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T. Cultura del odio

A JungKook le resulta increíble la cantidad de gente que se encuentra rodeando la empresa. Ni siquiera detrás de sus lentes negros, es capaz de soportar la inmensa cantidad de flashes que rodean el lugar. A la lejanía, el auto está en espera de poder ingresar al estacionamiento; no obstante, los paparazzis volverían imposible el poder entrar.

      Lo único que JungKook puede pensar y agradecer en ese momento, es que al menos no se trata de él todo este alboroto.

     —A este pobre chico se le arruinó la vida en unos cuántos segundos. ¿Ves lo que digo? —SeokJin sostiene impaciente el volante, intentando avanzar entre la multitud—. Tiene apenas tres años que lanzó su primer álbum, ¿y ahora qué va a hacer?

      JungKook muerde su nudillo inconscientemente, pensando seriamente en las palabras de SeokJin.

      El problema que envuelve hoy a la empresa, es a su ex chico favorito: Lee SuHo. Probablemente no era de los más famosos en toda la nación, pero lo suficientemente reconocido para armar un alboroto a nivel nacional. JungKook no lo tiene especialmente presente en sus memorias, ni siquiera lo había visto las suficientes veces como para al menos sentirse en la necesidad de hablarle. Pero, siempre, sin importar si lo conoces o no, resulta en un dolor de corazón el ver a un colega del entretenimiento ser cuestionado a cámara en vivo acerca de sus acciones.

       El suspiro de JungKook lo deja en evidencia, lo que provoca que SeokJin intente apresurarse tocando el claxon del automóvil. Es posible sentir los haloneos del carro al intentar avanzar entre la gente.

     —Pero no entiendo, ¿no se supone que la chica es mayor de edad?

      —Aparentemente lo es. —SeokJin aún se mantiene al pendiente de lo que sucede fuera—. Pero, de todas maneras, eso no es lo que le importa a la gente.

      —Ni siquiera creo que sea un video malo.

     —Yo vi el video.

     El rostro de JungKook se transforma en uno de molestia al escuchar eso. No tarda en recriminar con la mirada a SeokJin al instante, provocando que el manager se alce de hombros.

      —Como dices, no es un video malo. Se dieron un beso estando en un parque y ya.

      —¿Entonces por qué tanto maldito problema? —suelta JungKook, enojado.

     Un suspiro repleto de reflexión sale desde el fondo de los pulmones de SeokJin. A la vez, los guardias del edificio insisten entre la orda para que dejen pasar el automóvil de los integrantes de la empresa, quienes fueron rápidamente convocados al edificio con el propósito de evitar entrevistas acerca de su compañero de trabajo, Lee SuHo.

      Jin no sabe bien cómo necesita explicarle lo siguiente a un chico que fue lanzado al medio, sin preparación, sin necesidad, sin deseos de destacar. Hay algo en JungKook que es mil veces más difícil que en todos los demás chicos a los que ha representado o podría representar. Es un algo que no se comprende, y mucho menos se nota a simple vista, pero entre más tiempo pasas con él, más fácil te será identificarlo.

     JungKook no quería ser famoso.

     Solo ese hecho, ya lo hace un reto.

      —Bueno... Es un poco difícil de explicar. —Por el retrovisor, ambos se miran en silencio por unos cuantos segundos. Después, Jin continúa—. Ídolo... tiene una connotación religiosa. Una deidad... ¿Y sabes quién es el único que no tiene defectos?

       —¿Dios?

      —Dios, sí. —Jin busca el lugar donde les corresponde estacionar, pero continúa hablando—. Las personas que te admiran y te idealizan, terminan viéndote como un ser sin defectos.

      —¿Entonces tener pareja siendo famoso es un delito?

      —Sabes que no. Pero quien te admira... Bueno, es más bien un defecto de la sociedad en la que vivimos. —Jin se queda en silencio unos cuantos segundos—. Tampoco lo comprendo bien, y no sé por qué un sinfín de personas se dedican a fomentar el odio.

      —¿Pero...?

