II. Haruno Sakura
CAPÍTULO II:
HARUNO SAKURA
Pasaron tres días desde que Sakuma había llegado a la aldea. Tres días en los que la emoción por conocer a Kakashi la carcomían lentamente por dentro. No podía ni siquiera contar con sus dedos las veces en las que se había presentado en la oficina de la Hokage con la esperanza de que su padre ya hubiera llegado. Pero lo cierto era que él no llegaba y la Hokage estaba cada vez con menos paciencia en lo que respectaba el tema de ella y Kakashi. Sakuma sí sabía sacar de quicio a las personas si se lo proponía.
Por otro lado, durante esos tres días, había conocido a algunas personas. A Sakura, aprendiz de la Hokage con la que se llevaba medianamente bien, a Neji y Ten Ten, alumnos de Gai y amigos de Lee, quienes por alguna razón estaban algo enojados con ella y la seguían a casi todas partes. Sakuma no tardó en descubrir que la estaban vigilando. Esa Hokage de verdad desconfiaba mucho de los extranjeros.
No había tenido tiempo de aburrirse durante esos días, gracias a Lee. Ese chico sí que era persistente en eso de ser rivales. Habían tenido toda clase de estúpidas competencias, siendo Sakuma ganadora tres veces de cinco y eso no solo hacía sentir a Lee como un perdedor, sino que lo motivaba a mejorar. Saku jamás había visto a alguien entrenar tan duro.
Por otra parte, también estaba Gai-sensei. Ese viejo había ayudado a Sakuma a entrenar desde el segundo día cuando ella le preguntó de qué se trataba eso de las "llamas de la juventud". Él llevaba lo de entrenar al siguiente nivel y jamás se había sentido más agotada. Toda su vida había practicado en el ámbito de los ninjutsu, sin embargo con él tuvo que aprender todo lo que se refería a taijutsus, y lo cierto era que no se le daba tan mal pero era demasiado trabajo para su gusto.
Ahora por suerte se hallaba tranquila, leyendo bajo un árbol y levantando la mirada solo un par de veces para observar al equipo Gai entrenar. Por un lado estaban Neji y Lee, ambos peleando amistosamente y ayudándose a corregir sus errores -le sorprendía lo bien que el cejotas podía contrarrestar el Byakugan de Neji, que según le habían explicado era un Kekkei Genkai muy poderoso- y por el otro estaba Tenten, con sus pergaminos. La miró atenta. No le gustaba mucho su modo de combate, pero se defendía. Era rápida. Desvió nuevamente la mirada, esta vez hacia Gai. Ese hombre agregaba otro par de pesas a sus tobillos. No quería imaginarse todo el peso que cargaba ahí.
Suspiró agobiada. No podía estar ni un segundo más rodeada de tanto esfuerzo físico. Por lo que se levantó y guardó su libro, para luego irse de allí sin siquiera ser percibida por nadie. Agradecía el ser silenciosa, sino ya tendría a Lee colgado de sus tobillos.
Caminó por las calles de Konoha con las manos en los bolsillos, observándolo todo. La aldea se veía tan alegre y verde. Le recordaba un poco a su pueblo.
—¡Sakuma, aquí estás! —escuchó una voz femenina que se le hizo conocida.
Volteó, encontrándose con que Sakura corría hacia ella.
—Ah, hola, Sakura —cerró los ojos y la saludó con la mano, amigable.
—No hay tiempo para decir hola —la tomó de la muñeca y largó a correr nuevamente.
Sakuma entreabrió la boca algo sorprendida ante su actitud y se dejó arrastrar por ella sin muchas ganas de correr.
—Hum, ¿qué sucede?
Sakura bufó. Si volvía escuchar a Saku comenzando sus oraciones con un "ah", "hum", "eh" o "uh", la golpearía.
—Creo que Kakashi-sensei regresó de su misión —le informó la pelirosa.
Los ojos de la Hatake se abrieron de la sorpresa como nunca antes y de inmediato se libró del agarre de Sakura, corriendo por su cuenta lo más rápido que sus pies le permitían. Oyó el llamado y quejas de la chica detrás de ella, pero poco caso le hizo y continuó con su carrera hasta llegar al edificio de la Hokage. Subió las escaleras sin que los guardias pudieran detenerla y entró abruptamente a la oficina de la mujer sin pedir permiso alguno.
—¿Qué crees que haces entrando de esta manera a mi oficina, mocosa? —habló Tsunade.
