Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

BIENVENIDA A LAS VEGAS

Las Vegas, Nevada.

"La Ciudad del Pecado" se le hacía a Diana muy pretenciosa, muy luminosa. A todas direcciones, había un letrero de neón brillando o un cartel luminoso con anuncios. Había casino en exceso, hoteles, clubes nocturnos. Era el reino del espectáculo, el glamour, las ruletas, los juegos de cartas, las máquinas tragamonedas... y lo mejor era que ahora todos estos lugares tenían el estandarte Omega, dando a conocer su devoción por el Régimen de Darkseid y Luthor

Las Vegas era un escenario de cartón pintado dónde los ricos devotos al Régimen vivían una vida sumida en el lujo y a la vez en la miseria, revolcados entre los vicios y el pecado.

Recordó unas palabras de John Constantine (que por cierto no le caía muy bien): "Cuando ves a todo el montón de gordos imitadores de Elvis Presley cantando "Suspicious Minds" en alguno de los hoteles y casinos de la ciudad, no puedes seguir ignorando la verdad: el Diablo existe. Y sin duda, Las Vegas es su ciudad".

Diana alguna vez viajo a Las Vegas, por allá por los años sesenta y setenta. Fue a su luna de miel con Steve Trevor, y luego siguieron yendo a sus aniversarios de bodas o a algún espectáculo. Era de las pocas cosas que le desagradaban de él, pues Diana aún no se explicaba cómo es que a Steve le fascinaba estar ahí.

-Hemos llegado – dijo Tatsu mientras estacionaba su auto frente a un modesto antro en una zona comercial de Las Vegas. La guerrera oriental enfundo su espada en la espalda y partió –Vamos allá

-Alto ahí vaquera – interrumpió Diana – No vamos a ir con armas, ninguna de nosotras. Traes cuchillos en tus mangas, vi sus mangos plateados desde que salimos del motel, déjalos en el auto por favor – Siguiendo las órdenes de Diana, Tatsu saco de las mangas de su saco los dos cuchillos de plata que traía consigo – También el que traes en el cabello, por favor Tatsu – La chica no tuvo más remedio que quitarse el cuchillo que sujetaba su moño en el cabello –

-No conozco a Zatanna... – dijo Tatsu – Por que debes estar segura de que es amigable si no llevamos armas.

-Claro que la conozco, lucho por un tiempo junto a la Justice League – Diana sonrió – Además es una vieja amiga de Bruce.

Diana y Tatsu atravesaron la puerta principal del local y subieron unas amplias escaleras que daban a otra puerta más pequeña. A su lado, había un leprechaun que custodiaba la entrada. Diana supuso que había que darle la tarjeta a este personaje, que era el portero del lugar.

-Venimos a la fiesta – dijo Diana mientras le tendía al leprechaun la tarjeta de entrada –

-Perfecto – el enano recibió el boleto e hizo un gesto de bienvenida – Muestren sus "dones" para que las deje entrar

-No tenemos dones – respondió Tatsu –

-¿Entonces como supieron de este lugar?

-Venimos de parte de Dick Grayson – respondió Diana, recordando lo que Barbara le había dicho – Dile a tu jefa lo que acabas de escuchar.

El leprechaun activo un radiecillo que traía en el cinturón, y después de un intercambio de palabras, dejo entrar a las chicas.

-Entra... – dijo el enano entre titubeos. Diana y Tatsu pasaron sin problemas, dejando solo al portero del lugar – ¿Desde cuándo los mortales pueden pasar así como así? Dios mío, odio este trabajo – exclamo el duende irlandés –

El lugar era efectivamente un antro, el calor y un olor a alcohol y tabaco acudieron al olfato de Diana al momento de entrar. Un escenario en el salón principal era lo único bien iluminado del lugar donde una joven con poca ropa que se contorsionaba y acaparaba las miradas. Había mesas en todo el salón, algunos sillones en los rincones más oscuros y una gran barra. No era muy diferente a otros clubs a menos que uno observara muy bien. Los clientes del lugar no se molestaban en ocultar sus verdaderas personalidades como seguramente lo harían en la calle, a la vista de seres humanos.

Diana, con su don de ver las cosas como realmente eran, noto que tipo de clientes había. En una mesa había un pequeño grupo de hombres de negocios, aparentemente eran normales, pero cuando uno de ellos lleno varios vasos tequileros con agua normal, otro agitó su mano sobre el agua, y se convirtió en lo que parecía vino tinto. Diana sabía, que probablemente esos eran ángeles, que bajaron del Cielo y se querían divertir. En otra mesa, dos chicas de veintitantos años, miraron a Diana y sus ojos comenzaron a resplandecer mientras la miraban pasar. Escuchó sus susurros coquetos, sus risitas, y sintió que literalmente la habían desnudado con su mirada. Pensó que eran Doxis. Tatsu alcanzo a ver en la barra a un joven, sentado en un taburete, que extendió su larga cola de jaguar para envolver la cintura de una niña pelirroja de rostro hermoso sentada a su lado: una chica con ojos amarillentos como el color del oro. Efectivamente, era un cambia formas y una hada.

"Pendejos espíritus del bosque", pensó Tatsu.

Se sentaron en una mesa alejada del escenario para poder observar el bar. Zatanna no estaba por ningún lado, afortunadamente. Una muchacha bonita de cabello negro que apenas habría pasado la mayoría de edad se acercó a tomarles el pedido. Llevaba puesto lo mismo que todas las meseras, un vestido negro ajustado que mostraba buena parte de sus piernas y un pañuelo rojo en el cuello. Volvió con una velocidad asombrosa y les trajo una cerveza Pacifico para Tatsu y un Mai Tai para Diana. Brindaron antes de beber.

En otro lado del club, en la parte de arriba más bien dicho, había una oficina grande que estaba cubierta por vidrios polarizados. En ella, había una chica que no parecía tener más de treinta años, aunque realmente tenía más. Su cabello negro como la noche contrastaba perfectamente con su rostro pálido como la porcelana y su labial rojo que parecía que lanzaba fuego. Iba vestida con un pantalón sastre con zapatos negros, una camisa blanca y un largo saco del mismo color que su pantalón. Ella era la ama de la magia, la gran bruja de San Francisco, era Zatanna Zatara, la hija del gran mago Giovanni Zatara.

Pero a su lado, tenía a una compañera tan peculiar como la propia Zatanna. Selina Kyle también se encontraba ahí, y venía a pedirle a Zatanna un gran favor. Después de contarle todos los motivos por los cuales quería que le borrara la memoria, Zatanna asintió y se preparó junto a su antigua amiga.

Selina y Zatanna se habían conocido hace años, cuando Zatanna contrato a Selina para que robara un artefacto conocido como "La llave de Pandora", que prácticamente era una llave que abría una caja con un demonio adentro. La llave no podía ser tomada por una persona mágica, por lo que Zatanna contrato a la ladrona de Gotham para que ella la robara y justo cuando se la entregó a Zatanna, la destruyo para evitar que la usaran en un futuro. Desde ese día, Zatanna y Selina habían formado un extraño vínculo de amistad.

-¿Entonces estas segura de que quieres seguir con esto? – pregunto la hechicera –

-Sabes que si, Zee... ya no puedo seguir engañándome a mí misma con lo que siento o no – respondió Selina, muy apagada –

-Como quieras, pero sabes que también me vas a olvidar a mí – la hechicera estaba algo triste –

-Fuiste una buena amiga. Al menos te iras de mi mente teniendo mi agradecimiento eterno.

Hubo un silencio prolongado, en el que Zatanna vio a Selina con ciertos ojos coquetos.

-Qué bueno que te pusiste guapa, Sel... por que estas a punto de pasar la mejor noche de tu vida – Zatanna le sonrió, a lo que Selina se puso nerviosa. Los ojos de la hechicera pasaron desde el vestido negro que Selina llevaba puesto hasta sus elegantes rasgos faciales –

-¿Segura que esto es parte del proceso para borrar mi mente? – pregunto Selina, aun confundida –

-A quién le importa eso...

Sin decir más, Zatanna acerco sus labios a los de Selina a punto de darle un beso. Todo hubiera ido bien si no hubieran sido interrumpidas en la puerta.

-Disculpe, señorita Zatanna – al ver a la chica que abría la puerta, Zatanna se alejó de los labios de Selina y volteo, aun sorprendida – Perdón si interrumpí...

-Llegaste en buen momento – Selina fue la que hablo. Aun no sabía por qué cayó en los encantos de la hechicera –

-Adelante, Sandra... ¿Qué sucede? – dijo Zatanna –

-Hay una chica bastante bonita que dice que la busca. Viene acompañada por una chica japonesa – dijo la mesera que entro –

Zatanna y Selina se asomaron por el vidrio polarizado, y justo abajo vieron a quien buscaban.

-Es Wonder Woman – dijo Zatanna, señalando a la mesa donde Diana Prince se encontraba –

-Diablos, si ella me ve...

-¿También la conoces? – Zatanna interrumpió a Selina –

-Me tope a Diana varias veces. Una vez me metí a robar una estatua al museo del Louvre en Paris. Diana era la curadora y me descubrió casi al instante – Selina echó a reír un poco – Me noqueo de un golpe.

-Auch... – Zatanna le lanzo una risa curiosa –

-La otra se llama Tatsu Yamashiro. Es una mercenaria y una vigilante – Selina menciono – Así que hay que andar con cuidado con ellas. Vamos a ver que quieren – y justo en ese momento, agarro a Zatanna de la mano y juntas comenzaron a bajar –

-Creí que querías que te borrara la memoria...

-Solo quiero ver que se les ofrece. Podría ser interesante.

-Y yo solo te recuerdo que la curiosidad mato al gato, o en este caso a la gata – concluyo Zatanna, riendo –

Impaciente por esperar, Diana se paró de su asiento. Indico a Tatsu que se quedara y echó a andar por el club. La verdadera razón por la que Diana se había marchado, era para buscar a Zatanna, ya que creía que se estaba demorando bastante.

