EL JUICIO DE LEX LUTHOR
"Que los cobardes se aparten y quiten sus pies de este lugar, pues están profanando el Panteón de la Historia, destinado a los verdaderos héroes y no a los hombres sin visión".
-Adolf Hitler
Metrópolis, Corte Suprema de Justicia
El juicio llegaba a su fin. Los alegatos habían sido escuchados, las pruebas expuestas. La fiscalía había hablado. Ahora tan solo quedaba que el jurado diera su veredicto y que el juez fijara la sentencia.
Sentado entre el público presente, Jack Ryder asistía al proceso en calidad de periodista enviado por el Gotham Gazzete. En realidad, quien debía estar allí en ese momento era Vicky Vale. Pero ella había muerto la batalla de Gotham City unas semanas atrás y ahora al que le tocaba la noticia era a él.
Jack había conocido brevemente a Superman. Una vez evito que un poste de luz se le cayera encima cuando andaba por Boston. Eso le bastó para saber que era un hombre excelente, que no se merecía para nada el trágico final que tuvo. Aunque, para ser justos, nadie en Metrópolis se merecía lo ocurrido, cuando aquel monstruo horrible creado por Lex Luthor y la criatura que llego de la nave empezaron a arrasar con toda la ciudad.
Durante el ataque de las bestias, muchas personas habían perdido la vida. Ese día también murió el héroe más grande que el mundo hubiera conocido. El combatió a los monstruos en persona y dio su vida para detenerlos.
No habían pasado muchas semanas de aquel suceso y todavía el mundo lloraba la perdida de Superman.
Jack suspiró. Miró al tipo calvo sentado frente al estrado. Llevaba puesto un traje de presidiario color naranja y dos policías uniformados montaban guardia a su lado. Afuera del edificio de la Corte Suprema llegaban los gritos de la multitud reunida, una multitud enfurecida, con carteles en las manos y que clamaban por una sola cosa: JUSTICIA.
Aquél había sido el juicio a Lex Luthor. Estaba acusado de la conspiración para tomar el control de la energía mundial, mas aquellas vidas que Doomsday y Bizarro apagaron en su paso por Metrópolis. Pero, principalmente, estaba acusado del crimen más aberrante de todos los tiempos: la muerte de Superman.
-Orden en la sala – pidió el juez, haciendo sonar su martillo. Jack y los demás asistentes al proceso escucharon en silencio. Era hora de la verdad – Antes de que el jurado pronuncie su veredicto, quisiera decir un par de palabras...
El juez hizo una pausa. Se aclaró la garganta y miró con severidad a Luthor. El joven empresario multimillonario caído ahora en desgracia, le devolvió la mirada, inexpresivo. En opinión de Jack, aburrido, hostigado de tanta fanfarronería.
-Atila el Huno... Genghis Khan... Al Capone – recitó el juez – Adolf Hitler... todos estos sujetos infames y despreciables. Gente maléfica. Verdaderos villanos de la historia. Tristemente, no han sido los primeros ni serán los últimos. Y ahora, tenemos que sumarle a esa lista un nuevo nombre... el suyo, Alexander Joseph Luthor – El juez hizo otra pausa. La sala permaneció en silencio, a la expectativa – Sus locas maquinaciones han puesto en peligro las vidas de todas las personas de este planeta. Mi pésame por las vidas que sus monstruosas creaciones cegaron en su primera y única aparición en este mundo, entre las que se encuentra el héroe más grande de todos. Me estoy refiriendo a ese símbolo de paz y justicia que era Superman... una persona única e intachable, un hombre noble e inigualable, pese a no haber nacido en nuestro planeta – El juez hizo su tercera y última pausa, antes de proseguir – ¿Tiene algo que decir, antes de que este tribunal le comunique su veredicto final?
Silencio. Luthor puso cara de cínico y se puso de pie. Observó primero a todos los presentes en la sala y luego al juez... y habló.
-Terminemos con esta farsa – dijo Luthor – Enciérreme de una vez, viejo senil y apestoso.
La gente protestó, indignada ante la respuesta grosera de Lex. El juez llamó al orden haciendo sonar su martillo. Miró al joven calvo, muy serio.
-Muy bien... – el juez le hizo señas al representante del jurado – ¿Tienen su veredicto?
-Así es, Señoría.
