9: Vómitos, zorras y despidos
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Capítulo 9
«Vómitos, zorras y despidos»
Savannah se removió incómoda sobre su cama sintiendo que algo le faltaba, y ese algo era Justin. Soltó un gran bostezo luego de pasar su mano sobre sus ojos con pereza. Debían faltar como dos horas para que su despertador sonara, y era completamente inusual que su novio se despertara a esas horas. Así que apartó la pereza y se sentó en la cama.
— ¿A dónde vas, cariño? — Dijo Justin entrando a la habitación vistiendo solamente unos boxers negros.
La chica bostezó para luego volver a acostarse en la cama.
— A ninguna parte. — Murmuró Savannah acurrucándose al lado de Justin una vez que se acostó. — Solo que no te sentía a mi lado y me desperté por eso.
Justin dejó un beso en la frente de su novia y comenzó a pasar sus manos por su espalda desnuda atrayéndola más a él.
— El gerente del museo acababa de llamarme, necesita que cubra el turno matutino.
Savannah frunció el ceño.
— Pero creí que habías llegado un acuerdo para trabajar solamente a la tarde. Ya sabes... para que cuando yo termine mi turno en el juzgado pueda volver a casa a tiempo para cuidar a Jamie.
— Lo sé, cariño. Pero el guía de la mañana está enfermo así que no podrá ir...
— ¿Eso significa que no vas a poder cuidar a Jamie?
Justin enarcó una ceja antes de negar.
— Por supuesto que cuidaré a Jamie, mi hijo está antes que mi trabajo. Encontraré alguna forma para poder hacer las dos cosas a la vez.
Savannah sonrió pasando sus brazos por el cuello de su novio, para luego atraer su rostro al suyo y besarlo lentamente. Si había algo que amaba más que nada de Justin, definitivamente serían sus labios. Amaba como los movía rítmicamente contra los suyos, como en la mitad del beso solía separarse de ella solo para tomar un poco de aire para después seguir, o como él suspiraba cuando ella mordía suavemente sus labios.
Justin bajó sus manos hasta el culo de Savannah, para luego bajar sus bragas y arrojarlas a los pies de la cama. La chica hizo lo mismo con la ropa interior de él, solo que una vez que lo dejó completamente desnudo, volvió a subir sus manos para apretar con fuerza su trasero. Justin gimió contra sus labios y cuando quiso darse cuenta, ya se encontraba arriba de Savannah listo para hacerle el amor como a ella tanto le gustaba.
Y lo hubieran hecho, si Jamie no hubiera decidido que era el momento ideal para romper a llorar.
Justin rodó los ojos mientras se levantaba de la cama y se colocaba su ropa interior otra vez. Savannah por su parte solamente se rió al ver el rostro de enfado de él.
— Creo que alguien no quiere tener hermanos.
— Y definitivamente no va a tenerlos, no pienso cambiarle los pañales a otro niño más.
Justin solo bufó mientras caminaba hacia la habitación de su hijo, definitivamente iba a ser una larga noche.
— ¡Bieber! — El gerente del museo llamó a Justin desde su oficina. — ¡Te necesito aquí ahora mismo!
— ¡Aquí estoy, señor López! — Dijo entrando rápidamente al lugar.
— No tengo mucho tiempo. — El hombre tomó un largo sorbo de café antes de comenzar a pasearse por toda su oficina. — Una escuela vendrá a una visita guiada en unos minutos, necesito que le digas a los maestros que estén atentos de que ningún mocoso toque alguno de mis cuadros. A las 12 estarán entrando unos frescos del siglo XI, necesito que prepares la bóveda para despacharlos ahí. Y dentro de una hora... ¿Que mierda es eso?
Justin bajó la vista hacia donde López estaba señalando, en su cabeza se imaginaba que tal vez se había ensuciado mientras comió un hot dog hace unas horas, pero al ver que solo se trataba de Jamie se calmó.
— Es como un arnés. — Dijo señalando el objeto que mantenía a su hijo sosteniéndose junto a su pecho. — En un principio es incómodo de usar pero le juro que una vez que se acostumbra, ni lo siente. Eso si, solo tiene que recordarse de que tiene a un niño pegado como un parásito a su abdomen.
López rodó los ojos reconsiderando seriamente el por qué había contratado a Justin Bieber en primer lugar.
— No me refiero a eso, me refiero a por qué tienes un bebé aquí.
Justin se encogió de hombros.
— Mi novia es abogada y trabaja en el juzgado durante la mañana. Mis turnos siempre son a la tarde por lo que mientras ella trabaja, yo cuido a nuestro hijo, y viceversa.
López enarcó una ceja.
— ¿Y me estás diciendo todo esto porque...?
— Porque usted me pidió que cubriera el turno matutino hoy. Mis padres y mis suegros trabajan, por lo que no puedo dejar a mi hijo con ellos.
