XV. Regreso de los escuadrones
CAPÍTULO XV:
REGRESO DE LOS ESCUADRONES
Los cabellos plateados de Sakuma brillaban al ser iluminados por los rayos del sol. Se hallaba sentada en una de las mesas de su restaurante favorito, pensando al igual que lo llevaba haciendo por prácticamente todo el día sobre la misión que se le había asignado al escuadrón de su padre y al de Gai-sensei, quiénes por cierto ya deberían de haber llegado.
¿Acaso les habría sucedido algo? ¿Y si los que secuestraron al Kazekage fueron demasiado para ellos? ¿Y si los derrotaron? ¿Habrían heridos? Esas preguntas y millones de otras similares azotaron su mente durante todo el día, no permitiéndole enfocarse en nada de lo que hacía, cosa que pudo notar claramente cuando en vez de ponerle leche a su tazón de cereal, la derramó sobre toda la mesa. La preocupación era dueña de su corazón y no podía hacer nada al respecto más que esperar por buenas noticias o a que su padre llegara.
Suspiró casi de manera ruidosa, apoyando su mentón en la mano.
—Vaya, sí que te ves decaída, niña —una sombra cubrió momentáneamente el sol que le alumbraba.
Sakuma subió la mirada perezosamente. Aquel anciano de cabello blanco estaba frente a ella, mirándola con una sonrisa.
—¿Puedo sentarme? —preguntó.
Jiraiya tomó el encogimiento de hombros de ella como un sí. Se sentó cómodamente y carraspeó la garganta, echando un vistazo a una de las terrazas de otros locales de la calle, donde segundos antes había notado la presencia de algunos ANBU. Danzō estaba yendo demasiado lejos. Pero en lo que a él respectaba, no permitiría que alguien le tocara un cabello a la niña.
Hace ya varios días, precisamente desde que Kakashi se había ido de la aldea, se había encargado únicamente de tener un ojo encima de la peliplateada. Tal vez parecía algo paranoico, pero la Hokage se lo había pedido personalmente, por las dudas de que Ino, Choji y Shikamaru no fuesen suficiente protección. Y vaya que estaba en lo cierto. Los dedos de las manos no le alcanzaban para contar las innumerables veces que había notado a los hombres de Danzō perseguir a la niña. Sin embargo bastaba con que él caminara casualmente por los alrededores para que estos no intentaran nada. El solo imaginarse el rostro de Danzō ante los informes de los ANBU diciéndole que gracias a su presencia no podían acercarse a la Hatake le causaba placer.
—¿Usted también los nota?
—¿Eh?
La repentina pregunta de la niña le hizo pestañear y regresar la mirada a ella. ¿Acaso se había percatado de que la seguían?
Sakuma no le dejó tiempo de siquiera preguntar ya que levantó la mano hacia la mesera, quién le regaló una amplia sonrisa al reconocerla y le pidió un momento al cliente que atendía para caminar hacia su mesa.
—¡Saku! ¡Ya te estábamos esperando! —exclamó la joven de cabello castaño—. Le diré al señor Hiroshi que prepare tu favorito —cerró los ojos sonriente.
—Gracias, Mimi —sonrió un poco.
Mimi era la camarera que siempre le atendía desde que descubrió el restaurante. Venía siempre con mucha frecuencia, por lo que no fue muy difícil el que se llegaran a conocer. Además Mimi era muy simpática y atenta, siempre recordaba los platillos que le gustaba, los que no, y la mayoría de las veces la atendía apenas llegaba. Sakuma al principio no entendía por qué Mimi había sido tan atenta con ella desde el inicio, sin embargo un día la castaña le confesó: "De niña conocí a una chica muy parecida a tí que venía seguido por aquí. Odiaba los dangos hasta el punto que le causaban náuseas, pero de todos modos los compraba para su hermano cada tarde de regreso a su casa. Ella salvó mi vida una noche, y nunca pude agradecérselo. Ella está muerta, ¿sabes? Y tú te le pareces tanto que siento que puedo compensar aquello contigo." Al principio la peliplateada no supo como reaccionar a eso. Esa mujer estaba totalmente loca. Ya comenzaba a considerar el buscar otro sitio para comprar su comida, sin embargo luego de que Mimi le suplicara que pretendiera que jamás le dijo aquello, ya que si su jefe descubriera que había ahuyentado a una de sus clientas favoritas la despediría sin importarle de que fuese su sobrina, decidió no hacerlo. Aunque aún así era difícil ignorar aquello.
—¡Oh! ¿El señor comerá lo mismo? —se sonrojó apenada al haber ignorado la presencia del Sannin.
—No —celó sus dangos exclusivos del cocinero.
—Sí —asintió el hombre ante la negativa de la niña—, gracias preciosa —agregó coqueto a la mujer.
La fémina rió avergonzada e hizo una reverencia antes de retirarse.
Jiraiya tardó varios minutos para regresar la atención a la conversación, ya que se distrajo observando a Mimi trabajar, y al regresar la vista la niña esta se entretenía apilando los recipientes de sal, pimienta, y otras especias.
—¿A que te refieres con que si también los noto? —cuestionó Jiraiya.
Sakuma observó uno de los recipientes, considerando que tal vez no debió de decir nada. Lo más probable sería que la Hokage le prohibiera más que nunca formar parte de alguna misión. Lo cierto es que desde aquel día en el bosque con Konohamaru se había sentido observada, y lo comprobó cuando una noche al sentirse sola invocó a Buru, uno de sus perros ninja favoritos. El bulldog se mostró muy receloso desde el segundo que apareció en la sala. Gruñía y miraba la ventana. Sakuma supo que definitivamente alguien estaba allí. Pero, ¿por qué no hacían algo? La respuesta era simple: simplemente la vigilaban. Y ese sentimiento la seguía desde que abría los ojos por la mañana hasta que los cerraba por la noche.
—Uh, ¿notar que cosa? —se hizo la tonta.
—Lo que notaste tú —el adulto frunció el ceño.
—¿Yo noté algo?
—Sí lo hiciste. Y me preguntaste si yo igual lo notaba.
—¿Pregunté algo?
—Hace unos segundos, niña —se cruzó de brazos.
—No, no lo recuerdo —hizo un mohín.
—¿Cómo que no recuerdas? ¡Fue hace unos minutos!
Sakuma parpadeó un par de veces.
—¿Y tú quién eras?
A Jiraiya le apareció un tic en el ojo.
—Aquí tienen su comida —apareció Mimi justo antes de que el Sannin largara un grito de frustración, y apoyó los platos con dangos sobre la mesa—. Que los disfruten —acomodó los recipientes de especias que Sakuma había apilado y se despidió con una sonrisa, para luego irse de allí.
Saku bufó al ver su torre destruida, pero se le fue el enojo al ver su comida favorita sobre la mesa que no tardó en comenzar a devorar.
—Sé que no eres tonta, Sakuma. Tú sabes que algo sucede.
El comentario de Jiraiya le hizo dejar a medio masticar la bolita hecha en su mayoría de arroz y lo miró por primera vez en lo que él llevaba allí a los ojos. Todos allí la creían una niña que no se percataba de nada y la mayoría de la veces le ocultaban información que por derecho debía de saber, algo que totalmente le sacaba de quicio y era la razón por la que no hablaba con Asuma-sensei y Shikamaru luego de su discusión. Y que por primera vez alguien le creyera lo suficiente le sorprendió, mucho más viniendo de una persona que no conocía en lo absoluto.
El hombre mantuvo el semblante serio, conteniéndose de soltar una risa ante la imagen de Sakuma con las mejillas similares a las de una ardilla por estar llenas de comida. Notó un brillo en los ojos de la chica.
—Alguien me vigila —soltó la peliplateada luego de tragar la comida, sabiendo que el hombre trataría de negarlo—. Desde que mi padre se fue de la aldea, pero algo me dice que es desde hace antes.
—Efectivamente. Así es —asintió el hombre para la sorpresa de la niña que creyó que trataría de engañarla—. ¿Pero por qué supones que desde antes?
—Bueno, yo... —mordió una de las bolitas dulces— logro sentirlos. Pero es extraño porque esa sensación es más fuerte cuando estoy en el bosque...
Jiraiya se inclinó en la mesa, atento.
—¿A qué te refieres?
Ella se encogió de hombros, masticando pacientemente —A qué o cuando voy al bosque a entrenar con el Equipo Gai esa persona trae a un compañero, o son distintas personas que me observan.
El hombre volvió a sentarse derecho. ¿Acaso además de Danzō podía ser que el tío de Sakuma ya hubiera descubierto que ella estaba en la aldea y había decidido echarle un ojo? Sería un total desastre si su tío llegara a intentar algo, como el llevársela. Aunque comparada con la opción de que Danzō lo hiciera no sabía cuál de ellas era peor.
—¿Pero por qué nunca has dicho nada? Sabes que podrías estar en peligro —Jiraiya se cruzó de brazos reprobatorio.
—¿Te comerás esos? —Sakuma señaló a sus dangos. El hombre no pudo contestar cuando la niña ya los había tomado—. La Hokage no me hubiera permitido salir nunca de la aldea a cumplir misiones si le decía, y mi padre de la casa. Y como yo te lo dije, ahora debes guardar el secreto.
Jiraiya negó con la cabeza con desaprobación ante la decisión que ella tomó por más que tuviera razón con respecto a lo que Tsunade haría. Sin embargo lo que ella no sabía era que la Hokage ya estaba consciente de esto y desde luego que no estaba permitiendo que saliera de Konoha.
—No puedes contarle esto a nadie —insistió Sakuma.
—Bien, bien.
—Promételo —extendió su dedo meñique hacia el hombre.
El Sannin miró su mano y a la Hatake sucesivamente, antes de enlazar su dedo meñique con el de ella. El hombre sonrió levemente.
Las horas pasaron y Jiraiya no supo con exactitud cómo fue que terminó recorriendo con la niña la aldea y paseando por las afueras, charlando. No sabía porqué pero con la atención que ella escuchaba cada cosa que él le decía y cómo lo miraba casi con admiración ante el relato de sus hazañas le recordaron un poco a Minato. Ella era callada y tenía esa mirada llena de paz que podía trasmitir con su suave voz. Esas características se le hacían similares con el ya fallecido Hokage. Y fue una de las cosas que más le hicieron disfrutar su compañía. Se sintió nuevamente como aquel sensei de aquel tranquilo y extraordinario niño.
Sakuma por su parte también estaba disfrutando la compañía del Sennin. El hombre contaba las historias más asombrosas que había oído, tal vez tenía algo que ver con que era escritor. Todos estos días había estado prácticamente acosada por el Equipo Asuma, arrastrándola de un lado a otro, y el ahora estar caminando tranquila le aliviaba. Además ella desde niña siempre le había encantado oír una buena historia, su madre solía inventar las mejores.
—Está mintiendo —interrumpió una de sus historias. Su ceño estaba fruncido en consternación y su boca entreabierta.
—¿Cómo dices? ¡Claro que es verdad! —extendió los brazos, satisfecho con la expresión de incredulidad de Sakuma. Hace mucho que Naruto había dejado de mirarlo así, ahora que ya era casi un hombre.
—Nadie puede derrotar a tantos enemigos sin poder ver —se cruzó de brazos con la barbilla alzada.
—¿Ah, sí? —imitó su pose con algo de burla. Ella asintió con seriedad—. Qué lástima que no me creas, porque podría haberte enseñando cómo.
Jiraiya rió al ver como enseguida fue el centro de atención de la niña, justo como supuso.
—¿De verdad me enseñarías? —alzó una ceja, sin creerle del todo.
Él asintió, continuando con la caminata. Ella no tardó alcanzarlo y caminar de espaldas delante de él para poder hablarle.
—Enséñame entonces.
—No lo sé. Según tú no soy capaz de hacer algo así.
—Nunca dije que tú no podías, dije que nadie podía. Tú no eres nadie. Así que muéstrame cómo —exigió.
El hombre suspiró. Esa niña no tenía modales, pero sí que tenía labia.
—Con una condición —Sakuma asintió repetidas veces—. Me tratarás de usted hasta que te permita tutearme y nada de faltas de respeto —alzó el índice.
—Uhum —rodó los ojos. Jiraiya carraspeó—. Digo, claro, como usted quiera.
—Andando entonces. ¡Al lago! —señaló hacia el frente, antes de comenzar a correr.
(...)
—Oiga, ¿me está prestando atención? —alzó la voz Sakuma, al no oír al hombre durante un par de minutos.
—Ah, sí, sí, claro —agitó la mano en dirección de la niña aunque esta no pudiese verlo, mirando sobre los arbustos en dirección a dónde las mujeres se bañaban.
—Sé que está mintiendo —bufó.
Sakuma ya comenzaba a arrepentirse de esto. El hombre le había vendado los ojos, hecho girar en el sitio unas cinco veces, y luego dejado ahí quieta diciéndole que esperara a presentir algún ataque de su parte. Pero Jiraiya no había atacado una sola vez y en cambio se entretenía viendo a mujeres reír entre ellas, jugando y charlando desnudas, donde creían que nadie las veía.
Pasaron los minutos en los que Sakuma seguía esperando algo y le recordaba al hombre lo prometido, pero este seguía ignorándola. Sin embargo todos tenían un límite, y el de Sakuma fue el sexto minuto.
—Esto es estúpido. Ni siquiera sé porqué confié en que me enseñaría —llevó la mano a la venda dispuesta a quitársela.
Pero un golpe en su muñeca detuvo su accionar.
—¡Ugh! —gimió de dolor por el sorpresivo ataque—. ¿Qué demonios le pasa? ¡Ay! —saltó hacia atrás cuando algo le golpeó la cabeza—. ¡Basta!
—Tú querías que te enseñara, ¿no? —habló Jiraiya desde sus espaldas, quien decidió concentrarse al oír el tono de desilusión en las palabras de la niña.
—Que me enseñara, no que me usara de piñata. Ni siquiera me ha explicado como hacerlo —gruñó.
—Solo tienes que oír, oler y sentir. Usa los sentidos que se te son útiles y deja de intentar ver —dijo despreocupado.
—Eso hasta yo podría haberlo dicho. ¡Auch! ¡Ya deje de hacer eso cuando estoy hablan-! ¡Auch! ¡Le dije que-! ¡Ay!
Jiraiya se carcajeó.
—Voy a matarlo —apretó los puños.
—¡A ver si puedes, niña! —la empujó con el palo con el que había estado golpeándola, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al lago.
Sakuma cayó de trasero en la orilla, empapándose toda la ropa.
—No lo hizo...
Jiraiya la miró algo nervioso al reconocer el brillo del chakra en su puño. La última vez que espiaba mujeres cerca de alguien con un jutsu como ese no había terminado del todo bien el asunto para él.
(...)
Kakashi frunció el ceño al sentir el dolor se su cabeza incrementarse drásticamente de repente. No hacía mucho que su equipo y el de su compañero Gai habían arribado en la aldea, aunque no podía decir el tiempo exacto dado que había pasado la mayoría inconsciente gracias al haberse excedido demasiado utilizando su Mangekyo sharingan en la lucha con uno de los miembros de Akatsuki. El cuarto estaba en completo silencio, mas no estaba solo.
Lady Tsunade acababa de pedirle a los escuadrones que se retiraran de la habitación junto a Shizune para poder hablar a solas con Kakashi y no tardó en acercarse lo suficiente a la camilla como para poder murmurar y que este lo escuche. El adulto miró expectante a la mujer por las nuevas mientras esperaba que fueran buenas.
—Es sobre Sakuma —comenzó la mujer, ganándose la máxima atención posible del peliplata en ese estado—. Danzō va detrás de ella y ya ha demostrado el no tener límites. Ha propuesto el invadir su mente e interrogarla dispuesto a sacarle hasta la más mínima información que, según el, Kimi haya podido dejarle.
El ceño de Kakashi se frunció.
—Pero Sakuma ni siquiera sabe que Kimi era shinobi.
—Exactamente. Pero Danzō no oye razones —suspiró—. Sabíamos que esto sucedería tarde o temprano, Kakashi.
—¿Dónde está ella ahora? —trató de incorporarse, pero Tsunade apoyó la mano en el pecho para impedírselo. Las sábanas se deslizaron por su nariz.
—Tranquilo. Por el momento está con un buen amigo nuestro, no hay de qué preocuparse. Le he dicho que regresara para protegerla en caso de que no fuese suficiente con Asuma y sus chicos. Deben de estar en camino hacia aquí —lo tranquilizó, haciendo que el hombre suspirara y se recostara nuevamente a voluntad propia—. Pero hay que hablar de qué haremos con ella.
—Hay que sacarla inmediatamente de la aldea —tosió Kakashi.
El semblante de la mujer denotó sorpresa.
—No, no permitiré eso. Ese muchacho anda rondando por allá afuera. Si él llega a descubrir que ella existe, si es que no lo sabe ya, va a llevársela con él.
Kakashi observó a la Hokage con atención. Tsunade se había mostrado muy sobre protectora con su hija desde que casi el momento que ella llegó a la aldea, sin embargo esa necesidad de protegerla no le estaban dejando ver las cosas con claridad. Sakuma corría más peligro estando en un lugar específico como lo era la aldea, que tanto Danzō como él conocían muy bien, que estando fuera donde podría estar en cualquier sitio.
—Creo que ella estará a salvo lejos de aquí, Hokage-sama —murmuró algo débil—. Si el consejo de ancianos llega a aprobar lo que Danzō propone es mejor que esté lejos para cuando pase, y si no lo aprueban también. Ese hombre se las arreglará para conseguir lo que quiere.
Tsunade se cruzó de brazos, para luego morder la uña de su pulgar, pensando.
—¿Hablas de asignarle alguna misión? —cuestionó disgustada.
Él asintió.
—Yo deseo protegerla tanto como usted, Lady Tsunade. Es mi hija. Pero también sé que no podemos dejarla encerrada aquí por siempre, mucho menos cuando se convierte en presa fácil. Y yo la creo suficientemente capaz de poder sobrevivir a una misión.
La rubia suspiró, pensando las palabras del hombre. No creía que pudiera aceptar algo así. De verdad no deseaba que Sakuma se alejara mucho de la aldea, quería tenerla cerca donde podía vigilarla y ver que no le sucediera nada. No lo admitiría nunca, pero se preocupaba por aquella mocosa sin modales. Además le reconfortaba el tenerla cerca. Sakuma tenía los mismos ojos y rostro que su madre, y eso hacía que la presión de culpa en su pecho disminuyera un poco al poder ver a Kimi a través de ella.
—Bien. Puede que lo considere.
—Muchas gracias —suspiró aliviado, recostando la cabeza en la almohada.
—De verdad te importa esa mocosa, ¿eh, Kakashi? —la mujer sonrió levemente.
—Más que mi propia vida.
Kakashi cerró los ojos exhausto, oyendo como la mujer abandonaba la habitación luego de desearle una buena recuperación. Recordó cómo fue que durante toda su misión solo pudo ser capaz de pensar en el bienestar de Sakuma. Sabía que el dejarla sola por tanto tiempo sería peligroso, más luego de haber percibido un ambiente extraño rodeándolos y tenía desde hace bastante tiempo el presentimiento de que alguien los vigilaba. Por lo visto no se había equivocado.
La somnolencia tomó control completamente de sus sentidos minutos después. Lo cierto es que estaba cansado. Muy cansado. Kakashi se regañó a sí mismo mentalmente, debía de aprender cuales eran sus límites y no excederse hasta casi el máximo de su capacidad. Lo cierto es que eso le resultó casi imposible durante la pelea contra aquel hombre. Deseaba tan profundamente terminar con todo ese asunto y regresar, preocupado por Sakuma, que no pensó bien las cosas y se forzó demasiado. Además estaba también Naruto, quién en cualquier momento podría perder el control y Sakura con la anciana Chiyo, ahora ya fallecida, enfrentándose contra uno de los ninjas más poderosos de Sunagakure. Era mucho en qué pensar y tan poco tiempo que por un segundo dejó de razonar con claridad.
Luchó contra el deseo de dormirse un rato, dispuesto a quedarse despierto hasta que su hija apareciera, sin embargo perdió la lucha y su respiración se volvió más profunda y pausada hasta que finalmente quedó dormido.
(...)
Sus párpados temblaron levemente a medida que sus sentidos se despertaban junto a él. Kakashi no tuvo que abrir sus ojos para percatarse que alguien estaba allí con él puesto que sentía su brazo cálido, con un leve peso sobre él. El hombre abrió su ojo derecho y miró hacia su acompañante. No tardó en identificar la plateada cabellera tan similar a la suya que reposaba sobre la camilla y parte de su brazo. Sakuma estaba sentada en una silla y al juzgar del ronquido que largó repentinamente —causándole un leve susto— estaba profundamente dormida. Kakashi sonrió levemente bajo la sábana que cubría su rostro y extendió una de sus manos para acariciar la cabeza de la niña con cariño. Le aliviaba enormemente el verla. La vio arrugar la nariz y apretar los párpados antes de abrirlos. Sakuma pestañeó un par de veces y bostezó ruidosamente antes de levantar levemente la cabeza, con el mentón apoyado en la camilla, aparentemente no consciente de que él aún tenía la mano sobre su cabeza. Ella lo miró y entonces sus ojos se abrieron desmesuradamente al percatarse de que estaba despierto.
—Kakashi... —murmuró.
Él sonrió y la saludó con un ademán de mano.
—Hola, Sa... —cortó la oración a la mitad al no esperarse que Sakuma se lanzara a abrazarlo.
Kakashi quedó estático unos segundos. No recordaba que alguna vez Sakuma lo hubiese abrazado, más bien no recordaba la última vez que alguien lo hubiera hecho. Sin embargo no dudó en rodearla con sus brazos.
— Yo también te extrañé, pequeña —murmuró.
Bueno, este es el capítulo más largo que he escrito. Y me duelen los dedos.
¡En el siguiente capítulo ya se viene la acción! Imagino que ya sabrán que pasa, y si no no las culpo bc tal vez hace mucho no ven estos episodios gg. Así que don't worry
¡Ya todos están de vuelta! Incluso Jiraiya que anda de niñera <3 y también medio de sensei.
Espero que les esté gustando cómo está yendo la historia y si hay algo que les disgusta solo dígame e intentaré mejorar, porque me he estado dando cuenta que se me está alargando demasiado la historia y tal vez debería editarla, no sé, ustedes dígame 🤔
Creo que eso es todo! Que tengan buen fin de semana 💖 y gracias por leerme!
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