      —Pero, estas personas están tan... hundidas en tu persona que terminan por pensar que nadie te merece, ¿sabes?

       —En serio, solo suena como un montón de mierda para excusar a una bola de locos.

      Pero SeokJin ya no pudo decir más a eso. Es cierto. No hay ninguna buena excusa para algo como eso, para todo ese odio indiscriminado que se lanza a una persona famosa por sus acciones. Claro, como figuras públicas siempre son más propensas a ser odiadas. Más, a veces las razones son lo suficientemente injustificables. Incluso si una persona actuó mal, lo cual no es el caso en este momento, ¿no hemos sido muchos víctimas de los errores de la vida? Si uno ve el mundo como la oprtunidad para ser perfecto, claro que jamás veríamos a aquellos que habitan en él como personas merecedoras de esta vida. SeokJin piensa lo mismo acerca de la situación que ahora envuelve al joven SuHo, al cual pocas veces le dirigió la palabra, pero que se notaba no era un mal chico. ¿Por qué hay tanto revuelo por un simple beso?

     Es que así funciona el ser famoso. Es como si de pronto te volvieras parte de ellos, y ellos se sienten dueños de un pedacito de ti. Infinitesimalmente te vuelves un objeto, y todos parecen tenerte en sus manos. Una vez que dejas en clara tu autonomía, uniendo tus pedacitos hasta poder ponerte de pie y darle un beso a alguien, ya no eres su objeto, sino un arma que los ataca dos o tres veces en el corazón. Si eras de ellos, y ahora ya no, ¿no significa eso que has sido despojado de sus brazos? Entonces, si no has sido robado, ¿has querido irte por tu propia cuenta?

      Pues que desconsiderado eres. No te los mereces. ¿Cómo podrías merecer ser una posesión de tan magníficos dueños? En cambio, lo que mereces es una ola de odio desmesurada para hacerte arrepentir de haberte armado a ti mismo y alejarte del dueño que tanto tiempo le tomó despedazarte para mantenerte amarrado.

      —No tienes que entrar a la reunión si no quieres. —SeokJin menciona, quitándose el cinturón—. No creo que digan algo que realmente te interese.

      —Gracias. No quiero entrar.

      A SeokJin realmente le interesa más que JungKook no entre. Jeon JungKook no ha entendido aún que hay cosas que difícilmente van a cambiar, pero a veces esa timidez característica de él, es solamente un espejismo; de pronto, él se pondría de pie para decir que algo no es apropiado y que no tiene sentido. Pero un mundo perfecto como lo es este, esos reclamos solo se traducen en trabas y rocas en el camino, que suelen ser solucionadas por sus dos padres famosos.

     Si no te gusta el medio, entonces no te entrometas en él. Pero, una vez dentro, obedece y haz caso.

     Una vez bajo el auto, ambos caminan pensativos. De pronto, JungKook recuerda algo.

      —SeokJin, ¿conoces a los inversionistas?

      —No a todos. —Jin mira a su alrededor, logrando distinguir los demás autos que entran—. Conozco a los que tienen oficinas en la empresa, ellos son los más accesibles.

      —¿Conoces a algún inversionista Kim?

     —Hay dos o tres... Aunque uno es más reciente que los demás. Hace poco se lo ve en la empresa, tal vez tiene un año.

      JungKook guarda silencio, caminando con las manos dentro de los bolsillos. Probablemente, el reciente inversionista es el padre de TaeHyung. Eso sí le hace sentido, de esa manera podría justificarse el no haber notado a una persona tan excéntrica pasearse por aquel lugar, no verlo en fiestas de la compañía, en reuniones donde se solicitaba la presencia, en las subastas de acciones para nuevos trainees y debuts.

     —Pero es un poco extraño, ¿sabes? —A la lejanía, ambos ven a Bae sentada en la recepción. A diferencia de otros días, no hay nadie a su lado—. Nadie sabe de dónde vino, un día el inversionista Lee lo presentó y de pronto, ya era inversionista.

     —¿No funciona así siempre?

     —Mmm... pues no. Siempre hay un precio alto que pagar.

      Antes de poder hacer otra pregunta, SeokJin se dirige a la sala de juntas, apenas saludando a Bae. JungKook también lo hace, y aunque le gustaría preguntar por la presencia de cierto individuo, solamente evade el tema. Así, cuando termina de anotarse en la lista, camina en dirección a algún lugar. Lo cierto es que busca con la mirada, una persona crítica y realmente importante.

      De hecho, da con ella. La sonrisa pequeña de JungKook se alza por lo bajo, quitándose los lentes negros por un segundo. No obstante, TaeHyung no ha distinguido aún su presencia y no se encuentra solo. A su lado, un señor vestido de un traje gris le habla cuidadosamente, cercano a él. TaeHyung mantiene los ojos pegados al suelo, como pensando en lo que se le está diciendo, asintiendo repetidas veces con la cabeza. La escena es por demás curiosa a los ojos de JungKook, que repentinamente le quita los ojos de encima a TaeHyung y su padre, pero de repente le gana la curiosidad y los mira nuevamente. Pasan pocos segundos, hasta que TaeHyung alza la mirada, aún recibiendo palabras por parte de su padre.

     Cuando sus ojos se encuentran con los de JungKook, una ligera capa de sorpresa los invade. TaeHyung alza las cejas, pero su expresión no pasa a más de una repleta de asombro. De nuevo, TaeHyung regresa la vista hasta su padre, asintiendo lentamente. Hay una ligera pizca de apresuramiento en la manera en la que asiente repetidas veces, como queriendo que la conversación termine. Finalmente, el señor Kim regresa la mirada al frente, topándose con el mismísimo K. A esto, el hombre no puede evitar emitir una sonrisa compasiva, llevando la mano hasta su corbata y arreglándola.

      No hay oportunidad para nada más, pues el hombre se da media vuelta, dirigiéndose, muy probablemente a la junta.

      —¿Interrumpí algo? —JungKook se atreve a preguntar. Nota aquel semblante distante—. ¿Te estaban regañando?

      —¿Regañando? —TaeHyung camina hasta él, algo pesado—. Nada de eso.

      —Es tu papá, ¿no?

      —El mismo.

      —Luce como una persona agradable.

     TaeHyung desvía los orbes a un costado del pasillo, y suelta una risa. —Lo es. ¿Qué haces aquí? ¿No entrarás a la junta?

     —K no entra a las juntas. No me apetece sinceramente, no creo que hablen de algo interesante.

      —Bueno... ¿No es todo esto por Lee SuHo?

      —Sí. —JungKook se toma un tiempo para pensar en la pregunta que podría lanzar ante la situación, pero no hay mucho de que hablar—. ¿Qué opinas de eso?

       —¿Realmente no sabes lo que pienso de eso? Ah, pues no me sorprende. No creo que esté bien. Y odio la fama por esta clase de cosas.

      —Cuántos problemas puede causar un beso, ¿no?

      —Mi papá dice que en la junta van a... no sé, van a pensar alguna manera de resolver el daño. —TaeHyung se toma el tiempo para moverse de lado a lado, un poco aburrido de estar de pie—. Y que están previendo retrasar el debut de... Ahm... No recuerdo el nombre... ¿Katheryne?

      —¿Tu papá es inversionista de Katheryne?

    Katheryne es una vieja trainee, la cual ha ganado popularidad entre los jóvenes. De hecho, la proyección marcaba un éxito seguro. Aunque K la conoce, no es como si fueran amigos; no obstante, alguien que invierte en ella debe ser porque tiene cierta relevancia en el medio. Por otro lado, JungKook imagina lo difícil que debe ser para él tener la preocupación de haber perdido dinero en algo como eso, por una absurda y sinsentido polémica.

      —Pues... —De nuevo, TaeHyung evita la mirada de JungKook, llevando los ojos a un costado de la habitación, para después decir en un tono bajo—: lo será.

      —¿Lo será? ¿A qué te refieres?

      —A que no lo es, pero lo será.

      JungKook abre los ojos con un poco de incredulidad y suelta un quejido. —Oh, ¡wow! Resolviste cada una de mis dudas. 

     —Pues no hagas preguntas tontas.

     —Tienes razón. Yo y mis preguntas tontas, ¿no?

      A diferencia de otros días, a TaeHyung no se lo ve tan expresivo con sus facciones. Mas bien, está algo anonadado, perdido. JungKook se toma el tiempo de observarlo de pies a cabeza, pero no hay nada en él que tenga siquiera la intención de explicar su estado traslúcido. Aunque tiene muchas ganas de preguntar qué es lo que lo tiene tan agobiado, JungKook prefiere no sonar intrusivo y dejar las cosas fluir. Si TaeHyung quiere hablar de eso, posteriormente lo haría. Si no, realmente no hay mucho que se pueda hacer.

      —¿Estás libre ahora?

      TaeHyung alza las cejas y sonríe ligero, bastante juguetón. —¿Para o por qué?

      —Para pasar el rato.

      —¿Pasar el rato dónde?

      —Pues podemos ir a mi cubículo o algo.

      —¿Tienes cubículo? —pregunta asombrado.

     —Bueno, otros tienen estudios, salas de ensayo, salas de descanso y yo tengo un cubículo.

      —¿Y qué quieres hacer?

      —¿Vas a hacerme preguntas sobre todo lo que te estoy diciendo para al final aceptar, o me vas a decir sí y ya?

      Antes de responder a eso, TaeHyung abre la boca y la cierra de inmediato. A veces ha de admitir que bajo esa ligera capa de JungKook, se oculta un peculiar rezago de K. Kook ha insistido repetidas veces en que es cierta esta separación entre sus dos personalidades. Algo así como en fragmentado, pero sin la patológica complicación y, claro, solamente dividido en dos. No obstante, en momentos como ese, es irónico pensar que JungKook vive en K pero que K no vive en JungKook. Ellos son uno mismo, y la verdad es que ese cinismo repleto de burla es solo algo más en K.

      —Pero yo tengo que hacerle un favor a mi papá.

      —Entonces te acompaño a eso.

      —Ah, no. —El castaño niega rápidamente, mostrando la palma de sus manos—. Es algo que toma tiempo.

      —Tengo tiempo.

      Es claro que TaeHyung está evadiendo algo. JungKook ya lo sabe, ya se dio cuenta, de hecho ya hasta comprende que su presencia en lo que sea que esté pasando por la mente de TaeHyung es no requerida. Solo que le sorprende... no, más bien, le molesta que este chico tan particularmente excéntrico no pueda simplemente decirle que no le apetece pasar el rato juntos.

      Claro, TaeHyung es más inteligente de lo que JungKook jamás podrá notar.

      —Estás molestándome, ¿no? —suelta TaeHyung, tediado.

      —Si no quieres, se dice no, y ya.

      —No es que no quiera. No tengo mucho tiempo.
   
      —¿Tiempo para qué?

      —Tiempo para pasar el rato contigo. —TaeHyung saca su celular, leyendo un mensaje que le ha llegado y después prestando atención a la hora. Regresa los ojos a JungKook y suspira—. ¿Dónde está tu cubículo?

[...]

Al encender la luz, lo primero que TaeHyung ve son unas guitarras de colores muy clásicos reposadas en la pared. Aunque no es el lugar espacioso y lujoso que alguna vez imaginó del poderoso cantautor de la nación, el grandioso K, la verdad es que es lo suficientemente bueno como para albergar el bondadoso corazón de Jeon JungKook.

     —¿No te van a regañar?

     —¿Tengo cinco años? Además, solo estaré aquí un rato, K.

     —¿Ahora por qué soy K? Pensé que ya habíamos superado esa fase —dice, cerrando la puerta del lugar.

      —¿Habíamos?—TaeHyung se voltea a verlo con duda—. Te lo tomas muy a pecho y la verdad te dije aquello solo para molestarte... pero parece ser que acerté, ¿no?

      Sería una completa mentira decir que TaeHyung no se encuentra especialmente asombrado por el acogedor lugar. Solo que es un poco más deprimente de lo previsto. Lo que más le incómoda, son las interminables fotos de sus padres colocadas en las repisas. No obstante, no hay ni una sola foto donde Jeon JungKook esté con ellos dos. Todas esas fotos son las clásicas fotos individuales.

      Al tomar asiento en el sillón, JungKook ve a TaeHyung girar sobre sus propios pies, analizando la habitación. La verdad no hay mucho ahí. Hay un pequeño escritorio con hojas encima, las guitarras, una eléctrica especialmente bonita colgada por ahí, un pequeño piano al costado, una silla, el sillón... pero tal vez la gigante cantidad de gojas apiladas en una esquina sea lo más llamativo.

      No importa por dónde mire, no hay un lugar que grite más "JungKook" que esa esquina.

      —¿Y qué sueles hacer aquí?

     —¿Además de encerrarme y dormir? Supongo que intento componer. —Aquel bonche de hojas son sus desesperados intentos por mantener su carrera a flote—. Como ves, no se me da muy bien.

      —¿Ah, no?

     —No, la verdad no. —Ríe un poco antes de tomar una de esas hojas y la relee, pero no le convence lo que ve—. Siempre intento hacerlo pero todo es malo, ¿sabes? Me dan clases de lírica y composición pero siempre salen mal.

     —La verdad no sé mucho de música. Aún así, no creo que sea fácil hacer una canción.

      —No sé. Las canciones que he compuesto realmente no eran canciones. Solo pensamientos que casualmente salieron... Rimaron.

      —Salieron bien porque los sentías. No te estabas obligando a ti mismo a nada.

      Al decir esto, TaeHyung se deja caer en el sillón al lado de JungKook, con mucha tranquilidad. Sus mentes pensativas los hacen quedarse callados por unos cuantos minutos, pero TaeHyung realmente está aprovechando el instante para echar un ojo alrededor y hallar algo interesante. Las fotos familiares son algo solitarias, es difícil entender lo abstracto de la idea. ¿Cómo puede una familia reflejar tanta lejanía? Ni siquiera su propia familia se siente de esa manera.

      El pensamiento de su propio padre, hace a TaeHyung morderse el nudillo por un vago segundo antes de recargar la mejilla sobre la palma de su propia mano.

      —Siento que sabes muchas cosas de mí —dice JungKook.

      —¿Cómo no? A donde sea que volteo, ahí estás.

      —Pero yo no sé nada de ti.

      TaeHyung ladea la cabeza, acomodándose en el sillón para ver directamente al pelinegro. Ahora que lo piensa bien, sí se ha tomado el tiempo de ver a JungKook, pero es una perspectiva bastante más íntima la que tienen en el momento. Es su cabello algo largo, o tal vez la ropa holgada que no concuerda con las melodías que canta. De hecho, se pregunta, ¿Jeon JungKook no luce más como un cantante de bar que como una estrella de pop?

      —¿Qué te gustaría saber de mí?

      —No sé...—Alza los hombros—. Lo que sea.

      —Mm... ¿Lo que sea? —TaeHyung se toma el tiempo de pensar, pero no hay mucho que decir de sí mismo, nada lo suficientemente bueno—. Tengo un hermano menor.

     JungKook piensa que eso es lo último que pensó saldría de la boca de TaeHyung. Aunque no es un mal comienzo, a decir verdad.

      —¿Sí? ¿Y pasas mucho tiempo con él?

      —No, realmente no. Él vive con la ex esposa de mi papá.

      —¿Tus papás no viven juntos?

      —Es mi medio hermano. —TaeHyung aclara con calma—. Aunque ella no es mi mamá, sabes.

      Acomodándose mejor en el sillón, Kook recarga la sien sobre dos de sus dedos y asiente a lo que escucha. Le resulta un poco complicado entender la situación familiar de TaeHyung... o no, realmente lo complicado es unir los pequeños cabos sueltos y hacerse la idea correcta como para lanzar preguntas poco invasivas que no dejen morir la conversación.

