11
─ ☆ ─
Más tarde, en Hogwarts, Emma se encontraba rodeada de un ambiente tranquilo, con la suave lluvia que caía fuera de las ventanas. El cuarteto se encontraba junto, disfrutando de la atmósfera serena mientras el día casi llegaba a su fin.
—Tengo hambre. ¿Creen que los elfos todavía puedan hacerme algo para comer? —se lamentó Ron, con su cabeza apoyada en el hombro de Emma y su estómago rugiendo.
Con un rodar de ojos y mirada burlona, la pelirroja habló—: La verdadera pregunta es, ¿cuándo no tienes hambre?
Harry y Hermione asintieron con una sonrisa cómplice, acostumbrados a las quejas constantes de su amigo por la comida.
—Lo digo en serio —alegó—. No comí lo suficiente en la cena. ¿Y si me acompañan a las cocinas? —pidió, con la inocencia de un niño pequeño y los ojos brillantes.
—Yo ya tengo sueño, Ron —negó Hermione, en medio de un bostezo—. Estudié mucho hoy.
Con una mueca de tristeza, el pelirrojo se giró hacia sus dos mejores amigos restantes y los vio suplicantes, haciendo alusión a su deseo de salir a pedir comida.
—Yo paso por esta vez, Ron —se excusó azabache, apenado—. También tengo sueño.
En realidad, Harry quería ver más de cerca aquel mapa que los gemelos Weasley le habían dado el día que tuvo la discusión con su hermana. En todo este tiempo, se preguntaba si ella también sabía de la existencia de ese mapa o si solo lo sabían los gemelos. ¿Habrá sido capaz de no decirle nada?
Con la última restante, Ron se levantó del hombro de la pelirroja y la vio directamente, casi suplicándole.
—¿Por qué no vas tú solo, Ronald? —Interrumpió Hermione, viéndolo con cansancio. Luego, cambió su expresión a una severa cuando vio la hora—. Ya es muy tarde. Falta media hora para el toque de queda.
Ron bufó, recostándose en el sillón. —¿Y qué importa? Seguro llegaríamos a la cocina y volveríamos antes de las nueve.
Entre risas, la pelirroja asintió, convencida. —Está bien. Vamos, Ron. Aprovecharé a comer algo.
Como si hubiera ganado la lotería, Ron se levantó y empezó a mover sus piernas ansiosamente. —¡Vamos entonces!
—No tarden —pidió Hermione, levantándose—. Te espero en el dormitorio, Emma.
─ ⊹ ─
—Los elfos me dijeron que añadirán un nuevo pastel al menú —contaba Ron en susurros, mientras cruzaba algunos pasillos con tranquilidad.
—Yo solo espero que coloquen nuevas recetas de pizzas —admitió la pelirroja, viéndolo con una sonrisa ladeada—. Amo las pizzas de Hogwarts.
Ambos se callaron y se quedaron casi helados cuando escucharon voces al otro lado del pasillo.
—¿Será un profesor? —preguntó la pelirroja, frunciendo el ceño.
—Quizá esté merodeando —respondió Ron, inseguro y nervioso al mismo tiempo.
—Aún estamos a tiempo. No tendrían por qué regarnos.
Los dos fruncieron el ceño al divisar a la pandilla de Avery acercándose, lo que lo puso en alerta. Todos en Hogwarts conocían la rivalidad de ambas chicas, así que, pasara lo que pasara, Ron no iba a dejar sola a Emma.
—¿Qué tenemos aquí? —dijo Avery, cruzando los brazos—. Evans y Weasley saliendo de su sala común a estas horas. ¿No te cansas de arrastrar a tus amigos en cada cosa, Evans? —su voz llena de burla y veneno. Había dicho palabras similares a las que dijo el profesor Snape.
Emma levantó la ceja, sin mostrar ni una sola pizca de nerviosismo. —¿Y tú qué estás haciendo fuera de tu sala común, Avery? ¿Esperas a que llegue el toque de queda para que te atrapen y crear otro drama? ¿Piensas quejarte con tu padre también?
Ron, con la mirada fija en Avery, dio un paso. —Deja de provocarla, Avery.
Sin embargo, Avery no se dejó intimidar.
—¿Ah, y ahora te va a defender el famoso Ron Weasley? —preguntó la rubia con sarcasmo en su voz, mirando a Ron de arriba abajo—. Siempre te dije que caíste bajo al juntarte con gente pobre y patética como él. ¿Juntarse con la familia Weasley? —dijo, con tono despectivo—. Qué asco.
Ron apretó los dientes, listo para defender a su familia, pero Emma lo detuvo con un gesto, sin perder la calma.
—¿De verdad, Avery? —Emma la
miraba con aburrimiento—. ¿Eso es lo que tienes? ¿Atacar a las personas solo porque no encajan en tu pequeño mundo? El dinero no lo compra todo, como la inteligencia, por ejemplo. Algo que, por cierto, te falta.
Avery apretó los labios, visiblemente irritada, pero no se dio por vencida.
—¿Y qué sabes tú, Evans? —gruñó, con su voz llena de desprecio—. Crees que eres mejor que yo solo porque tienes a todos bajo tus pies con la historia de tus pobres papis. ¿Qué tal si dejas de jugar a la victima, eh?
—No necesito tus comentarios baratos para saber quién soy, Avery —respondió, su tono firme y claro—. Y si te hace sentir mejor pensar que el pasado de mi familia es lo que me define, allá tu. La verdad es que me importa muy poco lo que pienses de mí.
Avery la miró, con el rostro enrojecido por la ira, pero trató de mantener su compostura.
—Claro, lo típico de una niña farsante que se cree superior a todos. Siempre con esa cara de "soy mejor que tú", cuando en realidad, te puedo pisotear fácilmente.
Emma levantó sus cejas, con una mirada llena de diversión. —Avery, ¿por qué no dejas de perder tu tiempo, eh? Lo digo en serio. Me da igual lo que digas.
—No me vas a ganar, Evans. Todo el mundo sabe que eres una pequeña rata consentida que siempre tiene a alguien para que la defienda. ¿No te basta con tener a Dumbledore o McGonagall de tu lado? Pero no te preocupes, no toda la vida todos te seguirán como perritos falderos.
Emma seguía sin inmutarse, su expresión casi seguía siendo serena, casi aburrida, sorprendiendo a Ron.
—Lamento si piensas que el profesor Dumbledore o la profesora McGonagall me hacen más fuerte que tú. La diferencia entre tú y yo, Avery, es que yo no necesito que nadie me defienda. No necesito que hagan las cosas por mí, ni mucho menos amenazar para conseguir lo que quiero. Yo puedo hacerlo sola.
—Y en cuanto a tus "perritos falderos", creo que eres la última persona que puede dar lecciones sobre eso. ¿Acaso ya se te olvidó como toda tu pandilla te sigue a cualquier lado? ¿o cómo ellos son los que amenazan a los de primer año por ti? —decía la pelirroja, viéndola con un brillo burlón en los ojos.
Avery la fulminó con la mirada, pero no pudo encontrar las palabras para continuar. Emma se acercó un paso más, sin perder su postura.
—Así que, si sigues buscando una pelea, Avery, vas a quedarte sola, porque ni siquiera tu pandilla va a poder salvarte de ti misma. Y a mí no me interesa perder el tiempo contigo.
Con una última mirada desafiante, Emma siguió caminando, golpeando su hombro con fuerza contra la rubia. Dejándola sin poder replicar.
Ron, que había estado observando todo desde un rincón, no pudo evitar sonreír.
—Eso fue increíble, Emma —comentó, su tono de admiración claro—. Nunca había visto a Avery tan callada. ¿Cómo hiciste para no enojarte? ¡Estabas muy calmada!
—Hace unas semanas leí que lo mejor es ignorar a ese tipo de personas —respondió la pelirroja, encogiendo los hombros—. Cuanto más les prestas atención, más se alimentan de eso. Si actúas indiferente, lo que realmente hace que les moleste es que no les das lo que buscan —tras una pausa, Emma volvió a sonreír—. Ahora, ¿vamos por esa comida?
─ ★ ─
Últ. actualización
27/12/24
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro