Jimin

Me encontraba en un pequeño dilema.

—Si, hola— me aclaré la garganta— señor Alessandro...

—¿Le pasó algo a Minji?— me corta inmediatamente, bueno, pero déjeme hablar.

—Hace unos minutos terminamos la clase, uhm, se puso muy triste y me pidió que no le contara a usted que firmó los papeles para casarse— hablo lo más bajo que puedo, pues no quiero que escuche que fui de soplón con su papá, ella sabe que el hombre me habla para saber de ella— yo también estoy muy sorprendido, digo, ayer estaba técnicamente soltera y ahora-

—Está bien, no te preocupes— suspira— eso no es realmente un problema ¿crees que puedas pasarme con ella?

—Uh, creo que si.

Me acerco con lentitud hasta dónde está ella sentada, terminando de empacar sus cosas y vocalizo una disculpa pues acabo de delatarla cuándo me dijo que no lo hiciera.

Se quedan un largo rato, yo solo puedo observar y morderme las uñas porque no sé que más pueda hacer.

Aún se ve triste ¿y si la invito a un helado? ¿siquiera come helado de noche? no sé, sólo estoy haciéndome muchas preguntas porque me molesta verla así, tan decaída.

Su esposo debería invitarla a helado, no yo, pero aquí voy todo nervioso a proponerle aquello.

Me entrega el teléfono y agradece, lo digo de sopetón para que, si me rechaza, lo haga rápidamente.

—¿Te gustaría ir por helado? Yo invito— sus ojos se abren, parece no saber que responder— cuándo me siento mal, las cosas dulces me animan un poco— suspiro, viéndola remojar sus labios— puedes tomar mi brazo si te sientes muy nerviosa.

Aquello parece aliviarla.

—¿Puedo?

—Si, claro, si— vuelvo a aclararme la garganta y tiro mi cabello hacía atrás, producto de unos nervios inexplicables— hay algunos lugares cerca que casi nunca están congestionados, podemos comer allí y, uh, ¿charlar un rato? si.

¿Porque sueno como un retrasado? Minji vuelve a relamer sus labios, mordiendo el inferior en el proceso, pensándolo.

—Me parece bien— puedo respirar— s-si tu dices que el dulce me animará... está bien.

Asiento, con ambas manos en mis bolsillos, sonriendo un poco, de manera inconsciente.

—Cuándo estés lista, entonces.

Debo estar tonto.

🎆🎆🎆

—¿Qué hay sobre las chispas de colores?— niega, arrugando la nariz y riéndose de mi expresión ofendida— ¿Pasas? ¿Maní?— niega, comiendo su simple helado de vainilla, sin jarabe, sin chispas, sin nada— ¿Las galletas? ¿Crema?

—Me gusta concentrarme en el sabor del helado— se lleva pequeñas cucharadas— si le agrego otra cosas, el sabor principal se pierde y eso no tendría sentido.

Mi helado con chipas, crema, lechera y galleta se siente muy ofendido. Estamos detrás de un árbol, como dije, no había casi nadie rondando, las pocas personas estaban bastante alejadas, por lo que no tenía que preocuparme de que Minji se asustara.

—Nunca había visto este lugar, es muy verde— comenta, alza la vista a la copa del árbol— es muy tranquilo, me gusta.

—¿De verdad? me alegra, he venido aquí un par de veces con mis amigos, cuándo teníamos tiempo y deseábamos pasarlo juntos, hacíamos picnic nocturno— ella sonríe escuchandome atenta— también dábamos paseos en bicicleta.

—Oh, no sé manejar bicicleta— se ríe, avergonzada— casi no jugaba pequeña, cuándo aún vivía con papá, escapabamos a una pista de hielo, me enseñó a patinar y eso fue todo.

Aquello era mejor que la bicicleta.

—Hágamos un trato— digo, emocionado— te enseñaré a usar la bicicleta y tu me enseñarás a patinar en hielo ¿aún puedes hacerlo?— asiente— bien, al final de cada clase, si tenemos tiempo, podemos venir al parque.

Vuelve a asentir, sonriendo en grande esta vez.

—Podemos hacerlo— me toma desprevenido cuando su mano libre alcanza la mía apretandola— ¿Somos amigos entonces?

Me río, claro, ¿porqué no?

—Somos amigos.