UN PACTO CON EL DIABLO...
Londres estaba en la decadencia. En todas las direcciones en las que voltearan, los edificios estaban repletos de banderas con el símbolo Omega. El Támesis estaba contaminado con suciedad y los Parademons en conjunto con drones del Régimen patrullaban los cielos. Mientras tres de los secuaces alados de Darkseid volaban por las calles de Londres, pasaron por un pub en la esquina de la calle...
-¡Carajo! – Constantine gritó, rebuscando en botellas vacías de licor, mientras Jason Blood se sentaba al final de la barra, con una jarra de cerveza en sus manos –
-Este es el último del maldito Merlot. Vamos a los Ryes. Te digo, los Ryes tienen mucho whisky. Quiero decir, está lleno de ellos – John miró a Jason Blood, quien todavía no había levantado la cabeza –
-Todavía lloras en tu cerveza, ¿eh? – Constantine se burló – Bueno, come tu corazón.
-No puedo comerme el corazón si ya está aplastado – Jason Blood apenas susurró –
-Oh Templeton Rye, mi viejo amigo – Constantine sonrió, tomo una botella alta de whisky y empezó a beberla como si fuera agua –
La puerta del pub se abrió con un crujido y Lois Lane entró con un hombre con una chamarra verde y una chica con un traje negro ajustado. Lois vio a John bebiendo licor y también al hombre barbudo con una ceja levantada.
-¿Así que este era tu plan, Lois? – Selina puso una mirada de desaprobación – Lo siento si no confió en Constantine, pero los ebrios no me gustan.
-Lo necesitamos – contesto Lois volteándola a ver – Es el único que puede ayudarnos.
-Entonces estamos condenados – contesto Hal Jordan, haciendo una mueca. Lois no respondió y volteo hacia John –
-¡John Constantine! Me alegro de que te encontráramos – dijo ella –
-¡Váyanse a la mierda! – Constantine saltó por encima de la barra –Este es nuestro pub. De hecho, toda la calle es nuestra, así que puedes irte a la mierda.
-John, soy yo. Hal Jordan – El hombre se quitó la capucha de la chamarra, dejando al descubierto su rostro – Nos conocimos... – Hal corrigió sus palabras – Me conocías como Green Lantern.
Los ojos de John se abrieron por un momento y se acercó a Hal, inspeccionando su rostro.
-Maldito infierno, eres tu... – John sonrió – Pensé que te habían matado como a todas "las luces más brillantes"... Green Lantern.
John echó el puño hacia atrás y golpeó a Hal en la cara. A pesar de que le lastimó la mano, todavía envió a Hal volando de regreso.
-¡John, suficiente! – ordenó Selina, colocándose entre Constantine y Hal – No estamos aquí para pelear.
En ese momento, tres Parademons irrumpieron a través de las ventanas con barricadas, chillando con fuerza.
-Entonces has venido al pub equivocado – Constantine se molestó. Entonces el mago rápidamente saco una baraja de cartas del bolsillo – ¡Abajo, inútiles! ¡Fuego de Infierno!
John hizo un movimiento con la mano y una carta voló por el aire, antes de incrustarse en una de las cabezas del Parademon, explotando y decapitando al monstruo. John procedió a sacar una especie de escopeta con forma de crucifijo, que al momento de dispararla al segundo Parademon, se desintegro por completo.
El tercer Parademon le dio un golpe a John, haciendo que volara a través del pub, donde aterrizó en la barra, justo al lado de Jason Blood.
-Oye, Etrigan, un poco de ayuda estaría bien – Constantine reprendió a su amigo – O tal vez un besito para la buena suerte.
Jason Blood gruñó, empujando a John fuera de la barra justo antes de que el Parademon se estrellara contra la madera, enviando astillas por todas partes. Mientras el monstruo estaba distraído, Jason Blood bebió toda su jarra de cerveza, antes de voltearse hacia el Parademon y abrir la boca. Entonces su aspecto humano se transformó a un demonio amarillo con un extraño traje azul. Eructo una corriente de fuego, incinerando por completo la cabeza del monstruo alado.
