Capítulo 8: El Hombre de Acero y el Murciélago Parte 2
Bruce Wayne se quitó la capucha de la cabeza y se sentó frente a la Batcomputadora, analizando imágenes de satélite de Gotham y haciendo zoom en ellas. En otra pantalla, comprobó las imágenes de la cámara de vigilancia de la residencia. Se había convertido en un hábito, pues todas las noches las miraba, asegurándose de que no sucediera algo sospechoso que pusiera en peligro su identidad secreta. Lo que vio lo sorprendió.
Bruce lo repitió una y otra vez. Un borrón cruzaba la cámara... no duró ni un segundo. Redujo la velocidad de la imagen y la mejoró, pero todavía no podía verla con claridad. Disminuyendo aún más la velocidad, notó a un hombre en el aire, con los brazos extendidos... Superman.
Estaba volando hacia la habitación en la que se alojaba Clark Kent. Al principio no tenía ningún sentido para él, luego, cuando revisó las imágenes de antes, justo después de que Bruce había dejado la mansión para encontrar al matón, vio a Superman de nuevo, esta vez saliendo por la ventana de la habitación de Clark. Entonces se dio cuenta.
-Muy bien Kent... veamos qué estás escondiendo.
Por una corazonada, Bruce sacó una foto del archivo de una de las primeras ediciones del Daily Planet para presentar a Superman, luego, usando imágenes de vigilancia anteriores de Clark llegando a la residencia con Lois, compiló una imagen y comenzó a fusionar las dos.
Ejecutó un programa de escaneo facial, comparando rasgos faciales como la nariz y la posición, la forma de los ojos y los pómulos. Al final, todo coincidió.
-No lo creo... eres un hijo de perra mentiroso, Clark Kent.
Clark se despertó una hora antes del amanecer. Encendiendo la televisión, esperó a que aparecieran los informes de noticias y suspiró aliviado de que no hubiera pasado nada mientras dormía. Era un gran temor para Clark, la idea de no estar allí cuando más lo necesitaban.
Debajo, Bruce Wayne se estaba poniendo el traje de Batman. Mientras se preparaba para irse, miró hacia atrás a la imagen compilada de Superman, sin saber qué hacer con la información que había adquirido. Subiendo al Batmóvil, encendió los potentes motores y aceleró fuera de la cueva, en dirección a Gotham.
Clark había escuchado los motores... era el mismo sonido que había escuchado antes esa noche. Sus ojos se enfocaron a través de la madera y el concreto, hasta que su visión le mostró una cueva debajo de la casa. Curioso, salió volando por la ventana y siguió la cueva hasta que llegó a una entrada.
Clark decidió ver qué había dentro de la cueva, así que voló por la entrada y siguió un largo túnel. Cuando aterrizo en la caverna que había visto debajo de la casa, Clark se sorprendió. La cueva estaba llena de todo tipo de computadoras, vehículos y armas, así como una cámara de almacenamiento que contenía una serie de trajes con el símbolo de un murciélago en ellos.
En una pantalla, Kal-El vio una imagen compilada de Clark Kent y Superman. Fue entonces cuando se dio cuenta... Bruce Wayne era Batman y conocía el secreto de Clark. Lo que Clark no sabía era que Bruce lo estaba viendo desde un monitor en el Batmóvil. Había sido alertado de una alarma de intrusos desde el interior de la cueva. Ahora era obvio, ambos sabían el secreto que el otro había estado escondiendo.
Almacén 23, Avenida Mapple:
Batman esperaba, enganchado en una viga de soporte justo debajo del techo, mirando como una pandilla de matones cargaba botes de gasolina de Black Mask en camiones. Sacando una pequeña cámara de su cinturón, comenzó a tomar fotografías, asegurándose de tomar una de Roman Sionis sosteniendo uno de los botes. Tenía la prueba que necesitaba.
Lanzó un batarang a la caja de fusibles, cortando la energía y obligando a las luces a apagarse. Batman hizo su movimiento. Aprovechando la confusión, se deslizó hasta el suelo y comenzó a derribar a los matones. Cuando se restablecieron las luces, la mitad de la pandilla estaba en el suelo, inconsciente. Black Mask sabía lo que estaba pasando.
Roman Sionis se puso nervioso. A través de su máscara negra, sus ojos buscaban cualquier señal de movimiento. Su pandilla estaba ocupada armándose, lista para disparar contra cualquier cosa que se moviera.
-Sal y da la cara, imbécil – decía Black Mask mientras sacaba sus armas – Ten el valor de pararte frente a mí y matarme.
De las sombras, Batman emergió, golpeando a uno de los matones antes de girar rápidamente con una fuerte patada hacia otro. Black Mask solo disparo al aire, sin darle a nada.
A medida que Batman se acercaba, Roman retrocedía hacia los camiones, sonriendo cuando otro grupo de sus matones salió con rifles de asalto.
Los asesinos abrieron fuego, sin miedo a darle a sus propios hombres mientras trataban de matar a Batman. Las balas se apresuraron hacia su objetivo y desaparecieron. Black Mask estaba confundido, al igual que Batman, pero sus preguntas pronto fueron respondidas cuando escucharon una voz detrás del almacén.
-¿Buscaban esto? – Superman estaba ahí, abriendo su mano, dejando que las balas cayeran al suelo –
Roman Sionis perdió el conocimiento cuando Superman lo lanzó por la habitación a gran velocidad. Después le quito las armas de las manos de los matones, doblándolas y rompiéndolas antes de detenerse junto a Batman.
-¿Estás bien? – pregunto Clark –
-Sí, no necesito a nadie para pelear mis batallas – Bruce se molesto y procedió a ir hacia Roman Sionis, en el suelo –
-De nada...
Mientras que Black Mask y sus matones fueron llevados por la policía, Batman y Superman se enfrentaron. Si alguien hubiera estado viendo, podría haber pensado que los dos héroes iban a llegar a los golpes.
-Bueno... gracias por la ayuda, Clark.
-No hay problema... Bruce.
Ambos estallaron en carcajadas, sus secretos estaban descubiertos, pero fue un alivio para ambos.
-Supongo que necesitamos tener una pequeña charla. Te diría que me sigas de regreso a la cueva... pero ya conoces el camino – y entonces los dos héroes se pusieron en marcha a la residencia Wayne –
Una hora más tarde, los dos estaban sentados en el estudio, vestidos con sus ropas normales. Clark tenía sus lentes en sus manos, colocándolos sobre la mesa mientras conversaba con Bruce.
-Entonces... ¿qué pasa con el acto de empresario? – pregunto Clark –
-Pues Clark Kent no inspira exactamente grandeza – Bruce tiro a matar – Supongo que ambos asumimos personalidades para ocultar quiénes somos debajo... aunque al menos yo llevo una máscara, ¿qué pasa con las gafas?
-Oye, te sorprendería lo bien que funcionan – Clark se echó a reír – Mira Bruce, sobre todo este asunto de la identidad...
-Clark, no somos mejores amigos – Bruce lo interrumpió. Quería ser directo – Pero tu secreto está a salvo... bueno, al menos mientras mantengas silencio sobre el mío.
-Realmente no te agrado... ¿verdad?
-No lo sé, pero no eres tú, son tus ideales. He visto tu discurso ante las Naciones Unidas, lo que le dices al mundo sobre la paz y cómo ser mejores personas, pero es una fantasía. El mundo real es mucho más duro. La gente te ve pasar volando y les das esperanza, pero luego esa esperanza se les va cuando vuelven a vivir sus vidas – Bruce miro al suelo – Es un mundo cruel Clark.
-¿Es por eso que usas el miedo y la intimidación?
-Gotham es un lugar peligroso y los criminales aquí solo entienden la violencia, solo responden al miedo. Sé lo que estás pensando... pero estás equivocado. Yo no soy como ellos.
Clark lo pensó por un momento, así que saco una caja de plomo de su bolsillo. La vio por un momento antes de entregársela a Bruce, quien la abrió y vio un trozo de roca verde. Miró a Clark, preguntándose qué era esa cosa para que el reportero de Metropolis sintiera una intensa incomodidad. Bruce supo al instante que esa roca era la que lo dañaba y cerró la caja.
-Esa piedra... te duele – Bruce la vio con curiosidad –
-Se llama kryptonita. La tomé del motor krytoniano de una de las criaturas de hierro que enfrentamos hace dos años. La radiación que emana es letal para mí.
-¿Por qué me lo entregas entonces? ¿Qué me impide usarlo en tu contra?
-Nada, por eso te lo di – el rostro de Bruce estaba confundido ante las palabras de Clark – Después de que Zod atacara Metrópolis, supe que si me pasaba algo, si me volvía contra las personas que protejo, alguien tendría que matarme...
-¿Qué te hace pensar que puedes confiar en mí?
-Porque si quisieras matarme ya, habrías dejado la caja abierta y habrías dejado que me matara.
