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CHAPTER TWENTY THREE

Sebastian cerró los puños golpeando con fuerza el volante haciendo que el claxon sonara. Varias personas voltearon a mirarlo, pero él arrancó de prisa y desapareció de la vista de todos. ¡Ese hombre le daba mala espina! No le gustaba verlo junto a SU Evangeline. Llegó a su casa bastante molesto, su padre lo notó pero no dijo nada. Juntos salieron de la casa para dirigirse al lugar de la obra. El joven quedó bastante sorprendido ante el avance de la construcción, ¡ese proyecto les iba a dejar grandes ganancias!

El chico y su padre se acercaron al arquitecto de la obra, con el cual tuvieron una larga entrevista para ponerse al tanto de los avances de ese inmenso proyecto. Quedaron bastante satisfechos ante las respuestas del hombre. Sebastian notó el entusiasmo de su padre, ¡era otro logro más para su lista! Vladislav Stan era un hombre que había alcanzado la cima en pocos años, ya que tenía una gran visión para los negocios y siempre pensaba a futuro. Esa cualidad la había heredado Sebastian y se sentía orgulloso de ello.

Al abandonar el lugar, Vladi aprovecho para hablar con su hijo respecto a Evangeline. Al regresar de haberla llevado a su trabajo, el chico se notaba molesto y de mal humor. ¿Qué le haría esa jovencita? Se preguntó el anciano que conocía perfectamente el carácter de su hijo, quizá Sebastian la había molestado y este había terminado enojado por no tener la razón.

-Te noté bastante molesto cuando regresaste de llevar a Eve a su trabajo, ¿discutiste con ella? – preguntó Vladi cuando Sebastian se detuvo frente a un negocio de comida – Por la mañana los vi demasiado cariñosos, ¡no entiendo por qué te expresas tan mal de ella!

-¡Eso no te importa, viejo! – respondió Sebastian descendiendo del auto – Evangeline es como la mayoría de las mujeres que conozco. Comienzan a coquetearte y coquetean con otros también. ¡Ella es una fácil!

-¡No deberías expresarte así de ella! – exclamó su padre – No creo que Evngeline sea de esas mujeres.

-Pues cuando la dejé en la escuela, fue recibida por un tipo al cual saludó de manera muy cariñosa. – dijo Stan - ¡Eso no me agradó para nada!

-Entonces estás celoso. – respondió el anciano - ¡Eso no lo vi venir! – dijo entre risas burlonas – Para mí que te estás enamorando de esa muchacha. ¿Y quién no? Si es tan dulce, atenta, cariñosa y muy bella.

-Padre, no quiero ser grosero contigo pero ¡sólo estás diciendo tonterías! – dijo el joven Stan – Tus ojos de viejo te hacen tener visiones extrañas, ¡mejor calla la bocaza! Ahora entremos que muero de hambre.

Ambos hombres entraron en el lugar de comida y Sebastian desvió la conversación hacia otros temas, como negocios. Así su padre no lo estaría molestando con su idea loca de que se había enamorado de Evangeline. O ¿Acaso su padre tenía razón? ¿Y si ese viejo gruñón estaba diciendo la verdad? ¡No, eso no podía ser cierto! Él detestaba a esa mujer, quizá era muy atractiva, ¡pero no su tipo de mujer! Se concentró en la conversación que estaba sosteniendo con su padre, pero no pudo alejar el bello rostro de Eve de su mente.

*****

Días después de la llegada de Vladi y de que el padre de Sebastian dejara en orden sus negocios, el viejo Stan tuvo que dejar el lugar para regresar a Nueva York y no levantar sospechas entre sus hijas, las cuales se encontraban buscando a su hermano, o al menos eso le habían hecho creer a su padre. De sobra sabían que la única preocupada por su desaparición era su hermana Smeranda, las otras dos estaban angustiadas, pero eso era debido a la suspensión de su pensión hasta que Sebastian no apareciera.

El joven Stan se despidió de su padre, le entristecía verlo partir, pero ya había hablado con él y parecía que el detective estaba haciendo las cosas como ellos se lo habían pedido, aunque Vlad, el sobrino de Seb ya le había entregado una fuerte suma de dinero, el hombre no había hecho el menor movimiento, si no que había sembrado un par de pistas falsas, entregándoselas a Katrina y a su hijo, de esta manera, los mantendría ocupados buscando al joven por otro lado.

