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Este capítulo va dedicado a una personita que me animó a comenzar esta historia. Sil, gracias por creer en mí. ¡Que lo disfruten!

Llegué a casa y Luka me estaba esperando, lo primero que hizo fue abrazarme y en ese instante lo único que pude hacer fue llorar, el solo me repetía "perdón perdón perdón" se que el no quería que fuera, pero cedió y quizá si el no lo hubiera hecho yo no hubiese ido. No había necesidad de recordar todo lo que ese hombre me dijo, lo horrible que me sentí, fue muy doloroso. Nos separamos y Luka seco mis lágrimas, yo solo le sonreí.

-Ire a darme una ducha, cuando mamá regrese les contare todo ¿De acuerdo?

- Claro, lo que necesites -Dijo abrazándome una vez más- Cariño, te quiero y perdóname de verdad.

- No tienes que disculparte, lo hice por nosotros, necesitabamos una respuesta y la obtuve.

Después de haber estado media hora bajo la ducha dejando que el agua logrará limpiar los restos del viaje, decidí salir y hablar con la familia, se que no quieren presionarme pero están ansiosos de saber que demonios fue lo que pasó en Colombia.

Después de almorzar, hablamos todos juntos, les conté lo ruin que fue Francis al hablarme de como decidió abandonar a su familia para poder darnos algo "mejor". Mi madre mientras oía, lloraba, lloraba en silencio. Ella lo ama a pesar de todo, a pesar del tiempo que pasó, a pesar de habernos abandonado. Luka en cambio, se tenso apenas empecé a contar la historia.

Finalmente, ambos pidieron disculpas por dejar que me enfrentará sola a ese hombre, yo no quería una disculpa, yo solo quería descansar y dejar en Colombia el poco afecto que me quedaba hacía mi padre.
Les dije que iría a descansar ya que el viaje de ida y vuelta fue demasiado agotador, de sólo pensar que al otro día debía ir a clases en la universidad se me cerraban los ojos.

Al otro día desperté con energía renovada, aunque aún estaba bastante desanimada. Baje, sin permitirme pensar demasiado, me preparé un café y salí a la universidad. Al llegar me encontré con Marco quien al verme me abrazo y sonrió.

-¡Buongiorno Principessa!-dijo en un ademán haciendo referencia a mi película favorita, "diario de una princesa".

-¡Buen día!-dije haciendo durar un poco más ese abrazo.

Él lo noto al instante y tomo de mi barbilla para que lo viese.

-¿Qué sucede?- olvidaba que me conoce demasiado y no podría ocultar lo triste que me encontraba.

-Primero que nada me olvide de decirte. -empecé sabiendo que se enojaría por no habérselo contado- este fin de semana digamos que tuve unas vacaciones Express y me fui a Colombia.
- ¿De qué rayos estas hablando Maia?

-Es algo complicado Marco, fui a ver a mi padre y no me apetece hablar de ello. Vamos, entremos que las clases están por empezar.

-Oye, acepto que no quieras hablar pero sabes que estoy aquí, para todo lo que puedas necesitar Miki. -le di un beso en la mejilla y asentí.

Mientras entrabamos nos encontramos con Drake, Drake es el mejor amigo de Marco, suele salir con nosotros después de clases mientras vamos por un café.

-Mira quien está aquí-dijo refiriéndose ami- ¿Como has estado amor?-Rodé los ojos, Drake es el típico chico que lo único que sabe hacer es meterse en problemas, aunque sorpresivamente es el mejor en lo suyo, el estudia Economía junto a Marco, estos dos son realmente inseparables.

- Déjate de tonterías Drake tu y yo sabemos que apenas podemos soportarnos. -soltó una carcajada, y eso hizo que me molestará, realmente no soporto a este engreído y hoy mi ánimo no es el mejor.

-Debo irme, en 5 minutos comienzan mi clases. - Salí disparada por el campus.

No puedo detenerme mucho en hablar de Drake, es de cabello Castaño al igual que el mío, sus ojos son color aceituna y les mentiría si les dijera que no es atractivo, lo es, su cuerpo está bien definido y me saca poco más de una cabeza. Sin embargo nuestra relación siempre fue efusiva, Marco dice que Drake me ama y no sabe disimularlo mientras que yo sé que en el fondo sólo le gusta fastidiarme poeque logra sacar lo peor de mi.

La mañana paso rápido, agradecí tener clases porque si hubiera estado en casa seguramente estaría llorando y viendo películas de familias felices, o llorando con el Titanic ¿Por qué? Simplemente puro masoquismo.

Como todas las tardes salimos a tomarnos nuestro café en Starbucks con Marco y Drake, en el camino se nos unió Sol, ella era mi mejor amiga, peliroja de ojos celestes, una combinación completamente fascinante para cualquier chico. Sus rasgos eran preciosos, era pequeña incluso más que yo y tenía un aire de "nerd" que la hacia ver adorable.

