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CUANDO RENUNCIES A TU NOMBRE...

Bruce caminaba por el desierto de Israel mientras miraba el mapa que había conseguido en Tel Aviv. Llevaba casi un mes siguiendo las pistas que lo conducirían al último de Los Pozos de Lázaro, donde seguramente Ra's Al Ghul y su hija Talía estarían esperándolo.

-Bruce, ¿estás seguro de que está aquí? – preguntó Selina que caminaba casi a la par de el –

-El mapa lo sugiere – le respondió Bruce – Es el último de los Pozos de Lázaro, así que esta es la última opción.

-Pero... Bruce, tengo que preguntarte algo – respondió ella, con una mirada indecisa – ¿Qué harás si las cosas no salen como esperas?

-Entonces los matare... y tratare de volver a Gotham – respondió Bruce con seguridad – Contigo...

-Pero yo ya me fui... – Selina argumentó, poniendo una cara de tristeza. Ella sabía que estaba fuera de su alcance – Eras todo lo que yo tenía y me dejaste...

-Nunca pudimos haber estado juntos... – Bruce suspiró – Lo lamento...

Selina lo vio con una mirada compasiva, ocasionando que con sus preciosos ojos verdes el alma de Bruce se derritiera en ternura y compasión. Sin embargo, la imagen de Selina se desvaneció y él supo que tenía que seguir con la caminata.

Bruce ya no sabía que era real y que era una alucinación.

***

Jadeando, un Bruce Wayne mucho mayor ahora de casi cuarentaisiete años y con una barba bastante prominente en su rostro, se despertó y miró hacia los cielos estrellados mientras yacía en un camión de carga; sentado cerca estaba un anciano asiático que lo estaba observando, y se había asegurado de tomar al estadounidense bajo su ala en el momento en que pidió aventón hacia la ruta que los conducía hacia las montañas.

-¿Un sueño? – preguntó el anciano en perfecto inglés –

Bruce suspiró cuando el último recuerdo de Selina se desvaneció. Podría jurar que podía sentir su presencia, su cabello con corte pixie ondeando con el viento, su perfume Channel metiéndose por sus fosas nasales... pero nada de eso era real.

-Una pesadilla – corrigió el americano, sentándose con un ligero gemido –

-¿Peor que esto? – inquirió el anciano, señalando con la cabeza al viejo radio que traía escuchando –

Por lo que pudo entender en el poco tibetano que hablaba, el locutor mencionaba naves extraterrestres que descendían de un portal y comenzaban su ataque contra las principales ciudades del mundo.

En poco tiempo le prestarían su atención al interior del territorio de los países, por lo que Bruce dedujo que le quedaba poco tiempo.

***

A la mañana siguiente, casi a la primera luz del día; el camión dejo a Bruce en un camino montañoso que subía hacia los Himalaya. El estadounidense solo contaba con una bolsa llena de algunos escasos suministros y la ropa que traía puesta no era adecuada para las fuertes condiciones climatológicas de las montañas, pero eso no le importó a Bruce y siguió su recorrido.

Siempre interpuso su deber y su misión primero que su salud.

Miró a su alrededor antes de dirigirse hacia el este, hacia una alta montaña en la distancia después de ponerse un abrigo grueso que había estado en la bolsa.

***

"¿Qué es la fuerza de un hombre contra un ejército? ¿Qué es una chispa de esperanza contra la voluntad de un dios? Las campanas ya han sonado... y el las escucho, ahí en la oscuridad... entre las estrellas. Ding, dong... el dios está muerto. Y ya nada puede detener lo que vendrá..."

Desde el momento en que Bruce Wayne escuchó la advertencia de Lex Luthor, estuvo seguro de que había algo más que solo desvaríos de un joven enloquecido por su genio y gran riqueza.

Luthor había estado en contacto con un alienígena de nombre Darkseid, eso era seguro. Bruce había visto por sí mismo y documentado los símbolos que Luthor había grabado en las paredes de su celda de la Isla Stryker, junto con un idioma que ningún terrícola había hablado jamás. El más destacado de esos símbolos era un cubo y un dictador en un trono en un planeta de fuego.

Todo estaba conectado; los símbolos y el archivo de video de donde un alienígena cornudo lo liberaba de la cárcel. Bruce estaba seguro de eso.

Una vez más se encontró refiriéndose a la información de Luthor como un medio para planear sus próximos pasos.

Luthor había estado al tanto de los metahumanos incluso antes de haber desafiado a Superman y a Batman, por lo que Bruce tenía ahora la intención de tratar de combatir a esa amenaza.

El viaje fue arduo, pero Bruce había atravesado montañas en busca de seres sobrenaturales antes, hacía mucho tiempo, cuando era joven e idealista. Fue en busca de orientación y formación, buscando los medios para luchar contra la injusticia. Eso lo llevó a Ra's al Ghul y su Liga de Asesinos. Le enseñaron a pelear, a infiltrarse, a intimidar.

Y como matar.

Durante veinte años se había abstenido de abrazar por completo las letales enseñanzas de la Liga de Asesinos. Él no mataría. Matar traicionaría los recuerdos de los padres cuyos asesinatos presenció.

Pero su mayor adversario, el Joker, haría un juego para tratar de romperlo. Para conseguir que rompiera su única regla.

Tiempo tras tiempo, el Joker gano su cruel juego.

Y entonces un día, puso en peligro a sus hijos, Dick y Jason, y también le saco el corazón a Selina Kyle.

Todo esto llevo al límite a Bruce, haciendo que sucumbiera a sus instintos más primarios al asesinar a Thomas Elliot y al propio Joker.

Bruce sabía que al hacer esto ya no había vuelta atrás. Que ahora si podía rebajarse al nivel de Ra's Al Ghul y enfrentarlo a un último duelo por el control de la Liga de Asesinos.

Pero Bruce no quería poder. Solo quería un ejército para defender al mundo.

Usando sus conocimientos sobre las ubicaciones de los últimos Pozos de Lázaro, encontró el último en el monasterio secreto de Ra's en los Himalayas tibetanos. Sin dinero ni posición de poder, y además con una orden de arresto por parte de las autoridades internacionales, Bruce regreso al anonimato y tuvo que viajar como pudo hasta el último escondite de la Liga de los Asesinos.

Varios días después, estaba a mitad de camino de la montaña cuando se encontró con una pequeña aldea; estaba exhausto, tenía frío y estaba hambriento, y cuando los lugareños vieron al americano, todos corrieron adentro y cerraron las puertas de sus casas.

Bruce estaba confundido por sus acciones y luego una niña pequeña apareció detrás de uno de los edificios.

-Nadie te ayudará – le dijo la niña en perfecto inglés, y luego apareció un anciano a su lado –

-Necesito comida – Bruce pidió débilmente, esperando que el anciano pudiera ayudar –

El anciano negó con la cabeza e hizo un gesto hacia atrás por donde Bruce había venido mientras enviaba a la niña a la casa cercana.

-Entonces da la vuelta – le aconsejó el viejo antes de dirigirse a la casa él mismo – Nanda Parbat solo es un lugar de muerte y miseria – y entonces le señalo hacia un templo que apenas y era visible en la montaña –

Bruce lo vio irse dándose cuenta de que no iba a recibir ayuda, y luego reanudó su caminata montaña arriba, decidido a lograrlo.

***

Bruce había perdido la noción del tiempo, inseguro de cuánto tiempo había estado subiendo a través de la nieve torrencial; con una bufanda envuelta alrededor de su cabeza. Saltó una cresta y casi se estrelló contra la nieve, pero su voluntad estaba más allá del agotamiento.

Luchando por mantenerse consciente, Bruce se empujó hacia arriba y a través del viento cortante. Entonces vio un enorme monasterio encaramado en una roca irregular. Volviendo a ponerse de pie, se tambaleó hacia el edificio.

Al llegar al monasterio fortificado, Bruce subió los escalones hasta las grandes puertas y llamó a una de ellas varias veces con la mano cubierta y congelada; al principio no pasó nada y luego hubo un ruido de rechinamiento desde adentro, y las puertas se abrieron.

Entró en el edificio, aliviado por el calor y se quitó el pañuelo de la cabeza mientras pasaba junto a los pilares que tenían antorchas y velas. En el otro extremo del pasillo, había una plataforma elevada con un trono en él, donde una mujer hermosa de rasgos árabes y ojos oscuros ya lo esperaba

Bruce giró ligeramente cuando las puertas se cerraron detrás de él, y vio a un hombre con armadura negra deslizar una barrera de madera en su lugar, cerrándola. Pronto, más guerreros armados entraron con rifles, y él los observó a todos con cautela, comenzando a tener dudas.