Aquella noche, Diana vestía de blanco: un conjunto de un saco y pantalones con unos zapatos de tacón a juego. El único maquillaje era el contorno de ojos que resaltaba sus ojazos avellana y el labial rojo. Más de un "monstruo" la observaba, no solo por que fuera hermosa. Casi todos la reconocían inmediatamente como "Wonder Woman".

Aburrida por la música, se sentó en una mesa al fondo del local. No había señal de Zatanna, por lo que dejó que su mirada vagara por el lugar. Un leve movimiento en una mesa cercana atrajo su atención. Un hombre afroamericano, vestido con un saco aterciopelado y un sombrero, estaba jugando un solitario. Manejaba los naipes con tal elegancia que Diana se maravilló con la habilidad de sus manos. Llevaba siglos viendo a las personas jugar a las cartas, pero nunca había visto a nadie con tanta destreza, ni siquiera a Steve. Se levantó y se acercó a la mesa del hombre.

-Tienes un gran talento – le dijo Diana – ¿Es una habilidad física o mágica?

-Una enorme cantidad de práctica – respondió el jugador con la vista fija en las cartas – He tenido mucho tiempo para aprender. Si hay algo que no nos falta a los magos es tiempo.

-Filósofo además de jugador – dijo Diana sonriendo – ¿Te importa si me siento?

-No, claro que no – respondió el mago – Me llamo Papá Midnite. Tú, por supuesto, eres Diana Prince.

-Mi fama me precede – respondió Diana sentándose frente a él – Me siento halagada. Eres todo un jugador.

-¿Te adivino el porvenir? – preguntó Papá Midnite –

-¿Cómo? – Diana observó los naipes, luego al jugador – Creía que hacía falta una baraja de tarot.

-Tonterías – dijo Midnite recogiendo las cartas. Las barajó con velocidad – Ese es un rumor difundido por las empresas jugueteras para mantener su monopolio sobre las cartas. Cualquiera con un poco de habilidad puede tejer una telaraña. Las cartas normales funcionan igual. El verdadero talento está en saber conectar los hilos.

-Empieza – dijo Diana – ¿Qué me ocurrirá mañana?

Las cartas volaban de los dedos de Midnite como si estuvieran vivas. Se formaron siete montones de siete cartas en un círculo con los tres naipes restantes en el centro.

-La rueda del destino – anunció Midnite – En el círculo están los secretos del pasado y los misterios del futuro. Y, como todos los círculos, no tiene ni principio ni final.

Midnite pasó las manos tres veces sobre las cartas. Luego, comenzando con el montón más cercano a él y procediendo en sentido contrario a las agujas del reloj, levantó la primera carta de cada montón, colocándolas en un anillo que rodeaba al primero.

-Las cartas hablan de conflicto – dijo comprobando los números – Te vas a encontrar en situaciones peligrosas que no podrás evitar. Si no consigues afrontarlas y vencer, morirás – Giró la segunda carta de cada montón. Aparecieron las dos reinas negras y los dos ases rojos – Veo la victoria... y la perdición. Aunque jugaras un papel importante en la guerra por venir, el resultado final no está en tus manos – dijo Midnite – Veo conflicto. Veo... – Se detuvo y, con un suave movimiento, recogió todas las cartas – a alguien que te busca.

Diana volteo. Zatanna Zatara, seguida de cerca por Catwoman, cruzaban el establecimiento con dirección al lugar donde Diana se encontraba con Papá Midnite.

-Una experiencia fascinante – dijo Diana – Ojalá hubiéramos podido terminar.

-Quizás en otra ocasión – respondió Papa Midnite –

-Déjala en paz Midnite – dijo Zatanna al mago – No me gustan las adivinanzas con cartas. La última vez que yo hice eso con una persona, le salió el comodín del Joker, y desde entonces su destino se unió a dicho personaje. La persona a quien le adivine el futuro fue al joven Bruce Wayne – y ahí fue cuando todos guardaron silencio –

-Es como si tu propio destino estuviera atado a un mazo de cartas – comento Selina, aun confusa ante la revelación de Zatanna –

-Lo siento, solo trataba de entretenerla – dijo Midnite al instante que se paraba de su silla y se disponía a marcharse – Buenas noches señoritas.

-El solo se aparece cuando quiere. Diana Prince – dijo la hechicera – Es una verdadera sorpresa que hayan venido a visitarme

-Tenemos que hablar Zatanna – dijo Diana – Vamos a salvar al mundo.

-Vamos a mi despacho – dijo Zatanna mientras dirigía a las demás a una habitación trasera –

***

Entraron en la oficina de Zatanna; una gran sala llena de máscaras, plantas exóticas y una gran variedad de teléfonos y computadoras.

Zatanna Zatara, era hija del gran mago Giovanni Zatara. Manifestó sus poderes a temprana edad y accidentalmente asesino a dos compañeros de escuela suyos que estaban molestándola. Se escondió un buen rato, hasta que un día, cuando era una adolescente, el joven Bruce Wayne llego a las puertas de su casa, donde le pidió a Giovanni Zatara que le enseñara el arte del escapismo. Brevemente se enamoró de él, y cuando Bruce se marchó de su hogar, Zatanna también lo hizo, para descubrir más de sus poderes y poder controlarlos. Claro que habían pasado varias cosas extrañas desde entonces, como que obtuvo su propio show de magia en Las Vegas, la muerte de su padre, su integración por momentos a la Justice League y ahh... también conoció a John Constantine. Un romance que había terminado mal...

También era una mujer de negocios inteligente, dueña del club que ocultaba criaturas mágicas, pasaba dinero a la resistencia de Batman, y era poseedora de muchos trajes muy finos y baratijas mágicas invaluables.

-Has estado portándote mal según se, Diana. Habían dicho que fuiste asesinada, pero aquí estas... – comento Zatanna con ironía en su rostro –

-¿Así que sabes todo lo que pasa en todo el mundo? – pregunto Diana – ¿Sabes a que hemos venido... vieja amiga?

-No. No sé a qué vienen, pero estoy informada de todo lo que está pasando con la Resistencia, que se están preparando para el "Gran Ataque". Batman no me cuenta todo – Su sonrisa era una extraña mezcla de alegría y malevolencia – Pero sea lo que sea, quiero que sepan que estoy aquí para ayudarlas.

-¿Solo así? – pregunto Diana incrédula – Ni sabes lo que te vamos a pedir.

-No importa – contesto Zatanna – Debo de poner mi parte para que esta guerra termine. Y si ustedes vienen aquí, es por eso... ¿o me equivoco?

-Estas en lo cierto – respondió Diana – Necesitamos la "Silla de los mil ojos".

Mientras bajaban de nuevo al club, Diana vio con detenimiento a la chica que acompañaba a Zatanna. De alguna forma, creía que esos ojos verdes tan brillantes ya los había visto en algún otro lado.

-Oye... – dijo Diana, tomando sutilmente a Selina del hombro – ¿Ya nos conocemos? Siento que nos conocemos.

-Pues... – Selina lo pensó bien. De alguna forma, supo que tenía que decir la verdad – Soy Catwoman, pero me llamo Selina Kyle. Nos conocimos...

-En el Louvre, en Gotham...– Diana interrumpió, captando quien era – Me sorprende que hayas sobrevivido después de todo lo que escuche que te hicieron.

-La verdad ya siento que tengo más vidas que un gato – Selina sonrió – Vivo para luchar otro día.

-Querida, no estés tan segura – Diana cambio su rostro a algo más agresivo – También escuche lo que paso con el dinero de Wayne Industries... dicen que fue por tu culpa que desapareció. Solo quieres robar a mas obtusos.

***

Tatsu fue hasta la calle, así que aparco el auto de Diana en el callejón cerca de la entrada trasera del Club, y bajo tres pesadas maletas con armas y ropa.

Todas procedieron a ponerse su equipo; Diana tomo su nuevo traje y se lo puso, al igual que se cargó su escudo y su espada en la espalda. Tatsu se puso su uniforme negro de batalla, al igual que se colocó su máscara con la bandera de Japón en el rostro, y la espada Soultaker en el cinturón. Selina se quitó el vestido negro y se puso su traje táctico de Catwoman. De cualquier forma, se le hacía interesante la misión que las mujeres de la Resistencia tenían que llevar a cabo.

-De acuerdo. Yo tratare de usar esa silla... – dijo Diana – Necesitan a alguien fuerte, físicamente quiero decir...

-Al momento de activar la silla, desencadenara una energía muy fuerte. Las fuerzas de Apokolips como Parademons lo van a sentir – comento Zatanna – Necesitamos que aseguren el lugar para que no existan inconvenientes.

-No vine contigo solo para asegurarles el lugar – dijo Tatsu – Tenemos que estar unidas para...

-Yo me quedo contigo – interrumpió Selina –

-Eres una ladrona – dijo Diana – No puedes luchar por algo más grande que tú.

-Tal vez sí, pero si se acaba el mundo y Darkseid consigue lo que quiere se me acabara el negocio – comento Selina – Denme la oportunidad de mostrar lo que valgo.

-Dale el beneficio de la duda – Zatanna intervino, dirigiéndose a la amazona –

-De acuerdo. Eres una niña grande Selina, tú te cuidaras – concluyo Diana señalando con el dedo a la ladrona –

-No te preocupes anciana, puedo manejarlo – Selina sonrió –

-Nunca me habían llamado así – definitivamente, Diana se ofendió –

-Si ya se organizaron, hay que proceder – entonces Zatanna se llevó a sus amigas –

Bajaron por un pasillo hasta el final, donde Zatanna abrió otra puerta. Zatanna activó un interruptor, iluminando un almacén de techo alto y cubierto de polvo, podría haber sido un museo, excepto que sus "exhibiciones" estaban abarrotadas y "selladas" mágicamente. Algunas eran reliquias cristianas, algunas vudú, algunas nórdicas, algunas eran santería, algunas asiáticas y algunos egipcias y uno que otro sumerio.

