Capítulo III
Habían pasado unos tres meses. Se encontraban en el mes de diciembre y estaban próximos a las festividades de navidad y año nuevo. Pero este mes tan alegre, no solamente traía fiestas sino también traía con ello el crudo y difícil invierno.
ꟷ Bien. Excelente la práctica. Ahora continuaremos con un paso importantísimo que les será útil al momento de una batalla. Quiero que sepan que hay tres modos de disparo ꟷles explicaba el instructor montado a un caballo negro. ꟷ El primero es el yundeyoko que es el método por el cual se disparan tres flechas consecutivas al blanco. ꟷuno de los aprendices levantó su mano, estaba dispuesto a hacer una pregunta. ꟷ ¿Si?
ꟷ ¿Las flechas van dirigidas a una zona específica del blanco?
ꟷ Excelente pregunta. No necesariamente, con que el disparo dé en el objetivo, es motivo suficiente para poder derribarlo e inmovilizarlo. ꟷEn ese momento su caballo se movió hacia un lado y el trató de controlarlo, para que vuelva al lugar y continúe impartiendo la clase. Los alumnos por su lado se encontraban parados observando y escuchando atentamente al instructor. ꟷ El segundo método es el yundesugai, que consiste en disparar las flechas al blanco situado al ras del suelo. Y por último, pero no menos importante, el metesugai que es el método más complejo de los tres, consiste en disparar las flechas al blanco que está al ras del suelo o cabalgando en su corcel.
ꟷ ¿Es una mezcla de los dos anteriores? ꟷcomentó otro aprendiz. El maestro lo miró disgustado, no le gustó la impertinencia de la interrupción.
ꟷ Se podría decir que sí. Pero la diferencia es que debe ser preciso el tiro, letal ꟷMiles de pensamiento de temor y preocupación se le vinieron a Asami a la cabezaꟷ Corazón, cuello o cabeza son las direcciones a las que tiene que estar dirigida sus flecas. Y otra gran diferencia, es que este disparo se debe hacer de los dos lados, izquierdo y derecho.
Los alumnos se miraron entre sí, no era para nada fácil el último método. Por lo general el cabalgar y la posición del arco se realizaban del lado izquierdo, ya que todos eran diestros, pero el hecho de hacerlo para la derecha significaba una gran incomodidad, incluso poder caer del caballo.
El instructor, luego de la breve explicación, dirigió a su caballo hacia el gran campo de entrenamiento que tenían en la academia, con diversos obstáculos. Y pasó a demostrarles de una manera increíble cómo debían posicionarse ante los diferentes métodos. Y con una precisión perfecta logró apuntar a todos los blancos que había en el campo, cabalgando a gran velocidad. Todos los alumnos quedaron impresionados de lo bueno que era el maestro en yobusame.
Gracias a Mifune, Asami había podido ingresar a las clases de yobusame, y ya hace tres meses que iba dos veces a la semana a la academia a practicar y aprender. La muchacha estaba en su última etapa, próxima para convertirse en una samurái, y al fin poder ocupar un lugar en las tropas para proteger el palacio del rey, inclusive salir a realizar misiones a diferentes partes del país, y sobre todo poder cobrar un sueldo fijo.
Al comenzar con sus clases, los primeros días eran cruciales, ya que se les daba un abanico enorme de distintos estilos de arcos y flechas, que debían elegir como armamento. Un arco con el que se sientan cómodos y que se ajuste a su estatura. Y otra gran decisión en los primeros días de clases, era elegir el corcel adecuado.
Cómo era costumbre al terminar cada práctica, los arqueros debían llevar su caballo a los establos. El caballo de Asami era de color alazán, que es un castaño mezclado con rojizo. Todo arquero debía formar un vínculo con el animal, y por ello era necesario que cada uno se encargue de su propio caballo. Debían cambiarles el agua, alimentarlos, limpiarles el establo, bañarlos y cepillar al ejemplar. Tenían que ocuparse de ellos, inclusive hacerse cargo de los gastos médicos del caballo, ya que al fin y al cabo sería el que los acompañe a las batallas una vez egresados como yobusame.
