capítulo 8: El universo es un guionista al que le gusta el drama.
—Joven Jeon. —llamó el profesor Wang con un tono de preocupación—. ¿Está bien?
Jungkook levantó la vista, había estado tan perdido en sus propios pensamientos, que ni siquiera había notado que la clase había terminado y que todos los demás ya se habían ido.
—Lo siento, profesor, no va a volver a pasar. —Intentó disculparse, pero sus palabras sonaron vacías, sin la convicción necesaria.
El profesor Wang suspiró, acercándose un poco más, dejando a un lado la formalidad habitual entre docente y alumno.
—No se trata de que no vuelva a pasar. —El señor Wang puso una mano en su cabeza—. Niño, eres una mente brillante, tienes que saber superar y afrontar lo que pasas ahora. Que alguien tropiece y pierda el rumbo, no significa que siga perdido para siempre, ¡Tú puedes con todo niño!
Los ánimos del profesor hicieron que Jungkook se rompiera delante de él.
—¿Por qué no te arriesgas a participar en el concurso de intercambio? —comentó el señor Wang con una sonrisa.
Más de 5000 estudiantes de diferentes universidades competían por un intercambio de un semestre en la mejor universidad de cine: Beijing Film Academy. ¿Acaso Jungkook tenía oportunidad?
Era como decir que tendría la oportunidad de besarse con Park Jimin, jamás de los jamases de los nunca jamases iba a pasar. Antes que pasara eso los duendes existirían y le dirían a Jungkook que estaba haciendo lo correcto, que debía seguir adelante y luchar por lo que realmente quería.
La realidad era que los duendes no existían y que jamás tocaría los labios de su amado.
O, ¿Si?...
Los parlantes estaban a todo volumen y one of the girls estaba sonando a todo volumen. La fiesta aún seguía, y estaba en la mejor parte.
Give me tough love
Leave me with nothin' when I come down
My kind of love
Push me and choke me till I pass out.
Jungkook empujó a Jimin contra una de las paredes de la fiesta besándolo con fuerza. Sus labios se encontraron en un beso intenso y hambriento, sus lenguas chocaban con fuerza como si estuvieran compitiendo por quien toma el control de la situación... obviamente Jeon jamás iba a ceder ante ese juego porque él quería dominar al rubio, quería verlo llorar por placer.
El calor del momento se intensificó cuando Jungkook, separándose ligeramente, deslizó su lengua por el cuello de Jimin, trazando un camino de marcas rojas que hacía temblar al rubio bajo su toque. Los gemidos de Jimin eran música para los oídos de Jungkook, quien sonreía contra su piel, saboreando cada reacción que lograba provocar.
El deseo de hacerlo suyo en todos los sentidos posibles lo impulsaba, haciendo que su toque se volviera más intenso, más exigente.
Jimin, por su parte, respondía con la misma intensidad, su cuerpo se arqueaba hacia Jungkook, buscando más contacto, más de esa sensación embriagadora que solo él podía darle. La atmósfera a su alrededor parecía evaporarse, dejando solo el calor de sus cuerpos y las respiraciones agitadas, perdidos en un juego donde no había perdedores, solo el placer compartido de sentirse el uno al otro.
El deseo en los ojos de Jungkook se intensificó al sentir a Jimin saltar sobre él y envolver sus piernas con firmeza alrededor de sus caderas, acercándose aún más. Con sus dos manos agarró el trasero de Jimin y lo acomodó para sostenerlo, también, lo apretó sin descaro causando un fuerte gemido en el rubio.
—Al parecer, el gimnasio ha dado buenos resultados. —susurró Jimin con un tono juguetón, deslizando sus manos por los abdominales firmes de Jungkook, disfrutando de cada contorno. Sus palabras iban más allá de un simple halago; eran una provocación, un desafío que Jungkook estaba más que dispuesto a aceptar—. ¿Por qué no vamos arriba?
Jungkook, sin dejar de mirarlo, se detuvo un momento.
—¿Estás seguro que quieres ir arriba? —La pregunta no era más que una formalidad, un último atisbo de control antes de dejarse llevar por completo.