Tatsu miró el cuerpo de un hombre, aparentemente durmiendo, aunque su pecho estaba inmóvil en una caja de vidrio. Llevaba una túnica gruesa tejida con una capucha, una cuerda alrededor de su cuello y sandalias. Había un aroma a flores alrededor del estuche.

-¿Es un santo o algo así? – preguntó Katana – ¿Quién es?

-Me da vergüenza decir que no sé – dijo Zatanna – Pero sé que era un santo porque su cuerpo nunca se ha descompuesto, aunque está bastante muerto. Y ese aroma de flores, es de... quizás del siglo XIII – Tatsu lo volvió a mirar con asombro –

Mirando a su alrededor, Selina sacudió la cabeza con admiración.

-Hay muchas cosas poderosas y valiosas aquí. Me sorprende que no lo tengas en una bóveda con grandes cerraduras de combinación o algo así – sonrió Selina con ironía, pensando que ella podría robarle todo fácilmente – Detectores de movimiento con láser. Trampillas con púas...

-Está bien protegido. No hay menos de siete espíritus asesinos que guardan esta habitación – Zatanna sonrió – Dos de ellos son los espíritus de Richard Ramírez y Charles Manson.

-Espera un minuto... ¿esos tipos que no todavía están vivos? – comento Selina –

-Papá Midnite les quito sus almas hace mucho tiempo. Y si no hubieras estado aquí conmigo, dentro de mi campo de protección, te habrían quitado la cabeza de los hombros y hubieran chupado tu espíritu por el extremo de tu cuello – Zatanna volvió a reír – Así que abstente de robar algo...

Cruzaron la habitación, posponiendo su encuentro con "La silla de los mil ojos" unos momentos. Diana miró por encima de una cruz de plata, que de alguna manera la asoció con San Antonio, el gran luchador de demonios. Cerca de ella había un gran frasco con una cabeza humana barbuda, peluda y bastante bien conservada, entonces la cabeza volteo para mirarlo. Diana se asustó.

-Esa es la cabeza de Blackbeard the Pirate – dijo Zatanna con orgullo –

Diana estaba curioseando. Había manos humanas cortadas por la muñeca, con velas inclinando sus dedos hacia arriba. Había un frasco lleno de lo que parecían ser personas en miniatura, bailando histéricamente. Había varias momias, sarcófagos, una caja de reliquias de una variedad de santos musulmanes, y... Un conjunto de vasos de Darth Vader. Diana levantó uno con cuidado.

-¿Un juego completo? – preguntó Diana riéndose – Eres una friki de Star Wars

-No... – dijo Zatanna con pena – No soy friki. Y cuidado con eso que los compre por Amazon. Son de colección y valen una fortuna.

Zatanna sacó una alfombra de un pesado bulto en una esquina. El polvo voló. En algún lugar de la habitación, un fantasma se rió desagradablemente cuando se reveló "La silla de los mil ojos".

-Bien, sabemos que esta silla fue usada como arma de ejecución en la prisión de Sing Sing. Casi trecientas almas fueron ejecutadas cuando pasaron electricidad por su cuerpo. Solo el fuego encendido en mis conjuros le permitirán a Diana tener una visión – comento Zatanna –

-Te estás estancando – interrumpió Diana – No tenemos toda la noche.

Zatanna hizo una mueca. Diana tenía razón. Se estaba estancando. Entonces la amazona decidió sentarse en la silla. Sintió un shock de pura inquietud por el contacto. Terror. Desesperación. Un grito de ayuda que nadie escucharía, todo emanando de la silla.

-Escúchame – dijo Zatanna – Voy a rociar una mezcla de Ron y Agua Bendita alrededor de la silla. Activara el poder de la silla, pero no te resistas a él. Si te resistes, morirás. Tu solo enfócate en lo que quieres ver y a donde está.

Un ligero "si" se escuchó de la boca de la amazona, no sin antes pedirle a Katana que se acercara.

-Si estas mujeres tratan de hacerme algo, las matas – le susurro Diana a la guerrera japonesa, que solo asintió y volvió a alejarse –

Zatanna se fue a un fregadero, llenando un recipiente con agua. Entonces volteo a ver a Diana

-Más vale que encuentres lo que buscas y salven al mundo, por que si no, todos estaremos jodidos – comento Zatanna –

-Ya sabes cómo soy – Diana sonrió – Estuve muerta por tres años, y creo que lo muerto no vuelve a morir.

Zatanna y las demás se echaron a reír. Por un momento casi sintieron la amistad que una vez compartieron, como un recuerdo de la infancia.

-Tú eras como nosotros, Zee... – comento Diana con ironía en su rostro – Eras un guerrera, pero decidiste apartarte y te volviste en una magnate empedernida... ¿Qué te paso?

-Tome malas decisiones – se notaba una lagrima en el rostro de la hechicera – Pero ya no más. Si esto es lo último que queda de la Zatanna Zatara de antaño, pues que sea entonces lo mejor.

La hechicera se encogió de hombros, se acercó a Diana en la silla y echo agua en los pies. El fuego sería modulado por la magia de Zatanna y el hechizo en la silla, pero... ¿quién iba a decir que no la mataría de todos modos?

