LA PELEA DE NUESTRAS VIDAS PARTE 1
En el cielo rojo sangre sobre Apokolips, la flota de Darkseid se estaba reuniendo y moviéndose hacia una formación de ataque.
En la Fortaleza de la Soledad, una serie de cañones de defensa emergieron de la nieve y el hielo alrededor de la fortaleza.
Si bien Superman normalmente no usaría tales armas debido a sus extraordinarios poderes, las había instalado como precaución a sugerencia de Batman hacía ya cuatro años. Basado en diseños del Archivo de Krypton, Clark construyó los cañones con la ayuda de los recursos de Wayne Industries y ahora estaban a punto de ser probados. Gracias a que la Resistencia uso la Fortaleza como base de operaciones durante la guerra, Batman la pudo reforzar y crear más máquinas de guerra para luchar contra el Régimen.
Mientras tanto, Clark Kent se sentó en el suelo de una sala de contención de la prisión, con su corazón y su mente en conflicto mientras trataba de superar los pensamientos dolorosos en su mente. Batman se les acerco y Lois se sentó con él, consolando a Clark mientras recordaba los métodos de tortura de Desaad.
-Está bien Clark... se acabó. Ya no tienes que tener miedo – dijo Lois, tomándolo de la mano –
-No Lois... no lo estoy. Cierro los ojos y lo veo de nuevo. Estoy tratando de dejarlo ir, pero no puedo sacármelo de la cabeza.
Lois abrazó a su amado, tratando desesperadamente de darle algo de paz y consuelo, ignorando los sonidos de los soldados y de las maquinas. Clark ni siquiera se dio cuenta. Estaba demasiado consumido por el terror en su mente.
En una habitación adyacente, Wonder Woman y Detective Marciano esperaron y vieron como un resplandor verde brillante llenaba el área. Hal Jordan tenía los ojos cerrados mientras recargaba su anillo. Cuando el resplandor se desvaneció y se completó la recarga, los tres no estaban seguros de qué hacer.
-Entonces, ¿vamos a salir o qué? – preguntó Diana, ansiosa por entrar en la batalla –
-Estamos esperando – menciono J'onn –
-¿Para qué?
-Superman – respondió Hal Jordan –
-¿Lo has visto? – Diana se mostró algo molesta – No está en condiciones de participar en esta pelea.
-Lo estará. El tendrá la voluntad para luchar a nuestro lado – concluyo Hal –
Lois Lane se quedó con Clark, tratando de ayudarlo a superar la tristeza y la agonía en su corazón.
-Lois... no es solo la tortura... es morir una y otra vez. Es algo peor.
-¿Qué pasa Clark? Dime – demando ella –
-Yo... no puedo.
-Déjame entrar, Clark, déjame ayudarte.
-¿Cómo se puede amar a un monstruo?
-No eres un monstruo. ¿Me escuchas? Eres el hombre más genuino, cariñoso y decente que he conocido – respondió ella, abrazándolo –
-No, no lo soy. En ese planeta, el que me torturó por su amo, Desaad... lo maté.
-Fue en defensa propia.
-No Lois, lo maté a sangre fría. Darkseid me liberó, levante a Desaad y lo partí por la mitad. Y cuando Lex Luthor llego y lo tuve en frente, también lo asesine – esto rompió a Clark. Aunque odiaba a Lex por lo que le hizo a él y al planeta, creía que no merecía una muerte tan brutal como la que él le había dado. Batman mostro algo de decepción en sus ojos, pero no por Clark. El aun quería encarar a Luthor y ya no habría oportunidad para hacerlo –
-Darkseid te estaba manipulando. Se metió con tu mente. No eras tú, Clark – dijo Bruce, tomándolo del hombro –
-Sí, lo era. Sabía lo que estaba haciendo. No soy mejor que Zod – respondió Clark – Zod quería venganza. Cuando maté a Desaad y a Luthor, no fue en defensa propia, fue en venganza. Quería matarlos por lo que me hicieron. Al igual que quiero matar a Darkseid. Lo peor es que, cuando tuve las vidas de Desaad y de Luthor en mis manos, cuando se las quité, me gustó. Fue... satisfacción. Soy un monstruo, como Luthor... como Zod.
-No Clark, no eres un monstruo... eres humano. Tal vez no físicamente, pero tu espíritu, tus emociones... es una cosa humana Clark – le dijo Lois, tratando de ser compasiva –
-No... Darkseid no me lavó el cerebro, solo desbloqueó sentimientos y pensamientos que ya estaban allí
-Exactamente... Clark, ¿cuánto tiempo has estado en este mundo? Toda tu vida... eres humano. Todos en el planeta tenemos pensamientos oscuros. Pero eso no te convierte en un monstruo. Darkseid trajo esa oscuridad a la superficie, pero no es lo que eres. Él te obligó a enfrentar esa oscuridad, te obligó a soportarla y abrazarla.
-¿Qué quieres decir? ¿Cómo puedes justificar lo que he hecho? – pregunto Clark –
-Es fácil, porque no lo hiciste. Esos sentimientos estaban ahí, por supuesto que estaban. Pero conozco tu corazón, Clark. Darkseid trató de quitarte quién eres y reemplazarlo con algo que te es ajeno. Hay maldad en todos nosotros. Pero en ti, es rechazado por la bondad en tu corazón. Darkseid encerró tu humanidad, te quitó el control.
-¿Pero cómo puedo estar seguro de que no soy yo? – volvió a preguntar él. Pero esta vez fue Bruce el que le respondió –
-Mírate a ti mismo, Clark, te desesperas por algo sobre lo que no tienes control. Tus lágrimas son la prueba. Si la oscuridad fuera quien realmente eres, no habría remordimiento ni arrepentimiento. Pero te estás torturando por eso – Bruce hizo contacto visual con él, tratando de reforzar lo que Lois decía – Yo he estado en el mismo abismo que tú, y créeme, puedes salir de él. Puedes volver a la luz. Todos podemos volver.
-¿Cuándo te volviste tan filosófico... Bruce? – pregunto Clark. Al ver que reaccionaba, Lois y Bruce sonrieron –
-Eso pasó cuando un hombre extraño en mallas y con superpoderes me ayudo a mí y a un grupo de extraños adictos al peligro a salvar al mundo de unas bestias mecánicas – Bruce respondió, poniendo una media sonrisa en la boca –
Cuando Batman se fue, Clark y Lois compartieron un momento, sonriéndose suavemente el uno al otro antes de besarse y abrazarse mientras la batalla comenzaba a prepararse en las afueras.
Superman y Lois terminaron por llegar a la entrada de La Fortaleza de la Soledad seguidos por Batman que ahora había dejado atrás su armadura de kevlar y se había puesto el nuevo traje táctico con la armadura y el casco reforzados, al igual que las gafas en el casco y la capa especial. De nuevo parecía el vigilante que antaño lucho por lo correcto en su ciudad. Nightwing, Red Hood y Batgirl se unieron a el mientras Wonder Woman y Starfire siguieron con Deathstroke, Deadshot, Katana y Green Arrow. Aquaman apareció junto a un buen grueso de sus marines junto a sus máquinas, y luego vinieron Detective Marciano y Hal Jordan, el mejor Green Lantern del universo.
Batman y Deathstroke fueron a saludar a Arthur y a sus marines, quienes saludaron a medida que se acercaban. Aquaman les devolvió el saludo a ambos al igual que sus soldados, aunque con reservas.
-Me alegro de que hayan podido venir, señoras y señores – les dijo Batman –
-¿Cuál es el estado de las unidades militares enviadas para ayudarnos a defender La Fortaleza de la Soledad, Aquaman? – pregunto Slade Wilson –
-Más de mil hombres – sonrió orgulloso el rey de Atlantis – Todos estamos armados con la nueva tecnología: impactadores de plasma, granadas de plasma, blásters atómicos, cañones de pulso, blásters de energía. También tenemos vehículos anfibios y voladores – concluyo Arthur, terminándose de poner las hombreras en su armadura – Deberíamos poder hacer frente a ese imbécil de Darkseid.
-Bueno, estamos a punto de averiguarlo, porque aquí vienen – Batman también concluyo –
Mirando hacia arriba, la Justice League y los soldados pudieron ver que Batman tenía razón, ya que desde el cielo empezó a relampaguear. Un gran agujero apareció en medio de las nubes, arriba del océano.
-¿Puedes ver eso Wayne? – pregunto Slade a Batman – Es la muerte que aúlla nuestro nombre.
-Pues que se espere a que ganemos la guerra – contesto Bruce – Primero me llevare a Darkseid... después que haga conmigo lo que quiera.
-Buena cacería, Batman – Deathstroke le tendió la mano y Bruce se la recibió –
Ambos eran hombres con historias tan profundas y una rivalidad tan acérrima que daba miedo. Pero por esta ocasión tuvieron que unirse, ganando en el camino el respeto mutuo y un sentido de igualdad.
Ambos rompieron el saludo y se dirigieron a sus respectivos puestos de batalla, a la pelea de sus vidas.
***
Apokolips:
Darkseid se sentó en un gran trono de metal mientras Granny Goodness estaba a su lado. Ambos vieron con orgullo como sus tropas estaban listas para entrar al portal hacia la Tierra.
Mientras el tirano de Apokolips miraba a La Fortaleza de la Soledad, Granny Goodness miró los escáneres de largo alcance y luego hablo.