—Solo quiero que pongas tus manos en mi cuello y me hagas perder la razón. —respondió Jimin con una voz baja, casi un susurro, pero con una intensidad que electrizó a Jungkook.
—Entonces, tus deseos son órdenes, amor. —contestó Jungkook antes de capturar los labios de Jimin en un beso feroz, cargado de toda la intensidad que había estado conteniendo. El sabor de vodka aún persistía, mezclándose con el sabor único a kiwi de Jimin, una combinación que lo hacía adicto, que lo hacía querer comerlo por completo.
Con una facilidad que solo el deseo puede proporcionar, Jungkook comenzó a subir las escaleras, con Jimin aún encima de él. Cada paso los acercaba más a ese lugar privado, donde podrían dar rienda suelta a todo lo que habían estado conteniendo, donde no habría más barreras ni dudas. Solo ellos, envueltos en un deseo incontrolable que prometía consumirlos por completo.
Jungkook sentía cómo el deseo ardía en cada célula de su cuerpo, y con Jimin tan cerca, tan dispuesto para él, estaba a punto de alcanzar lo que tanto había anhelado. Los dulces gemidos de Jimin, el sabor de su piel, todo estaba al alcance de su mano. Solo unos pocos pasos más y estarían a solas, en esa habitación donde nada más importaría.
Sin embargo, el universo es un guionista al que le gusta el drama.
—¿Jungkook? —una voz sonó a lo lejos.
—¿Por qué todo el mundo te conoce en esta puta fiesta? —Jimin agarró la cara del pelinegro con sus dos manos y la acercó—. Esta vez, nadie nos va a interrumpir. —terminó de hablar besando a Jungkook y distrayéndolo de aquella voz que aún lo llamaba.
"¡Jungkook!" Una voz llena de ira y frustración resonó detrás de él, acompañada de un toque firme en el hombro. Pero Jungkook, inmerso en el éxtasis del momento, continuó besando a Jimin, ignorando el llamado.
El beso era todo lo que existía para él en ese instante. Sin embargo, la insistencia detrás de aquella voz lo obligó a detenerse, y con un suspiro de fastidio, bajó a Jimin al suelo, girándose para enfrentar al intruso que había interrumpido su momento.
—Mira, amigo, no sé quién eres, pero... —empezó a decir Jungkook, con una mezcla de irritación y arrogancia en la voz. Pero sus palabras quedaron atrapadas en su garganta cuando reconoció al hombre frente a él—... Taehyung...
La expresión de Taehyung era un torbellino de emociones; su ceño fruncido y los ojos llameantes revelaban una furia contenida, pero también un dolor profundo que Jungkook no supo cómo procesar.
—Eres un idiota, Jungkook. —la voz de Taehyung era baja pero cargada de veneno—. Acabo de dejar a Yoongi en su casa porque se sentía mal, y me dijo que tú te ibas a quedar en la fiesta para relajarte. Iba a llamar a tu hermano para que viniera por ti porque me parecía peligroso que te quedaras aquí, tal vez podrías intoxicarse de nuevo. Pero, ¿Sabes qué? Yoongi me rogó que no lo hiciera, que volviera a la fiesta y te vigilará para que no hicieras locuras... —Taehyung hizo una pausa, su mirada clavada en la de Jungkook, como si quisiera atravesarlo con ella—. Como la que acabas de hacer.
Las palabras de Taehyung cayeron sobre Jungkook como un balde de agua helada, despertando en él una conciencia amarga. La culpa empezó a burbujear en su interior, recordándole que Yoongi, a pesar de todo, había seguido preocupándose por él, incluso después de la discusión. Había enviado a Taehyung para cuidarlo porque sabía que estaba drogado y bastante alcoholizado... no lo dejó y también siguió con la promesa de no llamar a Seokjin.
—Créeme que lo lamento, no fue mi intención. Esto no es enserio.—se disculpó Jungkook apenas en un murmullo cargado de remordimiento.
Taehyung lo miró con una mezcla de decepción y desprecio, su pecho subiendo y bajando con la respiración agitada por la rabia contenida.
—¿Tu intención no fue meterle la lengua a tu amigo? —espetó con amargura—. Por favor, Jungkook, tu novio está preocupado por ti, y tú aquí besándote con otro... Eso no tiene perdón. —Luego, se volvió hacia Jimin, su mirada ahora afilada como un cuchillo—. ¿Primero Namjoon y luego Jungkook? ¿Qué clase de perra eres?
El tiempo pareció detenerse en ese momento. Las palabras de Taehyung cortaron el aire, dejando a Jungkook congelado en su lugar. El choque de emociones que sintió: culpa, ira, confusión, lo llevó al límite.
—¿Qué acabas de decir? —preguntó Jungkook con su voz temblando por la furia que bullía en su interior. Dio un paso hacia Taehyung, empujándolo con fuerza en el pecho—. Jimin no tiene nada que ver aquí, no te metas con él
—Solo acabo de decir la verdad... aunque te duela. —Taehyung devolvió el empujón, sin retroceder—. ¿Por qué defiendes a alguien que no vale la pena, alguien que solo juega con los sentimientos de las personas?
La ira de Jungkook estalló en un segundo, una furia ciega que lo llevó a lanzarse sobre Taehyung con los puños cerrados, golpeándolo con toda la fuerza de su frustración y dolor. Ambos cayeron al suelo enredados, una masa de rabia y violencia, lanzando golpes que pronto se volvieron brutales. La música estridente de la fiesta ahogaba los gritos de los presentes, que apenas se percataban de la pelea que se desarrollaba a su alrededor. Ni siquiera Jimin pudo detenerlos, su voz rogando por que se separaran era solo un susurro sin importancia para los contrincantes en lucha.
Un golpe fuerte y bien dirigido por parte de Taehyung logró derribar a Jungkook, haciéndolo caer al suelo con un dolor sordo en la mandíbula. Jungkook escupió sangre, sintiendo cómo el dolor físico se mezclaba con el tormento emocional que lo destrozaba por dentro.
—Otras personas darían todo por haber sido el novio de Min Yoongi. —gritó Taehyung, mientras intentaba golpear a Jungkook de nuevo. Pero Jimin, desesperado, logró interponerse, agarrando a Taehyung por los brazos y suplicándole que parara—. Tú, que tuviste ese privilegio, lo desperdiciaste de la peor manera. Eres un fracasado, que jamás podrá hacer las cosas bien.
Con esas palabras lanzadas con desprecio, se liberó del agarre de Jimin y se marchó de la fiesta, dejando a Jungkook tirado en el suelo, rodeado por un charco de su propia sangre. Las palabras de Taehyung fueron el golpe final, más doloroso que cualquier puñetazo.
Jungkook permaneció en el suelo, sus pensamientos estaban entrelazados con la sangre que aún goteaba de su labio partido. El dolor físico era insignificante comparado con el peso aplastante de las palabras de Taehyung. "Fracasado" resonaba en su mente, como un eco interminable que hacía que su pecho se sintiera vacío y frío.
—Jungkook... —La voz suave de Jimin se filtró a través de su dolor, pero él no podía responder. Sentía que las palabras se le atoraban en la garganta, sofocadas por la culpa y la vergüenza—. ¿Estás bien?
Jungkook murmuró un débil "Estoy bien" mientras se incorporaba lentamente. Jimin, preocupado, lo ayudó a levantarse, guiándolo con cuidado hasta una de las habitaciones cercanas. Una vez allí, lo acostó en la cama con suavidad y cerró la puerta con seguro, asegurándose de que nada ni nadie interrumpiera el momento. El rubio salió en busca de un botiquín, con el rostro ensombrecido por los nervios. Cuando regresó, traía algodón y alcohol en las manos listo para atender las heridas físicas de Jungkook, aunque consciente de que las heridas emocionales eran mucho más difíciles de sanar.
—Gracias por defenderme —dijo Jimin suavemente—. Ven, déjame curarte las heridas.
Con delicadeza, Jimin comenzó a limpiar los cortes y moretones que adornaban el cuerpo de Jungkook, sus manos estaban temblando ligeramente mientras trabajaba. Pero a medida que desinfectaba cada rasguño, podía sentir cómo la mente de Jungkook se enredaba en pensamientos oscuros, su mirada perdida revelaba lo mal que se sentía en ese momento. Cuando terminó de curarlo Jimin lo abrazó, con una ternura que buscaba consolar, evitando tocar los lugares que sabía le dolían.
—¿A qué te referías cuando dijiste que esto no era nada serio? —preguntó Jimin, su voz cargada de tristeza—. ¿No significa nada lo que acabamos de vivir? Porque para mí...
Jungkook se tensó ante esas palabras, un destello de rabia iluminó sus ojos mientras se apartaba del abrazo del rubio. Las emociones que había estado conteniendo explotaron de golpe, y un nudo se formó en su garganta, haciéndole difícil respirar. El enojo, la tristeza y la impotencia se mezclaban con el alcohol que corría por sus venas, nublando su juicio.
—¿Cómo puedes hablarme de seriedad? —interrumpió Jungkook con la voz cargada de reproche, clavando una mirada de desdén en Jimin—. Tú y yo sabemos que estás jugando con Namjoon y conmigo. Tal vez todo lo que dijo Taehyung es verdad, y no eres más que una simple perr...
No pudo terminar la frase, el sonido de la bofetada resonó en la habitación con un gran eco. Jimin lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y una furia impotente.
—¿Estás escuchando lo que dices? —espetó Jimin con su voz temblando por la rabia—. ¿Otros no pueden insultarme, pero tú sí? ¿Me besé con Namjoon? Si supieras que ese beso no fue consentido por mí. —Las lágrimas comenzaron a correr libremente por su rostro—. ¿Acaso lo que pasó en la piscina, el baile y todo lo que hemos vivido juntos no significó nada para ti?
Jungkook sentía cómo el aire se volvía denso y sofocante, su pecho se comprimía con una presión insoportable. Quería escapar, huir de aquella habitación que ahora le resultaba asfixiante. No podía soportar el peso de las palabras de Jimin, ni el dolor que veía reflejado en su rostro.
—No... solo estaba drogado y alcoholizado, no significó nada para mí.
Las palabras salieron de su boca automáticamente, cada una de ellas cargada de una frialdad que no reflejaba la verdad de lo que sentía. Jimin lo miró, su boca abierta en incredulidad, mientras las lágrimas seguían brotando, resbalando por su piel pálida. Jungkook, aunque deseaba abrazarlo, consolarlo, se sintió paralizado por el miedo y la culpa. Sabía que estaba haciendo daño, pero no encontraba la fuerza para detenerse. Era un cobarde, atrapado en su propia miseria.
—¿Dónde está mi Jungkook? ¿Y qué hiciste con él? —preguntó Jimin, su voz estaba quebrada por el dolor.
—Ese Jungkook que conociste ya no existe. —respondió Jungkook—. ¿Acaso quieres a ese Jungkook que moría por ti? ¿Que te lamía los pies y era un perrito rogón? Pues déjame decirte que he cambiado. Ya no quiero sentir esto que siento por ti porque me destruye por completo. Odio este sentimiento.
Jimin lo miró, su rostro expresaba una mezcla de dolor y desilusión. Las palabras de Jungkook eran como cuchillos que se clavaban en su corazón, destruyendo la imagen de la relación que habían compartido.
—¿Así veías lo nuestro? —dijo Jimin, con la voz rota—. Porque yo la veía como lo mejor que me ha pasado en la vida. Siempre pensé que éramos dos personas que se amaban incondicionalmente, que estábamos juntos en las buenas y en las malas. Para mí, nuestra relación era un regalo del universo, algo que agradecía todos los días. Pensé que tú eras mi complemento, mi alma gemela, alguien que me amaba de verdad y nunca me dañaría sin razón... pero supongo que me equivoqué.
Con esas últimas palabras, Jimin se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Jungkook solo con su tormento.
Jungkook suspiró, sintiendo cómo el peso del mundo caía sobre él, aplastándolo. Se dejó caer sobre la cama, dejando que las lágrimas reprimidas finalmente se liberaran. Lloró hasta que el agotamiento lo venció, sumergiéndose en un sueño inquieto y lleno de pesadillas.
El universo, que alguna vez lo había elevado a la cima, ahora lo había dejado caer al abismo. Porque cuanto más alta es la subida, más dolorosa es la caída.
El universo era un guionista cruel, al que le encantaba el drama y los finales oscuros.
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