❁ཻུ۪۪Extra 1~熱サイクル
Taehyung pocas veces se sentía nervioso, esta era una de esas ocasiones. No es que temiera por lo que iba a vivir, pero bien sabía que sería una experiencia nueva en ese sentido. Sobre todo, porque él tenía una sorpresa entre manos y si salía como esperaba, sería un buen incentivo para Jungkook.
Desde hace una semana el vampiro se llevaba preparando, pues por fin pasaría un celo con su lobo. Todavía recuerda la timidez con la que su esposo le comunicó que pronto entraría en un ciclo de calor y necesitaría de su ayuda urgente durante dos días enteros.
La noticia le tomó desprevenido, pero fue cuestión de hacer cuantas para notar que se habían cumplido los seis meses desde la primera vez que lo mordió para apaciguar sus síntomas. En esa época se lo estaban tomando de lento, pero ahora no existía necesidad para eso.
El alfa era muy pasional cuando de intimar se trataba, sin embargo, él era quien llevaba las riendas en casi todos los encuentros con algunas excepciones a la regla. El vampiro en serio disfrutaba de la sumisión de su amado, pero no negaba lo caliente que lo ponía cuando se volvía más dominante con su persona. Y esta sería la ocasión perfecta para verlo lucirse de principio a fin sin ningún tipo de restricciones.
Todos los sobrenaturales que vivían en la mansión Kim se marcharon del lugar a las siete de la mañana, porque el celo de Jeon debía de estarse manifestando en unas dos horas más. Ese era el tiempo suficiente que tuvo Taehyung para preparar varias dosis de comida y a sí mismo.
Las hermanas de Jimin acogerían al resto de su familia en su hogar, por lo que Kim estaba en paz consigo mismo, porque eso también le garantizaría la privacidad que tanto Jungkook como él requerían. Nadie se quería traumar más de lo necesario y lo agradecía en demasía, pues lo mejor era evitar momentos incómodos entre ellos.
—Ya nos vamos, chicos—avisó Yoongi, entrelazando su mano con la de Jimin—. Así pueden ser todo lo ruidosos que quieran.
Ante la broma del brujo, el vampiro menor no se quedó callado.
—¿Quién es que habla de ruidosos? —bromeó, siendo testigo del sonrojo de una de las parejas que ya se encontraba en la puerta.
Jungkook contuvo una risa ante eso, sin querer dejar de abrazar y restregarse contra el cuerpo de su luna de rubí. Los síntomas del celo poco a poco se hacían presentes, prometiéndole perder la cordura y compostura.
—A nosotros ni siquiera nos miren, porque siempre hemos silenciosos y jamás nadie se ha quejado de eso hasta ahora—intervino Seokjin, dándole un pequeño golpecito en el hombro a su hermano.
—Eso es lo de menos. Mientras más pronto nos vayamos, será mejor para los dulces tortolitos, porque nadie aquí quiere escucharlos.
Hoseok decidió cortar el tema o los presentes tendrían una discusión que no tendría un pronto desenlace, recibiendo respuestas afirmativas de parte del diverso grupo. La pareja vio desaparecer a su familia a la lejanía, mientras Kim se encargaba de cerrar la puerta.
Cuando estuvieron en completa soledad, Jungkook acorraló a Taehyung en la pared para clavar su nariz en el cuello ajeno. El cuerpo del peligris se estremeció al percibir una lengua traviesa en sobre su dermis de Jeon, quien se deleitaba con el aroma a romero tan rico de su único amor.
—Koo, espera—pidió, pero al no obtener respuesta, se alarmó—. ¿Ya entraste en celo?
—Todavía no, Tae.
—Entonces, detente.
—¿Por qué? —inquirió con duda cuando levantó su rostro, observándole con esos orbes brillantes de color azul con destellos púrpuras en la parte del iris.
—Todavía tengo unas cosas que preparar, cariño—declaró, tomando del mentón con delicadeza—. Si te permito que avances, sé que no me podré alejar de ti hasta que te sientas mejor.
—Tienes un punto, ve—concedió, aleándose del mayor—. No pienso dejarte salir de la habitación una vez iniciemos.
—Gracias, no te vas a arrepentir, alfa.
Le robó un corto besito en los belfos, dejando una mordida en el inferior que hizo sonreír al menor.
—Yo sé que no, mi luna. Te estaré esperando en nuestra recámara.
—Sí, juro no demorarme más de la cuenta
Después de realizar esa promesa, Taehyung tomó rumbo hacia la cocina y dejar organizando los alimentos que consumirían a lo largo del día. Al estar listo con ese detalle, fue a la biblioteca en la que le esperaba una caja muy especial preparada por el hada al que consideraba su alma gemela.
Meses antes, Jimin le había jugado una broma cuando quiso sorprender a Jungkook con su comida favorita, mencionando que si deseaba comprar lencería no tenía motivo para avergonzarme de eso con él.
Obvio esa nunca fue su intención, porque en ese tiempo ni siquiera se planteaba involucrase sentimentalmente con el azabache. Pero ahora las cosas habían cambiado y no se lo pensó dos veces para tomarle la palabra. Park estuvo más que contento de ayudar a su amigo, consiguiendo lo que necesitaba con mucha anticipación.
Se dio un baño rápido, colocándose la ropa interior de color negro y vistiéndose con solo una camisa de seda que le llegaba hasta las rodillas. Acto seguido, fue a buscar los recipientes en los que guardó la comida y subió al segundo pido para enfrentar su destino.
De reojo, Taehyung revisó la hora en el reloj que colgaba en el pasillo, siendo consciente de que faltaba unos treinta minutos para que el calor se desatara como fuego intenso en su amado. Dio unos pasos más hasta quedar frente a la puerta de su habitación, por lo que, sin querer darle más vueltas al asunto, ingresó al sitio.
El aroma a cedro ya inundaba el ambiente, provocando sensaciones en su vientre bajo. Gracias a su fabulosa visión, pudo verificar que el licántropo se encontraba en la cama, esperándole con los ojos cerrados y la respiración un tanto agitada.
—Ya estoy aquí, alfa.
—Acércate, por favor, Tae. Sigo consciente—informó, incorporándose hasta quedar sentado.
Los orbes zafiro recorrieron la figura ajena de arriba hacia abajo, experimentando un hambre voraz por esos muslos descubiertos y esa boca de corazón que amaba besar en la mínima oportunidad.
No obstante, al ver que su esposo tenía en sus manos unos cuantos recipientes, supo que no debía hacer ningún movimiento hasta no tener autorización.
—Estoy tranquilo de haber llegado a tiempo, porque vamos a comer para no perder energías a medio camino—comentó, acercándose lo suficiente para hacerse un espacio en el mullido colchón.
—Algo me dice que eso no sucederá, mi vida. Los lobos tenemos una increíble resistencia, pero aquel día adormeciste mis sentidos y la historia cambió. Sin embargo, me gusta cumplir tus deseos y si quieres que comamos, así será.
El vampiro se ruborizó ante el comentario. Lo tenía muy claro, solo quiso bromear para romper la tensión. No era la primera vez que intimaban ni mucho menos, pero se sentía como si apenas estuvieran por vivirla. ¿La razón? El lobo de Jungkook sería más instinto que cualquier otra cosa y no quería ni imaginar la intensidad del encuentro al tratarse de un demonio.
Además, ese hecho le causaba bastantes expectativas.
Quería ver cuanto podría soportar, aunque esperaba estar a la altura luego de tantos encuentros previos. Conocía los gustos de su pareja y él los suyos, así que las esperanzas de un día espectacular y memorable estaban por el mismo cielo.
Quién sabe y ese se volvía el día favorito de los enamorados, ¿no?
—Te amo mucho, Jungkookie. Gracias por siempre ser tan atento.
—Yo también te amo, Tae. Esto no es nada, nos tienes a tus pies.
Que incluyera a su parte lobuna le parecía tan lindo, pero se abstendría de besarlo en la boca para no provocarlo.
Eventualmente, desayunaron algo liviano y nutritivo, capaz de satisfacer a sus estómagos. El azabache disfrutó en silencio de ser alimentado por su esposo, recibiendo la comida directo a su boca. Era el jodido paraíso ser consentido de esa forma. En definitiva, no lo cambiaría por nada del mundo.