Mientras hablaban, Clark captó un sonido proveniente del exterior de la habitación. Volteando, usó su visión de rayos X para ver a través de la pared. Vio a Lois, caminando por la casa grande, buscándolo.
-Es Lois.
-¿Ella sabe? – pregunto Bruce –
-¿Sobre mí? Si... ella fue la primera que lo descubrió. No se lo diría a nadie, si eso es lo que estás pensando.
-Ahora entiendo por que en sus artículos defiende tanto a Superman – anoto Bruce. También se dio cuenta de cómo Clark, hablaba de ella –
-Lois fue la única que me defendió en su momento, y es muy buena persona. Si la conocieras...
-Estás enamorado de ella – Bruce lo interrumpió. Clark lo vio de manera confusa – No me mires así, Clark. He visto la forma en que las miras, cómo te aferras a cada palabra... eres tan obvio.
-No para ella... no importa de todos modos.
-¿Y acaso ya le preguntaste que opina de... ya sabes, ustedes dos?
Hablaron durante unos minutos más antes de decidir que era mejor ir con Lois antes de que ella se preocupara y viniera a buscarlos. Clark se puso de pie, dirigiéndose hacia la puerta solo para ser llamado por Bruce.
-Clark, ¿Olvidaste algo?
-No... ¿Qué?
-Tus gafas... – Bruce recogió sus gafas y se las lanzo a Clark –
Clark se echó a reír, recogió sus gafas y se las puso antes de salir a buscar a Lois. Mientras, Bruce lo seguía, aunque no estaba seguro de qué pensar de Kal-El. Por un lado, estaban en desacuerdo en muchos temas, incluso desafiando los métodos de cada uno, pero al final estaban del mismo lado. Bruce guardó la caja de plomo en su caja fuerte, para después llevarla al mismo lugar en el que había dejado la kryptonita roja que había encontrado tras la batalla de Metropolis, en la Batcueva. Luego se apresuró a alcanzar a los reporteros de Metrópolis antes de despedirlos.
-¿Oye, estás bien? – le pregunto Clark a Lois –
-Sí, estoy bien – respondió ella – Alfred me acaba de contar sobre los puntos más sutiles de la mansión, pero... ¿dónde estabas?
-Por ahí, Bruce y yo estábamos... charlando sobre el estado de la economía.
-La mayoría de los chicos hablan de deportes, Clark.
-No soy como la mayoría de los chicos, Lois.
-Tienes razón... bueno, vamos Smallville, tenemos que tomar un ferry – concluyo ella –
Cuando salieron de la residencia Wayne, Clark no estaba seguro de qué pensar de Bruce. Se preguntaba si debía de considerarlo su amigo o no, pero una cosa que sí sabía, y era que a pesar de sus diferencias, tenía un nuevo aliado; alguien que lucharía a su lado cuando las cosas se pusieran mal, y lo mataría sin pensarlo dos veces si él se ponía en contra de la humanidad... si alguna vez terminaba como Zod.
En la Batcueva, Bruce meditaba sobre lo que había sucedido con Clark. Aun se le hacía muy difícil creer que un ser tan poderoso como el, se ocultara tras sus inseguridades y creyera que no era más ni menos que cualquier persona en el mundo. Decidió que le daría un voto de confianza, ya que se sinceró con él y sentía que le debía el haberle dado la kryptonita. Pero sin dejar las precauciones, se apresuró a meter la kryptonita en un contenedor sellado, que dejo junto a un lanzallamas modificado de Fyrefly, y una armadura dorada que un equipo de construcción Wayne había encontrado en España.
La armadura la usaría para pelear contra Wonder Woman, y el lanzallamas era para destruir al Detective Marciano... solo en caso de que ellos decidieran volverse en contra de la humanidad. Bruce no era una persona confiada, y el caso de Harvey Dent solo le había demostrado que hasta la persona más noble y con aires de esperanza podía caer a la locura. Estaba dispuesto a encontrar las propiedades de los distintos colores de la kryptonita, y cuando lo lograra, haría armas para destruir a Superman... o algo igual a él. Solo le faltaba conocer las debilidades de Green Lantern, Flash y Aquaman.
Batman y Superman eran tan diferentes. Batman, una figura en la noche que merodeaba por los tejados de Gotham City en busca de criminales. Y Superman, un ser que tenía el mundo sobre sus hombros, prometiendo proteger el planeta que llamaba su hogar. Eran personas diferentes con diferentes métodos y estilos, pero ambos eran héroes, los mejores del mundo.
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