Sakuma miró por toda la habitación, buscando indicios de alguien más además de la Hokage, Shizune y el cerdo. Pero no lo había. Tsunade seguía viéndola con el ceño fruncido, aún con la mano extendida hacia el té que su ex-estudiante le ofrecía.
La decepción no tardó en llenar por dentro a la peliplateada, sin embargo lo disimuló tan rápido como pudo
—Lo siento —murmuró forzadamente, odiando el hecho de tener que disculparse.
—Creíste que Kakashi estaba aquí, ¿no es así? —la niña asintió—. Bueno, pues si Sakura se hubiera quedado unos segundos más espiando detrás de la puerta en vez de ir corriendo desesperada en tu búsqueda, se habría enterado de que mandé nuevas órdenes a Kakashi y que no volvería dentro de unos días más.
Sakura, quien nuevamente oía detrás de las puertas, se sonrojó violentamente y tragó saliva, yéndose de allí corriendo con la mano en el pecho. La Hokage negó con la cabeza al ser consciente de eso y suspiró antes de hablar.
—Te he dicho que te llamaría, Sakuma —miró a la aludida—. Serás la primera persona que verá Kakashi al llegar. Deja de irrumpir así en mi oficina.
—Hai —asintió y salió de allí.
La Hokage tenía razón. No podía salir disparada como una desquiciada cada vez que quería u oía rumores de que su padre estaba allí. Era una falta de respeto hacia la persona que le permitía estar en la aldea siendo una desconocida. Pero no podía evitarlo.
Al salir del edificio se encontró con que Sakura la esperaba fuera. Quiso hacerse la despistada y seguir caminando, no teniendo ganas de oír su aguda voz, pero la pelirosa se puso rápidamente a su lado. Sakuma había llegado a la conclusión de que no tenía muchos amigos que digamos, ya que la seguía a todas partes.
—En serio creí que esta vez si había llegado —se excusó.
—No te preocupes —se encogió de hombros.
—Es extraño. Kakashi-sensei no suele demorar tanto en sus misiones —pensó en voz alta.
—Está en una misión de reconocimiento —explicó—. No puede ser descubierto y tiene que ser sigiloso —habló con pereza y sacó su libro como excusa para no hablar con ella.
Sakura frunció el ceño al verla sacar el libro. ¿Sakuma trataba de ignorarla?
—¿Qué lees? —se atrevió a preguntar.
—Uno de los libros de mi madre —murmuró.
—¿Tu madre escribía? —abrió los ojos sorprendida y estiró el cuello intentando ver, sin embargo Sakuma cerró el libro de golpe y lo guardó en su bolsillo. Sakura se aclaró la garganta incómoda—. Oye, ¿tienes hambre?
—Mucha, sí —asintió.
—Puedes venir a comer a mi casa. Mi madre ya debe tener pronto el almuerzo.
—Ah, no sé si deba...
—¡Insisto! —chilló.
Sakuma abrió los ojos exaltada.
—Bien, de acuerdo. ¿Por qué no? —alzó las cejas.
Sakura sonrió y comenzó a caminar hacia su casa.
Lo cierto era que desde que Naruto se había ido a entrenar con el maestro Jiraiya, ella ya no tenía con quien compartir su tiempo. Solo entrenaba todo el día junto a la Hokage y de vez en cuando hablaba con Ino o Lee. No tenía muchos amigos, no como Naruto. Y ahora que Sakuma llegó así de improvisto lo vio como una oportunidad de hacer una amiga nueva. Solía desesperarle tratar de llevar una conversación con ella porque solía responder con monosílabos o movimientos de cabeza, pero contenía las ganas de gritar y hacía su mayor esfuerzo para intentar seguir la charla. Además, por lo poco que habían compartido, se dio cuenta de que disfrutaba pasar el tiempo con ella. Para ser menor era alguien muy interesante. No era de contar cosas personales, sin embargo un par de anécdotas que le había confiado eran muy divertidas. Tenía esperanzas de que tal vez ese fuese un inicio de una amistad como la que ella quería. Desde que había notado el lazo tan fuerte que Naruto tenía con Sasuke o que desarrollaba con todos los que conocía, había sentido un poco de celos. Sakura no creía tener a alguien que haría todo por ella, como todos con Naruto. Y era un poco triste. Ella quería tener un lazo así, y creía que tal vez la Hatake era la indicada.
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