Ꜥꜥֶָ֢🪷ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo O4
La cena transcurría en un ambiente de cordialidad, aunque la tensión entre JaeBeom y JungKook era palpable. La mesa estaba decorada con velas y flores frescas, creando un ambiente cálido y acogedor. Los platos estaban elegantemente dispuestos, y el aroma de la lasaña de cuatro quesos, acompañado por una crema suave y un vino oscuro, llenaba la habitación.
JaeBeom, siempre protector de su familia, no podía evitar interrogar al recién llegado. Con un gesto despreocupado, llevó un bocado de lasaña a su boca, masticando lentamente antes de hablar.
— Entonces, ¿eres el mejor de tu clase? — Preguntó, sus ojos observando a JungKook con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
JungKook, con su porte calmado, asintió. Sus ojos verdes se cruzaron brevemente con los de TaeHyung antes de responder.
— Sí, lo soy — Dijo con una voz firme pero sin arrogancia, demostrando la confianza que lo caracterizaba.
SeoJoon, quien hasta ese momento había estado escuchando en silencio, decidió intervenir. Su voz era profunda y resonaba con autoridad, pero también con un toque de amabilidad que invitaba a la conversación.
— ¿Y tus padres, muchacho? — Preguntó mientras cortaba un pedazo de lasaña, su tono interesado en conocer más sobre el joven Alfa.
JungKook mantuvo la compostura mientras respondía, sus palabras impregnadas de orgullo y respeto hacia su familia.
— Mi papá Dong es diseñador gráfico en una casa de modas desde hace unos diez años, y mi papá Cheol es el director de mi escuela. Ambos son Alfas. Alquilaron el vientre de una mujer Alfa para tenerme — Explicó, brindando una ligera sonrisa al Omega mayor. Era evidente que hablar de su familia le llenaba de calidez, y esa misma calidez parecía llegar a todos en la mesa.
TaeHyung, quien había estado observando a JungKook con una mezcla de curiosidad e interés, no pudo evitar exclamar con entusiasmo:
— ¡Qué bonito! — Sus ojos grandes y expresivos reflejaban la sinceridad de sus palabras, mientras miraba fijamente a los ojos verdes de Jeon, como si quisiera descubrir todos sus secretos en esa única mirada.
EunSeom, encantado con la amabilidad del joven, sonrió a su esposo y comentó, con un brillo en los ojos:
— Eso es digno de admirar, ¿verdad, amor?
SeoJoon, asintiendo con aprobación, devolvió la sonrisa.
— Es verdad, bonito. Tener una familia así, unida y dedicada, es algo muy valioso — Dijo, dejando que sus palabras transmitieran la admiración que sentía.
JaeBeom, aunque no había dejado de observar a JungKook con cautela, no pudo evitar reconocer lo que había escuchado.
— Wow — Murmuró, con sorpresa y respeto en su voz — Es... genial tener dos papás Alfas. ¿Entonces eres un Alfa puro?
JungKook asintió una vez más, manteniendo su expresión serena.
— Sí, lo soy.
TaeHyung, que hasta entonces había estado escuchando con atención, ladeó su cabeza con una expresión de inocente curiosidad.
— ¿Qué es Alfa puro? — Preguntó, con su voz suave y melodiosa, que contrastaba con la seriedad del tema.
— Los Alfas puros son más hegemónicamente hermosos, fuertes, ágiles, astutos, con un conocimiento elevado por sobre el promedio de un Alfa normal. Son engendrados por dos Alfas, lo que hace que sus feromonas sean mucho más fuertes y los hace temibles si usan la voz de mando, incluso para otros Alfas normales.
JungKook miró a JaeBeom con una mezcla de sorpresa y admiración.
— Es cierto. ¿Cómo sabes todo eso? — Preguntó, genuinamente impresionado.
JaeBeom se encogió de hombros, con una leve sonrisa.
— Solo me gusta estar informado — Respondió con un aire de modestia, aunque era evidente que su conocimiento era algo que valoraba.
La conversación continuó de manera más relajada después de eso, y pronto la cena llegó a su fin. JungKook se despidió cortésmente, agradeciendo la hospitalidad de la familia, y en un gesto inesperado pero profundamente significativo, tomó la mano de TaeHyung y depositó un suave beso en los nudillos del Omega, quien sintió que su corazón se aceleraba y un ligero rubor coloreó sus mejillas mientras observaba cómo el Alfa se alejaba.
Más tarde, TaeHyung y JaeBeom se acomodaron en la sala, donde las luces suaves creaban un ambiente acogedor. Estaban viendo una película juntos, una tradición que compartían desde pequeños. TaeHyung, con su cabecita recargada en el hombro de su hermano mayor, disfrutaba de los mimos en su cabello. La calidez del momento era perfecta, y parecía que nada podía perturbar esa tranquilidad.
Pasaron unas horas desde que JungKook se había marchado, pero la mente de TaeHyung seguía ocupada con el recuerdo de ese beso en su mano. El gesto, aunque simple, había dejado una impresión profunda en su joven corazón. Sintió un cosquilleo en su estómago, una sensación que no lograba comprender del todo.
De repente, rompió el silencio.
— Oye, oye — Dijo TaeHyung, punzando la mano de JaeBeom para llamar su atención.
JaeBeom pausó la película y miró a su hermanito.
— ¿Qué pasa, cachorro? — Preguntó, su tono de voz suavizándose al ver la seriedad en el rostro de TaeHyung.
— ¿Qué sentiste cuando conociste a Ji-Ho? — Titubeando un poco, finalmente formuló la pregunta que había estado rondando su mente.
El mención del destinado de JaeBeom, Woo Ji-Ho, hizo que este sonriera ligeramente. Ji-Ho era un Omega rubio de tez blanca y ojos marrones, alguien que había entrado en la vida de JaeBeom con fuerza, cambiándola para siempre. Recordar esos primeros encuentros trajo una mezcla de nostalgia y calidez al corazón de JaeBeom.
— Te recuerdo que primero nos odiábamos — Respondió, su tono un tanto burlón al recordar cómo había comenzado su relación. La historia de enemigos a amantes era bien conocida en la familia, y siempre arrancaba sonrisas cuando la contaban.
— ¡Lo sé! Solo te pregunté qué sentiste — Insistió TaeHyung, buscando algo más profundo en la respuesta de su hermano.
JaeBeom exhaló, relajándose en el sofá mientras revivía esos recuerdos.
— Pues, cuando lo vi fijamente a los ojos por primera vez y nuestras manos se rozaron, fue algo muy raro. Sentí que mi lobo gritaba que lo abrazara en ese momento, y pude ver cómo Ji-Ho se sonrojaba como si un tomate explotara en su cara — Dijo, sonriendo al recordar esa imagen — Pero aunque fingíamos odiarnos, ambos sabíamos que éramos destinados, porque el tatuaje de los destinados apareció cuando nos dimos nuestro primer beso.
TaeHyung, con los ojos abiertos de par en par, escuchaba con fascinación.
— ¿Como el de nuestros papás? — Preguntó, su curiosidad alimentada por la historia de amor de su hermano.
JaeBeom asintió, levantando su muñeca izquierda para mostrarle a TaeHyung el tatuaje gris que llevaba ahí, una pequeña llama de fuego que representaba su vínculo con Ji-Ho.
— Sí, solo que nosotros somos una llama de fuego. Es el símbolo de nuestro lazo — explicó, con un toque de orgullo en su voz — ¿Por qué me preguntas eso?
TaeHyung dudó un momento antes de responder, sus mejillas volviéndose a teñir de un leve color rosado.
— Porque... mi lobito aulló cuando JungKook me besó la manita y cuando lo miré a los ojos también...
El silencio que siguió fue casi ensordecedor. JaeBeom, cuyo rostro había estado relajado hasta ese momento, cambió repentinamente. Se irguió en el sofá, sus ojos abiertos de par en par y su voz llena de incredulidad y un toque de alarma cuando exclamó:
— ¿¡QUÉ CARAJO!?
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