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Intento de Escape

Alicia

—Deberían asegurar mejor las puertas —apá Bourne siguió pasándole un trapo a su G-18— fue sencillo entrar aquí.

Estuve por abrir la jeta pero de la nada Dylan, quien les juro que ni por el coño lo vi llegar, le brincó encima a Bourne como el propio tuqueque.

O bueno, eso intentó porque apenas pegó el brinco, Jason se dio rápidamente la vuelta, lo sujetó del hombro, luego lo tomó de la nuca y lo estampó contra el suelo como si se tratara de un contrincante de lucha para, posteriormente, apuntarlo con su arma.

—¡Corre, amor! —me gritó con el cachete pegado a la cerámica oscura del suelo— yo lo tengo todo bajo control...

Frunci el ceño.

—¿Elemento sorpresa? ¿En serio? —lo regañó apá Bourne— ¡Estuve a punto de decorarte el cerebro con una bala de plata! ¿Qué les he dicho a ti y a Tyler de tomarme desprevenido?

—Tienes tres segundos para explicarme qué cojones haces en mi casa antes de que te parta la cara por siquiera intentar lastimar a mis chicas —gruñó tratanto de ejercer fuerza para abalanzarse sobre él pero verga, a Jason le pesa ese culo.

—O'Brien, ¿A ti te pica el culo o cómo es la vaina? —lo regañé yo— ¡De verga Jason te mete un pepazo por imprudente!

Nojoda, a pesar de que lo estaba regañando él estaba empeñado en ponerse a luchar con Bourne por puro gusto porque siempre terminaba con el cachete contra el suelo.

—¡Les estaba apuntando a ti y a mi hija con un arma! ¿Qué no te das cuenta? —forzajeó— ¡Él es el culpable!

Bourne frunció el ceño.

—¿Y ahora de qué cojones hablas tú, mocoso? —se burló— tu señora casi esposa, llamó a mi señora casi esposa y, ¿A que no adivinas quién ha tenido que traerla? Estaría fumandome un cigarrillo mientras miro el clásico si May no tuviese esa gruesa paleta para amenazar.

—¡Sabía que...! Espera, espera... —balbuceó— ¿Qué?

Mi tía salió de la cocina con Lisa, la primera venía raspando la bandeja donde se había hecho el pasticho de la cena mientras que la segunda le sostenía el vaso con el agua pa que no se fuese a ahogar.

Verga, Maythe, como siempre demostrando el barrio.

Lisa contuvo un grito en cuanto vio la forma en la que tenían a mi novio.

—Coño, papi, ¿Qué haces amordazando al carajito, ah? —levantó a Jason de un jalón de orejas— y me vas guardando esa mierda porque ya te dije ya que a la carajita no le vas a estar dando una pistola para que se defienda.

—¡Ay, ay, ay! —nojoda, así se controla a un macho, miren nada más— ¿Y crees que una paleta para hornear pizza sirva más que esto?

Maythe le sonrió dulcemente.

—Si quieres te la reviento contra las costillas y después me dices —coño, tía— me guardas esa mierda, pues, te veo, cuento tres y llevo seis.

Le soltó la oreja a Jason y éste de mala gana guardó su pistola.

Tantas peliculas que ha hecho el Matt Damon sobre Jason Bourne como prófugo de la justicia y Maythe viene y lo guinda de las orejas para que agarrara mínimo. Idola.

—Aún no me explico qué hacen aquí tan tar... oh, joder, mi hombro —Lisa ayudó al hijo a levantarse poco a poco— te pesa el culo, viejo.

—Vocabulario tú también —Lisa le echó un jalón de orejas para que fuese serio— ¿Qué mosca te picó para entrar de esa forma?

—El que haya algún desquiciado con ganas de acabar conmigo mediante mi familia da mucho que pensar, mamá —respondió de mala gana.

Perate, QUÉ.

—¿Qué dices, Bombón? —llamé su atención.

Entonces aún con esa expresión de frustración nada habitual en él, me extendió un papel.

Casi se me bajó la tensión en lo que lo leí por lo que Julia y Bourne estuvieron pilas de agarrarme por la bebé. Maythe me la quitó por si acaso y lo agradecí, yo puedo irme de jeta pero me meto un pepazo si algo le pasa a mi carajita.

Bourne me quitó el papel para leerlo.

—¿De dónde sacaste esto? —le preguntó a Dylan.

—Estaba en mi lugar del estacionamiento —respondió llegando a mi lado preocupado por mi reacción anterior— no tengo idea de cómo ha llegado ahí, cuando Ty y yo nos fuimos, no había nada.

—Verga, ahora sí te cayó la gorda —murmuró mi cuñada leyendo la hoja.

Lisa intentó acercarse pero Jason dobló esa vaina justo a tiempo, y menos mal porque si mamá suegra ve que atentaron contra el hijo, se nos muere aquí mismo.

—Esto es demasiado extraño —murmuró Jason para si mismo— digo, se sabía que lo de la serpiente si había sido causado pero pasar a esto... —suspiró.

—¿Qué propones? —preguntó Dylan— ya es muy tarde para irnos de aquí, mi hija aún no ha pasado los cuarenta días requeridos en casa que mencionó la doctora Shay, y yo realmente no pegaré un ojo en toda la noche sabiendo que hay alguien ahí afuera que quiere lastimarme a mi y a mi familia.

Jason miró a Maythe.

—Nena, ¿Crees que la bebé pueda salir si tomamos algunas medidas? Podrían quedarse en casa unos días.

Maythe hizo una mueca, dando a entender que tenía una batalla mental consigo misma.

Entonces conectó su mirada con la mía.

—Hay que hacer todo lo posible para que no le de el frío de la noche, es dañino —empezó— pero creo que si la tapamos unos segundos al bajar al subterráneo para motarnos en el carro y que al llegar a la casa, metamos el carro de unas al garaje y la tapemos antes de entrar a la casa, todo estaría bien. Lo importante es que no agarre sereno.

Las miradas de ambos se intercambiaban entre sí con preocupación, esperando nuestra respuesta, sólo cuando volteé a ver a Dylan, supe que la decisión la debía tomar yo.

Me rodeó con un brazo y me miró de forma cálida a pesar de que en estos momentos era razonable que el terror lo estuviese volviendo loco.

Porque coño, había un loco o loca suelto por ahí queriéndolo matar a él.

—Comprenderé si no quieres, Bonita —dijo pausadamente— lo entenderé, no me molestaría hacer guardia en la puerta mientras ustedes están en nuestra habitación, pero no estaré tranquilo hasta que tú y Riley estén a salvo.

—¿Cómo crees que te dejaría de vigilante, chico? Nos vamos de ésta vaina y punto —dije— Jules, ayúdame a recoger la corotera. Mamá suegra, te quedas a cargo de la casa.

Y antes de que Lisa pudiese protestar, Julia, Dylan y yo nos fuimos pa los cuartos a hacer maletas. Bueno, tampoco así, sólo una ropa para unos días. Mientras la cuñis me hacía mi maleta, entré al cuarto de Riley para llenar dos pañaleras: una con lo necesario para mantenerle el culo limpio y la otra con ropa.

Antes de salir tomé la cajita de música y la guardé en uno de los bolsillos de la pañalera porque primero dejaba botado a Dylan que a esa cajita, mrk.

Regresé a la sala con una manta más gruesa y un poco más larga para que mi tía pudiese cubrir a Riley.

—Cuidense mucho, hija —me pidió Lisa dándonos un beso a los tres— Dylan, me avisas cuando llegues para poder estar un poco más tranquila.

—Lo haré, mamá —le dio un abrazo y besó su coronilla— te amo.

Dejando a mi cuñis y a mi mamá suegra en pijama y aún con esas caras de preocupación, seguimos a Maythe y a su macho blindado hasta las bolas al ascensor. Me pasó a Riley y le tapamos la cara con la manta.

—Trata de mover ése culo porque esto le está dificultando para respirar —me advirtió al salir— vamos.

Jason y Dylan corrieron a la camioneta de Bourne para meter las maletas y prenderla, llegaron hasta nosotras y nos montamos rapidito. Erga, que aire tan sabroso...

Esperen, aire...

COÑO, RILEY.

Le quité rápidamente la cobija de la cara a la carajita en cuanto me pude asegurar de que todas las puertas y ventanas estaban cerradas.

Para mi paranoia, la carajita estaba como si nada... jugando con mi collar.

—Conchale, hija, que eso es caca —se lo volví a quitar.

Jason sacó el carro del edificio y empezó a manejar por las iluminadas calles de L. A.

—¿Qué sucede? —me preguntó Dylan acercándose un poco hasta estar en el asiento del medio.

—La hija tuya que se la pasa agarrándome el collar en vez de entretenerse con el que le dio Froy —le señalé a Riley quien había vuelto a agarrar el avioncito de papel de oro— he perdido la cuenta de las veces en las que se lo he quitado.

Hizo un amago de sonrisa y fue mucho porque la preocupación aún lo tenía mal.

En cuanto llegamos a Hollywood Hills, pa allá pal cerro donde vive Jason con mi tía, la jeta de vaina no se me va pal suelo al ver esa verga por fuera mientras Jason abría la reja con el control desde el carro.

La reja esa seguro costaba más que el mueble de la casa.

Condujo un poco más por el sendero de matas que tenía esa vaina, porque ahora es que tenía patio pues, hasta que llegamos a la casa. La bicha hasta tenía fuente por fuera, figurate tú.

Metió el carro al garaje que era una vaina a parte de la casa y antes de salir tuve que volver a tapar a la niña.

—Pensé que entrariamos por la puerta trasera —miré a mi tía— ¿Cómo coño me llevo a Riley así hasta allá?

Me miró con obviedad.

—No seas ilusa, chica. Usted cállese y siga caminando.

Extrañada, la seguí a unas escaleras que tenía esa vaina con cuidado de no dejar los dientes en esa mierda al igual que Dylan y Jason que venían enredados con los corotos.

En cuanto estuvimos todos, Maythe presionó el botón del control que tenía y la rendija se selló. Frente a nosotros había un camino minero iluminado por farolas blancas incrustadas a la pared. Caminamos alrededor de un minuto y medio hasta que llegamos a un muro, la mujer volvió a presionar el botón apuntando hacia el muro y esa vaina se movió pa un lado dejando ver una sala.

Cuando cruzamos completamente noté que era una pequeña sala en una biblioteca y lo que se había movido había sido un estante con libros apilados.

Nawebona, que arrecho.

—Recuerdame poner algo como esto en casa —me pidió mi casi marido.

—Si si, guebón, pa que cuando te mande a lavar la losa te vayas por esa mierda —le dije— los ductos de Mario Bros te voy a poner, pajuo.

Dylan me miró con gracia.

Jason abrió los brazos haciendo referencia al entorno.

—O'Briens, bienvenidos a nuestra humilde morada —anunció— Nena, muestrale a Alicia la habitación de invitados. Quiero quedarme a platicar un poco con Dylan sobre... bueno, tú entiendes.

—Si, si. Ya las voy a instalar y luego le digo a Phillip que caliente un Toddy y unas cachapas pa calmar el ambiente —le avisó antes de llevarme del brazo con la carajita.

Marica, les juro que por lo del pasadizo secreto y la tétrica biblioteca, creí que en el interior ésta casa sería algo parecido a la casa de Sirius Black.

Canuto, llegate pej. Fiu, fiu, fiu.

Pero no, chama. Apenas pisamos la sala, ésta verga parecía decorada por Sharpay Evans, puro rosado por todas partes.

Malvada Maythe, acabó con toda la pinta de tipo serio de Jason Bourne.

—Que molleja, Maythe —le dije mirando todo— en verdad te le apoderaste de la casa.

—Ah, pues. Eso es para que tú veas quién manda en ésta casa —chasqueó sus dedos antes de asomarse al interior de la cocina— epale, mi Felipe. Calienta unas cachapas y un Toddy ahí, porfa.

—En seguida, señora Bourne.

Mi tía sonrió con autosuficiencia y me pidió que la siguiera escaleras arriba.

Frunci el ceño.

—¿Señora Bourne? —repeti— ¿Y esa vaina? Tú casada no estás.

—Pendeja no soy, mija —me recordó— que no me pida matrimonio para cachetearlo a paletazos.

Después no pregunten a quién salió Teresa.

Riley empezó a estar inquieta así que empecé a tararearle para tenerla más tranquila y que no se pusiera a llorar. Dios.

—Aquí pueden acomodarse bien con la bebé mientras que Jason ve cómo trae el corral mañana.

Me abrió la puerta de la habitación de invitados. Era grande, claro, tampoco era la gran vaina pero estaba muy bonita con la televisión gigante y la cama King size.

—¿El corral de Riley? Nojodas, tampoco nos vamos a mudar —negué reiteradas veces mientras dejaba a la niña en el medio de la cama y con almohadas a cada lado— sólo serán unos días mientras...

—¿Mientras qué, carajita? —se cruzó de brazos— o sea, ¿Tú estás consciente de la magnitud del peo? ¡Tienen a alguien ahí afuera que está pendiente de meterle un pepazo a alguno de ustedes! Tú no sabes si a tu carajita...

—¡Que nada le va a pasar a mi hija! —la interrumpi— primero me matan a mi antes de que siquiera se le acerquen un metro a Riley.

Me senté cerca de mi hija dándole mi ultimátum.

Maythe me miró con nostalgia.

—No puedo terminar de creer que ya eres mamá... perate que se me metió una vaina al ojo, ya va —la vieja gafa trató de que no le viera las lágrimas. Obvio que se repuso en seguida— pero igual, aquí hay bastante espacio para que se queden todo el tiempo que necesiten. Y tú tranquila que el que intente cruzar esa puerta sin autorización, Jason le mete un pepazo en medio de las cejas.

Sus palabras me reconfortaban. Sabía que ella sería la última persona en darnos la espalda y la primera en echar tiros para defendernos, porque como una vez les había comentado, la que porta el poder de los coñazos en la casa, esa era mi tía.

Literal, mami podrá tener muy su Chancletanator pero Maythe de una cachetada te sacaba una muela.

—Gracias, tía. En verdad.

—Cuando quieras, nena, cuando quieras —me lanzó un beso yéndose a la puerta— veré qué tanta bomba se da Felipito en traer esas cachapas.

Y se fue.

Riley soltó un ruidito ronco muy cuchi captando toda mi atención. Acerqué mi dedo a su barbillita y le di tres pequeños toques produciendo que...

AAAAAAAAAAAAAAY DIOSITOOOO.

ÉSTA COSITA ME ESTÁ SONRIENDO CON SUS ENCÍAS CHIKITAS.

—Tienes mi boca, mi amorcito. Pero nawebona, ¿Hasta la sonrisa tan cuchi se la sacaste a tu papi picioso? ¿Cuál es la preferencia, pues? —le hablé chiquito intentando volver a hacer que sonriera. Acerqué mi dedo a su manito para sostenerla y esta, casi automáticamente, se cerró sobre él. Se la besé— te amo demasiado, mi pequeña luciérnaga. Prometo que todo pasará pronto y que volveremos a casita, ¿Sí? Sólo... danos tiempo, ahora más que nunca debemos hacer que papi se sienta amado, ¿Okay?

El corazón se me arrugó cuando ésta vez, ella volvió a hacer el intento de sonrisa.

. . .

Teresa

—Vainación, María —murmuró Vania— ¿Vos estáis segura de que no está muerta?

Escuché que le sentaron un coñazo.

—Ofrecele una arepa de las de mami —ésta vez escuché a Sarah— una cabimera anima a cualquiera.

—No quiso ni cenar anoche, ¿Vai a creer que vos que quiera desayunar luego del bombazo que nos echó? —la regañó Lola.

—Maricas, que beta tan intenso —escuché otra voz— si yo he sabido que los peos de los gringos eran así de entretenidos, me hubiese comprado un paquete de cotufas pa donde fuese.

Otro coñazo.

—Cállate la jeta, Basil y anda' a ver las comiquitas, carajito de tu pepisima madre —lo regañó Vania— puro pendiente de un chisme.

Las otras dos apoyaron el regaño hasta correrlo.

—¡Venus! ¡Aquí esas tres gallinas están acosando a tu bellisima amiga! ¿Cómo hacemos, chama? —escuché a lo lejos.

No tuve que voltear para saber que ahí había ido Lola a sentarle su coñazo por sapo y con Sarah detrás para ir a grabar el peo.

—Pataconcito de pollo... —Venus tocó la puerta que aquellas habían dejado entreabierta— vamos para que desayunes algo sabroso que te hice.

—No tengo hambre, Vee. Pero muchas gracias por la molestia —murmuré.

Había pasado la noche en vela llorando en posición fetal y envuelta entre las sábanas de la cama de Venus con ella escuchando mi versión de la noche anterior. Tenía una migraña mamagueva y no tenía más que un café en el estómago que Venus me había ofrecido para tratar de calmarme.

Pero me resultaba imposible hacer algo como eso.

—Tess, tienes que comer —insistió sentándose en la cama— no puedes seguir así...

No le respondí porque no tenía voz para hacerlo. Las lágrimas las sentía cada vez más calientes con cada caída que ardían. Mis ojos estaban irritados al igual que mi nariz por culpa de los pañuelos con los que me había sacado miles y miles de mocos anoche.

—No quiero nada, Vee... —susurré— por favor, déjame sola, te lo pido...

Sentí su suave caricia en mi muslo antes de que se levantara de la cama.

—Está bien. Pero más tarde haré que comas, Carlota —me dijo firme— así tenga que sentarme sobre ti para que te la tragues.

Coño.

Es que ni con un despecho encima puedo dejar de tener la mente tan cochina.

Venus salió del cuarto dejándome nuevamente sola en la oscuridad salvo por una rendija de luz que se escapaba por la cortina de la ventana y me daba casi en el rostro.

Encendí la pantalla de mi teléfono y sentí un pequeño vacío al ver que no habían mensajes suyos. Nada.

Pero más me dolió el fondo de pantalla.

Estaba yo sobre su espalda, mirándolo como la propia gafa mientras él hacía lo mismo mirando hacia atrás, en mi dirección con miles y miles de confetis blancos, azules y rojos cayendo del cielo. Eso era el día de las audiciones.

Se me arrugó el corazón.

«—¡Thomas, mira! —le dije mirando todo con fascinación mientras aún seguía sobre su espalda— ¡Dime que lo estás viendo! ¿Sí lo ves, verdad? ¡Es lo más hermoso que he visto! ¡Dime si no es lo más hermoso que has visto!

Me sonrió, pero en lugar de mirar a su alrededor, sólo me miró a mi.

—Sí, es lo más hermoso que he visto».

Sollocé.

«—Honey, escucha... —tomó mi mentón para que lo mirara— pase lo que pase ahí afuera, quiero que sepas que para mi siempre serás la persona más increíble, sensacional y talentosa que jamás haya conocido en toda mi vida... y te amo, Teresa. Te amo. Ten en mente siempre que te amo y que jamás voy a dejar de hacerlo.

Sorbi mi nariz.

—También te amo, Thomas Brodie Sangster —toqué su carita.

Sonrió dulcemente. Podía ver sus ojos aguados y llenos de orgullo.

—Lo dijiste bien.

—Siempre he sabido decirlo bien...»

«—Vete —dijo entre dientes— llévate el auto o llama a un maldito Uber pero no quiero seguir viéndote aquí. ¡Largate!

Sus palabras me lastimaron aún más.

Era la primera vez en toda nuestra relación que siquiera se atrevía a levantarme la voz... y me dolió más que un coñazo en la teta».

—No... no, no, no... —me aferré a la almohada de Vee— tú... no, no, no, Tommy... no...

Me parecía imposible creer que esto sea verdad, él no era un asesino, ¡No!

Pero, ¿Qué pasa con el mensaje? No puedo simplemente ignorar que existió. Necesitaba pruebas, más pruebas que lo defendieran, sólo... no, me costaba asimilar todo esto.

¿Debería llamarlo?

No, ayer estaba con el Maracaibo a millón y estoy completamente segura que esa arrechera no se le va a pasar tan fácilmente.

Sorbi mi nariz e intenté limpiar un poco mi cara pero era en vano.

Sollocé.

No, no era el responsable. Thomas jamás, jamás me decepcionaría tan vilmente como... como yo lo había hecho al desconfiar de él. Pero ¡Entiendanme a mi también! Estaba bajo mucho estrés que apenas podía razonar. Lo peor de todo es que a éstas alturas de mi vida, entrar a Republic Records era irrelevante para mí.

Porque si Thomas no estaba para compartir mis logros conmigo como siempre lo había hecho, entonces esto ya no tenía sentido para mí.

I have walked alone… —se me quebró la voz— no one by my side —que patética soy— Now I walk with you, with my head held high.
In the darkest sky, I feel so alive.

Y nada de aquello era mentira, porque así estuviese en el cielo más oscuro, a su lado no habría nada que me hiciese sentir más viva.

—Amorcito...

Me senté en mi sitio al escuchar su voz sin importar lo desaliñada y desastrosa que me encontraba, no era la primera vez que él veía lo peor de mi y tampoco sería la última.

Llevaba sus shorts de fútbol de estar en casa y una camisa de los Stones. Esa era su pijama de estar en casa ajena, ¿Froylan se había quedado aquí a dormir bajo mis narices? ¿Cómo no me di...? Ay, nojoda, que disfrute esa qk mientras le dure porque con la afiliación de The Vamps que tenía Vee, no me sorprendería si pronto hicieran una gira.

No tenía ni ganas de cuaimear a Froy hoy.

—¿Qué haces aquí? —murmuré.

—Venus me llamó y me contó que estabas aquí —cochino mentiroso— así que, ¿Porqué no nos comemos éstas empanadas mientras me cuentas todo?

Se me volvieron a aguar los ojos y él lo notó por lo que dejó la bandeja sobre el mueble de Lola (si, boté a Lola de su cuarto) y se acercó a la cama dando el primer paso entre ambos.

No pasó mucho tiempo antes de que me acercara a él. Pero en lo que Froy me abrazó...

Mi mundo terminó por venirse abajo.

. . .

Jorjius

—¡Y DESPUÉS TE ANDAS QUEJANDO DE QUE A TI NADIE TE PARA BOLAS! —le siguió gritando Neville a Graziella, que diver— ¡¿COMÒ SE TE OCURRE TRATAR A LOS COÑAZOS A BRAD PITT?! ¡¿A TI TE PICA EL CULO, GRAZIELLA?! Ay, agarrenme que la envío de una patada a Venezuela.

Neville se acarició las sienes con estrés.

Estábamos desayunando en pijama aquí en mi oficina porque habíamos hecho una pequeña fiesta nocturna con ropa cómoda para celebrar la admisión del Alessandro al Squad der mal. La estábamos pasando bien chikilukis, mrk. Graziella nos había hecho trencitas a Neville y a mi, pa algo servía la muy mardita, Sergio se había traído unos patacones, Neville se trajo un coñazo de películas de Adam Sandler y Alessandro era el anfitrión de los chismes. Aquí habíamos hablado mal de todo el mundo JSJSJSJSJS.

Y no, nojoda, no era una pijamada porque nosotros ya estábamos grandes pa la gracia.

Claro, la sesión de chisme la cagó Graziella en lo que nos dijo que le había sentado un coñazo a Brad Pitt con una puerta y pa disculparse no le había besado los pies.

Después se anda quejando de que Neville le dice sus cuatro vainas, nojoda.

—¡Torres, defiendeme que tú eres el abogado de ésta mierda! —le exigió la muy ilusa.

—¿Defenderte yo a vo después de esa animalada tuya, Graziella Donatelli? —ironizó— lo que puedo hacer es dejar de agarrar a Jason pa que si te de tu trancazo por inconsciente, ve.

Graziella lo miró indignada.

—Ahora por esa mierda, Alessandro es mi nuevo maracucho favorito, mmaguevo.

Alessandro se echó a reír soltándole un ¡Veeeee! A Sergio.

Solté un suspiro de satisfacción antes de tomar un trago de mi cafecito con leche.

Adoro el caos muy tempreno por la mañana.

Sergio soltó a Neville y Jason tan rápido como inmediato, se quitó la pantufla y se la lanzó a Graziella sin ningún pudor.

Verga, pero Graziella lo esquivó como la Matrix. Idola.

—¡MIRA, CABEZA E' WEBO! —se arrechó la vieja— ¡¿QUÉ MOJÓN TIENES TÚ EN LA CABEZA PARA CREER QUE ME IBAS A DAR CON ESA MIERDA?! ¡TENGO VEINTISÉIS AÑOS PRACTICANDO MI PUNTERIA CON BIANCA Y LUIGI, MMAGUEVO!

De paso.

—Vergación, ¿Son así todo el tiempo? —me preguntó el maracucho nuevo.

—Espera la vaina... esperala... —le pidió Sergio tomando de su cafecito.

Graziella se quitó la chancleta de goma y se la lanzó a Jason.

ERGA. Esa mierda le dio en toda la frente, imagínense el eco que resonó en toda la oficina.

Los tres nos pusimos la mano en la frente sintiendo el dolor colectivo.

—¡GRAZIELLA, HIJA E' TU PEPA!

—Jason, papi... —intenté no reírme— aquí tengo curitas en el escritorio, ¿Te paso la cajita?

Jeson me miró feisimo.

—Ahí ta, Jorjius me apoya —Graziella chasqueó sus dedos.

—Ilusa, ilusisima, mami —bufe— o sea, ¿Qué verga tenías vos en la cabeza al tratar a los coñazos a Brad Pitt? ¡Marica, yo por Brad Pitt me vuelvo marico!

Sergio me miró con ironía.

—¿Más? ¿Eso es posible?

—Cállate o te demand... —me miró con ironía nuevamente haciendo que cayera en cuenta— cállate, ve. Por eso es que Venus te salió bien enana. Tu maldad no la deja crecer.

Sergio me dio un manazo en la cabeza provocando que me atragantara con mi café.

Ay, verga. ¿Cuándo pasamos al segmento de echarnos coñazo?

Mrk, y Alessandro gozando una bola.

Estuvimos hablando paja y comiendo pancito un rato más sentados todos en mi escritorio, cuando la puerta de mi oficina se abrió de coñazo.

Su andar era firme, tenía un oberol lleno de pintura y una bandana roja en la cabeza. La arrechera decoraba su cara familiar.

Eso no impidió que Graziella abriera la jeta y Alessandro le metiera un pan pa que la cerrara.

Sonreí con arrogancia en cuanto estuvo frente a mi.

—Buenos días, hermano mayor —lo saludé con inocencia.

Iluso.

—¿Tienes una maldita idea de todo lo que me va a costar pintar mi mansión gracias a tu nuevo caprichito, Jorge Simón? —me lanzó una brocha que, de no ser por Alessandro que la atrapó antes, me hubiese dado en mi cara tallada por los dioses.

Le voy a regalar un Snicker por ser buen samaritano.

—¿Mi capricho? —me hice el loco— Lo dices como si yo fuese malcriado.

Nawebona, hasta los traidores de mi combo se me quedaron mirando con ironía.

Marditos.

—¡Cincuenta mil dólares! —exclamó ignorando lo último que dije.

—Amundo, ¿Tan chiquita es tu choza? —hice un puchero— con cincuenta mil verdes, mis trabajadores podrían pintar el solar de mi mansión.

Y de no ser porque estuviesemos en compañía, le hubiese sacado la lengua.

—Entonces, eso quiere decir que no hay peo en que pagues tú la remodelación —se cruzó de brazos.

—Vergación... —murmuraron casi que automáticamente los otros pajuos.

¡¿AS KIUS MI?!

—¡¿Y qué te hace pensar a vos que yo tengo plata para pagar esa vaina?!

Levantó las cejas y soltó una carcajada seca y sin gracia.

—¡Eres el creador de Apple y de Instagram! —replicó.

—¡Y VOS EL DUEÑO DE FORD Y NO TE ESTOY QUITANDO LOS RIALES PORQUE SI!

—¡ME QUITASTE EN UNA DEMANDA, DOS MILLONES DE DÓLARES CON EL ARGUMENTO DE QUE TE CAIGO MAL!

—¡A MI MO ME GRITES QUE ESTOY MÁS CHIKITO QUE TÚ!

—Verga, kike te levantó la voz, ¿Te vas a dejar? —escuché a Jason.

—Anda, pues, que te pague tus cobres —le siguió Sergio diciéndole al otro.

—¡ESO EXPLICA EL PORQUÉ HACES ÉSTAS COSAS! —reclamó el innombrable— veintinueve años y aún no maduras, ¿No te da vergüenza?

—Vergüenza debería darte a vos. Tan viejo y ni mujer tienes, en cambio yo...

Levantó nuevamente las cejas.

—Epa, epa... —se metió Graziella— si el peo aquí es porque el papasito que está aquí no tiene novia, tal vez yo...

—Graziella, tú te callas porque trataste mal a Brad Pitt —le mandó a callar Neville— vergüenza debería de darte existir.

—¿Sigues con eso de las competencias? —bufó sin pararle bolas a la otra traidora— ¡Madura, nojoda!

¿Yo inmaduro? ¿Acaso es mi culpa de que esté en contra de mi política Forever Young?

—Que le sientes un coñazo dice —malvado maracucho nuevo.

—¡AQUÍ EL ÚNICO INMADURO ERES TÚ! —le quité la brocha a Alessandro para lanzarsela a Julian.

—¡NO LE VAYAS A PEGAR EN LA CARA! —se lanzó Graziella atrapando la brocha.

El innombrable me miró seriamente.

—Tienes el día de hoy para entregar el dinero —me advirtió.

—¿Y qué te hace pensar a vos que yo fui quien pintó tu casa? —le di un mordisco a mi pan.

Marica, si fui yo, bueno, si fuimos. Porque si yo caigo, estos cuatro caían conmigo.

—¿Quién más escribiría "Qué Malvado Soy" en toda mi puerta con pintura en aerosol negra? Y no me sorprendería si hubieses tenido cómplices.

Nosotros cinco nos tomamos un trago de cafecito mirando para otro lado.

El innombrable negó para si mismo rascándose los piojos que seguro tenía en esas greñas catiras Pantene y luego se dirigió a la puerta.

—Un día, Jorge —me advirtió— o atente a las consecuencias.

Me eché a reír.

—¿Y qué harás, Voldemort? Tengo suficiente poder en ésta ciudad y dudo mucho que tú...

—Le voy a decir a mami.

Coño

E'

La

Madre.

—Cincuenta mil dólares, Jorge —y sin decir más, salió.

Pestañeé aún perplejo.

—A compa' —Sergio tocó mi hombro en unas pequeñas palmadas— en términos legales, te tiene donde quiere, y en otras palabras... marico, te van a dar con la paleta.

. . .

Alicia

¿En casa de Bourne?

—Si, ama' —le confirmé mientras sostenía el teléfono entre el cachete y la oreja para no dejarlo caer porque estaba amamantando a Riley.

—¿Y porqué no se vinieron a la casa?

—Coño, mami. Ian y tú están iniciando su vida de casados, no vas a pretender que Dylan, Riley y yo nos fuésemos a arrimar para allá —ironicé.

Eres mi hija, ella mi nieta y Dylan mi yerno. La casa esta es lo suficientemente grande para todos y qué molestias un coñoelamadre, a la vaca no le estorban sus cachos —dijo— pero ajá, hiciste bien en irte para allá. La casa del macho de tu tía está más resguardada que Miraflores. Lo que aún no deja de ponerme nerviosa es lo de los mmaguevos anónimos esos y el loco que está cazando a Dylan. ¿Ya pusieron la denuncia?

Teresa y Thomas lo hicieron hace unos días pero en ésta mierda es preferible que uno resuelva todo sólo porque si es por la policia... —rodé los ojos mientras acomodaba a Riley para el otro pezón— aún así, no nos quedaremos mucho. En unos días nos vamos con la familia de Dylan a New York.

—Nawebona, ¿Y porqué?

—Paula, porque a mi no me gusta estar de arrimada en un sitio teniendo otra casa en otra parte —le dije— Dylan y yo esperamos que este viaje logre dejarnos fuera del radar del loco o la loca esa un buen rato. Además, necesito comprar unas vainas para la boda, Bianca y las muchachas me van a volver loca...

Me acomodé a la bebé para sacarle los gases mientras ponía el teléfono en altavoz y lo dejaba sobre la cama.

Bueno, por lo menos no piensas suspender la boda por esa vaina —dijo— y me imagino que los guaruras de viaje de Dylan estarán de servicio, ¿No esperarás viajar con la bebé y el otro webón sin...?

Que si, vieja —suspiré pesadamente, erga, mami a veces se ponía ladilla— y ve, mejor cambiemos de tema porque la verdad, esto me estresa y si me estreso, me da migraña. Mejor dime, ¿Has sabido algo de la hija tuya? Desde ayer estoy llame que llame y nada, Teresa tiene ese teléfono de adorno.

Verga, hija. La verdad es que tu hermana ha estado full con lo de la canción esa que le pidió el tipo del sello, me imagino que debe ser por eso. De todas maneras échale un ring a Froy, vos sabes que esos son como el papel toalet y las ganas de cagar. Pa arriba y pa abajo juntos.

Mentira no era.

—Dale, lo llamaré después de que me bañe para ver si él sabe algo —bostecé— bendición.

Dale, gorda. Dios te bendiga, te portas bien y besitos a mi nieta piciosa.

Sonreí y colgué.

En cuanto escuché que Riley soltó los eructos que debía soltar, la dejé sobre la cama mirando los colores del cojín de arcoiris cerca de ella.

Me acerqué a la maleta y busqué algo cómodo para estar en casa. No tenía grabaciones hasta la próxima semana y esa vaina me daba un gran alivio, Jeff trataba de flexibilizarnos los horarios a Dylan y a mi, pero más a mi por la carajita.

Me desvesti y agarré un albornoz siempre echándole un ojo a Riley pilas de que no se fuera a caer de la cama. Nawebona, ahora entiendo a mami y a su loca manía de estarnos cuidando a cada rato y sin importar la edad que tuviésemos.

La puerta se abrió por lo que rápidamente me cerré la bata. Tampoco la que le enseña una teta a la cachifa pues.

—Ah, sólo eres tú —suspiré alividada al ver que sólo era Dylan.

—Vaya, que grato recibimiento, eh.

Me reí.

—Ay, vale. No quise sonar así, sabes a lo que me refería —me puse de puntas para tomar su carita y darle un beso. En lo que iba de mañana no lo había visto porque se había ido a una reunión— ¿Cómo te fue con Wes?

Sonrió ligeramente.

—Bien. Hablamos sobre las fechas para el inicio de The Mortal Cure.

—¿De pana? —sonreí dándole un abrazo— ¡Bombón, eso es fino! Me alegro muchísimo por ti.

Sin embargo, tardó un poco en corresponderme y lo noté.

Desde que desperté para hacerle el desayuno ha estado distante, ¿Habré hecho algo mal?

—Sí, lo sé, Bonita... —tomó mis brazos y los apartó suavemente de su cuello antes de tomar mis manos— escucha, ¿Tienes algo de tiempo?

Lo miré extrañada. Aún así, traté de ignorar esa sensación.

—Estaba a punto de ir a lavarme la peluca pero supongo que puedo esperar un poco —acaricié sus dedos con el dorso de mi pulgar— ¿Sucede algo, mi cielo?

Dylan hizo el intento de mirarme pero de vaina me miró la nariz, luego apartó la vista y se fijó que Riley estaba en la cama así que se separó de mí y fue hacia ella para hacerle compañía.

—De hecho... sí —ay, coño— necesitamos hablar seriamente.

Marica, si me dice que ya no se quiere casar conmigo, me siento a llorar.

Y más atrás iba Bianca a echarle sus coñazos porque ella estaba organizando de toda vaina pa la boda.

—¿Qué? ¿Sucedió algo? —me senté del otro lado de la bebé para estar pendiente y lo miré con preocupación— ¿Ya no quieres que nos casemos? Pensé que...

Abrió los ojos sorprendido.

—Espera, ¿Qué? ¡No! —me detuvo— o sea, si. Es decir... no tiene absolutamente nada que ver con la boda, mi propuesta sigue en pie, mi amor. Es sólo que hay algo de lo que debemos hablar.

Verga, sentí un alivio.

—Así será de importante para que tengas esa cara —le dije mientras acariciaba la manito de Riley— a ver.

La mueca que se formó en sus labios me advirtió tres cosas:

1) Que hizo una vaina que posiblemente me iba a hacer arrechar.

2) Que me dañó alguna vaina hace días y el remordimiento lo tiene loco porque sabe que igualito le voy a meter su cocotazo.

3) Que el tema era demasiado delicado y que ni siquiera él sabía cómo empezar a hablarlo.

4) Todas las anteriores.

—Escucha, primero que nada quiero que tengas presente que tú y nuestra bebé son el amor de mi vida, ¿Okay?

Me puse la mano en la cintura.

—¿Qué vaina rompiste que hasta ahorita es que te vas a dignar a hablar, O'Brien? —le dije.

Marica, es que de pana no me sorprendería. Una vez hizo algo parecido a esto sólo para decirme que había roto la mesita de café de vidrio de la sala en una arrechera que agarró viendo un juego de béisbol con Ty.

—Estoy seguro que la confianza no es algo material, Alicia.

Mierda.

Algo hizo. Me llamó por mi nombre.

Lo más arrecho es que de lo que si estoy segura es que un cacho no es porque éste carajito besa el piso por donde camino al igual que yo con él. Sería ilógico pues.

—Dylan, me estás asustando —confesé— dilo de una vez.

Suspiró luego de un par de segundos.

—¿Recuerdas...? —empezó— ¿Recuerdas aquella madrugada cuando tú y Britt fueron a buscarme al set? La vez en la que ambas subieron por primera vez solas a un auto por voluntad propia y no estalló.

Éste pajuo.

—Si.

—¿Recuerdas la discusión que tuvimos en el elevador al regresar a casa ése día?

Arrugué el entrecejo.

Verga, eso fue hace meses atrás, Riley estaría navegando en las bolas del papá en ése entonces.

«—¿Acaso me estás diciendo que no estás de acuerdo en hacer público el compromiso? —inquiri— coño, Dylan. Me pediste matrimonio en México en la mitad de la calle, ¿Qué más público que esa vaina?

—No es eso, Bonita. Es una enorme noticia, ¿Cómo crees que los demás vayan a reaccionar?

Me crucé de brazos.

—Dime algo, ¿Te preocupa la reacción de los demás o sólo la reacción de Britt? —no me respondió— eso supuse.

—Espera, no es lo que crees —se apresuró a decir.

—¿Qué es lo que se supone que no debo creer? —le pregunté— ¿Que ustedes dos llevan tiempo con un secreteo ahí y no me quieren decir?

La cara de Dylan me lo confirmó todo pues. Esos dos tienen un beta montado.

—Te lo explicaré a su momento, te lo prometo.

—¿Porqué? ¿Porqué no de una vez?

—¡Porque yo aún estoy procesandolo! —exclamó. Luego se dio cuenta que había levantado un poco la voz así que trató de relajarse— no es nada fácil vivir con esto, sólo te pido que me des paciencia, por favor —se le hizo un nudo en la garganta, ya va, ¿Iba a llorar?— eres la persona que más amo en el mundo y te necesito. Aún no puedo decirte lo que sucede porque de sólo pensarlo, las palabras no me salen. Me quema, Alicia, me quema. Sólo dame tiempo, yo.... yo te necesito»

Si, por supuesto, chama.

Ése día estuvo súper sensible y nunca me dijo el motivo, simplemente me aseguró que cuando estuviese listo, me contaría.

Creo que ése momento había llegado.

—Pensé que no me contrarias el porqué estabas así esa vez y que preferias dejar que se me olvidara la vaina —admití— ay, Bombón. Sabes que puedes hablar de lo que sea conmigo. No voy a juzgarte ni nada, ¿Porqué insinuas que perderás mi confianza?

—Por no tener los cojones suficientes como para decírtelo la primera vez —soltó así de unas.

Espera, ¿Qué?

—¿A qué te refieres?

Entonces sus ojitos mieles me miraron tristes. Ay, bebé.

—Britt y yo... —ay no, no, no, no— nosotros...

Mordi mi labio inferior a la espera de lo peor.

No, marico, cachos no, Dylan no es capaz de esa mierda.

—¿Ustedes qué? —intenté no sonar ansiosa.

—Britt no me botó aquella vez porque ya no me amaba, cielo. Ella... ella simplemente montó un show para esconderme lo que realmente había sucedido, todo... su relación con Scott, su indiferencia, TODO fue mentira —ya va, ¿Qué?— quería que me enfocara de lleno en mi carrera en lugar de enfrascarme en una depresión al igual que ella por...

Suspiró pesadamente cerrando sus ojos como si esas palabras que estaba a punto de decir, le quemaban la garganta.

—Dylan... —murmuré intentando animarlo.

Pero me llevé fue el baldazo de los baldazos de agua fría.

—Britt estuvo embarazada.

Silencio y shock.

Aquellas eran las palabras que describian a la perfección mi expresión.

¿Ella había estado embarazada? Entonces... ¿Qué había sucedido? ¿Porqué simplemente decidió alejarlo si se se suponía que aquella era una noticia increíble para ambos? Ella amaba a Dylan, ella siempre amaría a Dylan al igual que él a ella pasaran los años que pasaran y las personas que intercedieran.

Esa era la realidad. Porque por más que uno lo intente, el primer amor es dificil de olvidar.

Pero, ¿Porqué ella lo decidió así?

—Di algo, por favor —me pidió alargando su mano hacia mí pero no quería sentirlo en éste momento, me sentía extraña y con las emociones revueltas— ¿Alicia?

—¿Y dónde está? —fue lo que apenas pude articular coherentemente sin trabas.

Dylan bajó la mirada un poco. Entonces, sólo entonces, uní los cables.

Y créanme, se sintió horrible haber entendido al final lo que había sucedido con el bebé.

—Él o ella... no están, simplemente no se pudo... —murmuró pasando una mano por su cabello.

—¿Ella abortó?

Sus ojos encontraron los míos. La tristeza los invadió del todo en cuanto su cabeza asintió.

Sentí un vacío horrible en el estómago y como si algo me presionara fuertemente el corazón. Rabia, mezclada con desconcierto corria por mis venas.

—¡¿Cómo coño ella fue capaz de...?!

—No fue a propósito —dijo obteniendo nuevamente mi atención— de hecho, estaba emocionada con darme la noticia y me invitó a su casa pero su papá me echó a patadas antes de saberlo, por desgracia a los minutos él lo supo al ver el test y echó a Britt de casa. Es ahí donde Scott entra en escena.

—¿El mardito loco que la maltrataba?

Asintió.

—Al principio si cuidó de ella, hizo todo lo que se suponía que me correspondía hacer a mi pero para esa noche, yo había vuelto a Virginia a grabar —explicaba, pude notar como su nariz y sus ojos empezaban a enrojecer— ella jamás me dijo lo que le estaba sucediendo, de ser así, hubiese dejado todo tirado para ir junto a ella.

»Para cuando volví, ella había arreglado todo con su padre, incluso el tipo estuvo de acuerdo en hacer una fiesta de cumpleaños para Britt. Aquella noche fue increíble, sucedió una noche antes de nuestro aniversario, nos complementabamos el uno al otro. Pero después de todo, ninguno de los dos sabía que aquella noche era la culminación de nuestra relación... porque un día después, ella me botó.

—Esa es la historia que todos conocemos —le dije.

—Así es —habló— sólo que los motivos de Britt fueron completamente diferentes a los que quería aparentar al decir todo lo que dijo. La verdad es que en la madrugada de su cumpleaños lo perdió, no sabemos si fue por algo que comió y le sentó mal o simplemente porque no era su momento, el punto es... —sorbió su nariz y limpió con las mangas de su suéter las lágrimas que le rodaban por el rostro— el punto es que Britt pasó dos años sola en algo como eso mientras yo si volví a enamorarme de nuevo y el día de hoy tengo una bebé... no es justo, ¿Qué no lo ves?

Marica, me dolía el corazón. Ellos pasando por una vaina así y yo de cuaima arrecha porque ella me acaparaba a Dylan en ese entonces. Perder a un bebé, coño, su bebé, por muy mierda que alguien pueda llegar a ser en la vida no se lo deseo a nadie.

Miré a mi Riley que estaba distraída mirando las luces del techo y tuve el impulso de agarrar a mi muchacha en brazos y acurrucarla conmigo.

—No imagino cómo se están sintiendo los dos, Bombón, yo... —se me hizo un nudo en la garganta cuando lo vi llorando— Dylan, por favor, no llores...

—Lo siento, sé que debí decírtelo antes pero aún era dificil procesarlo —se disculpó— no quería iniciar una vida juntos los tres con secretos de por medio. Es por eso que fui a hablarlo primero con Britt porque necesitaba saber si ella estaba de acuerdo en que te lo contara. Espero que no estés molesta conmigo, Bonita...

—¿Molestarme? —llevé mi mano a su rostro mientras que con el otro brazo sostenía a la bebé— mi amor, no. ¿Cómo puedo molestarme por algo así, Dios ¡No! —dije— claro, eso no quita el hecho de que se me parta el corazón por todo esto que están pasando, Dyl. No imagino cómo estaría yo si hubiese perdido a ésta cosita...

Dylan miró a la bebé y se acercó un poco más a nosotras para poder abrazarme y acariciarla.

—Britt le tiene aprecio a Riley —me comentó— se ha portado muy linda.

Asenti aunque por dentro me sintiera un poco culpable. Marica, ella estuvo pendiente de mi en los meses de embarazo, no creo que en ningún momento no se le haya venido un recuerdo nostálgico de lo que ella pudo tener de no ser por aquello y que ahora sólo debía vivir con ese amargo recuerdo.

Dio mucho qué decir de ella.

—¿Sabes? —suspiré levantando la mirada y rozando nuestras narices por la cercanía. Aparté las lágrimas que caían de sus ojos— creo que si tuviste razón después de todo. Ella es increíble, sólo tardé mucho en notarlo.

Suspiró.

—Lo sé...

A pesar del bombazo que me dio, sentía que aún traía más consigo, así que me atreví a preguntar.

—¿Porqué sigues así, mi amor? —le hablé suavemente— ¿Qué más tienes que decirme?

Sus ojos me miraron fijamente tardando un poco en responderme.

—Yo... a veces siento que estoy siendo injusto al disfrutar de mi pequeña y hermosa familia mientras ella... —su voz se apagó— no es justo, Alicia. No es justo que yo sí pueda cambiar a Riley mientras ella no pudo hacerlo. No es justo que yo pueda hablarle a mi niña mientras ella no pudo hacerlo... no es justo que yo pueda cantarle cada noche antes de arroparla, verla dormir como un ángel mientras Britt... no es justo.

Se me partía el corazón saber que se sentía de esa forma, y en parte no lo culpaba, pero tampoco podía permitirle echarse esa cruz sabiendo que el motivo principal era el saber que se sentía un inútil al haberla dejado sola en ése momento.

—Lo sé, sé que no es nada justo pero debes tener en cuenta que ella ya está iniciando una nueva etapa de su vida al igual que lo hiciste tú, mi amor —le recordé— y soy consciente que algo como esto no se supera, no, no puedo pedirte que lo hagas porque incluso yo me moriría si a nuestra niña le sucede algo. Pero ya es momento de que aprendas a sobrellevarlo, podrías tomar terapia, podrías hacer algo en honor a ése bebé... sea lo que sea, cariño, tenlo por seguro de que aquí me tienes para apoyarte siempre, nos tienes a las dos —le acerqué a la bebé para que la sostuviera— mirala, ahí la tienes para enseñarle tanto de lo que sabes, actuación, béisbol, música... el punto es que no puedes decaer cuando tienes un motivo para echarle ganas a la vida, tenemos un motivo.

Dylan miró a la bebé en sus brazos. Riley lo miró y gracias a las caricias que Dylan le hacía con su dedo cerca de la barbilla, la bebé sonrió mostrando sus encías.

—Mirala, ella te ama, ¿No es suficiente para intentarlo?

Ambos se miraron. Dios, esa carajita era igualita a él y a Julia, de vaina no la hicieron ellos dos. Riley se distrajo un momento con la pulsera de oro con mi nombre que decoraba la muñeca de Dylan e intentó jalarsela porque una parte de la cadenita sobresalía.

Entonces una pequeña sonrisa se fue formando en los labios de Dylan aún sin dejar de mirarla. La levantó ante él y le dio muchos besos en la mejilla.

—Eres el amor de mi vida, cosita hermosa —le dijo.

Le di un golpe juguetón en el hombro.

—Epa, creí que yo era el amor de tu vida.

Le dio otro beso a la bebé.

—Cierto, cierto —rió ligeramente— ambas son el amor de mi vida.

Me subí a la cama completamente sólo para rodearlo por la espalda, abrazarlo por el cuello y poder mirar juntos a nuestra nena.

Le di un beso en la mejilla sonoramente antes de acercarme a su oído.

—¿Dyl? —susurré en su oído.

—¿Hmm...?

—Jamás me ocultes cosas así otra vez, por favor. Todo lo hablaremos con calma hasta llegar a un acuerdo, no necesariamente deben haber peleas —acaricié su espalda— ¿Estás de acuerdo?

Asintió.

—De acuerdo.

Reí ligeramente.

—Llámame cuaima paranoica pero por un momento creí que me ibas a decir que me habías metido cachos con alguna puta de esas que tanto te llueven —le di varios besos en la mejilla y en el cuello— pero tú nunca harías una vaina como esa porque tú a mi me amas y jamás permitirías que te pusieran un dedo encima, ¿Verdad?

Pero no me respondió.

Entonces la risita se me fue.

—Dylan —me le asomé por un lado para que me viera la cara— jamás permitirías que alguna de esas mamarrachas te pusieran un dedo encima, ¿VERDAD?

Negó.

—No... no, cariño.

Me quité ese peso de encima.

—Lo sé. Tú eres diferente a los demás hombres —volví a besarlo— y es por eso que estoy orgullosa.

Ay, papá. Tremendo númerito que se hubiese ahorrado si hubiese abierto la jeta a tiempo.

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¡Buenas, mi gente! Primero que nada, capítulo dedicado a mi amor @Cute_pineapple18 que está de cumpleaños al igual que mamá pata @AnaJauregui dición, ama'?

Weno, a lo que íbamos. Cómo les va la echadera de coco? JAJAJAJAJA, aún sin descubrir quién es la persona culpable?

Para que vean que no soy tan mierda, les voy a dejar un adelanto:

—¡¿Por qué lo hiciste?! —gritó aún en llanto.

—¡¿Acaso no ves que sabía demasiado?! Mejor deja de llorar y ayúdame a deshacerme de las pruebas.

—No, no quiero. ¡Ya no!

Su risa amarga le erizó los vellos de la piel.

—Ya es tarde para arrepentirse, ¿No lo crees?

Que tengan una bonita noche :)

Y que duerman rico JAJAJAJA.

Mich out.

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