XII. Las lágrimas de Tsunade
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CAPÍTULO XII:
LAS LÁGRIMAS DE TSUNADE
—¡Ya te he dicho que no, Sakuma! ¡Ahora vete si es que no quieres que te saque yo misma de una patada de mi oficina! —la Hokage dio un golpe en su escritorio, haciendo que todos los archivos y demás volaran por los aires y Shizune no tardara en tratar de recogerlos.
Tsunade vio cómo la niña chasqueó la lengua para nada intimidada por su accionar y abandonó la oficina con la barbilla en alto. Esa mocosa... De verdad terminaría enloqueciendo un día de estos por la juventud de hoy en día que se creía más que todos. Suspiró cuando la puerta se cerró y apoyó su barbilla en sus dedos entrelazados, pensando en lo que la niña acababa de pedirle. Sakuma quería comenzar a tener misiones, misiones shinobi, desde hace ya mucho tiempo. Y aunque quisiese, no podía permitirlo. Ya Jiraiya se lo había advertido al verla dudar en mandarla con su padre al rescate del Kazekage. Y también el mismísimo Kakashi que, aunque le gustaría que su hija pudiera tener misiones, estaba consciente de su situación.
La niña merecía poder salir de la aldea en la que hasta ahora había estado casi presa desde su llegada sin que ella supiera. Sin embargo era demasiado peligroso y la Hokage comenzaba a sospechar que la niña se estaba percatado poco a poco de su esfuerzo de mantenerla cautiva. Todo este tiempo estando acompañada por Kakashi, Lee, por Sakura, Gai, incluso Neji y Tenten, nunca dejándola sola por un segundo... Era evidente que intentaban llevar un control de ella y no era muy difícil de notar. Sakuma era demasiado inteligente.
La azabache miró a su superior con algo de enojo, recordando las millones de excusas que le había dado a la niña a lo largo de los años para no mandarla a ninguna misión: "Aún no estás lista, eres débil", "Ni siquiera eres shinobi de la Hoja, no llevas banda reguladora por lo que no representarías a la aldea en tus misiones", "No tienes equipo", "No puedo otorgarte un equipo, no sabrías cómo trabajar con ellos y podrías morir", "No permitiré que mis ninjas deban andar de niñera solo porque tú quieras una estúpida misión", "No es no", "No", "No" y "No".
Esa niña se había esforzado tanto para tener su aprobación y poder ayudar a la aldea que consideraba un hogar que había entrenado arduamente cada día de esos años sin descanso. Por la mañana con el Equipo Gai, por la tarde con Kakashi y por la noche con los ninken. La Hokage y ella habían sido testigos de su evolución, ya que varias veces la habían observado entrenar. Incluso había entrenado al menos un par de veces con los otros equipos para asegurarse de que podría realizar misiones con ellos si la situación se requería y así la Hokage no podría negárselo. Pero aún así la seguía rechazando. Sakuma tenía a todos impresionados. A Gai, a Kakashi, Asuma, Iruka, Shikamaru, Sakura, Neji, Tenten, Lee, a todos. Pero la Hokage seguía reacia a encargarle una misión sin motivo alguno. O al menos eso pensaba ella.
—¿Por qué es tan dura con ella? —preguntó Shizune, acomodando los archivos de regreso en el escritorio—. Si se tratara de cualquier otra persona no hubiese dudado en encargarle una misión hace años, pero con Sakuma...
—¡Cállate, Shizune! —la mujer frunció el ceño—. Sé claramente lo que haría, me conozco mejor que tú. Y si hago lo que hago es porque tengo mis motivos. ¡Ahora ponte a trabajar, no tengo tiempo para tonterías!
—¡Hai! —asintió con seriedad, antes de correr fuera de la oficina en busca de noticias de la Aldea Oculta de la Arena.
La Hokage suspiró, cerrando los ojos. Tenías que ser tú su madre..., pensó para sus adentros.
—Sabes que como sigas así esa niña va a descubrir lo que hacemos y comenzará a buscar respuestas por sí misma, ¿no?
Tsunade ni siquiera pestañeó ante la repentina aparición de Jiraiya, quien se hallaba cruzado de brazos, apoyado junto a la ventana detrás de ella.
—Hago lo mejor que puedo en esta situación —habló con firmeza.
—Lo sé —suspiró el hombre—. ¿Pero ocultarle que tiene otra familia aparte de Kakashi es lo que consideras mejor para ella?
—Sí —asintió para luego mirarlo con seriedad—. Es lo que Kimi hubiese querido.
—Si eso es lo que crees, tal vez estés en lo correcto —Jiraiya cerró los ojos pensativo—. Después de todo, ella era tu alumna.
La tristeza invadió la mirada de la kunoichi al recordar a otro ser amado que había perdido.
(🔊)
—¡No me mire así, Tsunade-sensei! ¡Lo digo en serio! —la niña de cabellos negros cual carbón exclamó con coraje—. ¡Yo seré el primer Hokage mujer y el más poderoso que ha existido!
El recuerdo de Kimi apareció en su mente sin aviso alguno, haciéndola soltar un respigo. La mujer sacudió la cabeza tratando de apartarlo, no dispuesta a sufrir nuevamente ante un sueño jamás cumplido. Más aún sabiendo que la muerte de su alumna fue causada por su propia mala fortuna al haber apostado que seguro lo lograría.
—Bien, entonces tal vez necesites esto.
La hermosa mujer se llevó las manos a su cuello y tomó la fina cuerda de su collar entre sus dedos, sacándoselo. Observó la piedra que colgaba de él con una profunda tristeza. Su hermano y su novio acudieron a su mente al igual que sus muertes. Se juró a sí misma hace mucho tiempo el jamás volver a cometer el mismo error y perpetrar algo como lo que estaba a punto hacer. Pero al ver los ojos onix de esta niña a la que tantas veces había tratado de pisotear y destruir su ridículo sueño y notar cómo ese deseo de ser Hokage se mantenía igual de fuerte y abrasador como el primer día en que se lo dijo, le hacía pensar que esta vez sería diferente. Ella no moriría. Ella lo lograría. Solo tenía que tener fe. Al menos una última vez.
Entonces, contemplando los ojos brillantes de la niña, llenos de ilusión y felicidad al reconocer esa piedra tan valiosa y simbólica que tomaba en sus manos, se lo colocó.
—Creo en ti. Apuesto que serás el mejor Hokage que pueda haber y tu rostro se esculpirá en esa montaña —apoyó las manos en los hombros de la azabache.
—¡H-Hai! —asintió.
Tsunade sonrió con ojos cerrados, que abrió inmediatamente al no haberse esperado el repentino abrazo.
—¡Gracias, muchas gracias! ¡No la decepcionaré, sensei! —dijo feliz—. ¡Espere a que se lo cuente a mi hermanito!
Tsunade rió por lo bajo, acariciando los suaves cabellos de la niña que no tardó en salir corriendo hacia su casa no pudiendo esperar en contarle la noticia a la personita más especial en su vida.
El ceño de la Hokage se frunció, y sus puños se apretaron con fuerza tratando de contener la impotencia que le invadía el estar viviendo el sueño de su alumna. El sueño de su hermano. El sueño de su novio. Entonces otro recuerdo llegó a su mente.
—Solo quedó esto. Supongo que lo querrás de regreso, después de todo es tuyo —murmuró el hombre de cabello blanco.
La mirada de la kunoichi se plantó en el collar que su compañero sostenía frente a su rostro. Su labio tembló al igual que más tarde sus hombros y luego su cuerpo, para más tarde romper en llanto. Tomó la reliquia con manos temblorosas y sus piernas fallaron, cayendo sentada en la banca de la plaza en la que Kimi solía frecuentar con su novio. Una lágrima cayó sobre el cristal. Y luego dos más.
Todo había sido su culpa. ¡¿Es que acaso jamás aprendería?! ¡Todos lo que cargaban ese collar... todos lo que tenían ese estúpido sueño de ser Hokage...! ¡Todos morían! ¡Todos por lo que ella creía! ¡Era todo su culpa! ¡Ella había confiado en la muchacha, había apostado por ella! Y como siempre perdido. Jamás debió de haber regresado a esa estúpida aldea con sus estúpidos habitantes llenos de ilusión y estúpidos sueños de ser Hokage.