-¿Cuándo te veré de nuevo, anciano? – Preguntó Sebastian abrazando a su padre.

-Yo sinceramente no quisiera irme – murmuró Vladislav – Aquí me siento muy tranquilo y sin presiones. Además, no quiero separarme de mi nieto. Pero el deber me llama y si me ausento más de la cuenta, sabes que tus hermanas van a sospechar y ¡no quiero que empiecen con sus interrogatorios! – Dijo y tomó a su nieto en brazos para llenarlo de besos.

El teléfono del viejo comenzó a sonar y este lo atendió de inmediato, bufó con molestia al darse cuenta que se trataba de Smeranda: - ¿Qué sucede hija? – Preguntó dejando escapar un suspiro de fastidio.

-Nada papá – Respondió la mujer – Solo quiero saber si ya vas a regresar, ¡porque ya no me aguanto a tus nietos! Los gemelos quieren verte y que los lleves al sitio que les habías prometido.

-Dile a los esbirros de Satán que los veré esta noche – Respondió Vladi y dejo escapar una sonora carcajada.

-¿Es Smeranda, verdad? – Preguntó Sebastian, pero se cayó de golpe al mirar la cara severa de su padre.

-¿Con quién hablas? – lo interrogó su hija menor - ¿Es Sebastian? ¿Ya lo encontraste?

-No alucines – Dijo el hombre fingiendo demencia – Escuchaste mal, no hay nadie, solo es Simon. Ya debo irme, los veré esta noche.

Vladi colgó y comenzó a despedirse de los abuelos de su hijo, ellos le desearon un buen viaje y él prometió mantenerse en contacto, para hablar de negocios con Colin. También les recomendó que no vendieran su propiedad y que se mantuvieran alejados del tal Maximus, Por último, se dirigió a Evangeline, que entraba en la casa.

-¡Debo irme ahora, preciosa! – Dijo Vladislav extendiendo sus brazos.

Eve lo recibió y depositó un beso en su mejilla: - Lo voy a extrañar, señor Stan – Dijo la joven – Es usted un hombre maravilloso.

El viejo le dedicó una sonrisa sincera y la tomó del brazo para alejarla unos pasos de los demás y que nadie oyera lo que él le diría.

-Voy a dejar en tus manos a mi hijo y a mi nieto – Susurró el hombre ante la mirada de sorpresa de la chica – Sé que con Velkan no hay problema, él te adora como una madre y sé que tú lo amas como a un hijo. Sin embargo, quién me preocupa es Sebastian.

-No lo entiendo, señor – Respondió la chica - ¿A qué se refiere?

-Mi hijo lleva una herida muy grande en su corazón y nada podrá hacerla sanar, excepto tú y tu amor – Exclamó Vladislav – Solamente tú, mi niña puedes derribar esa coraza que se ha impuesto. Te pido que le tengas mucha paciencia, por favor – Suplicó el anciano.

-¿Yo? – Preguntó Eve – No lo creo señor, su hijo me odia y no me quiere cerca de él.

-Te equivocas, hija – Respondió Vladi – Eso es sólo una careta, si te das la oportunidad de conocerlo bien, te darás cuenta de que es un hombre tierno y dulce.

Evangeline suspiró, en realidad no entendía a ese señor, seguramente decía esas cosas porque ya era muy anciano y a veces desvariaba. Simplemente se dedicó a darle la respuesta que él deseaba escuchar, pero la duda se quedó rondando en la cabeza de la chica, ¿y si el señor Stan tenía razón?

-No se preocupe – Dijo Eve sujetando las manos del hombre – Haré lo que usted me encomendó. ¡Déjelo en mis manos!

Vladi sonrió y abrazó de nuevo a la muchacha para besar su frente. Después regresó con su hijo y su nieto para despedirse de ambos. El viejo suspiró varias veces, tratando de ahuyentar el llanto que estaba a punto de brotar de sus ojos. Besó por milésima vez a su nieto y salió de la propiedad dónde su guardaespaldas lo esperaba para llevarlo a Halifax y tomar su avión para regresar a Nueva York y no levantar sospechas entre sus familiares, pues no deseaba aún revelar que había encontrado a su hijo.

*****

Sebastian se estaba hartando de que todos los días, el tal Axel recogiera a Evangeline en la granja para llevarla a su trabajo y por las tardes, la llevara de regreso a casa. Odiaba la manera de hablar de ese tipo y su trato hipócrita hacia Eve, a leguas se notaba que ese hombre sólo quería acostarse con ella. ¡Ya no podía soportarlo más! Así que decidió encarar esa tarde a Evangeline y preguntarle que era lo que se traía con ese estúpido leñador de quinta.

Eve entró en la casa como todas las tardes, cargada de todo su material de trabajo, pero con una enorme sonrisa en el rostro. Dejó todo lo que llevaba en sus brazos sobre la mesa que se encontraba cerca de la puerta y corrió para tomar en brazos al pequeño Velkan, quien al verla lanzó gritos de felicidad.

-¿Cómo está mi hermoso bebé? – preguntó la chica cubriendo de besos el rostro del pequeñín.

Por respuesta obtuvo varios balbuceos y una hermosa sonrisa que ya dejaba ver dos pequeños dientecitos al frente.

-¡Esos dientes son enormes! – dijo Evangeline lanzando a Velkan por los aires ante la mirada de desprecio de Sebastian.

-Hoy llegas temprano, Evangeline. – dijo el hombre parándose frente a ella con las manos a los costados – Veo que tu amiguito hoy no quiso llevarte a cenar.

-¿De qué estás hablando, Stan? – preguntó Evangeline levantando las cejas y colocando al pequeño Velkan en su sillita - ¿Te refieres a Axel?

-¡Sí, a ese idiota! – dijo Sebastian con enfado - ¡Yo no sé que le ves a ese tipo! Él no te conviene, es un donnadie

-¡No me digas que estás celoso de Axel! – exclamó Evangeline mordiendo su labio inferior, lo que provocó una leve punzada en la entrepierna de Sebastian – Para tu información, Axel y yo somos sólo amigos. Él me ha ofrecido el ático de su casa para que me mude ahí y ya no tenga que molestarte, jamás.

-¡No dejaré que te vayas a vivir con ese tipejo! – respondió Sebastian rojo de ira – Él sólo quiere utilizarse, conozco perfectamente a los de su calaña.

-¿Lo estás comparando contigo, Sebastian? – preguntó Evangeline con una gran sonrisa - ¡El burro hablando de orejas! Yo puedo decidir a dónde ir y con quién, ya estoy lo suficientemente grande para elegir qué es lo que quiero de mi vida.

-Pero irte a vivir con ese tipo, ¡nunca! ¿Me escuchaste? – dijo Sebastian tomando a Evangeline por las muñecas y empujándola contra la pared - ¡Tu vas a quedarte aquí junto a Velkan y junto a mí!

-¡No! – respondió la chica – Adoro a Velkan y a tus abuelos, vendré a visitarlos siempre que pueda, pero ambos estamos bien seguros que no podemos vivir el uno junto al otro. ¡Es lo mejor para ambos! Que yo desaparezca de tu vista, ¡me odias!

-¿Qué es lo que necesitas? – preguntó el muchacho - ¿Quieres que te regale un departamento? Podemos ir a vivir juntos a Nueva York, ¿qué te parece Manhattan? ¿O SoHo? Tú decide, pues yo voy a tratarte como a una reina y lo mejor, ¡ya no vas a tener que trabajar! Ya que yo te daré todo lo que necesitas y vivirás cómodamente, ¡yo soy el hombre que necesitas, Eve! – dijo Sebastian rozando los labios de Evangeline con su lengua.

-¡Ay, me lastimas! – se quejó la muchacha - ¿Acaso podrás darme todo eso con tu miserable sueldo de mecánico? ¡Estás loco, Sebastian! Otra cosa, yo no necesito un hombre para que me mantenga, soy una mujer independiente y que puede valerse por sí misma.

-¡Es qué no lo entiendes! – gritó Sebastian apretando con fuerza las muñecas de la chica y soltándolas de golpe.

-¿Entender qué? – preguntó esperando inmediatamente una respuesta - ¡No entiendo nada! Primero me odias y ahora... ¡no me vayas a decir que te gusto!

-¿Gustarme? No, esa no es la palabra adecuada. – dijo Sebastian rascándose la barbilla - ¡Me encantas, Eve! – exclamó el hombre - ¡Me estás volviendo loco!

Eve se llevó las manos en la cabeza, ¡definitivamente no entendía a ese hombre! En algunas ocasiones la trataba con desprecio, otras veces era tan apasionado o se mostraba tierno y dulce para con ella. Sincerándose consigo misma, sentía una atracción muy grande por Sebastian. Adoraba su sonrisa, su cabello y el tono de su voz, también le gustaba verlo molesto cada vez que Axel iba a buscarla. Entonces recordó las palabras del padre de Sebastian y pensó que sería un buen momento para dejarlas cosas claras con el chico.

-¡No sé qué pensar! – suspiró mientras se dejaba caer sobre uno de los sillones de la sala – Te has portado tan mal conmigo, ¡que no sé si deba creerte!

-Sé que me he portado como un imbécil, pero eso no quiere decir que sea un completo monstruo. – respondió Sebastian – Tengo mis motivos para ser así y quizá tengas razón al decir que he construido una muralla impenetrable para no mostrar mis verdaderos sentimientos, ¡pero tengo miedo!

-¿A qué le temes? - preguntó Evangeline acercándose a Sebastian para acariciar su rostro – Un hombre como tú, que se impone sólo con su presencia, que se muestra seguro y a la vez rudo, ¡no debe temer!

-Tengo miedo de enamorarme y ¡creo que me estoy enamorando de ti! Aunque no lo creas. – dijo el muchacho casi al borde de las lágrimas – La vida no ha sido justa conmigo, cuando creí haber encontrado la felicidad, está me es arrebatada de las manos. La muerte se llevó a la mujer que yo más amaba, ¿puedes imaginar que tan grande fue mi dolor? Más sin embargo, tuve que ser fuerte, por Velkan. Él tan pequeño e indefenso, se había quedado sin su madre. Y para colmo de los males, ¡mi hermana quiere asesinarme!

Esas palabras hicieron que la sangre de Evangeline se helara en sus venas, realmente no comprendía mucho de la vida de Sebastian, pero poco a poco, trataba de atar cabos. Primero, seguramente él era más que un mecánico de pueblo. Cuando vio a Vladislav Stan parado en el umbral de la puerta, no podía creer que ese hombre tan elegante y refinado pudiera ser el padre de ese chico, pero después de tratarlo y compararlos, se dio cuenta de la verdad y ahora con esa revelación que le acababan de hacer, parecía que en realidad Sebastian pertenecía a una familia de alcurnia.

-¿Qué es lo que estás diciendo? – Preguntó sorprendida – Mira que estoy muy confundida ante tus palabras. No logro comprenderlo, pero me imagino que todo esto ha sido demasiado duro y difícil para ti.

-Si me lo permites – Respondió Sebastian – Podemos hablar esta noche, mis abuelos no tardan en entrar y no podríamos hablar con toda libertad. Aunque ellos saben la verdad de mi vida, me gustaría decírtelo a solas.

-Está bien, podemos hablar después de la cena – Dijo Evangeline levantándose del sillón.

Sebastian la tomó de las manos y las besó varias veces. Ella le dedicó una linda sonrisa y él le devolvió el gesto. Eve se alejó para entrar en su alcoba y se recargó en la puerta mientras dejaba escapar un sonoro suspiro. Ahora más que nunca estaba creyendo que las palabras del papá de Sebastian eran completamente ciertas y no desvaríos de un loco anciano.

*******

Después de haber cenado, los abuelos de Sebastian se retiraron a descansar, Velkan le extendió los brazos a su bisabuela y ella lo tomó para conducirlo escaleras arriba y llevándolo con ellos a su alcoba. Evangeline esperó a que los señores Steele se retiraran y entró también en su cuarto para esperar a Sebastian y poder hablar tranquilamente con él. El chico llegó unos minutos después, llamó a la puerta y se dio cuenta que esta estaba abierta, la empujó con suavidad y entró en la estancia. Eve estaba sentada frente al espejo, cepillando su cabello pero se dio la vuelta al verlo entrar.

-Siéntate, por favor – Dijo la chica señalando su cama.

Sebastian hizo lo que ella le pedía y suspiró al contemplar a la chica que caminaba hasta él. Ella llevaba unos diminutos shorts de dormir y una vieja camiseta que en un tiempo había sido verde, se veía muy hermosa. Hizo a un lado esos pensamientos para concentrarse en lo que le iba a decir, pero no pudo dejar de mirar sus piernas cuando ella se sentó a su lado.

-¡No estés de bobo y dime lo que tengas que decir! – Exclamó la mujer – O vas a quedarte ahí sentado mirándome.

-¡Lo que pasa es que eres una provocadora! – Le respondió Sebastian.

Eve bufó molesta y lo golpeó en el pecho. Sebastian se quejó, no creyó que golpeara con tanta fuerza: - Si sólo viniste a decir esas tonterías, será mejor que te vayas – Exclamó la joven tratando de levantarse.

-¡Ya, lo siento! – Dijo Seb dedicándole una sonrisa coqueta que la dejó sin aliento – Pero es que no puedo dejar de mirarte, ¡tienes unas piernas muy lindas y me gustaría...! – Se interrumpió – Mejor hablemos, a eso vine.

-De acuerdo – Comentó la chica encogiéndose de hombros - ¿Y bien? ¿Eres Steele o eres Stan?

-Ambos – Respondió – Mi madre era Valery Steele, hija de Colin y Agnes. Vladislav Stan es mi padre, y uno de los hombres más importantes de la ciudad de Nueva York y con una de las fortunas más grandes del mundo. Su origen es rumano y proviene de una antigua familia de campesinos que emigró a los Estados Unidos en busca de una mejor vida.

-¡Vaya, que interesante! – Dijo Evangeline abriendo sus ojos – Ya decía yo que no parecías ser un simple mecánico. Así que tú debes ser el heredero de ese gran imperio, ¿o me equivoco?

-No te equivocas – Suspiró Sebastian – Desgraciadamente, el heredar una inmensa fortuna me ha hecho alejarme de todo para esconderme de este pueblo de nadie.

-Yo te compadezco – Comentó Eve abrazándolo con fuerza – Debe ser horrible que quién se supone debe sentir un enorme amor por ti te tenga tanta envidia al grado de querer matarte, ¿no lo crees?

-Tienes razón, no entiendo el odio de mis hermanas hacia mí – Respondió el joven – Pero principalmente, mi hermana Katrina, quién es la hija mayor de Vladislav – Dijo encogiéndose de hombros – Tengo otro par de hermanas más, Polina que está muy influenciada por Katrina y hace lo que ella le dice, a veces me odia y a veces me ama. Es difícil vivir así con tanto odio y envidia. De mi hermana Smeranda no puedo quejarme, con ella siempre me llevé bien, me protegía y me cuidaba como si fuera hijo suyo.

-Siempre hay un hermano que te cuida y te protege, a mi así me pasó – Comentó Evangeline – Pero ninguno de mis hermanos quiere matarme, sólo me tratan con desdén por ser mujer o me ignoran completamente. Ron es diferente, él si me quiere.

-Vivimos una situación similar – Añadió Sebastian esbozando una amarga sonrisa – Pero ¿sabes? Lo que más me duele, lo que no puedo procesar correctamente es el hecho que el odio de mi hermana sea tan grande al grado de querer asesinar a mi pequeño hijo.

-¿Pero por qué? – Preguntó horrorizada Evangeline - ¡No puedo creerlo! ¡Tu hermana está loca! ¿Por qué no haces algo? Denúnciala, envíala a un manicomio y que no la dejen salir nunca de ahí. Es un peligro muy grande tener a semejante demente suelta en las calles.

-Creo que tienes razón – Exclamó Seb – Papá y yo tenemos una estrategia para desenmascararla, a ella, a su marido Stephanos y a mi sobrino Vladislav. Ellos tres tienen un plan para deshacerse de mí y de Velkan. Pero no se imaginan que nosotros estamos al tanto de sus movimientos y tarde o temprano van a caer.

-Ahora entiendo por qué huiste de esto – Dijo Eve interrumpiéndose - ¡Oye! ¿Qué tu hermana no tuvo algo que ver con la muerte de la madre de Velkan? – Preguntó de pronto – Así como está de loca no dudo que haya hecho algo.

-¡No, de ninguna manera! – Negó Seb con la cabeza – La muerte de Margarita fue algo natural, ella no resistió el parto. Aunque Polina y Katrina la odiaban, pero supongo que en ese momento no habían pensado en eso – Suspiró con mucha tristeza.

-Aún la extrañas - ¿No es así? – Preguntó Evangeline abrazándolo con más fuerza – Supongo que la necesitas, te hace falta. Creo que si ella hubiera estado contigo te hubiera hecho fuerte.

-La verdad sí, no voy a negarte que la extraño en ocasiones y que a veces me desespero porque sé que Velkan necesita a su madre junto a él – Suspiró Sebastian – Y de nuevo, ¡no te equivocas! Aunque estaría doblemente preocupado por la situación, ya que supongo, mis hermanas también intentarían hacerle daño a ella, ¡no lo sé! A veces no quisiera pensar en eso.

La chica no respondió, Sebastian se encontraba en una situación muy grave y le dolía verlo a sí, tan desesperado y lleno de dolor. Lo acunó entre sus brazos durante unos minutos y después preguntó: -Y entonces, ¿por qué tu padre no reparte su dinero en partes iguales y les da a cada uno lo que les corresponde? Así se ahorrarían muchos dolores de cabeza – Murmuró Eve acariciando la melena castaña del hombre.

-Porque mi padre tiene unas ideas muy arcaicas – Dijo el joven frotando la pierna de Eve con su mano – Él es un tipo muy machista, a veces. Exagera con sus cosas, para él, el tener un hijo varón era muy importante. Como su primera esposa no le dio ninguno, decidió divorciarse de ella. Estuvo un tiempo soltero, hasta que conoció a mi madre. Con Valery no se casó, pero vivieron juntos varios años, hasta la muerte de mi madre.

-Y naciste tú, su anhelado hombrecito – Se rió la chica – Así que decidió lanzarte todo el paquete e inconscientemente te echó a los leones.

-Sí, con esas palabras – Murmuró Sebastian - ¡Tienes tanta razón!

-Lo reitero, te compadezco, no comprendo como una cosa tan estúpida puede llegar a causar tantos problemas – Dijo Evangeline – El dinero, el poder es causa de guerras y muchos conflictos. Comprendo el sueño de tu padre, pero me imagino que tu hermana se sintió desplazada por ti, por eso su odio. Y más si tu padre la trataba de forma desdeñosa e indiferente, tal como mi padre lo hizo conmigo. Pero yo no deseo matarlo ni nada, tampoco lo odio.

-Es que tú eres una niña de buen corazón, por eso no hay odio en ti – Exclamó Sebastian abrazándola – Gracias por escucharme.

-La vida es muy corta como para desperdiciarse con odio. Creo que cada quién debemos preocuparnos en alcanzar nuestra propia felicidad, con o sin lujos. Si los tienes, ¡bien! Disfrútalos y si no, vive con lo que la vida te dé y trata de luchar por obtener lo que quieres – Respondió Evangeline y lo abrazó con fuerza mientras lo besaba en la frente – Ahora comprendo porque eres un amargado.

Sebastian sonrió y buscó la boca de Evangeline para besarla con ternura. Después de un rato más de charla, Sebastian salió de la habitación de Eve un poco más tranquilo. En esa plática se había desahogado, había sacado un poco de su frustración. Evangeline era una chica maravillosa, quizá había hecho mal en juzgarla sin conocerla.

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Otro capítulo más termina. Parece que hay buena comunicación entre Sebastian y Evangeline; y el chico ha dicho que ella le gusta. Tal parece que ambos se han enamorado el uno del otro. Esperemos que esta relación florezca un poco más y el romance llegue pronto. ¿Qué les pareció el capítulo? Espero sus comentarios y gracias por leer. ¡Hasta el próximo lunes!
#MaryCruz

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