-Esperen – Talia Al Ghul se paró del trono y los guerreros detuvieron sus avances – Mi padre lo está esperando. Yo también llevo años esperándote...

-No tengo nada que ocultar – respondió Bruce. Dos guardias se acercaron y los escoltaron. Después lo revisaron y abrieron su bolsa. De ella salieron un par de botellas de agua a medio tomar, una brújula y un mapa que indicaba varias partes del mundo en donde se ubicaban los antiguos Pozos de Lázaro –

-¿Nada? – Talia sonrió al ver el contenido – ¿Así que fue cierto eso de que te dejaron sin un quinto?

-Del todo cierto...

Bruce la acompañó hacia unas escaleras; los guardias iban justo detrás de ellos. Cuando las puertas de una antecámara superior se abrieron, Talía le indicó a Bruce que entrara y a los guardias que se fueran. Ya dentro del lugar, Bruce vio que dentro estaba una especie de fuente con aguas verdes en su interior. Era el Pozo de Lázaro, el último.

-¿Ra's Al Ghul? – preguntó Bruce –

Talía no dijo nada, sólo examinaba a Bruce. Su cabello era canoso, era muy alto pero estaba un poco fuera de forma, y su rostro ya tenía arrugas y además estaba lleno de cicatrices. El hombre de 46 años que tenía ante ella era muy diferente al hombre que había ido a detenerla en aquella isla del Pacifico Sur.

-Te extrañe, Talía...

-¿A eso viniste? – ella rio – ¿A hablar de cuanto me extrañaste?

-No...

-Me extrañaste tanto que me cambiaste por una prostituta y además ladrona... – Talía lo vio con desaprobación y desprecio – ¿Verdad?

Bruce no supo cómo contestar a esto. Entonces una figura salió del Pozo de Lázaro. Talía condujo al hombre por el pasillo cavernoso. Los guardias pretorianos mantuvieron sus posiciones: cuatro a cada lado del Pozo de Lázaro de donde salía su líder. Talía y Bruce se arrodillaron ante él.

-Bien hecho, mi aprendiz. Mi fe en ti está restaurada – Ra's Al Ghul le sonrió a Bruce – Bienvenido – Frente a Ra's, Bruce permanecía inmóvil – Así que el niño asustado, regreso hecho un hombre. Tienes mucha fuerza – observó Ra's – Tu oscuridad aumenta, y también tu luz. Le advertí a mi hija que nunca desistirías en tu cruzada por llevar la justicia a tu ciudad, y mira... aquí el resultado.

-Vengo a pedirte... a suplicarte... que me des los recursos necesarios para continuar con mi labor. Un ataque ya viene, y necesito enfrentar...

-¿Valió la pena? – Ra's pregunto, ignorando lo que su ex aprendiz le suplicaba – Lo que encontraste en el mundo... en tu ciudad... ¿El afecto de un hombre quien te consideraba su hijo? ¿El cariño de unos jóvenes que nunca te llamaran padre? ¿O el amor de una mujer con la que nunca podrás estar?

-Si... – respondió Bruce Wayne. A pesar de todo, no se arrepentía de haber estado con aquellas personas. Les debía mucho –

-¡Te lo advertí! – Ra's se exalto – Si no hubiera sido por tu estúpida piedad, todas las personas de Gotham no hubieran sufrido a manos de esos dementes encapuchados. ¡Todo fue culpa tuya! – Bruce no dijo nada. En parte, creía que Ra's tenía razón, pero por otro lado, lo consideraba un extremista – La piedad es debilidad y la debilidad es derrota. Pero tú no eres débil. Te he visto mantener tu voluntad ante las adversidades y luchar contra la criminalidad por más de veinte años. Y después te uniste a los héroes más poderosos del mundo y los guiaste hasta la victoria. Tú eres más que un hombre, Bruce. Eres un ideal de justicia y perseverancia aunque... aun sujeto a tu moralidad occidental. El recuerdo de Alfred, tu apego a Richard Grayson y a la mujer que amas, Selina Kyle, te hacen tonto – Ra's suspiro y puso una sonrisa de maldad. Le iba a pedir algo a Bruce – Si quieres que te ayude, tendrás que renunciar a ellos.

-Lo hare – dijo Bruce, poniéndose de rodillas. Sabía que era el único modo de salvar al mundo, y también de salvarlos a ellos – Lo hare...

Talía y su padre sonrieron, y sin decir más, Ra's saco un hierro caliente al rojo vivo con el grabado de la cabeza del demonio. Era la marca de la Liga de Asesinos, y Bruce estaba listo para recibirla.

-¿Renuncias a todo lo que te apegaba a tu nombre mundano... a toda tu vida anterior? – pregunto Ra's – ¿Al recuerdo de Thomas y Martha Wayne? ¿Y de Alfred Pennyworth?

-Si... – Bruce contesto sin titubeos –

-¿Renuncias a tus hijos... a Richard Grayson y Jason Todd? – Ra's se acercó con el hierro caliente –

-Si...

-¿Renuncias al amor... a Selina Kyle y a toda posibilidad de estar con ella?

-Si... lo hago.

Sin decir mas, Ra's Al Ghul le ordeno a Bruce descubrirse el brazo derecho, y rápidamente le clavo el hierro, marcándolo con la cabeza del demonio.

Mientras que Bruce Wayne trataba de tragarse el dolor que el metal caliente le estaba infligiendo en su brazo, supo que ahora ya estaba totalmente muerto.

El Murciélago había nacido.

Uno de los guardias pretorianos le puso en las manos a su líder un casco de metal, muy similar a las capuchas de Batman. Solo que este era de una aleación especial. Ra's Al Ghul se lo puso en la cabeza a su pupilo y ordeno que se pusiera de pie.

-Mi gran aprendiz... – dijo Ra's Al Ghul con algo que se asemejaba a la calidez – Hijo de la oscuridad, mi heredero. Donde antes había conflicto, ahora veo firmeza. Donde había debilidad, fuerza. Este siempre fue tu destino.

-Acepto todas sus enseñanzas y costumbres, maestro – ahora fue Bruce el que hablo – Solo ayúdeme a proteger al mundo.

-Y eso haremos. Pero primero, tendrás que completar unas pruebas – Bruce miro a Ra's con confusión. Creía que ya había sido bastante con renunciar a su vida anterior – Cazaras a los desertores Al-Manhi y Al-Sahim...

-Slade Wilson y Oliver Queen – interrumpió Bruce, pues ya sabía de quienes estaba hablando su maestro – Deathstroke y Green Arrow.

-Así es. Después, para mostrarme tu absoluta obediencia, mataras a Selina Kyle y me traerás su corazón, para después arrojarlo al fuego – esto ya no le gusto al hombre que alguna vez fue Bruce Wayne. Nunca podría asesinar a la mujer que quería para satisfacer a otra persona – Por último, traerás a los muchachos Richard Grayson y Jason Todd, y los vas a convertir a nuestra doctrina. Así aseguraras el futuro de la Liga de los Asesinos.

Sin decir más, Ra's Al Ghul le entrego su propia espada a su pupilo. Aquel era el momento que tanto esperó Batman. Estaba equivocado al pensar que terminó su entrenamiento solo con renunciar a su nombre. Sólo matando a la mujer que amaba podía alcanzar su verdadero destino.

Entonces, Bruce tomó el sable y camino hacia Ra's. Sólo necesitaba un golpe.

-Sé lo que debo hacer – replicó el americano, viendo a Talía y guiñándole un ojo –

Sin decir más, Bruce hizo un movimiento rápido con la espada y decapito a uno de los guardias pretorianos. Al ver lo que ocurría, Talía se unió a él en combate contra los guardias, haciendo una pareja formidable. En una confusión de estocadas de sables, un guardia cayó, después otro, luego dos más y otro par. Las armas pretorianas caían al suelo junto a los cuerpos. Las espadas de Bruce y Talía se movían como velos funerarios.

Cuando el cuarto oponente de Bruce intentó decapitar a Talía, ella giró y atravesó su armadura, tumbándolo. Talía tuvo más dificultades con su último guardia. El pretoriano arrojó su lanza a Batman desde atrás y lo hizo soltar su sable.