Veinte minutos pasaron y los recipientes quedaron vacíos, por lo que Taehyung decidió levantarse para dejarlos sobre un mueble con los que seguían repletos. En determinado instante, percibió una sensación extraña sobre sí mismo.
Algo pesado.
Denso.
Tan profundo.
Giró su cabeza y vio cómo los ojos azules cambiaron a púrpuras en su totalidad, mientras su portador se lo devoraba con la mirada. Inconscientemente, sus orbes descendieron hacia la parte que miraba tan fijo, descubriendo el motivo que lo tenía así.
Sin pretenderlo, su camisa se había levantado hasta dejar a la vista la prenda íntima que el contrario debía descubrir más adelante.
—Mío. Solo mío—expresó, relamiéndose los labios.
Oh, maldición. ¿Saldría vivo?
Por supuesto, era inmortal.
Pero tal vez, solo tal vez, los próximos días se los pasaría en cama.
De todas formas, estaba más que dispuesto a correr ese riesgo.
Los botones de la camisa del vampiro salieron disparados cuando fue atrapado contra la pared para ser atacado por ese lobo hambriento. Percibió un camino de besos por su cuello que iba descendiendo hacia su pecho, mientras sus manos eran inmovilizadas sobre su cabeza. Sonidos de puro placer escapaban de su boca, mientras sus párpados apenas podían mantenerse abiertos.
Un gemido ronco brotó de su garganta cuando sus pezones fueron atacados con rudeza, uno por los labios ajenos y el otro por unos dedos que sabían cómo estimularlo. El proceso se repitió luego de unos largos minutos en los que el vampiro se permitió sumergirse en esa bruma de lascivia.
—¿Cómo puedes tentarme de esa forma, luna?
Esa declaración erizó la piel de Taehyung, quien notó como Jungkook le daba la vuelta para despojarlo de esa última prenda, manteniéndolo con las manos quietas en su espalda baja.
—Cariño, ahhh-
Un suave mordisco fue lo que su oreja recibió, mientras se llenaba de anticipación por los gruñidos que el lobo producía al tocar uno de sus muslos con su mano libre. Poco a poco su diestra fue subiendo hacia su trasero cubierto por la tela de encaje oscura.
—No sabes el regalo que me estás dando al usar esto, te lo devolveré con creces.
—S-Sorpréndeme.
Y eso fue suficiente para que el azabache metiera su mano dentro de su ropa interior para masturbarle con ahínco, a la par que dejaba besos y mordidas en la espalda descubierta de su amado. A estas instancias, las piernas de Kim temblaban ligeramente por la excitación. De no ser sostenido por Jungkook, hace rato hubieran cedido y estaría de rodillas en el suelo.
En otras circunstancias, esa no sería una mala idea para el alfa, pero lo menos que deseaba era alargar más la situación. Su mente estaba embotada de su dulce vampiro, al que quería devorar hasta acabar con su cordura. Deseaba que ambos se sumergieran en el placer de su unión carnal y alcanzaran juntos el clímax que los haría ver el cielo.
Pero por más que quisiera enterrarse en ese cálido interior, no era tan animal como para dañarlo y no prepararlo de forma adecuada. Se separó un instante, permitiéndole al peligris posar sus manos sobre la superficie en la que se encontraba recargado. Acto seguido, el lobo agarró el botecito de lubricante para comenzar con su actividad favorita.
Al no querer quitar la bonita lencería, la jaló hacia un lado para dejar al descubierto la entrada que debía dilatar con sus dígitos embarrados de ese viscoso líquido. Metió un dedo, y repitió la acción con dos más un minuto después. Las tres falanges entraban y salían, simulando embestidas, mientras las erecciones de la pareja cada vez eran más duras.
Dolían tanto, pero era un gusto culposo que ambos se torturaran así.
—¿Ya puedo follarte? —cuestionó sin filtros, jadeante.
—Mmgh... Estoy listo—aseguró, volteando su cabeza para dejar un beso en la comisura de la boca de su esposo, quien sonrió de lado por el dulce gesto—. Puedes seguir, no te detengas más por mí.
