E. Tal vez cambie algún día
¿Hay algo más pacífico que la música? A veces solo el silencio. Esa es la principal diferencia entre Jeon JungKook y K, que a uno le encanta la música, pero al otro el silencio, respectivamente. Si a Jeon JungKook le gusta la música es porque es la única que lo comprende, y por su parte, K ama el silencio, porque es el único que no lo juzga.
Sin embargo, recientemente hay otro ente que tampoco lo juzga tan a la carrera como lo haría un ser humano cualquiera.
—Eso suena horrible.
¿Hmm? Tal vez fue un poco pronto para decir algo como eso.
JungKook se detiene a medio proceso de canto y le dedica una mirada curiosa al castaño que soma la cabeza por la puerta. De pronto, Kook se pregunta cuánto tiempo podría llevar ahí TaeHyung como para haber hecho un comentario tan poco lindo, entonces seguramente escuchó los intentos desesperados por componer una buena pieza digna de ser lanzada como su siguiente sencillo.
Antes era muy fácil dejar salir todo lo que siente y plasmarlo en unas pocas palabras. De hecho, le parece absurdo sentir tanto y no poder expresarlo en unas pocas lineas que rimen. Pero es más complicado de lo que se piensa el poder hacer algo que refleje y no que pretenda demostrar algo; incluso si todo lo que dices es pseudopoético y repleto de analogías de lo que es la vida, realmente es muy fácil darse cuenta que carece de algún tipo de sentimiento real. Es fácil escribir una canción, pero es difícil hacer una buena canción. Al final, esa canción es la que todos los demás batallarán en analizar, en encontrar en ella algún retazo de sentimentalismo para poder identificarse y volverse uno. A JungKook le gustan una serie de variadas canciones con las que es posible sentir su corazón latir cada vez más veces y él cómo su alma se desgarra al oírlas; aunque no es obligatorio identificarse con las letras, basta que una canción sea buena y esté bien hecha para poder sentirla en tu pecho desgarrar tu capa más ligera de atracción.
TaeHyung realmente tomó la palabra de JungKook al reencontrarse en esa habitación y haber entrado sin preguntar.
—¿De verdad está tan mal? —JungKook regresa los ojos al teclado, donde había estado intentando unir algunas notas—. Pensé que era, al menos, decente.
—Para nada... —Aunque después de un severo minuto donde JungKook se cuestiona su propósito en la vida, TaeHyung ladea la cabeza y se sienta al lado del pelinegro—. Estoy bromeando. Realmente no sé nada de composición.
—Ja, siempre dices lo mismo. Que no eres bueno haciento esto o lo otro, pero terminas criticando con mucha —Lleva los ojos hasta él, en busca de una buena palabra—... profundidad.
—Ah, sí. Es por ese estado depresivo en el que me encuentro que termino diciéndote que le cantas a la nada, ¿verdad? —El juego de hace unas semanas reluce de nuevo, provocando en ambos una sonrisa. TaeHyung mira el piano y extiende la palma de sus manos en dirección a él—. ¿Puedo?
A JungKook siempre le ha parecido una tontería que le pregunten si pueden usar sus instrumentos. Pero, desde hace un tiempo, le parece que es más un permiso por respeto a tu arte que por ser un objeto que debas de pedir prestado.
—¿Puedes?
TaeHyung sonríe sin mostrarle los dientes, y se acomoda bien en su lugar. De pronto, los ojos de JungKook captan la firmeza en la que el joven está sentado. Entonced, las manos de TaeHyung se posicionan en las teclas, de menor a mayor provocando un típico sonido arcoírico que hace a JungKook cerrar los ojos un segundo y reírse.
—Tocar el piano es difícil. ¿Eres bueno haciéndolo?
Aunque es una provocación, pues a simple vista es posible notar que es más probable que TaeHyung no sepa tocar, JungKook pregunta eso tan genuinamente que en un segundo desmantela la espalda recta de TaeHyung, provocando que se encorve en el lugar. El castaño se alza de hombros, y niega despacio, aún con los dedos paseándose despreocupados por las teclas.
—Realmente no sé tocar nada, JungKook.
A TaeHyung le es muy sencillo tocar el piano en cualquier lugar que caiga su mano, sin preocuparse por si está tocando realmente algo que tenga coherencia o cohesión. Simplemente toca las teclas, se divierte. El ruido no es más que una melodía incomprendida y un poco molesta a los oídos de JungKook, quien mantiene una sonrisa inquieta al ver a TaeHyung pasear las manos por el instrumento. Aunque prefiere mantenerse en silencio, pues es divertido observar la manera en la que TaeHyung toquetea todo sin pensar en un orden, en una línea o un objetivo.
JungKook se toma más tiempo para observar al chico, y puede notar unas curiosas ojeras debajo de los ojos que tantas veces suele observar fijamente. ¿Es su idea? Tal vez este chico luce más melancólico en estos últimos días, un poco más pensativo, y más cerca de las que parecen bromas inofensivas. A medio análisis, JungKook se topa en el cuello de aquel chico; ahí, yace un bulto ligero y casi inexistente, una ligera capa de material pastoso mal puesto, un fallido intento por cubrir algo, como cuando te sale un barro rojo que hay que cubrir para las cámaras.
—A mí... —TaeHyung continúa hablando después de aquel silencio. Sin más que pensar, JungKook lleva los ojos a las manos de TaeHyung, que se mueven por el piano—. Me hubiera gustado aprender a hacerlo. A papá no le gusta... Por el ruido, ya sabes.
—Y a mí... A mí me obligaron a aprenderlo.
Hay algún raro sentimiento carcomiendo el pecho de JungKook, pero no se atreve a dejarlo ir. Es tan estrujante sentir algo como eso, que eventualmente termina por cambiar su posición en el asiento, para que, en vez de mirar a TaeHyung y su perfil, se encuentre complemente frente a frente al piano. Observa las manos de TaeHyung tocar una a una las teclas, parece que está buscando alguna.
—Pero jamás me gustó —termina JungKook de nuevo.
El comentario causa en TaeHyung una ligera mirada hacia él, llena de sorpresa.
—Mhm, ya que lo dices, creo que hay una canción que me sé. —Nuevamente, TaeHyung toca teclas al azar hasta quedarse en una sola y presionarla repetidas veces—. Va algo como...
Atento a la canción, Kook mira la misma maldita tecla ser presionada. A punto de creer que es una broma, JungKook entrecierra los ojos, cuando de pronto la canción es lentamente tocada por la mano derecha de TaeHyung. Al principio, son simples notas; sin embargo, no pasa mucho tiempo hasta que JungKook abre sorprendido los ojos y los lleva hasta el rostro de TaeHyung, quien sonríe ligeramente.
¡Era su canción debut! Bueno, al menos la parte del coro.
Al oírla, JungKook suelta una risita pequeña que provoca en TaeHyung una amplia sonrisa.
—La conozco, jaja.
—¿Ah, sí?
—Sí. Es la canción de un pobre loco.
Negando con la cabeza, TaeHyung continúa con la ligera y sencilla melodía hasta terminarla. Así, lleva los ojos hasta JungKook.
—He escuchado tu canción varias veces hasta ahora.
—¿Ahora ya soy digno de tus oídos? Pensé que era de esos que no cantaban con propósito.
—La verdad es que esta canción me ha dejado más dudas que las demás tuyas. —La cabeza del castaño se remueve de lado a lado, hasta que finalmente se voltea de cuerpo completo para ver al pelinegro—. ¿No dijiste que tu álbum es sobre un pobre chico emo?
Una sonora carcajada escapa de de JungKook, logrando que resuene en el pequeño espacio. Ese comentario sutil es lo suficientemente bueno como para provocar en Jeon JungKook tal reacción, al grado de llevarse las manos al estómago. Solo pasa menos de un minuto hasta que el pelinegro suspira, y se gira de la misma manera hasta JungKook, cruzando una pierna del otro lado de la banca.
—¿No lo es?
—Todas las canciones lo son, pero esta... Mm... ¿No es más una canción romántica de despedida?
El álbum debut de K no fue publicado en un solo día. De hecho, fue una gran y extensa planeación la que se llevó para asegurar que este chico fuera todo un éxito, y se logró, puesto que lo es. Los padres de JungKook pensaron en todos los pasos exactos que este niño debía seguir para no tener errores, entonces, K fue lanzado progresivamente al mercado, con sencillos únicos y diferentes que eventualmente se convirtieron en un álbum. Cada vez que se promocionaba un sencillo, solo se aumentaba la expectativa de un álbum, y en teoría, eso generó un gran interés en la población.