-¿Cuál es?
-Nosotros, el jurado, hallamos a Alexander Joseph Luthor... culpable de todos los cargos imputados.
La gente aplaudió. El juez volvió a llamar al orden con su martillo. Era su turno de fijar la sentencia.
-Lex Luthor, es usted un monstruo. Un depredador sociópata y amoral, que se mueve por los celos, la codicia, la falsedad y la soberbia. Es por eso que me complazco en anunciarle que este tribunal, que ya lo ha encontrado culpable de todos los cargos, lo sentencia a cadena perpetua en la prisión de máxima seguridad de la Isla Stryker – dio tres golpes con su martillo –
***
Tiempo después...
Isla Stryker. Penal de máxima seguridad.
Un helicóptero descendía lentamente en el helipuerto de la prisión. Apenas tocó tierra, su puerta se abrió y Jack Ryder bajó, siendo recibido por el director de la institución con un cálido apretón de manos.
-Bienvenido a la Isla Stryker – lo saludó el hombre – Debo admitir que esperaba a un periodista con una reputación más decente. No se ofenda... pero en mi opinión, sus artículos sobre Batman y los demás vigilantes de Gotham son una basura.
-Sí, bueno... mis jefes pensaban lo mismo que usted – Jack sonrió –
-¿Y qué pasó? ¿Qué les hizo cambiar de idea?
-Los convencí de que yo era el único que podría lograr esta entrevista. Solo yo estoy abierto para todas las cosas que la cabeza y la lengua de Luthor suelten.
-Está bien... – dijo el director – Una hora. Ese es el tiempo que acordamos con su periódico. Una hora para entrevistar a Lex Luthor, nuestra nueva estrella local. Irá usted acompañado en todo momento por guardias de seguridad y no se alejara de ellos. ¿Está claro?
-Por supuesto.
-Lo digo de verdad, señor Ryder. Este es un sitio muy peligroso. No quiero locuras ni tonterías...
-Lo entiendo. Quédese tranquilo.
-Muy bien. Vamos – Juntos entraron en la prisión –
Luthor estaba en el interior de su celda cuando Jack llegó, acompañado de dos fornidos guardias. Se encontraba trabajando en un curioso aparato, una armadura a escala. Mientras el periodista aguardó a que terminara de embonar unas piezas, estudió la habitación.
El sitio era deprimente. Una cama, un retrete y una mesa, sobre la cual Lex trabajaba. Eso era todo el mobiliario. Pegadas a las paredes de la sala, había dibujos. Jack los estudió de cerca, con cierta fascinación. Parecían diagramas, esquemas de circuitos y símbolos extraños e incomprensibles.
Uno de aquellos diagramas le llamó la atención. Era un dibujo de lo que parecían ser un ente grande y fornido, con los ojos rojos. Luthor había colocado una serie de garabatos y varias palabras, igual de incompresibles.
Jack leyó algunas de ellas al azar: "Steppenwolf", "Apokolips", "Mother Boxes" y "Darkseid". Aquella última palabra (no sabía por qué) lo hizo estremecer.
-Ejem... – Lex carraspeó. Había terminado su trabajo y lo observaba con cierto interés –
-¡Oh! Perdone... soy...
-Jack Ryder, reportero del Gotham Gazzete – Lex asintió – Amarillista fan del Murciélago y eterno enamorado de la ladrona en traje ajustado – Jack lo vio. Su mirada nerviosa hizo que Luthor soltara una leve carcajada – Sí, no ponga esa cara, señor Ryder. Yo esperaba que un periódico importante viniera a entrevistarme... – hizo una pausa. Lo estudió detalladamente, mirándolo de arriba abajo. – Creí que si era alguien de Gotham enviarían a Vicki Vale. No es que me queje.
-Pues... diablos. Vicki falleció – Jack tragó saliva, sorprendido – Es un halago... supongo.
-Supone bien. No lo dude – Luthor suspiró – Estaba dándole los últimos toques a mi armadura. Creo que cuando la ponga en marcha, operara al cien por ciento. Aunque también es una buena idea para un traje no tripulado. Le pondría Metallo.
-¿Metallo? – Jack Ryder se quedó confundido – ¿Y para qué serviría?