-Gran Darkseid, los héroes de la Tierra han enviado un buen contingente de sus fuerzas para repeler nuestro ataque. Han traído a los atlanteanos, hay amazonas y también a bastantes soldados de su resistencia. El humano... el vigilante que lidera a la insurgencia, está con ellos – anoto Granny –
-¿Por qué debería ser motivo de preocupación? – respondió Darkseid – La victoria es inevitable.
-Superman los está guiando – una mirada de advertencia entró en los ojos hundidos de Granny Goodness –
-Ya veo. Que comience la invasión – Darkseid puso en su rostro una sonrisa cruel –
Con eso, Granny Goodness activó el Boom Tube, y del portal salieron cientos de miles de Parademons y naves de asalto. Todos iban vestidos con armaduras de alta tecnología de color verde oliva con alas de murciélago, sus bocas estaban retraídas en horribles sonrisas que revelaban hileras de dientes afilados como navajas, y sus cabezas acorazadas apenas indicaban que las horribles criaturas tenían ojos. Darkseid ya estaba seguro de que podría destruir la Justice League y a la Resistencia, sin saber qué le esperaba a su propio ejército.
***
Fortaleza de la Soledad:
-Atención a todo el personal: ¡Brecha desliespacial detectada en el perímetro! Todo el personal, ocupen sus posiciones.
La voz del centro de comando había gritado y gritado la misma advertencia. Todos en la Fortaleza sabían lo que se avecinaba. ¿Cómo no podrían saberlo? Era la muerte en forma de un cuarto de millón de Parademons.
Jason Todd y Slade Wilson pasaron por el hangar de mantenimiento hacia las filas de orgullosas máquinas poderosas. Cada Unidad Personal Blindada o APU media unos cuatro metros de altura, pesaba unas tres toneladas cuando el cañón de 30 mm en cada brazo estaba completamente cargado. Los técnicos y los cargadores corrían entre ellos, cargando las últimas APU con sus cargadores de munición de 10,000 rondas. Cinco mil balas por cada cañón, más de medio millón de balas entre todo el Cuerpo de APU, listos para defender a La Fortaleza de la Soledad hasta el final.
Jason no pudo contenerse mientras pasaba la mano por el frío acero y el silencioso sistema hidráulico del titán. Le dio unas palmaditas afectuosas en el brazo y se agarró de su antebrazo para empujarse hacia la cabina abierta, casi sin armadura. Había poca protección para los pilotos, pero no había ningún miedo sentado en la cabina de esas máquinas. No había miedo.
Pisoteo ambos pedales, probando la columna y la maquina cobro vida debajo de Jason, elevándose a su altura máxima con un ronroneo mecánico. A su alrededor, escucho los gemidos mecánicos y los retumbos mientras otros APU se elevaban, listos para luchar, para destruir al enemigo que amenazaba el planeta Tierra.
Creía que Bruce lo había dicho como debía hacia unos instantes: "Hoy será un privilegio ser de la Tierra. Esta historia quedara para la posteridad por nuestros descendientes. Todos recordaran este día como aquel que sacamos al mundo de las sombras. ¡El fin del mundo se cancela hoy!"
Esas palabras definitivamente le elevaron la moral a Jason. Por primera vez en años, creía completamente en Bruce.
De pie en la fila había siete de máquinas de guerra, todos estaban lo suficientemente cerca para ver al Capitán Slade Wilson en su propio APU. Se paró de frente con su máquina viéndolos a todos, con las manos ligeras y tranquilas sobre los controles. Pudieron ver sus pies relajados sobre los pedales. Después de Batman, él era el otro líder, y en muchos sentidos, el orgullo de los soldados de la Resistencia
Jason estaba lo suficientemente cerca. Podía verlo, la determinación tranquila y firme. Sabía, al igual que todos, lo que les esperaba: la guerra, con un cuarto de millón de Parademons. Había un Parademon para cada hombre, mujer y niño del planeta, en solo la primera ola. De los 500 soldados de la Resistencia en la Fortaleza, ni siquiera se habían podido reunir 500 APU. Solo se habían fabricado sesenta, y eso en etapa de prototipo. Tampoco pudieron reunir a tanta infantería, pero todos esperaban que tanto como los refuerzos atlanteanos y las amazonas, inclinaran la balanza a su favor.
Deathstroke se incorporó casi de pie encima de su máquina. Un guerrero nacido para el combate, viendo a sus mejores soldados.
