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UN BERRINCHE DE NIÑOS

Antes...

Oa, el planeta de los Green Lantern Corps.

-Concéntrate, Jordán.

Estoy concentrado!

El disco de luz verde que Sinestro creo, golpeó a Hal Jordan en el pecho. El humano patinó hacia atrás hasta chocar contra una pared.

-Si esto es lo que pasa por perder tu enfoque... humano, es posible que tenga que poner en peligro tu planeta. Aumenta tu fuerza de voluntad – le ordeno Sinestro, molesto ante el bajo rendimiento de su alumno –

-Fuerza de voluntad, dices... – murmuró Hal, limpiándose la sangre de la boca. La fuerza del golpe le había roto un diente – Solo reúne más voluntad, Jordan. Es así de fácil... no dejes que un tonto de piel rosa te ponga como un tonto.

Hal se puso de pie contra la dura superficie y volvió a mirar a Sinestro, que esperaba con impaciencia. Cuando reanudaron su batalla simulada, Tomar-Re se volteo hacia Kilowog al margen.

-¿Recuerdas que Sinestro haya estado tan involucrado con el entrenamiento de un estudiante? – pregunto el xudariano –

-A Sinestro nunca le han gustado mucho los reclutas – dijo Kilowog – Diría que se siente culpable por amedrentar a Jordan, pero ambos sabemos que eso no es cierto.

-Tal vez desee asegurarse de que Jordan logre su potencial, ahora que se da cuenta de que lo tiene – dijo Tomar-Re –

Frustrado por algo que Sinestro dijo, Hal finalmente estalló. Interrumpió la batalla y comenzó a gritar. Sinestro aprovechó la oportunidad para enviarlo contra la pared nuevamente con una garra de luz verde.

-¿Crees que está a punto de romperse? – preguntó Kilowog – El humano, quiero decir.

Después de protegerse con una especie de espuma expansiva, Hal salió de ella y continuó con su defensa como si no lo hubieran interrumpido. Esta vez, se enfrentó a Sinestro con un ataque hecho de puños gigantes, sin darse cuenta de que ahora lo estaba haciendo un poco mejor.

-No – dijo Tomar-Re. Inclinó la cabeza hacia un lado, sin dejar de observar la batalla – ¿Crees que es necesario incitarlo tanto?

-Sin amenazas alrededor, la ira puede hacer que te concentres – Kilowog se encogió de hombros – Parece estar funcionando.

-Si Jordan comienza a odiarlo, puede resultar contraproducente – dijo el xudariano con bastante preocupación –

-Lo conseguirá o se irá de nuevo – le respondió Kilowog sin ninguna preocupación – O vendrá a quejarse de nosotros.

Sinestro convocó a un ventilador gigante para empujar a Hal contra la pared. De pie y con los brazos cruzados, Sinestro parecía más divertido que molesto, especialmente considerando que esa acción detuvo los gritos del humano. Mientras tanto, Hal estaba tratando de luchar contra la corriente de aire en lugar de desactivar el ventilador.

-Sin embargo, tenía algo de razón – dijo Kilowog –

-¿De qué?

-Jordan. Por lo general, nos calmamos y comenzamos a enseñar después de intimidar a los poozers. Nada le intimida a ese estúpido humano, y Sinestro ya supero esa etapa de intimidación. Ahora lo está entrenando de verdad.

-Puedo ver cierto mérito en el enfoque de Sinestro – dijo Tomar-Re – Parece estar acostumbrando a Jordan a usar sus poderes exclusivamente en la batalla. Es posible que idee otras tácticas más adelante – parpadeando, el xudariano menciono otro punto – Y Jordan ya había superado su miedo admirablemente bien cuando derrotó a los Manhunters.

-Hm – dijo Kilowog. El bolovaxiano parecía tener problemas para no intervenir, tenso por el deseo de darle a Hal una propia lección –

Sin embargo, un momento después, Hal creó una barrera contra el viento. Mientras luchaba hacia adelante, Sinestro le disparó un gran proyectil. El escudo golpeó a su dueño contra la pared.

Kilowog parecía que estaba a punto de saltar, por lo que Tomar-Re lo detuvo.

-Parecen estar ocupados. No se requiere nuestra ayuda. ¿Anhelas algún alimento?

-Sí – dijo Kilowog, relajándose un poco – Vamos a almorzar.

Kilowog sabía que el humano era persistente, y que aun contra un entrenador tan duro como Sinestro, Hal Jordan no se rendiría y al menos aguantaría hasta que su cuerpo se cansara.

Después de todo, Hal Jordan no sabía cómo perder una pelea.

***

Ahora...

Batcueva, Cuartel General de la Resistencia.

El primero de los varios tragos de licor destilado impactó en la mesa de madera con un fuerte golpe. Hal miró hacia el bar improvisado que los soldados habían instalado en la guarida de la Resistencia, y frunció el ceño al ver lo descuidado que estaba y lo malolientes que estaban los soldados ahí presentes.

-Me parece un barcito un poco de cuarta – dijo Hal –

-Para un niño bonito como tú, yo creo que sí. Bebe y luego te quejas – le dijo el cantinero al momento de pasarle su bebida –

Hal concentró su mirada en la bebida destilada, y luego aceptó el reto y dio un largo sorbo con un ligero rozón en su garganta.

Las horas pasaron y entonces se le unieron otros pilotos y soldados que lo reconocieron casi al instante como el antiguo Green Lantern de la Tierra. Bebieron durante un buen rato sin hablar de algo en concreto por la borrachera.

Y entonces llegó el momento en que Bruce Wayne llego para enfrentarlo. Tenía que decirle mucho, al igual que Hal tenía que obligarlo para decirle lo que sucedió con Carol Ferris. Había momentos en que el silencio era angustioso, pero ninguno de los dos quería ser el primero en romper el hielo. Al final, Hal arrojó su chupito de licor destilado como un pescador lanzando su arpón en un lago, se volvió a sentar en su silla y gritó al cantinero:

-¡A ver si puedes pasarme unas latas de cerveza! – miró a Batman y añadió – Ya no bebo más agua sucia de ésta.

-¿Cervezas? – replicó Batman – Veo que quieres dejar sin licor a los muchachos.

-No tanto. Una es para ti.

El enorme cantinero que se veía por sus tatuajes que también era militar, les trajo las latas de cerveza robada, y mientras las colocaba sobre la mesa se abrió la puerta del bar y entró casi con ambiente de carnaval el Escuadrón Bravo de pilotos de la Resistencia, comandados por el capitán John Stewart. Hal había oído hablar de ellos y por ende los había estado esperando. Batman intentaba comunicarles con un sutil movimiento de cabeza que se alejaran, pero su emoción al ver a Hal era demasiado grande; se precipitaron hacia él, dándole palmadas en la espalda, pasándole la mano por el pelo, gritando:

-¡Green Lantern está vivo... hijo de puta! ¡Estás vivo!

Dos horas más tarde se encontraban con su tercera ronda. Hal utilizaba latas de cerveza vacías como cazas para demostrar las tácticas de combate que aprendió con los Green Lanterns.

-Los drones del Régimen no pueden hacer nada contra los pilotos de verdad, y los Doom Hawks de Apokolips no son tan listos en la Tierra. Si te metes a las nubes puedes sorprenderlos – mostró el movimiento con el baile de una lata, gesticulando con las manos y con un maravilloso sentido del espacio y de la posición, incluso estando borracho – Pero ellos se esconden y te apuñalan por la espalda.

Hal dejó sobre la mesa las latas vacías y miró desafiante a Bruce Wayne. Se produjo un tenso silencio.

-Quizás debería hablar con él a solas, jefe – dijo John Stewart refiriéndose a Batman – Hal menciono que son viejos conocidos.

-Así es, somos viejos amigos...como uña y mugre, ¿Verdad Bruce? – replicó Hal en voz alta – Bruce Wayne es la última esperanza contra la tormenta... el salvador de la humanidad – dijo Hal, aunque con todo el sarcasmo del mundo. Todos se sintieron incomodos ante su comentario – Denle una copa de whisky... auténtico, tipo Kentucky.

Pero John Stewart optó por llevarse a los demás pilotos a otra parte del bar, donde encontraron unas sillitas entre el establecimiento.

-¿Tienes algo que decir? – preguntó desafiante Batman –

-Tenemos que discutir algunos hechos – contestó Hal –

-¿Sí? ¿Qué hechos?

-Como lo que hiciste cuando termino lo de... – empezó Hal, aunque por su borrachera le costaba formular bien sus ideas – No me resulta difícil de entender. No puedo culparte por lo que ha ocurrido. Querías proteger al mundo y debías de asegurarte de que ni yo ni... Carol, regresáramos con nuestros anillos de poder a arruinarlo todo... pero bueno, tú siempre lo arruinas todo, Bruce...

-¿Qué yo lo arruino todo? – le contesto Bruce, parándose de golpe – ¡Te habías entregado a una entidad extraterrestre, Hal! ¡Carol había cristalizado a gente inocente! Estaban fuera de control y tuve que tomar medidas drásticas para lidiar con ustedes... aunque ahora te resulte difícil de creer.

-Sí, claro, te preocupabas por el mundo y todo eso – los ojos de Hal encontraron a los de Bruce Wayne a través del casco – De todos modos, estabas celoso de mí.

-¿Qué dices? – se precipitó Batman –

-Digo... ahora que ya lo saque, ha llegado el momento que te vayas a la mierda.

Tanto los pilotos del Escuadrón Bravo como los soldados presentes y el cantinero se quedaron completamente callados y con la boca abierta al ver como Hal Jordan le hizo tal declaración al líder de la Resistencia, mientras que también notaron que Batman se quedó como si hubiera recibido un impacto en plena cara.

-Explícate – dijo Batman muy serio –

-Desde esa ocasión cuando nos juntamos en la invasión de Zod. Vi como estabas celoso de mis poderes, de mi voluntad ante el problema, a que el otro hombre entre dioses no le tuviera miedo a nada – le dijo Hal. Definitivamente el alcohol estaba hablando por sí solo, queriendo hacer enojar a Bruce Wayne – Cuando fue lo de Parallax solo te aprovechaste de la situación y manchaste mi reputación.

-¿Aprovecharme? – Batman apretaba las mandíbulas, tratando de contener su ira – Eres un niño inmaduro y un borracho de mierda. El alcohol te machaca el cerebro, si no es que ya lo tenías así. Estás loco.

-¿Qué estoy loco gracias al alcohol? – le contesto Hal agarrándose a los bordes de la mesa para no caerse ante los efectos del licor refinado – ¿Es ésta una de tus formas de llamarme estúpido?

Batman se agarró a los bordes de su cinturón multiusos para no estrangularlo.

-¡Tú dejaste que tus sentimientos se apoderaran de ti y te volviste en contra de todo lo que alguna vez juraste proteger! ¡Le diste la espalda a tus ideales y tiraste a la basura lo que alguna vez construiste como hombre!

Hal miró atrás como una serpiente venenosa, encantado de ver furioso al hombre murciélago. Luego dijo con calma:

-Batman se sostiene gracias a su miedo, y yo nunca te tuve miedo... Brucie.

Batman se sintió afectado por aquellas palabras porque sabía que eran ciertas... pero él no podía cambiar las cosas. Para Bruce Wayne, Hal Jordan solo era un inmaduro.

-Bien, quédate aquí y pasa la noche – le dijo Batman con indiferencia – Pero mañana te vas de la base. Solo por que ayudaste a Lois a conseguir el Sistem Down no te matare.

Hal se levantó, como si estuviera de acuerdo. Luego dijo:

-Mata a esto.

De un soberbio puñetazo lo derribó al suelo pegajoso. Batman se quedó con los pies entre la silla tumbada y se limpió la sangre de la comisura de los labios.

-Si quieres pelea, la tendrás.

Hal apartó la silla con el pie. Batman le soltó entonces una patada en la parte detrás de la rodilla y luego le propinó otra en el pecho mientras caía. La pelea estaba servida.

Momentos antes, John Stewart había mandado a uno de sus muchachos a buscar a Deathstroke o a Lois para que calmaran las cosas si algo se salía de control. Slade Wilson, que ahora llegaba con los puños grandes y duros como cocos, entro junto a Lois que también traía una cara de pocos amigos ante lo que podría suceder con Hal Jordan. Slade no tuvo la oportunidad de utilizar su fuerza. Cuando se movió de detrás de la barra, Lois lo interceptó al ver lo que sucedía.

-Déjalos que se peleen – Lois lo interrumpió – Créeme fortachón, lo necesitan.

Slade asintió de muy mala gana, pues sabía que pelearse de esa manera era algo muy poco profesional para el líder de la Resistencia.

Hal y Bruce seguían intercambiando puñetazos, rodeados por otros militares que les habían hecho espacio. Los guerrilleros de la Resistencia que estaban sentados habían girado las sillas para ver el espectáculo, y animaban sin ninguna preferencia a los dos contendientes a cada puñetazo que soltaban. Lois Lane y John Stewart hacían un gesto de dolor a cada golpe de sus compañeros, y se agitaban y retorcían como si fueran ellos los que se peleaban. Un piloto que estaba junto a Slade le tocó el brazo y le preguntó si era una lucha sin sentido o podía apostar.

Slade, al límite de su gusto y emoción, le enseño al piloto una barra de chocolate de contrabando, y le dijo que si Bruce Wayne le ganaba a Hal Jordan, la barra seria suya.

Hal y Bruce seguían tan enfrascados en lo suyo que no sentían ningún dolor. Después de levantarse para intercambiar más golpes, volvieron a caer al suelo, y se agarraron mutuamente los brazos como si se los quisieran arrancar. Cuando Batman intentaba levantarse de nuevo, Hal le soltó un golpe en la costilla que hizo que el hombre que acababa de cumplir cincuenta se doblara de dolor.

-¿Te ha dolido? – dijo Hal – Perdona, no creía que los ancianos fueran de cristal.

Batman se lanzó hacia Hal sin mirar, lo agarró por la cintura y lo arrastró hacia la pared. Pero se equivocó de dirección y fueron a caer a través de una escalera que llegaba hasta un pequeño manantial en lo profundo de la Batcueva. Allí permanecieron momentáneamente aturdidos entre las piedras y el agua.

Antes de que Bruce pudiera levantarse, Hal le soltó un puñetazo en el estómago. Bruce se dobló tosiendo, sin nada que liberar del vientre. Hal esperó, satisfecho de ver el dolor de su rival y contento de haberlo golpeado.

Bruce se levantó muy despacio, asintiendo como si se considerara merecedor del puñetazo. Hal estaba a punto de burlarse cuando por última vez esa noche, Batman le dio con la rodilla en el estómago. Hal se dobló, cayó de rodillas y fue entonces él quien se puso a vomitar.

-Eso está mejor – dijo Bruce desde arriba – Como te lo dije... esta noche puedes dormir aquí, pero mañana te largas.

Al ver que Slade, Lois, John Stewart y los demás iban hacia abajo a buscarlo, Bruce se arrastró hasta la escalera y perdió el conocimiento, con Hal echando las entrañas en la lagunilla.

***

Un rato después de la pelea con Batman, Hal contemplaba las oscuras aguas de la cascada bajo la Batcueva. Las estrellas seguían brillando encima de él pero no sentía ninguna conexión con ellas, ningún vínculo con nada que tuviese que ver con la vida, ni con el deber, ni con el amor. Tres cosas, las tres tan muertas como el meteorito que había visto antes, cayendo hasta desaparecer.

Le pareció que el agua había aceptado el alma de la estrella fugaz, pero no la había preservado, igual que había sucedido con las cenizas de los últimos meteoritos caídos en su superficie, cuya alma atesoraba. El mar engullía su esencia en una eterna oscuridad, como el alma de Hal Jordan, en otro tiempo piloto, ciudadano de Coast City, miembro de la Justice League y de los Green Lantern Corps y amante de... de algo que no era real.

El problema era que el deber nunca había sido una ilusión para Hal, nunca le había faltado la sustancia de su voluntad. Mientras se sentía tan solo y destrozado como los pedazos en llamas del meteorito que había visto caer, la imagen de Ganthet y Kilowog salvándolo de la destrucción de Oa, con las naves de Apokolips brillando sobre sus cabezas, volvió a iluminar su mente, y con esa imagen vino el susurro de aquella única persona en quien pensó en ese momento.

-Háblame Carol – dijo el, mirando hacia las estrellas – Dame una señal...

Hal, con la mirada fija en la oscuridad de las aguas despiadadas, luchaba por enterrar lo más lejos posible el recuerdo de su amor y su deber para que nunca más pudiera sentirlos.

Las aeronaves de la Resistencia se hallaban agrupadas en el hangar de la Batcueva, como polluelos en busca de calor bajo la bombilla del gallinero en una noche de invierno. De esta forma era más fácil proteger los helicópteros y el Flying Fox. De igual manera, ninguno de los soldados en labor de guardia detendría a uno de los héroes de la Justice League, y ninguno le dijo nada a Barry cuando se metió entre las aeronaves.

Barry encontró a Hal en el grupo más alejado del hangar, sentado en la cabina de un Black Hawk. Hal no reaccionó cuando Barry subió, y éste pensó: "Él sabía dónde encontrarme. Me conoce lo suficiente como para saber dónde es el único lugar donde tengo paz".

Sin embargo, Barry dijo:

-Acostumbrabas a sentarte en el avión de Ferris Aircraft cuando estabas deprimido.

-¿Deprimido? – contestó Hal – ¿Tengo que estar deprimido?

-Podemos hablar de ello. Es decir, si no tienes miedo de hacerlo.

Hal lo miró directamente a los ojos.

Hal había permanecido callado desde que dejaron el helicóptero, pero cuando descendían de la colina del refugio hacia las afueras, dijo con toda naturalidad:

-Has sido una compañía agradable.

-¿Eso es todo lo que se te ocurre decir? – replicó Barry, conteniendo su emoción y enojo por estar con Hal –

Hal giró lentamente la cabeza, miró hacia el paisaje de atrás como si admirase la vista de la Batcueva; se volvió a voltear como si contemplase la vista de los rascacielos de Gotham, asomó la cabeza como si examinase el bosque... y empezó a vomitar. Barry lo agarro para que no se cayera y trato de aguantar su propia debilidad.

Barry lo acompañó a un arbusto cercano y esperó a que se le pasaran las náuseas. Se frotó el rostro, lleno de frustración y sintió las contusiones de los estragos que la Speed Force hizo en su propio cuerpo; estaba convencido de que por la mañana le dolería la cabeza.

Hal intentó enderezarse, pero volvió a sentir arcadas y se dobló hacia delante.

-¿Cómo es que estas vivo? – preguntó entre vómito y vómito –

-Creo que ya estoy acostumbrado a morir y resucitar – contestó Barry – Pero apesta, ¿me entiendes?

-¿Tu... Speed Force? – balbuceó Hal, preguntándose en su desgracia cómo alguien podría acostumbrarse a aquello –

-Me he sentido así de mal desde que volví a casa.

A Hal le habían desaparecido las náuseas, pero seguía doblado hasta la cintura, con las manos sobre las rodillas.

-Bienvenido a casa – dijo Hal con amargura –

-Eh – le soltó Barry – Cálmate ya. Hal... eres el único amigo que me queda. Cuando te convertiste en Parallax, me quedé solo, más solo que nunca. Igual que los muchachos. Tú y yo somos parte el uno del otro. Y también la Justice League es parte de los dos.

-Cállate ¿de acuerdo? Me estás poniendo más encabronado – le dijo el piloto, tratando de limpiarse el vómito de la boca –

-No culpes a Bruce, Hal. No es lo que piensas. A él también le dolió, lo sé – Hal parecía que no escuchaba, pero Barry sabía que no era así, y añadió – A él también le rompió que un buen hombre como tú... un piloto tan valiente como Hal Jordan hubiera elegido el camino del mal.

Hal se irguió para mirar a Barry; sabía que para Barry eso era difícil de decir.

Los ojos de Barry estaban húmedos de emoción. Necesitaba el perdón de Hal, necesitaba que entendiera lo lejos que estaba de querer traicionar a un amigo.

-Parte de lo que me agrada de ti es que jamás te das por vencido – dijo Barry con tono casi implorante – Es lo que te hace especial, el que nunca te rindes. Tú fuerza de voluntad. Una paliza de Batman no va a ocasionar que mandes todo a la mierda... otra vez.

-¡Qué tierno! ¿Es así como conmueves al equipo? – le dijo Hal en un tono sarcástico. Aunque él no lo dijera o lo diera a notar, estaba gradecido de que Barry Allen aun tuviera fe en el –

-¿Y si te dijera que aun puedes ser útil para la Resistencia?

A Hal Jordan le pareció interesante lo que Flash pudiera proponerle. A pesar de todo, aún era una persona funcional y quería darle su merecido al régimen de Luthor y a Darkseid, además... quería demostrarle a Batman de una forma u otra que realmente no lo había derrotado.

¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Volver a embriagarse hasta que sus intestinos se le salieran por completo?

***

Fue un día extraño para Barry. Por un lado, el mundo estaba lidiando con una ocupación alienígena masiva, y si no ayudaba a detenerla pronto, todos sufrirían por ello. Por otro lado... Hal Jordan había vuelto. Después de todos esos años, el mejor amigo de Barry en la Liga estaba de vuelta en su vida, a lo que Flash estaba encantado. Ya no se sintió tan solo en el mundo.

Ahora se dirigían juntos por los pasillos llenos de soldados de la Resistencia hacia la Batcueva principal bajo la destruida Residencia Wayne.

-Sabes... antes de que aparecieras, Bruce dijo que Jay se habría avergonzado de mí por el camino que seguí después de que desaparecí de mi ciudad. Y me mata tanto... porque tiene razón, Hal. Le fallé a Jay – dijo Barry, con bastante pesar en su labia. Hal se asomó a la pared por el barandal mientras continuaban caminando, y dejó escapar un profundo suspiro –

-Mi padre... y Jay... sí, no se habrían sentido orgullosos de nosotros por nuestras elecciones. Pero ahora que lo pienso, es posible que ellos hubieran hecho lo mismo en nuestra posición... – respondió Hal Jordan – Somos humanos, Barry. Y todos tenemos miedo, pero está en nosotros la voluntad para afrentarlo – Sin más, le indicó a Barry que se detuviera y colocó su mano sobre el hombro de Flash – Mira, es mejor que no te preocupes por lo que Jay hubiera pensado de que huyeras. Redímete y da una buena pelea... que Darkseid y sus tropas recuerden que aún existe Flash.

-Gracias, Hal – Barry no pudo evitar sonreír ante las palabras de su amigo – ¿Y a ti que te hizo cambiar de opinión?

-Pues que no tengo otra cosa mejor que hacer – contesto Hal, tratando de ocultar su decepción. Aun no confiaba por completo en el plan de Diana y Bruce –

Hal palmeó a Barry en el hombro antes de que los dos continuaran caminando. Finalmente, entraron en la sala principal, tal como Batman les había pedido. Ante ellos yacía un mar de cajas con armas y la gran Batcomputadora, y en el centro de la habitación estaba el mismísimo Batman junto a Deathstroke.

Ellos se acercaron a Barry y Hal, pero tenían el rostro muy inexpresivo. Si bien nunca parecían estar felices, ahora parecían particularmente enojados. Ambos le dieron a Hal Jordan una mirada de muerte antes de hacer contacto visual.

-Barry, ¿por qué no dijiste que ibas a traer a este imbécil? – pregunto Bruce. Barry solo se frotó el cuello y soltó un "uh" a lo que Batman y Deathstroke entrecerraron los ojos – Ven conmigo. Necesitamos tener una charla. Hal, quédate ahí.

Batman, Deathstroke y Barry caminaron hacia una mesa en la plataforma, mientras Hal permanecía en la escalera. Cuando se detuvieron, Batman lanzó una mirada sucia a Flash.

-A el no – dijo Slade con mirada desaprobatoria – Es un cobarde y un inmaduro.

-Necesitamos ayuda... ¿no? – Barry, desconcertado, levantó los hombros –

-Por lo que me dijo Lois, solo estuvo escondiéndose y lucrando con negocios estúpidos – ahora Bruce lo reprimió – No nos sirve de nada un vago estafador.

-Me dieron una segunda oportunidad... ¿Por qué Hal no la merecería? – pregunto Barry –

-Pero tú puedes sernos útil – menciono Slade – Puedes ayudarnos a cambiar el "suceso" que dices que aún no pasa. Jordan no es nada sin su estúpido anillo.

Hal escucho y decidió que había tenido suficiente. Comenzó a caminar hacia ellos, frustrado por el último comentario de Deathstroke.

-Ya no soy ese tipo – dijo Hal, finalmente expresando su frustración – Miren, entiendo por qué no confían en mí, pero... ¿Qué no todos se merecen una segunda oportunidad? – y para enfatizar aún más el punto que estaba a punto de hacer, Hal sacó a relucir un tema en particular – Se la diste a Selina Kyle... ¿no Bruce? Y a Slade, que ahora lucha junto a ti. Toda tu vida te has basado en eso, en las segundas oportunidades... de que la gente podía ser mejor.

-No vuelvas a mencionar a Catwoman, y lo de Slade es diferente – contesto Bruce, con una mirada bastante inexpresiva –

Batman miró a Hal con desaprobación. No tuvo que decir nada: Hal pudo ver que Batman no iba a seguir adelante con una alianza. No tenía tiempo para eso, realmente creía que sería más fácil si trabajaba junto con Batman y su resistencia, pero por lo visto ni Bruce ni Slade tenían cabeza para aguantar a un "cobarde". Si Hal tenía que trabajar solo, que así fuera.

-Solo quería hacer algo y demostrarles a todos que no soy un "vago estafador".

Mientras Hal se alejaba, Batman recordó de repente una última conversación con Alfred. Recordó lo que su padre adoptivo le había dicho cuando estaban en la Batcueva, recabando datos para atrapar a Scarecrow.

"Bruce, recuerda quien eres. Recuerda por que haces esto y por quien lo haces. Tú y yo sabemos que entre todos hacemos un buen equipo".

Podía escucharlo como si Alfred lo acabara de decir en ese momento, y mientras se hundía en sus pensamientos, se dio cuenta. Alfred tenía razón.

Sin decir más, Bruce se tragó su orgullo por su pelea con Hal Jordan y al fin hablo con él.

-Hal... – dijo Batman, y Hal se dio la vuelta con curiosidad – Quizás es hora de que pruebes lo que vales.

Hal estaba muy contento de escuchar eso, estaba feliz de no estar solo en derrotar a Darkseid y a Luthor, y estaba feliz de ser aceptado por otras personas además de Barry. Caminó de regreso hacia Bruce.

-¿Seguro que lo quieres de vuelta? – pregunto Slade –

-Si... – contesto Bruce con seguridad – Una vez le dije que creía en él, además si me dio una buena pelea. Es hora der ver si Hal puede sostener mis palabras.

-¿Qué puedo hacer? – pregunto Hal –

-El Escuadrón Bravo va a encargarse de las baterías antiaéreas en el ataque a Metropolis, y van a necesitar al piloto más "loco hijo de perra" para completar la misión – le dijo Bruce, casi desafiando a Hal – ¿Te apuntas?

Esto le parecía bien a Hal, ya que no había hecho algo tan significativo y además volvería a pilotar un avión para luchar contra las fuerzas del Régimen. Slade, sin embargo, era muy consciente de la inestabilidad del piloto y dio a conocer su sorpresa.

-¿Crees que nos ayudara? Viste el coraje con el que te golpeo hace unas horas – Slade parecía preocupado –

-Hal estaba ebrio – Barry intervino – Además... todos sabemos es el mejor piloto que puede existir en el mundo – menciono Barry mientras le lanzaba una mirada de complicidad a su amigo –

-No pierden nada. Todo saldrá bien si cumplo la misión, pero si muero... igual y se van a librar de mí – Hal contesto y puso esa estúpida sonrisa sarcástica que siempre lo había caracterizado – Verán que aun puedo ser funcional.

Batman fue indiferente al comentario de Hal. Sin decir más, Bruce abrió uno de sus bolsillos en el cinturón y saco algo. Casi de inmediato, le lanzo el objeto a Hal. Él lo atrapo, y lo que tenía en la mano lo dejo sin palabras; era un antiguo anillo del Green Lantern Corps, pero sin la batería, estaba inservible.

-¿De dónde lo sacaste? – pregunto Barry. Hal aún no sabía que decir –

-Lo tome de entre los escombros de la batalla de Coast City hace casi cuatro años, después de que ocurrió lo de Parallax – contesto Batman, aun sin saber que iban a decir de el sus compañeros – Trataba de usarlo como medio para vencer a cualquier portador de luz dura en caso de otra invasión, pero ahora tal vez Hal demuestre que se lo merece otra vez.

Y entonces, Bruce se echó a caminar junto con Slade. Barry se estaba preguntando en parte a dónde se dirigían y que se suponía que debían de hacer en ese momento.

Por otro lado, Hal Jordan se perdió en sus propios pensamientos y centro su mirada en el anillo de poder que yacía en su mano.

Cuando su juicio termino, los Guardianes soltaron su anillo y Hal creía que este había partido al Universo a buscar a otro amo; no sabía que había sucedido exactamente con él. Ahora había resultado que el anillo había regresado a la Tierra a esperar el regreso de su amo.

Simplemente no podía creerlo...

¿Por qué el anillo había permanecido desactivado sin haberse adherido a otra persona? ¿Por qué Batman se lo había dado?

¿Hal podría volver a ser digno de portar el arma más poderosa del Universo?

***

Hal comenzó a prepararse para partir hacia el transporte a la base aérea de la Resistencia. Barry le había preparado una mochila con un poco de ropa y una botella de agua y estaba listo para entregársela, pero entonces, ambos amigos escucharon una voz que reconocieron.

-¡Oye, Batman!

Desde la entrada a la Batcomputadora, Lois Lane impulsaba a Barbara en su silla de ruedas. Barry y Hal estaban completamente desconcertados, ya que no tenían idea de por qué estaban ahí ellas dos. Batman escuchó a Lois y se dio la vuelta para ver a qué querían las chicas.

Barbara Gordon se sorprendió de estar en presencia de Flash, y aún más se sorprendió al ver al Green Lantern de la Tierra nuevamente en acción y además bastante tranquilo.

-¿Hal Jordan? – preguntó Barbara, tan confundida de ver a Hal como este último lo estaba de verla – He escuchado tantas historias de ti. Así que has vuelto a luchar... ¿eh?

-Sí, niña. Lo he hecho – contesto el piloto –

Batman se acercó a Barbara y a Lois. La atención de ellas estaba ahora en el Caballero Oscuro. Lois comenzó a hacer movimientos con las manos mientras trataba de averiguar qué decir.

-Bruce... veo que todos aquí se están movilizando y... realmente yo me siento tan inútil – dijo Lois aun con incertidumbre –

-No eres inútil. Nos trajiste al "Sistem Down" y ahora por ti, tengo a uno de los mejores pilotos del mundo embarcándose a una misión bastante importante – contesto Bruce con toda seguridad, tratando de aliviar a Lois –

-Gracias pero... me gustaría hacer más – respondió ella, con la mirada aun derrotada – ¿Qué puedo hacer para ayudar?

-Cuando llegue el momento, tú y Batgirl irán bajo la torre de LexCorp y van a insertar el virus en las computadoras centrales.

Lois estaba contenta con la asignación, pero miro confundida a Barbara Gordon y se preguntó cómo era que una chica invalida entraría con ella a la Torre LexCorp... ¿y si había una situación de combate? Barbara capto su mirada y decidió hablar.

-Ya sé que también te preguntas como es que con mi condición poder entrar a Lex Corp, pero ya estoy en eso – respondió Barbara – Estoy trabajando en un proyecto ¿Quieres ayudarme?

-Si seguro – contesto Lois, algo entusiasmada – Si puedo ayudarte está bien.

-Eso fue suficiente – Batman dijo con una voz aún más severa de lo habitual – Quiero que todos se pongan a trabajar pero ya – y entonces fue cuando Lois recordó que tenía que darle algo a Bruce. Sin decir otra cosa, ella lo detuvo y le entrego un sobre pequeño. Bruce lo vio con confusión –

-No sé qué signifique, pero creo que deberías de ver que hay dentro.

Batman se alejó, dejando a los otros cuatro parados allí por un momento, antes de que Lois decidiera romper el silencio extendiendo su mano hacia Barry.

-Es un placer conocerte, Flash. Soy Lois Lane.

-Es un placer conocerlas... a las dos – dijo Barry mientras estrechaba la mano de Lois por cortesía y después a Barbara –

-Le están dando muchas alas al muchacho – dijo Hal, casi riendo. Sin más que decir, le dio a Barry una palmada en la espalda y tomo su mochila para irse – Si regreso, te voy a enseñar a como liderar con ser una celebridad, Barry.


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