perdóname
Al día siguiente de lo sucedido en aquel callejón un trío de hombres se encontraba demasiado deprimido como para poder salir de la cama, sin embargo Chifuyu y Baji fueron obligados por sus madres a ir a la escuela, se levantaron, se cambiaron a su uniforme poniendo cada uno sus toques únicos en cada outfit, un albino se encontraba sin ganas de asistir a la escuela y toparse con aquel pelinegro mentiroso que robó su corazón y que se convirtió en el dueño de sus desvelos y conciertos privados a base de gemidos y jadeos.
Se sentía tan sucio e impuro por haberse masturbado pensando en su compañero mientras lo penetraban y dejaba caer su cabello suelto por sus hombros, al pensar nuevamente en aquel pelinegro volvieron a surgir esos pensamientos, pero ahora eran más intensos y de una manera que jamás podría haber aprobado si no lo hubiera visto con el cabello suelto, lo comenzó a imaginar en el uniforme negro que lo había visto el día anterior, la imagen de un Baji pandillero sometiéndolo mientras portaba su uniforme lo hacía ponerse duro y aún con sus ideales en contra de los pandilleros comenzó a complacerse, comenzó a masturbarse de manera intensa mientras pensaba en el pandillero con su informe y cabello suelto mientras lo penetraba al mismo tiempo que lo jalaba de su platinado cabello y lo obliga a gemir su nombre una y otra vez, una vez llegó al climas lamió su propia semilla pensando en que era la de Baji, se dirigió al baño para tomar una ducha y se preparó para ir al colegio y poder observar aunque fuera de lejos a su amados pelinegro con colmillos.
Ambos pandilleros llegaron temprano a la escuela con la esperanza de encontrar a la albina en su asiento y poder disculparse por no contarle el que son parte de una pandilla, al llegar no la vieron en su lugar y no apreció en las primeras dos horas de clase, la albina entró en el receso de la segunda y tercera clase viendo al pelinegro en su asiento y con una mirada que no le agradó para nada, estaba muy triste y con unas ojeras muy remarcadas, se fue a sentar junto al pelinegro en su respectivo asiento.
- Julia... Yo... Chifuyu y yo.... - antes de poderse explicar bien fue interrumpido-
- este no es el momento Baji, hablemos de eso en el almuerzo - dijo de manera un poco fría cortando de tajo cualquier palabra del pelinegro -
Ambos siguieron tomando la clase lo más normal que podían, esperaban con ansias la hora del almuerzo sin embargo al mismo tiempo no querían que llegara ya que no estaban preparados para esa conversación.
Las clases pasaban, el tik tak del reloj los ponía cada vez más de los nervios, hasta que ya no pudieron aplazarlo y la campana que indicaba la hora del almuerzo llegó, ambos como si fueran un par de robots se pararon de su silla al mismo tiempo y salieron caminando a la par del salón para dirigirse al salón del rubio y llevarlo con ellos, una vez que tomaron al rubio se dirigieron a un lugar privado al cual nadie podía acceder, la azotea, debido a su gran amabilidad con todos Julius tenía una llave de la azotea en dónde le gustaba estar ya que algunas veces quería escapar de las personas.
Los tres ingresaron a la azotea y Julius volvió a cerrar con llave para no ser interrumpidos, caminaron a un lugar que tenía sombra y se sentaron en silencio, nadie sabía que decir, tenían tanto que decirse mutuamente que no se atrevía a decir una palabra ya que no podían acomodar bien sus ideas.
- lo siento - dijeron al mismo tiempo los tres debido a que se armaron de valor a la vez para disculparse.
- no tienes de que disculparte Julia-sempai, fuimos nosotros quienes mentimos con el echo de no pertenecer a una pandilla - decía un muy arrepentido Chifuyu bajando la cabeza frente a la albina y llorando un poco por el peso de la culpa -
- el que más debe disculparse soy yo, no debí mentirte todo este tiempo con respecto a no pertenecer a una pandilla, realmente no quería que me odiaras, quería que nuestra amistad nunca acabara y por eso motivo oculte mi doble vida, no sabía que algo como esto te afectaría tanto, en verdad ¡!¡perdóname!!!! - decía Baji gritando la última disculpa con la cabeza completamente pegada al suelo y llorando a mares debido a que temía la respuesta -
- no es culpa de ustedes, en verdad lamento mucho el modo en el que reaccioné, es solo que al ver que las personas que más quiero son parte de un mundo tan peligroso me hizo recordar un momento amargo de mi pasado - sin quererlo se sincero con ambos mientras lloraba al recordar su séptimo cumpleaños - realmente no me gustan la gente que es parte de las pandillas debido a que cuando cumplí siete años un ladrón entró en casa alardeando ser parte de una pandilla y termino con la vida de mi madre y mi gemelo... Desde ese entonces tengo "miedo" *rencor*, me asustan los pandilleros * quiero matarlos* - decía sin parar de soltar lágrimas -
Una vez que escucharon su pasado Baji solo pudo abrazarla escondiendo la cara del albino en su pecho y dejar que se desahogue, el siempre estaría para secar sus lágrimas y olvidar esos malos momentos.
Una vez terminado el llanto de los tres se pusieron de acuerdo para saltarse la siguiente clase y tomar su almuerzo en la azotea, Solo ellos tres, compartiendo un íntimo momento, reforzando su amistad.
Mientras el ojiceleste observaba las formas de las nubes a un rubio se le vino a la mente cierto evento que estaba muy cerca de suceder, más específicamente el 3 de agosto.
- eh... Julia... Si nuestra amistad ya vuelve a ser la misma de antes, tú qui... ¿Quieres ir al festival del 3 de agosto conmigo? - preguntó muy sonrojado y nervioso pelinegro -
- me encantaría poder ir contigo - le sonrió con dulzura demostrando que su amistad sigue igual de fuerte -
- excelente, si quieres puedes darme tu dirección y ....
- te veré en el templo, no quiero que arruines el momento debido a que ves mi vestimenta antes del festival - mensionaba sonriente provocando que el estómago del pelinegro tuviera un vuelco y lo hiciera ponerse colorado-
- te veré ahí - fue lo único que pudo responder ya que estaba demasiado nervioso -
Así ese día terminó sin contratiempos, la amistad de esos tres se restauró y el peliplata junto al pelinegro hicieron crecer mutuamente el sentimiento de amor que en cualquier momento podría derivar en una confesión.
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