Zatanna saco una botella de Bacardi y tomo un gran sorbo. "Un poco de sabor", pensó Zatanna. Se sacó la botella de Ron de la boca y escupió el trago tres veces, en tres direcciones. Entonces encendió un cerillo y estuvo lista para arrojarlo.

-¿Estás segura de esto? – preguntó Zatanna –

-No – respondió Diana. No servía de nada mentirle a Zatanna. Podía oler el miedo a través de una pared de acero –

Zatanna se encogió de hombros y se arrodilló, hizo que las otras chicas se apartaran del lugar y tiro el cerillo sobre el líquido en la silla. Parecía que la amazona se quemaba, pero no fue así. Después de un espasmo de violencia, entro en trance.

-"Ater de caelis, Deus, miserere nobis" – entonó Zatanna –

Diana escuchó las palabras a lo lejos, desde un mundo de distancia, mientras la electricidad recorría a través de ella. Su cuerpo se había vuelto rígido, sus dientes rechinaban el uno contra el otro, la electricidad serpenteó a través de ella como un látigo rompiendo a lo largo de sus vías nerviosas. Olió que su cabello comenzaba a arder.

La habitación pareció alejarse de Diana, la forma en que el suelo retrocedió como debajo de un cohete, y la electricidad creció hasta convertirse en un destello de luz abrasador que consumió todo el mundo y se prolongó en una sola línea de luz que se extendió hasta un lugar imposible, exactamente igual al infinito.

***

Su alma estaba entre mundos, arrojada allí, por el momento, por la silla y Zatanna, pero aún conectada a su cuerpo.

La voz resonó entre las galaxias, desde muy lejos, desde el principio de los tiempos. A Diana le pareció que estaba en el fin de los tiempos. No podía tener fin, y lo tuvo, todo a la vez. Todas las paradojas parecían destacarse aquí: finitud e infinitud, un espacio que duraba para siempre, pero curvado; el tiempo y la atemporalidad existiendo todos en la misma estructura existencial.

Tiempo... eso es lo que necesitaba, navegar en la corriente del tiempo, recorriendo su superficie como una lancha rápida sobre un río, capaz de moverse contra la corriente.

Aquí podía elegir el lugar en el flujo de tiempo que quería ocupar. Si se acercaba a su campo psíquico y visualizaba lo que quería, se sentiría atraído allí, a un lugar y tiempo en particular.

La Ecuación Anti-vida...

Entonces Diana fue transportada a un lugar desértico, bajo la tierra...

Diana se obligó a ver una extraña forma rojiza desde el principio de la Tierra, donde todo era lava y ningún ser viviente podría cohabitar ahí. Entonces la siguió, como si avanzara rápido, persiguiéndola en el tiempo, recorriendo escenas de la vida de la Tierra, fue hasta entonces que vio la primera invasión de Darkseid a la Tierra, y al mago Shazam, que al saber que esta era la arma que el poderoso Nuevo Dios buscaba, la sello con magia a través de una serie de cavernas.

Entonces adelanto el tiempo cientos de años por delante, un viaje meteórico en espiral a través del tiempo a: Kahndaq, una nación en conflicto.

A un templo en ruinas...adornado por estatuas de viejos dioses y custodiado por magia muy antigua.

Fue entonces que impacientemente adelanto los eventos, al futuro. Ella quería ver lo que sucedería si Darkseid conseguía la Ecuación Anti-vida. Lo que vio fue macabro... solo un páramo desierto con cientos de personas con ojos rojos, y el tirano de Apokolips viéndolos a todos desde lo alto de una montaña, admirando su obra de miedo y sumisión.

¿Darkseid se detendría en la Tierra? ¿También iría a todos los mundos y al multiverso a difundir la Ecuación?

Entonces la visión de Darkseid la vio y agarró a Diana por el cuello. Lo cual era bastante imposible.

Diana luchó pero no pudo agarrar la mano de Darkseid, parecía que no podía encontrar una manera de apartarlo, solo era un espíritu. Su cuerpo en la silla reaccionaba al estrangulamiento de la ilusión.

Incluso mientras se ahogaba, Diana pudo suponer que su mente ahora estaría ligada a la del Nuevo Dios. No debió de haberse aventurado tanto en su cruzada.

"Esto es una mierda", pensó Diana mientras la oscuridad parecía cerrarse alrededor de su mente. "No te rindas. Haz que el cuerpo en la silla se controle". Volvió a pensar, solo hasta entonces se las arregló para escupir el nombre:

-¡Zatanna!

Y de repente sintió unas manos fuertes que la liberaban, cuando regresó al almacén de la hechicera, cayó con un ruido sordo en su cuerpo mortal. Se encontró todavía sentada en la silla eléctrica antigua, jadeando por respirar. Asintió en agradecimiento a Zatanna.

***

-¿Tuviste suerte? – pregunto Zatanna, mirando su reloj –

-Casi no la cuento... – Diana parecía que iba a desvanecerse – Pero la tuve... – y solo hasta entonces no pudo con su cuerpo, y cayó en un sueño profundo –

Y mientras todo esto pasaba, un "hombre" de aspecto simiesco y de una gran altura, muy amenazante llegaba corriendo a cuatro patas desde un pequeño portal desde las estrellas a la "Ciudad del Pecado".

