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IV. Un día juntos

CAPÍTULO IV:
UN DÍA JUNTOS

Habían permanecido en esa banca del parque lo que había quedado del día. Ella comiendo dangos y él respondiéndole las millonadas de preguntas que le hacía y haciéndole una a que otra a ella de vez en cuando. Había averiguado algunas cosas de ella como que por ejemplo, de más pequeña, solía ser algo torpe y eso hacía que casi siempre tuviese banditas en las rodillas. Pero que eso fue cambiando conforme comenzó con los entrenamientos ninja. Su sensei había resultado ser una veterana shinobi de Konoha, que había participado en la última Guerra Ninja. Sin embargo Kakashi no reconoció su nombre.

Kakashi suspiró, viendo el sol poniéndose, con su mente otra vez lejos de allí, años atrás. Deseaba no ser una persona que recordara tanto el pasado y se mantuviera en el presente. Pero no podía evitarlo. Todo lo que había amado y querido alguna vez se había quedado atrás y sólo deseaba poder volver a ello. No podía evitar recordar a Obito, o a Rin, como también a su padre, o Kimi, todas esas personas que se habían ido de su lado y pensar que podría haber hecho para salvarlos.

Además, ¿por qué tener su mente en el hoy, si el hoy era una basura? Sasuke, uno de sus alumnos en el que más había confiado, heredándole el Chidori, ahora se había unido a Orochimaru, uno de los ninjas más perversos y poderoso del mundo shinobi. Akatsuki andaba detrás de Naruto... Nada parecía estar bien y un mal presentimiento le decía que solo era el comienzo.

Sintió como su hombro repentinamente tenía algo de peso y dirigió su mirada a su derecha. Sakuma se había quedado dormida en su hombro con el ultimo palillo con dangos en la mano.

Sonrió leve bajo la máscara y, reacio a despertarla, la tomó en brazos y comenzó a caminar hacia su casa. Lo que no esperó fue que Sakuma lo abrazara por el cuello mientras dormía. Eso hizo que detuviera la caminata. No recordaba la última vez alguien lo había abrazado o como se sentía. Sin dejar de sonreír, retomó nuevamente la caminata, percibiendo el sentimiento cálido en su pecho, causado por el abrazo que recibía.

Y entonces reconsideró lo antes dicho. Quizás el presente tenía algo bueno después de todo.

(...)

Sakuma despertó a la mañana siguiente. Al principio se sintió profundamente confundida al no saber como había llegado hasta una cama, sin embargo al reconocer que era la casa de Kakashi, se tranquilizó. Su padre la había cargado hasta allí. Sonrió feliz. Eso es algo que definitivamente haría un padre, se alegró internamente.

Ella bostezó, desperezándose.

—Veo que al fin despiertas —oyó una voz del suelo.

Sakuma frunció el ceño al sentir un movimiento en su pie cuando el ninja habló. Luego se percató que su pie estaba sobre la cara de su padre y lo subió rápidamente a la cama.

Kakashi, al contrario de ella, había dormido horriblemente mal. Primero los ronquidos de Sakuma, luego escucharla hablar dormida y moverse cada un minuto en la cama. Y todo eso sumado al hecho de que estaba durmiendo en el suelo sucio de su casa, con una muda de ropa como almohada y solo una fina sábana para cubrirse, hizo de su noche un infierno. Sus ojos estaban tan abiertos como lo habían estado toda la noche y bajo ellos unas enormes ojeras. Y la espalda le dolía horriblemente.

¿Así era tener hijo? Porque perfectamente podría hacer un reembolso.

Ni siquiera Naruto era así de insoportable al dormir.

—Buenos días —se sentó, para luego desperezarse lo más que su cuerpo le permitió.

—Ajá, buenos días —murmuró sin ser capaz de decir cuando había amanecido.

Ella lo miró notándolo horrible de aspecto.

—Te ves horrible.

—Hmp, somos dos —cerró los ojos.

Sakuma traía el cabello parado en todas direcciones, ya que su coleta se había desecho un poco por su movimiento en la cama, y algo de baba en la mejilla. Se olió el aliento y se encogió de hombros. No era algo que le importara mucho.

—Gracias por traerme —sonrió un poco.

—No... No fue nada.

—¿Por qué me duele la cabeza? —se percató, llevando la mano al lugar y cerrando un ojo con una mueca.

—Quién sabe —respondió desinteresadamente.

Horas antes, la noche anterior...

Kakashi abrió la puerta de su casa, trayendo a una Sakuma abrazada a él en brazos.

—¿Cabemos ambos por la puerta? —se preguntó en voz alta—. Hmp, da igual —se encogió de hombros y entró de todas maneras.

De inmediato supo que efectivamente no entraban al sentir el sonido seco que provocó la albina cabeza de Sakuma al darse contra el marco de la puerta.

—Tss —siseó con una mueca, imaginándose el dolor—. Eso le dolerá mañana.

Alarmado se fijó si se había despertado, para luego soltar un suspiro de alivio al comprobar que no fue así. Caminó hacia dentro y volteó algo brusco a cerrar la puerta.

