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Cap. 15 - CHARLAS SINCERAS-

Habían pasado unas semanas después del operativo encubierto en Club Fetén Night, dónde se detuvieron a varias personas entre ellas el dueño del Club y una banda más que distribuía la droga en varios locales de la ciudad. Este era otro golpe al narcotráfico y a la banda de los zurdos dónde su líder era Romo, estaba casi siendo desarticulado, pero todavía había que darle el toque de gracia, y faltaba poco.

Pasadas las 12 del mediodía me encontraba en mi oficina y decidí prender el televisor para saber que decían las noticias sobre la detención de sus integrantes, —mentí— en realidad quería ver a Luciana en el noticiero, ya que desde nuestro último encuentro, que por cierto, no quedamos nada bien no sabía de ella... Aun que no le daré todo el crédito de mis pensamientos a mi adorado tormento, hoy sentenciaban a los que fueron detenidos y quería saber que decían en los medios.

Así que me senté en mi escritorio a comer del Delivery que había mandado a pedir. 

Voz del narrador

"Unos de los tres acusados de traficar drogas, el dueño del Club Fetén Night, Darwin Blanco, se enfrentará a 8 años de prisión, declarándose culpable en el juicio iniciado en la Audiencia de la ciudad capital, dónde también la líder de una banda de nacionalidad colombiana y junto con 3 ciudadanos serán juzgados por dichos delitos.... "

Sigue voz de fondo

Para mi masoquismo, Luciana no están en el noticiero, pero debía enfocarme en mi trabajo por ahora, —pensé en voz baja.

La puerta de mi despacho se abrió y era Beatriz.

—¡Hola! ¿Se puede?

—¡Hola! Claro, pasa

— ¡Oh! Sorry, estas comiendo, después vengo entonces.

—No, no, tranquila pasa —la paro en seco—quédate, además ya terminé. No tengo casi apetito.

—¿Quieres?—le enseño el dulce que tenía.

BEATRIZ: No, gracias. Tranquila. —miente.

—¡Oh! Vas a ignorar una marquesa de chocolate, Bea. —insistió.

— ¡Ay! La verdad sería un pecado, dámela —me la arrebata de las manos y río.

—¿A qué debo tu vista?—le pregunté.

—No, bueno, como tenemos tiempo sin hablar, quería saber cómo estabas con lo de Periodistas y tú, ¿Qué onda con eso?—pregunta Beatriz, mientas disfrutaba de su Marquesa.

—¡Ah! Eso— encogí mis hombros —Simplemente por ahora no puede haber onda, todo está muy complicado y no quiero involucrar a Luciana en esto —le dije con un tono resignado.

En eso nos interrumpen el ambiente y abren la puerta, era Rodrigo, —¡Hola! ¿Se puede? De quién chismean —risa.

—Pasa, llegas justo al punto Luciana Ríos—dice Beatriz.

— ¡Ah! Entonces llegue en el punto neurálgico de este drama —dice Rodrigo.

— ¡Ajá! Continúa, ¿desde cuándo no la ves?— pregunta Bea.

—Desde el día del operativo en Club pero la cuestión es que terminé con ella y de paso... ¡Bueno! Surgió un beso y nos interrumpió el flash de unas cámaras y ahora resulta que mi personas y Luciana está en boca de los programas de chismes de farándula, mira,—les mostré las fotos y algunas capturas de notas del periódico.

Rodrigo se queda boquiabierto, —¡Waoww! ¿Y por qué no nos enteramos de esto?— dice asombrado de ver las fotos.

Beatriz lo sigue —Realmente porque vivimos en un buquer, la farándula y sus cuchituras.

—Y ahora, ¿Qué vas a hacer?—pregunta Rodrigo.

—Supongo qué dejar pasar el tiempo... pero también me provoca llamarla para hablar de este tema, no la debe de estar pasando bien —digo preocupada — De verdad no se qué hacer—me paso las manos por mi cabeza y tomó una respiración profunda.

Beatriz dice con toda su sinceridad qué le caracteriza, —Yo lejos de estar en tu situación, pero yo, si fueras tu, la llamó y habló con ella... ¡Claro! Entiendo en la situación en la qué están y ahora de repente no es el momento de juntarse, pero de pana no se cierren la puerta. ¡Llámala!

Me quedo pensando en la situación y le preguntó a Rodrigo, —¿Y tú qué opinas?—

—¿Yo? Muy a mi pesar—  voltea los ojos —pero concuerdo con Beatriz y en todo, que es lo peor.

—¡Ay! Cállate, que yo doy unos consejos del carajo... Además, sabes que tengo razón.

Rodrigo se para intempestivamente y dice, Bueno Dra. Nancy Álvares, Quién tiene la razón seguirá en una próxima edición, porque tenemos que ir a trabajar.

—Este siempre tiene que ser aguafiestas, ¡Dios Ayúdame!—dice Beatriz... Ambos salen por de la oficina y sacó mi celular y me quedo viendo el chat de Luciana, pensando en llamarla, porque de alguna manera yo estoy involucrada en esto y no la puedo dejar sola.

Así que le marco a su celular y me contesta después de 3 repiques.

Entre llamada..

—¡Hola! -Luciana. ¿Podemos vernos? Tenemos que hablar... 

                                                                         ****************

Sentada en una mesa para dos, en la terraza de un restauran exclusivo de la cuidad capital, bajo una noche espectacular acompañada por un vaso se whisky casi a medio terminar, estaba esperando a Luciana, mi reloj de pulsera marcaban las 8:15 PM y al fondo estaba una banda de músicos tocando un Bossa Nova acompañados de una hermosa voz femenina que cantaba "Your Love is King", tenía un pequeño nerviosismo en mi estómago, esto me hacia acordar cuándo los exámenes del colegio venían acompañados de un interrogatorio o cuando me tocaba exponer en clase, lo odiaba, ¡Bueno! Justamente así me sentía ahora, pero a diferencia de los otros, este me gustaba porque solo esta mujer me provocaba este tipo de sensaciones.

Tenía 15 min de retraso. ¡Dios! Pero que tanto pensé— Cuando de pronto escuchó una pisada fuerte y los tacones golpeando el piso, mire hacia mi derecha y como si fuera un slow motion, aparece Luciana con un leve contoneo de caderas, dominando perfectamente su caminar y un estilo de diva de Hollywood, vestida con un mini vestido negro con corte recto, que le hacían destacar sus curvas, con unos Botines de tacón de agujas con punta estrecha negros y el cabello suelto - ¡Cristo Todopoderoso! Ayúdame dije— tomándome de un solo golpe el trago del poco whisky que me quedaba. Mi corazón se debe haber acelerado porque sentía que me iba a explotar.

—¡Hola! Jennifer —me dijo Luciana con un tono seco. Se sentó y me preguntó —¿Qué estás tomando?

—Whisky —contesté apartar mis ojos de su persona.

—¡Um! No, quiero un vino.

Capte la atención del mesero y llegó a la mesa, —¡Por favor! Me traes un whisky y a ella una Copa de vino tinto. Gracias.

—Si, claro en seguida —Contestó muy amable el chico.

—Estas hermosa —le dije en tono seductor.

—¡Gracias! Siempre lo estoy —me miró fijamente a los ojos.

«Ella nada egocéntricas» —pensé —Sé que no hemos tenido momentos muy bueno y me disculpó por si algún comentario o palabra de mi parte te ha ofendido —le expresé con toda honestidad.

—La verdad es que no toda la culpa la tienes tú, yo también he dicho y hecho cosas que de repente me hacer parecer una loca lunática.

Hubo un silencio que cortó la densidad del ambiente ya que el chico venía con nuestra orden, —¿Algo más?—preguntó —No, gracias. Por ahora bien —el chico asentó con su cabeza y se retiró.

Haciendo que retomará mi conversación con Luciana.

—He pensado en lo que me planteaste la otra noche en el Club, Jennifer, en lo de tomarnos un tiempo o definitivamente terminar, si es que hay algo entre nosotras —tomó de su Copa —Además, todo está revuelto ahora, estoy viviendo un infierno después que sacaron las fotos en la revista estas de chismes. Soy como una especie de entretenimiento para debatir en los programas de radio y tv, en las redes, en fin.

La tomó de la mano muy sutilmente, —Sabes que no estás sola, ¿no? —pero ella rápidamente se zafa —Nadie tiene porque cuestionar con quién sales, o con quién te besas... Luciana, eso no es problema de nadie.

—¡Ah! Claro, es muy fácil decirlo para ti porque no te mueves en este medio —me réplica con tono acusador. —Tu ambiente es totalmente diferente, los medios son otra cosa, Jennifer. Hay una creencia que todo lo que tenga que ver con medios y/o entretenimiento es muy libre, que la inclusión es al 100%, pues no lo es... —dijo un poco alterada —Aquí hay homofobia hasta decir basta! En este país la tv y sus derivados no estaban preparados para tocar esos temas.

—No puedo creer que en esta época todavía tengamos este tipo de discusión por este tema.

—Si, una porquería lo se, pero es lo que tengo ahora— dijo —Mirá Jenni, me siento bien contigo, me encantas, pero realmente no quiero que cambie mi vida... Aún que, el que no cambie ya es tarde, porque tu llegaste a desordenar todo —lo dijo en un tono dulce.

La volví a tomar de su mano y esta vez, no me soltó —Es que no tiene porque cambiar, yo no quiero que cambié, yo solo quiero que estemos bien. Yo también me siento muy bien contigo y para ser sincera me gustas y mucho.

"ESTAMOS EN POSICIÓN, AHORA ESTÁ EN UN RESTAURANTE CON UNA CHICA... ¡CAMBIO!"

—... me haces sentir tantas cosas nuevas que no había sentido Lu. —ella me respondio tímidamente al gesto.

—Pero si, hay algo que tienes razón — dije —Ahora todo está turbio.

Nuestra conversación se interrumpió por una notificación en mi teléfono, sonando varias veces... —Dame un minutole pedí.

Entra mensaje

—Te están siguiendo. Trata de terminar tú reunión y tranquilamente y sal del sitió.

—Asegúrate de poner a salvo a tú acompañante.

Fin del mensaje

Mi semblante cambió al estado de preocupación, había leído dos mensajes de la PM y el plan ya estaba en marcha, esto me sacaba de mi eje. ¡Se adelantó el plan!

Tratando de mantener la calma y sacar a Luciana de esto, reaccioné rápido.

—Créeme que no me gustaría terminar está conversación, pero el deber me llama —llamó al mesero para pedirle la cuenta.

— Pero ¿Qué pasó? ¿Estás bien?... —Luciana preguntó ante mi visible cambio repentino.

— ¡Sí! Claro, todo perfecto, pero hay que salir. ¡Vamos!

"SE ESTÁN PARANDO DE LA MESA, VAN A SALIR DEL LUGAR. ¡CAMBIO!

"EL JEFE QUIERE A LAS DOS, REPITO EL JEFE QUIERE A LAS DOS, ¡CAMBIO!

¡COPIADO!"

Salimos pronto del lugar y nos situamos a llamar al elevador.

—De verdad, que no entiendo, estas nerviosa o es cosa mía.— seguía insistiendo, Luciana.

Y Tratando de no levantar sospechas, tenía que mentir. Le pregunté  —¿Viniste en carro o te llamó un taxi? —entramos al elevador.

— Vine en mi carro. —frunce en seño —¿Qué te pasa Campos?

Sin contestar ninguna pregunta de ella, la tomó de la mano y la sacó del elevador, —Dime dónde está tú carro, ¡ya!

—¡Espérate! ¡Me lastima Jennifer! —me detiene en seco y me jala contra ella, mirándome fijamente, —¿Qué carajos está pasando Jennifer Campos?

—Tarde, ahí vienen.

...

"OBJETIVOS ASEGURADOS. VAMOS EN CAMINO. ¡CAMBIO!"

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