Luego de alimentarlo y cepillarlo, cerró el establo, ya que fue la última en salir, y partió hacia el centro de la ciudad. Era veinte de diciembre estaba a nada de celebrar la Natividad, una fecha que Asami adoraba ya que representaba lo más importante para su vida espiritual. Y cómo era costumbre para el veinticinco de diciembre darse un presente, decidió ir de compras para darles regalos a las personas más importantes para ella.
Entró a un local donde vendían diversas cosas, y tomándose su tiempo revisó toda la tienda para poder elegir el regalo que ella consideraba que les podría agradar a los dos hombres que ella más quería. Afortunadamente había podido ahorrar un poco de dinero, luego de largas y forzadas horas de trabajo en el cultivo y la pesca.
Al salir del negocio, ya con los regalos en mano, levantó la mirada hacia el cielo y observó los grandes copos de nieve que descendían. No pudo evitar en ese preciso momento, una gran alegría que la invadió. Sonrió y apretó sus puños para contener las ganas de pegar un grito de alegría. Ella amaba ver nevar, era algo que la ponía muy feliz.
Con esa alegría emprendió camino hacia su hogar. En el camino iba pensando en las posibles recetas para hacer la cena. De camino saludó al hombre del puesto de verduras con el que solía platicar. Afortunadamente se había sacado un peso de encima, pagarle la deuda al pobre hombre. Ya no tenía que esconderse al pasar por allí.
Eran las primeras horas del veinticinco por la noche, y había terminado de cenar sola en su hogar. Luego de lavar los platos, se acercó al pequeño pino de navidad que tenía sobre una mesita de té, en su pequeña sala de estar, donde yacía en la base un pesebre muy sencillo. Rezó por un momento al lado del pesebre, y luego con gran entusiasmo partió a la casa de su amigo Riku.
Riku vivía del otro lado del canal que cruzaba por el medio de la aldea, un canal que en estos momentos de bajísimas temperaturas se encontraba completamente congelado en la superficie del agua.
Llegó a la casa de su amigo pero no tuvo que tocar la puerta pues este estaba afuera sentado en la vereda que había sido limpiada de la nieve.
ꟷ ¿Qué haces aquí afuera como loco psiquiátrico? ¿Quieres morir de frío? ꟷBromeó la chica acercándose a su amigo que la miró y sonrió por el chiste. Ambos se chocaron la mano en un saludo, y ella se sentó a su lado.
ꟷ Eh Asami, feliz Navidad ꟷle correspondió el saludoꟷ ¿Qué andas haciendo?
ꟷ Vengo a saludar por la Navidad ꟷ sacó un regalo de su pequeña bolsa que traía consigo y estiró su brazo para entregárselo, Riku por su parte sonrió contento de recibir un regalo de su amiga. Ella también sonrió al ver la alegría de su amigo.
Al abrir el regalo el joven exclamó sorprendido al ver el presente. Sabía que a su amigo le encantaban todas las cosas que tengan que ver con la supervivencia es por ello que le regaló un kit muy completo.
ꟷ Asami te pasaste, está increíble. ꟷdijo emocionado observando cada una de las herramientas.
ꟷ Viste... como en tu cumpleaños no pude hacerte un obsequio, porque la pobreza me persigue ꟷcomentó irónicamente en un tono cómico haciendo que su amigo sonriera. ꟷ Dije, este de Navidad tiene que compensar el de su cumpleaños.
ꟷ Gracias Asami, eres mi mejor amiga ꟷcomentó sinceramente y se acercó a darle un fuerte abrazo.
Asami se sorprendió de la repentina muestra de cariño que le daba su amigo. En tantos años de amistad jamás se habían dado un abrazo. Era como si se basara en el cariño pero de manera tácita. Ella le correspondió el saludo, también sentía que era su mejor amigo, el único amigo que había tenido en toda su vida.
Riku también le entregó un regalo, era un cantero pequeño de madera, con diversos compartimientos, para que lo coloque en la ventana con sus plantas dentro. Sabía que le gustaba adornar su hogar con plantas y Asami tenía flores o plantitas en macetas pequeñas, por lo que ese cantero le venía muy bien.
Se quedaron en la casa de Riku, jugando a juegos de mesa que Asami amaba, también se les unió la hermana menor de Riku, de unos diez años, pero pronto su madre la mandó a dormir, ya que no le gustaba que se desvelara. Riku y Asami se quedaron conversando hasta la madrugada, mientras comían cosas dulces y bebían jugo. Hasta que a la joven le dio sueño y se dio cuenta que ya era hora de partir a su casa. Se despidieron y quedaron de juntarse mañana a jugar con el kit de supervivencia.
A la mañana siguiente la joven se levantó un poco tarde, a eso de las diez de la mañana, desvelarse no era motivo para levantarse temprano, eso sí era seguro. Recordó que debía ir a visitar a Mifune y entregarle su regalo. Luego de realizar su rutina matutina partió a la casa del general. Llegó a la casa del hombre, y todo allí se veía perfectamente limpio y ordenado, se notaba que su esposa se ocupaba muy bien del hogar. Asami quedó maravillada de la entrada, estaba todo muy limpio, la nieve que había caído anoche, ya no se encontraba, era evidente que limpiaron la nieve temprano por la mañana. Golpeó la puerta, abrió la esposa de Mifune, una mujer muy elegante ya entrada en años, que conocía muy bien a la adolescente.
ꟷ Asami, que gusto verte ꟷle dio el paso para que ingresara. Asami la saludó agachando su cabeza y luego ingreso sacándose las botas de nieve. La mujer cerró la puertaꟷ Tanto tiempo ꟷse alejó de ella para dirigirse a la cocina.
ꟷ Si, es verdad, mucho tiempo sin vernos. ꟷcomentó mientras acomodaba sus botas de nieve y se colocaba unas pantuflas que tenían para huéspedesꟷ Feliz Navidad.
ꟷ Gracias querida, igualmente.
ꟷ ¿Cómo lo ha pasado?
ꟷ Muy bien, hemos disfrutado con amigos y familiares. Vinieron todos a casa ꟷsalió de la cocina con una bandeja de té y galletitasꟷ Siéntate querida no te quedes parada. ꟷAsami se acercó a la mesa donde la mujer había dejado la bandeja y se sentó haciéndole caso.
La esposa de Mifune era una mujer muy pulcra, le gustaba tener todo limpio y ordenado, Asami llegó a pensar que podía tener una obsesión con el orden y la limpieza, porque las veces que ha ido a la casa de la mujer, jamás encontró la casa sucia o desordenada. Inclusive ella misma era el reflejo de su hogar, jamás la vio desarreglada o inclusive sucia, ni siquiera cuando la había encontrado haciendo plantas. Siempre bien vestida, maquillada y bien peinada, como si tuviera un peluquero en casa.
ꟷ ¿Y tú? ¿Cómo la has pasado? ꟷle acercó la taza de porcelana cargada de té.
ꟷ Muy bien, me cociné una carne al horno con papas. Y más tarde me fui a lo de Riku. ꟷla mujer la vio intrigada.
ꟷ ¿El hijo mayor de los Fugiiyi?
ꟷ Si, él ꟷla mujer asintió y se sentó al lado de Asami. Probó el té y luego tomó una macita dulce de color verde agua. Asami al probar una de color celeste pastel se sorprendió del delicioso sabor.
ꟷ Que rico, ¿las horneó usted?
ꟷ No, las he comprado en una panadería en el centro.
ꟷ ¿La vidriada de la esquina? ꟷpreguntó un poco incrédula, ya que sospechaba que podría ser esa panadería, y afirmativamente acertó, ya que la mujer asintió mientras le daba un sorbo a su té. Asami había sacado esa conclusión porque era una de las panaderías más cara del pueblo. Incluso ese valor se podía apreciar en el diseño, ya que era toda vidriada con piso de porcelanato y grandes candelabros muy sobrios.
En ese momento ambas miraron hacia la puerta ya que esta se abrió. Era Mifune que había salido a hacer unas compras para el almuerzo. Su mujer se levantó y se acercó a darle un beso de bienvenida, Asami solo se puso de pie, y quedó parada al lado de la silla donde estuvo senada, miró de reojo las galletitas sobre la mesa y tomó tres rápidamente y se las metió a la boca una detrás de la otra, era muy angurrienta. Mifune correspondió al beso de la mujer, y luego sonrió al ver a Asami.
ꟷ Asami, que lindo verte por aquí ꟷAsami que comía como si no hubiese mañana, tragó rápidamente las tres galletitas que se había metido a la bocaꟷ Feliz Navidad ꟷse acercó a saludarla.
ꟷ Feliz Navidad ꟷle correspondió el saludoꟷ Vine a entregarle su regalo de Navidad ꟷsacó el presente que llevaba en una bolsa de tela.
ꟷ Oh, no te hubieras molestado ꟷrecibió el presente en sus manos. Su mujer sonrió y decidió retirarse a preparar el almuerzo. Mifune abrió el regalo y se emocionó al ver la foto.
ꟷ Espero que le guste, no sabía que darle, porque usted lo tiene todo ꟷdijo mirando a su alrededor, para enfatizar lo que creía, ya que la casa de Mifune si tenía lujos que pocos se podían dar.
ꟷ Esto es más que cualquier otro regalo. Gracias Asami.
Mifune le dio unas palmadas suaves en la cabeza a la joven, como solía hacerlo para demostrar su cariño.
La relación que tenían los dos era como de padre e hija. Mifune no había podido tener hijos, por lo que tener a Asami bajo su cuidado había logrado que depositara en ella ese amor paternal que no había podido experimentar. Si bien la trataba como si fuera una hija, ella no había aceptado la oferta de dormir con ellos en el mismo techo. Sabía que eso le traería problemas ya que tendrían a una niña extranjera en la casa del general, y a eso sumado q empezaría su entrenamiento como samurái. Por ello para evitarle cualquier situación fea, decidió vivir sola; estaba acostumbrada cuando quedó huérfana.
Asami se quedó a almorzar ya que los dos la invitaron, y como buena hambrienta que era, no rechazó la invitación. Luego de ayudar con la limpieza de platos se retiró ya que recordó que había quedado con Riku a ir a jugar. Ese veinticinco era día feriado por lo que no había clases o actividades militares.
Mifune se acercó hacia un modular de roble que tenía encastrado en la pared. Y dejó sobre uno de los aparadores el retrato que la jovencita le había regalado. Era una fotografía de ella con él. Ella mirando a la cámara con una sonrisa que dejaba ver sus dientes, un pedazo de pan en la mano derecha elevado hacia el cielo. Él con una pequeña sonrisa, sentado a su lado con su espada clavada en el piso tomándola del mango con la mano izquierda, y la derecha apoyada sobre su pierna derecha. Había sido la primera fotografía que se habían sacado juntos, cuando Asami era una niña y ya llevaba unos dos meses en el País del Hierro.
Miró la fotografía con nostalgia recordando esos momentos donde la chica era una niña que necesitaba del cuidado del hombre. Y ahora era una adolescente que ya casi no necesitaba de él.
ꟷ ¿Ya se lo dijiste? ꟷpreguntó su mujer parada a su lado. No había notado la presencia de ella, estaba sumido en sus recuerdos. Al escuchar la pregunta de su mujer, se molestó, no tenía ganas de escuchar esos reclamos en ese momento.
ꟷ No, aun no. ꟷcerró los ojos conteniendo el malestar que le causo escuchar eso. Sabía a qué se refería.
ꟷ ¿Y cuándo piensas hacerlo?
ꟷ No, lo sé. -se alejó molesto de ella- Aun no es tiempo.
ꟷ ¡Mifune, tiene derecho a saber la verdad! ꟷlevantó la voz molesta al verlo alejarse hacia la habitación. No tenía caso que lo siguiera si algo sabía de su marido era lo obstinado que era. Negó suavemente la cabeza y decidió retirarse hacia su salón de costura, donde salía tejer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro