Capítulo Especial III
CAPÍTULO ESPECIAL III:
EL ENTRENAMIENTO ORIGINAL
Hace mucho tiempo...
—¡No puedo! —gritó en frustración, cayendo al suelo de trasero por centésima vez.
—Bien, entonces deja de intentarlo y quítate la ropa shinobi que te hice, llorona.
—¿Ropa shinobi? ¡Usaste mis últimas sábanas para hacerla luego de usar las demás para hacerte cortinas!
—Además de llorona, malagradecida —suspiró la mujer mirando al cielo—. ¿Qué hice para merecer esto, mi hermoso Tobirama?
Sakuma rodó los ojos y se dejó caer sobre el césped. La anciana siempre pedía paciencia a ese "hermoso Tobirama", ¿pero a ella a quien podía pedir paciencia? La anciana llevaba hora y media golpeándola con su bastón y llamaba a eso enseñarle Taijutsu. Já. Si eso era Taijutsu entonces ella era un sapo con vestido.
—Escucha, niña. Si no puedes hacer algo tan simple como esquivar unos golpes de una vieja entonces jamás serás como tu padre —habló tosca.
—Pues podría hacerlo si me dijeras cómo. Tú solo dijiste que intentara eludirlos sin darme una base de qué hacer —se sentó enfadada, un nudo se formaba en su garganta—. ¡Mira cómo me dejaste! —mostró sus brazos y piernas llenos de moretones.
—Booh, pobre princesa, ¿vas a llorar?
—¡Agh! ¡¿Cuál es tu problema conmigo?! —se puso de pie. Su nariz comenzaba a tornarse roja—. ¡Todo este tiempo solo me has tratado mal! ¡Hubiera pateado tu trasero si no fueras tan vieja!
La anciana comenzó a reírse a carcajadas de una manera que Sakuma sabía que solo una bruja lo haría. Oyó a la mujer reírse y burlarse de ella un par de minutos, aquello le obligó retener las lágrimas de coraje que querían salir.
—Escuchen a la mocosa. Patear mi trasero, dice —fingió limpiarse lágrimas de risa—. Nadie puede conmigo. Ni siquiera el mismísimo Hokage podría, corazón —la señaló con el dedo—. La única que pudo fue... fue la shinobi más poderosa de este país —tartamudeó un poco—. Y aún así perdonó mi vida. No sabes lo enfadada que estaba. Los Uchiha como siempre tan arrogantes. Me dan asco.
—Apuesto a que a ellos les das más asco —espetó con voz temblorosa. Le dolía todo el cuerpo.
La mujer la vio de arriba a abajo antes de responder.
—Parece que sí —sonrió—, y aún así no hacen nada al respecto. Tú no eres la excepción. Mírate, estás a punto de llorar, boo-hoo.
—¡Déjame en paz!
—Tú eras la que suplicaba para que te enseñara lo que sé días atrás.
—¡Deja de burlarte de mí!
—¿Crees que en una lucha los ninjas elogian lo lindo de sus accesorios, mocosa? ¡Ten algo de carácter! Esto no es un juego de niños, se trata de muerte. Así que si no puedes soportar unos cuantos comentarios es mejor que te dediques a mendigar por comida. Si no te gusta el trato, te largas. Yo no voy a tratarte diferente solo por ser una niñita.
—¡Te odio! ¡No sé ni siquiera por qué te pedí ayuda, eres de lo peor! —sollozó furiosa.
—¡Pues si tanto me odias y no quieres que te enseñe, ¿qué es lo quieres, niña inútil?! —la señaló con el bastón.
—¡A mamá! —gritó ahora entre lágrimas antes de darle la espalda y alejarse furiosa de allí.
La anciana bajó lentamente el bastón con un suspiro. Tal vez se le había pasado un poco la mano con la niña, ¿pero qué podía hacer? Ella no sabía cómo tratar con niños, había sido una de las más sangrientas shinobi de su época después de todo, no una ama de casa.
Si tan solo no se hubiera involucrado con aquella muchacha de ese asqueroso Clan nada de aquello estaría sucediendo. Sin embargo ahí la tenían, de madre sustituta de una cría Uchiha y, para peor, sabía que ahora debía de disculparse con ella. Después de todo era solo una mocosa, no podía desahogar en ella toda su furia hacia su Clan, del que ni siquiera sabía que era parte. Sakuma era una niña inocente dentro de todo el asunto y ella estaba demasiado anciana como para discutir todos los días. Además... ella era lo único que esa niña tenía.
Suspiró nuevamente antes de dirigirse hacia donde seguramente la niña se encontraría: la lápida de su madre.
(...)
—No voy a hacerlo.
—Y dale otra vez con el no —murmuró la mujer—. No te estoy pidiendo que te cortes una mano, solo que hagas un estúpido clon.
—Aún no puedo usar chakra. Sigo desmayándome y lo sabe —se cruzó de brazos.
La mujer rodó los ojos.
La niña era una prodigio. A sus siete años podía dirigir chakra a cualquier parte de su cuerpo, sin embargo lo drenaba por completo al más mínimo uso, causando que quedara inconsciente.
Era evidente que esto sucedía gracias al sello que le había puesto. Éste no dejaba que el chakra fluyera con normalidad y provocaba irregularidades al momento de usarlo, haciendo que Sakuma no pudiera dominarlo y este fluyera sin control. Por otra parte, el mismo contenía una gran porción de su chakra y eso no ayudaba en nada. Lo único bueno era que la mocosa poseía cantidades anormales de él, así que no era un gran problema.
—Niña, jamás aprenderás a controlarlo si jamás practicas —dijo—. Además ya casi lo logras.
—Pero usted dijo que podría morir...
—No en mi guardia —le aseguró.
Sakuma lo pensó nuevamente. De verdad quería ser una gran shinobi y enorgullecer a su padre al momento de conocerlo, no podía tener miedo y desistir así como así. ¡Ni siquiera había comenzado aún! Además solo debía hacer un estúpido clon.
Observó la duda poco a poco desaparecer en la mirada de Sakuma. La niña no tenía nada que temer, si algo le sucedía ella sabría cómo manejarlo. No por nada era una Uzumaki.
—Bien... Si usted dice... —la miró dudosa unos instantes, antes de sacudir la cabeza y que su mirada se convirtiera en una decidida. Hizo el sello de manos—. ¡Bunshin no Jutsu!
Niebla impidió la vista de la ex-kunoichi, pero cuando ésta se disipó...
La anciana abrió los ojos estupefacta ante la aparición de cientos y cientos de clones a su alrededor que abarcaban toda su vista como si se tratara de un mar plateado que cubría el valle. Aquello era... sorprendente, mas no duró mucho dado que desaparecieron en humo blanco segundos después, dejando ver a los pies de la mujer una pequeña peliplateada que había perdido el conocimiento.
La mujer avanzó rápidamente hacia ella para comprobar si aún tenía pulso. Suspiró en alivio.
—Esta mocosa buena para nada —gruñó—. Haciéndome tener que cargarla hasta la casa. Pues que ni lo piense —la tomó simplemente del pie y comenzó a caminar de regreso, arrastrándola colina arriba.
(...)
—Bien. Así que ya no apestas tanto en Taijutsu y administras tu chakra casi decentemente —enumeró la mujer.
Sakuma asintió.
—Entonces ahora quiero que subas a ese árbol solo con los pies y de ahí aterrices en el lago de pie sobre la superficie.
—De acuerdo, ¿antes o después de que me transforme en unicornio, señora? —dijo con sarcasmo.
—¿Puedes cerrar la boca? Estaba a punto de explicarte cómo hacerlo.
La menor rodó los ojos y recargó su peso en una pierna, esperando que la mujer hablara.
—Mocosa impertinente... —murmuró mirándola de reojo—. La práctica de escalar árboles no es difícil, es algo sumamente básico. Lo único que debes hacer es dirigir una pequeña cantidad de chakra hacia la planta de los pies —explicó, avanzando hacia el árbol y, para sorpresa de la niña, comenzando a caminar sobre su corteza como si fuese lo más normal de la vida—. Debes asegurarte de que sea solo el necesario. Si canalizas demasiado chakra podrías quedarte clavada dentro del tronco por la fuerza que provocas, y si es muy poco caerás al suelo.
—¿Pero cómo puedo darme cuenta si la cantidad de chakra que aporto es la necesaria? —preguntó, mirando a la anciana que ahora se hallaba de pie con su bastón sobre una de las ramas más altas.
—Eso es cuestión de ensayo y error, niña —espetó con obviedad.
Sakuma bufó, le esperaban sin duda varias caídas.
—¿Y qué hay sobre caer en el agua de pie? —cuestionó—. ¿Es lo mismo?
—Oh, no. Eso es más difícil —negó con la cabeza—. No solo tienes que dirigir chakra a las plantas de tus pies, sino que ese flujo debe ser constante y adaptarse al movimiento del agua para que pueda repelerte correctamente y no hundirte.
—No es posible que yo pueda hacer eso —dijo estupefacta—. Hasta hace unos días ni siquiera podía hacer un clon.
—Exactamente por eso podrás —respondió con seriedad—. Porque hasta hace unos días no podías y ahora sí, al igual que con taijutsu. Avanzas rápido, así que yo también debo avanzar rápido. Deja de decir que no puedes y hazlo, al igual que siempre lo haces.
—Pff, usted solo lo dice porque ya sabe hacerlo —murmuró por lo bajo, avanzando hacia el árbol con paso perezoso—. Con que chakra a la planta de los pies, ¿ah? —habló sola.
La niña miró su pie derecho con curiosidad.
—Bien, aquí voy —suspiró.
Sakuma cerró sus ojos, concentrándose. No podía ser tan difícil, ¿verdad? Aquella anciana lo hizo subiendo incluso con su bastón.
Dirigió chakra a la planta de su pie derecho, eso era fácil para ella, para luego apoyarlo sobre el tronco.
—¡Ahh! —chilló cuando su pie se hundió en la corteza—. ¡Sensei, mi pie! ¡Se atascó!
La anciana se llevó la mano a la frente, viendo cómo su alumna apoyaba el otro pie en el árbol y tiraba con fuerza de su pierna derecha con las manos, tratando de liberarse. La situación ni le sorprendía.
—¡Te dije que debía ser poco chakra!
—¡Pues yo creí que eso era poco!
—¡Agh, siempre lo mismo contigo! ¡Una te da palabras de aliento y de nada sirve con lo inútil que eres!
—¡Solo cállese y ayúdeme, anciana! ¡Esto duele!
—¡¿Anciana?! —exclamó ofendida, comenzando a caminar de regreso hacia el suelo—. Ahora libérate tú misma. Y más te vale no aparecer por casa si no lograste el ejercicio.
—¡Pero...!
—¡Nada de peros! —la interrumpió, pasando por su lado y comenzando a alejarse de allí.
Sakuma abrió los ojos atónita, comenzando a tirar de su pierna con más fuerza.
—¡Hey! —gritó con rabia al ver a la anciana alejarse—. ¡Regrese aquí y ayúdeme, vieja histérica! ¡Hey! —la mujer siguió caminando—. ¡Va a anochecer dentro de poco...! ¡Hay coyotes, ¿sabe?! —nada de respuesta—. ¡Bah, como si la necesitara! ¡Siga caminando nomas, a ver si se baja algunos de esos kilos que le sobran!
(...)
—¿Qué haremos hoy, sensei? —habló Sakuma estirando los músculos en expectativa.
La Uzumaki la miró en silencio. La niña aprendía rápido.
En una semana aprendió básico taijutsu, en tan solo unos días a utilizar chakra y fabricar clones y en solo unas horas amaestrar las técnicas de trepar árboles y caminar sobre agua. Solo había transcurrido un mes y aquella niña pasó de ser una mocosa común y corriente a una estudiante graduada de la Academia shinobi. No sabía si enorgullecerse de ello o sentirse nerviosa de su tan rápido avance. Esa niña era la prueba viviente de que el talento puede ser hereditario.
Fumiko se lo había dicho antes de morir: que lo último quería era que su hija terminara como ella. Y ahora aquí estaba, a punto de enseñarle una de las más famosas técnicas de uno de los Sannin Legendarios. A este paso, cuando llegara a la adultez, sería tan poderosa como alguna vez su madre lo había sido.
¿Pero qué podía hacer? La cría Uchiha estaba decidida a ser ninja como su padre.
—Creo que ya ambas a esta altura sabemos que tú no tienes remedio alguno y te fascina utilizar cantidades exageradas de chakra para todo —comenzó la mujer.
—No es a propósito... —murmuró algo ofendida.
—Oh, no. Pero esta vez sí quiero que lo hagas —Sakuma la miró con interés—. Quiero que utilices esa gran cantidad de chakra y la dirigas a tus puños o piernas y, entonces, derribar ese árbol.
—¿Qué? —abrió la boca estupefacta—. ¿De verdad se puede hacer eso?
La Uzumaki asintió.
—Esa gran cantidad de chakra te servirá como amplificador de tu fuerza y lograrás hacer pedazos ese árbol como si estuviese hecho de papel. Claro que tomará al menos varias semanas de práctica.
Sakuma sonrió emocionada. Le gustaba la idea.
—Já, miren esa sonrisa psicópata —la miró de costado—. Se nota que te encanta acabar con cosas, al igual que con mis ganas de seguir viviendo sabiendo que tengo que criarte.
—Descuide, sensei. Ese árbol será leña para la estufa pronto —tronó sus nudillos, ignorando sus típicas quejas.
—Más te vale prometer cosas que puedas cumplir y no estés presumiendo.
—Yo siempre cumplo mis promesas.
—Entonces hazlo. Ya comienza a hacer frío.
—¡Hai!
La mujer sonrió imperceptiblemente al ver el cambio de actitud de la niña. Había pasado de no creer en ella misma en lo absoluto a tener un ego casi digno de su apellido, Uchiha, y lo logró por sí misma. La confianza, para un shinobi, es una herramienta sumamente importante y era lo único que le hacía falta hasta el momento para poder dar su máximo empeño. Ahora estaba segura que podía hacer lo que fuera, como el dominar la técnica de la pequeña Tsunade, claro ahora ya no tan pequeña.
Observó a la niña adoptar una posición de pelea frente al árbol y cerrar los ojos. Chakra se hizo visible en su puño izquierdo y en un pestañeo se había enterrado en la corteza sólida con una fuerza descomunal. Creyó que la menor se habría lastimado al ver que la fuerza no había sido suficiente para partir el tronco a la mitad, pero entonces el árbol comenzó a astillarse y finalmente caer con un gran estruendo de ramas partiéndose.
—¿Lo logré? —abrió un ojo la niña.
—L-lo hiciste... En el primer intento...
—¿De veras? —abrió ambos ojos, viendo cómo efectivamente el árbol se hallaba tirado frente a ella—. Genial.
—No... No entiendes —negó con la cabeza, acercándose a la niña—. Eso no es genial... Eso es extraordinario —miró a la menor unos segundos, antes de sonreír—. Bien hecho.
La mano de la mujer se apoyó en la cabeza de Sakuma, quien no se lo había esperado en absoluto, y la despeinó con orgullo. Aquella era la primera vez en que la anciana le demostraba cariño desde que la conocía y, por algún motivo, no se sentía incómodo o extraño. Se sentía cálido.
La Hatake rió feliz.
(...)
—¡Agh, tenga más cuidado! ¡Soy delicada, ¿sabe?!
—¡¿Qué quieres que haga si esto en vez de ser cabello parece melena de un león vagabundo?!
—¡¿Vagabundo?!
—¡Sí, vagabundo! ¡¿Cuándo fue la última vez que te peinaste?!
Sakuma guardó silencio.
La señora alzó las cejas triunfante y siguió en su labor de intentar peinar a la Hatake, quien se distraía sentada en el suelo jugando con un par de muñecos que ella le había hecho con unos trapos para su cumpleaños número ocho.
—Tu cabello es idéntico al de tu padre y abuelo —se quejó—. No hay manera de controlarlo. ¿Qué te parece ser calva a partir de hoy? Puedo cortártelo ahora mismo si quieres.
La niña había dejado de jugar al oírla.
—¿Se... se parece al de mi padre?
—Oh, sí. Es igual de feo —asintió, cepillando ahora con más suavidad al ver la mirada de ilusión de la niña—. También tienes su actitud malhumorada.
—¿En serio? —sonrió—. Sensei, ¿puede hablarme más de él? —la miró sobre su hombro con emocionada.
—Lamentablemente no lo conozco muy bien. Lo vi una vez, cuando era niño y vino al pueblo con su equipo. Sabía que era él por ser el hijo del Colmillo Blanco de Konoha —comentó.
—¿Colmillo Blanco de Konoha? ¿Mi abuelo era famoso o algo así? —la miró curiosa.
—Lo era —asintió—. Era un gran shinobi. Claro, que no tan bueno como yo, pero cerca —hizo una mueca de aprobación.
—Genial —sonrió mirando nuevamente al frente, retomando su juego contenta—. ¿Crees que podré ser como ellos algún día?
—Claro que no —negó repetidamente con la cabeza. Sakuma dejó de jugar, decepcionada de repente—. Serás mucho mejor porque eres mi alumna.
Sakuma volvió a sonreír y hacer que sus muñecos volvieran a bailar juntos como lo hacían anteriormente. La Uzumaki rodó los ojos secretamente feliz.
—Pero en serio, ¿no quieres que te rape?
—¡Sensei!
______________________
¡Hasta acá el capítulo especial!
Hace ya un tiempo planeaba darles un vistazo a la infancia de Saku con su sensei, ¿qué les pareció? ¿Ah? Si les gusta tal vez les de otro vistazo en el futuro.
Apuesto a que están súper sorprendidos de que publiqué tan temprano JAJAJAJAJA tranquis, soy yo, lo juro
¡Muchísimas gracias por leerme! ¡Jenn, fuera! 🍃
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