S. El cazador y su presa
¿Es posible quedarse ciego por los flashes de las cámaras? K no está muy seguro de eso, pero de algo tienen que servir los malditos lentes qur usa. Así, con cada flash en su rostro, K recuerda la primera vez que fue atacado fuera de un restaurante. ¿Tal vez fue divertido en ese momento? No diría divertido, pero extrañamente emocionante. Ojalá esa inocencia le fuera devuelta, cuando no tenía que verse en el espejo cada vez antes de dar un paso fuera.
—Nos vamos a reservar todas las respuestas. K no tiene tiempo de conversar.
Sin embargo, esa insistencia es tal que terminan por detener a K en el propio borde de la entrada a su edificio. La risa de K hace a los paparazzis soltar sus molestas luces en su rostro. De seguro esa toma tendría algún impacto en la sociedad y en muchas niñas que lo idolatran y piensan que una pequeña risa suspirada es la muestra de su atractivo. Pero no, más bien, esa sonrisa es una sincera muestra de molestia e incredulidad. K los mira a todos, cuidando su boca de decir algunas palabras fuera de tono.
SeokJin hace de sus cejas dos líneas arqueadas y, molesto, ladea la cabeza y aprieta la mandíbula.
—Señores, por el amor de Dios, sean decentes.
K no es exactamente un vanidoso hombre que anhele la adulación. Quizá por eso le agrada a toda la nación, porque es un joven sensato de sonrisa amable y voz pasiva. Porque, a pesar de tener una ligera pizca de vanidad y egocentrismo, se lo nota contenerse por ser humilde. Solo que, realmente, esa es la idea que él intenta vender, él y todas las personas que modifican casa parte de su personalidad y su ser para agradar. Es así de sencillo.
Les gusta lo bonito, pero no lo demasiado bonito, lo alto, pero no lo gigante. A ellos les gusta el egocentrismo, pero no el egoísmo, el autoestima pero no la alzadura. Aman al que responde inteligente, pero no al que se pasa listo. Les gustan tímidos y amables, pero lo suficientemente seguros para dedicarles una sonrisa y coquetear a la mitad de las entrevistas. ¿Pero sabes qué no cambia? Hay algo que jamás cambiará.
—¡Pero muestra un poco más de piel!
—Tus fans te aman, ¿Por qué siempre tan cubierto?
Tal vez es la necesidad de ver más allá de lo que es permitido.
—¡Solo abre un poco más tu camisa!
Solo cuando no lo quieres mostrar, claro está. Solo en esos momentos es cuando ellos lo desean, lo anhelan, y hacen tanto para poder conseguirlo.
Una mano, desconocida y a la cual todos le aplaudirán en silencio, se estira hasta tomar el borde de la camisa negra de K. Fue inicialmente imperceptible; no obstante, solo un segundo después, la mano hala de la tela, logrando zafar dos botones. La expresión de JungKook se transforma en una sorprendida, en el momento en el que se examina a sí mismo, llevando las manos hasta su propio pecho, y notando qué ha quedado expuesto todo su costado, incluyendo su pectoral.
Está demás decir que la expresión de SeokJin se forma pronto en una molesta, y termina por gritar con fuerza, ordenando a los guardias que usen su fuerza bruta.
Por su parte, JungKook mira al suelo, acomodando su camisa con la intención de seguir su camino son voltear a nadie más. Aunque, no basta decir que su respiración es agitada, y su rostro denota una profunda decepción. Los flashes lo aturden, y si rostro caliente amenaza con dejar salir una maldición en TV. No obstante, logra entrar en su edificio. Las puertas de cristal, el portero y sus guardias no le permiten a nadie más entrar, aunque las fotos siguen siendo tomadas.
Un fuerte suspiro sale desde el fondo del estómago de JungKook. Cuando lleva los ojos a SeokJin, quien ya lo observa bastante preocupado.
—¿Estás tranquilo?
JungKook hace sus ojos un misterio. Después de un segundo, K sonríe ligero. —Son cosas que suceden.
