INTERLUDIO: EL ORIGEN DE GREEN ARROW
Mi nombre es Oliver Queen. Llámenme Ollie. Todos los demás lo hacen... bueno, no todos. Algunas personas me llaman Green Arrow Todo empezó hace como quince años... en otra vida.
Debía encontrarme con un hombre llamado Hackett; que era empleador de una mujer llamada "China White" o algo así; me dijeron que era una chica con mucha clase. Era una multimillonaria que dirigía todo tipo de ideales filantrópicos. Siendo yo mismo millonario, estaba inclinado a reunirme con su representante.
Los dos nos conocimos en un restaurante, un lugar muy elegante; vino tinto, una orquesta de violines, el tipo de lugar al que va la gente rica. Entró esperando a un respetable hombre de negocios, pero se equivocó.
-Camarero, estoy buscando a Oliver...
-¡HEEEYYYY... AMIGOS! – mis palabras se mezclaron mientras me tambaleaba de rodillas, tratando de ponerme de pie –
Cuando conocí a Hackett, estaba borracho como un marinero.
Nos sentamos a conversar un poco, y todo el tiempo tuve que seguir llenando mi copa con champán. Me dijo que me comportara y me quedé boquiabierto. No tenía ni idea de lo que estaba hablando en ese momento. Pensé que el alcohol, las mujeres y bueno... el alcohol estaba bien. Me dijo lo contrario.
-Escucha, Oliver...
-Por favor – dije en un tono coqueto que solo un hombre borracho podría tener, me incliné más cerca y susurré – Llámame Ollie – dejé escapar un hipo y una risita –
-Ollie – se movió incómodo en su silla – Chien Na Wiet está empleando a algunos de los hombres más ricos e invitándolos a todos a su propia isla privada para que puedan ver en qué invertirán. Queremos que respaldes...
-Siempre me gustaron las islas – dije en tono descortés. Lo dije sin escuchar nada de lo que decía – Siempre quise ir a una.
-Escucha – él se aclaró la garganta – Ollie, si haces esto, necesitas recuperarte. Sé todo sobre ti. Tu padre murió cuando eras pequeño y no creciste porque nunca tuviste que hacerlo. Pasas tu tiempo bebiendo cerveza y persiguiendo mujeres, este es un negocio respetable... así que si vas, no queremos que lo arruines. Eres un playboy millonario sin respeto por los humanos.
-La adulación no te llevará a ninguna parte – le dije – Dile a China White que mi respuesta es sí. Limpiaré mi acto... es una promesa.
Abordé el avión unos días después con un equipo de supervivencia (íbamos a la naturaleza, me dijeron que empaquetara lo que creía necesario), así como un arco y flechas. Siempre me gustó cazar cuando era niño. Pulir el metal del aparato, el sonido de la flecha zumbando por el aire, el "thunk" de esta aterrizando en el blanco. De todos modos, abordé el avión y la mayor parte del tiempo pasé el rato en el bar, emborrachándome estúpidamente. Fue a las pocas horas de vuelo que se aproximaron los problemas. Vi que mi acompañante tenía una pistola enfundada en una sobaquera dentro de su saco.
-¿Hackett?
-Sí...? – Preguntó el, algo aprensivo –
-¿Por qué tienes un arma contigo?
-Para su protección.
No le creí, pero esperé mi momento y busqué entre las botellas de vino, hasta que vi más pruebas. En el fondo de un barril había mucha mercancía bastante alarmante.
-Granadas, pistolas, lanzallamas... Tengo que salir de aquí – susurré para mí mismo –
Cargué contra Hackett, golpeando su cara contra los controles de la cabina.
-¡Estúpido! – me grito el en el forcejeo –
-¡Vi las armas!
-No sirve de nada entonces – murmuró. Con furia animal, me agarró y golpeó mi cabeza contra el vidrio reforzado – Los Royal Marines te enseñan una o dos cosas – gruñó. Mi cabeza se sentía como si alguien la hubiera partido por la mitad con un hacha. Quemaba, el dolor parecía interminable. La enorme presión sobre mi cráneo era peor que una migraña. Finalmente saqué a Hackett de la cabina y peleamos.
Por Dios, luchamos con una furia horrenda que por momentos parecía una pelea de barrio. Agarre el arco y las flechas que traje y lo golpee con ellos en la cabeza, dejándolo inconsciente. Miré por la ventana para ver que el suelo se hacía más grande.
-Oh mierda...
El choque fue increíble. Fui arrojado alrededor de los escombros como un muñeco de trapo. Me encontré solo en una isla desierta, y solo logré salvar el arco y las flechas antes de que el avión se incendiara. Pensé que Hackett seguramente estaba muerto, así que no busqué su cuerpo... todo lo que me quedaba era sobrevivir.
***
Había perdido la noción del tiempo. Antes del incidente, los días corrían juntos como la niebla, un recuerdo lejano del evento, sin saber cuándo realmente tuvo lugar. Parecía que habían pasado días desde que estaba en la isla, pero luego descubrí que había pasado mucho más tiempo. Eventualmente, todo lo demás dejó de tener sentido. Vivía para sobrevivir; cazaba, comía, dormía, fin de la historia. Durante ese tiempo que se había vuelto tan olvidado para mí, aprendí a dominar el arte de usar un arco y una flecha. Era bueno... mejor que la mayoría. Fabricaba flechas con restos de madera de la jungla y trozos de objetos afilados que encontraba.
Pasó mucho tiempo antes de que viera otro rostro humano. Había olvidado casi por completo cómo hablar, pero todo cambió el día que rompí mí primera regla: Nunca te aventures demasiado en la jungla.
Ese día vi a dos hombres armados patrullando el perímetro. Salí corriendo como un conejo, pero escucharon el susurro de las hojas mientras corría.
-¡Allí! – gritó uno de ellos, disparando ráfagas de metralla en la espesa y densa jungla. Después de algunas rondas, se volteo hacia su camarada – ¿viste eso? – él le preguntó –
-No vi nada.
Por primera vez en mi vida había oído algo que no estaba hecho de la tierra verde de Dios; algo hecho por el hombre, el hedor de la pólvora. Disparé una flecha a uno de ellos; silbó por el aire con tanta belleza. Se clavó directamente en el brazo de un hombre. En estado de shock, accidentalmente apretó el gatillo mientras movía el brazo hacia atrás, disparando a su compañero.
¡Aproveché la ventaja y lancé un poderoso golpe! Dos más y el asesino estaba luciendo una conmoción cerebral, pues cayó al suelo inconsciente.
Confundido, volví corriendo a la playa y me tiré al suelo. Recuerdo la arena suave y cálida en mis piernas desnudas; era un consuelo, era mi hogar.
Escuché el sonido de las hojas moviéndose detrás de mí, y rápidamente eché la cabeza hacia atrás. Con los reflejos que había ganado durante mi tiempo en la isla, apunté mi arco mientras giraba para encontrar a...
-¿Una mujer? – dije sorprendido –
-¡Por favor, no me hagas daño! – ella lloraba entre sollozos –
-No entiendo... qué pasó... ¿quién eres? – le pregunte mientras bajaba mi arco muy lentamente –
-Mi nombre es Rachel Smith – me había dicho – Me trajeron hace dos años cuando la gente me engañó para que viniera aquí. Me dijeron que podía ganar dinero, y lo siguiente que supe era que ya estaba convertida en esclava.
-Mierda... – susurré –
-¡Por favor, no me envíes de vuelta a Chien Na Wiet! – ella lloró –¡Por favor, no! – ella retrocedió en estado de shock, llorando como una loca – ¡Dicen que los que estamos aquí es por que nadie nos extraña!
Recuerdo haber pensado que eso tenía sentido. Nadie extrañaría al millonario borracho Oliver Queen. Sabía que esto no debería estar pasando. Las personas inocentes no deberían ser esclavizadas. Ni siquiera sabía por qué, solo sabía que no era correcto.
-¿Cómo puedo ayudarte? – le pregunte –
-¡Dejando caer el arco y poniendo las manos en el aire! – una voz demasiado familiar vino detrás de mí –
-¡Por favor, no me mates! – Rachel lloró – ¡Tengo un bebé y un esposo!
-Cállate, perra – dijo la voz –
¡Entonces lo vi, era él! Era...
-¿Hackett? – dije con asombro –
-Me temo que sí – dijo el hombre mientras me apuntaba – No puedo dejarlos libres y arruinar años de planificación. No... terminaré el trabajo que en el que fallé hace años.
Recuerdo el arma, el acero frío brillando a la luz del sol. Miré el cañón que me apuntaba directamente a la cara y supe... supe que odiaba a los asesinos. En ese momento, Rachel ya estaba detrás de él, aceptando fácilmente su derrota. Yo, por otro lado, sabía que no podía ceder a cualquier tipo de autoridad. Éramos solo Hackett y yo... el arma y el arco.
-No seas estúpido, Ollie – me dijo Hackett – Suelta el arco.
-¿Por qué? Parece que estamos en un punto muerto – razoné –
-¡¿De verdad crees que puedes esquivar una bala?! – me gritó. Sopesé mis opciones; sabía que las cosas no estaban a mi favor. Después de unos segundos, comenzó a enfadarse – ¡Por el amor de dios, Ollie! ¡Ríndete y suelta tus armas!
-Si a esto le llamas un arma... – le había contestado, tratando de ocultar el hecho de que estaba ganando tiempo –
-¿Qué quieres decir?
Lo miré con un odio ardiente en mis ojos.
-Si quisieras disparar, ya habrías apretado el gatillo – con un movimiento de mis dedos, puse rápidamente la flecha entre mi arco y dispare. La punta aterrizó en su brazo con un sonido de golpe, y entonces la sangre salpicó en todas direcciones al igual que pedazos de carne desgarraron el hueso. Hackett aulló en agonía cuando dejó caer su arma –
Al darse cuenta de lo que estaba pasando, Rachel agarró el arma y le apuntó.
-¡NO! – grité –
Recuerdo la mirada de ira en su rostro. Ella estaba deseando dispararle.
-¿¡Por qué debería esperar!? – ella me gritó mientras aun le apuntaba –
-No voy a ser partícipe de un asesinato a sangre fria.
Hackett había reprimido su dolor, al menos temporalmente, e hizo un último esfuerzo para golpearme, pero le arrojé la rodilla a la cabeza con un simple gesto y se quedó inconsciente.
-Vamos... – le dije a Rachel mientras soltaba el arma – ¡Muéstrame dónde están los demás!
-¡Espera, mira! – ella había gritado, señalando al horizonte. Vimos un yate que se dirigía hacia nosotros – ¡Estamos salvados!
-¿Qué pasa con tu marido y tu hijo? – definitivamente yo estaba desconcertado –
-¡Al diablo con eso! – su estado de ánimo había cambiado drásticamente. Había pasado de una sobreviviente cansada y desesperada a tener una actitud de "perro come perro" – A estas alturas de la vida, si veo una oportunidad... ¡la aprovecho!
-¡Pero si hay otros, tenemos que salvarlos!
-¡Adelante entonces, sé un idiota y quédate atrás!
Así lo hice, pero me di la vuelta en el último segundo y le dije:
-Diles que esperen y pidan ayuda ¿de acuerdo?
Ella asintió, pero me di cuenta por la expresión de su rostro que no se estaba arriesgando.
No me enteraría hasta más tarde (cuando iba a tratar de salvar a los demás) que el yate resultó ser la tripulación de China White que traía más suministros. La torturaron e incluso lo grabaron para que otros lo vieran. Aún recuerdo el video claro como el día.
-¡Gracias! – ella había dicho a sus "salvadores" cuando la ayudaron a abordar el yate. Sus pupilas se habían dilatado cuando vio el emblema de China White cosido en sus mangas – ¡Oh, no, no, no!
Rachel se escapó tan rápido como pudo, pero Hackett había vuelto en sí y la hizo tropezar, agarrándola por el pelo y golpeándola como a un perro callejero.
-¡Perra! – gritó el – ¿Crees que puedes detenerme a punta de pistola? – junto a los hombres que salieron del yate, la golpearon tres veces más y luego la abandonaron. La sangre se filtró en la arena mientras que ellos comenzaron a grabarla con una cámara de video – Serás un ejemplo para todos los idiotas como tú – le había dicho Hackett. Sin otra palabra, sus hombres le dispararon en la cabeza y abandonaron su cuerpo en la playa. Hackett se limpió la sangre de la boca de antes de agarrar un arma de un soldado y caminó hacia el bosque – ¡Ollie! – gritó con furia y luego volteo hacia sus soldados – ¡Tráiganme la cabeza de Oliver Queen!
***
Recuerdo vívidamente el sonido de pasos apresurados detrás de mí mientras corría a través de la jungla. Me había sintonizado tanto con las cosas que me rodeaban que cuando había sonidos de pisadas, todo cambiaba mi patrón y se me hacían más fácil de detectar.
Me abrí paso entre las hojas mientras las ramas de los árboles me azotaban; las espinas me raspaban la piel y me sacaban sangre. Estaba tan frenético por escapar que no me di cuenta del borde de la colina.
Caí por la colina rocosa, chocando y magullándome en mi camino hacia el centro del cráter. La sangre salpicó mis ojos e instintivamente, extendí la mano para detener mi caída. Todavía puedo recordar el dolor de mi error. Los huesos se rompieron, la carne se desgarró y grité de dolor cuando mi hombro fue arrancado de su articulación. Fue el peor dolor que había sentido en lo que imagino que fueron años.
Aterricé en el centro del gran cráter; la sangre se drenaba lentamente de mi cuerpo a medida que me debilitaba. El cráter contenía el líquido carmesí como una taza contenía agua, y pensé que este sería el final... hasta que escuché una voz familiar antes de que la oscuridad me envolviera.
-No te preocupes, Ollie... aún no hemos terminado contigo.
La voz era demasiado familiar... Hackett.
Cuando desperté, mi cráneo estaba ardiendo y mi dolor de cabeza amenazaba con reducir mi cabeza a cenizas si intentaba moverme. Me sentí agrietado por todas partes; agrietado como un cristal roto. Intenté mover mis brazos en vano, hasta que finalmente un arma cayó en mi línea de visión, y una mujer asiática de cabello blanco me miró mientras se paraba sobre mí.
-Bienvenido, Oliver Queen... – me dijo ella – al tráfico de drogas.
-¿Qué? – le había preguntado, todavía aturdido –
-Mis guardias te atraparon durante tu caída y te trajeron aquí para que estés a salvo... no te preocupes – ella hizo una pausa, como para ser dramática – Necesitamos un hombre como tú para ayudar a cosechar las amapolas... el opio no crece solo – sus palabras eran gélidas y tenía un tono ligeramente alegre – Controlo la mitad de las corporaciones de drogas del mundo desde aquí. Cualquier empleador que quiera algo, puede acudir a mí.
-¿Qué? – lo repetí –
La mujer dejó escapar un suspiro y bajó el arma, dándose cuenta de que yo no representaba una amenaza para ella.
-Mis guardias te recogieron hace tres meses, Oliver. Has estado en coma durante bastante tiempo... per bienvenido a la esclavitud. Mi nombre es Chien Na Wiet. Por favor disfruta tu estadía.
Me dejó solo en la oscuridad y entonces pude hilvanar los hilos sobre el nombre que había registrado años atrás, "China White".
Los días volvieron a empañarse mientras pasaba mes tras mes cultivando opio para el mundo exterior. Descubrí que nunca conocí a otras personas en la isla por que todos los habitantes eran esclavos. Había gente de todas las razas y etnias en los campos de trabajo, pero desde que llegue a mi barraca me hice amigo de un hombre que desde el primer momento mostro interés en mí.
Se llamaba Slade Wilson y era estadounidense al igual que yo. Tenía un corte militar en su cabello cano y estaba bastante musculoso. En los ratos libres y sin que los guardias nos vieran, el me enseño a luchar y a cómo aprovechar mi entorno para distraer a mis enemigos para salir ventajoso en una pelea. También me ayudo a pulir mis habilidades de tiro a base de ramas y juegos de lanzamiento.
Una noche, mientras estábamos en nuestras chozas, me despertó en medio de la madrugada antes de las horas de trabajo. Me dijo una frase:
-Señor Queen, mi proyecto está terminado.
-¿De qué diablos estás hablando, Slade? – murmuré, todavía medio dormido –
Empezó a escarbar en un saco, tratando de sacar algo.
-Pertenezco a una organización conocida como La Liga de los Asesinos, y estoy aquí por que voy a derribar a China White y a toda su operación, pero no puedo lograrlo yo solo – finalmente, sacó un arco tallado en marfil y varias flechas que se notaba estaban recién pulidas – Te necesito como mi segundo, Oliver. Sé quién eres... y te hice esto – me lo ofreció y yo lo tomé sin dudarlo – Tienes tu arma, Oliver. Ahora... ¿Te apuntas a destruir a estos imbéciles?
***
Esperamos nuestro momento, tratando de encontrar el día perfecto para lanzar el ataque. Trabajé en las plantaciones, recogiendo opio y haciendo el papel de sirviente obediente. Trabajé bajo el calor sofocante y el sol abrasador, y esperé. Slade me ayudo a robar herramientas para crear más flechas mientras que yo le conseguí una pistola Colt 45 de uno de los guardias. Eventualmente, cuando los prisioneros nos dijeron que sus amos celebrarían dentro de una semana con el primer envío de opio del año, comenzamos a formular el plan. Dijeron que usarían fuegos artificiales, y pronto surgieron los detalles.
Esa noche (como todos estaban celebrando el primer envío del año), no había tantos guardias, así que nos escapamos en la noche afuera. Todos los esclavos miraban, ansiosos por su anticipación.
En silencio, saqué varias flechas de mi carcaj y las apunté a los guardias que miraban los fuegos artificiales. Con un movimiento de mi muñeca, navegaron en la noche y perforaron carne, rasgaron huesos e mataron a los guardias. Slade dio la señal y los esclavos empezaron a correr. Eran demasiados esclavos para que los guardias pudieran contenerlos, y finalmente fueron invadidos. Me proporcionaron la tapadera de la que habíamos hablado y me permitieron llegar a los fuegos artificiales. Agarré un puñado de flechas y las até a los explosivos. Sabía que solo tendría una oportunidad.
Estaba listo para encender los fuegos artificiales.
Apunté, y de un tiro, la sede central estalló en llamas y explosiones de fuego.
Las llamas bailaban su hermosa danza, deshilachándose de un lado a otro y crepitando con vida renovadora. Los esclavos se habían revelado y estaban derrocando a sus opresores. Me uní a ellos y a Slade en la revuelta, pero cuando derribé a algunos guardias, me encontré golpeado en la cabeza y me di la vuelta para ver a...
-¿Hackett? – brame de dolor aun en el suelo –
-No hay forma de deshacerse de usted, ¿verdad señor Queen? – dijo frustrado mientras la rabia volaba a través de su puño –¿Cuántas veces debes sobrevivir antes de que te matemos, Ollie? – él gritó. Lanzó varios golpes más, tirándome al suelo – Todo termina esta noche – su voz se apagó, a pesar de tener un toque de determinación. Me tiró los puños sobre la cabeza y yo trate de cubrirme como pude – ¡Chien Na Wiet está muerta, Ollie! – me dio una paliza como ninguna otra; me inmovilizó contra el suelo y comenzó a arremeter contra mí ya dolorido cuerpo. Mi dolor de cabeza solo empeoró por el constante golpeteo de sus puños –
-Si me muero ¡te llevo conmigo! – le grite al parar su golpe hacia mi rostro –
Finalmente, pude reunir la fuerza para atrapar todos sus golpes, y él intentó otro, pero pude atrapar ambas manos que estuvieron casi a punto de impactar en mi rostro. La adrenalina se disparó a través de mi cuerpo, corriendo por mis venas. Me hizo más fuerte y me dio una nueva vida; mientras tiraba de sus puños hacia atrás, el crujido que escuché confirmó que yo le había roto ambas muñecas. Lancé mi puño por los aires y lo tiré lejos de mí.
Hackett trató muy en vano de sujetar sus muñecas rotas mientras yo estaba de pie sobre él con mi arco.
-¡Quédate donde estás o te disparo! – grité – ¿Crees que estoy jugando? ¡Muévete! ¡Te reto! – mi ira finalmente pasó cuando tuve una vista hermosa frente a mi –
Los marines estadounidenses habían llegado al lugar y estaban reuniendo a los contrabandistas sobrevivientes. Uno de ellos se me acercó para asegurarse de que estaba bien. Tenía la típica mirada de gruñido en él.
-¿Qué está sucediendo? – le exigí –
-La explosión nos llamó la atención mientras pasábamos, el humo nos llevó hasta aquí... ¿sabías que estuvimos buscando este lugar durante años?
-Me imagino... – murmuré, rascándome la nuca –
-¿Y tú quién eres? – preguntó –
-Oliver... Oliver Queen.
-¿Oliver Queen? – gritó en estado de shock – ¡Pero ese tipo ha estado muerto por cinco años!
-No – le conteste con mucha seguridad – Se había perdido... pero no está muerto.
Y así resultó que pasé cinco años en una isla casi completamente desierta. Cuando recorrí el campamento en busca de Slade, encontré a China White en su despacho con un disparo en la cabeza, de seguro con la pistola Colt 45 que yo le había conseguido a mi "amigo".
Nunca terminare de entender el por que me entreno, ni sus propósitos de por que estaba en la isla, pero si tenía en claro el objetivo con el cual yo usaría esas nuevas habilidades con las que Slade me entreno.
Volví a ver a Slade Wilson unos años más tarde, pero ahora era mi rival y además tenía un ojo menos. Supongo que esas historias ustedes ya las conocen.
En fin... regresé a mi ciudad natal de Star City solo para encontrarme con que al igual que Gotham, estaba sumida en un agujero de corrupción y codicia. Descubrí que mi viaje no terminaba allí.
El haber estado en esa isla me hizo darme cuenta de que todavía necesitaba la caza y anhelaba un sentido de justicia para con la gente indefensa.
Así que me convertí en un justiciero...
Décadas después de haber tomado ese juramento y haber adoptado el vigilantismo como mi forma de lucha contra el crimen, aun me hago llamar Green Arrow, y una vez más, vuelvo a pelear a lado de Slade y de Batman contra un régimen tiránico que no tiene esclavizada a una isla, sino a todo el mundo entero.
Que Luthor y su Darkseid se cuiden, por que nosotros, la Resistencia... ya vamos por ellos.
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