N. En la soledad de una habitación
TaeHyung está más pensativo que de costumbre. Eso es lo primero que puede percibir JungKook mientras el chico se sienta en el sillón. En los últimos días, esa comunicación entre los dos se ha vuelto más confusa, pero JungKook quisiera comprender si ha sido culpa de su apretada agenda, quizá es la naturaleza propia de TaeHyung, o la simpleza de la existencia. Pero, a veces, muy a veces cuando ve a TaeHyung y percibe ese estado profundo de reflexión, se dice que realmente no hay nada nuevo que ver.
Están reunidos en el departamento de JungKook, después de una poco insistente invitación por parte del artista al verlo subir junto con él el elevador. TaeHyung iba de visita con Jimin, creyendo que realmente las posibilidades de hallarse a sí mismo de nuevo con JungKook serían casi nulas, al no haber podido encontrarlo los últimos días en la empresa debido a sus diversos compromisos. No obstante, apenas fueron unos cuantos segundos de diferencia el momento en el que los dos se encontraron en el elevador. De pronto, a JungKook se le olvidaron sus obligaciones de la tarde, a TaeHyung se le olvidó que iba de visita con otro chico.
JungKook se mantiene al borde de la isla de la cocina, con el celular entre las manos y revisando algunas cosas por ahí. Al alzar la vista, fácilmente halla a TaeHyung sentado cambiando la larga lista de canales, pero no encuentra nada de su interés. Eso aparentemente, no es hasta que JungKook lo escucha quejarse que le presta atención.
—Son mil quinientos canales. —La desesperación de TaeHyung se escucha en su voz, el chico presiona repetidas veces el control, no pudiendo salir de la sección de deportes—. No entiendo, difícilmente cuento hasta el cien para tener mil quinientos canales, ¿alguna vez has visto al menos la mitad?
—¿Qué te gustaría ver?
Aunque es una pregunta fija, JungKook se ríe en voz alta caminando hasta TaeHyung. Al llegar a su lado, se echa en el sillón junto a él, importándole poco si ensucia aquel sofá con sus zapatos.
—Algo gracioso. Una película, un programa de supervivencia, ¡algo! Al menos las noticias.
—Mm... —JungKook se pasea por la sección de películas, en espera de hallar algo que esté iniciando—. ¿Tan aburrido estás?
—No. ¿Quién dijo eso?
—Solo veo películas cuando me muero de aburrimiento.
TaeHyung sabe exactamente a qué se refiere con morir de aburrimiento. Pero, no es lo que le sucede dentro de esa casa. No hay manera en este mundo que TaeHyung se aburra por el simple hecho de estar sentado sin hacer nada, de hecho, esa es su actividad favorita. Tal vez no sobra decir que, lo que a TaeHyung lo caracteriza, es esta vibra asociada al "darle igual" lo que lo rodea. Aunque no siempre es lo que realmente cruza por su cabeza, pues no podría interesarse más por los pequeños detalles que envuelven la simpleza del mundo en el que vive. Pero ha aprendido que un perfil bajo siempre va a ser mejor que hacer que todo el mundo te note. Entre más gente te conozca, más probabilidades hay que juzguen cada uno de tus pasos y te hagan sentir como un ser humano deshumanizado. Todos cometen errores, todos son el malo en una historia, pero si todos te conocen, entonces mágicamente se les olvida que la característica principal del ser humano es equivocarse y aprender.
Incluso en un círculo familiar, serías constantemente juzgado por ellos mientras hacen de la vista gorda a sus propias características emocionales carentes de racionalidad.
De todas maneras, como se dijo previamente, no es que a TaeHyung le aburra estar en ese lugar con JungKook. Es solo que la ansiedad empieza a ganar terreno, entre más se da cuenta que comienza a ser consumido por un medio del que viene huyendo desde que su padre se relacionó en él. Antes ya era difícil ser el que más llamaba la atención por tener un padre "metiche" y de tratos chuecos, o tratos raros y desesperados intentos por pertenecer a un mundo en el que difícilmente se entra con la cabeza en alto y no por medio de humillaciones. No obstante, ahora, a veces hasta evitando ser mínimamente reconocido y alejándose de todo aquel que pudiera mencionarlo en algún lugar y todo terminase vuelto un chisme, Kim TaeHyung se encuentra rodeado de tanta ostentosidad que hasta es complicado reimaginar su tranquila vida al lado de Jeon JungKook.
