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CHAPTER THIRTY THREE

Evangeline y Sebastian entraron en la casa, nadie los esperaba ya. Su abuelo y Michael seguramente se habían retirado a dormir y descansar. Estaba seguro que Velkan descansaría junto a su abuela. La chica entró en su habitación, mientras que Sebastian subía las escaleras para echarle un ojo a la habitación de sus abuelos. Tal como lo pensó, ambos dormían tranquilamente con el bebé en medio de ellos, sonrió y se dirigió a su habitación, ahí dormía Michael, roncaba ocupando toda la cama, el joven Stan sólo buscó su ropa y bajó de nuevo la escalinata, entrando en la alcoba de Eve.

Al entrar, escuchó cómo la puerta del baño se cerraba y él no desaprovechó ni un instante, se desnudó velozmente para seguir a su novia. Eve estaba de espaldas, dejando que el agua mojara su cuerpo, relajándose y tratando de sentirse mejor. Sebastian la observó detenidamente, devorándola con la mirada. Se aproximó lentamente hasta ella y la abrazó por la cintura mientras depositaba un suave beso en su cuello.

Eve se estremeció ante las caricias de Sebastian y suspiró sonoramente al sentir cómo las manos de su hombre masajeaban sus senos: - ¿Por qué no nos relajamos en la tina? – Preguntó el chico – Ahí puedo darte un buen masaje.

-Está bien – Exclamó la chica cerrando las llaves y dándose la vuelta para encaminarse hasta la tina.

Sebastian le dio una palmada en el trasero y ella le sonrió seductoramente. Eve puso a llenar la tina mientras vaciaba jabón líquido y sales aromáticas. Seb no dejaba de contemplarla y llenarse la vista con sus sensuales movimientos. El chico salió del cuarto de baño y corrió rápidamente hasta la sala y miró las rosas que su abuela había llevado esa mañana, las tomó y regresó de inmediato. Cuando la tina estuvo lista, Sebastian esparció los pétalos de las flores sobre el agua y los ojos de Evangeline brillaron de emoción.

-¡Esto es tan romántico! – Exclamó la chica y le hizo una seña para que se acercara y entraran al agua - Tú primero, cielo – Dijo Evangeline y Sebastian la obedeció.

La chica entró después y se acomodó de espaldas a Sebastian, quién la tomó entre sus brazos y besó sus hombros y su cuello. El hombre tomo la esponja, la mojó y la llenó de jabón para lavar los brazos de Evangeline, su cuello y su espalda. Ella re relajó para dejarse llevar ante las seductoras caricias de Sebastian.

-¡Estuve muy preocupado por ti, mi amor! – Suspiró el joven Stan – Cada minuto que pasaba era desesperante, ¡estaba viviendo un infierno! Pero no quería mostrarlo ante mis abuelos, además, él sólo hecho de pensar en perder a Velkan y a ti me llenaba de dolor y angustia.

Evangeline al escucharlo, sollozó. Ella también había tenido miedo, pero había actuado según su instinto. Debía protegerse y proteger a Velkan, la joven tomó la mano de Sebastian y la besó mientras le decía.

-Yo también estaba desesperada, tenía miedo al principio. Pero debía luchar por mi vida y por la vida del niño, ¡no iba a dejar que esa gente le hiciera daño a nuestro bebé! – Exclamó recostándose en el amplio pecho de Sebastian.

-¡Yo tampoco lo iba permitir! Sin embargo, mantuve un poco de cordura y le llamé a Michael, él me dijo que hacer, porque yo estaba dispuesto a matar a Maximus Thorne – Exclamó Sebastian – Pero Mike sabe cómo hacer las cosas y fue de mucha ayuda. Ahora todo está bien, afortunadamente, las cosas no pasaron a mayores. Estás aquí conmigo y Velkan duerme junto a mis abuelos.

-¡Eso es lo mejor de todo, Sebastian! – Respondió Evangeline girando la cabeza para besar los labios de su amado.

-¿Sabes? – Dijo Seb al separarse de los labios de Evangeline – Después de todo esto, he decidido que debo regresar a Nueva York.

