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CHAPTER TWO

A la mañana siguiente, Sebastian y Margarita se alistaban para visitar al médico de la chica, él aprovechó para llamar a su padre y decirle que quizá ese día llegaría más tarde a su trabajo. Marcó el número de la casa de Vladislav y la voz de su hermana Smeranda, quién era la tercera hija del primer matrimonio de Vladislav Stan con Verushka Albescu. Además de Smeranda, Vladislav había procreado otras dos hijas con esa mujer; Katrina, la mayor y Polina, la segunda. Ellas eran mucho mayores que el chico, quién tenía 30 años, mientras que Katrina había llegado a los 52, Polina a los 50 y Smeranda a los 46.

El padre de Sebastian; Vladislav, era un hombre recio y muy exigente, sobre todo con sus hijas mayores, quienes a veces se mostraban en desacuerdo con él ya que con su único hijo varón, todo era muy distinto. El señor Stan recién había cumplido los 80 años, era un hombre mayor y chapado a la antigua, a veces con ideas muy retrógradas, para él era muy importante tener descendientes varones que preservaran su apellido y lo engrandecieran. Por ello se había sentido muy orgulloso cuando su joven concubina, Valery, de entonces 18 años, lo había convertido en padre de un varón, obviamente, eso había engrandecido los celos de su hija mayor ya que ella esperaba que la herencia de su padre pasara a manos de su hijo Vlad, quién era un par de meses mayor que Sebastian.

-¿Qué estás haciendo tan temprano en casa de papá, Smeranda? – Preguntó extrañado el joven.

-¡Siquiera un buenos días! – Respondió molesta su hermana.

-Perdón – dijo entre dientes - ¡Buenos días! ¿Qué haces tan temprano en casa de papá?

-Me llamó a eso de las cuatro de la mañana, alegando que requería de mi presencia para preparar su desayuno, ya que Katrina salió ayer por la noche y no regresará hasta la próxima semana – Exclamó Smeranda con voz llena de fastidio - ¡Ya sabes cómo es papá con esas cosas! Tiene sirvientes, pero no quiere que ellos se hagan cargo de él, tenemos que ser nosotras, sus hijas, ya que las mujeres nacieron para servir al hombre – rió su hermana citando las frases de Vladislav.

-¡Esa vieja momia y sus ideas machistas! – Comentó entre risas - ¿Me lo podrías pasar por favor? Necesito hablar con él.

-¡Sí, claro! – Dijo Smeranda – Acaba de entrar a la cocina y antes de que te despidas, le das mis saludos a Margó por favor. Te mando muchos besos, hermanito – Finalizó su hermana.

-De tu parte y muchas gracias, ¡te quiero! – Exclamó antes de que su hermana le pasara a su padre - ¡Hola pa, buenos días! – Saludó el muchacho - ¿Cómo estás?

-¿Qué tienen de buenos? – murmuró el señor Stan – Estoy de muy mal humor y molesto contigo porque no has venido a verme, necesito buena compañía masculina para charlar. Tus hermanas son un asco en ajedrez.

-¡Perdón! – Dijo el chico aguantando la risa – Pero tienes a tus yernos y nietos a los cuales puedes retar a una buena partida. Sabes que hay mucho trabajo en la empresa y que también debo atender a Margarita.

-Pero ellos no son rivales dignos de mí y siempre se la pasan hablando sandeces – Respondió su padre - ¡Sabes que te perdono, hijo! Sé que nos veremos más tarde en la oficina.

-¡Tsss! – Exclamó Seb – No se va a poder, bueno, no en un rato. Debo acompañar a Margó al médico y creo que te estaré viendo hasta después del mediodía.

-¿Al médico? – Preguntó alarmado el señor Stan - ¿Mi nuera está enferma?

-No, no te preocupes papá – Dijo el muchacho – Es un chequeo, importante sí, pero ya te daré más detalles después, ¿vale? Te prometo una gran sorpresa, bueno, ¡a todos!

-Mira muchacho, si se trata de una de tus bromas, te daré una tunda – Exclamó su padre antes de colgar - ¡Hablamos más tarde entonces!

-No te enojes, Vladi – se rió Seb – Te veo más tarde... ¡te quiero, viejo! – finalizó y terminó la llamada.

