capítulo 6: discusiones, duendes y una confesión a medias.
¿Alguna vez han sentido que todo en su vida tiene sentido?
Esa sensación envolvía a Jungkook por completo, haciendo vibrar cada parte de su ser. Era una experiencia inédita pero eufórica, una mezcla de placer y éxtasis que no podía describir con precisión. Si alguien le preguntara en ese momento cómo se sentía, sin duda respondería que era la persona más increíblemente sexy del planeta, libre de cualquier preocupación.
Tomó el regalo que aún tenía en sus manos y comenzó a caminar hacia la fiesta. Extrañamente, el bullicio de las personas parecía haberse desvanecido, dejando solo la voz de Lady Gaga que sonaba desde el interior de la fiesta. Su cuerpo estaba lleno de seguridad mientras avanzaba con paso firme hacia la entrada.
En el camino, la gente lo miraba y sonreía. Sin el menor rastro de temor o vergüenza, Jungkook devolvía las sonrisas e incluso lanzaba besos al aire. Había algo inusual en todo esto, y él lo sabía. Era como si un espíritu lo hubiera poseído, una versión renovada y mejorada de sí mismo.
Antes de entrar a la casa, se detuvo un momento y miró al pequeño adorno de duende que decoraba la entrada. En ese instante, sintió una conexión inexplicable con el mundo que lo rodeaba, como si todo estuviera en su lugar y su vida tuviera un propósito claro.
—Hey Jungkook.-susurró el duende—, ¿Cómo te sientes?, La vibra se siente muy alta, ¿No?
—Exacto, tú me entiendes, todo está estupendamente bien, hermano. Me voy a la fiesta. Adiós. —se despidió dándole un beso en el cachete.
Ok, esto se está poniendo cada vez más raro... Aunque, ¿Qué importa? Todo de puede ir a la mierda. Jungkook se sentía increíblemente bien, lleno de una paz interior que no había experimentado jamás, era cómo si pudiera volar. Los problemas y miedos que solían invadir su mente habían desaparecido, dejando solo a él y su confianza al cien por ciento.
Su mente era una lluvia de colores, duendes que lo saludaban y lo felicitaban por lo bien que se veía. Era inexplicable, parecía que estaba en un mundo mágico, sin embargo, este era un fanfic de comedia y romance... No de fantasía.
¿Qué estaba pasando?
Una vez dentro de la fiesta, la canción "Who Do U Love" de Monsta X inundó todo su interior de una manera muy estimulante. ¿Había entrado a la misma fiesta? Todo se sentía diferente. Era un ambiente donde podía sentir cada roce de piel sin incomodarse, donde la música lo calentaba y le arrancaba gemidos de satisfacción. Poco a poco, se fue adentrando en este nuevo mundo, moviendo suavemente las caderas mientras se soltaba la corbata con un toque de fuerza.
Mientras se movía con los ojos cerrados, siguiendo el compás de la música, sentía manos por todas partes de su cuerpo: su abdomen, sus piernas, cada rincón de su ser era consumido por un calor candente. De repente, una mano subió por sus abdominales, recorrió su pecho y finalmente llegó a su cuello, donde lo apretó con una firmeza que le arrancó un profundo suspiro que electrificó el ambiente de la fiesta, elevando la tensión y el deseo en el aire.
Cuando abrió los ojos, vio a un chico rubio frente a él. No sabía quién era, pero eso no importaba; a Jungkook le gustaban ahora los rubios.
En ese momento, todo parecía tener sentido. El calor, la música, la conexión con ese desconocido, todo contribuía a una experiencia casi destinada. La fiesta, que en un principio parecía una desastre, se había transformado en un escenario donde se sentía en el completo estasis. Cada movimiento, cada contacto... hacía que se derrite más y más.
—¡Ah no, hermano, consíguete la tuya! Él es mío. —dijo Yoongi, empujando al chico rubio, quien se alejó decepcionado y bufando por la interrupción—. Maldito gato rompe hogares.
Jungkook observó a Yoongi, que parecía estarle diciendo algo, aunque sus labios se movían tan rápido que parecían los de una marioneta enfadada. Su ceño fruncido y la expresión de irritación en su rostro resultaban sumamente divertidos para Jungkook, quien no pudo evitar tocarlo y echarse a reír. La visión de Yoongi molesto le provocaba una risa incontenible.
El rubio, harto de las carcajadas de su amigo, tomó firmemente la mano de Jungkook y lo llevó a la cocina. Allí, lejos del bullicio y de las personas que parecían arder en deseo por su "no novio", Yoongi esperaba poder hablar con más calma.
—¿Qué te pasa? —le preguntó Jungkook entre risas, intentando recuperar la compostura mientras sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y confusión.
—Lo que me pasa es que tienes que tener más cuidado. —respondió Yoongi irritado.
En la cocina, el ambiente era más tranquilo, sin embargo la tensión entre ellos ahora era el centro de atención. Yoongi lo miraba con una mezcla de enfado y algo más que Jungkook no podía descifrar.
—No quiero que te metas en problemas. —continuó Yoongi, suspirando cansado—. Te demoraste una hora en traer el regalo de Hoseok, ¿Qué carajos estabas haciendo afuera?
El pelinegro agarró un plátano que estaba sobre la mesa y, en un acto de pura diversión, simuló hablar con alguien por teléfono, ignorando completamente a Yoongi y riéndose de algo que solo él parecía entender.
—Jeon Jungkook, estoy a punto de molestarme de verdad. —dijo Yoongi, acercándose con una expresión seria mientras le quitaba el plátano de la mano y lo aventaba lejos—. ¿Dónde está el regalo?
—Ahí. —señaló Jungkook con un gesto despreocupado hacia un lado de la habitación.
Yoongi siguió la dirección indicada y se acercó al regalo. Algo en su interior le daba una mala espina. El moño que adornaba la caja estaba mal envuelto y el paquete no pesaba tanto como debería. Una sensación de inquietud se apoderó de él mientras alargaba la mano para agarrarlo.
Oh, no...
—Jungkook... ¿Abriste el regalo? —preguntó Yoongi, con una mezcla de incredulidad y preocupación en su voz.
—Chi.
Carajo, Yoongi estaba perdido.
—Jungkook, ¿Cuántos brownies te comiste? —preguntó, respirando profundamente, al borde de la desesperación—. Por favor, dime que no comiste ningún brownie.
De repente, todo el comportamiento extraño de su amigo comenzó a tener sentido.
—Me comí seis brownies. —respondió Jungkook, con una sonrisa inocente en el rostro.
—Jungkook, escúchame. —el rubio agarró la cara de Jungkook con sus dos manos y se dio cuenta que sus pupilas estaban muy dilatadas—. El regalo que le di a Hoseok, eran unos brownies especiales, mágicos, y verdes que teníamos que comer entre todos. Te has sobrepasado comiendo tantos, ¿Lo entiendes?
—¿Cuándo dices especiales y mágicos? ¿Es porque me van a volver un superhéroe y voy a tener poderes para vencer al dragón y quedarme con el duende y casarnos y ser felices para siempre?
La cara de Yoongi no tenía descripción, la preocupación estaba plasmada en él.
—¡Jungkook, los brownies que preparé tenían marihuana y hongos alucinógenos! —Yoongi dio la vuelta y agarró su cabeza frustrado—. Estás super drogado amigo... creo que voy a llamar a tu hermano. —comentó sacando el teléfono-. Es lo...
—¡No! —el pelinegro se levantó y le quitó el teléfono—. Esta noche es la misión pelinegro caliente en acción. Y eso es lo que voy a hacer justo ahora.
Jungkook no iba a permitir que la nueva personalidad que había construido en menos de una hora se desvaneciera tan rápidamente. Quería disfrutar de esta versión de sí mismo, llena de confianza y seguridad. Y si tenía que recurrir a métodos extremos para mantener esa sensación, lo haría sin dudarlo. Con una decisión firme, tomó el teléfono de Yoongi entre sus manos y lo sumergió en un jarrón de agua.
—¿Estás loco? —gritó Yoongi, corriendo para rescatar su teléfono del agua—. ¡Ya no prende! Eres un idiota.
—Yoongi, solo quiero disfrutar esta noche, sentirme libre y seguro de mí mismo. Quiero olvidarme de todo por hoy. —respondió Jungkook con una voz cargada de desesperación y anhelo.
Yoongi lo miró con una mezcla de frustración y compasión, estaba intentando comprender a su amigo.
—Claro, obviamente quieres disfrutar esta noche llena de libertad... —replicó Yoongi. Su tono se volvió un poco más fuerte—... Si no estuvieras drogado, no tendrías esa determinación ni esa confianza. Si estuvieras sobrio, solo estarías escondiéndote detrás de tus miedos.
Jungkook sintió un gran golpe en el pecho y las lágrimas asomaron en sus ojos. La efímera confianza que había experimentado no habría sido posible sin ese impulso de adrenalina. Sentía que había tocado fondo, que estaba sumido en la oscuridad y sin ninguna salvación, porque él mismo se imponía su propio castigo. Pero era difícil; solo quería escapar de todo y de todos.
Yoongi, al ver la expresión afligida de su amigo, supo que se había pasado de la raya. Aunque en parte tenía razón, decirlo en una situación en la que su amigo estaba drogado y él mismo un poco alcoholizado, no era el escenario ideal. La realidad de Jungkook era más complicada de lo que había imaginado, y verlo así, vulnerable y roto, le rompía el corazón.
—Jungkook, lo siento. —dijo Yoongi, acercándose y colocando una mano en el hombro de su amigo—. No quise hacerte sentir peor. Solo quiero que estés bien.
—No, ahórrate tus disculpas. —Jungkook se limpió las lagrimas—. Solo déjame, y no llames a Seokjin.
—Jungkook, pero no...
—No. —interrumpió—. No quiero que hagas nada, si haces algo voy donde Taehyung y le digo toda la maldita verdad: que no somos novios, que te metiste a la academia de baile por él y que le mentiste en todo. Así que no hagas nada que no te convenga amigo.
—Jungkook, por favor, lo siento. —murmuró—. Me importas, y también me importa tae, no quiero perderlo a los dos.
—Pues si no quieres perder a los dos, solo sigue en la fiesta. —Jungkook se acercó a la puerta y la abrió—. Y ya no quiero hablar más, esto se acabó aquí.
El pelinegro se encontró a Jimin en la puerta, sorprendido al darse cuenta de que lo habían pillado espiando.
—Hola, Jimin, ¿Se te perdió algo? —preguntó Jungkook con una sonrisa brillante, intentando aliviar la tensión del momento.
—Ah, ¿No? —respondió Jimin con una risa nerviosa—. Solo quería un vaso de agua. Pero ya se me fueron las ganas, no te preocupes.
El silencio que siguió fue incómodo. Las voces en la cocina quedaron en un tenso mutismo, mientras el bullicio de la fiesta y los gritos de emoción resonaban en el fondo, intensificando aún más la incomodidad del momento.
—¿Quieres salir a tomar un poco de aire? —Jimin preguntó, tomando con delicadeza la mano de Jungkook, su toque suave y reconfortante.
—Está bien. —dijo Jungkook, aceptando la oferta mientras seguía a Jimin hacia el exterior, dejando a Yoongi solo en la cocina, con el corazón roto y preocupado.
Jungkook y Jimin caminaron hacia el jardín, donde el aire fresco de la noche les ofreció un respiro de la intensidad de la fiesta. Había un montón de sillas, una piscina que reflejaba la luz de la luna y muchas flores.
—Lo siento si interrumpí algo importante. —dijo Jimin, rompiendo el silencio mientras sus ojos buscaban los de Jungkook, tratando de entender lo que pasaba por su mente.
—No te preocupes, necesitaba salir de ahí de todas formas.
—Es una noche hermosa, ¿Verdad? —comentó Jimin, mirando hacia el cielo estrellado.
—Sí, lo es. —admitió Jungkook, dejando que la calma de la noche lo envolviera.
(💌)
Los dos amigos aún permanecían en el patio de la casa. Habían decidido sentarse al borde de la piscina, dejando que el frescor del agua envolviera sus pies, cómo si quisieran sentir un poco de alivio de sus pensamientos. El ambiente era tan sereno que la música apenas se escuchaba, permitiendo que el silencio compartido entre ellos se convirtiera en un idioma propio. Ambos miraban al cielo estrellado, sin necesidad de palabras.
—¿Crees que somos los únicos en el universo? —preguntó Jungkook.
—Yo creo que sí, pero nadie nos quiere contactar porque somos demasiado idiotas. —respondió Jimin con una risa amarga, aunque sus ojos brillaban con una chispa de humor.
Jungkook sonrió, pero su mente no dejó de vagar por los confines de la "magia" que sentía ahora en todo su cuerpo.
—¿Te imaginas que haya un mundo donde los duendes sean reales y tengan su propia utopía? —continuó parloteando el pelinegro mirando el cielo con asombro.
—Podrían ser duendes que manejan la magia —agregó Jimin con entusiasmo, dejándose llevar por la fantasía de su amigo—, y la energía de su magia podría ser sustraída del centro de la Tierra.
Jungkook levantó su dedo al cielo, como si estuviera señalando un punto específico en el vasto universo.
—Exacto, Park. —señaló con un brillo en sus ojos—. Y cuando gasten toda la energía de su centro, destruirían ese mundo y viajarán a otros para consumir más energía. Serían seres extraterrestres mitológicos que invaden universos intergalácticos en busca de energía.
—¿Acaso estás drogado? —Jimin empezó a reír por las locuras de su querido amigo.
—Aunque no lo creas, si lo estoy. —aseguró cerrando los ojos.
—Ajá, y yo soy Harry Styles.
Los dos amigos rieron por la situación y el momento que estaban compartiendo. Cuando estaban juntos el mundo exterior parecía desvanecerse. Solo eran ellos dos contra el mundo, disfrutando de la sencillez de su compañía.
—Esto es un caos. —suspiró Jimin, con una mezcla de exasperación y resignación—. ¿Cuándo la vida se volvió tan complicada?
—Cariño, pareces alguien pasando por su tercer divorcio porque su esposa lo engañó con el jardinero. —respondió con una sonrisa traviesa.
—¡Jungkook! —exclamó Jimin, empujando juguetonamente al pelinegro, riendo ante su comentario—. Estoy hablando en serio, matas mi inspiración y mi lado emo.
—Es imposible que seas emo con toda la aura brillante que tienes. —replicó Jungkook, cubriéndose la cara con las manos en un gesto exagerado—. Es como si un hada hubiera vomitado polvo de haditas encima tuyo.
Jimin lo miró, divertido y un poco perplejo.
—No sé si eso fue un halago o un insulto.
—Tómalo como quieras, amor. —bromeó Jungkook, apoyando su cabeza en el hombro del rubio.
En ese instante, el mundo se detuvo para ellos. Sentían que, a pesar de las complicaciones y el caos de la vida, tenían un refugio seguro entre ellos.
—Gracias por ser tan amable. —dijo Jimin, acariciando el cabello de Jungkook con ternura—. ¿Qué pasó con mi amigo cabeza de fresa?
—Me hice un pequeño cambio, al igual que tú. —el pelinegro levantó la cabeza, encontrándose con los ojos de Jimin, quedando cara a cara—. Te queda muy bien el rubio... pareces un pollito o un plátano.
—Sí... -respondió Jimin, sin mucho entusiasmo.
—Pareces un girasol.
—Ja ja...
—O una piña... ¿Estás bien? —preguntó Jungkook, colocando una mano en la espalda de Jimin, preocupado por el repentino cambio de humor de su amigo. Era raro verlo tan serio de la nada.
Jimin suspiró, dejando escapar una risa nerviosa antes de responder.
—Es solo que... a veces me siento abrumado. No me he sentido muy bien últimamente.
Jungkook lo miró con comprensión, sintiendo la vulnerabilidad en las palabras de su amigo. Y aunque estaba drogado, podía ver que Jimin lo necesitaba ahora.
—Oye, no tienes que cargar con todo solo. —dijo suavemente, apretando ligeramente su hombro—. Estamos juntos en esto, ¿Recuerdas?, ¿Amigos en las buenas...
—Y en las malas... Gracias, Koo.
—Solo lo hago porque te amo. —respondió Jungkook sin medir el peso de sus palabras—. Siempre estaremos aquí el uno para el otro, pase lo que pase, así que, ¿Qué pasó?
—Es que yo... no sé cómo empezar, me siento confundido... yo, es que... —Jimin estaba notablemente nervioso, moviendo los pies dentro del agua con rapidez. Respiró hondo, como si estuviera a punto de sumergirse en aguas profundas—. Está bien... eres un tonto... —confesó, mirándolo directamente a los ojos—. Te extrañé, hace más de dos meses que no sé de ti. Cuando iba a tu casa, tu hermano me decía que habías salido, pero yo sabía que estabas ahí porque sé que cuando dejas tu ventana abierta es porque estás escuchando música a todo volumen y estás escribiendo cosas en tu agenda que jamás me muestras. Incluso los domingos, que son sagrados para nosotros, no estabas. Solo me mandaste un mensaje diciendo que estabas ocupado trabajando. Un día te vi en la tienda de instrumentos comprando una guitarra, te escribí y me respondiste que estabas en casa de tu abuela y que no volverías en una semana... Jungkook, ¿Ya no quieres pasar tiempo conmigo? ¿Ya no me quieres? ¿Crees que puedes deshacerte de mí tan fácilmente como un juguete? ¿Estos años que hemos estado juntos no significaron nada para ti? ¿Por qué? No entiendo... —su voz se quebró y empezó a llorar—. ¿Crees que puedes dejar de hablarme por tanto tiempo y luego volver como si nada? Sabes lo preocupado y triste que estuve este tiempo. Me siento como si tuviera 13 años de nuevo y estuviera llorando porque sentía que ya no querías ser mi amigo... yo... —terminó llorando, abrazándose a sí mismo, como si intentara contener el dolor que sentía.
Jungkook se quedó en silencio por un momento, sorprendido por la explosión de las emociones de Jimin. Se sentía demasiado culpable porque las lágrimas que estaba derramando ahora eran por su culpa, era él que había ocasionado un problema a la persona que más amaba en el mundo.
Era imperdonable.
—Jimin, sé que un "lo siento" no es suficiente para arreglar todo el daño que te he hecho pasar y que siempre te hago pasar. —Jungkook tomó la mano de Jimin y la apretó con suavidad, buscando transmitir la sinceridad y el remordimiento que sentía—. Estoy mal, y es egoísta, pero no me gusta que me veas así. Solo quiero mostrarte mis sonrisas, mi felicidad al verte, mis risas. No quiero mostrarte mis miedos y que te decepciones de mí o incluso me rechaces. Tengo miedo de un millón de cosas, pero el mayor miedo que le gana a cada una de mis pesadillas es el perderte. Deseo con toda la fuerza de mi alma poder tenerte a mi lado. Tú siempre has curado mis heridas, pero ahora están sangrando... y tal vez, cuando eres joven, no asumes el daño que le haces a los demás. Traté de protegerte de mi yo más oscuro para poder seguir contigo, pero solo te hice daño. Entiendo si ya no quieres mi amistad, yo te...
El rubio no dejó que Jungkook terminará esas últimas tres palabras y lo abrazó con todas sus fuerzas. El calor de los brazos de Jimin era la sensación de un hogar que había olvidado, el olor a kiwi entraba por cada parte de él y su cerebro descargaba ondas de electricidad que recorrían cada rincón de su ser.
Bajo la luz de la luna dos corazones laten al unísono, como si intentaran sanar las heridas que habían sido abiertas por ellos mismos. Las lágrimas que aún caían por sus mejillas eran ahora de alivio, de un perdón silencioso que fluía entre ellos sin necesidad de palabras.
—Jungkook... —murmuró Jimin, su voz temblorosa pero llena de determinación—. No quiero que me protejas de ti mismo. Quiero estar a tu lado, en las buenas y en las malas. No me importa si estás feliz o triste, si tienes miedo o si eres valiente. Te quiero tal como eres, con todos tus miedos y tus sombras.
Jungkook sintió una mezcla de alivio y amor inundar su corazón. Apretó a Jimin con más fuerza, susurrando un "gracias" entre sus sollozos.
—Nunca te dejaré, Jimin. Prometo que nunca volveré a alejarme así. —dijo Jungkook, con una firmeza renovada—. Lo siento. -murmuró separándose del abrazo y limpiando las lágrimas del rubio.
—Nada de lo siento, está bien. Estamos juntos, eso es lo importante. —sonrió
—Si... Lamento no tener responsabilidad afectiva y desaparecer así nomás, en serio.
—Eres hombre, es natural para ti hacer eso. No te preocupes.
Los dos rieron y luego volvieron a mirar el cielo, tocándose tímidamente solo con las puntas de los dedos. Había una paz reconfortante en el aire, una sensación de conexión que iba más allá de las palabras.
—Hay algo que te he querido decir desde hace un tiempo, Jungkook... —comenzó Jimin, con un tono vacilante pero decidido.
Oh no.
—Yo también. —el pelinegro lo interrumpió suavemente, tomando las manos de Jimin con firmeza—. Jimin... yo...
—¡Hey chicos! ¡La fiesta es adentro! —interrumpió Hoseok, apareciendo de repente—. ¿No quieren ir adentro a divertirse? ¡Vamos! —se puso detrás de los amigos y les agarró los hombros—. ¿No quieren estar adentro?
—Es mejor aquí. Es más divertido una fiesta con piscina. —mencionó Jimin con un toque de sarcasmo.
—¡Tienes razón! ¡Fiesta con piscina! —exclamó eufórico el cumpleañero—. ¡Hey Jackson! —llamó al chico que pasaba caminando con una botella en la mano—. Llama a todos, vamos a tener una fiesta muy mojada.
Jungkook suspiró, sintiendo cómo el momento se escapaba entre sus dedos. Parecía que el universo estaba en contra de su declaración, o tal vez era ese duende que le había dado mala suerte.
Mientras Hoseok corría a llamar a los demás, Jungkook miró a Jimin con una mezcla de frustración y resignación.
—Bueno, supongo que el destino quiere que esperemos un poco más. —dijo Jungkook con una sonrisa forzada, aunque sus ojos reflejaban una profunda melancolía.
Jimin le devolvió la sonrisa, apretando sus manos suavemente.
—Tal vez sea así. —respondió—. Pero sabes que, pase lo que pase, aquí estoy. Y nada ni nadie cambiará eso.
Jungkook asintió, sintiendo una chispa de esperanza encenderse en su interior. Mientras tanto, la música dentro de la casa aumentaba y los amigos comenzaban a salir al patio, creando un ambiente de diversión y camaradería.
—Vamos a disfrutar la fiesta, entonces. —dijo Jungkook, levantándose y tendiendo una mano a Jimin.
—Sí, vamos. —respondió Jimin, tomando su mano y levantándose junto a él.
Está noche iba a ser muy larga...
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Holaaaaaaaa, volví con el capítulo más largo de la historia.
Espero les guste!!! ♡♡♡
¿Alguna vez han comido brownies mágicos?
—Haru 🦋
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