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VIII. Uzumaki Naruto

CAPÍTULO VIII:
UZUMAKI NARUTO

Un largo tiempo después...

La habitación estaba en completo silencio, interrumpido solo por los fuertes ronquidos provenientes de la chica que dormía tumbada plácidamente en su cama. Al igual que todos los días la chica, ahora ya no tan pequeña, se quedaba hasta tarde en la noche entrenando. Debía de desarrollar un nuevo jutsu para la siguiente semana o le tocaría hacer la limpieza de la casa lo que quedaba del mes. Esa era una de las desventajas de que tu padre fuera tu sensei. Si Sakuma hubiera sabido que quitarle los dos cascabeles significaría el hacer las tareas de la casa cada vez que no le saliera alguna técnica, tal vez lo habría considerado dos veces antes de hacerlo.

Se removió en la cama entre sueños y su brazo rodeó por el lomo a Buru, un enorme ninken de raza bulldog que le pertenecía a su padre. Ante el movimiento de la peliplateada, los otros siete perros se acomodaron nuevamente en la cama, algunos apoyados en las piernas de Sakuma, otros contra su espalda y Pakkun sobre su cabeza. Todos roncaron al unísono. Hacía ya varios meses que su padre le había enseñado a invocar a sus perros ninja y, aunque al inicio se odiaban mutuamente -Sakuma a ellos por no hacerle caso o prestarle atención, y los perros a ella porque no la creían lo suficientemente capaz-, luego de unos días no pudieron evitar formar un lindo vínculo. Y desde entonces dormían todas las noches con ella, soportando ser víctimas de alguna que otra patada que Sakuma largaba entre sueños y de otros varios abrazos.

—Sakuma, ¿ya estás levantada? Alguien te busca afuera —Kakashi tocó la puerta de su habitación con suavidad.

Ella roncó como respuesta y abrazó más fuerte al perro ninja. Los ninken se despertaron de inmediato al sentir como Kakashi comenzaba a abrir la puerta y desaparecieron enseguida. El del sharingan frunció el ceño al entrar y ver a su hija aún dormida cuando era pleno mediodía, no sintiéndose para nada sorprendido.

La miró un momento mientras dormía. Cada día se parecía más a su madre y menos a él, a excepción de su alborotado cabello plateado. Tenía los ojos de Kimi y sus rasgos comenzaban también a parecerse a los de ella estos últimos años, en los que Sakuma comenzaba a dejar de ser una niña poco a poco. Si mal no recordaba, había visto por primera vez a Kimi rondando la edad que Sakuma tenía ahora.

Kakashi suspiró y tomó una de las almohadas del suelo y se la lanzó en la cara. Sakuma se sentó inmediatamente, con unas grandes ojeras adornando su cara y su cabello hecho un nido de pájaros.

—Te llamé hace más de una hora, ¿qué hacías aún dormida? —la regañó, cruzándose de brazos.

—Ah, ¿lo hiciste? —bostezó.

Cerró los ojos por un segundo al sentir nuevamente el sueño apoderarse de ella, pero otra almohada en la cabeza la hizo despabilarse. Ella miró mal a su padre.

—¿Dormiste otra vez con los ninken? —frunció el ceño al haber olfateado olor de perro en la habitación.

—Tal vez...

—Te he dicho miles de veces que no lo hicieras. Son perros ninja, no animales domésticos —volvió a regañarla.

La chica rodó los ojos. Siempre tenía la misma discusión con su padre respecto al mismo tema. Él creía que si seguía "mimando" demasiado a los ninken tarde o temprano terminarían convirtiéndose en perros ordinarios, incapaces de realizar su trabajo para lo que fueron entrenados desde siempre. Pero Sakuma jamás le hacía caso, creyendo que eso era una total estupidez. El que les diera cariño a los perros ninja no haría que sus habilidades desaparecieran de la nada. Ella creía que su padre simplemente estaba celoso porque sus perros la querían más a ella que a él.

—Ellos me ayudaron a entrenar hasta tarde. Creí que merecían quedarse conmigo —murmuró aún algo somnolienta.

El timbre se oyó.

—Como sea, luego hablaremos de eso. Ahora vístete, te esperan afuera —salió de la habitación antes de que ella pudiera replicar algo, para quedarse con la última palabra.

Sakuma quitó las sábanas de encima suya haciéndole caso y yendo a alistarse, curiosa de saber quién estaba esperándola. Lee no le había dicho de pasarla a buscar y Sakura a esa hora realizaba trabajos que la Hokage le encomendaba. Por lo que no tardó mucho tiempo para averiguarlo y poco después ya caminaba hacia la salida de su casa, arrastrando los pies con cansancio. Había estado entrenado casi hasta el amanecer con Pakkun y los demás. Al principio lo había hecho también con Sakura y Lee pero ambos terminaron yéndose apenas el sol desapareció.

—¡Ataque sorpresa! —alguien gritó apenas salió de su casa.

Solo requirió que Sakuma diera una paso hacia atrás para lograr esquivar la imponente patada y que su agresor cayera al suelo rodando, levantando polvo y tierra con su caída.

—¡Konohamaru, ¿estás demente?! —corrió su pelirroja amiga hacia él y lo ayudó a levantarse.

—¡Aaagh, casi lo logro esta vez! —apartó las manos de Moegi con enojo.

Sakuma lo observó sacudirse la tierra de su ropa desde la puerta de su casa, su rostro igual de tranquilo y serio desde que había salido como si aquel ataque no hubiera sucedido. Konohamaru apretó los dientes, no soportando el hecho de no haber logrado que su expresión aburrida de siempre cambiará siquiera un poco. Tsk, como la odiaba.

Ambos se habían conocido hacía ya casi un año, el día que Konohamaru acompañó a su tío a visitar a su compañero Kakashi para conocer a Sakuma. Asuma lo había llevado casi contra su voluntad, diciendo que la niña era casi de su misma edad y que tal vez podrían ser amigos. No tuvo otra alternativa.

Al principio cuando la vio hasta la creyó linda por alguna extraña razón, sin embargo el problema se generó cuando ambos adultos los mandaron afuera para poder hablar de asuntos importantes. Él no supo porqué quiso impresionarla, algo dentro de él le decía que debía hacerlo si quería su atención, por lo que decidió llevarla hasta donde Ebisu-sensei los hacía entrenar y así poder mostrarle sus habilidades lanzando kunai. Lo que no se esperó es que ella fuese mejor. Él la miró atónito, pero no se rindió e intentó nuevamente, esta vez con shuriken. Ella también era mejor. Siguió intentando. En ninjutsu, taijutsu, en todo ella era mejor que él. ¡Ella nisiquiera era shinobi, no tenía una protector ninja!

Pero a pesar de todo eso lo que más le molestaba era su expresión serena que traía en todo momento, como si él fuese tan irrelevante. No tardó mucho en odiarla. Para él, Sakuma era la mayor presumida, arrogante, nena de papá que había conocido. Y para Sakuma él era el niño más malcriado, inmaduro, insoportable e incompetente. Ella no le había hecho nada y él se comportaba como un cretino con ella.

Así que el odio mutuo no terminó en fomentarse.

—En realidad no estuviste ni cerca, fue patético —comentó Sakuma.

—¡¿Qué dijiste?! —apretó los puños el menor de los Sarutobi, señalándola furioso.

—Que fue patético —repitió—. No gritas "ataque sorpresa" si quieres que tu ataque sea sorpresa, pierde su objetivo.

—¡¿Y tú que sabes?! ¡Tal vez mis ataques sorpresa son tan sorpresa que aunque lo grite nadie lo esperaría! —caminó hacia ella enojado.

Sakuma ni se inmutó cuando la cara de Konohamaru, colorada por el enojo, estuvo a unos centímetros de la suya y en cambio solo chasqueó la lengua con una cara de burla. El castaño largó un gruñido furioso y su amigo Udon lo apartó algo temeroso.

—L-lo sentimos mucho, Sakuma-chan —tartamudeó sonrojado el de gafas—. K-Konohamru dijo que vendríamos a saludar. No creímos que haría algo así.

Ella lo miró, sacando sus ojos del castaño, y el de lentes se sonrojó aún más.

—No te preocupes, no fue nada de importancia —se encogió de hombros.

—¡¿Nada de importancia?! —chilló Konohamaru—. ¡Por poco pateo tu trasero!

—Atacando por la espalda. Tan honorable como siempre, Honorable Nieto —rodó los ojos la Hatake.

—¡Repite eso! —se acercó nuevamente a ella.

—¡Ya detente, Konohamaru! —Moegi golpeó fuertemente a su amigo en la cabeza, generándole un enorme chichón—. ¡Ya fue suficiente, nos vamos! —lo tomó por la bufanda y comenzó a arrastrado fuera de ahí, siendo seguida por Udon—. Lo sentimos, Sakuma-san, saludos a Kakashi-sensei.

La Hatake se despidió de ella y Udon con un movimiento de manos, y a Konohamaru le mostró la lengua provocando que este pataleara aún más fuerte para intentar escaparse del agarre de Moegi, hasta que desaparecieron al doblar la esquina.

—Oí gritos. ¿Konohamaru intentó otra vez de vencerte? —apareció Kakashi a su lado en la puerta.

—No entiendo porque me hiciste levantar por ese torpe —bufó malhumorada.

Kakashi la miró con algo de nostalgia. Para aquellos que conocieron la relación de Naruto y Sasuke antes de que el último abandonara la aldea, no era ningún misterio que Sakuma y Konohamaru se les parecían notablemente. Al igual que a Naruto con Sasuke, a Konohamaru le exasperaba que Sakuma fuese tan indiferente y que todos estuviesen tan maravillados con ella –como lo estaban su propio tío, Gai-sensei, Sakura y hasta la Hokage–. Y al igual que a Sasuke con Naruto, a Sakuma le daba igual Konohamaru ya que no lo consideraba lo suficientemente fuerte.

—Dijeron que venían a saludar —cerró los ojos amigable.

Ella rodó los ojos. No entendía como es que a su padre le caía tan bien ese tonto.

🍃

—¡Vuelve pronto, Sakuma! —se despidió el dueño del negocio con una sonrisa.

Sakuma solo cerró los ojos y sonrió levemente como repuesta antes de comenzar a caminar lejos del local de comida. El dueño, un señor regordete y amable, ya hasta se sabía su nombre por todas las veces que ella recurría a la semana a comprarse su almuerzo (la mayoría de las veces dangos), dado que su padre no cocinaba lo que podría decirse bien. El hombre hasta comenzaba a tomarle cariño a la peliplateada y eso aunque para muchos fuese algo normal para Sakuma era todo lo contrario. Por fin comenzaba a notar como la gente de la aldea comenzaba a acostumbrarse a ella hasta al punto de sentirse parte de ellos. Ya no era una extranjera. Aquellos días de sentirse fuera de lugar habían ya quedado atrás. Las personas la saludaban de vez en cuando al pasar y ya no murmuraban a sus espaldas. Hasta se atrevería a decir que los amigos de Sakura ya se habían acostumbrado a su presencia y aprendieron a convivir con ella. Y, por mucho que costó gracias a las personalidades de ellos y a la de la propia Sakuma, comenzaban a llevarse bien. Kakashi tuvo razón aquella vez en la que dijo que la gente solo necesitaba tiempo para confiar.

Ese día se notaba a más brillante y pacífico que de costumbre en Konoha, notó mientras caminaba por la aldea. A Sakuma aún luego de vivir un tiempo considerable allí le seguía sorprendiendo la calidez que la aldea transmitía, más ahora que se sentía al fin parte de ella. El cielo totalmente azul, la brisa fresca, la abundancia de vegetación. Todo le transmitía una sensación hogareña similar a la que le daba pensar en su pequeño pueblito.

Sakuma se distrajo momentáneamente con recuerdos de su madre, cuando alguien la tomó por el hombro y la volteó.

—¡Al fin! Llevo llamándote hace un par de calles ya, ¿en qué pensabas? —la voz chillona de Sakura se le hizo inconfundible y comprobó que era ella cuando levantó su mirada adormilada del suelo—. Como sea, quiero presentarte a alguien —sonrió.

—Uhh... —trató de decir algo. La última vez que Sakura había intentado presentarle a sus amigos todo terminó muy mal.

—No me salgas con tus excusas con tal de no sociabilizar. Además sé que te caerá bien. Es un tonto, idiota, hiperactivo, cabeza hueca, pero uno aprende a soportarlo.

—¡Oye, sigo aquí detrás, Sakura-chan! —exclamó una voz.

Sakuma dejó caer la cabeza a un lado para poder ver detrás de Sakura, quien aún estaba levemente inclinada hacia ella con una de sus manos sobre su hombro. Un chico alto y rubio cambió su expresión de reproche hacia Sakura y le dedicó una sonrisa en cuanto notó la mirada de la menor, llevando la mano a su nuca. Sus ojos eran azules y estaba vestido casi en su totalidad con anaranjado. Pero lo que más llamó su atención fueron las marcas en sus mejillas; tres líneas en cada una cómo si fuesen bigotes de gato. Ella había visto eso antes, en el retrato de su padre dónde salía el chico con Sakura y un tal Sasuke, y al igual que esa vez le causó inmensa curiosidad y hasta algo de ternura. ¿Cuál era su nombre...?

—¡Soy Uzumaki Naruto! —se señaló a sí mismo con el pulgar en el pecho.

Oh, ese era...

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¡Hasta acá el capítulo!


¡Apareció Naruto, yaaaaay! (re clickbait el título bc solo dijo tres palabras. Pueden odiarme je)

¿Cómo creen reaccionará al saber quién es Sakuma realmente? ¿O le caerá mal a la malhumorada de Saku?

¡Y también apareció Konohamaru! (uno de mis personajes fav) y sip, odia a Saku y ella a él.

KAKASHI ES SENSEI DE SAKUMA Y YA SABE INVOCAR A LOS NINKEN ASFGSJSÑ, perdón, me emocioné bc amo a sos perros 😻 (en el próximo capítulo prometo un flashback de cómo consiguió los cascabeles)

¡Díganme si les va gustando como va la historia en los comentarios! Muchas gracias por leer. Los amo 💖

¡Bye! 🍃

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