-¡Batman! – Talía le lanzo su espada por el mango. Bruce la tomó en el aire y logró dar un golpe mortal; girando la muñeca, atravesó el casco del guardia con la espada –

Los últimos guardias de Ra's Al Ghul cayeron al suelo, mientras su líder los veía desde la distancia. Pero Ra's no quiso escapar. Si morir a manos de su hija y de su heredero era su destino, pues sería bienvenido.

-Que así sea... Bruce Wayne – dijo Ra's, sacando otra espada –

-Así es...

Ra's al Ghul se puso en posición de ataque mientras Batman se abalanzó sobre él y arremetió contra su maestro en pleno asalto.

Ra's se abalanzó, balanceando su espada a centímetros del pecho de Batman, con sus ojos siniestros con rabia controlada mientras su espada simplemente cortaba los restos de la chamarra de Bruce. Batman dio un paso atrás y lo paró con su espada, protegiendo su cuerpo con un bloqueo cruzado mientras las chispas golpeaban el metal.

-Después de todo lo que te enseñé... – Ra's arremetió con palabras deshonrosas – ¿Así es como me pagas? ¿Volviéndote en mi contra?

Batman levantó el puño con un asalto impreciso a la mandíbula del hombre mayor. Posó sus ojos ardientes en el rostro de Ra's y habló con un gruñido intimidante y tenso.

-Necesito a tus recursos y tus hombres – Declaró con desafío saliendo de sus venas – No me sirve en nada un viejo decadente.

-Esta vez, no habrá escapatoria de la muerte – Ra's blandió su espada hacia Bruce, y el amenazante justiciero atrapó la hoja en su sable, torció su brazo y le dio una cortada perfecta en la cara. Batman separó los labios y soltó un gruñido peligroso mientras una furia ardiente descansaba dentro de su pecho –

-No debiste de enseñarme todos tus trucos...

Ra's empujó violentamente su espada contra el pecho del estadounidense, que apenas y esquivó a la izquierda, para después agacharse cuando Ra's lo pateo de lado.

Bruce palideció con un pulso alarmante en su cuerpo mientras recuperaba el equilibrio. Ra's lo golpeó en la mandíbula con la empuñadura de su sable, haciendo que Batman se tambaleara hacia atrás, agarrando a una columna para mantener su equilibrio. Miró a Ra's Al Ghul con una mirada dura mientras el hombre se abalanzaba hacia adelante con su espada lista para perforar su pecho. Pero el justiciero fue rápido en reacción e interpuso su propia espada, atrapando la de su rival.

Bruce realizo un codazo a la hoja de Ra's, rompiendo la espada por la mitad mientras los pedazos se esparcían por el suelo. Ra's se tambaleó hacia atrás y Bruce lo agarro del cuello, estampándolo contra el suelo con un golpe en el pecho y el codo en la mandíbula. Entonces se inclinó sobre el cuerpo de su antiguo maestro con su rodilla clavándose en su cintura.

Ra's estaba perdiendo el suministro de aire a sus pulmones y sintió que su fuerza lo abandonaba mientras sus ojos se humedecían. Levantó sus ojos color avellana llenos de lágrimas y miró ferozmente a su pupilo.

-No habrá Cielo ni Infierno para lo que te convertirás... para lo que tú y yo somos no lo hay – gruño Ra's – Se lo que vendrá... y te compadezco...

Y sin decir más, Bruce lo soltó y tomo su sable, clavándoselo a su maestro en el pecho, justo en el corazón. Esta vez no habría nadie dentro de la Liga que lo metiera en la aguas del Pozo de Lázaro.

Talía recuperó el aliento. Bruce hizo lo mismo. Sus miradas se cruzaron, y Bruce vio en Talía a la persona buena que él quería que fuera.

Pero, más allá de él, también vio la masacre que había ocurrido en la habitación.

Se había convertido por completo en un asesino.

-Las fuerzas restantes de mi padre ya vienen, y cuando vean que lo asesinaste... te nombraran como su sucesor y como su líder – Talía le dijo a Bruce, con una mirada de poder –

Bruce mantuvo la mirada fija sobre el cuerpo de Ra's Al Ghul con su sable en la mano, como buscando volver a matar a su maestro.

