Magic Shop
"¿Cómo te va, chiquilla?."
"...Bien?"
"No podías sonar más convincente." El pesado acento del hombre al otro lado de la linea se arrastró con sátira. Raven casi lo imaginaba levantando su ceja derecha en desaprobación, como lo hacía cada vez que sospechaba de ella. Siempre la atrapaba en la mentira. "¿Porque no regresas?, las puertas están abiertas."
Recordar su antigua vida llenó su corazón con añoro, pesar, culpa y dolor. John Constantine y Zatanna Zatara la acogieron como una hija cuando el mundo parecía haberse perdido. Los tres crearon una familia durante la guerra contra la hija del Joker, y continuaron siéndola tras su derrotar. Juntos reunieron a la Liga de la Justicia Oscura, luchando juntos por algunos años. Tenían una historia bastante cercana y larga, pero aun así...
"Es mejor de esta manera John."
"Bullshit, ¿Te fuiste por esa jodida de Wilson?. Si la tuviera aquí, le patearía ese descolorido trasero fuera del equipo."
"No tienes el poder para hacer eso y no, no es por ella." Raven respondió en un regaño. Hubiera preferido que ese nombre no hubiera salido a relucir en la conversación. No había necesidad de recordarle su pésimo historial en el romance. "No dejé el equipo por Rose. Ella y yo aún somos amigas.."
"Bien, te creeré....pero...Zee te extraña, por un infierno, yo también lo hago diablilla."
"Apenas han pasado dos años."
"Zee y yo viajamos por todo el maldito continente cuando te escapaste de Atlantis para irte de misión suicida con esa payasa y la loca de las plantas. Esa fue una semana que nos dejo vueltos un lió." John bufó fuerte en el teléfono. "Tú y Zee son mi familia por elección. Por supuesto que extrañaré tu insufrible presencia. Un día sin ustedes parece una eternidad."
"Calma Constantine o pensaré que te has ablandado." Ella regresó en un tono medio burlón, sin embargo, sus dedos comenzaron a jugar nerviosamente con la cuerda del teléfono, acercando la bocina más a su rostro.
Siempre era bueno sentirse querida.
"Incluso los bastardos como yo tienen sentimientos."
"¿Cómo esta Zatanna?." Ella optó por preguntar y cambiar el sentimentalismo en la conversación.
No quería debilitarse, no ahora que ya había caminado tan lejos con sus propias decisiones.
"Asimilando que su pequeña bruja ya no esta aquí, lo disimula bien..." John suspiró y luego rio un poco. "Supongo que debemos aceptar que ya eres una adulta capaz de vivir por su cuenta...¿Segura que no te estás muriendo de hambre?, tu y yo sabemos que eres un peligro en la cocina."
Raven sonrió al darse cuenta en lo genuinamente preocupado e interesado que él se escuchaba por su bienestar. Después de todo lo que vivieron juntos, cazando monstruos y maldiciones mágicas, ellos aún la trataban como a una pequeña niña.
"Estoy comiendo bien, lo prometo. Y tampoco es como si estuviera totalmente por mi cuenta, tengo compañía."
"¿Hablas de esa maldecida mascota que te conseguiste?." John maldijo poco después, para nada encariñado con la idea del pequeño acompañante de la bruja. "Te daré un consejo: Sacrifícalo. Tienes la peor compañía, Dark bird."
"No es como si hubiera tenido elección."
"De todas las cosas que pudiste aprender de Zee, ¿Tenías que poner eso en practica?. Espero que no hayas aprendido también sus hábitos...o peor, los míos."
No tenía porque recordarle de su error.
Ella había sido tan cuidadosa con sus hechizos, después de todo, aprendió de los mejores. Pero un incidente cambio todo, un error que terminó siendo un tipo de castigo para los involucrados. Por lo menos, su gran error sirvió para salvarle la vida, aunque también le dejo en las manos una responsabilidad de la cual no sería sencillo deslindarse.
"¿Zatanna lo sabe?"
"No, prometí guardar tu secreto, ¿O no?"
"No quiero preocuparla—"
"¡Tengo que irme,....!" John repetidamente anunció apresurado mientras en el fondo se escuchaban gritos.
"¿John?".
"Hablamos luego, hay problemas....Te quiero chiquilla, no te vuelvas una extraña, ¿Esta bien?."
"Esta bien." Raven se mantuvo en la linea unos segundos más en silencio, la honestidad de sus emociones en la punta de su lengua. No es que dudara en decirlo, pero sabia que él haría una gran escándalo cuando esas palabras salieran de sus labios. "...Los quiero."
Raven alcanzó a escuchar un aire de sorpresa por parte de Constantine antes de que ella pusiera de nuevo la bocina sobre el teléfono, abruptamente cortando la llamada. Colgando así también en aquella linea telefónica partes del pasado de su vida.
Constantine aún pensaba que ella había dejado el equipo por huir de su último fiasco romántico, Rose Wilson. Una tramposa pirata con una lengua tan filosa como la espada que siempre cargaba consigo. Una mujer que sabía usar bien las palabras para engatusar a cualquiera en los caprichos que ella deseará. Créanle, lo sabía por experiencia. Pero Rose Wilson fue el más pequeño de los factores que la orillaron a tomar su decisión de abandonar la liga oscura.
Haberse apartado fue lo mejor, tanto para ella como para el par de hechiceros que la criaron como una hija. John y Zee necesitaban tiempo para ellos como pareja, mientras ella misma necesitaba salir fuera de sus sombras protectoras para forjar su propio destino, y quizás, usar sus dotes para ayudar a otros. Aunque, lo último aún se le estaba dificultando lograr.
Raven finalmente abandonó el teléfono en la pequeña mesa mientras un pesado suspiro se escapó de sus labios. Dió un vistazo a su alrededor; ese peculiar lugar lleno de libros y pociones ahora era su nuevo hogar, su nuevo plan de vida; su propia tienda mágica.
Ahora era dueña de una acogedora tienda con la cual pretendía ayudar a otros. Raven pasó de ser una cabaretista, a ser héroe de guerra, a finalmente ser una simple bruja que invitaba a sus clientes a tomar una taza de té mientras ella ayudaba a resolver sus mundanos problemas con simples hechizos.
El misterio y el encanto mágico del lugar prometía curar esa herida que no sanaban, o incluso, brindar esa seguridad que les hacía falta a los humanos para triunfar en la vida. Sin embargo, los estantes abarrotados con coloridos frascos y los libros sin abrir le hacían creer a Raven que tal vez la ciudad que eligió como hogar no fue la más ideal. Quizás la gente era más escéptica en esta parte del Pais, pues incluso tras meses de haber adquirido el lugar, ella apenas ha tenido unos cuantos clientes.
Se encontraba en la quiebra y era toda una suerte que la tienda tuviera un área que pudo acomodar como un hogar, de otra forma, hubiera sido imposible para ella pagar un alquiler.
A pesar de las adversidades, ella se encontraba positiva, algún día su suerte cambiaría y todo mejoraría. Ella tendría clientes, los ayudaría e incluso podría remediar aquel error que aún la seguía de cerca.
"Sí, vendrán tiempos mejores." Se dijo así misma conforme quitaba el letrero de Abierto de la puerta de cristal. El día había terminado y la tienda mágica ya cerraba.
Los seguros fueron puestos y las luces se apagaron, Raven abandonó la parte de la tienda para pasar al área trasera que usaba como hogar. Una diminuta cocina, un casi inexistente baño y una habitación era todo lo que necesitaba para existir.
Se desprendió de su capa azul al momento en el cual llegó a la habitación, poco después sus pies fueron libres de sus zapatos y de las medias de red que cayeron en algún lugar detrás de la cama. Desnudó sus manos de sus guantes azules mientras que decidía apoyarse de sus poderes para sacar un camisón de noche del armario, al mismo tiempo su magia ya trabajaba en bajar el cierre de su corset.
Se encontraba agotada, mental y físicamente. Lo único que necesitaba en este momento era descansar. No sabía qué era, el colchón o la misma casa, pero desde que llegó a vivir a este lugar, ella nunca ha pasado una mala noche. Dormía tan profundamente que siempre despertaba en una genuina paz.
Pero, justo cuando el frió comenzaba a colarse por su espalda descubierta, un estruendo a su derecha la hicieron dar un salto en sorpresa, apenas con tiempo para sostener con las manos el corset antes de que este pudiera descubrir su cuerpo por completo. Alarmada buscó por el origen del ruido, los libros que ella había organizado cuidadosamente en la mañana sobre su mesa de vanidad yacían esparcidos en el suelo.
"Pequeño diablillo astuto." Raven resopló al ver quién había ocasionado aquel alboroto.
El culpable de aquella fechoría meneaba la cola de lado a lado, un gato negro ocupaba el lugar de sus libros, travesura parecía brillar en sus ojos verdes. Orgulloso de haberla tomado desprevenida mientras se desvestía.
Raven chasqueó sus dedos y en un instante su uniforme fue sustituido por un largo camisón de noche. Ni loca le daría el gusto al astuto felino de verla desnuda.
"De todas las cosas que sé que eres, pervertido no estaba incluido en la lista."
Ignoró el maullido ofendido del gato para finalizar su rutina y recostarse por debajo de las sábanas de su cama. Las luces de la habitación se apagaron, y aún así en la oscuridad, ella era capaz de ver a su compañero en ese mismo lugar, observándola fijamente mientras esa cola aún se meneaba de lado a lado.
Trató de fulminar al felino con su mirada para que dejara de verla, pero dado que el gato ni siquiera inmuto a su acción, Raven decidió recostarse de lado para ya no verlo. La mala vibra de aquel sujeto no arruinaría su anhelado descanso. Cerró los ojos, y su cuerpo apenas comenzaba a relajarse cuando sintió un nuevo peso cayendo sobre la cama cerca a sus pies.
Maldijo entre dientes, sabiendo bien que se trataba del sigiloso gato que ahora caminaba por la cama como si esta le perteneciera.
"Tal vez Constantine tiene razón, debería deshacerme de ti——¡Ah!"
Raven se sentó en sorpresa cuando el peso del gato cayó sobre ella, el pequeño bastardo había saltado con todas sus fuerzas sobre sus muslos. El gato le siseo con peligro antes de hacerse bola y acurrucarse encima de ella, como si no existiera más lugar en cama donde pudiera recostarse. La bruja despeinó su flequillo en frustración, aunque no debería estarlo, siendo que el felino hacía exactamente la misma acción casi desde que llegaron aquí. Tenía suerte de que el frió de Alemania fuera insoportable, de otra forma, su peludo cuerpo ya hubiera encontrado un lugar en el duro suelo.
Esta situación debía ser una burla del universo....Bendito gato.
A pesar de la nueva disconformidad sobre sus piernas, Raven encontró el sueño rápidamente. Cuerpo y mente desconectados de la realidad para dejarle paso al inconsciente. Y, mientras la mitad demonio se sumergía en el mundo de los sueños, en la tierra; la luna y las estrellas desaparecían del cielo, juntando sus energías para crear una magia astral.
En su cama, Raven yacía durmiendo profundamente. Soñó con su familia gozando de la vida en los alpes. Raven sonrió, admirando a todas las personas que amaba reunidas en una mesa de campo: sus padres adoptivos y sus verdaderos padres, Azaria y Trigon. Sus madres reían juntas al par en el cual los dos hombres acomodaban platos llenos con las frutas favoritas de Raven. El cuadro que hubiera deseado si tan solo sus verdaderos padres siguieran con vida.
Todo era felicidad y sonrisas hasta que el maravilloso sueño terminó para darle entrada a una pesadilla.
El cielo se oscureció, la montaña se desvaneció y sus padres desaparecieron. Se encontró repentinamente muy sola en un abismo de oscuridad. Una risa resonó una y otra vez entre la nada, y Raven tembló de pies a cabeza, pues conocía perfectamente a quién pertenecía; La hija del Joker. Aquella mujer le robó su hogar, la manipuló mentalmente y a pesar de que ya la había vencido, todavía no perdía el temor que le tenía.
Raven puso las manos en sus oídos y gritó, no quería escuchar esa horrible risa. Quería creer que esa mujer ya no podría causarle daño, pero el terror se apoderaba de ella muy fácilmente, necesitaba despertar de esta pesadilla.
'Estás a salvo'
La mitad demonio abrió los ojos al escuchar aquel susurró, enderezó su cuerpo al mismo tiempo el cual sentía una grata calidez envolviendo su cuerpo. Las risas pararon y la oscuridad poco a poco se desvanecía en un claro de luz que la trajo de nuevo a la paz de las montañas.
"Pero cuando salga de esto, prometo que me las pagarás, bruja."
Dentro de su sueño, Raven arrugó el ceño ante aquel letal susurró que entró en su mente, en sus sueños no existía el espacio para las amenazas. En lugar de despertar, ella se aferró más a ese confortable calor. Una sensación que no solo le ayudaba a soportar el frió de la noche, si no que también apaciguaba la soledad en un abrazo. Sonrió, acurrucada a la comodidad de aquel abrazo y de ese fresco olor a pino que inundó sus sentidos.
Ignorante a lo que en realidad ocurría en el mundo exterior, la pequeña bruja continuó soñando.
Sin embargo, nada era eterno y fuera de sus sueños la vida seguía su curso.
El fuerte ruido de un cristal rompiéndose interrumpió el descanso de la bruja, un sonido tan escandaloso que Raven inmediatamente se despertó para sentarse en la cama en alerta. Se quedó quieta unos segundos en el silencio intentado descifrar si todo fue un mero sueño o realmente había escuchado aquello.
La respuesta llegó cuando nuevamente algo rompiéndose en la tienda se volvió a escuchar. Salió de la cama de un salto, apresurando su paso por el pasillo que conectaba la pequeña casa de la tienda. Conforme se acercaba, sintió un cambio en la atmósfera que no le agrado y como si fuera poco, el agresivo siseo del gato que alcanzó a escuchar solo levantó mas sus alertas.
Entró a la tienda preparada con los puños llenos de magia, lista para enfrentarse a lo que fuera. Con la mirada buscó en el lugar, el cristal de la puerta se encontraba destrozado, los tiernos rayos del sol de la temprana mañana hacían brillar a las pociones regadas en el piso. Alguien había entrado.
Sus ojos continuaron su búsqueda, hasta que dieron con lo que buscaban en la parte más oscura de la tienda. Se congeló en el tiempo tras toparse con la imagen de la persona por la cual supuestamente ha estado huyendo los últimos meses.
Mierda.
"Rose."
Raven reconoció que esto no era un juego de su mente cuando al decir aquel nombre, la misteriosa figura sonrió. Era real, Rose Wilson se encontraba en su tienda, con su fiel espada atada a su cadera, lista como siempre para el peligro y los problemas.
"Rae." Rose la saludó, sin miedo en llamarla como en aquellos tiempos cuando ellas solían ser algo más que amigas. "Lindo atuendo. Te sienta bien, muñeca."
Falló por poco en hacer que el corazón de la mitad demonio danzara en emoción cuando su ojo le dió un vistazo de pies a cabeza.
No, no la iba a distraer.
"¿Qué haces aquí Rose?."
Los hombros de Raven cayeron en derrota, dejando a la pirata en su lugar para acercarse a la entrada. El desastre que había hecho fue a propósito, quería que la escuchara.
Bueno, misión cumplida. Pensó amargamente.
Gracias a sus dotes, para ella fue fácil regresar todo lo que la mujer daño a su estado original.
"¿Qué?, ¿Debería tener una razón especial para visitarte?. Creí que seguíamos siendo amigas."
Aun lo eran, pero también eran ex-compañeras, ex-amantes y Raven ya había superado aquellas facetas de su relación....en cierta forma.
" Rose...." Ella volvió a insistir, no creyendo ni una gota de esa mentira. "Son las cuatro de la mañana, no estarías aquí en plena madrugada si no quisieras algo especial de mí."
Con un movimiento peligroso de caderas, Rose se movió hacía ella. Había un gesto travieso y pícaro en su rostro al invadir la privacidad de Raven con esa seguridad que la caracterizaba. Con una mano levantó la barbilla de la mitad demonio, como si el tiempo de su separación nunca hubiera pasado y ellas aún tuvieran esa intima conexión.
"No podía esperar hasta qué abrieras. ¿Cómo estas?, mi bonito cuervo."
Raven se ruborizó más del atrevimiento que de lo que su pobre corazón trataba de sentir.
Era seguro que la presencia de la mujer aquí solo significaban problemas, serios problemas.
Azar, esto no iba a terminar bien.
Antes de que pudiera recapacitar y alejar a la mujer, una fuerza ajena lo hizo por ella. La presión de la mano de Rose en su barbilla desapareció y un grito de dolor se escuchó conforme una macha negra caía con elegancia sobre la mesa de pociones.
Con que aquí estaba su compañero de cama.
"¡Gato hijo de puta!." Rose sacudió su ensangrentado brazo, en una instante había desfundado su espada. El gato bufó, desafiando a la intrusa. "Lo voy a matar."
"¡No!." Raven rodeo el filo de la espada con su magia antes de que ocurriera un accidente.
"Pirata idiota, ni en tus sueños lograrías herirme."
Raven suspiró cansada, el pesado silencio que causó esa masculina voz le revolvió el estómago. Solo deseaba volver a su cama y dormir un poco más, pero dada la situación donde se encontraba parada (y con quienes) sabía que eso ya sería imposible.
"¡¿EL JODIDO GATO HABLA?!" Rose gritó, su boca abierta de par en par mientras su ojo azul recaía en aquel felino pelándole los dientes. Luego, miró a la bruja. Era lo suficientemente lista como para atar los cabos sueltos y llegar a una conclusión. Sabía a la perfección lo que ocurría. "Raven Roth Zatara Constantine. ¿Realmente lo hiciste?."
"Fue un accidente." Raven murmuró en un quejido.
"¿Atrapaste la maldecida alma de un desgraciado en una apestosa bola de pelos, por accidente?. Zatanna se pondrá loca, te prohibió usar ese hechizo "
Por supuesto que descubriría la verdad en un instante.
De todas las cosas que aprendió de Zatanna, Raven tuvo que poner en practica el único hechizo que le prohibió usar. No fue su decisión más inteligente en el momento.
"¡Cuida tu sucia boca pirata!." El gato gritó, su varonil voz sorprendiendo a la pirata una vez más. "No hablen de mí como si no estuviera aquí. Par de plebeyas."
Raven tomó al gato entre sus brazos en un intento por evitar que atacara nuevamente a la pirata, y así quizás evitar un asesinato. A pesar de que el gato era un desgraciado, no dejaba de ser su responsabilidad. Estaba atado a ella hasta que encontrara la forma de regresarlo a la normalidad.
"No me cargues como si fuera un infante." El gato luchó entre sus brazos hasta sacarse, cayendo al suelo con gracia. Ella se convirtió en el nuevo objeto de su ira. "Juro que cuando regrese a mi cuerpo, te acabaré bruja."
Era difícil tomar en serio sus amenazas, no cuando sus pequeños dientes lucían tan lindos y sus bigotes bailaban cada vez que maldecía.
"Raven." La expresión perpleja en la pirata exigía una explicación, de cómo es que Raven terminó en tal situación.
Cierto.
"Este es Damian." Raven señaló al enfurecido gato sentado cerca de sus pies. "Damian Al Ghul."
"¡¿Damian Al ghul?, ¿El asesino?!" El ojo de Rose cayó sobre el gato en asombro, para poco después explotar en una escandalosa carcajada. "¡Rae! ¿Sabes cuántas personas han querido acabar con él?, y de alguna forma llega contigo y lo conviertes en un jodido gato."
"¿Asesino?" Damian saltó sobre la mesa, tomando impulso para volver a saltar y caer en los hombros de Raven, quedando a la altura de la pirata. Listo para defender su honor. "Los Al Ghul somos guerreros, filósofos, poetas, alquimistas, espías y mucho más. Neros asesinos jamás."
"Te recuerdo que terminaste como un gato porque quisiste matarme." Raven añadió amargamente, mientras que las pequeños bigotes de Damian se crispaban contra sus mejillas.
Damian Al Ghul se encontraba atrapado en el cuerpo de un felino, quizás para siempre, Raven no tenía idea de cómo revertir el hechizo, en primer lugar ni siquiera supo porque lo usó.
"¡Y aún puedo hacerlo!"
"Hazlo, buena suerte encontrando la solución para regresar a tu forma humana."
"No te hagas la lista. ¿Quieres un arañazo en el rostro?" Damian alzó su patita ante los amatistas de la mujer, quien solo frunció el ceño.
Por su parte, Rose se recargó sobre uno de los estantes, buscado un lugar cómodo donde observar el espectáculo. Más allá de ver a la bruja aún en su camisón de noche discutiendo con un gato parlante, a Rose le parecía más entretenido el hecho de que Raven hubiera terminado en la misma situación en la cual su madre adoptiva se encontró hace algunos años. Sinceramente creía que la pequeña demonio había cometido el hechizo por error. Por otro lado, Zatanna Zatara era una mujer bastante rencorosa, que John Constantine terminará viviendo meses como un conejo para nada fue un accidente.
Rose negó con la cabeza, sintiendo simpatía por la demonio. El brujo y la maga no eran sus verdaderos padres y aun así Raven seguía sus pasos.
"¡Debí haberte dejado a tu suerte ese día!" El rostro de Raven se volvía rojo, pero en ningún momento hizo algo por quitar al animal de su hombro.
"Si hubieras accedido a ayudarme nada de esto hubiera ocurrido."
"Azar, no sé como no acepte ayudarte si tu fuiste tan amable al pedir mi ayuda... poniendo un cuchillo en mi cuello."
"¡He perdido meses de mi vida contigo bruja! Se suponía que yo encontraría las aguas de Lazaro y regresaría a reinar Nanda Parbat. ¡Arruinaste todo!."
Aunque no era cosa de todos los días presenciar a una Raven perdiendo la paciencia, sobre todo con un lindo, pero malhumorado gato, algo en la conversación captó la atención de la mercenaria.
"¿El pozo de Lazaro?"
En el instante en el cual Rose Wilson habló, la discusión terminó y toda la atención se centró en ella.
"¿Qué sabes de ese lugar?" Damian afiló sus ojos, interesado. No eran muchas las personas que conocían aquel nombre.
"No mucho." Rose sonrió, una mueca relajada. "Pero, puede que haya encontrado uno."
¿Podía ser eso posible?. Raven pensó.
Las aguas verdes del Pozo de Lazaro eran prácticamente un mito urbano, supuestamente existían varios ejemplares esparcidos por el mundo, pero los rumores decían que el poder de sus aguas desaparecían tras ser usados tres veces. No había manera de que Rose hubiera encontrado uno...¿O sí?
"¿Donde?"
"¿Crees que te lo dire?. No soy tan tonta, pequeño minino."
"¿Qué tienes que ver tú con un pozo de Lázaro?"
Raven nuevamente se cuestionaba por la presencia de la mujer en su tienda mágica. Por supuesto, ellas han tenido una historia larga, pero incluso así, Raven dudaba que la pirata estuviera aquí simplemente por el capricho de querer pasar a saludar. No, la mercenario nunca fue una romántica aventurera. Rose necesitaba algo de ella y ahora que el pozo de Lázaro fue mencionado...
"O mejor dicho," Raven continuó. "¿De qué manera quieres involucrarme?."
Rose sonrió, exactamente una mueca que Raven pronto se arrepentiría de provocar.
El pozo de Lazaro fue la principal razón por la cual terminó con el joven AL Ghul como su mascota. De ninguna manera quería estar involucrada con lo que la pirata tuviera que proponerle.
"En realidad, esta no es solo una visita amistosa." Rose comenzó. Tal como Raven supuso. "Estoy aquí como una clienta más. Necesito de tus servicios para llegar al pozo de lázaro antes que Deathstroke."
"¿Tu padre?"
Nunca era buena noticia escuchar el nombre de Slade Wilson. Si la hija era problemas, el padre era toda una bomba de tiempo.
"Esta mintiendo. No hay manera que una sucia y apestosa pirata haya encontrado un pozo de lázaro, ni siquiera los Al Ghul han podido encontrar uno, y mi Madre fue la cuidadora de uno por años." Damian dijo incrédulo, bajo de los hombros de la bruja hasta la mesa, se acostó y lamió una de sus patas, los actos de minino ya eran naturales para él. "Patrañas."
"No me subestimes gato." La pirata señaló a su ojo parchado, un aire de orgullo la acompañaba. "Soy capaz de hacer muchas cosas. Te sorprenderían."
"¿Se supone que debo impresionarme con ese ojo tuerto? ." Damian giró el rostro hacia Raven, su expresión era de fastidio y aburrimiento.
"Con ese ojo, Rose tiene la habilidad de ver el futuro."
"TT...sigue sin impresionar." Damian se recostó de nuevo.
"Pues gracias a mi aburrida habilidad, encontré esto." La mujer sacó un mapa por detrás de su cinturón, lo extendió sobre la mesa para que el gato y la bruja lo admiraran. "Sé que Slade esta detrás del poder del Lazaro, y por lo que vi en mi visión, no sería nada bueno que lo encuentre. Esto es vida o muerte, pajarita."
Rose era conocida por su gran farsa y manipulación, pero nunca en su vida se atrevería a mentir con algo relacionado con su padre. Lo amaba tanto como lo consideraba su peor enemigo. Desafortunadamente para Raven, Rose debía estar diciendo la verdad.
"Esto suena más como una misión para la Liga, ¿Constantine o Zatanna lo saben?."
"No."
"Ellos te ayudarían."
"Ellos no entienden mi relación con mi padre, tú sí."
Matarían a Slade Wilson sin pesarlo, y como había dicho, la relación de Rose con su padre era peculiar, pero al final existía un afecto, ella no lo dejaría morir. Quería detenerlo y salvarlo al mismo tiempo. Eso Raven lo entendía bien, el problema es que ella ya había dejado esta clase de aventuras y misiones atrás.
"Rose, no hago esa clases de trabajo. Mejor lleva el caso a Zatanna." Raven se mantuvo firme aunque apenada. "El mar y yo nunca fuimos aliados."
"Tengo dinero, mucho." Rose se arrancó un pequeño costal que traía en su cinturón, al ponerlo en la mesa cerca del mapa hizo bastante ruido, un botín grande."No es un favor, es un trabajo."
"La tienda es mi responsabilidad, no puedo dejarla sola."
Una excusa.
"Vamos Rae, stalkee la tienda todo el día y no tuviste un solo cliente."
Bien, su excusa no sirvió de nada.
"Rose..."
"Aceptamos el trabajo." Damian interrumpió, parado en sus cuatro patas sobre el mapa que había explayado la pirata.
¿Desde cuándo cambio de opinión?. Él no tenía poder de tomar decisiones a su nombre.
"¿Aceptamos?." Raven se cruzó de brazos, no explicaba el porque tras tanta seguridad en el porte de Damian. Alzó un dedo en protesta frente al pequeño rostro del animal y dijo: "No. Gato malo."
"¡No me sermones como si fuera tu mascota!" El gato empujó el dedo con su pata, gruñendo con sus dientes de fuera. "Necesitas el dinero, estás en quiebra."
"He tenido muchos clientes."
"Siete en todos estos meses que haz tenido esta tienda abierta. La sucia pirata es uno de ellos."
Raven se ruborizó en vergüenza al ser expuesta de esa manera. Damian Al Ghul tenía el poder de hacerla exasperar con tanta facilidad.
"¿Podrías ser una gato normal y no hablar de lo que no te importa?."
"¿Podrías regresarme a mi forma original?" Astutamente Damian regresó.
"¡No sé como!"
"Y esa es la razón por la cual no tienes clientes, bruja barata. ¿Porque no le dices a tu madre que me saque de esto?"
Razonar con él era imposible. Vivir tantos meses con el Heredero Al Ghul no mejoraba ni los adaptaba.
"Solo yo puedo romper el hechizo. Ya te lo dije, no tiene caso que Zatanna sepa de esto."
"Oh. por todos los bastardos del mar." Rose alzó sus manos al aire, se interpuso entre la mesa y la bruja para parar la discusión. "Pelean como un matrimonio. Cosa que es asquerosa, siendo que uno de ustedes es un maldito gato. ¿Por qué no mejor planeamos nuestra aventura?, mi barco esta listo."
"Yo nunca acepte. Damian no puede cerrar un trato."
"Pero Rae..-" Rose comenzó a protestar pero Raven la detuvo con una mirada en blanco, era una decisión ya tomada.
Una que Damian no iba a permitir.
"Seamos realistas Raven. Existe la gran posibilidad de que no puedas regresarme a la normalidad. La magia del pozo hará el trabajo por ti, y al ser humano de nuevo. Tu ganarás dinero, la pirata detendrá a su padre y yo regresaré a Nanda Parbat. Todas las partes ganan."
o regresaré a Nanda Parbat, la pirata detendrá a su padre y tu ganaras dinero. Todos ganamos." Damian levantó su mentón, sus brillosos ojos verdes fijamente sobre las mujeres. En especial sobre su supuesta 'dueña'. "Iremos. Me debes eso y más, bruja."
Raven mordió sus labios, queriendo reprimir sus ganas de reclamarle a Damian como él mismo se había buscado el castigo que ahora pagaba. Ella no le debía nada.
"Vamos Rae." Rose se le acercó, poniendo una mano sobre sus hombros, atrayéndola cerca. "Necesitó tu magia para llegar ahí. Ayúdame, ¿Por los viejos tiempos?."
Raven pensó un momento mientras la mujer la estrujaba, ¿Cuales eran los pro y los contras de ir en una aventura junto a Rose Wilson?. El dinero era bueno, tendría bastante para sobrevivir mientras esperaba más clientes, ayudaría a su amiga, salvaría al mundo de una catástrofe y....
Los ojos de Raven cayeron sobre Damian, el gato que aún esperaba con recelosos ojos que ella tomara una decisión. Si encontraban el pozo de Lazaro, Raven podría deshacerse del guerrero Al Ghul. Las aguas romperían el hechizo, ya no sería su responsabilidad y la noticia de su error nunca llegaría a los oídos de Zatanna.
"Un viaje tan largo en mi viaje podría reconectarnos, ¿No crees?. Como los viejos tiempos." La pirata susurró pícaramente, uno de sus dedos atrapo un mecho negro del cabello de la mitad demonio, jugando coquetamente con el. "Sigues luciendo muy linda y ardiente, Darling."
"No hay necesidad de coqueteos Pirata. Ella irá, y yo también." Damian dijo rompiendo la la cercanía entre las mujeres al caer en los brazos de Raven, quien apenas logró atraparlo. "No perdamos tiempo y hagamos planes."
Rose y Raven compartieron una mirada ante el refunfuñado gato en los brazos de la mitad demonio; una se encontraba confundida, mientras la otra simplemente pensaba que el acto fue bastante entretenida.
"Es algo territorial para ser un gato que quiere matarte." Rose le susurró a la otra mujer discretamente. "¿Los gatos pueden desarrollar Síndrome de Estocolmo?."
"Él no esta secuestrado Rose."
"Dejen de susurrar idioteces, mujeres. Muéstranos tu dichoso barco, veamos en que basurero viajaremos."
"Esta muy apegado a ti, Rae."
"No estoy apegado, necesito a esta bruja viva hasta que me regresa ea la normalidad."
"Aw, Rae, se preocupa por ti."
Damian se quedo congelado en los brazos de Raven, antes de gruñir. "¡Quiero que sea miserable!"
"Aw, qué lindo gatito." Rose tentando su suerte, acarició la cabeza del gato rápido, el gesto haciendo rabiar a Damian.
"Te sacare el único ojo que te queda pirata."
Raven suspiró, sosteniendo a Damian en sus brazos con más magia que con fuerza. Ya se arrepentía de una decisión que aún ni siquiera había tomando. Desafortunadamente Damian tenía razón, si Raven quería salir pronto de este embrollo y regresar a la comodidad de su tienda, ellos tenía que ir con ellos.
Únicamente debí soportar la compañía de Rose y Damian en un barco durante quién sabe cuánto tiempo. Seguro que estar a solas con un gato parlante y una pirata traviesa, no sería tan malo. ¿No?
Al regresar a su habitación con la intensión de preparar sus cosas para la travesía, Raven comenzó a preguntarse qué pasaría primero: Slade Wilson llegando al Pozo de Lázaro antes que ellos o ella misma lanzándose por la borda del barco durante los primeros días del viaje.
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AN: Lo que nos les confesé es que hubo momentos en el comic de DC bombshells en los cuales John Costantine fue un conejo. Transformado en un conejo por Zatanna para salvarlo de ser sacrificado por los Nazis.
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