K no es algo que deba tomarse a la ligera. Es mucho trabajo y planeación por detrás.
Pero incluso si esa canción tratáse de un corrompido amor, ¿qué importa?
—Esa no es mi canción.
—¿Ah? ¿Entonces me has mentido?
—No. Bueno, ¿no es algo como eso? Es cierto que yo escribí la letra, pero no hablé de algo que me sucedió.
—¿Tiene sentido algo de lo que estás diciendo?
—Es como una canción... omnisciente.
—¿Ajá? —rie TaeHyung, algo más confundido—. ¿Entonces de quién "es" esta canción?
Como si esa pregunta no fuera obvia por venir, JungKook se queda pasmado en su lugar algo expectante de sus propias palabras. TaeHyung lo mira con sigilo, sin arrepentirse de querer resolver su duda. También explora toda la faz del pelinegro, en busca de defectos, pero no halla nada más que una porcelana piel que de seguro es cuidada con los mejores productos.
K, porque en ese momento más se parece a K, hace de sus labios una fina linea. Hay un trastabilleo, JungKook regresa al lugar, es el mismo que se mueve de lado a lado en su asiento hasta suspirar.
—De mis padres.
—¿Sí?
—Hay algo extraño que sucede en mi casa. Mis padres son la clase de personas que se hacen daño entre sí —dice, calmado—. No se aman pero se quieren, y de alguna manera, quieren fingir que son la mejor pareja. Pero ambos se hacen mal, y cada vez que piensan en separarse, deciden que no lo harán.
—¿Y desde el punto de vista de quién escribiste esa canción?
—Cualquiera de los dos puntos. Con mis padres no hay malo o bueno. Los dos son malos, y ya.
—¿Estoy siendo muy entrometido? Quisiera decir que no es mi intención, pero creo que lo es.
—Oh, no. Me encanta que me cuestiones sobre una canción que perfectamente podría hablar sobre un viejo amor. —Esa amplia sonrisa reaparece, sacando de quicio al castaño.
—No seas engreído. Aún puedo venderte a una revista de chismes.
—Ah. —Un suspiro pesado sale de su boca—. Creo que me afectaría más el hecho de que tú me vendas, al hecho de que todos sepan mi telesnable situación familiar.
Es verdad. Incluso si TaeHyung fuera a decir su verdad más grande, su situación más vergonzosa, su mayor miedo y dolor, o incluso si TaeHyung vendiera uno solo de sus cabellos por menos de la mitad de un centavo, cualquier pequeño acto de desconfianza sería suficiente para deshacer a Jeon JungKook y volverlo una máquina repleta de decepción.
Hay un prolongado silencio, en el que los dos se observan ligeramente. Pero, entre más lo hacen, más difícil es para JungKook ignorar aquella ligera capa de maquillaje que se esfuerza en cubrir el cuello de TaeHyung.
Observándolo, cada vez con más dudas en el fondo de su estómago, hay un segundo donde el impulso es más fuerte y termina estirando el brazo, junto con su palma, en dirección al cuello de TaeHyung. De inmediato, TaeHyung lleva una mano al cuello, e instintivamente con la otra, toma la mano de JungKook.
—¿Qué haces?
—Lo siento. —JungKook de nuevo guarda sus manos, no queriendo verse insistente—. Es solo que esto —palpa von su dedo indice su propio cuello, asemejando el lugar donde a TaeHyung se le encuentra el maquillaje—, ¿qué sucede? ¿Qué es?
A TaeHyung se le escapa una risa, que a JungKook no le termina de gustar.
—Maquillaje.
—Sabes que no me refiero a eso.
Aunque JungKook sabe que TaeHyung está en todo su derecho de decir "¿Qué te importa?".
—¿Seguro que quieres saber?
Esa pregunta es provocativa. Nada seria, simplemente es juguetona. La confusión rellena a JungKook, al grado de hacerlo dudar de su respuesta. Se toma unos pocos minutos para pensarlo, para de verdad pensarlo. Así, llega a una conclusión. ¿Quiere saber? Probablemente si quiere saber qué hay debajo de ese maquillaje. ¿Necesita hacerlo? La verdad es que no. Entonces, al saberlo, ¿algo de verdad cambiaría? No.
—Bueno, es verdad. Ahora que lo pienso, no tengo que saberlo.
—Hm... Sabia decisión.
—¿Pero ibas a decirme si te preguntaba?
—No lo sé, quizás sí.
JungKook asiente y lleva las manos hasta el piano, tocando dos ligeras notas. No tiene pensamientos claros, por lo que prefiere vagar en su cabeza y esperar a que algo se le ocurra a alguno de los dos. Por su parte, TaeHyung se mantiene al pie, examinando la calmada reacción de JungKook. No hay enojo, ni duda, ni nada más que llana comprensión.
Pasan unos cuantos minutos hasta que JungKook nota en la mesa, unos papeles cuidadosamente colocados en ella.
—¿Te tienen con mandados?
Alzando las cejas, TaeHyung se deja caer en su lugar con algo de pesadez. —Ah, sí, jaja. Ya sabes, siempre me mandan por papeles.
—Para no gustarte estar aquí todo el día, terminas viniendo, ¿no? Creo que jamás hemos hablado de lo que haces aquí.
—Es que no hago muchas cosas. Mi papá insiste en que sea de utilidad.
—¿No vas o fuiste a la universidad?
—Solía ir, hace como un año. Pero tuve problemas.
—¿Qué clase de problemas?
—Ah... Bueno, mi papá me necesitaba con él haciendo cosas. Así que hubieron una serie de malentendidos.
JungKook realmente no lo entiende. ¿Qué clase de padre no permitiría que su hijo estudie? Aunque no lo ve como algo tan raro, considerando todo lo que TaeHyung le ha contado de su padre. Tal vez fue esa soledad del señor Kim la que lo orilló a utilizar a su hijo para hacer ciertas cosas. Quizá, incluso en ese entonces donde apenas estaría comenzando a involucrarse directamente con el medio, necesitaría una mano derecha de confianza y con disponibilidad de tiempo para hacer favores.
El joven K tampoco fue a la universidad. Desde que sus padres decidieron que se volvería una sensación, y a pesar de que fue adiestrado con los mejores conocimientos, maestros, y es lo que se podría llamar una "persona culta", no es como que haya estudiado una carrera verdaderamente relacionada a las artes. Todo lo que sabe, se lo enseñaron, pero hay afuera gente que realmente dedicó su vida a las artes musicales y lo tomaron tan en serio, sin dejarse guiar por las obligaciones impuestas de sus padres
No puede negar, en los últimos años ha tomado cariño al proceso de componer. Ya no lo ve como una obligación, lo ve como una forma de expresarse. Ha encontrado en la música una catapulta emocional, se ha fundido con ella y en su corazón, una isla se ha creado, donde en ella reposan sus más íntimos deseos, entonces se quiere volver un artista de valor y no de momento.
—¿Y para qué son estos papeles?
—No lo sé.
—No te dejan saber qué son.
—La verdad no es como que me importe muchísimo.
JungKook toma las hojas, sin siquiera permitir que TaeHyung lo detenga, y las revisa. Pero, la verdad, esas hojas no tienen nada importante.
De hecho, no tienen nada.
—Están en blanco.
TaeHyung abre los ojos con algo de sorpresa, poniendo una mano encima, y las toma para revisarla ligeramente.
—Qué curioso. —La respuesta es eso. No más, no más sorpresa, ni reclamos, ni nada más que dos palabras sin forma ni tono.
—¿No es que tu papá solo te mantiene moviéndote por este lugar?
—Mira, quisiera ponerme a discutir sobre esto, pero ya ni quiero pensar en las razones por las que mi papá hace estas cosas.
—¿Estás enojado con él?
Esa pregunta realmente deja a TaeHyung pensando. La sonrisa de JungKook se desvanece un segundo al notar la intensa mirada de TaeHyung, realmente se lo ve un poco más pensativo que de costumbre.
JungKook entiende el sentimiento. A veces quieres excusar a tus padres interminables veces, solo con la intención de no hacerte ideas extrañas en la cabeza, lograr que ellos tengan otra imagen, no odiarlos. Es difícil cuando vas creciendo y te das cuenta que ellos también pudieron intentar entenderte a ti, y es aún peor cuando te das cuenta que tantas veces intentas excusarlos, pero una vez que actúes mal será remarcada cada ocasión posible, sin importarles el daño que eso te pueda causar.
Aún así, cuando TaeHyung regresa a la realidad, no se ve más en su rostro que una expresión cansada.
—Creo que sí. —Hay un suspiro prolongado, JungKook lo ve rascarse el cuello—. Estoy muy enojado con él.
—¿Y no has intentado decirle?
—¿Decirle qué?
—Pues decirle a tu papá que ya no quieres hacer esto, porque no te gusta.
TaeHyung corre los ojos hasta alguna esquina de la habitación. JungKook piensa que está meditando la situación. ¿Podría estar pensando en verdaderamente decirle eso a su padre?
—Lo he pensado, pero es difícil. —TaeHyung estira otra vez las manos hasta el manojo de hojas, y los juguetea, buscando algo más por observar, pero en esos papeles de verdad no hay ni una frase, ni una palabra, ni una letra impresas—. Esto de estar llevando y trayendo hojas no es lo mío.
JungKook ladea la cabeza.
—¿Y qué es lo tuyo?
—Pues, me gusta... —Mira el techo, buscando una respuesta. La verdad no la tiene, TaeHyung no tiene idea de lo que a él le gusta. Pero eso no lo va a decir, en cambio, regresa los ojos hasta JungKook, quien espera respuesta, entonces alza las cejas—. Molestar a los pobres artistas depresivos de esta empresa.
Puesto que estuvo esperando una respuesta digna de Kim TaeHyung, una decepción profunda lo invade antes de que le cause gracia la insistencia de Tae por asegurar que todos viven en depresión en la empresa. No pasa mucho hasta que JungKook niega lentamente, con media sonrisa.
—Quieres decir, molestas a un montón de personas, no sólo a mí.
—Ah, jaja —Ríe TaeHyung—. ¿Yo dije lo mismo sobre tu estudio?
—Nadie viene acá.
TaeHyung deja de reírse y mira a JungKook con un poco de duda. El otro sigue riendo en voz baja, hasta que nota a Tae mirarlo. El de hebras negras termina por ampliae su sonrisa, y pregunta:
—¿Qué? De verdad, solo yo vengo aquí. Bueno, y tú también.
—¿Por qué?
No hay respuesta a esa pregunta.
Kook lleva los ojos a todos lados, paseándose por la habitación, como buscando respuesta a esa pregunta. Termina alzando los hombros.
—Quién sabe. Solo es... demasiado privado como para que entre cualquiera.
—Y me traes a mí —regaña TaeHyung, apuntándose a sí mismo—. Al que te va a vender a una revista de chismes.
Otra vez, JungKook alza los hombros. —Pues, véndeme.
—No haría eso.
Eso está mas que claro. Aunque JungKook tiene otra teoría del por qué TaeHyung no se atrevería a hacer algo como eso.
El castaño se pone de pie, con los papeles en mano y suspira de nuevo, como últimamente lo hace pues comienza a hacérsele costumbre.
—Iré a dejar esto. Pero quizá después nos vemos, ¿quieres?
—Sí, anda. Esas hojas vacías no se entregan solas al señor Lee.
TaeHyung asiente repetidas veces antes de irse. JungKook se queda pensando. Es cierto, Kim TaeHyung no sería capaz de venderlo a una revista de chismes. Pero no porque realmente quiera guardar un secreto, o porque tenga un alma vacía de maldad. O quizá sí. Mas, la frontera de TaeHyung, eso que lo detendría, sería la consecuencia de venderlo.
Si TaeHyung lo vende, entonces estaría completamente abrumado por la fama pasajera que lo envolvería. Y eso sería insoportable para alguien como él. Entonces, por eso JungKook le cuenta tamtas cosas. No hay manera en que alguien que odia la fama tanto como él, le falle.
Pero, igual, si lo hiciera, JungKook viviría con eso.
"Véndeme", eso tiene, más bien, una connotación de fidelidad.
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