-¡Está bien! – grito Slade, y tuvo toda la atención requerida – ¡Esto es todo! Todos me conocen, así que diré esto tan simple como pueda – hizo una pausa, respirando profundamente. Fue entonces, en ese momento, esa fracción de segundo, que vieron el miedo en él. Un miedo a la muerte. Era un miedo que él reconoció y tragó, y expulsó de su mente – Muchos de nosotros vamos a morir, y de eso no hay una duda. Nos van a disparar, a cortar, a morder. En esos momentos, no importara su país, su familia o los motivos por los cuales pelean. Lo único que importara son ustedes y los bastardos a los que van a tener que matar. Así que si tenemos que darles nuestras vidas a esos hijos de perra de las estrellas... ¡primero tendrán que pasar por un puto infierno para tomarlas!
La máquina de Slade estaba quieta, pero todas las demás APU habían levantado su brazo derecho en señal de saludo. Los gritos de los soldados los unificaron, les dieron un propósito, una razón para existir. Un rugido, un grito de batalla fue la mezcla de un agudo gemido mecánico y el rugido de voces humanas.
Cruzaron el lugar en perfecta sincronía. Habían impresionado a las amazonas con la exactitud de cada paso. Todos estaban sistematizados, tan listos para luchar. Les quedaba poco por hacer, salvo esperar a la marea de muerte extraterrestre que se avecinaba.
Asignaron a Jason para ayudar en el cañón de pulso. Barbara Gordon lo estaría operando y necesitaría toda la cobertura posible, pues ese cañón era lo único que se opondría entre ellos y los cruceros pesados. Estaban todos en posición, y esperaron una señal. Estaban agrupados en unidades de tres, para asegurarse de que pudieran cubrirse las espaldas.
-¡Un minuto para que se abra la brecha! – dijeron en el centro de comando –
Los cañones en la Fortaleza comenzaron a moverse, girando para llevar a cabo sus enormes dieciséis torretas a un solo punto en el cielo. Solo tendrían que hacer tiempo hasta que Superman estuviera recuperado al cien por ciento.
Luego, el agujero en el cielo comenzó a relampaguear. Los cruceros pesados y los Parademons se abrieron paso a través del agujero de gusano que se había abierto desde el planeta de fuego Apokolips. Las sirenas sonaron y las luces rojas destellaron por todas partes, indicando nuevamente lo obvio. Los cruceros tardarían en llegar, dándole tiempo a Batgirl para que el cañon estuviera cargado completamente. El verdadero problema era la horda de Parademons, programados para hacer una sola cosa: buscar y destruir.
Podían oírlos. Como monstruos míticos, las criaturas de pesadilla, podían escucharlos venir para causar estragos y destrucción. La voz de Deathstroke sonó, audible para todos a través del radio.
-¡Todos listos!
Ante su rugido, cada arma se elevó. Todos los demás APU, todos los cañones que había en cada máquina, apuntaban a la brecha, esperando la llamada a la batalla.
Y entonces los vieron... a los monstruos que iban a destruir las vidas de todos en la Tierra, esperando a reclamar su premio.
-¡Por nuestro planeta!
Era Batman, el héroe, el hombre, el caballero oscuro, la leyenda. Su voz rugió a través de la inmensidad de los radios. Fue un grito, un grito de desafío. Fue el segundo más largo de la vida de muchos, ese último momento de paz después de años de luchar contra el Régimen y todo lo que representaba. Cada arma cobró vida con un rugido, las balas saltaron en lenguas de fuego hacia el enorme agujero. El rugido de mil armas no ahogó esos rugidos histéricos de la muerte que se acercaban, cuando los Parademons comenzaron a llegar del cielo.
Mientras los helicópteros y los vehículos atlanteanos mantuvieron ocupada a la mitad trasera de la fuerza de invasión, la Justice League y las fuerzas terrestres se prepararon para el ataque cuando de repente la Fuerza Aérea se elevó para brindar asistencia.
Mientras los Parademons se elevaban con rugidos de sed de sangre, miles de aviones a reacción, los aviones F-14 Tomcats, F-15 Eagles, F-22 Raptors y F-35 Lightnings atravesaron el cielo. Abrieron fuego contra la fuerza de ataque de Darkseid, llenando el aire con misiles y fuego de metralla, y varios Parademons en las líneas del frente fueron instantáneamente destruidos. Los Parademons de Darkseid fueron superados, ya que los cazas mejorados volaban a miles de millas por hora y eran tan hábiles para esquivar el fuego enemigo y superar a los atacantes. Desafortunadamente Darkseid ordenó algo Granny Goodness.
-Envía un asalto frontal completo de Parademons y Doom Hawks contra Superman y sus héroes. Libera a los Hell Hounds y Draco-Tanks sobre ellos.
-De inmediato, gran Darkseid – respondió Granny con una reverencia –
Mientras tanto, Superman y los demás vigilaban constantemente el cielo, esperando el momento oportuno para contraatacar. Luego, mientras observaban, miles de Parademons se acercaron a ellos seguidos de muchas más máquinas voladoras que se parecían a aviones de combate con molduras de calaveras en sus frentes. Luego, desde los vientres de las grandes naves de guerra Apokoliptianas, máquinas de guerra mecanizadas revolotearon sobre el océano hacia ellos. Eran tanques enormes con cabezas de dragón en los extremos de sus cañones o grandes perros de metal con ojos rojos como la sangre, cada uno de ellos de aproximadamente siete metros de altura.
A seiscientos metros de distancia, en la costa de La Fortaleza de la Soledad, Superman gritó a sus aliados.
-¡Muy bien, todos! ¡Prepárense! – grito Clark, listo para alzar el vuelo –
Con eso, el kryptoniano se alejó a unos cuarenta metros de la orilla mientras los demás retrocedieron para tomar sus posiciones. Luego, cuando llegó toda la fuerza del ejército de Darkseid, Superman flotó cincuenta metros sobre el mar.
Clark aplaudió, desencadenando una onda vibratoria que se proyectaba hacia el ejército de Apokolips. La fuerza de la ola fue tan fuerte que rompió la armadura de varios cientos de Parademons, revelando que debajo de ella, no eran más que cáscaras vacías de material orgánico procesado. La vibración derribó a algunas millas de Parademons y Doom Hawks del cielo y desactivó varios de los Hell Hounds y Draco-Tanks mecánicos de Darkseid. Sin embargo, llegaron más hacia ellos, pero mientras la Resistencia y la Fuerza Aérea mantuvieron a raya al resto de la fuerza de ataque de Darkseid, las fuerzas terrestres se prepararon para luchar.
Superman golpeó primero y envió varios Parademons volando con un solo golpe. A algunos los agarró por los cuellos, las piernas o las alas y los arrojó al suelo como pelotas de goma. Esa fue la señal para contraatacar, e instantáneamente, los otros miembros de la Liga se unieron a la batalla. Superman comenzó a tirar al suelo a algunos Doom Hawks más mientras que con su visión de calor, destruía a cuantos Draco Tanks podía ver por el océano. Después, Clark simplemente levantó un Hell Hound caído y lo arrojó al cielo, golpeando a varios Parademons más y llevándolos al mar.
En la entrada de la Fortaleza, Batman a bordo del Batmóvil modificado ahora con un cañón frontal y tres ametralladoras ligeras, destruyo a los Parademons entrantes y derribó al menos seis de una sola vez. Lanzó algunos explosivos magnetizados a algunos Draco Tanks entrantes y en un instante, las pesadas máquinas de la muerte volaron en pedazos dejando sus cascos de metal inútiles. Cuando aparecieron más Parademons, Batman llevo su vehículo por toda la costa, y nunca soltó el gatillo. Aunque los Parademons abrieron fuego con sus armas laser hacia el vehículo de Batman, el esquivo todos sus disparos y contraataco. Por esta ocasión, su furia no tenía igual.
Nightwing estaba teniendo sus propias dificultades, porque estaba rodeado por una pequeña horda de Parademons. Sin embargo, nunca perdió la calma. Nightwing simplemente sacó sus bastones eléctricos, ahora equipados con cuchillas especiales y golpeó a uno de los monstruos debajo de la barbilla. El Parademon retrocedió de dolor, y eso aumentó la confianza de Nightwing. Los golpeó con sus palos de combate y les dio patadas, teniendo cuidado de esquivar el fuego que salía de sus armas laser. Luego, cuando uno de los Hell Hounds se acercó, Nightwing vio a Katana arrojar un explosivo por la garganta de la bestia mecánica. Se disparó con un estruendo y el Hell Hound se derrumbó con una fuerte explosión. Nightwing saltó hacia Katana mientras él saltaba hacia la cima del Hell Hound, y luego los dos héroes sacaron sus armas y comenzaron a destruir a más monstruos; ocasionalmente arrojaban explosivos en sus bocas con colmillos.
Wonder Woman, Hippolyta y Starfire también estaban dando una gran pelea, golpeando y cortando con sus armas a los Parademons y volcando algunos Draco Tanks. Entonces Wonder Woman notó que cuatro Draco Tanks intentaban moverse hacia las líneas desde donde la Resistencia montaba su defensa en el perímetro de la Fortaleza.
-¡Starfire, derriba esos tanques! – grito Diana, terminando de decapitar a un monstruo con su espada –
-¡Estoy en ello! – respondió Kory. Se abrió camino a través de más Parademons y cuando estuvo más cerca de los DracoTanks, pronto tuvo una idea. Starfire se elevó sobre los tanques, y en un rodete completo con los brazos, les lanzo bolas de energía verde proveniente de ella a los tanques apokoliptianos, que explotaron y se detuvieron –
Mientras la Justice League mantenía la línea, Deathstroke que estaba a bordo de su APU, dando órdenes a los equipos en Tierra.
-¡Quiero que la infantería abra fuego contra esos imbéciles!
De repente, el perímetro de la Fortaleza se ilumino con rayos de energía mientras las fuerzas de Darkseid avanzaban. Varios Parademons fueron alcanzados por soldados con desintegradores de plasma, entre ellos estaban Lois Lane y Deadshot, que por cierto, no fallo un solo tiro. Todos los Parademons fueron envueltos en calor antes de ser reducidos a fragmentos de metal y tejido. Para aquellos que aterrizaron, los soldados arrojaron granadas de plasma que las criaturas recogieron con curiosidad, solo para ser reducidas a cenizas.
Cuando los Doom Hawks se abalanzaron sobre ellos como buitres mortales, Deadshot tomo un rifle pesado de plasma y apunto a los aviones aun en movimiento. Los Doom Hawks fueron golpeados por una energía sónica que atravesó sus corazas y fueron enviados al suelo con gemidos metálicos confusos. Él era el hombre que jamás fallaba.
Más soldados estadounidenses que estaban posicionados en puestos defensivos del lugar dispararon misiles contra los invasores de apokoliptianos. Entre ellos Arrow, que disparaba sus flechas explosivas sin parar, dándole a cada blanco en movimiento que veía, entre ellos, a un Draco Tank que estaba listo para entrar a la Fortaleza. Ollie ni siquiera tuvo que ver la posición del tanque para lograr destruirlo.
Mientras Superman y el resto la Justice League seguían luchando, Aquaman entró en acción. Parademons armados con vibro-picas y látigos de fuego aterrizaron y se prepararon para disparar contra los otros héroes cuando el rey de Atlantis entro a la pelea con un salto épico desde el techo. Golpeó a cada una de las criaturas con su tridente, destruyéndolos por completo casi al instante con todo su poder.
Y con eso, el atlanteano creo con el tridente una ola de agua, golpeando y haciendo tropezar a los Parademons a medida que pasaba su tridente. Entonces Aquaman corrió alrededor de uno de los Hell Hounds a un ritmo más rápido, creando una pequeña ola. No hace falta decir que Aquaman mato al Parademon que lo tripulaba, e hizo que el vehículo de Apokolips se estrellara sobre los Draco Tanks. Después creo una onda sónica con el tridente, haciendo que los Doom Hawks aéreos se desorientara y chocaran con sus contrapartes terrestres, lo que resultó en una furiosa explosión.
Los soldados estadounidenses estaban teniendo algunos problemas en este punto a medida que más Parademons y Draco Tanks se abalanzaban sobre ellos. Dispararon a las criaturas con todo lo que tenían, pero parecía que les llevaban la delantera las criaturas de Apokolips. De repente, una sierra circular de energía verde atravesó los Draco Tanks, llamando a la atención de amigos y enemigos por igual. Green Lantern estaba en el aire con el anillo de poder listo. Hizo con sus dedos un signo de paz para mantener a los hombres inspirados.
Los Parademons aullaron y volaron hacia él, permitiendo que los soldados mantuvieran su atención enfocada en los atacantes entrantes. Cuando llegaron, Green Lantern solo sonrió y los atrajo hacia él. Hal creo con su anillo toda una torreta completa de municiones verdes. Disparo contra los monstruos, logrando que la mayoría de ellos fueran destruidos. Mientras más Parademons lo perseguían, Green Lantern disparó un cañón de energía verde para desorientarlos. Entonces escuchó una voz en su comunicador. Era el capitán John Stewart.
-Te veo ahí fuera, Lantern – dijo Stewart desde su nuevo avión F-40 Phoenix – Muévete hacia la derecha para derribarlos. Yo tomaré al líder por ti.
Así lo hizo Green Lantern mientras derribaba al resto de sus perseguidores con un gigantesco bate de béisbol verde. Mientras atraía a los Parademons, John Stewart voló sobre ellos en su Phoenix y atacó al Parademon líder, que se desvaneció con un chillido. Luego, Green Lantern regresó con el resto de sus amigos y reanudó el lanzamiento de misiles de energía verde, bolas de boliche, cuchillas gigantes e incluso trenes a los agentes monstruosos de Darkseid, mientras que John Stewart los cubrió de cerca, lanzando un barrido completo a los Parademons en el flanco izquierdo de Hal Jordan.
Cuando su avión paso junto a Hal, John lo saludo con el dedo pulgar, a lo que Hal le respondió igual, pensando que este hombre sería un buen Green Lantern.
En el suelo, Aquaman tenía las manos llenas disparando a Parademons con su tridente. Los esfuerzos de Arthur valieron la pena, pero cuando algunos Hell Hounds se le acercaron, descubrió que necesitaría una ola más grande para golpearlos. Afortunadamente, Lois Lane junto con un puñado de soldados atacaron a los monstruos con desintegradores, dándole tiempo a Arthur para que los Hell Hounds volaran en pedazos.
En cuanto a Detective Marciano, estaba usando su telequinesis para derribar a los Doom Hawks en el océano o cortar las alas de Parademons. Cambió su densidad para evitar ser golpeado por la energía de las armas de los monstruos, pero tuvo que moverse para evitar el aliento llameante de varios Parademons y Hell Hounds. La fuerza de J'onn también resultó valiosa, pues pateó un Draco Tank en un costado y dejó caer un Hell Hound en otro, luego usó sus poderes psíquicos para darle una serie de dolores de cabeza a los Parademons, que fueron enviados a toda velocidad hacia los soldados atlanteanos que los esperaban en el suelo, listos para dispararles.
En el palacio de Apokolips, Granny Goodness miro la batalla con ira e incredulidad. Pero Darkseid estaba, por una vez, aturdido. No tenía idea de que la Justice League había estado reuniendo a un ejército, y el hecho de que el ejército estuviera armado con tecnología que podría ayudarlos a ganar era aún más sorprendente. Aun así, Darkseid creía que la victoria aún estaba a su alcance.
La primera de las monstruosidades apokoliptianas que sobrevivió a su prueba de fuego comenzó a moverse de un lado a otro, cayendo hacia la infantería y las guerreras amazonas para que fueran aplastados. Otros se movieron para proteger a los Hell Hounds de Apokolips. Esa fue la segunda etapa del asalto. Las maquinas APU dirigieron sus armas hacia los supervivientes y redujeron su vida, pero rápidamente se hizo evidente que había demasiados y un número insuficiente de armas para oponerse a los invasores.
La infantería, a menudo olvidada o subestimada en comparación con las maquinas APU, eran héroes de la batalla por derecho propio. La infantería que consistía de soldados de la Resistencia mezclados con las guerreras amazonas, protegían a las maquinas humanas de los ataques sueltos, logrando así que pudieran contener el asalto inicial de los Parademons. Aquella infantería equipada con armas de fuego y blásters, juntando a las armas blancas de las amazonas, destruyeron a innumerables Parademons.
A medida que avanzo la batalla en el aire, por tierra, todas las APU se formaron en equipos de tres, espalda con espalda cubriéndose entre sí destrozando a los Parademons de izquierda a derecha. Estaban entrando por el portal en números cada vez mayores y ahora los soldados estaban luchando por su propia supervivencia individual. El cañón de pulso controlado por Barbara Gordon y las dieciséis torretas en la Fortaleza de la Soledad eran lo único que intentaba disipar la furiosa nube de Parademons y vehículos de Apokolips. Alrededor de los pies de las máquinas APU, se encontraban amontonados los casquillos de color gris plateado, oscureciendo el suelo con su presencia mientras los pilotos equilibraban máquinas de cinco metros de altura de varias toneladas sobre un terreno lleno de casquillos de proyectiles gastados. Restos de Parademons y Draco Tanks apokoliptianos acribillados por las balas cubrían el suelo. La coordinación entre Jason Todd y Deathstroke permitió que en su grupo eliminarán a los rezagados y las unidades ya dañadas con facilidad, pero las fuerzas de Darkseid estaban lejos de ser derrotadas, incluso mientras seguía lloviendo destrucción sobre ellas.
Las naves Doom Hawks de Apokolips hicieron una pasada en las defensas de la Fortaleza. Fuego apokoliptiano cayó sobre ellos y los cañones más grandes que defendían el ala este fueron silenciados, robándole a las fuerzas de la Tierra un tercio de su potencia de fuego defensiva. La batalla continuo, independientemente de las pérdidas de ambos lados. Cadáveres masacrados y máquinas apokoliptianas destrozadas cubrían los cielos, el océano y el suelo. Jason siguió disparando, eligiendo sus objetivos como los francotiradores de las viejas guerras, con cada tres disparos destruyendo el núcleo del cuerpo podrido de otro Parademon. A su derecha, otra APU cayo, rodeada por un par de Parademons. Los gritos le pesaron a Jason mientras los Parademons desgarraban la carne de su compañero. Las máquinas le quitaron la vida y su APU cayo, estrellándose contra el suelo con un zumbido de metal que resonó en los oídos de Red Hood.
Parecía que la sangre del joven vigilante hervía en ira y venganza. Vio como una manada de Parademons zumbaba al nivel del suelo, corriendo hacia el con sus garras y dientes como una manada de lobos cazadores mientras Jason se daba la vuelta para enfrentarlos. Puso sus armas en alto y ametralló a la manada de monstruos, de izquierda a derecha, de regreso y ninguno sobrevivió a su ira.
