego a Danzō.
—¿Y por qué la haz seleccionado a ella entre tantos shinobi más capacitados? —quiso saber la mujer.
—Ella es fuerte e inteligente —recordó las palabras de Jiraiya—. Conoce las habilidades de Haruno Sakura, integrante del equipo Kakashi, y creí que sería de gran ayuda. Sakura confía en ella y viseversa y todos aquí sabemos que en un equipo la confianza es imprescindible.
Conque confianza, ¿eh? pensó el de bastón con una sonrisa sádica en sus labios.
—Entonces tal vez sí deba de participar en esta misión, ¿no es así? —habló Danzō, avanzando hacia ellos.
Tsunade vio en sus ojos una intención oculta en aquello que proponía y se arrepintió inmediatamente en haber insistido en la participación de Sakuma con él en la misma habitación, después de todo era de él de quién ella quería alejarla.
—¿Qué propones, Danzō? —cuestionó Hamura.
—¿Qué mejor manera de probar a alguien que confiándole una misión como esta? —pensó en voz alta—. Uno de mis hombres, el que elegí, puede vigilarla y decidir si es alguien de confianza o no.
Tsunade abrió los ojos con pánico e intercambió miradas con Shizune, quién apartó la mirada sabiendo que era su culpa la presencia del consejo allí por haber dudado del juicio de su maestra.
—¡No puedes hacer eso! ¡No puedes decidir el destino de alguien por el juicio de un solo hombre! —se levantó la mujer de su asiento.
—Digo lo mismo respecto a Naruto. Después de todo es por tu juicio por lo único que estamos permitiendo que vaya. ¿Qué tiene de diferencia con esto? —replicó Danzō.
—Entonces está decidido —sentenciaron los ancianos—. El equipo de esta misión será de cinco, compuesto por los miembros sustitutos de Kakashi y Sasuke, Haruno Sakura, Uzumaki Naruto y Hatake Sakuma.
Tsunade no pudo decir nada más y se sentó en el sofá nuevamente, teniendo demasiadas cosas en que pensar. Ya era evidente que no podía hacer nada más al respecto si no quería perder el poco apoyo y respeto que tenía del consejo para futuras decisiones.
Si Danzō le pedía a su hombre que juzgara a Sakuma como enemigo, ya no podría salvarla del cruel interrogatorio al que podría ser sometida. Lo que había querido evitar desde un principio se volvió realidad y no hubiera pasado si hubiera hecho lo que ella quería, que era el no mandarla a la misión. Pateó la mesa furiosa en cuanto el Consejo se retiró junto con Danzō, rompiendo el mueble a la mitad. Shizune cerró los ojos afectada.
Ahora solo le quedaba rezar que Danzō no se saliera con la suya para que Sakuma pudiera estar a salvo.
______________________
¡Hasta aquí el capítulo! Es larguísimo y vaya que han pasado muchas cosas.
El recuerdo de Sakuma, ¿qué opinan de ello? Nuestra beba sufrió mucho ay </3 ahora entienden un poco el porqué tanta preocupación por su padre aunque su estado no sea tan grave.
Lee y los demás volvieron <3
Y Sakura anda de nostálgica. El que Sakuma le recordaba a Sasuke no era un secreto, pero ahora con el correr del tiempo esa sensación como que se incrementó un poco, ¿eh?
¡Y por último el maldito de Danzō! Ese viejo es capaz de cualquier cosa y ahora está más cerca de lograrlo que nunca.
Espero que les haya gustado y muchas gracias por todos los lindos comentarios que siempre dejan. Hasta hoy en día no logro superar todo el apoyo que le brindan a la historia. Las amo 💖
¡Bye! 🍃
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