-Para muchas cosas... – Luthor vio al robot a escala. Tenía forma humanoide. Unas lucecitas se encendieron sobre su coraza: tres círculos perfectos en triangulo – Para que el cuerpo humano alcance su capacidad máxima por ejemplo. También lo equipe con un traductor universal y propulsores.
-Increíble.
-Estoy muy aburrido aquí, y un poco de cultura y distracción no le hacen mal a nadie. Más en un sitio como este, en el que los libros no abundan.
-Señor Luthor... he venido a entrevistarlo – le recordó el joven – Deseo oír su versión de la historia.
-No me diga.
-Los lectores del Gazzete y yo queremos saber la verdad. Por qué hizo lo que hizo.
-Muy bien. Como ya dije, no me sorprende su visita – afirmó Luthor – Aunque, vuelvo a repetir, sinceramente esperaba a un reportero de más renombre. Claro si era de Gotham a Vicky Vale, pero si era de Metropolis... esperaba que el Planet enviara a Lois Lane.
-Esa reportera desapareció misteriosamente... – explicó Jack – Perdió a su pareja durante el ataque de Doomsday a Metrópolis. No se le volvió a ver después del ataque.
-A Clark Kent... – Lex sonrió – ¿correcto?
-Sí... ¿Lo conocía?
-Algo así. Un excelente periodista, sin duda... aunque creo que le gustaba mucho guardarse cosas – Lex sonrió con malicia – Era un hombre... reservado. En varias ocasiones tuve mis diferencias con él, pero al final nos arreglamos. Le diré qué vamos a hacer, Jack. Tengo un par de minutos para hacer ejercicio en el gimnasio del penal. Acompáñeme y traiga su grabadora. Podremos comenzar la entrevista allí.
-De acuerdo – Lex salió de la celda, seguido de cerca por Jack y los dos guardias de seguridad –
Luthor corría velozmente sobre una cinta de ejercicio. Se había quitado la parte superior del uniforme de presidiario, quedándose con una playera blanca. Sudaba, mientras intentaba mantener el ritmo. A su lado, Jack sostenía su grabadora en la mano registrando la entrevista.
Si se quedaban fuera los dos guardias parados en la puerta, estaban solos en el gimnasio. Jack sospechaba que aquello formaba parte de ciertos privilegios que Luthor había conseguido dentro de la cárcel. Era tonto suponer que no los iba a tener. Alguien como él, hasta hace poco había sido uno de los hombres más ricos del planeta. Toma la fortuna de Oliver Queen y el ahora inexistente patrimonio de Bruce Wayne y su empresa en bancarrota, y no le igualaba ni la mitad a las ahora cuentas congeladas de Lex Luthor. Era imposible que terminara siendo un preso ordinario.
-Es sencillo. Debes de entender mi posición – decía Lex, mientras corría – Estamos hablando de una criatura alienígena. Puede verse como usted o yo... pero no es humano...
-¿Y por eso lo odia? – preguntó Jack –
-Si se tratara de odiar... simplemente ni me molestaría en enfrentarme a él. No, esto es más profundo, ¿comprende? La supervivencia de la raza humana... dependía de ello – Luthor detuvo la máquina de correr. Agitado, se limpió el sudor de la cara, el cuello y la calva con una toalla. Miró a Jack – Dígame una cosa, Jack... ¿Qué le parece Superman a un hombre como usted?
-Bueno...
-La verdad, por favor.
-Una figura inspiradora... Alguien que nos enseñó a ser mejores, a dar lo mejor de nosotros mismos, a superarnos. Es todo un símbolo de la esperanza – Jack hizo una pausa – O por lo menos lo era.
Luthor permaneció en silencio un buen rato, mientras se secaba el sudor. A continuación, se acercó hasta unas pesas, se agachó y tomó una. Lentamente y con cierta dificultad, la levantó y la bajó, ejercitando su brazo izquierdo. Un rato después hizo lo mismo con el derecho. Aprovechó la ocasión para continuar hablando y explicarle Jack su visión.