No son solo los mil quinientos canales, o las caras pinturas que no comprende en las paredes, el armario lleno de abrigos, botas, y guantes, o la fina vajilla que siempre es lavada con distintas esponjas. Tal vez no es aquella televisión de 100 pulgadas, o las colecciones de portadas de revista enmarcadas en el mueble. Las cortinas finas, la alfombra gruesa, las piezas minimalistas en la entrada. No solo es eso, ni todos los objetos inanimados que pudieran ver sus ojos, mas el dueño de todo eso.
La sola presencia de JungKook, el objeto más caro y de más valor dentronde esas paredes, es suficiente para hacer a TaeHyung sentirse nervioso. Es agobiante estar rodeado de algo que odias.
—No estoy aburrido, la verdad. No creo que alguien pueda aburrirse en una casa como esta.
El comentario hace a JungKook levantar los ojos de la televisión y medio mirar su departamento.
—¿Qué quieres decir? —la pregunta hace a JungKook deter su búsqueda de canales. Ha llegado a la sección de noticias—. No hay nada que hacer aquí.
—Solo ver la decoración es suficiente.
JungKook se alza de hombros, prestando atención a las noticias. En la televisión no hay nada interesante, son las noticias del país, cosas relevantes o irrelevantes.
—Lo debe ser para alguien que le guste coleccionar cosas. Para mí, no.
—Entonces, ¿por qué todo esto está en el lugar que vives?
—No lo sé, la verdad. No me encargo de esas cosas. Solo me dicen dónde voy a dormir y eso es lo que hago aquí, dormir, comer, ir al baño, y sentarme a perder el tiempo viendo la televisión.
—¿Y en qué momento gastas todo el dinero que ganas?
La pregunta es tan curiosa, que finalmente termina por despegar los ojos de JungKook de las noticias. Ambos están en un extremo del sofá y sus cuerpos se hallan ligeros, no hay tensión. Entonces, ¿por qué la pregunta parece igual a una tijera cortando el intestino? JungKook tiene la clase de mirada que TaeHyung siempre obtiene al hacerle preguntas raras, solo que esta vez es diferente. Kim TaeHyung, quizá por primera vez, realmente no tenía la intención de hacerlo pensar.
Fue una duda fugaz. Si Jeon JungKook no era el encargado de decorar su propio apartamento, entonces, ¿ese dinero que gana a base de esfuerzo dónde está?
K genera mucho más dinero del que se podría gastar. No solo hay discos de él, hay mercancía, artículos coleccionables, playeras, pulseras, suéteres. Lo que pudiera tener ese rostro impreso, lo habría. La entrevista que pudiera dar, la daría. Pero a JungKook el dinero jamás le ha interesado, porque creció rodeado con él. Entonces, al dinero que ahora tiene, ya no por la fortuna de sus padres, sino por su cara en todos lados, ¿qué se le hace?
Al observar hacia todos lados, JungKook no puede encontrar un solo objeto que él haya adquirido por deseo. Todo lo que ve son cosas que su madre ha metido, que su padre le ha regalado, que SeokJin ha elegido o que casas de diseño le han donado. Ni siquiera su propia ropa es de elección personal, esas camisas y pantalones de vestir, o las argollas en su oreja, no hay nada en él que sea suyo. Tal vez sus calcetas serían buena opción, pero incluso ellas, son simples regalos de gente que se sale un poco de lo ordinario.
—Creo que nunca he usado ese dinero.
—Pues qué aburrido.
—Supongo que sí. Es algo aburrido.
—¿Y por qué no lo usas? Debe haber algo que desees.
—Nunca hubo algo que yo quisiera y no pudiera tener. Sé que el dinero vale, pero... —JungKook ladea la cabeza, deseando no sonar altanero—. Mis padres se encargaron de que siempre tuviera todo.
—Entiendo... ¿Puedo preguntarte algo?
—No, jamás uso playback.
TaeHyung sonríe algo llano, antes de agitar la cabeza. —Otra cosa.
—Mmm... —JungKook ve el techo, y regresa la vista a Tae—. No, realmente no acepto el color rojo en pantalones.
—¿Este eres tú realmente?
En definitiva hay más en TaeHyung que hace falta por conocer. Pero, ¿por qué alguien que se jacta de no estar interesado, hace ese tipo de preguntas? JungKook ha analizado esa pregunta por más de unos cuantos segundos, en espera de que el otro se explique a sí mismo.
TaeHyung entiende eso casi de inmediato, y se apresura en aclarar. Solo que no es realmente el tipo de aclaración esperada.
—Nos conocemos desde hace dos meses, ¿no? Algo como eso. Pero ni ahora puedo saber exactamente, ¿cómo eres?
—¿Cómo soy?
—Bueno, creo que con ver a alguien no es suficiente, ¿no? Tal vez es cierto eso pero incluso aquí en tu casa...
Personalidad. ¿Eso significa algo para JungKook? Esa es la verdadera pregunta que TaeHyung no se atreve a hacer. El hecho de estar usando una pregunta repleta de eufemismo no es más quebun recurso útil para evitar generar una crisis.
Y JungKook es extraño. Entre más tiempo pasa con él, más difícil es. Al principio, la balanza se inclinaba a que aquel reflejo en la televisión, revistas y medios en general, solo era una fachada construida para agradar el público. Pero, de vez en cuando K, aquella personalidad hecha para el triunfo, dejaba retazos de alma en el mismísimo Jeon JungKook, o al revés. Entonces, a la vez que TaeHyung cruzaba palabras con JungKook, más se daba cuenta que ni una pizca de él, en él o al su alrededor, era obra de Jeon JungKook.
Si no eran sus zapatos, era su cabello, su ropa, el color de sus camisas, e incluso el aspecto de su apartamento.
¿No es una pregunta natural? TaeHyung sabe cosas de JungKook, como su incesante necesidad de desaparecer en la adolescencia, o la pesadez en su espalda al no poder cunplir las expectativas de sus padres. Pero, no le gusta tocar el piano, coleccionar cosas, no le gusta escribir, ni componer, ni ensayar, ni grabar, ni ha sabido nada más en esos dos meses. Es como si, entre JungKook y K, hubiesen más similitudes que diferencias. ¿Podría ser que el reflejo en la televisión es realmente el verdadero ser? ¿Todo lo demás que ha sabido por la boca del mismo hombre pudiera ser, como muchos dicen, tan solo el lado que nadie conoce y no nada más que eso?
—Te refieres a mi personalidad, ¿eso es lo que me preguntas?
—Solo me gustaría saber cuánta diferencia hay entre la persona que veo en la televisión y el que se encuentra frente a mí.
La verdad, la pregunta no termina de pegarsele a JungKook. De hecho, a su parecer, carece de total sentido. ¿Cómo puede TaeHyung estar preguntando eso? Después de tantas cosas que le ha contado, ¿no es algo tonto siquiera pensar que esa imagen perfecta que se muestra, sonríe y agrada a todos es simplemente un vago intento por hacer ver a alguien invisible como un ser de luz? Es una tontería. El hecho de siquiera pensar que Jeon JungKook y K son siquiera similares, es una tontería.
—Todo es distinto. K es... todo lo que ellos quieren. Y yo soy... todo lo que no quiero ser.
—¿Entonces? ¿Cómo eres? ¿Qué eres? ¿Eres esta ropa, estas decoraciones, este color de camisa? Es lo que quiero saber. Mira todo a tu alrededor. —La solicitud de TaeHyung es tomada. JungKook hasta se toma el tiempo de ver su alrededor, pero en él no halla nada nuevo—. ¿Esto eres tú?