—Tsunade... —comenzó Jiraiya.
—¡Cállate! —vociferó la mujer entre llantos—. ¡Sé lo que dirás: no es culpa tuya! ¡Pero si la es!
El hombre se sentó a su lado, su semblante también inundado en tristeza.
—Por favor, no te hagas esto...
—¡¿Por qué siempre termino asesinando a los que amo?! —volvió a interrumpirlo—. ¡¿Por qué cada vez que confío en alguien, que les doy este maldito collar para darles esperanza...?! ¡¿Por qué ellos no pueden cumplir con su estúpido sueño?! ¡Solo eso necesito, Jiraiya!
Y entonces ella lloró. Lloró como una niña cuando pierde a sus padres. Lloró como una hermana cuando pierde a su hermano. Lloró como una chica que perdió a su amado. Lloró como una sensei que pierde a su alumno. Pero también lloro como si fuese una madre que acababa de perder a una hija.
Jiraiya la abrazó, tratando de consolarla, y poder compartir el dolor para que no tuviese que cargarlo ella sola.
Su puño impacto contra la mesa, reduciendo el mueble en solo astillas de madera. Su respiración estaba agitada, su mirada perdida en la nada y su rostro apoderado de ira.
Jiraiya suspiró.
(🔇)
(...)
El bosque estaba en silencio, demasiado silencio. La tarde ya comenzaba a hacerse notar con el sol ahora mucho más bajo en el cielo y la brisa volviéndose más fría poco a poco. Grillos comenzaban a oírse, solo callando cuando la chica de pelo plateado pasaba cerca de ellos. Todo era tranquilidad, tanta que por un segundo Sakuma consideró el echarse bajo un árbol y dormir tranquilamente, pero sabía que sus ruidosos pensamientos no la dejarían. No podía dejar de pensar qué estarían haciendo en ese momento su padre y su equipo. Seguramente aún seguían en camino a Sunagakure, pero de todos modos no dejaba de atormentarse con qué pasaría cuando se enfrentaran a los sujetos que secuestraron al Kazekage. Es decir, no cualquiera puede derrotar a un Kage, líder de una aldea y el más poderoso de todos. Por lo que no podía evitar preocuparse.
Se oyó el mover irregular de unas hojas entre los arbustos a un lado de ella. Sakuma miró de reojo de donde provino el sonido, alerta al notar que alguien la espiaba, y a una notable velocidad un shuriken dio a parar allí. Sakuma esperó un grito o quejido al haber asustado a su atacante, dado que lanzó el arma demasiado cerca. Pero no sucedió. En cambio, un conejo albino salió de entre los arbustos saltando aterrorizado lejos de allí. Ella frunció el ceño algo confundida y decidió seguir caminando sin rumbo luego de haber recogido el shuriken.
Una silueta se movió entre los árboles, observándola cómo pateaba una piedra aburrida y no pudiendo evitar dirigir la mirada hacia la trayectoria de la roca. Pero al regresar la vista, ella ya no estaba. Frunció el ceño y saltó al siguiente árbol, luego al otro, creyendo que tal vez se adelantó unos metros. Pero no logró hallarla. Decidió entonces bajar del árbol, frustrado ante su misión fallida. No podía creer que todo su esfuerzo se había ido a la basura.
—¿Por qué me sigues? —el rostro de la niña apareció repentinamente a milímetros de suyo, de cabeza.
Su acosador soltó un grito de susto y cayó al suelo de trasero. Sakuma se había parado de cabeza en la rama de un árbol y lo miraba de brazos cruzados y ceño fruncido.
—¿Te asusté, miedoso? —alzó una ceja.
—¡¿A quién llamas miedoso, tonta?! —se levantó inmediatamente luego de recuperar la compostura y la señaló enfadado.
El solo pensar que si hubiera seguido caminando cuando ella apareció, le hizo sonrojarse. ¡¿Acaso estaba loca?! Negó con la cabeza furioso, convenciéndose de que hubiese sido asqueroso el besarse accidentalmente con una estúpida como Sakuma.