-Maldita molestia – Jason Blood se molestó y volvió a su aspecto humano, poniendo su cabeza hacia atrás en sus manos –
-Ya era hora. La magia puede ser una verdadera perra a veces –Constantine murmuró, mirando a Hal, que estaba ayudando a Selina y a Lois a levantarse. También notó que a este le faltaba su dedo anular – ¿Regalo de Darkseid? – pregunto Constantine, señalando a su dedo –
-Si... en Oa – Hal hizo una mueca cubriéndose la mano – Así fue como me quito mi anillo.
-Así que te dejó vivir para seguir siendo un imbécil condescendiente. Impresionante – John se encogió de hombros, antes de ver a Lois todavía agarrándose la cabeza, como queriendo preguntar algo –
Sin embargo, John no parecía muy convencido y dio la vuelta hacia atrás.
-¿A dónde vas John? – preguntó Lois –Tenemos...
-¿Un plan para salvar el mundo? – Constantine se burló – Y esta vez, definitivamente funcionará, ¿verdad? Claro. Váyanse todos a la mierda.
-Te lo dije, esto fue una pérdida de tiempo – dijo Selina, su tono goteaba veneno – No puedes confiar en el... todos los borrachos son unos cobardes.
Constantine miró hacia abajo y su ira estalló. Volteo hacia el trio que acababa de entrar.
-¡Yo no fui quien nos trajo toda esta desgracia! ¡Ustedes lo hicieron, en especial tú, Jordan! – Constantine gritó, señalando con el dedo a Hal – Nos trajiste a esos Yellow Lanterns a nuestro planeta y luego nos dejaste – y en ese momento fue cuando volteo a ver a Selina Kyle – Y tú... tú estúpido novio en Gotham no hizo nada para impedir la catástrofe. Todos sus "héroes" nos abandonaron.
-Zatanna era tu mejor amiga. Ella lucho contra los Parademons en San Francisco, y aun así, con todo su poder fue derrotada – Selina le contesto – ¿Dónde estabas cuando más te necesitaba? ¿Dónde estabas cuando tuvo que esconderse por que no le quedó más remedio? Oh, sí, corriste como el cobarde que eres.
Constantine miró a Lois, a Selina y a Hal con los ojos llenos de odio.
-Fui a tratar de salvar a mi hermana y a su familia, pero cuando llegue ya era demasiado tarde – contesto el, con la mirada baja – Váyanse todos – John se volteo para irse, pero Lois lo agarró del brazo –
-Zatanna querría que nos escucharas – dijo Lois –
Constantine volvió a mirar a Lois, apartando el brazo de él.
-Nada de lo que ella quiera me importa ahora – John se volteo hacia la puerta de nuevo, solo se detuvo para hablar una vez más – Más de esos Parademons estarán en camino. Pueden venir o no – John informó Al trio – ¿Qué hay de ti Jason Blood? ¿O simplemente llorarás en una taza vacía?
-Al carajo con esto – Jason Blood murmuró y se puso de pie. Los cinco salieron del pub, justo cuando una horda de Parademons comenzaba a volar rápidamente hacia ellos –
-¡Corran! – John gritó, mientras él y Jason Blood conjuraban el fuego de sus manos, presionando sus palmas en el suelo para crear un muro de llamas. Varios de los Parademons se estrellaron contra la pared de fuego, sufriendo graves quemaduras. Constantine sonrió y él y Jason Blood corrieron para alcanzar a los demás –
-¿A dónde vamos? – preguntó Hal, una vez que John los alcanzó –
-A nuestro hogar lejos de casa – John respondió cínicamente – Me gusta bastante. Un poco más espacioso en comparación con el pub Jasper's Millhouse.
Cerca de media hora después, John, Jason Blood, Hal, Selina y Lois llegaron a la torre del reloj caída del Big Ben y entraron.
-Me encanta lo que has hecho con el lugar – Lois dijo con sarcasmo –
-¿Qué mejor metáfora para la alegre Inglaterra actual, eh? –Constantine sonrió, sentándose en un sillón de cuero gastado – ¿Quieren un trago? Puedes usar los vasos buenos.
Jason Blood pasó junto a los demás, tomó una botella de la mesa y comenzó a beber en un rincón.