-Imagine la vida en este planeta si una criatura alienígena, un supuesto "dios estelar", no hubiera venido nunca. Si no hubiera interrumpido la historia humana con su aparición. Somos una raza con un potencial enorme, Jack... increíble. La aparición de Superman simplemente fue un retroceso para nosotros, en una vuelta atrás... – Lex suspiro – Ahora, en vez de ir para adelante y desarrollar todo ese potencial del que le hablo, nos volvimos una cultura de dependientes. Adictos a seres superpoderosos, pretendidos mesías salvadores con lindas capas rojas, que lo único que hacen es enterrarnos en el lodo del temor y de la superstición digna de la Edad Media. Retrocedimos muchas casillas en la evolución, Jack... En vez de madurar, de convertirnos en adultos responsables e independientes, capaces de abandonar el nido materno, nos quedamos allí, cómodos, vagos, satisfechos. Total, Superman o cualquiera de esos héroes vendrán y lo solucionarán todo.
-¿Y por eso debía morir?
-Morir era una de las opciones, la otra era irse. Créame, hubiera preferido que tomara esta última. Que se subiera a la nave que lo trajo hasta nosotros y se hubiera marchado. Hay un universo enorme allá afuera, infinito. Podía haberse mudado a cualquier otro planeta, pero no. Eligió quedarse y traer consigo sus problemas.
-¿Se refiere a la invasión de Zod hace unos seis años, verdad?
-Para empezar, sí. Y también a la guerra que nos trajeron esos estúpidos linternas verdes y violetas. Apenas y sobrevivimos después de que el piloto Hal Jordan quisiera destruir Coast City. Con sus actos heroicos, con su presencia, Superman nos volvió foco de atención indeseable entre... cierta gente de allá arriba.
-Me imagino que eso ya no será un problema para nosotros – Jack quiso sonar sarcástico, pero acabó expresándose de manera triste –
Luthor dejó de levantar pesas. Volvió a secarse el sudor de su calva con la toalla. Miró a Jack de cierta manera especial.
-No se crea.
-¿Qué quiere decir?
Lex puso una sonrisa misteriosa, casi tétrica.
-Le diré solo esto y por favor, no insista con saber más al respecto, porque no diré nada más... ¿Está bien?
-De acuerdo. Dígame. ¿Qué es?
-Allá afuera, en el espacio... ya saben que el dios ha muerto – la sonrisa se volvió macabra – Por culpa de su querido Hombre de Acero, nuestro futuro va a ser muy incierto.
Jack no supo que decir a esto. El hombre a su lado, parecía que deliraba locuras sin sentido. Justo cuando Jack volteo para sacar un chicle de su bolsillo, vio en el cuello de Luthor la marca del Murciélago. Le recordó los viejos tiempos en Gotham cuando el justiciero marcaba a los criminales, antes de que desapareciera. Luthor lo sorprendió, viéndola fijamente.
-Es curiosa... ¿verdad? – Lex hizo una mueca – Es un método que usan los hombres primitivos para intimidar a la gente. Usted es un claro defensor de aquel justiciero y de sus amigos... dígame que opina.
-Batman nos mantuvo a salvo de los criminales durante veinte años – Jack Ryder mantuvo su postura de defensor del vigilante – Creo que igual le debemos un poco de respeto.
-Tonterías... – contesto Luthor, en forma agresiva – Desde que salió a la luz la identidad del Murciélago como Bruce Wayne, el mito se vino abajo. Solo era un hombre con dinero impulsado por un trauma de la niñez. Y después todos vimos que no era nada sin su dinero e influencias. Tengo una postura clara respecto a Batman, al igual que con Superman. Si Bruce Wayne no se hubiera puesto ese disfraz y hubiera salido por las noches a las calles de Gotham, esos sucios psicópatas y criminales nunca hubiera tampoco salido a la luz. Solo imagine cuántas vidas se hubieran salvado si Joker o Scarecrow nunca hubieran existido...
-Hay cosas que ni Batman puede controlar.
-Él tuvo en sus manos ese poder por encima de la ley todo el tiempo – Lex parecía que ponía una cara de desprecio cuando se refería al vigilante – ¿Cuántas veces pudo haber detenido a Catwoman y no lo hizo?
-Ella no es de los malos – parecía que Jack Ryder la defendía – Se cree que los robos que Selina Kyle perpetraba eran para donar el dinero a los más necesitados. Yo mismo conseguí pruebas de esos acontecimientos.