      Pues bien, ¿le sorprende lo que escucha? De cierta manera, no. Quizá es por eso que TaeHyung emana un aire melancólico, hay algo que sale de él pero no es fácil distinguir por qué.

      —Mi mamá no está muerta.

      JungKook cierra los ojos con fuerza y al abrirlos, lo mira con un poco de molestia. —¿Por qué lo dices así?

      —No tengo una buena relación con ella... ¿Está bien que te diga estas cosas?

      —¿Por qué estaría mal? Además, yo ya te dije todo sobre mis adorados padres, ¿no?

       —Sí. No deberías contar esas cosas tan a la ligera, ¿sabes? Algún día te vas a topar con alguien malo. —La advertencia es bastante llana y repleta de una calma que se diferencia al instante.

      Pero en eso, hay bastante de razón, y JungKook entiende. De hecho, el impulso de contarle a TaeHyung cosas tan elementales de su persona es poco más que un error de novatos. Nunca debes hablar más de lo estrictamente permitido, con absolutamente nadie, ni siquiera con la persona más cercana a ti. No hay nadie que quiera verte bien aparte de ti mismo cuando eres famoso.

     —¿Me vas a vender a una revista de chismes?

     —¿Debería?

     —Ganarías mucho dinero. Imagina los titulares, "K, el niño emo convertido en artista".

     TaeHyung se ríe ante tal atroz titular.

     —Dudo que eso venda al público.

     —¿Qué título le pondrías tú?

     —¿Qué título? Es una pregunta muy buena. —El castaño lleva ambas manos a su boca, pensativo. Transcurren unos segundos hasta regresar los ojos a JungKook—. No sé.

     —Mhm... ¿Entonces? ¿Me vas a vender?

     —No —niega, bastante seguro—. Jamás haría algo así.

     —¿Debería creerte? En las películas, quien dice eso, termina estando metido en mil problemas y al final para escapar, vende a su amigo.

       La sonrisa de TaeHyung se amplia al oir eso, recordando algunas películas donde el personaje se ve ligeramente obligado a tomar una acción tan desesperada como esa. Ciertamente hay un poco de verdad en el comentario, y le causa gracia oír la clase de tonterías que tan fácilmente se le ocurren a JungKook.

     —Sí tengo mil problemas, pero no te vendería.

      —Es bueno saberlo. —JungKook desvía la mirada hasta algún lugar en el cubículo—. Así que, te llevas mejor con tu papá.

      El semblante de TaeHyung cambia casi de inmediato, luciendo un poco más lejano que de costumbre.

      —No realmente. Pero vivo con él. —El castaño habla pasivamente, logrando transmitir seguridad—. Es un poco ambicioso.

      —¿Eso es algo malo?

      —A veces lo es. —En esta parte de la conversación, la voz de TaeHyung ha trastabillado un poco. A diferencia de otras veces, es tímida y un tanto retraída. Los ojos de JungKook se dirigen a él, pero TaeHyung se halla más ocupado revoloteando las hojas apiladas en la esquina—. Antes no teníamos tanto dinero.

       Eso es algo que verdaderamente JungKook desconoce. Nació repleto de privilegios, y creció de la misma manera. No dice que toda la vida estuvo satisfecho con su vida (eso sería una completa mentira) pero, hablando de lo material, jamás le faltó nada. No había cosas que deseara, cosas que no pudiera tener, lugares a donde no pudiera ir. Desde que fue pequeño, se vio rodeado de los círculos sociales más grandes. Arte, historia y filosofía, eso fue su vida; además del modelaje, las clases de música y de vida privada.

      En cambio, a veces cuando miraba a TaeHyung, no le resultaba tan extraño ver cosas poco convencionales en él.

      —Éramos mas clase media baja, pero papá siempre quería- quiere más. Por eso me obligaba a ir a esas reuniones, siempre incitándome a unirme a un círculo más grande. —Después de un suspiro prolongado, no hay mucho que cambie en su semblante—. Quería que conociera a alguien que pudiera ayudar, algún contacto, una oportunidad.

      —¿Y funcionó?

      La pregunta hace que TaeHyung detenga el revoloteo de las hojas, y dirija toda su atención a JungKook. Le toma un segundo captar la pregunta, y al procesarla, sus ojos se hacen un poco más pequeños. Kook distingue cómo sus labios se contraen y, finalmente, Tae regresa la vista a las hojas repletas de palabras sin sentido.

      —No funcioné yo. Él encontró la manera, reunió el dinero e invirtió.

      —¿Así nada más? —pregunta JungKook. De pronto ha recordado que SeokJin le dijo lo difícil que es simplemente invertir.

      —No, claro que no. —TaeHyung indaga más en las hojas, y lee las letras. El otro chico no puede evitar quitar los ojos de esas vergonzosas letras repletas de niñerías—. Hizo sus tratos, arreglos, todo eso.

     —Admiro a tu papá.

      TaeHyung suelta una carcajada que rápidamente se torna una mirada inquisitiva.

      —No sabes lo que dices.

      —O sea, sí fue ambicioso, ¿pero no eso te trajo a otro nivel de vida?

       El castaño sigue repasando las hojas una a una, leyendo llanamente lo que decía; está bastante entretenido. —Hubiera preferido quedarme donde estaba antes.

       —¿Por qué? —JungKook se inclina un poco, empujando ligeramente el cuerpo de TaeHyung—. ¿Porque odias todo lo que tenga que ver con la fama?

      —Me deprime ver que hay gente que lo pasa peor que yo. Al menos cuando me sucede algo, no lo sabe todo el país.  —Antes de poder responder a esto, TaeHyung agita la hoja en sus manos y se la extiende a JungKook, palmeándola unas cuantas veces—. Ahora, eso, es una buena frase.

      Creo que me gustas más cuando estás solo conmigo, y con nadie más.

      Al tomar la hoja entre sus manos, K regresa los ojos hasta TaeHyung y lo mira con incredulidad. Repasar unas cuantas veces esa insignificante frase, la cual reposa en la esquina de la hoja, no como parte de la canción, sino como un pensamiento fugaz, no es suficiente para JungKook como para siquiera tomarla en cuenta.

      ¿Cómo es que una frase tan poco relevante, que de seguro se le ocurrió dentro de un delirio de su mente, haya captado la atención de alguien tan crítico y odioso como TaeHyung?

      —Genial... ahora solo me falta una introducción, un puente, un coro y un outro.

      —Usa esa frase. Refleja verdaderos sentimientos.

      De pronto, TaeHyung se pone de pie, con las hojas en sus manos. Se acerca a la mesa y las hace todas coincidir entre ellas para dejarlas organizadas en la esquina. Repetidas veces golpea los costados en la mesa, antes de dejarlas en el lugar donde las ha tomado y termina por sacudir sus manos.

      —¿Ya te tienes que ir?

      —Sí. De hecho, en poco rato mi papá me va a preguntar si ya hice lo que me pidió.

      —¿Te ayudo?

      —No es necesario. —TaeHyung agita las manos, y después se las limpia en su propio pantalón—. Me tomará un poco de tiempo.

       —¿De verdad?

      —No te agobies, JungKook.  Además, al inversionista Lee no le gusta que toquen sus cosas.

      —¿Ah, sí?

      —Sí, bueno, es que iré a dejarle algunas cosas que mi papá me pidió.  —TaeHyung le sonríe, un poco con desdén antes de suspirar—. Gracias por dejarme venir aquí.

       —Siempre que quieras.

      —Está bien. —TaeHyung abre la puerta del cuarto—. Entonces nos vemos después.

       Así, TaeHyung sale de la habitación y cierra la puerta. JungKook suspira al notar la soledad del estudio. Con un poco de duda, lleva los ojos a la hoja que TaeHyung le ha entregado, la observa con sigilo y algunas preguntas en la mente. ¿Es realmente una buena frase?

      Pues seguramente debe serlo.

      Después de todo, estaba pensando en TaeHyung cuando la escribió. 

      

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