Otra vez se escuchó como la cabeza de Sakuma golpeaba el marco. Kakashi soltó una maldición, volteando a verla; la cabeza de ella se había echado hacia atrás y sus brazos habían caído a ambos lados de su cuerpo.

—Creo que la noqueé...

Nuevamente en la mañana...

—¿Tienes cocina? —preguntó Sakuma una vez alistada, sabiendo de todos modos la respuesta.

—Ah... Tengo un refrigerador —señaló el refrigerador a un lado del escritorio, frente a la cama donde él estaba acostado en ese momento, leyendo el libro que ella le dio.

Sakuma torció el gesto.

—¿Y cómo te cocinas?

—Compro algo ya hecho y lo que sobra va al refrigerador para después.

Sakuma abrió el refrigerador y rápidamente se arrepintió al oler el olor que tenía eso. Lo cerró tan veloz como pudo y retuvo una arcada con su mano en la boca, con su rostro volviéndose algo azul.

—¿Guardas cadáveres ahí? —musitó enferma.

—Claro que no. Guardo mis caballas hervidas y berenjenas —cerró los ojos, viéndola feliz al pensar en su comida favorita.

—Eso es peor... —murmuró, comprendiendo el por qué del olor a pescado.

Sakuma observó la casa, aburrida, cuando su vista se fijó en dos retratos sobre el mueble de debajo de la ventana. Se acercó curiosa y tomó uno de ellos. En ese solo pudo reconocer a Sakura y su padre, pero no a los otros dos chicos. El rubio de la derecha y el azabache de la izquierda parecían molestos por alguna razón, eso la hizo sonreír un poco. Observó al rubio algo curiosa por unas marcas que tenía en las mejillas, le parecieron algo tiernas.

—Ese es Naruto —habló su padre, repentinamente a su lado, inclinadopara estar a su altura y con la cabeza sobre el hombro de Sakuma—, uno de mis estudiantes.

La niña notó el tono de orgullo en sus palabras al mencionar al chico.

—Se ve molesto, igual que el otro chico —comentó sin despegar la mirada del retrato.

—Hum, sí. Sasuke y Naruto siempre eran así —asintió, recordando—. Pero por más que se pelearan, terminaban siendo un gran equipo al final del día.

—¿Puedo conocerlos? —preguntó, viéndolo—. Ya conozco a Sakura, sería genial conocerlos a ambos.

La mirada de Kakashi se tornó algo triste y retiró suavemente la foto de las manos de Sakuma.

—No podrá ser, Sakuma —suspiró—. Naruto está fuera de la aldea, haciéndose fuerte. Y Sasuke... bueno él también está fuera de la aldea haciéndose fuerte.

—Oh, entonces cuando regresen.

—Eso espero.

—Genial —cerró los ojos feliz y se dirigió a la puerta.

—¿Dónde vas? —frunció el ceño.

—Emm, por ahí —respondió perezosa y cerró la puerta tras de sí.

(...)

—Así que ya conociste a Sakuma —se decidió a hablar su amigo.

Kakashi asintió.

—Parece ser buena niña —reconoció.

—¡No me esperaría nada menos de la hija de mi eterno rival! —golpeó la espalda del peliplateado con una risa.

Gai y Kakashi caminaban tranquilamente. El primero había querido hablar con él sobre todo el asunto de Sakuma apenas se había enterado que había vuelto a la aldea y había ido a buscarlo a su casa, para sacarlo prácticamente a rastras del apartamento, ya que su compañero estaba reacio a despegarse de su cama porque según él no había dormido en toda la noche. A Gai no le importó eso, sabiendo que siempre se quedaba hasta tarde leyendo sus tontos libros.

—Por cierto, tendrás que conseguirte nueva casa, Kakashi —rió Gai—. Eso de tener apartamento de soltero ya no funciona.

—Lo sé —murmuró cansado.

Gai asintió y lo miró, decidiéndose si soltar o no lo que quería preguntar desde el inicio.

—Respecto a la madre...

—Sí, es ella —interrumpió.

—Creí que había muerto junto a los otros —frunció el ceño, con el asunto volviéndose más serio.

—Y yo. Ambos nos equivocamos —miró a su compañero—. Sin embargo, ella murió hace unos años.

El azabache se mostró triste, demasiado triste considerando que la consideraba una buena amiga.

—Me recuerda a ella —murmuró—. Por más que se parezca a ti físicamente, ella tiene su fuerza —sonrió—. Cuando está con Lee, muchas veces tiene esa mirada desafiante que veía en Kimi cuando se enfrentaba a cualquier otro ninja. Por más que la personalidad de Saku sea algo más relajada, sus ojos transmiten todo.

—Yo también lo vi la primera vez que hablé con ella —suspiró—. ¿Y a qué te refieres con «cuando está con Lee»? —cuestionó con el ceño fruncido.

—¡Oh! —sonrió enormemente—. ¡Ellos son eternos rivales y nuestro legado, mi querido Kakashi! —alzó el puño, guiñando un ojo.

—¿Ah?

—¡Así es!

Kakashi suspiró, con una gotita de sudor en la frente.

—Pobre de ella.

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