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CHAPTER TWENTY SEVEN

-¡Tranquilízate, Sebastian! – Dijo Evangeline con firmeza – Por favor, serénate y piensa con la cabeza fría.

Sebastian volvió el rostro para contemplar a Evangeline, a pesar de que la chica trataba de proyectar una actitud serena, en sus ojos podía reflejarse el miedo. Estaba asustada, ¿de él? Suspiró y acarició el rostro de la mujer con el dorso de su mano, después se giró para observar a su abuela y pudo ver que ella estaba aterrada, ¡incluso su abuelo! Quién la mayoría de las veces trataba de mostrarse tranquilo, ahora se veía consternado y muy preocupado. Stan suspiró y cerró los ojos, para dejarse caer en el sillón, junto a su abuela.

-¿Y qué vamos a hacer respecto a Thorne? – Preguntó Seb jalando a Evangeline para colocarla sobre sus piernas.

Eve se movió incómoda al sentir la mirada de los señores Steele sobre ella, pero nadie dijo nada al respecto. Colin suspiró y meditó unos instantes, intentando poner sus ideas en orden y poder decir algo que los beneficiara a todos.

-Es obvio que no vamos a permitir que un tipo como Maximus Thorne se dé el lujo de amedrentarnos – Comentó el abuelo de Sebastian – Pero la violencia no es la única opción – Dijo el hombre mientras posaba sus ojos en los ojos de Sebastian.

-Entonces ¿sólo nos quedaremos callados y vamos a hacer como si nada hubiera ocurrido? – Sebastian volvió a cuestionar – ¿Esperaremos a que Thorne haga otro movimiento, ocultos entre las sombras para después atacar?

-Exactamente – Exclamó Colin – Vamos a dejar que crea que nos ha asustado...

-¡Pero nos ha asustado! – Intervino Agnes llena de terror – Yo temo por la vida de mi bisnieto.

Evangeline escuchaba callada, pensando y reflexionando sobre lo que ese par de hombres acababan de decir al respecto: - Yo pienso que debemos dar aviso a las autoridades – Dijo la chica rompiendo su silencio.

-Si continúan las amenazas lo haremos – Comentó Sebastian acariciando su rodilla – No te preocupes, me mantendré alerta y vigilaré muy de cerca a Velkan. Voy a estar muy al pendiente de todo, ¡no te preocupes! – Finalizó besando la mano de la chica.

-No deben preocuparse – Exclamó Colin – Sebastian tiene razón, yo le ayudaré a vigilar y ambos nos mantendremos alerta. Puede que sea hora de sacar mis escopetas y mis rifles de caza.

-Puedo tener un par en el taller – comentó Sebastian con una sonrisa.

-¡Pero la violencia no es la opción! – Dijo Agnes Steele - ¿No lo comprenden?

-Yo apoyo a la señora Steele – Exclamó Evangeline - ¿Por qué no dar parte de esto a la policía? Mike es detective, él podía ayudarte.

-Es obvio que no conocen al sheriff de este sitio – Respondió Colin ante la mirada preocupada de Eve – Ese hombre está a favor de todo lo que Thorne hace y dice. El que gobierna aquí es Maximus. Y si avisamos a la policía, es obvio que ellos le dirán a Thorne y nos irá peor.

-Exactamente – Añadió Sebastian – El abuelo tiene razón, vamos a cuidarnos las espaldas por nuestra cuenta. No podemos atenernos a nadie más, ni a Mike, Eve – Comentó el chico al ver que ella intentaba decir algo – Mike ya tiene sus asuntos y me está ayudando con lo de mi familia. ¡Dejémoslo así!

-Está bien – Dijo Evangeline resignada – Sólo debemos cuidar al doble a Velkan y procurar no salir solos. Y sí salimos, únicamente para lo necesario.

-De acuerdo – susurró la señora Steele – Yo haré lo que ustedes dicen, sólo espero que ¡Dios nos ampare! Porque con Maximus Thorne no se sabe.

Todos se levantaron y se retiraron a tratar de dormir, Eve tomó en brazos a Velkan y subió con Sebastian hasta su habitación. Dejó al niño en la cama y se acercó a Sebastian para desearle buenas noches y retirarse.

-¡Hasta mañana, mi amor! – exclamó Eve abrazando a Sebastian – Descansa y trata de no alterarte.

-Prefiero que duermas aquí, con Velkan y conmigo. – respondió Sebastian acariciando el cabello de Evangeline – Si duermes sola en tu habitación, ¡yo no podré dormir tranquilo! Ve por tus cosas y te hago un espacio en mi enorme cama.

-De acuerdo. – respondió la chica rozando los labios de Seb y soltándose de su abrazo para bajar a toda prisa hasta su habitación.

Buscó rápidamente su ropa de dormir y el atuendo que usaría al día siguiente para ir a trabajar. Al salir de su habitación, se cercioró que puertas y ventanas estuvieran cerradas y que la luz del patio delantero de la casa se mantuviera encendida. Pasó a la cocina por una jarra de agua y subió despacio hasta el cuarto de Sebastian, quien la esperaba en la puerta.

-Tardaste en regresar, Eve. – exclamó el muchacho haciéndose a un lado para que la chica pudiera entrar.

-Revisé de nuevo la casa y pasé a la cocina por un poco de agua, ¡pero ya estoy aquí! – dijo dejando sus cosas sobre una silla.

https://youtu.be/LkFXQiuc8L8

Sebastian y Evangeline se prepararon para dormir y se acostaron junto a Velkan. El niño reía feliz al ver a la chica junto a él y acariciaba su rostro. Eve comenzó a cantarle una canción para que volviera a dormirse (**Escuchar tema del video en la parte superior del párrafo**).

-Don't it make you smile? Don't it make you smile? When the sun don't shine it don't shine at all... Don't it make you smile? Don't it make you smile? Don't it make me smile? Yeah...

When the sun don't shine it don't shine at all...yeah... Don't it make me smile? I miss you already yeah...I miss you always... I miss you already yeah...I miss you all day...

This is how I feel... I...I miss you already yeah...I miss you always... The crooked heart swells all around, yeah...I miss you all day... The crooked heart swells around, yeah...

Don't it make you smile? Don't it make you smile? The crooked heart swells around... – canto la chica mirando con ternura el rostro infantil que intentaba mantener los ojos abiertos, pero prefirió acurrucarse en su pecho y dormir.

-¡Serás una gran madre! – dijo Sebastian que no había dejado de contemplar la escena, mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas – Lo siento, pero me duele pensar que quizá Velkan jamás conozca el amor de una madre.

-¡No digas eso, Seb! – exclamó Evangeline tomándolo de la mano – Seguramente habrá alguien que lo ame como si fuera su propio hijo.

-Creo que esa persona eres tú, Evangeline. – respondió el chico besando el dorso de su mano –En tus ojos se refleja el gran amor que sientes por mi hijo y no sé como agradecértelo.

-No hay nada que agradecer, adoro a Velkan. – dijo Eve besando la frente del bebé - Él simplemente me conquistó, así como tú lo hiciste. Claro que Velkan siempre ha sido tierno y adorable e inmediatamente hicimos clic, me hizo saber sus sentimientos sin miedo a demostrarlos.

-Es un bebé que no conoce de odio o rencor, ni nada de eso. – respondió Sebastian – Mucho menos conoce el miedo y siempre ha vivido rodeado de amor. Por eso sus sentimientos son más puros, no como su padre. Sé que me porté como un granuja contigo, pero estoy tratando de remediar mis errores y demostrarte que no soy tan barbaján como aparento. ¡Te amo! Y sólo deseo que este sentimiento que siento por ti crezca más y más.

Eve no dijo nada, un nudo se atravesó en su garganta y sólo le pudo dedicar una dulce mirada y acariciar suavemente el rostro de Sebastian quién se inclinó para besar sus labios y limpiar con su mano las lágrimas que fluían por el rostro de la muchacha. Él le pidió que se acomodara junto a él y la envolvió entre sus brazos, repartiendo varios besos en sus hombros mientras ella acunaba al bebé y poco a poco, juntos se quedaron profundamente dormidos.

*****

Sebastian despertó al escuchar los golpes insistentes en la puerta de su habitación, se levantó de un salto, alarmado al escuchar la voz de su abuelo que le insistía en que despertara. Faltaban unos minutos para las seis de la mañana, se frotó la cara y se vistió a toda prisa y abrió la puerta. Eve también se había despertado y se alarmó al escuchar la fuerte voz de Colin.

-Sebastian – Exclamó Colin con preocupación – Alguien forzó los candados de las bombas de gasolina e intentaron entrar a la tienda.

-¿Qué dices? – Preguntó el chico y salió detrás de su abuelo para ir a revisar su negocio.

Los candados que sujetaban las bombas de gasolina estaban rotos, al igual que los candados de la reja que protegía la puerta de la tienda. Sebastian revisó las puertas del taller, pero este se encontraba tal cual él lo había dejado. También forzaron los de la tienda, pero no se habían llevado nada, ni siquiera habían entrado. Respecto a la gasolinera, no habían hurtado combustible ni nada por el estilo.

-¿No te parece raro? – Preguntó Colin a su nieto.

-Demasiado raro, abuelo – Comentó Sebastian – Estos tipos sólo buscan meternos miedo.

-Por ahora – Interrumpió su abuelo - ¡Pero no me van a ver asustado! – Exclamó el hombre cerrando los puños – Vamos a ver quién puede más, sí Maximus Thorne o nosotros.

-Tienes razón, abuelo – Dijo el joven – Con esto no van a lograr asustarnos. Creo que de ahora en adelante, dormiré en el taller, para estar más alerta, esta vez nos tomaron por sorpresa, con la guardia baja, ¡pero no va a volver a suceder!

-Así se habla, hijo – Exclamó Colin – Esa es una gran idea, te daré un par de escopetas para que las tengas contigo. Yo dormiré en la entrada de la casa.

-Debemos instalar un sistema de seguridad – Comentó Sebastian – Hoy mismo iré a Halifax y solicitaré uno a mi padre. Pero antes, pasaré por la comisaría y reportaré un intento de robo. Es todo lo que haré.

-Muy bien, me parece perfecto – Añadió Colin Steele – Aunque creo que debemos tener seguridad extra, para proteger a tu abuela, a Velkan y a Evangeline. Iré a hablar con el señor Coleen, él entrena perros guardianes.

-Haz lo que tengas que hacer, abuelo – Finalizó Sebastian – Después de acompañar a Evangeline a su trabajo, iré a la comisaría y de ahí a Halifax, no me esperen hasta en la noche.

El abuelo asintió y ambos regresaron a casa para tomar su desayuno y prepararse para ese día que iba a ser muy atareado. No le iban a dar el lujo a Maximus Thorne de amedrentarlos y llenarlos de miedo, ellos no eran así. Ese tipo no se iba a salir con la suya y tarde o temprano iba a recibir su merecido por ser tan tramposo y truculento.

*******

Muy temprano en la mañana, Axel Newton entró en la casa de Maximus Thorne, el hombre lo esperaba sentado en su oficina, bebiendo una enorme taza de chocolate caliente. Axel se dejó caer en uno de los sillones y miró a su jefe mientras esbozaba una enorme sonrisa.

-¿Y bien? – Preguntó Maximus - ¿Hiciste lo que te pedí?

-Claro, señor Thorne – Respondió – Rompí los candados tal cual y usted me ordenó. Aunque parece que aún no reportan el robo. Dejé a alguien vigilando y me dijo que el viejo Steele salió a revisar el negocio y se llevó una desagradable sorpresa – Exclamó y rió.

-Muy bien – Rió Thorne – Quizá más tarde puedas hacerles otra llamada, o darle un susto a la niñera, cuando saque a pasear al mocoso.

-Ella no es la niñera – Intervino Axel.

-¿Entonces por qué ella vive ahí? – Preguntó Maximus.

-Trabaja en la escuela, ya se lo había dicho – Bufó Axel – Sólo que los Steele le rentan una habitación.

-Pero se lleva bien con la familia, ¿no es así? – Dijo Thorne dando otro sorbo a su taza.

-Sí, se lleva bien con ellos – Exclamó Newton – Pero creo que a ella deberíamos dejarla en paz.

-Por ahora – Interrumpió Maximus – Veremos primero como reacciona esa gente, si no hay algo que nos beneficie, entonces ella también sufrirá las consecuencias o también nos puede servir como recadera. ¡Ahora vete! No quiero que te vean en mi casa, puede ser sospechoso.

-¡Cómo usted diga, señor! – exclamó Axel y se dio la vuelta para salir de la oficina del señor Thorne.

-¡Newton! – dijo Maximus antes de que el joven abandonara su despacho – No dejes de vigilarlos y mantenme informado de todos sus movimientos, un paso en falso les puede salir muy caro.

-¡Cómo usted ordene, señor Thorne! – volvió a responder el chico y salió de la oficina.

Abandonó la casa a toda prisa y se dirigió a su trabajo. Al parecer nadie lo había visto entrar y tampoco salir. Subió a su auto y condujo a toda prisa hasta el jardín de niños, se detuvo unos metros antes de llegar al ver la camioneta de Sebastian Steele estacionarse frente a la escuela. El hombre descendió del vehículo al mismo tiempo que Evangeline, ayudándola a transportar todo el material que la chica llevaba. Se despidió de ella con un gran beso en la boca y un fuerte abrazo. Sebastian espero unos instantes, hasta que Evangeline entró en el edificio y subió a su camioneta alejándose de ahí. Con rapidez, Axel pisó el acelerador y en lugar de quedarse en su trabajo, decidió seguir a Sebastian.

*****

Vladislav Stan se sentó frente al detective Haggard y lo miró severamente, el hombre le dedicó una sonrisa cálida y le ofreció una copa de coñac. El anciano la tomó y se relajó, esperando que el detective comenzara a hablar.

-Supongo que quiere saber la situación respecto a su hija y su nieto – Exclamó Haggard – Sólo puedo decirle que apenas hace un par de semanas, su nieto Vladislav depositó una parte de lo acordado para que comenzara con la investigación.

-¿Y usted que les dijo? – Preguntó Vladi inclinándose.

-Les comenté que había iniciado con mis investigaciones y que según un informante, anónimo por supuesto, su hijo Sebastian y su nieto se encontraban en Europa – Respondió el detective con una enorme sonrisa.

-¡Perfecto, perfecto! – Sonrió el anciano – Eso me gusta.

-Por otro lado, señor Stan – Dijo el hombre – Estuve hablando con Ian Wilson, respecto a las "amistades" de su nieto con un capó de la mafia neoyorquina.

-¿Ah sí? ¿Qué cosas malas ha hecho ese muchacho? – Preguntó el anciano dejando escapar un largo suspiro.

-Desgraciadamente, su nieto va por muy mal camino – Respondió el Detective – Pero necesitamos tener más pruebas y seguir con las investigaciones. Debemos actuar con cautela para que no se den cuenta de las verdaderas intenciones.

Vladislav se quedó en silencio, le dolía saber la clase de nieto que tenía. Vladislav Barker era el único que le estaba dando dolores de cabeza, porque el resto de sus nietos eran jóvenes tranquilos y dedicados a su trabajo. Estaba a punto de responder, cuando se escuchó, por el intercomunicador, la voz de la secretaria de Haggard.

-Señor, la señora Katrina Stan y su hijo Vladislav Barker insisten en hablar con usted. Dicen que es de carácter urgente.

El detective y el señor Stan se quedaron sorprendidos. Vladi no supo cómo reaccionar hasta que Haggard le señaló el armario y le pidió que se ocultara. Así lo hizo Vladi y el detective puso responder.

-Gracias, Amelie. Por favor, diles que entren y que disculpen por haberlos hecho esperar.

Katrina y su hijo irrumpieron en la oficina del detective y entraron con aire altivo al tiempo que la mujer gritaba molesta.

-¿Por cuánto tiempo va a estar jugando con nosotros? – Preguntó la mujer - ¡Queremos más información! Porque ya han pasado más de dos semanas y lo único que nos ha dicho es que Sebastian está en Europa, pero ¿dónde? - Gritó - ¡Queremos saber que hace!

-O si se está gastando nuestra fortuna – Intervino Vladislav Braker.

-Trnquilos, señores Barker – respondió Haggard – Deben tenerme paciencia, este tipo de cosas tardan, además – suspiró el hombre frotándose la sien - sólo me han dado una parte de lo que yo necesito para llevar a cabo la investigación más a fondo. Necesito pagarle a mis contactos, pues ellos no trabajan gratis – Dijo esbozando una sonrisa socarrona – Aunque tengo noticias y estaba a punto de llamarles para dárselas a conocer.

-¡Pues hable ya! – Gritó Vladislav Barker.

-Su tío, señor Barker. Se encuentra ahora mismo en Rumania – Dijo el detective con tranquilidad – Vive cómodamente en un departamento de lujo, junto a su hijo y su nueva novia.

-¿Qué? – Preguntó Katrina - ¿Departamento de lujo? ¿Nueva novia? Seguramente se está gastando todo nuestro dinero enredándose con mujerzuelas muertas de hambre.

-Y eso no es todo, señora Stan – Respondió el hombre – Al parecer planea casarse de nuevo y está pensando seriamente en regresar a Nueva York, para presentarles a su futura esposa.

-¡Eso no puede ser verdad! – Exclamó Vlad pálido como la cera – Pensé que la muerte de Margarita le había afectado demasiado.

-Pues hágalo regresar – Intervino Katrina – Haga lo posible por hablar con él y que regrese acá.

-Lo sé, señora – Dijo Haggard – Pero necesitaré más dinero, recuerde que los vuelos a Europa son caros, necesitaré costear mis gastos como hospedaje y comida durante mi estancia en Rumania y... - Pero fue interrumpido.

-¡Haga lo que tenga que hacer! – Intervino Vlad Barker mientras le extendía un cheque al hombre - ¡Pero hágalo inmediatamente! ¿Con eso es suficiente?

Haggard miró el cheque extendido por el hombre, se trataba de una fuerte suma de dinero. Sonrió mientras asentía y se despidió de los Barker, quienes salieron a toda prisa de su oficina. Ellos estaban muy molestos ante la revelación del detective. ¡Eso no podía ser cierto! Si Sebastian se casaba de nuevo, eso significaría más hijos, más bocas que alimentar y lógicamente, menos dinero para ellos. ¡Necesitaban deshacerse de Sebastian a como diera lugar!

Vladi salió de su escondite y comenzó a reír a carcajadas junto con el detective. Esa pista falsa que les acababa de dar era bastante buena, al menos así, los mantendría ocupados, creyendo que su hijo se encontraba en otro lugar y así no sospecharían de sus intenciones.

-¡Está haciendo un gran trabajo, detective Haggard! – dijo Vladislav Stan estrechando su mano – Llamaré a mi hijo Sebastian para darle la noticias, usted siga como va y muchas gracias por cooperación.

-No hay nada que agradecer, señor Stan. – dijo el detective – Yo seguiré haciendo mi trabajo tal cual ustedes lo pidieron.

Vladi se despidió de Haggard y salió de su oficina. Tarde o temprano el teatro de Katrina y su hijo iba a caer y la verdad sería revelada.

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¡Pobre Sebastian! Si no es una cosa es otra, pero a huevo le han de querer joder la vida, pero no se va a poder. ¿Qué les pareció este capítulo? ¿Creen que Thorne se salga con la suya? ¿Katrina y Vlad se darán cuenta que han sido engañados? Espero sus comentarios y muchas gracias por leer. 
#MaryCruz

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