—¿Quieres saber la verdad?
—¿Quiero?
—La verdad es que no lo sé, TaeHyung.
El silencio de TaeHyung es suficiente para denotar una profunda decepción. Aunque eso es, mas bien, la tonta percepción de JungKook. Lo cierto es que TaeHyung guarda silencio simplemente porque no hay más qué decir. No es una pregunta sencilla de responder, de hecho, requiere demasiado pensar. A pesar de que TaeHyung se siente un poco más encontrado a sí mismo, lo cierto es que la misma pregunta prevalece en su centro, ¿quién y por qué soy? ¿Qué soy? Para mí, para JungKook y para los demás, ¿qué y cómo soy?
—Toda mi vida me dijeron qué comer, a dónde ir, qué vestir. Me enseñaron a que me gustara el arte, a apreciar la buena composición —JungKook realmente teme admitir eso, es como dar a entender que no tiene personalidad... porque no la tiene—. ¿Cómo soy? La única respuesta a eso, está en las letras con las que mi madre me vendió. Pero ahí no va a haber mucho más de lo que quieres saber... Supongo que soy... muy aburrido.
—No eres aburrido, al contrario. Me causas tanta intriga. Incluso hablándote, no puedo entenderte.
—Por la manera en la que lo dices...
—Tampoco sé muy bien qué, quién y cómo soy. —TaeHyung niega repetidas veces. Algo descontento, deja caer la mano sobre el sofá—. Solía tenerlo en claro, pero ahora...
—¿Y qué cambió? Yo nunca he tenido esas respuestas, ¿pero tú?
A TaeHyung se le da tan bien cuestionar a las personas. Es como su talento oculto. Pero, ¿qué hay con esa persona delante suyo? Responder esa clase de cosas no suele ser un problema, él sabe perfectamente por qué, a diferencia de otras épocas de su vida, se halla extraviado en el respuesta de saber qué y quién es.
El joven se toma unos segundos para meditar la respuesta. Lo distrae el leve sonido de las noticias, pero no es como que lograra desfijar su atención de la pregunta. Es una gran pregunta. Hasta aquel ego, que pocas veces sale a relucir, se siente herido porque Jeon JungKook pudo responder más fácilmente que su quién y su qué no existían en el corto plazo de vida al que ha estado sometido.
—Últimamente me siento como un vidrio. —TaeHyung termina de acomodarse en el sillón, algo más erguido que de costumbre, y un tanto cercano a JungKook—. De esos vasos de cristal en el super que se ensucian cuando los tocan.
—Te aseguro que eres más que eso.
—Yo sé. Sabes, cuando hago todas esas bromas de... ya sabes, las bromas tontas de querer desaparecer. No me siento así.
—Empezaba a preocuparme, sinceramente. —JungKook se echa hacia atrás, descansado la espalda—. Si te sientes como un vidrio, tal vez eres tan frágil como eso, ¿no?
—¿Qué es esto? De repente me siento acorralado.
—Lo estás. Aunque es la primera vez que realmente me cuentas cosas como estas.
—¿Es divertido?
—¿Por qué te sientes como un vaso?
La pregunta es realmente fácil de contestar. No es divertido. No es divertido escuchar eso, y sentir que la conversación da tantos giros impresionantes al grado de descolocarlos a ambos. ¿Por qué se tocaron tantos temas tan relevantes en unos cuantos minutos? JungKook no está divirtiéndose, por más que le agrade sentir un pequeño puente construirse. Tal vez, después de días de no convivir correctamente, esa conversación deja en claro que hay cosas que ni van a cambiar a pesar de la distancia.
No obstante, cada vez que sabe más de TaeHyung, más difícil es mantener la imagen primeriza obtenida de él. Tal vez atrás de ese desinterés hay un profundo resentimiento hacia sí mismo, hacia su sentir, quizá detrás de sus ocasionales encuentros hay una necesidad incrementándose por un hilo imaginario e invisible que simboliza su semejanza.
TaeHyung no responde a eso. Al contrario, niega con media sonrisa y lleva la mano al cuello, rascándose con un poco de vergüenza. Bastan algunos minutos, hasta que JungKook puede leer el ambiente. De pronto, se concentra más en el estado físico de su cuerpo, y al hacerlo, su estómago arde. Inconscientemente, lleva la mano hasta él por encima de su camisa, a la vez que dibuja una mueca en su rostro.
—Tengo hambre.
—Yo también. —Admite TaeHyung—. Pero me dio cosa buscar algo aquí.
—Ni lo intentes, no hay nada. ¿Quieres que vayamos a comer algo? Está algo lejos, pero conozco un lugar.
Casi esperando que respondan sí a la propuesta, JungKook se pone de pie, buscando algunas direcciones en el celular. TaeHyung se queda en su lugar, con la mirada fija al suelo, y después regresa la vista al pelinegro, quien ya ha notado su insistencia en permanecer.
—¿Qué?
—Ah, bueno. No quisiera provocarle un problema a K.
JungKook se queda estupefacto. Pero no es una sorpresa que lo aturda por más tiempo del debido. Claro, TaeHyung no querría jamás salir con él en público, porque rechaza todo aquello que lo envuelva en una vida pública. El menor bloquea el celular, dejándolo en la mesa antes de expresar al otro una clase de mirada que pocas veces dejaría salir de su persona.
Pues, finalmente, Kim TaeHyung bajo ninguna circunstancia querría alguna vez ser relacionado a una celebridad. Y Jeon JungKook, K, es una.
Pero es molesto que TaeHyung no hable con sinceridad como lo había estado haciendo. ¿No quiere provocarle problemas a K o no quiere que K le provoque un problema?
—Podemos pedir algo entonces —propone JungKook.
—Me parece mejor. Yo invito. ¿Qué te gustaría?
—Lo que sea, no puedo comer mucho.
TaeHyung lo mira con aburrimiento, antes de revisar su celular en busca de la aplicación.
—Pizza entonces. Dos, grandes. Cuando lleguen, tendrás que comerlas.
—Como digas, pero si subo un kilo, tú vas a venir a correr conmigo todos los días. —JungKook se encamina a la cocina, sacando algunos aperitivos para entretener su hambre antes de la comida—. ¿Quieres comer algo? Tengo frituras.
—¿Tú teniendo frituras? Wow, eso sí que es algo ilegal para ti, ¿no?... Sí, me vendría bien.
Al encaminarse a la alacena y sacar las papas, JungKook opta por vertirlas en un bowl pequeño. Por el mal manejo se sus manos, una torpeza que lo acompaña desde que tiene memoria, algunos trozos se escapan del bote. Con un poco de flojera y cuestionándose la higieniedad de sus acciones, JungKook toma con las manos lo que se le ha caido y se las lleva a la boca. Puede sentir sus manos llenas del aceitoso contenido de esas papas, y con su mano sobrante lee el contenido calórico, aunque al verlo, mejor cierra los ojos y avienta la bolsa por ahí.
Suspira, algo arrepentido por estar rompiendo la delgada línea de dieta que tiene, pero termina por distraerse con sus mismos pensamientos. Deja el bowl sobre la barra, notando en la lejanía a TaeHyung, que con su tarjeta verifica lo correspondiente en la aplicación de comida. JungKook se regresa al refrigerador a buscar algo que tomar, y finalmente saca un par de vasos que lleva con cuidado y deposita al lado del bowl con frituras.
Son esos dedos y parte de la palma las que quedan marcadas en el vaso de la mano derecha. JungKook mira con disgusto el vaso, y de nuevo su mano, frotando sus dedos sucios, sintiendo la grasosa sensación de inmundicia. Aquel vaso marcado hace al pelinegro alzar las cejas, y, finalmente, llevar los ojos al chico que rasca incesante su cuello.
Un vaso sucio, ¿eh? ¿Cuántas veces una mano podría posarse encima de un vaso para que se vea así de sucio?
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