-Bueno, dejando de lado a Catwoman... hablemos de los adolescentes que acompañaban a Bruce. Se sabe que se aprovechó de la muerte de esos cirqueros para adoptar a su hijo y entrenarlo como su pupilo. Y luego el niño al que Joker asesino hace unos meses... ¿No se le hace inconsciente el exponer de esa forma tan trágica a unos jóvenes que tienen toda la vida por delante? – Lex puso una media sonrisa. De cierto modo, el creía que tenía razón –
-En todo caso el los adopto para ser mejores. Para continuar con su legado... para darles una familia – Jack también sonrió, desafiando a Lex – Si no... pregúntele a cualquier persona en Gotham cuantas veces estuvo Catwoman, los Robins e incluso la desaparecida Batgirl para darles una mano.
-Viéndolos desde el punto de vista de la ley... todos ellos y Bruce Wayne también son criminales. No me sorprende que esa cloaca de ciudad se esté yendo al demonio – Lex concluyo. Parecía que no quería seguir hablando del tema –
-Para cambiar de conversación... – Jack Rayder ahora estaba incómodo. La ultima revelación de Lex, definitivamente le había revuelto la cabeza – Hay algo que no entiendo – Luthor, los guardias y el atravesaban un largo pasillo de la prisión. Había celdas a los costados, pero estaban vacías. En ese momento, los internos se hallaban en el patio del penal – Usted es un hombre joven y rico, dueño de una de las compañías multinacionales más poderosas del mundo... ¿Por qué dedicar sus recursos y su intelecto en esta insana obsesión con Superman?
-Para ser reportero del Gazzete usted no parece prestar mucha atención a lo que digo – Lex se molestó – Vuelvo a repetirlo: supervivencia del género humano. El hombre evolucionó de los primates... a partir de que nuestros ancestros comenzaron a construir armas y arar la Tierra, todo fue cuesta arriba. Ayudó el dominio del fuego. En cientos, miles, millones de años llegamos hasta acá. En el camino, quedaron y perecieron especies rivales. Este mundo es nuestro y estábamos a punto de iniciar la conquista de las estrellas. Pero, entonces...
-Entonces... ¿Qué?
-¡Pum! ¡Superman llegó! Y acaparó la atención de las masas. Y un nuevo dios entró en este mundo. Y de repente, volvemos a la Edad Media, a la dependencia – ahora Lex parecía histérico – No hacer algo al respecto... hubiera sido un auténtico crimen – Se detuvieron en una intersección de pasillos. Luthor pareció pensativo. Se volteo hacia Jack – ¿Tiene hora?
-Sí... – Jack consultó su reloj – Todavía tenemos tiempo para continuar con la entrevista, si eso le preocupa.
-No, no es eso... Se está retrasando bastante – Lex se llevó una mano a la barbilla, haciendo cálculos mentales – Debería suceder ahora.
Antes de que Jack pudiera preguntar a qué se refería, hubo una explosión. Las alarmas del penal sonaron y una violenta revuelta se produjo. Los prisioneros invadieron los pasillos entrando a los golpes, en una desigual pero brutal pelea a puño limpio con los guardias.
-¡Motín! – gritó alguien – ¡Los prisioneros se amotinaron! ¡Manden refuerzos!
De pronto, Jack y Luthor se vieron envueltos en el tumulto. Los dos guardias que los vigilaban fueron derribados por dos enormes internos. La policía arrojó gases lacrimógenos para aplacar la revuelta, pero lejos de suceder, los ánimos no se calmaron.
Jack se quedó petrificado, sin saber hacia dónde correr. Luthor lo tomó del brazo y lo arrastró, alejándolo del caos. Volvieron a su celda, en donde el impresionado periodista se sentó al borde del camastro, tosiendo y con los ojos llenos de lágrimas por el efecto del gas. Las alarmas seguían sonando, así como el ruido del amotinamiento. A eso se sumaban disparos, gritos y más explosiones.
Y mientras tanto, Lex se paseaba de un lado otro de la habitación, como esperando a alguien.
-Retrasos, retrasos – murmuraba Luthor – Odio los retrasos. ¿Usted no, señor Ryder? Mi padre siempre decía que la puntualidad es una bendición... algo raro, teniendo en cuenta de que el consejo venia de un hombre absolutamente ateo.
-Usted... ¡Sabía que esto iba a pasar! – Jack jadeo, sorprendido – ¡Lo planeó todo!
-Sí... y no – Luthor sonrió – Comprenderá que no iba a pasarme la vida tras estos muros, más sabiendo lo que se viene – sus dedos rozaron los dibujos en la pared. Acarició aquel del "demonio" con la palabra "Steppenwolf" – Así que si bien idee mi escape, no iba a ser yo quien lo ejecutara. De eso se iban a encargar mis benefactores.
-¿Benefactores? ¿Quiénes?
La respuesta a aquella pregunta acababa de ser respondida cuando un extraño portal esférico salió del techo y lo tumbo. Jack gritó cuando el pedazo de concreto quirúrgicamente cortado por láser cayó al piso y aplastó al robot a escala de Luthor, destruyéndolo. Molestó, el calvo miró para arriba justo en el momento en que la figura cornuda y fornida salía de este.
-¡Cuidado, idiota! ¡Casi me matas! – le reprocho Luthor – ¡Has destruido a mi Metallo! ¿Sabes cuánto tiempo me tomó ensamblarlo?
-Deja de quejarte, Luthor – le recrimino el "demonio" con la armadura de púas metálicas y cabeza cornuda que tenía frente a él. Jack Ryder estaba atónito al ver a este ser. Era el del dibujo de Luthor. No podía creer que un ser con ese aspecto pudiera ser real – Aun te necesitamos. Darkseid tiene planes para ti.
El extraterrestre cornudo señaló a su espalda, al portal que aún estaba abierto. Luthor suspiro orgulloso. Estiró una mano. Steppenwolf se la agarro, levantándolo. Antes de marcharse, volteo hacia Jack y le habló por última vez:
-¡¿Quería oír mis motivaciones, señor Ryder?! ¡¿Conocer mis razones para hacer todo lo que hice?! – le gritó Lex, intentando hacerse oír a través del ruido zumbón del portal, las alarmas sonando y el tumulto de la prisión – ¡Pues escuche! No hay una psicología profunda detrás de mi lucha contra Superman. Más allá de todo lo que le he contado, de las razones expuestas, la cosa es sencilla... ¿Cómo se sentiría usted si alguien se interpusiese en su camino hacia la gloria, eh? ¡De no ser por Superman y luego por ese estúpido justiciero enmascarado al que usted alaba, yo estaría al mando de este mundo! ¡Yo conduciría a la raza humana a concluir su destino! ¡Sera mi mano, mi guía, la que salvara al mundo!
-¡Vamos! – lo apresuro Steppenwolf – ¡Ya no podemos perder más tiempo!
-¡Cuénteselo a todos, Jack! – ordenó Lex, entrando al portal – ¡Cuéntele al mundo la verdad! ¡Que todos sepan mis motivos! ¡ESTA ES MI LUCHA! ¡CUÉNTESELO!
El portal desapareció y Jack se quedó inmóvil en aquel lugar, todavía estupefacto por lo que había pasado. Cuando las autoridades consiguieron detener el motín y parar la revuelta, allí lo encontraron. Sano y salvo... y con una historia bastante impresionante que contarle al mundo.
En otra parte del mundo, Steppenwolf aterrizo a salvo con Luthor. Era un lugar desértico y caluroso. Lex se preguntó por que lo había sacado de prisión. El creía que Darkseid se sentía decepcionado, pero por lo visto no era así.
Sus sospechas se confirmaron cuando Steppenwolf hablo con el.
-¡Tu aun nos perteneces, Luthor! – hablo el extraterrestre – Tienes un propósito que cumplir.
-¿Qué es lo que tengo que hacer? – pregunto Luthor, aun conmocionado – ¿Aún se mantiene nuestro trato?
-Por supuesto. Cuando la invasión haya tenido éxito... la Tierra será tuya – Lex sonrió – Consigue mercenarios y encuentra una Mother Box.
-¿Una Mother Box? Aun no completaba mi investigación sobre ellas – Lex sabia de lo que Steppenwolf hablaba – Creo que me será complicado, pero lo hare.
-Bien. La necesitamos para abrir un portal hacia Apokolips. La armada ya viene... lo haremos como antes.
Y sin decir más, ambos personajes tan peculiares voltearon la vista al horizonte, pensando en el grandioso futuro que les aguardaba.
La era de Darkseid ya estaba próxima.
-Pronto mi señor... la encontré – decía Steppenwolf, con una sonrisa orgullosa en su áspero rostro – Esta en la Tierra... la Ecuación Anti-Vida será suya.
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