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XI. El secuestro del Kazekage

Antes de que lean, quiero avisarles que una asombrosa y talentosa chica (0BlackMadness0) dibujó a nuestra hermosa Sakuma en su libro llamado "Tractus", pásense. De verdad le quedó genial. Aún no supero su grandioso dibujo. ¡Muchas gracias! <3

CAPÍTULO XI:
EL SECUESTRO DEL KAZEKAGE

Sakuma comía su desayuno tranquilamente, sentada sobre la encimera de la cocina. Sus pies sin llegar a tocar el suelo y su larga melena suelta y erizada como de costumbre. Aún seguía en pijama que se había puesto al despertar y descubrir que traía puesta la ropa del día anterior. El mismo viejo pijama blanco que su padre le había conseguido años atrás y que aún le quedaba, ya que en su momento era enorme, y el mismo que aún permanecía con manchas de ramen.

Era temprano en la mañana y la preadolescente lucía sus características ojeras mañaneras mientras masticaba su crujiente cereal. Miró por la ventana, llevándose una cucharada a la boca. El día recién había comenzado, el cielo aún estaba teñido de un color rojizo y los pájaros, dueños del nido que se hallaba a un lado de la ventana, le hacían doler la cabeza por su tan agudo cantar. Sakuma frunció el ceño, aún molesta consigo misma por haberse quedado dormida en medio de la batalla del día anterior.

Solo había sido un segundo. La pelea había cesado y los ninjas se ocultaban, por lo que decidió leer un poco hasta que la acción volviera a darse y no se durmiera en la espera. Sin embargo no previó que eso fuese a causarle más somnolencia y terminó durmiéndose al cabo de unos minutos. Que idiota fue. Ya se imaginaba a Sakura chillándole por no haberla visto en acción.

—Oh, buenos días —su padre apareció en la cocina, también en pijama, mostrándose algo sorprendido de que ella estuviese despierta.

Sakuma sacó la mirada de los pájaros que tanto deseaba patear lejos de ella y miró a su padre con la boca llena de cereal, tanto que una gota de leche se deslizó por su barbilla. Kakashi sonrió un poco y se acercó a la niña. Se recostó de espaldas en la encimera y apoyó sus manos en ella. La Hatake tragó todo de una sola vez con algo de esfuerzo y limpió con su mano su boca antes de hablar.

—¿En qué terminó la lucha ayer? —fue lo primero que dijo. Su padre alzó las cejas e hizo un ademán con su mano para que siguiera hablando—. Buenos días —puso ojos en blanco.

—Ahora sí —cerró los ojos sonriendo—. Bueno, Sakura y Naruto lo lograron —eso no pareció sorprenderle a Sakuma—. De hecho usaron la misma distracción que tú.

—¿Acaso todos pueden pasar tu prueba? Creí que decían que era una de las más difíciles. ¿O es que estás viejo? —masticó despreocupadamente su cereal.

Repentinamente el recipiente con cereal y leche de Sakuma desapareció de sus manos y dio a parar en la basura. Ella abrió los ojos boquiabierta y miró a su padre con indignación. El hombre sonreía como si no acabase de hacer lo que hizo.

—¿Qué te parece si vas hasta la tienda a traerme provisiones para la misión de hoy? —cerró los ojos con simpatía.

—No quiero —espetó enojada y tomó la caja del cereal dispuesta a comer.

La caja no tardó en acabar como su tazón.

—¡Basta, intento desayunar aquí! —el cabello de Sakuma se erizó más de lo normal, dándole un aspecto más furioso.

—Por cada vez que seas grosera, algo así pasará. ¿Quieres seguir de rebelde? —habló con firmeza, mirándola con un solo ojo, ya que el del sharingan lo mantenía cerrado.

Ella chasqueó la lengua y lo miró retadora.

—Bien, si así lo quieres —Kakashi tomó una taza de la despensa, la favorita de Sakuma con la forma de un perro idéntico a Pakkun que Rock Lee le había regalado.

Ella lo miró atónita ante lo que pretendía.

—No puedes hacer eso... —se cruzó de brazos.

—Mmh, de hecho sí. Sí puedo —asintió.

Hubieron unos instantes de silencio.

—Agh, bien —se bajó de la encimera de un saltito y caminó hacia su habitación—. Voy por las tontas provisiones —refunfuñó.

Sakuma caminó hacia su habitación y cerró la puerta enojada, mas no de un portazo por las dudas de que a ese viejo se le ocurriera tirarle su habitación por la ventana también. ¿Qué le había picado? Últimamente por cada cosa que decía la regañaba.

Kakashi oyó los pies descalzos de Sakuma retumbar contra la madera del piso y a ella maldecir rumbo a su cuarto, notablemente molesta. Sonrió un poco y regresó la taza a su lugar. No tenía intenciones de romperla, pero sabía que funcionaría. Últimamente había notado que Sakuma comenzaba a volverse más grosera, pero ya pasaba de lo infantil o juguetón, sino que ahora era irrespetuosa. Incluso con superiores como la Hokage. Debía de regañarle de vez en cuando si no quería que eso llegara a mayores y se volviera una mal educada.