Kalibak ya estaba aquí.

***

Después de cerrar su club, Zatanna dejo que Diana descansara en uno de los muchos taburetes del salón. Katana se quedó cerca de ella, meditando. Selina y Zatanna estaban en el bar, tratando de entablar una conversación.

-Dios, de haber sabido que ibas a recoger todas las sillas, me hubiera puesto unas botas sin tacón – Los pies la estaban matando, ya que estaba parada sin poder tomar uno de los bancos del local. Por fortuna, Zatanna le hizo una seña con las manos para que se acercara a la barra del bar, donde ella estaba sirviéndose un trago de Brandy. La hechicera también le ofreció un banco, donde Selina, sin pensarlo dos veces, se sentó – Como siempre pensando en mi... ¿verdad?

-¿Quieres un trago? – ofreció la hechicera a Selina –

-No gracias. Con la bebida de hace rato fue suficiente – respondió ella –

-Entonces... – ahora, Zatanna tenía que preguntarle algo a Selina, solo que no sabía cómo hacerlo – ¿Sigues queriendo que te borre la memoria?

-Realmente no sé qué es lo que quiero – respondió Selina, aun con la mirada perdida – Se lo que soy... soy una ladrona. Pero también sé que hay gente que me importa y que de alguna u otra forma, debo de ir a donde pertenezco... a Gotham.

-¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? – pregunto Zatanna –

-Pues... es que aún me resulta difícil entender el por que la gente se arriesga por causas que yo veo sin esperanza – entonces Selina le señalo al lugar a donde Katana y Diana estaban recostadas – Arriesgaron mucho para venir aquí sin saber que les aguardaba. Eso es admirable, y por lo menos a mí, me da curiosidad saber que se traen entre manos.

-Arriesgaron mi negocio – respondió la hechicera – Solo espero que se vayan pronto para que no me metan en más problemas.

Zatanna estaba bebiendo de su vaso, cuando un ruido las puso en alerta a ella, a Selina y a Katana. Venía del techo. Eran pasos apresurados. Varios, que se movilizaban con rapidez, como si quienes los daban trataran de moverse con sigilo.

Las chicas supieron que los Parademons habían sentido el poder de la silla y el ataque era inminente. Selina se puso de pie y desplego su látigo y las garras retractiles de sus guantes. Katana hizo lo mismo, poniéndose en posición de ataque con su espada. De momento, no vieron cuando Zatanna había desaparecido.

El techo se hizo añicos ante el impacto de varios cuerpos que golpeaban contra los cristales. Y en medio de la lluvia de vidrios que caían hacia el piso del salón, surgieron las figuras aladas de monstruos con garras anchas y bocas con colmillos.

Y así estalló el infierno. Katana cortó las cabezas de todos los Parademons que se le cruzaron, pero no era suficiente.

Catwoman enredo el cuello del primer Parademon que vio y rápidamente con sus garras le hizo un tajo en el cuello mientras corría a cubrirse hacia una columna. Mientras avanzaba, vio cómo aquellos miserables monstruos de las estrellas se contorsionaban al ser cortados por la espada Soultaker de Katana, cayendo y azotándose contra el suelo como si fueran víctimas de un ataque de epilepsia.

Una furia salvaje y sádica giraba en torno a la guerrera oriental, que no detuvo su avance y cortó cabezas y clavo la espada en el corazón de los Parademons que se le ponían enfrente. Pero entonces un Parademon más grande la empujo e hizo que se estrellara en una viga del lugar, donde se golpeó fuertemente en la nuca, casi perdiendo el sentido.

El Parademon gigante se acercó a rematarla, pero justo antes de que sus garras destazaran a Tatsu, un látigo enrosco su cuello y de un tirón, Selina se abalanzo sobre él, arañando todo su rostro con sus garras hasta matarlo. Un grito de agonía brotó del miserable.

Casi en un instante, tres Parademons con los dientes de fuera querían abalanzarse contra las dos, pero entonces una ráfaga de energía amarilla fue disparada hacia ellos. Se carbonizaron de inmediato. Tatsu recobro los sentidos y vio que Zatanna era la causante de esto. Sin decir más, Tatsu se puso de pie y se unió a la pelea junto a las demás.

-¿Por qué desapareciste? – pregunto Tatsu mientras tomaba su espada –

-Fui a ponerle un hechizo a mi caja fuerte. Si estos malditos quieren mi dinero, pues se joden – respondió Zatanna – Selina, ver por el auto de Diana y apárcalo afuera de la salida de incendios. Ustedes ya se van.

-Entendido – respondió Selina – Traten de despertar a la amazona.

De un movimiento con las manos, Zatanna invoco escudos de energía y junto a Katana, mataron a los Parademons que tenían enfrente. Zatanna golpeaba y derribaba a los Parademons mientras Katana les tasajeaba el estómago o les cortaba la cabeza. Volvió a aparecer un Parademon gigante, pero Zatanna lo hizo caer con otra descarga de energía mientras Tatsu le clavaba su espada en el pecho. En su conjunto, hacían buena dupla matando Parademons.

Solo tenían que seguir así hasta que Selina llegara con el auto y Diana pudiera ponerse de pie.

Segundos después, Tatsu tenía agarrado a un demonio de la cara. Con un filoso cuchillo, se había aferrado a su feo rostro mientras con su espada en la mano derecha, le cortaba la cabeza a otro demonio. Al terminar con este, volteo con el que tenía garrado de la cabeza, y de un fuerte tajo con su espada le saco los ojos. Un alarido terrorífico salió del ser infernal, que agonizando en su dolor, no se dio cuenta de cuando Tatsu le clavaba su espada en el pecho, desintegrándolo al instante.

Para Zatanna la situación no era diferente. Alzando sus manos hacia los Parademons, sacaba rayos amarillos, electrocutándolos y matándolos casi al instante. Había terminado con cuatro Parademons cuando un quinto se abalanzo sobre ella. La hechicera reacciono rápido y formo una espada de luz amarilla en su mano derecha, la cual se la clavo al Parademon. No muriendo al instante y aun tratando de morderla, Zatanna desintegro la espada en el pecho del Parademon y lo hizo explotar. Aun así, ella también cayó al suelo, aturdida.

-No es momento de descansar – entonces Selina apareció y fue hasta Zatanna, ayudándola a ponerse de pie – ¿Todo bien?

-No sé si aguante luchar contra otra horda de estos malditos – respondió la hechicera mientras tomaba un respiro – ¿Cuánto tiempo llevamos haciendo esto?

-Cerca de tres minutos – respondió Tatsu. Entonces las demás la vieron raro, como si no creyeran que ella contaba el tiempo – Creo fue el tiempo que dijiste que a Diana le tomaría recuperarse.

Y como si las palabras de Tatsu tuvieran efecto en los acontecimientos deseados, Diana se puso de pie y ejecuto brutalmente a un par de Parademons que iban a abalanzarse contra ellas. Los partió a la mitad a la perfecta sincronía de un movimiento de su espada.

-Gracias por preocuparse por mí, pero ya estoy al cien – dijo la amazona, poniendo su espada en la funda de la espalda – Vámonos, se dónde está la Ecuación Anti-vida.

-¿Con esto ya estamos a mano? – pregunto Zatanna a Diana –

-Pues por mi parte si – dijo la amazona – De no haber sido por tu ayuda no hubiéramos logrado nada de esto. Después de todo... ¿Aun somos amigas... no?

-Claro que si – Zatanna y Diana se dieron un apretón de manos fuerte – Además, fue bueno tener un poco de diversión. Sabes...

Zatanna no termino de decir su frase. Un fuerte golpe dentro de su local ocasiono una explosión aturdidora. Para cuando recobraron la consciencia y las nubes de polvo habían aclarecido el panorama, vieron a Kalibak. Grande, fuerte, con la cabeza llena de pelo negro, estaba el hijo de Darkseid, dispuesto a capturar a Diana para sacarle la ubicación de la Ecuación para su padre.

Tomando posición de ataque en sus cuatro patas, se disponía a lanzarse contra las chicas, pero... un Chevrolet entro al local destrozado las cosas a toda velocidad, estampando a Kalibak contra la pared derecha del establecimiento.

-Sí que traen un buen auto – era Selina quien manejaba el vehiculo – ¡Suban ya!

-Gracias por todo Zatanna – Diana se dirigía a la hechicera –

-No te preocupes. Solo manténganse con vida ¿De acuerdo? – Zatanna tomaba posición de combate – Yo detendré a este monstruo.

-¡Oye, Zee...! – grito Selina – Gracias por todo.

Al estar Diana y Tatsu junto a Selina en el auto, Catwoman tomo la palanca de velocidades, la halo hacia atrás y piso el acelerador, haciendo que el auto saliera del establecimiento. Zatanna volteo y vio que Kalibak trataba de incorporarse, dispuesto a perseguir a sus amigas en el vehículo.

Entonces Zatanna levantó la mano izquierda y atacó al hijo de Darkseid con una descarga de rayos, liberando su poder. Kalibak se retorció de dolor, no podía comprender que era esto que estaba experimentando.

Pero el guerrero de Apokolips se resistió y levantó ambas manos en un movimiento idéntico al que había hecho la hechicera y desvió la descarga para devolverla a su lugar de origen. El impacto de la energía hizo retroceder a ambos. Para cuando Zatanna se levantó, Kalibak ya estaba dispuesto a salir del lugar, listo para perseguir al Chevrolet con sus ocupantes.

-No perderé mi tiempo contigo– fueron las últimas palabras que dijo Kalibak antes de salir del lugar a todo –

Y entonces, casi de la nada, fuerzas del Régimen comenzaron a rodear el establecimiento. Zatanna supo que tenía que ir a otro refugio en la ciudad, así que abrió un portal hasta su apartamento privado, con la esperanza de volver a luchar contra las fuerzas de Apokolips otro día y que sus amigas pudieran sobrevivir.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro