Capítulo 15
Anastasia Sandoval
Trago el nudo que se formó en mi garganta e ignoro la mirada interrogante de Adrián.
—Les prometo que no me va a pasar nada. Ya ordené un grupo de vigilancia para ustedes. Cuando Juli tenga que ir a la universidad un agente la va a acompañar, al igual que a Alfredo cuando vaya para el colegio; deben explicarle para que no se asuste. También habrá un agente que te cuidará a ti papá y no quiero quejas. Un escolta se quedará aquí contigo Sonia, custodiando la casa y me avisará cualquier anomalía —me pongo en pie y Adrián conmigo.
Mi papá me abraza.
—Sé que eres fuerte y puedes con todo, pero necesitas tener a alguien que te ayude en estos momentos... no lo alejes de ti —me susurra.
Sé a quién se refiere y le devuelvo el abrazo.
—Trataré de no alejarlo —mi papá besa mi frente.
—Dejo el bienestar de mi hija en sus manos, teniente, confío en usted.
—No lo voy a defraudar, fue un gusto conocerlo y a ustedes también —les dedica una sonrisa —. Te espero en la puerta —se dirige a mí y asiento.
Se aleja y Juli se me acerca.
—Sé que no es momento, pero me agrada para ti, se nota que le importas —alzo una ceja.
—Solo somos compañeros de trabajo, nada más —ella sonríe.
Ya se está imaginando cosas que no son en la cabeza.
—Cuídate, hermana —me abraza.
Beso su cabeza, le doy un abrazo a Sonia y les pido que me despidan de Alfredo. En la puerta me encuentro con Adrián y salimos juntos de la casa.
—Agente Solís, ya sabe lo que tiene que hacer —le recuerda Adrián.
—Sí, señor, no se preocupe.
Nos despedimos y nos vamos hasta mi casa. Al llegar, él inspecciona el área y luego entramos. No dice nada y se sienta en el sillón; sé que debo contarle sobre mi hija, ahora que vamos a operar sobre su asesino tengo que confiar en él.
—¿Quieres que pida algo para comer? —me saca de mis pensamientos.
—Por favor, si no es mucha molestia.
—¿Comida china? —asiento.
Mientras él ordena la comida, yo arreglo la mesa y luego me voy a dar un baño. Al salir, me pongo una lycra larga, negra; un top negro u y una camisilla que me llega hasta las nalgas. Recojo mi cabello en un moño.
Saco un pijama que era de mi papá y yo me quedé con ella. Salgo de la habitación y observo a Adrián.
Se quitó el arma de encima y está recargado en el sillón.
—Te traje esto, es de mi papá y me pareció que te podría servir para pasar la noche —alza una ceja.
—Pensé que no me ibas a permitir quedarme. Ya estaba alistando mi discurso para llevarte la corriente —sonrío.
—Eres igual de testarudo que yo, sabía que te ibas a quedar. Además... debo contarte algo y no me gustaría quedarme sola después —admito.
Se pone en pie.
—Entonces me voy a cambiar —me quita la ropa de las manos.
—Ya sabes donde está el baño —se sonroja y sonrío.
Mientras él se cambia llega la comida y le pago al señor. Sirvo y en pocos minutos tengo a Adrián frente a mí, comiendo.
—Gracias por la ropa, ¿de quién es?
—Se la quité a mi papá cuando me fui de su casa —confieso.
Asiente y terminamos de comer en silencio. Minutos después me pongo en pie y busco el portaretratos que tomó Adrián ayer, se lo entrego. Me mira expectante.
—Ella es Valentina... mi hija —su rostro es de sorpresa total.
—¿Cómo?
—Sí, Adrián... ya te conté que estuve casada, bueno de esa relación nació mi hija. Tenía cinco años cuando ese asesino le quitó la vida —hago una pausa y todos los recuerdos de ese día llegan a mi mente como si hubiese sido ayer —. Ella era lo más hermoso que yo tenía y me la arrebataron por mi culpa —él toma mi mano —. Ese día yo la llevé a la escuela y cuando la fui a buscar pasó todo. Ella se emocionó tanto cuando me vio que se soltó de la profesora que la tenía agarrada, corrió hacia mí. En ese momento, me percaté de que un hombre se acercaba e iba a correr hacia ella, traté de apresurarme para alcanzarla primero, pero otro hombre me inmobilizó. Le grité a la profesora para que se diera cuenta y luché para soltarme, pero ya era demasiado tarde. Se escucharon dos disparos y los gritos de mi hija... —mi voz se corta y él refuerza el agarré de mi mano —. Sentí que algo afilado me traspasaba la piel y luego me empujó, yo solo pude correr hasta ella, no me importó la sangre que salía del costado de mi cuerpo, solo quería verla bien... y ahí estaba mi pequeñita rodeada de un charco de sangre. Traté de reanimarla, pero cuando la ambulancia llegó me dijeron que no había nada que hacer... —de mis ojos salen lágrimas.
Adrián se pone en pie y me rodea con sus brazos.
—Me alteré tanto que llegué a perder el conocimiento y volví a la realidad horas después. Desperté en el hospital y constaté que no había sido un sueño. Mi hija acababa de morir... —sorbo mi nariz y me separo de él —. Fue mi culpa, no debí de ir a buscarla, esa no era nuestra rutina. También tuve que darme cuenta de que me venían siguiendo...
—No, no fue tu culpa. Tú también fuiste una víctima. Esa persona actuó con ventaja, ya tenía todo planeado —acaricia mi espalda.
Niego con la cabeza.
—No me lo perdono y tampoco se lo perdono a esa porquería de hombre que me la quitó. Acabó con la mitad de mi alma y a raíz de eso, también se destruyó mi matrimonio.
Adrián vuelve a sentarse y yo limpio las lágrimas que se desbordan de mis ojos.
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