-Él ha estado deprimido desde que todos murieron – Constantine explicó – Tanto Jason como Etrigan han vuelto a beber en exceso y fumar como chimenea – y entonces John también saco un cigarrillo de su gabardina y lo prendió –
-¿Y estás preocupado, a pesar de hacer lo mismo? – preguntó Selina –
-Las reglas no aplican conmigo – John señaló, dándole una calada al cigarro –Estuve sobrio hasta el Día Omega. Ya había sido suficiente de aparentar un poco de decencia – sonrió, volteando a ver a Selina – Tu sabes lo que es aparentar ser decente... ¿Verdad, Catwoman?
-¿Cuál es el punto de esto? – preguntó Selina, haciendo una pausa para mirar hacia arriba –
-Mira, ¿nos vas a ayudar o no? – preguntó Lois, impaciente –
-¿Salvar sus traseros en el pub no califica como ayuda? – Constantine se burló. Hizo una pausa por un momento, antes de servirse otro trago – Entonces, el plan fue una mierda desde el principio, pero ¿qué salió mal realmente, eh? Díganme qué pasó.
Lois miró al demonologo y pensó en los años atrás. Desafortunadamente, podía recordar tanto las cosas buenas como las cosas malas.
-Luthor llevo planeando esto desde el principio, casi desde que Superman se revelo al mundo – parecía que Lois quería soltarse a llorar – Por años tratamos de hundirlo, pero finalmente volvió a contactar con Darkseid y con su ayuda asesino a Clark. Después escapo de la isla Stryker y se salió con la suya.
-Darkseid se aprovechó de que la guerra con los Lanterns del universo y mi conversión a Parallax – Hal intervino, tratando de contar su parte en la historia – Cuando los Green Lantern Corps se debilitaron, nos atacó en Oa... y nos destruyó.
-Días después, Darkseid envió a los Parademons a la Tierra – Lois miró al suelo y cerró los ojos ante el doloroso recuerdo – Ya casi no queda quien se le ponga, pero te aseguro que Batman, la cabeza de la Resistencia... tiene un plan.
-¿Duele? – preguntó John, mirando a Hal que se frotaba la mano donde su anillo de Green Lantern estaría – Ya no ser un Green Lantern quiero decir.
-Si... – contesto Hal, apagado –
-Incluso sin poderes, Hal sigue luchando – Lois intervino, mirando fríamente a los ojos de John – Darkseid ni siquiera pudo molestarse en matarlo de una vez... y lo subestimo. Ahora, la voluntad de Hal para pelear es más fuerte que nunca
John miró fijamente a Lois Lane, y finalmente bajo los ojos, recordando también el día que perdió a su hermana.
Apenas habían pasado unas horas desde la invasión, y John había abierto un portal desde Los Ángeles hasta la casa de su hermana. Cuando llego a la casita en el campo, ya estaba destruida. Su hermana pudo salir pero cuando llego a la cerca en el patio, murió desangrada. Con su último aliento, le señalo a John hacia el bosque, donde su sobrina había huido.
Cuando el último aliento escapo de su hermana, John echo a correr hacia el bosque, pero al llegar y ver a su sobrina muerta por los Parademons, John perdió la esperanza. Saco su escopeta en forma de crucifijo y disparo contra todos los monstruos que tenía en frente. Y con una ira enloquecida, asesino a todos. Pero ya no volteo para ver los cuerpos de su familia, solo corrió y se fue de ahí.
-No sé por qué corrí – Constantine murmuró, mirando el whisky intacto – Me he enfrentado a todo tipo de bastardos antes, y me he mantenido firme. ¿Por qué no regrese y les di Cristiana Sepultura? ¿Por qué me olvide de ellas?
Constantine miró hacia arriba y vio que Hal y Lois lo miraban casi con lástima. Sin embargo, Selina trataba de no verlo. Ella cargaba ya con sus propias penas como para pensar en las de alguien más.
-¿Qué quieren de mí? – Constantine gruñó –
-Necesitamos un hechizo localizador – Hal le dijo al exorcista –
-¿Un hechizo localizador? Bien – John le dijo al ex-piloto – Necesitaré conseguir algo de la persona a la que quieren encontrar.
-No tengo nada de el... – contesto Lois, algo preocupada –
-Yo tampoco – Hal hablo –
Selina lanzo un largo suspiro, evaluando si era muy necesario que sacara la sortija que le había dado Bruce hace ya tantos años. Finalmente, decidió que era hora de desprenderse de ella. Entonces la saco de uno de los bolsillos de su cadera y se la dio a Constantine.