Pero, incluso cuando le sucede cada día de su vida desde que el boom sucedió, JungKook se sigue sintiendo como una rana disecada. No en un aparador, no bajo tierra, ni siquiera por encima de una servilleta puesta en una mesa; más bien, se siente como una rana pegada en el cristal de un carro, con las patas extendidas y la expresión más llana e inerte que pudiese tener una rana. En días como ese, la realidad no solo es un recuerdo constante en su memoria, sino, un golpe en su pecho que me hace darse cuenta "nada volverá a ser igual". Y, de por sí, su creciente hambre por la normalidad lo consumía antes de ser K, antes de ser el famoso cantautor de la nación, cuando solo era el hijo de dos importantes representantes del país, entonces, ¿qué le depara el futuro? Ahora que su nombre es suyo, ¿Qué sucederá?
—¿No quieres que te acompañe un rato en tu apartamento? De seguro al señora ya se fue.
—No, SeokJin. —JungKook toma de la mesa de la recepción su maletín, donde guarda las cosas y de donde saca su llave—. Estoy bien, no es la gran cosa. Ve a descansar.
Aunque no muy convencido, Jin termina por asentir. Al darle dos palmadas en la espalda a JungKook, el manager se da la vuelta sacando su teléfono, por donde se le escucha decir que se apresuren a traer a la seguridad que ayudaría a sacar a todos esos fotógrafos del lugar. JungKook se encamina al ascensor, escuchando el teléfono sonar desde su maletin, pero haciendo caso omiso. Tiene una vaga idea de la clase de mensajes que comienzan a llegarle. En una vida así las noticias son rápidas, como la luz. No sabes cuándo, pero eventualmente te das cuenta que la luz siempre llega antes que tú.
Así con JungKook, sabe que los mensajes, llamadas y los regaños le llegarán, aunque está inseguro su será antes o después de entrar a su apartamento.
Un segundo antes de llegar, la vibración del celular le ha causado tanto estrés, que abre el bolso, lo saca, y lo apaga con molestia. Es posible escuchar su enojo en el momento en el que toma la perilla de la puerta y, aun sin abrirla, baja la cabeza. Transcurren unos segundos, hasta que se reincorpora. No obstante, unos ojos cercanos lo examinan, y al notarlo, JungKook lleva la vista hasta la puerta de Jimin.
Ahí, TaeHyung se encuentra de perfil, aunque con la cara direccionado hasta él. El joven castaño alza las cejas al ver a JungKook, y, por su parte, JungKook lo mira confundido.
—¿Qué haces aquí? —Sería mentir si se dijera que JungKook habló con pasividad. Está un poco molesto.
Eso le causa gracia a TaeHyung, quien sonríe, pero tan sutilmente al grado de ser imperceptible.
—Vine a ver a Jimin. —Se voltea, metiendo las manos en los bolsillos y caminando hasta JungKook—. Pero nadie me abre.
—Park no está. —JungKook menciona, metiendo la llave en la perilla—. Hace dos días dijo que tenía que irse por algo de su padre. No lo sé.
—¿Eso te lo dijo a ti?
—Me pidió cuidar a su... —en cuanto se ha abierto el cerrojo, JungKook empuja lentamente la puerta. Expectantes, los dos observan, hasta que por esa pequeña abertura, una nariz se asoma—. Bola de pulgas.
TaeHyung lo mira desde lo alto, y asiente. Pero no le causa ningún sentimiento nuevo ver al perrito ahí, al contrario, comparte la idea de estar viendo a una bola de pulgas. Sin embargo, tan pronto como ve a JungKook empujar más y más la puerta, no puede evitar pensar en lo cuidadoso qué está siendo con un aninalito alguien como JungKook, quien no tiene ni siquiera una planta en su hogar.
JungKook levanta del suelo al perrito, abrazándolo a su costado, y sosteniendo la puerta ya dentro de su casa. Lleva los ojos hasta TaeHyung, quien también lo mira, con las manos detrás de su torso.
—¿Y bien? —pregunta JungKook con obviedad. TaeHyung alza las cejas—. ¿Vas a pasar o no?
A la lejanía, un semblante serio es sorprendido por una pregunta inocente. El chico de pelo castaño, ligeramente ondulado, se queda quieto por unos cuántos segundos antes de darse cuenta que le están hablando sin ninguna señal de broma. De todas maneras, transcurren unos cuantos segundos hasta que avanza sobre sus propios pies; es la misma expresión que ha mostrado desde que se conocen, y los ojos de JungKook tampoco reflejan más de lo que desean.
TaeHyung camina hasta el departamento de al lado, y al borde de éste se pregunta si debe quitarse los zapatos. Al igual que en otras ocasiones, una mentira piadosa sería la de decir que no se encuentra a sí mismo un tanto inquieto ante lo que acontece. No obstante, al alzar la vista, JungKook simplemente se halla acomodando las llaves en la repisa a su costado y bajando a la bola de pulgas de Jimin.
—No te quites los zapatos. No hace falta.
El chico ladea la cabeza antes de pasar. —Si tú dices.
Al cerrar la puerta, hay un tono frío en ese departamento que hace sentir incómodo a TaeHyung. Sin quererlo, y siendo extremadamente cauteloso, sus ojos se pasean por todos los objetos que es capaz de ver. Aunque la bola de pulgas se pasea con mucha comodidad, él no podría hacer lo mismo. Han pasadp unos cuantos segundos, y TaeHyung aún no ha encontrado algo que grite en todo su esplendor "soy de Jeon JungKook". Entre más mira, más espacios vacíos hay; entre más observa, más muebles inútiles pero extravagantes aparecen.
Solo se toma la libertad de caminar un poco cuando JungKook se quita los zapatos y camina en calcetines sobre su suelo. Ahí, TaeHyung observa la desnudez en primer grado de esos pies, y cuando percibe las calcetas con dibujos de piñas, al fin se siente un tanto más relajado, a pesar de ver a JungKook desaparecer por la sala.
Ah... eso definitivamente grita "Jeon JungKook".
Pasan escasos segundos hasta que JungKook regresa con una expresión alfo confundida.
—¿Por qué te quedas ahí de pie?
—¿Y qué se supone que haga?
El pelinegro suelta una sonrisa que TaeHyung no logra entender. ¿Qué le sucede? Actúa, no solo como un galán, sino como un propio ídolo de la televisión. Por instinto, Tae se toma la libertad de revisar bien a quién tiene enfrente suyo. ¿Podría ser que K esté en este mismo instante consumiendo a un pequeño conejo dentro suyo? Los pensamientos de TaeHyung, llenos de metáforas y analogías, no pueden evitar dejarse relucir. Pero es que es muy impresionante la facilidad con la que ese cerebro se obliga a trabajar.
Como dijo antes, realmente no sabe más de ese personaje, K; no más de lo que le han dicho. Han sido unos días profundos de observarlo con cuidado e intentar averiguar qué más puede haber detrás de esos ojos de niño lindo que te penetran hasta el fondo de tu coraza, esperando pacientemente que te noten y te reconozcan. Pero, realmente, lo que TaeHyung desea de él no es ese reconocimiento.
De hecho, TaeHyung no quiere absolutamente nada que provenga de él y todos sus encuentros han sido casuales, o causales, y por alguna razón terminan involucrados en una situación como la actual. Pero no quiere que eso se siga repitiendo.
—K, ¿por qué Jimin te dejó a este mugroso? —TaeHyung baja la vista hacia el perro, el cual lo mira con odio—. ¿Y por qué no me dijo nada?
JungKook escuchó su seudónimo desde la cocina, mientras buscaba unos vasos que nunca sabe dónde están guardados. No pudo evitar recargarse con una expresión molesta sobre la barra, y agachar la cabeza, viéndose en el borroso reflejo del aluminio de la tarja. Borroso de hecho es poco; era más como una mancha sombría y sin forma. "K", supuso que ya había quedado esclarecido ese tema. En teoría, para TaeHyung K no debía ser más que un personaje lejano a la persona con la que convive, ¿no?
—No lo sé.
TaeHyung no escuchó queja alguna sobre el nombre y supuso que esta vez, no se encontraba con JungKook. La verdad ya se sentía a sí mismo exagerar con algo que, inicialmente, tan solo fue un sobreanálisis con el objetivo se molestar a JungKook. No obstante, ya había comenzado a creer en esa linea divisora entre dos personalidades extremas la una de la otra.
El castaño se da a la oprtunidad de entrar al apartamento sin vergüenza. Hasta dar con la cocina y acercarse, sentándose en la barra, justo enfrente a JungKook.
—Es un lugar muy espacioso para una sola persona, ¿no?
—No estoy solo yo. También está la señora Hwang.
—¿Y ella es...?
—Ella me ayuda a no tener mi casa hecha un desastre. Me alimenta, y habla conmigo... como una abuela.
—¿Y tus verdaderos abuelos?
JungKook ladea la boca antes de llevar los ojos a un cajón, donde debían de estar los vasos muy probablemente. Al acercarse a este, abre con entusiasmo la puerta y al hallarlos, suspira con alivio.
—No tengo abuelos.
—Ah, ¿no?
Eso es sorprendente, considerando que ambos padres de JungKook vienen de familias influyentes, de las cuales las cabezas parecen no haber muerto aún.
—Bueno, no los considero mis abuelos.
—¿Por qué?
—Porque me odian.
El vaso con jugo es puesto frente el castaño, que termina por guardar silencio un segundo para beber tranquilamente del jugo. Asiente, seguido de dejar el cristal sobre la encimera.
—Siempre dicen que fui un niño sobreprotegido. Después de que supieron lo del diario, dejaron de hablarme.
—¿Lo del diario?
JungKook se siente inmediatamente un poco extañado al escuchar la cuestión. Mira un segundo a TaeHyung, preguntándose si es que acaso ha olvidado su conversación de hace unos cuantos días. ¿No hablaron acerca de ese diario que lo elevó a la cima? Tal vez sus palabras no fueron tan explícitas, tal vez hizo falta más contexto sobre lo que un álbum surgido de un diario como ese, podría provocar en quien sea que lo leyera.
Sin quererlo, Kook se enojó conmigo mismo al pensar que esa conversación podría tener un valor distinto al de muchas otras. Así que, rápidamente, olvidó la situación y continuó hablando:
—El diario que escribí hace un tiempo y del que sacaron mi álbum.
TaeHyung ya sabía eso.
Solo que no le parece estar entendiendo bien las razones por las que podrían odiar a un niño con esa clase de expresión y de ojos. No entienden por qué un diario como ese, en vez de generar el instinto de proteger, los orillaría a dejarlo de lado y hacerlo enfrentar la vida en una agonía sola. Lo peor de todo es que lo lanzaron a una marea donde lo afectaría él más mínimo golpe de una ola traviesa.
El castaño lleva los ojos hasta la camisa de JungKook, notando que hace falta un botón.
—Te falta un botón.
La mano de JungKook llega a su pecho, tocando el lugar vacío de un botón. Hay una expresión molesta en su rostro. Durante un segundo, TaeHyung ve que esa expresión es muy distinta a aquella que K mostró cuando le dijeron dentro de la empresa que no podían entrar amigos suyos que no fueran debidamente reconocidos. Aunque es difícil ver en K alguna seña de enojo, incomodidad o inconformidad; no es lo que lo representa. Como ya se dijo, por eso todo el mundo ama a K, porque es la representación exacta del famoso que ellos quieren.
No obstante, el chico que se halla enojado por su botón, no es ni siquiera cercano a K. Más bien, es JungKook quien se enoja por el hecho.
—Debe haberse caído hace un rato. —JungKook evita eso, antes de tomar la caja de jugo y servirse más. Después de de beber, desabotona uno a uno sus botones, con intenciones de quitarse la camisa—. ¿Recuerdas lo que me dijiste de ser famoso?
TaeHyung se ha quedado en silencio unos cuantos segundos, mirando la delicadeza con la que las manos de JungKook tratan un objeto tan banal como una camisa. Tarda un segundo en recuperar la atención a lo que habla el pelinegro, y en acto siguiente, le responde:
—Que lo odio.
—¿Y por qué lo odias?
La naturalidad con la que la camisa es despojada del cuerpo de JungKook, no provoca en TaeHyung nada más que una simple mirada curiosa que se desvanece al instante.
—Me da la impresión que viven en depresión.
—¿Depresión? Bueno, no niego que puede parecer así... —JungKook lo piensa por un segundo, sintiendo el fresco pegar con su torno desnudo. Tomándose un momento para rascarse la nuca, suspira pensando en sus amigos más cercanos del medio. No diría que están en depresión, pero...—. No diría que es depresión.
La risita de TaeHyung hace a JungKook recargarse en la encimera. —¿Entonces qué ese ambiente melancólico que los abruma todo el tiempo?
—Suena a que conoces a mucha gente famosa.
La mirada de TaeHyung vuelve a desviarse a la lejanía de la ventana que hay en la habitación. Por instinto, el pelinegro intenta hallar también aquello que TaeHyung busca, pero no puede fijarse en qué mira. De pronto, una bruma invade el pensar de JungKook y se siente un pocp cautivado por esas opiniones tan típicas alrededor de ese chico.
De pronto, parece que se refleja en la gente famosa y los describe tal cual es. TaeHyung no parece una persona sumida en la depresión pero fácilmente puede ser etiquetada con un aire de melancolía. Tal vez es su cabello rizado largo o la forma en la que mira el mundo con desdén y lo desprecia con la mirada al encontrarse en cualquier lugar.
Es como si TaeHyung odiara a JungKook, o a lo que aparenta ser cada vez que se encuentran.
—Mi papá tiene muchos contactos. He crecido rodeado de noticias del medio. —Habla aún perdido en la ventana. Tan pronto como dice esto, regresa la vista hasta JungKook—. Ya sabes, es la clase de persona que pretende presentarte a todos.
—Mi mamá también hacía eso. Siempre.
—Y para mí, que encuentro tan aburrido que todo el mundo te reconozca, no es como que disfrutara esas fiestas donde mi papá quería hacerme un socialité.
—Todo lo contrario a Jimin, ¿no?
TaeHyung se rie un poco, ya regresando la cabeza en dirección a JungKook.
—Sí, así lo conocí. Solo que él es un poco menos depresivo que otros, así que me agradó.
—Nunca he pensando en Jimin como "alguien poco depresivo". —JungKook se remueve en su lugar, algo cansado de estar de pie. Él no se ha dado cuenta de la naturalidad con la que se desvistió, simplemente lo hizo sin pensarlo—. Él no parece alguien que conozca la palabra "depresión".
—Ah... —TaeHyung ladea la cabeza, como buscando en un lugar la respuesta a esa oración—. Bueno, te falta conocerlo un poco más.
Eso, la verdad, deja sorprendido a JungKook quién recuerda las veces en las que ha hablado con Jimin. Tal vez eso es a lo que se refiere TaeHyung; bueno, de alguna manera, Park Jimin no goza (goza) de la fortuna de ser famoso, aunque se relaciona bien en ese medio, no es como si fuera un actor famoso, un cantante o un influencer. Podrías observarlo a la lejanía, y lo primero que notarías es una sonrisa amplia y unos ojos llenos de alegría. No obstante, ¿no es increíble cómo TaeHyung derrumba la idea de un hombre tan contento, alegre y social con una simple oración?
Aunque no niega que, de vez en cuando, JungKook sí ha distinguido el aire melancólico alrededor de Park Jimin, cuandi las cosas no andan tan bien y tiene que mantenerse en casa por una cosa u otra.
Quizá es lo difícil de ver a través de ellos que obtienen tanta atención lo que TaeHyung odia. Y quizá odia más tener tantos conocimientos de cómo leerlos sin la necesidad de abrirlos, como para darse cuenta que no se encuentran bien y los rodea esa ligera capa de gamuza deprimente.
—¿Y tú?—de pronto pregunta JungKook.
—¿Yo? ¿Yo qué?
—Ese aire melancólico tuyo, ¿es por depresión?
Por un segundo, la pregunta impacta. Al siguiente, una sonrisa se asoma por el rostro del chico, y exageradamente en un instante se tapa la boca para carcajearse en voz baja. A esto, le corresponde una sonrisa por parte del semidesnudo JungKook.
—Oh, no. —Genuinamente se ríe de una pregunta tan estúpidamente difícil de responder—. Adopté este estilo para verme interesante y deseable.
—¿Deseable? Ah, eres esa clase de persona.
—¿Ah? ¿Qué clase de persona?
—Las que creen que estar triste es atractivo.
—Ah, seguro, seguro. ¿No ves? Hago chistes sobre que quiero matarme para gustarte y que pienses que soy profundo. —Esta vez, tanto JungKook como TaeHyung se carcajean ante tales palabras.
Y de hecho, aunque ambos esperan que los envuelva un aire de incomodidad, la verdad es que no lo hace. Tan pronto como se detienen las risas, se observan cuidadosamente. No obstante, TaeHyung nota el ambiente de duda que de la nada envuelve a JungKook. El mayor lo mira con una expresión dudosa, sonriéndole por lo bajo.
El pelinegro se alza de hombros, aún bromeando.
—No tienes que hacer eso para gustarme.
—Ah —suspira, fingiendo una resignación profunda—. Y yo aquí perdiendo el tiempo.
Hay un momento en el que los dos se observan, no entendiendo muy bien el rumbo de la conversación pero estando bastante satisfechos con los resultados obtenidos.
Interrumpidos por el sonido de un teléfono, JungKook se apresura en tomarlo, revisando la llamada que entra. SeokJin le marca, y no parece querer esperar, pues hay aproximadamente 30 mensajes ignorados en los chats. Mira un segundo a TaeHyung, antes de llevarse el teléfono a la oreja y escuchar a SeokJin pedirle que encienda la televisión.
Aunque no quiere admitirlo, la verdad es que ya sabe qué es lo que va a ver ahí.
—Está bien —responde, inmediatamente colgando. Le dedica una mirada curiosa a TaeHyung, antes de aproximarse a la pequeña sala, y tomar el control.
Desde su lugar, TaeHyung se gira a sí mismo en la silla en la que se halla, recargando los brazos en el respaldo de ésta y viendo la televisión. También distingue a JungKook sentarse en el sofá.
En la televisión, se trasmite un programa de chismes dedicado, en ese momento, a las "exclusivas" imágenes de K.
—Jeon JungKook, mejor conocido como "K" el día de hoy fue... ¡muy bondadoso con sus fans!
TaeHyung se pone de pie, caminando hasta el sofá, y quedándose de pie frente a la televisión. De repente, posa sus ojos en JungKook, quién analiza atentamente las cosas que se están diciendo de él en la televisión. Percibe su respiración pesada, y el movimiento de arriba hacia abajo de su pierna.
—K fue interceptado por nuestros camarógrafos, negándose a dar más palabras. Y de pronto, ¡wow! —Las imágenes de video son reproducidas en la televisión. En cámara lenta, como si se tratase de un análisis paso a paso de los hechos de un crimen, se observa la mano que hala de aquella camisa negra, dejando expuesto parte de su cuerpo—. ¡Nuestro pequeño K ya no es un niño!
JungKook no entiende por qué SeokJin le ha pedido ver eso. De pronto, se siente sumergido en esa televisión. No hay más en la habitación, nadie más que la horrible voz de esos presentadores hablando tonterías. K se toma un segundo para cerrar los ojos y rascar su frente. La verdad es que eso no es nada, sin embargo, es su persona la que no permite la clase de groserías como aquella.
No porque sea malo que se le haya visto algo de su cuerpo. Solo porque a él (él, y exclusivamente a él) sencillamente no le gusta eso.
—Así que eso le pasó a tu botón.
Ah, sí. TaeHyung está ahí. El famoso de pronto recuerda la presencia de otro, así que lucha por recomponer su actitus y se sienta correctamente en el sillón aún en silencio.
Al notar eso, TaeHyung quisiera hacer algún comentario para aligerar el tema. Pero no sabe qué pudiera se apropiado.
—Todo lo que hacen por un poco de piel —dice enojado el pelinegro—. Son idiotas.
TaeHyung se recarga en el respaldo del sofá, cercano a JungKook. Los dos tienen los ojos pegados a la televisión, escuchando pero con desdén.
—¿No te agrada mostrar tu cuerpo?
—No me agrada que me obliguen a hacerlo. Me gustaría tener la libertad de decidirlo.
TaeHyung ríe un poco. —Que bien que te sientas en libertad de desvestirte enfrente mío.
Solo entonces JungKook sale del trance de la televisión para observar a TaeHyung con una pizca de vergüenza. Así, se da cuenta que EFECTIVAMENTE, se encuentra sin camisa y ha estado así desde... ¿desde que entró a su departamento?
Tan aturdido como perdido, JungKook se queda perdido en el horzonte finito de su casa. Así pasan unos segundos hasta que TaeHyung se vuelve a reír.
—No tienes que hacer esas cosas para gustarme, ¿sabes?
JungKook sonríe. —Ah, ¿no?
—No —ríe una vez más, antes de continuar la broma—. Ya es suficiente con tu aire depresivo.
—Ja, ja.
—¿De qué te ríes, Kook?
JungKook se toma un segundo para responder. Finalmente regresa la mirada a la televisión y niega lentamente con la cabeza.
—Eres raro... pero no más raro que yo, así que no vas a asustarme.
—¿Es eso un reto?
—Es una propuesta. Pero te apuesto a que sigo siendo el conejo.
Tarda un segundo en entender a lo que JungKook se refiere. Básicamente, sigue recalcando que como él, no habrá nadie más "inferior". Y, aunque claramente es una broma, TaeHyung no puede evitar sentirse un poco dudoso de lo que dice JungKook.
—Entonces yo seré el cazador.
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