— ¿Y no pensaste en la idea de contratar a una niñera?
Justin bufó.
— Si tuviera dinero para contratar a una niñera entonces no estaría trabajando como guía en un museo.
López rió.
— ¿Escuché una queja? Porque te recuerdo que si no quieres el empleo puedo...
Justin negó rápidamente antes de tomar unos cuantos papeles que estaban sobre el escritorio de su jefe.
— ¿Una queja? ¿Que es eso? ¿Se come? No lo sé, pero si me disculpa llevaré todos estos papeles a la bóveda y luego haré que esté lista para recibir los cuadros. ¿Necesita algo más? Puedo traerle lo que quiera; un café, un sándwich, la ropa interior de DiCaprio...
— Bieber.— El hombre lo interrumpió.— Lo único que quiero ahora mismo es que saques tu culo de mi oficina. Ningún empleado tiene aceptado traer a sus hijos al trabajo a no ser de que deje un pedido con una semana de anticipación, pero voy a hacer una pequeña excepción por ti ya que soy amigo de tu padre. ¿Entendido?— Justin asintió.— Genial, ahora márchate.
En menos de cinco segundos, Justin ya estaba fuera de la oficina de su jefe y se dirigía con rapidez hacia el subsuelo del museo, en donde estaba la bóveda.
— ¿Sabes algo, Jamie?— Dijo mirando a su pequeño hijo de tres meses.— Jamás, nunca, jamás de los jamases, dejes que yo te encuentre un trabajo. Tu abuelo dijo que lograría conseguirme un pequeño empleo y terminé trabajando para un ogro peor que Shrek y Hulk juntos.
Jamie miró a su padre queriendo decirle que en realidad Hulk no era un ogro pero no pudo decírselo, ya saben... las desventajas de no saber hablar.
Justin hizo una mueca cuando sin querer chocó contra una mujer que estaba mirando un cuadro de la exposición de arte victoriano, lo primero que hizo fue comprobar si Jamie no había sufrido algún golpe, pero al ver que su hijo seguía igual de tranquilo como si nada hubiera sucedido, se relajó. Aunque la mujer no tuvo tanta suerte, ya que terminó volcando su vaso con café arriba de su vestido.
— ¡Lo siento mucho!— Justin hizo una mueca, si su jefe se enteraba seguro lo despediría.— ¡No fue mi intención! Me distraje sin darme cuenta y...
La mujer levantó su mano en seña de que se callara. Este día había sido un fracaso para ella; primero perdió el autobús, luego su hermana le había insistido para que acompañara a su hijo en una excursión escolar en el museo de arte, y para finalizarlo, aquel chico había hecho que volcara su café arriba de su nuevo vestido. Aunque cuando levantó la vista y se encontró con el hombre más hermoso que sus ojos habían visto, el café sobre su vestido dejó de importarle.
— N-no hay de que preocuparse.— Dijo la mujer acomodando su cabello, aún completamente embobada por los ojos de Justin.— Tendría que haberme fijado que venías tú antes de hacerme para atrás.
Justin sonrió antes de soltar un suspiro, agradecía infinitamente que aquella mujer no estuviera haciendo un escándalo si no sería el fin de su trabajo.
— Una vez más, lo siento mucho.— Dijo comenzando a alejarse de ella.— Tengo que volver a mi trabajo pero si gusta puedo conseguirle un pase gratis al museo, por todo este problema.
La mujer negó rápidamente tomando el brazo de Justin, no iba a dejar que aquel hombre se fuera así como así. Aunque en ese mismo momento se dio cuenta de la presencia del bebé. Había estado tan embobada mirando al chico que no notó el arnés que sostenía al bebé contra él.
— ¿Que te parece si olvidamos todo esto? Soy Jenna.— Le tendió su mano y Justin la aceptó con un poco de duda.— Vine aquí acompañando a mi sobrino en una excursión de la escuela. ¿Tu trabajas aquí...?— Jenna trató de buscar la identificación con su nombre, pero debido a que el bebé tapaba gran parte de su torso no pudo encontrarla.
— Soy Justin y si, trabajo aquí. Si quiere puedo llevarla hasta la exposición donde tienen que estar los niños y...
— ¡Para nada!— Jenna apoyó su mano contra el brazo de Justin y casi tuvo un orgasmo ahí mismo al sentir sus fuertes brazos. Se iba a recordar agradecerle a su hermana por haberla obligado a acompañar a su sobrino, ya que gracias a eso se encontraba en presencia de su nueva conquista. — Pero no conozco mucho sobre esto...— Dijo señalando los cuadros y estatuas.— ¿Podrías explicarme un poco sobre su historia...?
Justin hizo una mueca queriendo negarse, tenía que hacer cientos de cosas que su jefe le pidió, pero si él se enteraba que se había negado a explicarle algo a un visitante, iba a despedirlo.
— Esta bien, pero espero a que mi hijo no te moleste.— Justin sonrió acariciando la cabecita rubia de su hijo.
Por otra parte Jamie frunció el ceño, no necesitaba tener más de 3 meses de nacido para darse cuenta de que aquella zorra estaba coqueteando con su padre. ¡Y justo frente a sus narices! Definitivamente no iba a quedarse ahí sin hacer nada...
— ¡Para nada! ¡Amo los bebés!
Jenna le dio a Justin su sonrisa más falsa antes de que él comenzara a explicarle la historia detrás de cada obra de arte, aunque por nada del mundo lo estaba escuchando... estaba completamente embobada en la forma en que sus labios de movían con gracia, incluso se permitió fantaseando con tener esos labios pasearse por todo su cuerpo y...
Toda su fantasía se fue al carajo luego de que Jamie decidiera que lo mejor que podía hacer para espantar a esa zorra del lado de su padre, sería vomitar arriba de ella.
Jenna soltó un chillido mientras comenzaba a gritar a los cuatro vientos su odio hacia los niños y que jamás en su vida entendería el por qué hay personas que los aman. Jamie por su parte, se dedicó a sonreír admirando el gran trabajo que había hecho al mismo tiempo en que su padre huía rápidamente de ahí antes de que su jefe descubriera el desastre que habían provocado.
— Uf, eso estuvo cerca.— Dijo Justin cerrando la puerta de la bóveda detrás de él.— López va a asesinarme si se entera que vomitaste sobre un visitante, ¡James Dylan Bieber, en que demonios estabas pensando!
Jamie sonrió en grande mientras su padre lo dejaba arriba de un sillón que estaba en la habitación, si su mami estuviera ahí probablemente lo hubiera felicitado por alejar a las zorras del idiota de su papi. Conocía tan bien a su mami que seguro lo obligaría a volver solo para arrancarle las extensiones baratas que tenía aquella mujer.
Justin bufó queriendo asesinar a su hijo ahí mismo, pero cuando él lo miró a los ojos le fue imposible no morirse de ternura. Jamie era una copia exacta a él, solo que tenía los ojos de Savannah. Como sea, no planeaba salir de la bóveda hasta la hora de la salida, no estaba en sus planes ser asesinado por su jefe.
— Bueno Jamie... vamos a jugar un juego, ¿Quieres? Prácticamente consiste en esconderse aquí dentro sin que el jefe de papi nos vea, ¿Entiendes? Porque si no papi va a terminar con su culo en la calle y mami va a asesinarlo. ¿Crees que puedes ser un buen bebé y comportarte como un niño obediente mientras papi hace brujería para que su jefe no lo despida?
Jamie enarcó una de sus pequeñas cejitas sonriendo por dentro, su padre definitivamente era un idiota si pensaba que él le iba a hacer caso.
Savannah frunció el ceño cuando apenas estacionó su auto, Justin subió rápidamente cargando a Jamie.
— ¿Por que te ves tan agitado? Dime por favor que no cometieron ningún delito.
Justo cuando Justin estaba por responderle, el señor López bajó corriendo las escaleras de la entrada como si estuviera buscando algo, y cuando encontró ese algo (aka Justin Bieber) se puso aún más furioso de lo que estaba. Justin soltó un chillido al ver a su jefe caminando rapidamente hacia su auto como si quisiera matarlo... ¡Y definitivamente eso iba a pasar!
— ¡Arranca el auto!
Savannah enarcó una ceja.
— ¿Por qué quieres que nos vayamos? ¿Acaso ese es tu jefe? Voy a hablar con él para ver que está sucediendo.
Justin abrió sus ojos en grande y negó.
— ¡Savannah, arranca el auto ahora!
La chica estuvo a punto de decirle que dejara de gritarle, pero al ver la mirada de terror absoluto que tenía su novio y el rostro de enfado puro que tenía su jefe, supo que lo ideal para evitar que Jamie viera como asesinaban a su padre sería irse.
— ¿Ahora vas a decirme que es lo que sucede?— Preguntó Savannah una vez que estuvieron lejos del museo.
Justin llevó sus manos a su rostro masajeandose la sien, mientras Jamie reía y tiraba las puntas del largo cabello de su padre.
— Prométeme que no te enojaras.
Savannah enarcó una ceja.
— Ya estoy enojandome y aún no me dices nada
Justin suspiró.
— ¿Si te diría que creo que me despedirán te enojarás?
Savannah suspiró masajeandose ahora ella la cabeza, definitivamente uno de estos días iba a terminar con una crisis nerviosa por culpa de su novio y de su hijo.
Realmente no sirvo para prometer maratones o respetar el día para actualizar 🤦🏻♀️
Estuve colapsada con la escuela durante toda la semana pasada, por eso no pude actualizar, pero esta semana estaré sin clases así que haré todo lo posible para poder actualizar más frecuentemente.
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¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
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