—No hay otro más aquí además de ti —bajó del árbol tranquilamente—. Ahora, ¿por qué estabas siguiéndome?
—¡N-No estaba siguiéndote! —mintió. Ella lo miró tan profundamente que creyó por un segundo que podía leer sus pensamientos.
—Si no me dices porqué me seguías le diré a Asuma.
Konohamaru la miró furioso. Su tío estaba maravillado con ella, era obvio que le creería y además ya no se tragaba sus mentiras, por lo que no podía decirle que no era cierto.
—No confío en ti —se cruzó de brazos—. Así que cuando te vi caminar sola hacia el bosque creí que tramabas algo.
Esa confesión hizo que Sakuma suavizara un poco su mirada, algo cabizbaja ante la desconfianza. No podía creer que creyera que ella podría hacer algo que afectase a la aldea de algún modo.
—¿Algo como qué? —gruñó.
—Yo... —dudó unos segundos antes de seguir hablando—. Yo sé lo que se siente el tener ganas de salir a luchar, el querer tener una misión importante y peligrosa. Así que creí que intentarías escapar para ir detrás de Nii-chan y su equipo —murmuró y se encogió de hombros.
Sakuma alzó las cejas al saber que ese tonto le había estado siguiendo desde el despacho de la Hokage, por otra parte sintiéndose mejor al saber que no desconfiaba de ella.
—¿Estabas preocupado por mí? —dijo con tono burlesco.
—¡Claro que no! —chilló escandalizado—. ¿Yo? ¡¿Preocuparme por ti?! ¡Pero si yo te odio!
—Ajá, cómo digas, miedoso —retomó su caminata, despreocupada.
—¡No soy un miedoso! —la persiguió—. ¡Y si te odio!
Ella alzó la barbilla, sonriendo con sorna, no creyéndole ni una sola palabra que salía de la boca del Sarutobi, quien se dedicó a seguir gritándole las razones por las que la odiaba.
—¿Por qué la vieja Tsunade no te deja hacer misiones? —curoseó el niño.
—No es asunto tuyo.
Konohamaru bufó enojado.
—¡Argh, eres tan molesta! —gritó con coraje.
Ella rodó los ojos.
—Por cierto —dijo en tono aburrido—. Por un segundo dudé que eras tú el que me seguías cuando usaste un jutsu de sustitución con ese conejo. Creí que eras más inútil.
Konohamaru abrió la boca dispuesto a devolver el insulto, cuando procesó lo que la chica había dicho y frunció el ceño.
—¿De qué conejo hablas? —la miró confundido.
Sakuma detuvo el paso.
—El que dejaste en tu lugar en los arbustos —señaló el lugar de donde había salido.
—Yo estuve todo el tiempo en los árboles —negó con la cabeza—. Tal vez fue una coincidencia.
—Sí, tal vez... —murmuró mirando dónde su shuriken se había clavado.
Si mal no recordaba, los conejos albinos eran de hábitats fríos. Y Konoha estaba en plena primavera.
Sí, lo sé. Sé que dije que pondría a Lee. Pero ustedes me conocen y saben que siempre cambio de parecer.
¡Además les mostré un pedacito de la historia de Kimi! Y sí, también de Tsunade. Díganme que piensan de su relación sensei-alumna y si les gustó la idea. Lo cierto es que esos fragmentos de recuerdo no le hacen justicia a la hermosa relación que tienen en el fanfic de Kimi que tengo en borradores (que como ustedes saben es la historia original que iba a publicar antes de que se me ocurriera Kakashi's Daughter) y que prometo publicar al terminar este.
¡Konohamaru apareció otra vez! El niño es un acosador a lo Minato Fetus ahora que me doy cuenta jsjajaja
Alguien espiaba a Sakuma además del Sarutobi... sospechoso 😏
Por cierto, ¿ya les había dicho que se pasaran por el dibujo de 0BlackMadness0 y le dejaran algo de amor al dibujo de Sakuma?
pd: ¡Gracias por los 9K!
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