—N-no puedo hacerlo— Jimin da unos cuántos pasos hacía mi, me observa cuidadoso y enternecido— es difícil.

Tenemos la sala de prácticas libre, Jimin ha cerrado la puerta con seguro para que nadie perturbe nuestro ensayo, el luce muy bien, está sudando sólo un poco y su rostro libre de maquillaje es atractivo, sus mejillas parecen ser suaves y su sonrisa es dulce.

Todo en Jimin es suave y dulce, como la crema de vainilla y arándanos que tanto le gusta.

—Si puedes, casi lo logras— llega a mi lado, mi metro con sesenta y ocho me obliga a levantar la cabeza, solo un poco— estás muy tensa, tu miedo a hacerlo mal te tiene así, mira— toma mis hombros y me gira, estoy viendo al espejo, él permanece pegado a mi espalda— lo haremos juntos.

No me permite protestar, toma mi brazo, lo levanta y nos mueve a ambos, tres pasos a la derecha y uno hacía atrás, sus pies parecen moverse por si solos, por inercia, costumbre y gusto tal vez.

—Relaja los hombros— lo hago— tus rodillas, no las fuerces.

La palma de su mano izquierda se posa en mi abdomen, damos dos giros, lentos y delicados.

Jimin me abraza, deja caer su cabeza sobre mi hombro, nos detenemos y lo veo a través del espejo, se aferra a mi y la canción se acaba.

—Esto n-no es p-parte de la coreografía— me tiemblan los labios, incluso mis manos se vuelven frías—Jiminie.

—Lo sé— su respiración es caliente, golpea la curvatura entre mi hombro y cuello— sólo... quedémonos así un rato.

Mi pecho se comprime, lo dejo hacer, sus manos suben y se detienen justo dónde mi abdomen comienza, enviando electricidad a todo mi cuerpo y hundiéndome más en los nervios.

—Quedémonos así para siempre— susurra, yo también quisiera lo mismo.

Pero no puede ser, Jiminie.

Ya llegó el mochi a contarles que el cerrará con broche de oro la saga Famous y que está ansioso por empezar.

Dejen todo su amor, como siempre, ya saben que aún no comienza pero estaremos al pendiente.

Besitos rojos.