-¡Bruce! – repitió Talía. El desvió la mirada del cadáver –

-¿Qué? – pregunto él. Aun no sabía bien lo que pasaba –

-Es hora de dejar que muera lo viejo. Quiero que te unas a mí – Talía parecía sedienta de poder – Ra's Al Ghul, tus Robins, Selina Kyle... déjalos morir. Podemos liderar juntos a la Liga de Asesinos y traer un nuevo orden al mundo.

El pecho de Bruce comenzó a oprimirse. El dolor regresó a su cabeza. La esperanza que albergaba comenzó a flaquear y a morir. Eso no podía estar pasando. Sintió la bondad que había en Talía. A la verdadera Talía, la que se preocupaba por él.

-No, Talía... no hagas esto. ¡No, por favor! – Talía rio ante su ruego – La Liga cometió un error, estaban equivocados en su ideología. Hay que hacerlos entender.

-No me voy a esconder tras la bondad y la piedad – contesto ella – El mundo que necesitamos es un mundo de justicia brutal...

Bruce no quería escucharla. Quería que dejara de hablar y regresara con él.

-Necesitamos un mundo de piedad y bondad... donde las personas puedan unirse por un bien mayor. Si mate a Ra's fue por eso, por que el creía en sus ideales de brutalidad, pero me rehusó a creer que implanto esas ideas en ti – Bruce estaba al borde del cansancio, por lo que dijo lo primero que le tiro su mente –

-Tú no puedes verlo, pero ese es el mundo perfecto... un mundo de orden y control.

Bruce volteó a verla, pálida y fantasmal bajo la luz de la luna a través de la ventana. Su petición era sincera. Ella quería enseñarle. Sin embargo, Bruce la vio directamente a los ojos.

Los ojos de Talía eran del mismo color que los de Selina: verde jade. Pero mientras que en los de la ladrona de Gotham se reflejaba la compasión y el amor que tenía por él y por la vida, en los de Talía no había nada. Sus ojos estaban muertos.

-No es sencillo ver un mundo con tu utopía...Bruce – comenzó a decir Talía. Quería convencerlo de unirse a su causa – Los gobernantes y reyes están en descontrol, y solo nosotros podremos hacer que el mundo tenga el orden que merece, jalando las correas desde las sombras. Solo entonces saldremos al público y les enseñaremos sobre la piedad y la bondad, impartiendo la justicia sobre la tiranía – ella se acercó a Bruce y comenzó a cerrar el espacio entre ellos. Pero Bruce solo estaba triste. Esa no era la Talía a la que una vez quiso –

-No es cierto... eso no lo sabes. La bondad y la piedad deben ser alcanzadas por cada una de las personas... inspirándolas con buenas acciones...

-Tu Alfred te lleno la cabeza de tonterías – contesto Talía, cansada – A los débiles no les toca elegir. Yo lo sé y tú también... desde que yo era una bebe que fue arrebatada de los brazos de su madre por su desquiciado padre, y tú un niño al que un delincuente le robo lo que más quería frente a sus ojos. Es nuestra razón de ser... – y entonces Talía puso su mano en la barbilla de Bruce, en un gesto de convencimiento – Espere esta oportunidad por veinte años... y no voy a desperdiciarla.

- Ya no sé lo que es correcto – Bruce susurró con tristeza. Estaban tan cerca y sin embargo él no parecía querer tocarla.

Volvió a tragar saliva y parecía que algo se rompió dentro de él.

Como con Ra's, Bruce sabía lo que tenía que hacer respecto a Talia. Lo único que le importaba a Bruce era poder salvar al mundo.

Talía estiró la mano hacia la de Bruce. Ella sonrió.

Bruce nunca podría unirse a ella. No así como se presentaba ante él. Porque él también intentó borrar su pasado y reinventarse en el manto del Murciélago. La diferencia era que ella perdió la fe en la humanidad y abrazo los ideales de su padre, mientras Bruce alimentó su esperanza, aunque de manera falsa.

-Aunque solo fue una noche, te quise... Talía, y aun siento algo por ti.

Talia sonrió levemente, con lágrimas en los ojos.

-Un nuevo rey necesita a su reina, Bruce Wayne. Te amo – dijo ella, antes de besarlo, agradecida por su aceptación. Quería contarle más, ansiosa por contarle el plan para el nuevo mundo –

Bruce le devolvió el beso, de una manera tan diferente y tan profunda, que le provocó unas ganas inmensas de llorar. Él era su hogar, lo que siempre había necesitado, lo que había anhelado toda su vida.

Cásate conmigo, pensó Talia.

De repente, sintió algo que pinchó su piel de una manera tan dolorosa que al principio no lo entendió.

Se apartó de los labios de Bruce con un grito ahogado, miró hacia abajo y vio un pequeño Batarang que se clavó en su corazón. Ella lo miró a los ojos, temblando. Los ojos de Bruce se llenaron de lágrimas que se derramaron hacia el rostro de Talia, y el vio que ella lo observaba con absoluta tristeza y lágrimas corriendo por sus mejillas también.

Bruce empujó su cuerpo lejos y jadeó. Con ambas manos, sostenía el Batarang en forma de murciélago que atravesaba su piel. Bruce apenas y podía dar dos pasos hacia atrás cuando comenzó a sentir que la fuerza abandonaba su cuerpo. Con manos temblorosas, tomó la empuñadura del Batarang y se la sacó a Talia del corazón, dejándolo caer a su costado.

Talia Al Ghul tosió y sintió el sabor metálico de la sangre en la boca.

Sintió las pesadas lágrimas rodar por sus mejillas y el dolor físico no era nada comparado con el dolor de su corazón.

Por supuesto que tenía que ser él. Por supuesto. La vida siempre había sido igual para ella.

Apretó la mandíbula, tratando de evitar que su conciencia se extinguiera.

¿Bruce la había estado usando todo ese tiempo? No podía... aunque ella nunca pensó que él podría traicionarla de esa manera tampoco.

Talia sintió que perdía el equilibrio y cayó de costado, aunque unos brazos la detuvieron antes de que su cuerpo tocara el suelo. Lo vio, todavía con la visión nublada, llorando mientras la abrazaba y levantó la mano para intentar tocar su mejilla, convencida de que no la había utilizado.

Ella no tenía la fuerza para alcanzarlo, y su mano cayó pesadamente sobre su cuerpo.

A pesar de todo, incluso ahora, sabía que nunca podría haberlo odiado o lastimado. Ella lo amaba demasiado.

Cuando todo se volvió negro a alrededor de Talia y el dolor comenzó a desaparecer, lo único que le dio paz fue ver como los guerreros de la Liga de Asesinos irrumpían en la cámara del Pozo y vieron el cuerpo de Ra's Al Ghul en el suelo al igual que el de ella en los brazos de Bruce Wayne. Talia sabia que su amado finalmente tomaría su lugar correspondido entre la Liga de Asesinos al hacerles una verdadera demostración de fuerza al haberlos matado a ella y a su antiguo líder.

Bruce Wayne al fin se convertiría en la nueva Cabeza del Demonio.

Después, todo quedó en absoluto silencio.

Por otra parte, Bruce se prometió a si mismo que nunca iba a matar a nadie. Pero después de veinte años, después de haber combatido a fenómenos como Joker, Harvey Dent, Scarecrow, Hush, Luthor, y ahora Ra's Al Ghul y su hija Talía, solo le habían demostrado que para salvar vidas, a veces debía de quitar unas cuantas.

Si algo había en Selina que a Bruce lo había enamorado, era su humanidad. Lo sentía, ella era una buena persona.

Y por eso tuvo que eliminar a Talía, pues ella no tenía humanidad y debía de ser borrada de la ecuación si quería mantener su moralidad. Para Bruce... ella ya estaba muerta en vida.

Esa noche en Nanda Parbat, La Liga de Asesinos mostro su lealtad a su nuevo líder mientras los cuerpos de Ra's Al Ghul y Talía fueron incinerados en una ceremonia en medio del patio principal de la fortaleza.

Bruce, ahora conocido completamente como Batman, adopto el nunca quitarse la máscara y liderar a la Nueva Liga de Asesinos, pues se venían tiempos oscuros para el mundo y el necesitaría todos los recursos posibles para poder protegerlo.

Solo levanto su mirada una vez hacia las estrellas, y le pidió al espíritu de Alfred Pennyworth, donde quiera que estuviera, que no le quitara la vista a sus seres queridos, pues Bruce había renunciado a ellos y no los vería en mucho, mucho tiempo.


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