×××4×××
La escuela primaria para nosotros estaba por terminar.
Ya teníamos 12, el tiempo había pasado volando.
Aquel día era nuestra graduación.
De los matones que conocimos a los seis años ya nos habíamos deshecho, aunque a lo largo de esos años nos habíamos hecho nuevos enemigos.
Nuestra amistad era bastante extraña, pues a pesar de que ya estábamos por entrar en la adolescencia, seguíamos como de pequeños, solo éramos un club de dos.
Compartíamos la comida, nos sentábamos en pupitres contiguos, nos defendíamos el uno al otro, y lo más extraño es que, seguíamos tomándonos de la mano. Pensandolo a mis treinta y tantos, eso era demasiado extraño, pero nos queríamos, y no pensabamos aún en cosas que los adultos consideran inapropiadas.
Y ese día no fue la excepción.
Entramos al auditorio tomados de la mano, vistiendo nuestro mejor traje, decididos y dispuestos a demostrar que la justicia siempre vencería.
Cualquiera de esas chicas fujoshis gritaría al ver esa escena.
Tomamos los lugares en la segunda fila, justo detrás de los profesores, según nosotros para que cuando nos llamasen a pasar, estuviéramos listos.
Pero para nuestra sorpresa, quien estuvo al frente con un gran discurso, fue aquel chico que nos molestaba, dando un gran discurso como exalumno, sobre la igualdad y el gran ambiente de la institución. Sonreía con esa cara de hipocresía. Y todos le aplaudieron.
Solo nos miramos desepcionados, ¿Cómo podía decir todo eso después de lo que nos hacía?
Después fue la fiesta, todo era luces, música y... Era algo nuevo para muchos y esperado para otros, especialmente para las chicas, la primera vez que salían a un baile, como gente grande.
Estuvimos un rato allí, pero, no encajabamos, por primera vez nos dimos cuenta que no éramos los súper héroes que pensábamos, sino los raritos.
Me jaláste hacia afuera como era tu costumbre.
Querías huír de allí, o tenías algo importante que decirme.
Y fue la segunda opción.
Me miraste a los ojos y comenzaste a llorar.
Eso no lo esperaba.
El que solía hacer eso,vera yo, no tu, el chico valiente que me defendía a diario.
Eso me desconcertó.
Te abracé y correspondiste a mí.
Después de un rato así, me dijiste que tal vez nunca en la vida nos volveríamos a ver. Y ahora el que lloraba a cántaros era yo.
Te irías a otra ciudad.
Trataste de consolarme con un teléfono móvil que sacaste de tu mochila, recordar semejante aparato me hace reír ahora, mi primer celular era demasiado grande. Dijiste que así podríamos hablar.
Mi corazón estaba hecho millones de pedazos.
Varios chicos y chicas lloraban porque nadie deseaba bailar con ellos, pero para nosotros era diferente, perderíamos a la única persona que. . . Amábamos en verdad.
Tu teléfono comenzó a sonar, era tu madre que te esperaba en la terminal de trenes, te irías esa misma noche.
Me abrazaste nuevamente, pero también tomaste mi rostro y dejaste un beso en mis labios.
Ahora menos sabía cómo reaccionar. Solo me quedé paralizado.
–" Sabes que siempre que haya injusticia, te defenderé Touta, y que te amo."
Después de decir eso, te diste media vuelta y saliste corriendo.
Yo solo me quedé allí observando como te alejabas con mis manos sobre mi boca.
Después de un rato en el que comprendí que te habías ido para siempre, tomé mis cosas y me fui caminando a casa tratando de comprender lo que habías hecho.
Teru, yo también te amaba, y cada que pienso en ti, las lágrimas corren por mis mejillas, sabiendo que ahora si te he perdido para siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro