Al llegar a casa me dejé caer en mi sofá y mis cosas cayeron al suelo, no me importó, solo quería dormir y si era posible, no despertar.

Ese día había sido muy pesado.

A la mañana siguiente, una ruidosa alarma me despertó.

Me levanté rápidamente y me bañe.

Al salir me pusé el traje, pero al ponerme los zapatos, vi esa pequeña bolsa.

La bolsa del obsequio que me habías dado.

No había sido un mal sueño, si te había visto el día anterior.

Respiré hondo y la levanté y saqué lo que había en su interior.

Una pequeña caja de terciopelo negro con un broche dorado.

Al abrirla encontré una pluma con los mismos colores con tu nombre y el kanji de justicia grabado.

Solo suspiré pesadamente, pero había un espacio vacío para otra pluma y una nota errollada allí.

Al abrirla se leía:

"Querido Touta, cada que redactes un informe, cada que hagas un perfil, o simplemente escribas en tu bitácora, cada que escribas con ésta pluma, quiero que recuerdes nuestra promesa: siempre luchar por la justicia.
Yo cumpliré con ella, con la pluma faltante, y además pensaré en ti cuando la vea."

Me levanté y puse la pluma en mi bolsillo, decidí creer en lo que me habías dicho en el restaurante.

Salí corriendo y tomé un taxi con rumbo a mi primer día de trabajo.

Ahora que recuerdo tus palabras en esa nota, siento algo de culpa de lo que escribió esa pluma que llevaba mi nombre.

Pero, ¿Que norma moral es la que tenía la razón?

La ley japonesa, la moral de L, los ideales de Kira, o, las normas de justicia que tú mismo habias construido.