(...)

—Bien, ya vámonos —apuró Naruto.

El Equipo Kakashi se encontraba en las puertas de Konoha ya listos para partir, siendo despedidos por la Hokage, Iruka y Sakuma. Debían de irse de inmediato, puesto que su misión había cambiado. Lo que en un inicio sería una tranquila misión de rango C para que Naruto se reintegrara en esto de hacer misiones nuevamente, fue sustituida por otra: el rescate del Kazekage de la Arena, Gaara del Desierto. Sin duda era demasiado peligrosa. Todo era peligroso cuando involucraba a Akatsuki, pero no había opción. Lady Tsunade no había tenido el tiempo necesario para formar un escuadrón, ya que en una una situación de emergencia y de suma importancia como esta no hay tiempo para mucha organización, por lo que había decidido mandarlos a ellos de inmediato. Además, ella confiaba fielmente en que, si había un equipo capaz de lograr esa misión ese era el equipo Kakashi.

—Volveremos pronto, mi lady. No la decepcionaremos —habló está vez Sakura, llevando la mano a su frente en un saludo militar.

—Bien —la Hokage asintió.

Iruka sonrió leve y su mirada se posó en su problemático ex-alumno, al que quería como un hermano. Suspiró con nostalgia y cerró los ojos unos instantes. Había crecido tanto en esos últimos años lejos. ¡Estaba a punto de ir en la ayuda de uno de los kages, por dios! ¿Quién se hubiera imaginado que algo así sucedería algún día tiempo atrás?

—Naruto, éxito —lo miró con una leve sonrisa de orgulloso haciéndose notar en su rostro.

—Gracias.

Sakuma caminó hacia ellos y los miró a cada uno.

—No mueran, por favor —fue la despedida de Sakuma.

Los adultos suspiraron sabiendo que Sakuma no tenía remedio.

¡Cha! ¡¿Qué clase de despedida es esa?! —el puño de Sakura aterrizó en la cabeza de la peliplateada.

La menor cerró un ojo en una mueca de dolor y la miró mal.

—¿Y qué se supone que diga entonces? —gruñó frotando su chichón rosa.

—¡Pues buenos deseos!

—¿Y el que no mueran no lo son? —replicó.

Sakura estaba a punto de darle otro golpe.

—Tranquila, Sakuma. ¡No planeo morir antes de convertirme en Hokage'ttebayo! —alzó el pulgar y guiñó un ojo.

Ella sonrió casi imperceptiblemente, mirándolo atenta.

—Volveremos antes de lo que piensas —se acercó Kakashi a su hija y se acuclilló frente a ella posando las manos en sus pequeños hombros—. Gai estará a cargo de ti mientras no esté, así que no te metas en problemas.

—Yo jamás me he metido en problemas, no necesito niñera —frunció el ceño.

—Oh, lo sé, pero Lee con sus competencias y Konohamaru con su afán de derrotarte puede que causen un desastre. Así que trata de evitar todo eso —la miró—. No quiero que al regresar descubra que destruyeron Konoha.

—Bien, como quieras. Lo intentaré —asintió.

El hombre la miró unos instantes, memorizando su rostro antes de ponerse de pie. Su mano despeinó el alborotado cabello plateado de su hija, quien lo miró mal por causar un desastre mayor en su cabeza del que ya tenía. Él le dedicó una sonrisa y fue hacia sus nuevos compañeros. El equipo Kakashi caminó, listos para irse. Pero no se alejaron ni tres pasos antes de que alguien aterrizara frente a ellos. Jiraiya había llegado también, sin embargo no a despedirlos, sino a traer las malas nuevas.

—¿Qué tal? —saludó apenas llegó—. ¿En una misión, Naruto?

—Es correcto —afirmó el rubio con seriedad.

—Bien, que gusto... —el hombre caminó hacia la Hokage, dirigiéndole una mirada a Sakuma al pasar a su lado—. Pero traigo noticias, el Kazekage de la Arena ha sido...

—Sí, lo sé —lo interrumpió Tsunade—. Estoy enviando un escuadrón justo ahora —los señaló.

Jiraiya volteó a verlo, Naruto sonreía orgulloso y asentía con suficiencia. Eso no pareció gustarle para nada al escritor, que de inmediato se aseguró de recordarle a la Hokage el interés de los Akatsuki en Naruto.

—No tenía otra opción —la Hokage cerró los ojos, lamentándose—. Es una situación de emergencia.

—Estás corriendo un gran riesgo —le advirtió su amigo.

Sakuma observó a los ancianos hablar, deseando poder saber que era tan secreto como para andarse susurrando entre ellos.

—¡Naruto! —llamó Jiraiya—. Déjame decirte algo —se fue un poco aparte para hablar en privado de unos asuntos con su alumno. El asunto del poder del zorro de las nueve colas que, por su seguridad y por la de otros, él no debía de usar. Y el asunto de Akatsuki. No debía de arriesgarse ni cometer locuras. El perder la cabeza como era de costumbre para Naruto ya no era una opción. Y el chico lo comprendió.

Una vez hubo acabado con su sermón y advertencia hacia su alumno, el hombre se apartó. Naruto caminó hacia su equipo con decisión en cada uno de sus pasos. Jiraiya hizo lo mismo y se dirigió únicamente a Kakashi.

—Kakashi, asegúrate de que el niño no haga tonterías —murmuró solo para él—. Te lo encargo, ¿verdad? —lo miró de lado.

—Sí —el hombre asintió con ojos cerrados.

Naruto se adelantó en el camino, impaciente ya por partir.

—¡Kakashi-sensei, Sakura, vamos! ¡¿Qué están esperando?! —metió prisa el Uzumaki.

—¡Bien, bien, ya vamos! —la pelirosa corrió para alcanzarlo.

—Hasta luego —Kakashi se despidió con dos dedos en la frente, dirigiéndole una última mirada a Sakuma, quien poco a poco comenzaba a tomar conciencia de lo arriesgada de la misión y quiso dar un paso al frente para pedirle que no fuera, siendo detenida por la Hokage.

—Estarán bien —le aseguró.

Kakashi le dedicó una sonrisa tranquilizadora antes de darse la vuelta. Y finalmente, se fueron.

Fue entonces cuando Sakuma sintió un vacío en el pecho. Por más que no sabía de que trataba la misión, un horrible presentimiento se alojó dentro de ella, algo que nunca antes había sentido en su vida y por tanto no sabía cómo lidiar. Frunció el ceño molesta por la sensación de preocupación y angustia que le presionaba el pecho, recordándose a sí misma que su padre era uno de los shinobi más poderosos de Konoha y que nada podría pasarle para así tranquilizarse. Además iba con Sakura, ella era muy poderosa también. Y Naruto... bueno, no conocía sus habilidades gracias a que se había quedado dormida en la lucha, pero confiaba en que también fuese tan capaz como su amiga.

Una mano se posó sobre su hombro y la niña levantó la mirada. El viejo de cabello blanco le sonreía.

—No estarás preocupada, ¿no? —preguntó risueño—. No les sucederá nada de eso puedes quedarte tranquila. ¡Kakashi está con ellos!

—Ehh, gracias... ¿Y tú quién eres? —trató de no sonar descortés. Trató.

Jiraiya la miró entre perplejo e indignado. Tsunade suspiró y negó con la cabeza, al igual que Shizune e Iruka.

—¿Nadie te ha hablado de mí, niña? ¡Yo soy el gran Jiraiya, miembro de los Legendarios Sannin! —infló el pecho, llevando uno de sus puños hacia él.

El nombre se le hizo un poco similar, mas no sabía se dónde.

—Uh, un gusto —murmuró antes de dirigir su atención a la Hokage, como si la conversación que acababa de tener no hubiese sucedido—. Lady Tsunade, ¿en cuantos días deberían de estar aquí?

—Bueno, sí todo sale bien, en menos de una semana —respondió con seriedad—. Ahora que recuerdo, ¿tú no querías preguntarme algo?

El rostro de la niña se iluminó de repente al recordar que efectivamente debía de hablar de cierto tema importante con la mujer.

—Así es —asintió dispuesta a contestar, cuando fue interrumpida.

—¡Sakumaaaa! —se oyó un grito no muy lejos.

La peliplateada no tuvo que darse la vuelta para saber de quién se trataba. Lee venía corriendo a toda velocidad hacia las puertas de Konoha, levantando tierra y polvo en el camino.

—¡Al fin te encuentro! —el chico se paró frente a ella sin signos de cansancio—. ¡Un arduo entrenamiento nos espera! ¡Vamos!

—Un segundo, Lee. Debo preguntar a la Hokage... —comenzó a decir, antes de que Lee la tomara de la muñeca y la arrastrara con él hacia el campo de entrenamiento del Equipo Gai sin ganas de oír sus tan acostumbradas excusas.

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¡Acá termina el capítulo! En el próximo estará Lee y creo que en el siguiente a ese, de verdad lo extraño mucho en la historia y no le he dado mucho protagonismo. Sé que los principales son Sakuma y Kakashi, pero aún así el cejotas es muuuy importante.

¡Gaara fue capturado por los Akatsuki! Sé que tal vez la mayoría se esperaría que Sakuma fuera o hubiera querido que, pero lo cierto es que Sakuma no me parece lo suficientemente capaz de realizar una misión de esa dificultad aún y además hay ciertas cosas que se lo impiden que de seguro lo sabrán el próximo capítulo.


pd: sé que este capítulo es muuuy malo, pero solo quería introducir el secuestro de Gaara de forma fugaz para poder comenzar a escribir lo bueno (? o sea, que escribí este capítulo como un puente para el siguiente, solo eso je

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