Últimamente he dormido poco y no hablo solo de cerrar los ojos, sino de tener la mente descansando o por lo menos sin tanto ruido.

Podría decir que la pasión es como un sello de mi esencia, aunque a veces, creo seriamente que esta sobredosis, va a terminar matándome de una migraña poética, rara, incurable, letal y no sé si contagiosa.

Vivo, como, respiro y sueño poesía, siempre estoy esculpiendo metáforas de todo lo que leo, de todo lo que veo , de toda la tropelía de imágenes y sonidos que a diario se me presentan.
Entonces los versos me asedian en todo momento, son como voces que me susurran constantemente y de noche son como fantasmas que perturban mi sueño.

Creo que no es normal tanta poesía revoloteando en mi cabeza. A veces cuando intento escribir, tengo tantos pendientes que siento que me van a explotar las venas, a veces la hemorragia de versos no me da tiempo de digerir bien una estrofa y solo las tengo que engendrar, casi con el ritmo de un caballito del mar, pariendo.

Y me clavan las estocadas de la culpa por haber abortado tantas ideas que no pude eyacular en un papel, que se perdieron en el olvido, aunque sospecho que éstas se reencarnan y vuelven a revolotear frente a mis ojos porque son las mismas voces que se pugnan por tener un coito entre el tintero y mi pluma revolcándose en el papel.

A veces cuando escribo, comienzo a sudar y sangra mi alma desde mis ojos hasta mis huesos y me siento poseído por un espíritu raro y superior, que es más fuerte que mi propia voluntad y soy como una guitarra que no se puede negar a los dedos que arpegian y rasguean sus cuerdas de una manera sobrenatural y la melodía sigue delineando más pasión y más poesía.

Algún día, digo yo, viviré la poesía a tiempo completo, sueño con despertarme con un café cargado y cabalgar los versos, arder, jadear y gemir de placer de orgasmo en orgasmo, todo el día; embriagado con cafeína de la más vil poesía.

No quiero terminar mi vida afirmando que mi anhelo es escribir para vivir yo deseo intensamente vivir para escribir porque sino escribo voy a comenzar a morir de anemia poética.