Jason se dirijo al cañón de pulso hacia adelante con su APU, manteniendo el equilibrio en un terreno irregular mientras se acercaba a Deathstroke, luchando por defenderse de un grupo de Parademons con un solo cañón.
Batgirl estaba operando los controles del cañón, preparándose para disparar una última descarga a uno de los cruceros Hell Hounds pesados, que peligrosamente ya se acercaba a la costa de la Fortaleza. Ahora su única esperanza era que Deathstroke pudiera contenerlos todo lo posible para que Batgirl realizara el disparo.
Pero como si los monstruos se dieran cuenta que Slade Wilson presentaba una amenaza para ellos, se abalanzaron todos sobre él.
Pero parecía que no conocían a Deathstroke. Una vista inspiraría al más débil de los guerreros. Una escena, recordada por quienes la vieron, honro a un hombre que había perdido todo, nacido libre, luchando por su raza con valentía y honor, que puso su vida sobre el altar de la libertad de la humanidad sin dudarlo. Los Parademons volaron hacia él y Slade se mantuvo firme en su APU. Sin inmutarse y sin miedo, vertió cientos, si no miles de rondas en la horda de Parademons que se aproximaba y se preparó. Un Parademon sobrevivió a su ataque y una garra monstruosa se cerró sobre él cuello de Slade. Todo se convirtió en una nube de cuchillas de metal de impacto y pinzas mientras él, el mejor mercenario del mundo, empapaba su APU en su propia sangre antes de que Barbara Gordon hiciera el próximo disparo.
El crucero fue partido en dos gracias al cañón de pulso, y Batgirl apenas y pudo bajar antes de que la horda destruyera al cañón, inmolándose junto a el al momento de pegarse a sus bordes. Deathstroke le dio el tiempo que necesitaba.
Antes de que el APU cayera, Slade apenas y pudo apuñalar a su atacante para al fin matarlo. Barbara se unió a Jason que venía bajando de su máquina, pues ambos querían ayudar a Slade que había caído al suelo, malherido. Cuando se arrodillaron junto a él, de alguna manera, a través de la barricada de la muerte, la destrucción y la decadencia, vieron que sus ojo bueno aún estaba enfocado, la chispa de la vida aún vivía dentro de el.
-Ese hijo de perra... – Slade no pudo terminar su frase, pues empezó a toser sangre – Dime que al menos destruiste a esa maldita máquina – se refirió a Barbara –
-Sí, está cayendo sobre la bahía – respondió la chica –
-Más te vale – Slade sonrió –
-Te llevaremos a un doctor. Él te curara – dijo Jason, haciendo que Slade se levantara – Aun no puedes morir.
-¿Crees que esto me matara? – entonces Deathstroke saco sus espadas de kryptonita y se puso en guardia, listo para atacar a mas Parademons – Váyanse con Bruce y déjenme aquí. Yo no moriré hasta que Granny Goddnes este en el filo de mis espadas.
Mientras Jason y Barbara se alejaban listos para reunirse con Batman, vieron a su alrededor. En toda el área, la batalla parecía detenerse mientras los bandos, terranos y apokoliptianos, se daban un momento mientras Deathstroke tenía de frente a una parvada de monstruos. Slade movió sus espadas y lanzo un grito. Como un león que tuviera a su presa, fue un grito de desafío, un grito de una última resistencia. Todo el panorama guardo silencio como si estuviera rindiendo respeto a un verdadero guerrero.
La matanza comenzó de nuevo.
Donde había habido miedo, ahora solo había rabia.
Deathstroke acuchillo, tasajeo, mutilo y cerceno a todos los Parademons hasta que se le acabaron las fuerzas en su cuerpo.
En el palacio de Apokolips, Darkseid y Granny Goddnes vieron como parecían perder la batalla sus fuerzas.
-¡Genial Darkseid, nuestras naves están al rojo vivo! – Granny Goodness gritó, perdiendo la compostura –
-¡No puede ser! – respondió Darkseid – Ningún ejército de ningún planeta se ha enfrentado a nosotros de esta manera – luego juntó sus grandes manos y hablo – No importa. La Tierra es nuestra. Da órdenes a nuestras fuerzas para que continúen presionando a las fuerzas de la Tierra.
-¡Pero... señor! – protestó Granny Goodness – Uxas...
-¡Esa es una orden! – Darkseid exploto con un peligroso brillo rojo en sus ojos –
Nerviosa por la ira de su amo, Granny Goodness ordenó a todas las fuerzas terrestres y aéreas que mataran a todos los defensores, superhéroes o soldados, y no llevaran prisioneros a ninguna parte. Habría tiempo para eso cuando la Tierra finalmente fuera reclamada para Darkseid y el Imperio Apokoliptiano.
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