-Hola azul -Bromeo Marco.

-Hola Mike - Dijo mi amiga, ellos se querían y Les gustaba cambiarse los nombres.- Derek - saludó a Drake, a él no le causaba ninguna gracia, en cambio yo me reí a carcajadas.

Llegamos al Starbucks y nos sentamos en nuestra mesa de siempre. Mientras yo tomaba mi Frappe de caramelo y vainilla, mi mente recordó la conversación con
Francis y mi estado de ánimo comenzó a caer en picada. Sin darme cuenta Drake se sentó a mi lado, acercándose más de la cuenta, ¿en serio me molestaría hoy?

-¿Qué sucede bonita? -dijo.

- No estoy de humor Drake y tu y yo no somos amigos, ¿podrías solo por hoy dejarme en paz? -dije un poco histérica.

-No seas tan dura conmigo nena, estoy preocupado por tí, pero comprendo, mejor me iré.

- Adiós amigo, rojita, nena-dijo saludandonos a todos.

- ¿Que sucede?-Dijo mi mejor amiga. Marco respondió por mi.

-Nuestra amiga estuvo en Colombia y parece ser que tuvo un encuentro con su progenitor. Esta triste pero no quiere hablar de ello -Dijo haciendo memoria de lo que le dije en la mañana, Sol quedó sorprendida pero asintió.
-Les prometo que cuando esto no me afecte tanto les contaré, pero ahora me gustaría irme a casa, no me encuentro bien chicos, perdonen.

Ambos asintieron mientras me veían tomar mis cosas e irme

-Los llamaré en la noche-les dije-Adiós, les amo.

Al salir me encontré con Drake que tecleaba algo en su móvil. Cuando alzó la mirada se apresuró a llamarme.

-Oye nena, sé que no somos amigos y no pretendo que me cuentes tus problemas, tengo una vía de escape a como te sientes ahora. Ven conmigo, te llevaré a un lugar y te olvidarás de todo. -dijo tendiendo su mano hacía mi.

-No lo sé, en serio hoy no estoy de humor, ni siquiera puedo responderte si deseas pelear -dije forzando una sonrisa, pero ya cansada de todo este día.

- ¿Ves a mi bebé? Dijo señalando su moto que se encontraba estacionada-Pues resulta que cuando te subes a ella y el viento te da en la cara, logras despejar tu cabeza, además sé de un sitio no muy lejos de aquí que ayudará a que no pienses en nada, ¿de acuerdo? -dude un momento pero acepté, no quería regresar a casa aún, sabía que al hacerlo me dejaría caer.

El me tendió un casco y me ayudó a subir, luego estábamos ambos en la carretera y tuve que admitir que toda la tensión de estos dos días empezó a desaparecer, fue como si mi cuerpo se liberará.

¿Por qué Drake estaba actuando así? El siempre me fastidiaba, sea por lo que fuese, agradecí que hoy me diera tregua. Pero mencionó algo sobre un lugar ¿A donde me llevaba? ¿Por qué acepte? En serio debí de estar mal cuando dije que si.

Al poco tiempo llegamos a una colina donde se podía ver toda la ciudad, la vista era preciosa, podías perderte allí mismo sin pensar en nada que no fuese disfrutar de esa hermosa vista.

-Maia, este es mi lugar secreto, no somos amigos pero me pareció que necesitabas esta paz y quise ayudar ¿si? -dijo sin apartar la mirada de los edificios de la ciudad.

-Gracias, podemos intentar ser amigos si prometes no ser un verdadero dolor de cabeza todo el tiempo ¿de acuerdo?

-Eso es imposible-dijo serio- pero lo intentaré.

-¿Amigos? -pregunte y le tendí una mano.

-Amigos -sonrió y la estrechó.

¿Funcionara una amistad con alguien como Drake? Es engreído, manipulador y mujeriego, pero hoy cuando más necesitaba un escape, me lo ofreció sin siquiera indagar para descubrir por que estaba tan triste y molesta.

A lo mejor sólo era una tregua, a lo mejor mañana nos olvidamos de esta incipiente amistad y volvería a molestarme como siempre.

No quiero pensar más.

-¿Me llevas a casa? Ya no quiero estar aquí. -dije.

-Claro, vamos. -Dijo poniéndose el casco.

Al llegar a casa fui a mi habitación y me recosté en mi cama, al instante Morfeo se apoderó de mi Y todo se volvió tranquilo y relajante. Descansé pensando en aquella vista, la ciudad y sus problemas se veían tan pequeños. Allí sólo estaba Maia, una Maia despreocupada, sin pasados tristes ni encuentros inoportunos.

Dormí imaginando como era eso: ser feliz.

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