XLI. Nuevo comienzo
CAPÍTULO XLI:
NUEVO COMIENZO
No podía contener el llanto. Agujas parecían desgarrar su garganta ante cada intento de suprimir los sollozos, por lo que pronto desistió, no creyéndose capaz de resistir más dolor del que ya sentía al tener en sus brazos el frío cuerpo de su mejor amiga.
La abrazó con fuerza en busca de consuelo, no importándole que sus ropas se mancharan con su sangre. Le era absurdo aceptar que a pesar de que ella estuviera allí con él, a pesar de que aún podía de oler su perfume, la realidad era que ella había dejado de estar presente desde el momento en que su corazón se detuvo.
Despierta, por favor, suplicó desesperado. No quiero que me dejes.
—Lee, debemos continuar. No es seguro aquí —la voz temblorosa de Tenten le hizo abrir los ojos. Ni siquiera notó que había dejado de caminar.
—Lo siento —musitó.
—No te disculpes. El duelo no es algo por lo que debas hacerlo —le dijo su sensei.
Lee asintió, encontrando su mirada con la de Neji en busca de algo de estabilidad, sabiendo que, sin importar la situación, siempre podía contar con su certeza. Sin embargo, por primera vez desde que lo conocía, Neji se veía igual de roto que él. Lo notó en sus irritados ojos color perla, brillantes por las lágrimas de impotencia que contenía en ellos.
El Hyuga apartó la mirada.
—¡Sakuma!
El cuerpo de Rock Lee tembló al oír tal grito. Sakura corría en su dirección.
—No, no, no —llegó hasta él, sus ojos recorriendo el cuerpo de su amiga con pánico—. Déjala en el suelo. Debo poder hacer algo.
Gai dio un paso al frente sabiendo que debía de ser él el que le dijera las noticias.
—Ya no hay nada que hacer, Sakura —informó con pesar—. Sakuma falleció.
—No. No voy a aceptar eso —sacudió la cabeza, con lágrimas cayendo por sus mejillas—. Lee, déjala en el suelo —el chico negó, apretando el cuerpo de su amiga contra el suyo protectivamente—. ¡Dije que la dejaras en el suelo!
Tenten avanzó hacia su compañera de la Academia, apoyando la mano en su hombro.
—Se ha ido, Sakura. Por favor, déjanos llevarla con su padre.
Sakura pronto rompió en llanto. Tenían razón, no había nada que ella pudiese hacer.
—Kakashi-sensei... él... él también está... —balbuceó con las manos en su rostro, tratando de comunicar las horribles noticias.
Gai entendió.
—Guíanos con él.
La chica asintió, obedeciendo sin energía. Tenten caminó junto a ella en silencio, con su mano reposando en su espalda mientras que la Haruno apartaba vigorosamente las lágrimas que brotaban de sus ojos con insistencia.
—Acomódala a su lado, Lee —pidió Gai cuando llegaron a su destino. El hombre se veía igual de destrozado que sus estudiantes a pesar de que intentaba mantener la compostura. Su mejor amigo estaba en el suelo, sin vida, y su pequeña sobrina, también.
Lee le hizo caso, y con suma delicadeza, acomodó el cuerpo de Sakuma a un lado del de su padre, detendiéndose para observarla un instante.
Todo rastro de vida había desaparecido de ella, desde sus mejillas sonrojadas y labios rosas, hasta el brillo de su cabello rebelde. Ahora su piel era casi traslúcida, sus labios de un tono grisáceo y su cabello, opaco, estaba sucio con tierra y sangre. Su propia sangre.
Pero nada de eso se le hacía tan difícil de ver como las marcas de su cuello. Esas horribles marcas que quedaron en su piel anunciando qué había sido lo que selló su destino.
Lee sintió la mano de Neji posarse en su hombro, dándole valor para ponerse de pie justo cuando el suelo tembló debajo de ellos, recordándoles que una feroz lucha se desataba justo en ese momento entre el chico Uzumaki y el hombre que había traído la tragedia a sus vidas ese día. Sin embargo el estruendo de la lejana batalla no era nada más que estática para los dolientes que lloraban sus pérdidas con el corazón en la mano.
Esto no puede estar pasando, pensaba Rock Lee, con su mirada aún puesta en el rostro de su mejor amiga. Sus pocas pecas comenzaban a desaparecer en su palidez. Todo debía de ser una pesadilla, era la más coherente explicación.
Sakuma los había despedido junto a Kakashi-sensei en las puertas de la aldea hacía tan solo unos días cuando partieron en su misión. Le había sonreído e incluso permitido que la abrazara fuertemente. Aquella Sakuma no podía ser la misma que estaba ahora frente a él, quieta. Muerta.
Pero sí. Lo era. Y eso... lo volvía loco.
El tiempo pasó. Ninguno podía decir con exactitud cuando es que el enfrentamiento había terminado al estar demasiados abrumados como para notarlo en su momento; pero aquellas explosiones, los temblores, el rugido de la Bestia con Cola, todo, había llegado a su fin y ahora todo era silencio.
Con aquella repentina calma el ambiente se había tornado lúgubre, triste, y nadie parecía dispuesto a cambiar aquello, cuando entonces alguien habló:
—¿Qué... Qué es eso, chicos?
Rock Lee alzó la mirada al ver a Tenten mirando al cielo. Cientos de destellos verdosos caían del cielo a gran velocidad.
—¿Será un ataque? —preguntó.
—No lo creo —frunció el ceño Neji, mirando aquellas luces con su Byakugan—. No hay sonido de impacto y tampoco parece atacar a las personas, en realidad...
—¿Qué sucede, Neji? —lo llamó Gai. El Hyuga se había quedado sin palabras.
—¿Neji? —insistió Rock Lee, acercándose a su compañero.
—Estas cosas... Estas luces —corrigió—, parecen estar ayudando a los caídos.
—¿Qué? —soltó la Haruno, incrédula—. ¿A qué te refieres?
—A que los está reviviendo.
Una profunda inhalación se escuchó, seguido de una incontrolable tos.
El corazón saltó en el pecho de los presentes que de inmediato voltearon.
Sakuma estaba sentada en el suelo con las manos en su cuello y se veía perfectamente bien a pesar de su dificultad para respirar.
—¿Qué demonios pasó? —los miró confundida.
Rock Lee cayó de espaldas, y los demás solo quedaron paralizados. El que Kakashi también despertara no ayudó a sus estados de shock.
(...)
Sakuma varias veces había oído la expresión "empezar de nuevo" que las personas generalmente utilizaban refiriéndose a que querían rehacer sus vidas para mejor. Tal vez conociendo nuevas personas, comiendo mejor, haciendo ejercicio, lo que sea que los hiciera sentirse nuevamente con los pies sobre la tierra. Pero jamás creyó que ella alguna vez podría decir que empezó de nuevo, al menos no tan literalmente.
Murió.
Estaba muerta.
No muerta como cansada o exhausta.
Muerta.
Punto.
Caput.
Hasta que despertó.
Y, por más de que trataba de tomárselo con calma.... estaba tan asustada. El solo recordar los tétricos ojos de aquel hombre, sabiendo que ya no podía hacer nada hacía a su cuerpo estremecerse en terror.
Pero entonces veía a su padre frente a ella, con vida, y aquel miedo parecía disiparse un poco al ella saber que si estaba con él nada más debía de importarle.
—Sakuma, está bien. Estoy aquí contigo —oyó la voz de su padre susurrar. Pero ella se negaba a dejarlo ir—. Pequeña, debes soltarme. Tengo que verificar si Naruto está bien. Además estoy seguro que tus amigos quieren saludarte.
—Diez segundos más —enterró la cara en su pecho.
Kakashi rió un poco, acariciando su cabello agradecido de que aún pudiera hacerlo y, cuando los brazos de su hija dejaron de estrujarlo, se separó.
La miró con cariño. Toneladas de peso parecían haber sido extraídas de sus hombros al poder ser capaz de verla nuevamente, y estaba seguro que para ella era igual. Aún así, cuando veía sus ropas ensangrentadas un sentimiento de angustia se apoderaba de él.
—Cuando regrese, hablaremos de lo que sucedió —le dijo, viendo su deplorable estado.
Sakuma asintió, y con una sonrisa de despedida, Kakashi se fue en busca de su alumno, perdiéndose entre los árboles del bosque.
Sakuma quedó allí de pie, mirando por dónde se había ido. Sus pensamientos seguían nublados desde que despertó.
—¡Saku!
Los brazos de Sakura la rodearon por los hombros. Ella le correspondió algo torpe, agradecida de que ella también estuviese a salvo.
—No tienes idea... No tienes idea de lo feliz que estoy —murmuró por lo bajo la pelirosa—. No sabía qué hacer.
—No quise asustarte —fue su disculpa.
Sakura se separó con una sonrisa al tiempo que Gai-sensei la apartaba de ella con un fuerte abrazo de oso.
—¡Mi pequeña, oh, Dios, mi pequeña! —lloraba sin control—. ¡Qué alivio!
Sakuma sonrió un poco cuando el hombre la alzó del suelo.
—Gai-sensei, la está acaparando —se quejó Tenten.
—Tienes razón, alumna mía. Lo siento —la dejó de regreso en el suelo—. Debería dejar que sus amigos también la saluden —sorbió su nariz.
Tenten rodó los ojos, también abrazándola.
—Nos diste un susto de muerte —le dijo la castaña.
—Dímelo a mí —murmuró, sacándole una sonrisa algo triste.
Neji se acercó a la Hatake, quedándose de pie sin saber muy bien qué hacer, pero Sakuma lo resolvió por él al acercarse y rodearlo con sus brazos.
—Sí que eres una tonta —murmuró—. No puedes mantenerte viva solo por un par de días mientras estamos fuera de la aldea.
—También me alegra ver que estás bien, Neji—rodó los ojos.
El Hyuga sonrió un poco y tomó lugar entre su sensei y compañera de equipo cuando Sakuma se deshizo del agarre a su alrededor.
—¿Y Lee? —miró a su alrededor, extrañada de no ver a su mejor amigo con ellos.
—Oh, él se desmayó cuando te vio regresar a la vida —le informó Sakura, señalando detrás de sí con el pulgar—. Debería estar por desper-
—¡SAKUMAAAA!
El impacto del cuerpo de Lee contra el suyo hizo que ambos cayeran al suelo cuando este la atacó de la nada con un abrazo. La Hatake rió, palmeando su espalda tratando de apaciguar su llanto.
—Ohayo.
Los amigos estuvieron un rato así.
Sakuma, sentada en el suelo con Lee estrujándola en un fuerte abrazo, escuchaba todo lo que él se había guardado: lo muy asustado que estaba, lo mucho que le dolería si algo le pasaba y cuán aliviado estaba de que nada le pasó, que hubiera enloquecido si no regresaba. Sakuma sonrió cuando le dijo que Akatsuki dejaría de existir cuando los destrozara con sus propias manos.
—¡Es Naruto! ¡Está de regreso! —oyeron a Sakura anunciar, que pronto corría al reencuentro con su compañero.
Lee ayudó a Sakuma a ponerse de pie.
Una multitud recibía al Uzumaki de regreso a la Aldea, gritando y aplaudiendo. Todos celebrando su victoria contra Akatsuki. Su compañera de equipo lo abrazó, sus amigos sonreían, personas lo llamaban héroe, pero a pesar de que todo aquello era un sueño hecho realidad, él no parecía prestar tanta atención como debería. Su mirada buscaba a alguien entre el mar de personas frente a él y Kakashi, que estaba a su lado, se percató de ello.
—Sakuma... —lo oyó murmurar.
Con la boca entreabierta en shock, Naruto de inmediato se hizo paso entre la gente cuando su mirada se encontró con la de ella.
Sakuma también estaba allí.
La había visto irse justo frente a sus ojos en una lucha por su vida. Había visto cómo la vida la abandonaba sin que pudiese hacer nada al respecto y creyó que la había perdido para siempre, pero ella estaba allí, recibiéndolo con una pequeña sonrisa en su rostro, haciendo ver a todos los eventos pasados como una simple pesadilla sino fuese por toda la culpa y dolor que sentía por dentro.
Aún seguía afectado por lo que presenció.
—¿Naruto? —la peliplata movió la mano frente a él. Naruto pestañeó volviendo en sí—. No voy a repetir mis felicitaciones, si eso es lo que pretendes —cruzó los brazos.
—Estás bien... —susurró. La expresión de Sakuma se suavizó cuando notó la manera en la que él la veía. Naruto parecía aterrado, como si ella pudiese desaparecer en cualquier momento
—Sí, lo estoy —dijo suave—. No tienes por qué preocuparte. Me alegra ver que también estás bien.
—Creí que no volvería a verte y que todo sería mi culpa —continuó hablando, demasiado conmocionado como para prestar completa atención a lo que su amiga decía.
Sakuma negaba con la cabeza.
—Lo que me pasó no fue tu culpa —lo corrigió de inmediato.
—No se sintió así para mí'ttebayo —musitó.
Sakuma apretó los labios con pesar. Nunca quiso que él se sintiera así.
—Lo siento —desvió la mirada.
Ahora era ella la que se sentía culpable.
Cuando se enfrentó al Akatsuki sabiendo que aquella sería su sentencia jamás consideró lo que eso podría causarle a otras personas, sentía demasiado odio y dolor como para hacerlo. Lo que hizo de verdad lo había lastimado y lo sentía profundamente.
—Que estés bien es más que suficiente —le dijo, haciendo que volviera a verlo. Él ahora le sonreía—. Pero no vuelvas a hacer algo así por mí, ¿de acuerdo?
La Hatake dudó un instante.
—De acuerdo.
—Bien —sonrió aún más, pero la sonrisa no se reflejaba por completo en sus ojos.
—Ahora vete —lo empujó un poco—. La gente espera celebrar con su héroe —añadió al ver su mirada confundida.
Naruto titubeó queriendo decir algo, pero una multitud pronto lo rodeó.
Todos lo alentaban con alegría, gritaban su nombre y dejaban palmadas de felicitaciones en su espalda. Toda Konoha a pesar de estar destruida festejaba la victoria de su héroe, sintiéndose a salvo de tenerlo a él: el chico que había derrotado al líder de Akatsuki. Con Uzumaki Naruto de su lado ya no debían temer.
Sakuma sonrió feliz por él a pesar de que su cuerpo aún seguía temblando.
(...)
—Te traje algo de cenar.
Sakuma no respondió.
Kakashi suspiró y entró a la tienda, caminando hasta el sobre de dormir donde ella estaba sentada y poniendo a su lado el tazón con comida.
No se había movido de allí desde que les fue asignada la tienda en la que estarían quedándose hasta que su casa fuese reconstruida. Su mirada aún seguía perdida en el espacio frente a ella y no había hablado mucho.
Lo que había vivido en las últimas horas era algo que dejaría perturbado a cualquiera. Lo había visto morir frente a ella, y no solo eso sino que había padecido del mismo destino. No conocía los detalles, pero solo saberlo le rompía el alma en pedazos. Era mucho que procesar. Demasiado.
—Va a enfriarse si no comes —insistió Kakashi luego de un par de minutos con esperanzas de sacarla de ese estado de shock. Y funcionó.
Sakuma pestañeó, virando los ojos en su dirección al notar finalmente su presencia, y asintió, mas no mostró intenciones de comer.
Paciente, Kakashi se sentó frente a ella aprovechando que su mirada seguía sobre él y tomó la comida.
—No has comido nada desde antes del ataque —le recordó, sujetando una de las manos de Sakuma para posar el recipiente en ella.
—Es que no tengo hambre —respondió.
—Aún así debes intentar comer algo, aunque sean solo unas cucharadas.
Sakuma asintió cabizbaja y Kakashi retiró su mano de la de ella.
De verdad no tenía hambre, pero se forzó a comer algún que otro bocado al notar la preocupación de su padre.
—Estaba pensando en que mañana podríamos ayudar con la reconstrucción —habló con optimismo—. Necesitan a personas que puedan ayudar a cargar los pilares de madera. Me suena a que es un trabajo que podrías hacer.
—Sí, supongo que podemos hacer eso —asintió, revolviendo la sopa de miso con la cuchara de madera.
Kakashi la observó. Sakuma, la niña más fuerte que había conocido, se veía devastada. Asuma, Itachi, Jiraiya, y luego él, todas aquellas pérdidas con solo días de diferencia eran más que suficiente para destrozar el espíritu de cualquiera.
—¿Quieres hablar de lo que pasó? —preguntó—. Sé que tú no eres de hablar sobre lo que te molesta, pero tal vez te ayude si lo intentas.
El sonido del utensilio de madera golpeando el tazón cesó.
—No creo que pueda hacerlo —murmuró—. No al menos sin echarme a llorar.
—No tiene nada de malo hacerlo, Sakuma. Debes aprender eso —la tranquilizó—. Todos lo hacemos cuando estamos mal, y tú lo estás. Perdiste a muchas personas estos días y no solo eso. Falleciste.
Sakuma apretaba los labios con fuerza al notar la congoja apoderarse cada vez más de ella.
—Tú sigues diciéndome que está bien desahogarse pero tú-
—Yo soy tu padre —la interrumpió, sabiendo la manera en la que quería desviar la conversación—. Y es mi responsabilidad que te sientas segura y a salvo y ser tu fortaleza cuando carezcas de ella. Sí, también perdí personas. Sí, también me siento devastado. Pero ahora soy un padre frente a su hija que lo necesita —hizo una leve pausa—. Ahora debo estar para ti.
Sakuma pasó saliva con dificultad. Un nudo comenzaba a formarse en su garganta.
—Fue insoportable —respondió luego de unos segundos, reprimiendo un pequeño sollozo—. El dolor fue insoportable. Verte ahí... quieto. Fue... Creí que iba a quedarme sola otra vez —hablaba con esfuerzo. Su voz peleaba con aquella gigantesca angustia acumulada—. Luego vi a Naruto... Ese hombre pensaba hacerle lo mismo que te hizo a ti y entonces sentí... todo ese odio. Jamás sentí nada parecido, y no quiero volver a hacerlo —negó con la cabeza—. Fue espantoso.
Kakashi la observó afectado, enojado consigo mismo por ser la principal causa de su dolor.
—En ese momento fue que mis ojos ardieron —recordó, levantando la mirada para ver a su padre—. Estoy segura que algo cambió, y creo que unas técnicas que usé tienen que ver con eso.
—¿Técnicas? —pensó en voz alta, sospechando a qué se refería.
—Sí. No sé cómo es que lo hice, solo... ¿lo hice? —dijo confundida—. Cuando peleé con el Akatsuki todo lo que debía hacer lo pude sentir claramente, como si hubiese sabido cómo hacerlo desde siempre.
—Sakuma, muéstrame tus ojos.
Su hija se mostró dubitativa por un segundo, pero en sus ojos pronto el color negro fue bañado por el rojo, con tres aspas apareciendo en ellos.
—Necesito que vuelvas a pensar en lo que sentiste en batalla.
Sus ojos vidriosos se mostraron reacios a hacerle caso.
—Acabo de decir que no quería volver a sentirlo —frunció el ceño.
—Confía en mí.
Ella suspiró, obedeciendo por más que no quería.
La imagen de su padre en aquella pila de escombros volvió a su mente junto con la sensación amarga que escocía su garganta. Ese dolor aún fresco la torturó y, al igual que horas atrás, sus ojos se transformaron en otros.
Kakashi vio cómo aquellas aspas cambiaban de forma, confirmando sus sospechas.
—El Mangekyo Sharingan —susurró anonadado, comprendiendo lo que aquello significaba—. Lo siento mucho.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Por haber sido la causa.
Su vista se nubló.
—No tienes... —miró hacia arriba cuando lágrimas quisieron caer—. No tienes que disculparte conmigo.
—Sí debo —insistió.
Sakuma mordió su labio con fuerza tratando de frenar las lágrimas que desobedientes no tardaron en deslizarse por sus mejillas cuando un pestañeo saboteó sus esfuerzos. Kakashi extendió uno de sus brazos para atraerla en un abrazo.
Él conocía perfectamente lo que implicaba despertar aquellos ojos. Todo el dolor, toda la tristeza y la ira que debía de uno sentir, y saber que su hija había pasado por eso lo hacía retractarse de su decisión de enfrentar a Pain por su cuenta.
Sakuma no se merecía aquello, no luego de todo lo que había sufrido.
—Tenía mucho miedo, papá —sollozó—. Creí que jamás volvería a verte.
—Pero no pasó. Estoy aquí contigo, no tienes que por qué estar asustada ahora.
Sakuma inhaló un profundo y tembloroso respiro, tratando de tranquilizarse y asintió, quedando así con su padre un rato más hasta que la sensación de ahogamiento en su pecho disminuyó un poco.
—Bien. Ya. Estoy mejor —se separó, limpiando sus lágrimas y golpeando sus propias mejillas para tratar de sacarse de ese estado de angustia, haciendo a Kakashi sonreír—. Creo que... umm... creo que dejé algo de moco en tu ropa.
Kakashi se miró el pecho, donde un charco de lágrimas tenía lugar.
—Créeme, lo sé —rió.
—Mañana la lavo.
—Ambos sabemos que no lo harás.
—Seeh.
Los Hatake compartieron una sonrisa, dando fin a aquella triste conversación para iniciar otras hasta que decidieron que lo mejor sería dormir temprano. Pero en medio de la noche, cuando Kakashi creyó que su hija ya se habría dormido, la oyó levantarse y arrastrar su saco de dormir hasta el suyo y acostarse a su lado.
Pretendió estar dormido cuando su delgado brazo lo rodeó y solo sonrió para sí.
(...)
—¿Qué tan mal está?
—Tomará unos días antes de que pueda despertar del coma. Sus reservas de chakra se vaciaron completamente.
Sakuma asintió ante las palabras de Sakura, con su mirada fija en el cuerpo de la Hokage, que inmóvil descansaba en el suelo tapada por finas sábanas. No podía verle el rostro, ya que Shizune se lo había cubierto al entrar, pero su brazo arrugado y pálido se llegaba a apreciar al las sábanas no cubrirlo por completo.
—¿Hay algo que pueda hacer? —preguntó a las ninja médico—. Puedo ir en busca de hierbas medicinales por ustedes si lo necesitan. También sé cuidar enfermos. Cualquier cosa pídanlo y lo haré.
—No es necesario, Sakuma —le sonrió Shizune—. Yo puedo encargarme. Además Sakura también está aquí.
Sakura le sonrió a su amiga para asegurarle que estaban bien por su cuenta.
—Aún así, cualquier cosa me avisan—insistió.
Shizune asintió conmovida.
—Te lo agradezco.
La peliplata regresó su atención a la mujer.
Su invocación, Katsuyu, la había salvado. Bueno, había salvado a toda la aldea, y por eso estaba profundamente agradecida. Qué alivio era saber que no estaba en riesgo. La mujer —por más que ya no se llevaban como antes— significaba mucho para ella y no podría soportar que algo le sucediera a otra persona que apreciaba.
—Tengo algo que darte —habló Shizune, interrumpiendo su lamento interno sobre el estado de la Senju—. Sakura, ¿puedes dárselo por mi?
Sakura obedeció de inmediato, dirigiéndose hacia un baúl en la esquina de la carpa.
—¿Para mí? —preguntó extrañada, viendo a su amiga sacar un pergamino.
—Lady Tsunade pensaba dártelo cuando comenzaran a entrenar —le respondió la azabache—. Pero con el ataque dejó indicaciones de que si algo malo le sucedía, debía dártelo. Quiere que aprendas lo que contiene.
—Pero... ¿por qué? —pestañeó impactada, viendo a Sakura caminar hacia ella—. Yo no acepté el entrenamiento y los pergaminos aún son muy avanzados para mí.
—Ella quiere que estés preparada —contestó su amiga—. Akatsuki no descansará hasta tener en sus manos al Zorro de las Nueve Colas y sabe que harías lo que fuera para proteger a Naruto.
—Además, Sakuma, no se trata de si estás preparada o no. Tal como yo, y tal como Sakura, Lady Tsunade quiere que seas capaz de defenderte por ti misma en batalla.
Sakuma miró el pergamino, a Shizune, a Sakura, una y otra vez sin estar totalmente segura de todo aquello.
—¿Qué es lo que contiene?
—Este pergamino fue escrito por el Primer Hokage, abuelo de Lady Tsunade. Tiene toda la información sobre su Habilidad de Regeneración, la misma en la que Lady Tsunade se inspiró para la creación del Byakugou —respondió Shizune.
—¿P-Primer Hokage? —pestañeó, histérica. Aquello era una tomada del pelo—. ¿Es un chiste? ¡¿Quieren que estudie una técnica avanzada, pero además de eso, del shinobi más poderoso que jamás existió?! ¡¿Están locas?!
Sakura sorprendida trató de tranquilizarla. La Hatake rara vez alzaba la voz.
—Deja deja que Shizune te explique, Sakuma.
—Bien, que lo haga.
Shizune suspiró, recaudando paciencia.
—Tu cuerpo se cura a sí mismo. Creo que eso lo sabes, ¿cierto? —Sakuma asintió, aún abrumada—. Aunque más poderosa, el Primer Hokage tenía la misma habilidad.
—No entiendo qué tiene esto de magnífico.
Shizune la miró escandalizada.
—Todo —dijo—. Sakuma, miles matarían por tener algo así. No todos nacen inherentemente con una habilidad de regeneración como la tuya o del Primero. Lady Tsunade dijo que estás más o menos al nivel de curación que él tenía a tu edad. Es una habilidad muy poderosa si se la entrena y al Primero le llevó tiempo, pero pronto fue poseedor del Jutsu de Regeneración más poderoso de la historia.
—Yo no le llego ni a los talones al Primero. Es más, estoy diez metros debajo de él, enterrada en el suelo —las ninjas la miraron extraño ante lo último—. Sonaba mejor en mi cabeza.
Sakura sacudió la cabeza, enfocándose en el asunto.
—Mira, tú te estás comparando con el shinobi en que el Primer Hokage se convirtió. Nosotras te estamos hablando sobre dónde comenzó —explicó Sakura—. Él fue creciendo. No nació siendo una leyenda shinobi, pero con trabajo duro lo fue —dijo, sonriéndole antes de continuar—. Lady Tsunade ve potencial en ti para que puedas llegar a ser igual.
Puedes convertirte en la shinobi más poderosa que existe y traer nuevamente honor al apellido Uchiha, el honor que yo destruí.
La voz de Itachi surgió de sus recuerdos, sobresaltándola.
—Esto es una locura... —sacudió la cabeza, tratando de deshacer el sentimiento de angustia que le provocó recordar aquel día en que vio a Itachi por última vez—. ¿Por que yo? ¿Por qué no te lo enseña a ti?
Sakura pasó una mano por su rostro con frustración. ¿Por qué no solo tomaba el pergamino y ya?
—¡Yo no puedo aprenderlo! ¡Nadie además del Primero puede hacer algo así!
—¡¿Entonces por qué yo sí?!
—¡Agh!
—Chicas, por favor —intervino Shizune, ganándose la atención de Sakuma—. Lady Tsunade tiene la corazonada de que tú eres una excepción. Ella cree que tú heredaste la misma técnica curativa que él, una que hasta ahora nadie más ha heredado. Es uno de los motivos por los que quiere entrenarte.
—Esto es una locura —negó con la cabeza—. Iré de regreso a dormir.
—Sakuma —la detuvo su amiga del brazo—. La Hokage confía en tu poder y habilidad, y estoy segura de que no se equivoca —alentó—. Además, ¿de qué te hará daño intentar? No es como que tengas que hacerlo de cero, tienes la suerte de que todo el proceso está registrado en este pergamino.
Sakuma vio el rollo que Sakura le extendía. Se veía tan... intimidante.
Las expectativas de la Hokage eran demasiado altas. Gracioso, porque hasta hace unos meses ni siquiera la creía capaz de salir de la aldea en una misión. Bueno, ni siquiera la creía capaz de estar dentro de la aldea sin protección, ¿pero ahora mágicamente era alguien capaz de desarrollar un jutsu del que solo el Primer Hokage era capaz? Debía tratarse de una broma.
Sin embargo, no podía negar que se había vuelto más fuerte. El sharingan, el Chidori, el Mangekyo, todo aquel poder de golpe y no solo eso, sino que su chakra ya no era frenado por aquel estúpido sello. Se sentía fuerte, ¿pero lo suficiente como algo así?
Además, aún no había tenido la oportunidad de entrenar con su sharingan, y ahora tenía el Mangekyo que apenas y sabía como funcionaba. No le era para nada prudente sumergirse en el entrenamiento de otra técnica cuando apenas y comprendía las otras que había adquirido.
—No lo sé... —habló luego de segundos de silencio.
—Es mucho para procesar. Está bien que dudes —la apoyó Shizune—. Pero Tsunade quería que tuvieras el pergamino. Puedes llevártelo y tenerlo contigo hasta que despierte. Si para entonces decidiste que no quieres hacerlo, puedes devolvérselo tú misma.
Sakuma miró a las ninja médico.
Ellas parecían creer sin duda alguna de que sería capaz de lograr algo así. También la Hokage. También Itachi. ¿Pero por qué ella tenía tantas dudas?
Al demonio, pensó derrotada, tomando el pergamino de la mano de su amiga.
—Genial —sonrió la joven azabache—. Creo que no hace falta decir que lo que contiene es extremadamente confidencial.
—Lo imaginé.
—Cuídalo —advirtió—. Es para ti y únicamente para ti. Sakura y yo te ayudaremos en lo que necesites, y tienes permitido decirle a Kakashi, pero a nadie más.
—Entendido —asintió.
—Y Sakuma... —la detuvo de irse una vez la conversación había terminado—. Me alegra que estés bien.
—Muchas gracias. Digo lo mismo de ti, Shizune —le sonrió.
—Eres una gran shinobi. No dudes de ello, ¿sí? —le dijo—. Cualquiera que se enfrente sin dudarlo a un oponente como ese Akatsuki para defender a un amigo, por más que tenga miedo, es sin duda un shinobi excepcional.
Sakuma asintió algo sonrojada y, con una mirada de despedida a las alumnas de la Senju, salió de la tienda con un nuevo desafío en sus manos.
[ N/A: ¡REGRESÉ, MY DUDES! Sí, i know, re triste el capítulo y re aburrido también, pero necesitaba la transición.
No todo iba a estar bien luego de que todos murieran y regresaran mágicamente a la vida. La beba quedó mal, y va a estarlo por un tiempo, pero por suerte tiene a un papá Kakashi al cual apapachar :') ♡
¡El pergamino, wooooooh! ¡Hace miles de años he querido escribir sobre esta idea!
Me los imagino tipo:
Les explico por si no lograron comprenderlo.
El cuerpo de Sakuma se cura a sí mismo sin necesidad de un jutsu, eso creo que se dejó en claro luego de que sus fracturas y desgarres musculares, que Kabuto provocó, sanaran por sí solos en tan solo un par de días. Ella no es un Jinchuriki como Naruto para ser capaz de algo así, tampoco domina el Byakugõ como Tsunade, así que eso quiere decir que tiene un factor curativo similar al del Primero.
Ahora, no crean que la beba logrará hacerlo así como así porque no sucederá. Le tomará bastante tiempo antes de que pueda lograrlo y espero lo entiendan. No será como el Chidori porque, por más que el sharingan facilita muchas cosas, sigue siendo la técnica que el Primer Hokage desarrolló. Una técnica considerada Senjutsu. (Literalmente lo consideran como una especie de Modo Sabio).
Por lo que como el Capi dijo:
Bueno, eso es todo, amigos. ¡Díganme que opinaron del capítulo y de la idea de Sakuma aprendiendo técnicas de Hashirama! ¡Jenn, fuera! ♡ ]
PD: La hermosa de argeninaHK hizo fanart de nuestra beba Sakuma ♡ Pásense a dejarle love a su libro de dibujos "galaxia" ♡
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