Sebastian tomó de la mano a su prometida, quién ya estaba lista para partir. Ella le dio un beso tronado en la mejilla y lo abrazó con amor. Después salieron de su departamento para dirigirse al consultorio médico. En el camino, Seb charlaba con Margó sobre lo que le había dicho su hermana Smeranda y su propio padre. A la chica le hacía gracia el señor Stan, a veces no podía creer en las cosas que le contaba su novio, ya que a ella nunca le había dicho o comentado nada fuera de lugar, pero llegó a escuchar los comentarios del padre de Sebastian hacia sus hijas, sobre todo a Katrina, la mayor de las Stan, quien por cierto, tampoco le agradaba en absoluto.

-¿Cómo crees que lo tomen Katrina y Polina? – Preguntó Margarita antes de llegar con el médico.

-¿Qué cosa? – Preguntó e añadió de inmediato - ¿Lo de tu embarazo y nuestro compromiso?

-Exacto, ¿qué crees que vayan a decir?

-Mira, lo que piensen ese par de arpías es cosa que me tiene sin cuidado. Ellas ya están grandes, hicieron su vida como quisieron o como mi padre les dejó. Yo no tengo la culpa de haber nacido varón y qué mi papá me quiera más que a ellas – Sonrió Sebastian - ¡Tú no les hagas caso!

-Está bien – dijo la chica – Solo espero que no te metas en problemas por esto.

Sebastian iba a decir algo, pero llegaron al consultorio y ya no pudieron hablar más ya que era casi la hora de su cita. El doctor Sullivan los hizo pasar, auscultó a Margarita, le hizo una serie de preguntas y le mandó a que se realizara una prueba de sangre para confirmar el embarazo y conocer su estado de salud. Después de esperar un rato por los resultados de la prueba de sangre y embarazo, todo parecía marchar sobre ruedas.

-La señorita Levieva se encuentra en un estado de salud bastante bueno. Sólo le recomiendo que tome estas vitaminas para reforzar su salud. El embarazo está cerca de siete semanas, así que la tendré de vuelta aquí para un nuevo chequeo dentro de un mes o cualquier cosa que encuentre fuera de lugar, puede venir a verme inmediatamente – Exclamó el doctor – Y cuídela mucho, señor Stan.

-Muchas gracias – Dijeron ambos al mismo tiempo.

-Nos veremos dentro de un mes – sonrió Margarita.

-¡Hasta luego! – Sonrió Sebastian – No se preocupe, doctor Sullivan, yo la cuidaré.

La pareja dejó el consultorio, fueron a desayunar y después, Sebastian acompañó a su chica hasta la casa de sus padres dónde ella se encargaría de darles la noticia de su embarazo y de su compromiso con su novio. Él se dirigió a su oficina para ver a su padre y darle la buena nueva. El señor Stan se encontraba de muy mal humor, como la mayor parte de los días, siempre se quejaba que Katrina y su marido, que ambos eran un par de interesados y que solo deseaban su muerte, también refunfuñaba porque el hijo de su hermana Polina, Ivar, había decidido declarar abiertamente su homosexualidad ante la familia y terminó con una buena tunda por parte del abuelo Vladi.

A Sebastian le hacía mucha gracia su familia, a pesar de sus continuas peleas con Katrina y Polina, los maridos de éstas y su primo Vlad, hijo de su hermana mayor. Con sus otros sobrinos todo era muy diferente, se llevaban bastante bien entre todos y disfrutaba de sus charlas y compañía. Pero su padre era muy celoso y cada vez que estaba en casa, acaparaba toda la atención del joven Stan y lo mantenía con él, ya fuera en su estudio o su habitación, charlando de muchos temas, pero sobre todo, hablando sobre Valery; la madre de Seb.

Valery trabajaba en la casa de Vladislav Stan, había llegado de Nueva Escocia a Nueva York, para trabajar como sirvienta en una casa rica. Su tía la recomendó en la casa de los Stan e inmediatamente la habían contratado para hacerse cargo de la habitación del señor Vladislav. Valery era muy joven, tenía solo dieciséis años, pero ante las presiones económicas, su padre enfermo y la mala racha en el negocio, se vio en la necesidad de dejar su natal Canadá y emigrar a los Estados Unidos con la ayuda de su tía quién mintió a cerca de la edad de su sobrina para que fuera contratada de inmediato.

Vladislav se sintió atraído por la belleza de la rubia, sus ojos azules y su inocencia. Deseó protegerla y cuidarla a toda costa. Luego de un par de meses de haber comenzado a trabajar en la casa, Vladislav la eligió como su compañera, luego de que el hombre sufriera una caída lastimándose una de sus rodillas, lo que le impedía moverse debido a la cirugía a la que había sido sometida. Valery le leía, jugaba ajedrez con él y charlaba por largo rato con ese hombre. A pesar de ser un hombre maduro, conservaba el porte y la galanura que siempre lo había caracterizado, era muy guapo ante los ojos de Valery, quién en poco tiempo se enamoró de él. Vladi también cayó rendido ante los encantos de esa jovencita, no le importó la enorme diferencia de edades y la convirtió en su mujer, ante el disgusto de sus hijas y los padres de la joven. Desgraciadamente, Valery había fallecido dos años atrás, víctima de diabetes, ocasionando que el carácter amargado de Vladislav se acentuara más de la cuenta y tornándose posesivo con su hijo menor, también Sebastian se había visto bastante afectado por la muerte de su madre, sin embargo, el contaba con el apoyo y el amor de Margarita, lo que había hecho menos intenso su dolor.

Sebastian entró sin anunciarse en la oficina de su padre, Vladislav estaba leyendo unos documentos mientras comía maní salado de un bowl de cristal, el chico se sentó frente a él y le arrebató el bowl de las manos para llenarse la boca con un puñado de maní.

-¡Muchacho maleducado! – Sonrió Vladi y le dio un manazo.

-¡Auch! – se quejó Sebastian - ¡Tienes la mano pesada, anciano!

-¡Pensé que llegarías más temprano! – Dijo su padre con molestia – Estoy que nuero de aburrimiento, esa junta estuvo pésima. ¡Vlad es un idiota!

-¡Es tu nieto mayor! – Dijo el chico – El hijo de tu hija consentida, por cierto, si me tardé fue porque como te lo comenté, tuve que llevar a Margarita a su chequeo médico y tardamos más de la cuenta porque, ¡adivina!

-¿Y ahora qué? – Preguntó su padre rodando los ojos.

-¡Vas a ser abuelo, viejo! – Gritó el joven abrazando a su padre – Margó está embarazada y nos casaremos muy pronto.

-¡Eso es una gran noticia! – Dijo Vladi aplaudiendo de la emoción y casi al borde del llanto - ¡Has alegrado mi día con esa magnífica noticia! Me convertiré en abuelo del nieto más esperado.

-¿Y si es nieta? – Preguntó su hijo con una gran sonrisa – A mí en lo particular no me interesa el sexo, lo único que quiero es que mi bebé nazca bien y lleno de salud.

-¡Patrañas! Este niño va a ser un varón, lo sé. Algo dentro de mí me lo dice y se llamará como mi bisabuelo; Velkan – Dijo el hombre hinchándose de orgullo.

-¿Velkan? ¿Más nombres eslavos? – Exclamó el chico lleno de fastidio – Todos tienen nombre eslavo, a excepción mía.

-¡Eso porque tu madre se empeñó en llamarte así! – Comentó Vladi con tristeza – Yo no podía decirle que no a esa hermosa creatura. Cuando esos ojos azules, idénticos a los tuyos me miraban, yo me rendía. ¡Ella fue la única que endulzó mi carácter!

-Lo sé, papá, lo sé – Murmuró Sebastian – Pero dime, ¿qué significado tiene ese nombre?

-Significa "Lobo Valiente" – Comentó Vladislav apretando con fuerza el brazo de su hijo – Recuerda Sebastian, que el escudo de armas de la familia tiene un lobo. El lobo es nuestro guardián, nuestro guía. Representa poder, fuerza, lucha, honor y orgullo. ¡Jamás dejes de ser un lobo! Y por obvias razones, este nuevo miembro en la familia, también será como un lobo.

-De acuerdo, yo no me opondré – Respondió Sebastian – Pero ahora, debes decirle a Margarita cuáles son tus intenciones. Porque supongo que ella también tendrá en mente un par de nombres para nuestro futuro hijo. Aunque en lo personal, si el nuevo miembro de la familia es una niña, me encantaría que llevara el nombre de mi madre.

-En eso no me opongo – Exclamó el señor Stan – Pero respecto a Margó, yo me encargaré de hablar con mi nuera, ¡deja todo en manos de este viejo! Ella es una dulzura y estoy casi seguro que no se opondrá ante mi decisión.

-¡Si tú lo dices! – Respondió Sebastian encogiéndose de hombros.

-¡Pero anda! - Dijo su padre caminando hasta un estante en su oficina – Debemos brindar tú y yo por esta maravillosa noticia – Gritó eufórico sacando una botella de su mejor brandy y destapándola – Ya después citaré a una reunión familiar y hablaremos con esa gente - Exclamó mientras le entregaba un vaso de brandy a su hijo - ¡Por mi nuevo nieto!

-¡Salud! – Respondió Sebastian chocando el vaso con el de su padre.

Ese día por la noche, toda la familia Stan se había reunido en la mansión de Vladislav. Margarita estaba un poco disgustada con Sebastian, ya que no le gustaban las reuniones familiares de los Stan. Sabía que no era del agrado de Katrina y Polina, la única que simpatizaba con ella era Smeranda, pero tampoco podía oponerse a los deseos de su suegro. Margó estaba consciente que Vladi la adoraba, por el simple hecho de ser la mujer de su hijo y porque ella se había ganado un lugar en el agrio corazón de ese viejo.

-¿Para qué nos has reunido, padre? – preguntó Katrina con fastidio – Me encontraba en un viaje y tuve que regresar sólo por tus caprichos.

-¡Ya tendrás tiempo de ver a tu amante otro día, Katrina! – respondió el señor Stan mientras el resto de la familia se miraban incómodos unos a otros.

Katrina se puso colorada de ira y vergüenza, no podía ocultarle nada a ese viejo metiche que se las arreglaba para enterarse de la vida y milagros de la familia, con tal de encontrar fallas en ellos para desheredarlos. ¡Pero no fuera el bastardo de Sebastian y la muerta de hambre de su novia! Ellos lo tenían comiendo de su mano, por eso los odiaba y le encantaría torturarlos con sus propias manos.

-¿Qué puede ser tan importante que no pueda esperar para otro día? – exclamó Polina – Todos somos personas muy ocupadas y este tipo de reuniones imprevistas sólo nos distrae.

-¿Personas ocupadas? – dijo Vladi con burla - ¿Tú ocupada en qué? ¡No me digas que fregando el piso! Porque eso es para lo único que sirves, Polina.

-Abuelito, ¿por qué nos has reunido? – preguntó Ivar con desesperación.

-Cállate para que me dejes hablar, mi niña. – respondió el anciano – Si los he reunido es porque tengo una noticia muy importante que darles a todos ustedes. Algo que me llena de infinito orgullo y felicidad, que me hace olvidar que todos ustedes son una bola de fracasados, holgazanes y sin futuro. – exclamó Vladi rascándose la barbilla.

Sebastian escuchaba con atención las palabras de su padre y no pudo disimular una risa burlona al ver la cara de sus hermanas, sobrinos y cuñados. Sus muecas de odio y desprecio hacia su padre eran demasiado graciosas, que para el joven fue imposible no soltar una fuerte carcajada. Margarita le dio un codazo para que guardara silencio y pusiera atención al discurso de Vladislav, que no dejaba de mencionar lo feliz que se encontraba ante la noticia que estaba a punto de desvelar.

-¡Basta de tantos rodeos, abuelo! – exclamó Vlad, su nieto mayor – Ve directo al grano, tengo mucha prisa como para perder el tiempo en estas tonterías.

-Pues te aguantas, Vladislav. – fue la respuesta del abuelo Stan – Pero ya que todos están desesperados y desean volver a sus actividades, me dejaré de rodeos. Me convertiré en abuelo de nuevo y eso me llena de felicidad. En unos pocos meses, Sebastian y Margarita serán padres de un hermoso niño, que si mis antepasados lo desean, será un varón que llevará por nombre Velkan.

-¡No se precipite! – intervino Margó – Faltan cerca de siete meses para que su nieto o nieta vea la luz de este mundo. No sabemos si será varón o una mujercita, cosa que a Sebastian y a mí no nos interesa, lo importante para nosotros es poder criar un buen hijo, no importa su sexo y claro, nosotros ser buenos padres para él o ella. Y respecto al nombre, mi prometido y yo aún no lo discutimos.

-¿Prometido? – exclamaron todos al mismo tiempo.

-¿Cómo que prometido? – dijo Katrina - ¿Ustedes van a casarse?

-Claro, Margó y yo vamos a casarnos en un par de meses. – respondió Sebastian mostrando la mano donde la chica portaba su anillo de compromiso.

-¡Lo que me faltaba! La muerta de hambre se va a casar con el bastardo y para colmo le dio el anillo de la bisabuela. – gritó Polina- Este es el Armaggedon.

-¡A callar! – gritó Vladislav dando una fuerte bofetada en el rostro de Polina – Ustedes no son nadie para juzgar a su hermano y él ¡no es ningún bastardo! – dijo y se dirigió a Margarita – Disculpa a estas cacatúas hija mía, no saben lo que dicen. Pero de seguir insultándote a ti o a mi hijo Sebastian, es posible que desaparezcan de mi testamento y las deje en la calle. ¡Ah, lo olvidaba! Por eso las casé con hombres ricos y exitosos para que nunca les falte nada y vivan como reinas.

Polina y Katrina tomaron sus cosas y salieron seguidas de sus hijos y maridos, ya no quisieron esperarse a la cena y el brindis que Valdislav ofrecería en honor de su nuevo nieto y por el matrimonio de Margarita y Sebastian. Morían de la vergüenza ante los insultos y los malos chistes de su padre, ¡pero que podían hacer! Si se revelaban, el viejo jamás les daría un centavo y ellas lo único que deseaban era la parte de su herencia como hijas de Vladislav Stan.

Vladi se acercó hasta Margarita y la tomó de la mano para conducirla frente al enorme retrato de la madre de Sebastian, que se encontraba sobre la chimenea de la sala. La joven lo contempló detenidamente, Valery había sido una mujer muy hermosa y que adoraba al señor Stan por sobre todas las cosas. Sebastian le había contado la historia de amor de sus padres y eso la había conmovido hasta las lágrimas. Ella le había sido fiel a Vladi hasta el día de su muerte, acontecida un par de años atrás.

-Espero que tu amor por mi hijo sea tan fuerte como el que Valery sintió por mí. – exclamó el señor Stan con un nudo en la garganta – Ella fue el mejor regalo que la vida me dio y la recuerdo con mucho amor, desgraciadamente la vida no es justa y Dios siempre escoge a las personas más buenas y hermosas de este mundo, para llevárselos y que formen parte de sus ángeles. Valery es ahora uno de ellos y aunque yo no crea en esas cosas, estoy seguro que mi amada mujer es el más hermoso de todos los que habitan en el cielo. – dijo a punto de las lágrimas – Tú eres una buena muchacha y Sebastian te ama con todo su corazón, yo se que lo harás muy feliz. Por eso, cuando mi estancia en la tierra haya terminado, me quedaré tranquilo, pues tú estarás a su lado y jamás lo abandonarás. – añadió besando el dorso de la mano de la joven – Sólo quiero pedirte una cosa más, querida. Si el fruto de tu vientre es varón, cómo último deseo, quiero que lo nombren Velkan, en honor a mi bisabuelo, ¿lo harás por mí?

Margarita escuchó atentamente y con los ojos llenos de lágrimas las palabras de su suegro, no podía negarse a los deseos de esa momia, cómo lo llamaba Sebastian. El señor Stan cuándo se lo proponía era un hombre muy tierno y sabía cómo ganarse el corazón de las personas, así como era odiado, también era amado.

-De acuerdo, señor Stan. – respondió Margarita dándole un beso en la mejilla – Si es varón se llamará Velkan, pero si es niña yo escogeré el nombre. Y por lo demás, no se preocupe, yo amo a Sebastian y mi amor por él será infinito.

-Lo sé, hija y me siento feliz de saberlo – Dijo el hombre suspirando - Pues me parece justo, es un buen trato – exclamó Vladislav Stan besando la frente de su nuera, volvió a tomarla de la mano y la condujo hasta la sala para brindar por la felicidad de Sebastian y Margarita.

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Este es el segundo capítulo, como pueden ver, no todos se llevan bien, sobre todo, Polina y Katrina, quienes nos hemos dado cuenta, odian a su hermano menor y a su padre. Pero también hemos visto que Vladislav Stan no es una blanca paloma y se porta de manera grosera con sus hijas. ¿Qué les pareció este capítulo? ¡Sí, ya sé que no les gusta Margarita Levieva! Pero quizá en uno o dos capítulos más termine su aparición en esta historia. Espero sus comentarios y ¡gracias por leer!
#MaryCruz


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