-Esto es de el – dijo Selina, dándole la sortija a John en la mano – Es todo lo que tengo de Bruce.
Y entonces todos la voltearon a ver sorprendidos. Tanto Hal, como Lois y John Constantine se quedaron con cara de bobos al ver lo que la sortija significaba. Todos no podían creer lo que veían sus ojos, lo que significaba. Selina Kyle estuvo a punto de casarse con Bruce Wayne. Solo Jason Blood no le prestó atención.
Aproximadamente media hora después, Constantine regresó con un antiguo globo terráqueo, mientras Lois se acercaba a Jason Blood.
-Huy... pensé que habría fuego – Lois comentó, cuando Jason Blood eructó obscenamente después de terminar su botella. Entonces se volvió a convertir en Etrigan y la miró. Se volteo hacia un lado, abriendo la boca y dejando que saliera una corriente de fuego –
-¿Satisfecha? – Jason Blood se burló –
-¿Cómo haces eso? – preguntó Hal –
-Magia... – Jason Blood simplemente murmuró, mientras Lois solo se le quedo viendo con una mirada de sorpresa –
-Basta de perder el tiempo – interrumpió Constantine, sosteniendo una aguja y la sortija al lado del globo – Entonces quieren encontrar a Bruce Wayne, a Batman... ¿Y qué hará el Murciélago para ayudar? – Constantine preguntó con curiosidad – Yo nunca he oído acerca de alguna resistencia.
-Tiene un plan... ¿de acuerdo? – Lois contesto –
-Así que ni tú sabes lo que el planea, pero aun así lo vas a buscar – John se echó a reír – Salud entonces – Constantine se encogió de hombros, sosteniendo la aguja hacia el globo terráqueo – Vienndes Locos Sole A Bruce Wayne.
La aguja y la sortija dieron la vuelta al mundo, antes de descansar en un lugar en la costa este de Estados Unidos. Era al norte en Gotham City.
Por un momento, una sensación de alivio paso por Selina, que al fin sabía que Bruce estaba bien y que había regresado a su ciudad. Sin embargo, ella sabía que no podía ir con él. Solo era una ladrona, no una heroína ni una guerrera. Sobrevivir era lo que mejor se le daba, y lo que seguiría haciendo.
-Parece que está en Gotham. El murciélago regreso a su madriguera – Constantine se echó a reír mientras le regresaba la sortija a Selina – Lois, Hal, Selina... agárrense de las manos.
-No... yo no iré – respondió Selina mientras metía la sortija en un sobre pequeño y se lo daba a Lois en la mano, al igual que la memoria USB con el programa "Sistem Down" de Riddler –
-Creí que vendrías con nosotros – dijo Hal Jordan –
-No... – contesto Lois – Ella no vendrá. Constantine, le prometí a Selina que tú la ayudarías como pago por el trabajo que realizo para mí. Por favor no me decepciones.
-Mientras no me pida dinero, todo bien – respondió John –
-¿Quieres que le diga algo a Bruce? – pregunto Lois, viendo a Selina –
-No... – respondió la ladrona, con un tono algo nervioso – No, el... cuando lea la carta lo entenderá todo – y entonces abrazo a Lois y la beso en la mejilla – Por favor ándense con cuidado. De corazón... espero que su plan funcione.
-No te preocupes, yo se me cuidar – le respondió Lois, con una sonrisa – Espero que encuentres lo que buscas, Selina.
Hal Jordan no dijo nada. Solo se despidió de Selina con un gesto e inmediatamente se aferró de las manos con Lois Lane. Entonces Constantine puso sus manos en el suelo, y comenzó a conjurar un hechizo de teletransportación.
-Sume Nome, A La Batcave in Gotham...
El dúo desapareció en un destello de luz dorada, dejando a Selina con John Constantine y Jason Blood, que ya había caído de lo borracho que estaba.
-Entonces, encanto... – John volteo a ver a Selina – ¿Qué es lo que quieres de mí?
-También quiero un hechizo de localización – contesto ella, casi apagada – Quiero que encuentres a Zatanna Zatara.
-Ahh... Zatanna – sin decir más, John echo una risa ligera. Parecía que la ironía lo invadía de nuevo – Ay... mi amiga Zatanna.
-¿Puedes hacerlo? – Selina se mostró impaciente –
-¿Para qué quieres verla?
-Eso no es de tu interés – Selina se molestó – Lois me prometió que me ayudarías... ¿Puedes hacerlo o no?
John volvió a reír. Parecía que el destino siempre quería involucrar a la hechicera de San Francisco en su vida. Sin embargo, el no estaba seguro si el favor que le haría a Selina Kyle le beneficiaria o no a Zatanna. Él tenía que averiguar para que quería verla.
-Lo hare... pero antes tengo que hacer una cosa – finalmente John asintió –
-¿Qué?
-Esto...
Y sin decir más, Constantine alzo las manos y Selina sintió que el mundo se desvanecía. Sintió un sueño terrible y finalmente cayó al suelo. De pronto, su vista se tornó a una sombra oscura y cayó en los brazos de Morfeo.
Comenzó a revivir varios recuerdos en su mente, sin saber que tenía un observador bastante peculiar. Constantine desentrañaría sus recuerdos para descubrir cuáles eran sus intenciones con Zatanna.
Constantine empezó a detenerse en un recuerdo en particular, uno que le llamo bastante la tensión.
***
La Pascua, también conocida como la resurrección de Cristo, (aunque una vez fue una hazaña impensable) era algo que los ciudadanos de Gotham sabían muy bien, ya que nadie permanecía muerto para siempre. Desde los villanos encapuchados que regresaban cada año o dos desde las profundidades de la tierra hasta el mismísimo murciélago, que había engañado a las profundidades del infierno una y otra vez.
Pero había alguien en particular, que era demasiado necia para morir. Tenía nueve vidas, por así decirlo.
Selina Kyle se sentó en una azotea, una a la que a menudo se encontraba regresando desde hacía un mes y medio. Desde su posición en lo alto, no solo tenía una vista perfecta de la ciudad, sino también de lo más importante del mundo. Una ventana tenuemente iluminada, que siempre permanecía abierta a pedido. Dentro había una mujer pelirroja en una cama de hospital. Hace mucho tiempo, este mismo fin de semana de Abril habría sido uno de los más ocupados del año, pero ahora todos los días eran borrosos.
Se llamaba Magdalene Kyle, Maggie para abreviar. La más joven de las hermanas Kyle y además, la más optimista. En lugar de odiar las circunstancias que se le dieron, miró a Dios, orando por perdón no solo para ella, sino también para su hermana mayor, que sabía que estaba yendo por un camino peligroso.
Por supuesto que es una historia que terminó en tragedia. Maggie había sido acuchillada por un psicópata aficionado al Joker. Si había sido coincidencia o este hombre sabía su relación con Selina, ahora ya no tenía importancia. Pudo haber sucedido hace tiempo, pero Selina aún podía ver la sangre en las escaleras de la iglesia y escuchar ese grito espeluznante que soltó al verla. Una de las dos únicas luces en su vida, sin importar cuán distante pudiera haber sido esta, se estaba desvaneciendo.
"Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y el que vive creyendo en mí, no morirá jamás".
Si bien nunca había sido tan religiosa como Maggie, Selina siempre tuvo esperanza en ese versículo. Recordó a Maggie hablándolo en voz alta en un sermón un domingo de Pascua, mientras estaba sentada detrás de la multitud para evitar ser detectada. Solo esperaba que esas palabras fueran ciertas. Que los que creyeran en el que estaba ahí arriba se salvarían. Catwoman, por otro lado, sabía que estaba destinada al infierno, obligada a mirar a la monja Magdalene Kyle desde abajo. Ella siempre había brillado tanto... sería el ángel más hermoso en el Cielo.
Se estaba haciendo tarde. Como de costumbre, la doctora Lee Tompkins entró para revisar a Maggie a las 10:47 pm. Todas las noches miraba a Selina, que sabía estaba viéndola desde ese mismo tejado. Le hacía señas para que entrara, solo para mirar a la mujer durmiendo plácidamente, con su piel pálida casi de porcelana, brillando bajo la luz de la luna.
Todas las noches sacudía la cabeza y salía corriendo, pero esta noche era diferente. Ella pudo haber sido un gato, pero al igual que el conejito de Pascua, solo venia para contemplar de cerca el diamante más precioso de la ciudad.
Arrodillándose junto a su cama de hospital, Selina sintió que sus rodillas caían al duro y frío suelo. Juntando sus manos, apoyó la cabeza en las sábanas con un leve suspiro.
-Oye grandulón, si realmente estás ahí arriba... ¿puedes hacer algo por mí? No volveré a pedir nada más. ¿Ya no recuerdas lo que te pedí? – Selina quería soltarse a llorar – Te dije que ya no volvería a robar. Por favor... Maggie ni siquiera está muerta. Ella simplemente está atrapada. Será fácil... ¿verdad? – Su voz temblaba, sus susurros una vez confiados temblaron más que el suelo durante un terremoto – No seas egoísta, ¿de acuerdo? Debes compartir tu día de resurrección. Así que maldita sea, por favor. Por favor, devuélveme a mi hermana. Ella es la única que me mantiene en la luz... por favor ayúdame.
Y sin una palabra más, Catwoman se desvaneció en las sombras de la noche. Tal vez regresaría a los brazos de su murciélago y en la mañana, como un milagro de Pascua, Maggie estaría despierta.
***
Constantine, como el buen espectador que era, ya había visto la mejor función de su vida, por lo que decidió terminar con el truco y volver a Selina a la realidad.
Ella comenzó a volver en sí, pues estaba aturdida y se encontraba en el suelo, apenas tratando de respirar. Una sensación de tristeza recorrió todo su cuerpo. ¿Por qué recordaba ese momento? ¿Por qué tuvo que ir su mente hasta ese lugar tan triste de su pasado?
La respuesta no se hizo esperar. Lo primero que capto su vista fue una silueta masculina. John apareció frente a ella, con esa sonrisa estúpida en su rostro y el cigarrillo en su mano. Casi de inmediato, Selina supo lo que significaba.
-¡Imbécil! – grito ella, y sin decir más, le soltó a John Constantine una cachetada. Constantine se ladeo casi de inmediato – No tenías ningún derecho...
-Ahora ya puedo darme una idea de lo que tramas – decía John mientras se tocaba la mejilla – Quieres ver a Zatanna para que te borre la memoria – Selina no dijo nada. John sabía que era verdad – Quieres olvidar a tus seres queridos para que todo el bien que hay en ti se muera.
-Eso fue hace casi cinco años, unos meses antes de que Joker le disparara a Barbara Gordon...
-Cumpliste tu promesa y te volviste decente... muy bien – Constantine sonrió – Pero no entiendo... todos te vimos luchar a lado de Batman en la batalla de Gotham hace tres años. ¿Qué sucedió? ¿Por qué regresaste a tu vida de ladrona?
-Una persona como tú jamás lo entendería – contesto ella –
-Claro... un demonologo hechicero y estafador no lo entendería. Así como tampoco no lo entendería una arribista profesional como tú – Constantine echó a reír – Ya suéltalo...
-Es que no es sencillo de explicar – dijo ella, aun pensativa en lo que iba a decir – Me duele decirlo, pero a pesar de todo... el recuerdo de la gente que amo es lo que me mantiene fuerte, aun en la luz. Mi hermana murió en el Día Omega, y apagaron esa luz de esperanza en mí. ¿Qué podía hacer? – dijo Selina, casi molesta con que John le reprochara sus acciones – ¿De qué otra forma quieres que sobreviva si no como lo que soy? Soy una ladrona, sin nobles intenciones de querer ayudar a los demás. Nada más.
-¿Y Bruce Wayne? – pregunto John, dándole una calada a su cigarro – Creí que se iban a casar.
-Cuando Joker le disparo a Barbara rompió el compromiso y se alejó de todos. Solamente no se pudo deshacer de Alfred por que era como su padre – ahora Selina estaba más calmada, como si Constantine fuera su paño de lágrimas – Él es la otra luz. Quisiera ir con él y pelear a su lado, pero el día que se fue de Gotham entendí todo. Batman debe de estar solo. Solo de esa forma podrá enfocarse en su tarea y salvar al mundo.
-Y así que esta es quien eres realmente... – comenzó a decir John, solo que ahora en un tono más serio – Una niña huérfana que se viste de gato... y que está necesitada confundida sobre quien es – John volvió a reír, de manera irónica – Es difícil saber quién eres. La verdad...
-Tú no sabes quién soy, John – Selina lo interrumpió – Y nunca lo sabrás. Tú no me conoces...
-Pero conozco los sentimientos que te rodean – John hizo una pausa y después le dio una calada a su cigarro. Dio un fuerte suspiro y volvió a hablar – ¿No crees que a mí no me gustaría ir con Zatanna? ¿Decirle que lo siento por lo de su padre y pretender que todo está bien?
-Pero no lo harás por que ella te importa – Selina intervino – Y sabes que si estas con ella, todo se ira al demonio... otra vez.
-Selina... tú entiendes lo que personas como nosotros hacemos. Vivimos en los grises, ni somos de los buenos ni de los malos. Hacemos lo que podemos para sobrevivir y mantenemos un perfil bajo...
-¿Constantine un perfil bajo? – Selina se rio – Si claro – el sarcasmo era obvio en sus palabras – Si algo te define a ti no es el perfil bajo.
-Solo era un decir – respondió el, dándole otra calada a su cigarro – Pero tú sabes a lo que me refiero, y cuando la gente se acerca a nosotros, sale lastimada. Querernos, estar cerca de nosotros...
-Es como amar al sol... – interrumpió ella. De pronto, se le vino a la cabeza Bruce, su hermana y Alfred. Todos aquellos que habían confiado en ella, y de alguna manera les había fallado – Cuando se acercan demasiado, se queman.
Hubo un silencio muy incómodo. Tanto Selina como Constantine guardaron silencio, pensado en todo lo que acababan de decir. Era cierto, ambos caminaban en esa delgada línea entre el bien y el mal, pero de cierta forma, actuaban de manera altruista cuando debían de hacerlo. Zatanna y Bruce Wayne les inspiraban el bien que había en ellos, y también, de cierta forma, cuando intentaban ser héroes todo terminaba mal.
-No tienes que ir con Zatanna – John fue el que al fin hablo – Puedo sacarte el recuerdo de Bruce Wayne, y hacer como que nada de lo que pasa alrededor tuyo te importa. Puedes volver a tu vida de ladrona y no volver a preocuparte por él, o por los fantasmas de tu pasado. El heroísmo mata, Selina Kyle, y creo que eso ya lo entendiste. No tienen por que morir más de los nuestros, aquellos que caminamos en los grises.
-Lo se... pero si alguien me va a quitar esos recuerdos, será alguien a quien considere mi amiga, no tu... – concluyo ella. En ese momento, la sola presencia de John Constantine le molestaba –
-Entonces hay que ponernos manos a la obra – dijo John, poniendo sus manos al suelo, listo para realizar un encantamiento –
-¿No harás un hechizo localizador? – pregunto Selina –
-Se dónde está. Zatanna tiene un club nocturno en Las Vegas, mágico obviamente – dijo el, mientras le entregaba una tarjeta con la dirección – Ahí están todos los datos que necesitas para encontrarla.
-Gracias John – respondió ella, lista para desaparecer. Después de todo, John le había hecho el favor sin pedirle nada – Espero no volver a vernos.
-Tus deseos son órdenes, cielo – sin decir más, Constantine activo su magia y comenzó a recitar las palabras mágicas – Sume Nome, A Las Vegas.
Y casi de inmediato, Selina se desvaneció en un halo de luz amarilla y desapareció del refugio de Constantine.
-Vaya... eres un encanto con las chicas, John – ahora el que hablaba era Jason Blood, que al parecer despertaba de la borrachera – ¿Tenías que entrar en su mente? Eso fue un golpe bajo, incluso para ti...y luego ese hechizo que hizo que soltara la lengua contigo. Eres un desgraciado tramposo...
-Tenía que ver que no pretendiera nada malo con Zatanna.
-¿Ya vez? – Jason Blood rio irónico – También eres como Selina. Ambos se preocupan por quienes aman, solo que prefieren aparentar que no les importan.
-Cierra la boca – John abrió otra botella de alcohol, solo que esta vez era Ron lo que iba a beber – No tienes idea de lo que hablas.
-Por esas actitudes nos estamos quedando sin amigos – concluyo el hombre con barba –
John volvió a guardar silencio. Sabía que las palabras de su amigo eran verdad. Era el maldito fin del mundo, y John Constantine no tenía a nadie para pelear por él, o incluso que lo acompañara en esas épocas tan oscuras.
John Constantine se había quedado solo.
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