—No pensaba hacerlo.
Jeon alineó su miembro y procedió a entrar con una lentitud tortuosa, apretando con firmeza la cadera del peligris. El susodicho contuvo el aliento cuando experimentó ser expandido por el dotado falo que tocaba su punto con una facilidad envidiable. Como siempre, lo primero que sintió fue una leve incomodidad, pero esta no demoró en desaparecer para dar paso a la deliciosa sensación de ser llenado hasta el fondo.
Los embistes comenzaron siendo rudos, sin ningún tipo de piedad. El lobo de orbes púrpuras era incapaz de controlarse ante la escena que se desarrollaba frente a él. Su pene saliendo y entrando de ese apretado y codicioso agujero que lo recibía tan bien era una maravilla, mientras su palma impactaba la tierna carne de los glúteos con los que su pelvis chocaba.
Los músculos de su mandíbula se apretaron al sentirse que estaba cerca, pero de lo que estaba seguro es que no quería dejarse ir en esa posición. Salió de su pareja y lo giró por segunda ocasión para crear un intenso contacto visual con él. Tampoco le dejó decir nada cuando una vez más se hizo espacio entre sus piernas para darle una certera estocada, mientras le levantaba una pierna que quedaría a la altura de su cadera para un mejor contacto.
La distancia entre sus anatomías era inexistente, conforme sus pieles se cubrían de sudor por el encuentro tan pasional que vivían juntos. El aroma de los esposos se mantenía mezclado en el aire que respiraban, provocando que el alfa gruñera con satisfacción.
En definitiva, Jungkook amaba marcar con su olor a Taehyung. Era una de las tantas cosas que lo volvían loco de felicidad a su parte lobuna y humana.
Luego de compartir unas miradas tan expresivas, el lobo unió sus belfos con los del vampiro en un beso necesario. Sus lenguas unidas buscaban el control, pero Kim yacía tan abrumado por las penetraciones constantes que apenas conseguía responder.
Esto estaba siendo mejor de lo que imaginó. Una verdadera fantasía.
Sin embargo, el calor en sus vientres bajos era tanto, que decidieron parar de besarse para concentrarse en llegar al arrollador orgasmo. La mano del peligris fue a parar a su propia erección para acariciarse de arriba hacia abajo con constancia.
Las palabras sobraban entre ellos cuando se comunicaban con los ojos, sus gestos y los sonidos lascivos junto a una que otra maldición que murmuraban.
El deseo de morder a su pareja estaba tan a la superficie que Jungkook no se lo pensó tanto para empezar a dedicar especial atención a ese bonito cuello, el cual era cubierto por esa marca que parecía una telaraña. La muestra de que su vampiro aceptó parte de su sangre demoniaca para salvarse después de ser gravemente herido.
Una de las manos de Taehyung no dejaba de acariciar uno de los brazos cubiertos por ese tatuaje que demostraba lo compenetrado que Jeon estaba con su parte oscura, hasta llegar al torso ajeno que delineaba con fascinación.
Jungkook dejó una mordida superficial cerca de la clavícula de su pareja, rozándolo con sus colmillos como si quisiera tentarlo a que le suplicara que lo marcara.
—Si sigues así, me voy a correr y quiero aguantar un poco más... ¡Ah!
—Esa es la idea, mi amor—dejó otra mordida y un beso en la porción de piel a su disposición, la cual yacía cubierta de marcas anteriores—. Hagámoslo juntos.
El vampiro notó como el lobo lo cargaba con una facilidad impresionante, mientras él enredaba sus piernas cuál cinturón en las caderas ajenas. Sus manos se habían trasladado hacia sus glúteos, amasándolos con descaro. La pelvis del azabache chocaba con fuerza, creando ese sonido tan característico y húmedo entre ambas anatomías.
—Mío, dime que eres mío.
—Sí, tuyo, siempre tuyo.
Tras escuchar las palabras que más le gustaban, Jungkook aceleró sus movimientos, clavando su dentadura en el cuello impropio hasta escuchar a Taehyung gritar su nombre en voz alta.
Ese hombre era tan suyo que dolía de una manera tan armoniosa e inigualable.
Cuando alejó su rostro de la deliciosa curvatura, la imagen que se desarrollaba frente a sus orbes era majestuosa, las mejillas ruborizadas y empapadas por la sobreestimulación, junto a la boca entreabierta del vampiro, eran dignas de guardar en su mente. El lobo se descargó en ese estrecho interior, notando como su abdomen también era manchado con la semilla de su esposo.
Cuando Kim se recuperó un poco del éxtasis que lo embriagó, puso sus labios en forma de piquito para recibir un beso cortito, pero lo que obtuvo fue un beso largo y hambriento.
Esto no estaba ni cerca de terminar.
Su cuerpo fue acomodado en la cama, porque su amado no pensaba darle la mínima tregua durante esos dos días, aprovechando que un nudo todavía no se había formado.
Diferentes posiciones, en diferentes lugares, con diferentes intervalos de tiempo, fueron el resultado del inminente celo del lobo rendidor e insaciable.
El susodicho lo había probado tantas veces y simplemente quería obtener más y más de él, porque sabía que no podía parar. Así era desde su vida pasada y si el destino los volvía a separar, confiaba en que en una próxima sería igual.
Los únicos momentos en los que se detuvieron fue cuando el vampiro pidió un espacio para recuperarse, comer, cambiar las sábanas y darse baños para quitar los fluidos sobre sus pieles, pues después de la primera anudada del licántropo en su interior, terminó hecho un completo desastre.
En ese preciso instante, la pareja se estaba alimentando después de la última ronda, porque el ciclo de calor había finalizado con éxito y satisfacción para las dos partes involucradas.
—Perdóname si fui muy rudo, Tae.
El azabache parecía un cachorro con la cola entre las patas, mientras dejaba caricias en las piernas desnudas que yacían cubiertas de mordidas y chupetones.
Lucían tan bonitas, porque las hizo con mucho cariño y devoción.
—Sabía a lo que me metía, no te disculpes, Jungkookie—lo consoló, quitándole un rastro comida con una servilleta—. Lo único que necesitaré en los próximos días son tus cuidados y no moverme mucho, porque es obvio que voy a caminar como un venado recién nacido.
Ante la broma del mayor, dejó salir una risita de solo imaginar la situación.
—Tienes razón, y créeme que te cuidaré muy bien, porque no pienso dejarte salir hasta que te recuperes—prometió con determinación, tumbando a su pareja sobre el colchón para rodearlo con su cuerpo al haber terminado de comer—. Además, tampoco tengo ganas de que nadie vea las marcas que te dejé, ese es un honor que solo tengo yo.
—Que seas territorial es un efecto posterior al celo que me encanta.
El peligris acarició las manos que yacían en su vientre descubierto, disfrutando de la posición en la que estaban. Ser la cuchara pequeña les fascinaba, porque se sentía tan protegido ante ese fuerte y posesivo agarre por parte del menor.
—Me alegra tanto saber eso. Mi parte lobuna y yo estamos agradecidos por eso.
Cumpliría esa promesa a cómo diera lugar, ya se imaginaba a sí mismo velando por el bienestar del amor de su vida, con mucha dedicación en cada uno de los sentidos. Porque no importaba que pensaran que fuera exagerado, eran sus instintos actuando en agradecimiento a lo sucedido.
—Los amo a los dos con locura y acepto con gusto todo lo que me dan—confesó, girando su cabeza lo suficiente para robarle un beso—. Siempre será así, no lo olvides.
—No lo olvido, pero no por eso voy a dejar de recalcarlo. Te amamos tanto, mi luna de rubí.
—Hasta nuestro último aliento será así, eternamente.
El lobo asintió con convicción, dejando un beso en la frente del vampiro antes de que sus fuerzas de voluntad cedieran y cayeron en un sueño profundo.
Deleitándose con la calma que les producía estar juntos y sabiendo que era un hecho que continuaría por los siglos de los siglos.
Fin 🦇
Esto se los debía desde hace mucho tiempo, espero les haya gustado. Nos vemos en el próximo y último extra por ahora. Gracias por leer, mis corazones.
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