Lily, nerviosa, subió los escalones de la entrada de la casa de Ethan; estaba contenta de ver la familiar casa después de dos años de no volver a ella, que había sido como un segundo hogar para ella.

Los dos (junto con Benny) habían sido mejores amigos cuando eran más jóvenes, hasta que un cierto tipo de "magia" había llamado la atención de Lily, y mandarla a un internado era la mejor solución de su madre.

Mientras estaba parada en los escalones de la entrada de su casa, se debatía si contarle la verdad o no de por qué se fue a los dos chicos. Decidiendo que probablemente era mejor no hacerlo, ya que las consecuencias podrían ser terribles.

Ella llamó a la puerta, con la mano temblando.

¿Y si descubren lo que soy?

¿Y si lo hacen seguirán siendo mis amigos?

Antes de que pudiera sumergirse más profundamente en sus pensamientos, la puerta se abrió y Ethan se quedó en la entrada, sonriéndole a su mejor amiga y después dio un paso y la abrazó.

— ¡Eh, E! ¿Quién era el que...? — comenzó Benny, deteniéndose al ver a Lily en la puerta.

Era como si ella no hubiera cambiado. Tenía el mismo cabello oscuro y los mismos hermosos ojos, que siempre le debilitaba las piernas y le temblaban. Aunque ella todavía se parecía a su mejor amigo, Benny sabía que algo era diferente. Él ignoró este fastidioso pensamiento, y tropezó cuando caminó hacia ella, abrazándola después de que Ethan se apartó.

— Cuánto tiempo sin verte, Lily.