Al escuchar esas palabras, la sangre de Eve se heló en sus venas, ¡Sebastian se iba a ir! Suspiró tratando de contener las lágrimas y el nudo que se le formó en la garganta: - Creo que ya no tienes nada que hacer aquí – Dijo la mujer en un susurro – En realidad, tú no perteneces aquí, tú tienes una vida y a tu familia. Además, pienso que ya es hora de enfrentarte a tus demonios y ¡claro! Salir victorioso del encuentro.

-¡Tienes razón! – Comentó Stan – Debo enfrentarme con mi realidad, ya no tiene caso aplazarlo y darle largas a este asunto. Voy a tomar al toro por los cuernos y darle su merecido a los Barker.

-¡Así se habla! – Sonrió Eve – Aunque me duele que te vayas, va a ser difícil para mí no estar cerca de ustedes. Pero dejarán un hermoso recuerdo en mi mente y mi corazón. ¡Los echaré de menos! – Exclamó para volverlo a besar apasionadamente.

-¿Y quién dijo que tú vas a quedarte aquí? – Preguntó Sebastian separándose de Eve - ¡Tú vendrás con nosotros! Quizá no vivamos en casa de mi padre, aunque, conociéndolo, va a chantajearnos para obligarnos a quedarnos a su lado.

Evangeline se echó a reír ante el comentario de Sebastian. El señor Stan le agradaba bastante, aunque su hijo dijera que era un viejo testarudo y cascarrabias. La idea de mudarse a Nueva York le parecía increíble, ella nunca había viajado fuera de Canadá y conocer Estados Unidos la ilusionaba. Además, el hecho de vivir junto a Sebastian le parecía un sueño hecho realidad.

-¿Vendrás con nosotros? – La interrogó Sebastian sacándola de sus pensamientos.

-¡No lo sé! – Exclamó la chica - ¿Qué va a pasar con mi trabajo?

-¡Pueden conseguir a alguien más! – Respondió el hombre – Además, en Nueva York también puedes buscarte un mejor empleo. Quizá yo pueda darte uno – Sonrió envolviéndola en sus brazos.

-¿Ah, sí? – Dijo Eve interesada en la propuesta de Sebastian - ¿Qué clase de trabajo?

-¡Cuidar de mí y de Velkan! – respondió el muchacho besando los hombros y el cuello de Eve – Pero si eso no es de tu agrado, puedo ofrecerte algo más.

-¿Cómo qué? Ya que para mí, el cuidar de Velkan y de ti no es un trabajo, es una dicha. – exclamó Evangeline con un suspiro.

-Mi padre es un filántropo, le gusta ayudar a quién lo necesita y a través de una fundación se da apoyo a diferentes instituciones. – respondió el chico – De hecho, contamos con una escuela, quizá tú puedas trabajar ahí junto a mi hermana Smeranda. Puedes formar parte de nuestra fundación y si lo deseas, podrías dar clases en nuestro colegio.

-¡Eso es fantástico! – respondió Eve – Yo encantada de apoyar a su fundación y trabajar para ti y tu padre. ¡Es perfecto! – dijo llena de emoción – Cuando me mencionaste que regresarías a Nueva York, mi corazón se oprimió. ¡No deseo separarme de ti!

-Y yo tampoco quiero separarme de ti, te necesito conmigo. – respondió Sebastian – Velkan también te necesita, está muy acostumbrado a ti. No le agradaría vivir lejos de su madre.

-¿Su madre? – exclamó Evangeline sorprendida – Ella murió y lo cuida desde el cielo, es su ángel protector.

-¡Pero él no lo sabe! O quizá sí, eso es un misterio. – dijo Sebastian – Pero Velkan te adora y tu para él eres su madre, su todo. Tú le has demostrado que eres parte esencial en su vida, que estás dispuesta a hacer todo por él. Se supone que eso es lo que hace una mamá y cómo lo he dicho, tú eres la madre de Velkan.

Los ojos de Evangeline se llenaron de lágrimas, ¡no podía creerlo! Qué Sebastian se expresara así y le dijera todas esas cosas, era algo maravilloso. ¡Más de lo que esperaba! Nunca pensó que llegaría a ganarse su confianza y mucho menos su corazón, pues él en un principio se portaba tosco y grosero con ella. La había hecho sentir mal muchas veces, había roto su corazón y también había herido su orgullo. Pero con esto le demostraba que eso había quedado atrás y que la amaba por sobre todas las cosas. Que deseaba que estuvieran juntos siempre, como una pareja, ¡cómo una familia!

-¡No sé qué decir! – exclamó la chica – Me siento afortunada de tener a mi lado a dos hombres maravillosos como lo son Velkan y tú. A los dos los amo con todo mi corazón, yo me sentía muy sola, ¡no tenía apoyo de nadie! En ustedes encontré el amor que tanta falta me hacía. – dijo Evangeline limpiando sus lágrimas y recostando su cabeza sobre el húmedo pecho de Sebastian.

-¡Sólo dime que me amas tanto como yo a ti! – Suspiró Stan mientras recorría el cuello de Evangeline con sus labios – Pero, creo que tú y yo estábamos a mitad de un baño y de algo más.

La chica rió con suavidad y asintió dejando escapar un suave gemido cuando Seb volvió a pasar la esponja por su piel, pero esta vez concentrándose en sus senos y en su vientre. Los labios del hombre lamían y mordían su cuello y el lóbulo de su oreja. Evangeline sólo se retorcía y de cuando en cuando gemía, ya que sus gemidos eran reprimidos por los labios de Sebastian que se unían a su boca. El chico hizo a un lado la esponja para tocar a Eve con sus manos, sentir la suavidad de su piel y los pezones erguidos de la joven bajo sus palmas.

-¡Permíteme tocarte, Eve! – Susurró Sebastian sin separar sus manos de los senos de Evangeline – Quiero recrearme, quiero dibujar cada parte de tu cuerpo. ¡Sentir intensamente tu desnudez!

-¡Tócame, cómo tú sabes hacerlo! – Respondió la mujer entre jadeos – Toca cada recoveco de mi cuerpo, ¡toca mi alma!

Sebastian se inclinó para besar los labios hinchados de Evangeline, introdujo su lengua dentro de su boca, saboreándola. Ella tenía un ligero sabor a menta y olía a flores, eso lo excito más y él se pegó a su espalda. La chica se separó de él y dejó escapar un sonoro gemido cuando la mano de Seb descendió por su vientre hasta su feminidad, la cual tocó suavemente. Le encantaba ver cómo ella disfrutaba de sus caricias, lo volvía loco escucharla gemir y retorcerse ante su tacto. Adoraba tocarla, sentirla y llevarla a las estrellas. La amaba tanto que estaba dispuesto a dar todo lo que tenía, incluso su propia vida con tal de verla feliz.

Evangeline abrió los ojos y lo miró con ternura y amor, sonriéndole embelesada al contemplarlo. A ella también le gustaba admirarlo, amaba sus gestos a la hora de hacer el amor. Era tan placentero verlo entregarse a ella con tanta pasión, ¡y esas miradas! Ella se ahogaba en el mar azul de sus ojos. Eve se arqueó cuando los dientes de Sebastian se deslizaron por todo su cuello.

-¡Bésame, muérdeme, incéndiame! – Gimió la mujer retorciéndose y abriendo las piernas para que los dedos de Sebastian entraran en ella.

Él no respondió, sólo succionó su cuello mientras que sus dedos entraban y salían de su interior. Las caderas de Evangeline se meneaban rítmicamente y pronunciaba frases entrecortadas e ininteligibles. Volvieron a besarse al tiempo que la mano de Sebastian hacía maravillas en su interior, ella se movía con más vigor, diciendo con el lenguaje de su cuerpo que lo necesitaba que quería todo de él. Sebastian entendió inmediatamente su mensaje y mordió los labios de la chica, él continuó acariciándola en intimidad, Eve se separó de su boca para lanzar un grito, sintiendo como el éxtasis la invadía y se apoderaba de sus sentidos, arrastrándola hasta el abismo de la pasión.

Sebastian sonrió complacido al ver cómo Evangeline jadeaba y le dedicaba una sonrisa de satisfacción. Contemplarla embargada por el deseo era una maravillosa visión para sus ojos y saber que era él quién la hacía tener todas esas emociones, todas esas reacciones, lo hacía sentir como el mejor de los hombres, el más grande, el más fuerte. Se besaron por enésima vez, hasta quedar sin aliento, Sebastian acarició el rostro de la chica y la tomó por la cintura para colocarla sobre él.

-Quiero que estés sentada sobe mí, muñeca. Quiero que sientas cuando penetre tu interior – Susurró el hombre mientras que ella se estremecía al escuchar esa voz seductora, enronquecida por la lujuria – Deseo que tus labios se abran, abrazándome; bañándome con tu miel mezclada con tu gozo y tu placer.

Evangeline tiritó y su piel se erizó al escuchar esa sensuales e incitantes palabras que venían de la boca de su amado. Ella se incorporó un poco y se acercó a él para besar sus hermosos labios mientras que su mano se paseaba suavemente por su pecho desnudo, deteniéndose en su pene erecto, la joven lo acarició delicadamente en toda su longitud durante un par de veces para estimularlo.

-¡Tócame cómo tú sabes hacerlo, mi amor! – Gruñó Sebastian - ¡Tócame, sólo tócame!

Eve rió y lo besó otra vez, ¡ella estaba ansiosa por sentirlo dentro! Pero olvidarse de todo y concentrarse únicamente en ellos dos, amándose y entregándose el alma mutuamente. Le mordió un hombro para susurrarle al oído: - Ha llegado el momento de amarnos – gimió la chica - ¡De pecar y ser libres! – Exclamó incorporándose un poco para colocarse sobre las piernas de Sebastian y guiando su masculinidad hacia su interior.

La espalda de la joven se arqueó y se dejó caer de lleno sobre la hombría de Sebastian, ambos gimieron ante la unión, acoplándose inmediatamente. La boca del joven se apoderó de uno de los senos de Evangeline para morder su rosado pezón, mientras ella comenzaba con su balanceo de caderas y de su garganta emanaban gemidos de placer. El ir y venir de sus cuerpos, el roce de sus pieles los excitaba cada vez más.

Eve clavó sus uñas en los hombros de Sebastian y él la sujetó con firmeza de su cintura para seguir disfrutando de esa unión, de esa comunión de sus cuerpos y sus espíritus. Poco a poco todo se iba esfumando a su alrededor, todo giraba en torno a ellos dos y a la fuerza de su amor. En instantes la cordura los abandonó y el placer se apoderó de ellos, sus movimientos se volvieron cada vez más salvajes y urgentes. Ambos deseaban calmar esas ansias que tenían, necesitaban llenarse de amor el uno del otro. Ese hermoso momento, borró de golpe las amarguras de hacía unas horas para dejar a un lado el horror y la angustia que habían experimentado y dar paso a un lapso prodigioso. De la boca de ambos brotó un "Te Amo", un torrente de placer cayó sobre ellos y se dejaron arrastrar por ese torbellino de deseo y pasión que los envolvió.

Cuando recuperaron fuerzas, después de haberse amado tan intensamente, ambos salieron del cuarto de baño, de sus cuerpos goteaba el agua. Eve se estremeció de frío, pues el agua de la bañera se había helado. Sebastian tomó una toalla y comenzó a pasearla por su cuerpo para secarlo, ella suspiró y tomó otro lienzo para hacer lo mismo con él. Mientras se secaban, se prodigaban caricias, besos y, de vez en cuando, una que otra mordida que los hacía quejarse de dolor y estremecerse de placer.

Terminaron de secar sus cuerpos y Sebastian la tomó entre sus brazos para llevarla a la cama, dónde la depositó suavemente, recostándose a su lado. La mano masculina se deslizó por su trasero y le dio un par de palmaditas. Eve rió y acarició su rostro y los cabellos del hombre. Sebastian continuaba acariciándola y haciéndole cosquillas, ella reía, tiritando por la emoción, sintiendo cómo nuevamente el calor invadía su ser.

-¿Te gustaría que hiciéramos algo diferente? – Preguntó Sebastian acariciando las ingles de la chica.

-¿Cómo qué? – Preguntó ella con fingida inocencia mientras se mordía el labio inferior.

-Una posición distinta, un juego – Respondió Sebastian besando su cuello - ¿Qué te apetece, nena?

Evangeline le echó los brazos al cuello y lo besó intensamente, frotando su cuerpo contra el de Sebastian y se colocó sobre él: - ¡Quizá no sería mala idea jugar un rato! Nunca lo he hecho – Sonrió – Pero pienso que sería divertido. ¿Tú lo has hecho?

-Montones de veces – Exclamó Seb acariciando su cintura.

-Lo imaginé – Respondió Eve recostando su cabeza en el pecho de Sebastian – Pero no has jugado conmigo.

-No – Dijo el hombre acariciando el húmedo cabello de su novia – Pero me encantaría hacerlo, tengo unas ideas en mente.

-¿Ah, sí? – Preguntó la chica - ¿Y por qué no me dejas a mí poner las reglas del juego?

Sebastian levantó las cejas mientras miraba con asombro a Evangeline. Ella le sonreía de una forma pícara e incitante. ¡Eso le estaba gustando! Verla desinhibirse, perder sus miedos y liberarse. La actitud de su chica lo estaba prendiendo, se estaba excitando y sentía curiosidad por saber que era lo que Eve estaba planeando.

-Me parece bien – Dijo Sebastian besando sus manos – Quiero que me demuestres de lo que eres capaz.

-Como no tengo mucha experiencia en esto – Se rió Evangeline – Voy a basarme en una película y en un par de cosas que he leído en revistas. Espero que lo disfrutes – Exclamó la chica y lamió su dedo índice, deslizándolo por el pecho desnudo de Stan.

-Viniendo de ti, sé que lo voy a disfrutar, ¡y mucho! – Exclamó el hombre y abrazó a Eve para besarla con intensidad.

La joven se levantó de la cama y sacó un pañuelo de un cajón, con este, vendó los ojos de Sebastian que se reía, intentando adivinar que era lo que tramaba Evangeline.

-¿Qué es lo que te traes entre manos, muñequita? – Le preguntó – Anda, dime, ¿en qué consiste este juego?

-Pronto lo sabrás. –dijo Eve acercándose al reproductor de música para poner una canción 

https://youtu.be/k1ljpLQ1V6Y

La chica contoneaba sus caderas al ritmo de la música mientras buscaba en un cajón algunas cosas que le podrían ser útiles para el juego. Sebastian estaba impaciente, Eve se estaba tardando demasiado y él deseaba que el juego comenzara. Si ella no se daba prisa, iba a arrancar el pañuelo de su rostro y la obligaría a jugar lo que él deseara.

-No te desesperes – dijo la mujer con picardía observando a Sebastian que se encontraba tenso sobre la cama – Ya casi comenzamos.

-Pues deberías darte prisa, de lo contrario terminaremos jugando lo que yo tengo en mente. – exclamó Sebastian y se estremeció al sentir las uñas de Evangeline clavarse en su piel desnuda - ¿Vas a jugar rudo, muñequita? – preguntó con voz ronca por la excitación.

-Tal vez me comporte como una gatita traviesa, a la que le gusta acariciar con sus garritas. – exclamó la chica – Pero de ti dependerá si uso mis uñas y mis dientes para castigarte.

-Me estás volviendo loco, ¡necesito que me muestres lo que tienes planeado! – respondió Sebastian con desesperación.

-Tranquilo que el juego comienza ahora. – dijo Evangeline – Voy a tocarte con algún objeto, si adivinas con qué te estoy tocando, te llenaré de besos y caricias, pero si te equivocas, recibirás un castigo. Dime, ¿te agrada la idea? – preguntó la muchacha llena de emoción.

-¡Fabulosa idea, muñequita! – respondió Sebastian – Si me vas a torturar, ten por seguro que moriré feliz por el placer infinito que me proporcionarás.

Evangeline ya no respondió, se acercó a la cama y se sentó junto a Sebastian. Le dio un pequeño empujón y este cayó sobre el colchón. Eve le pidió que se colocara boca abajo y el chico inmediatamente obedeció, estaba ansioso por saber lo que le esperaba y esas ansias lo excitaban aún más.

Eve pasó rozando por la espalda de Sebastian un puño de plumas de pavorreal. Al sentir el contacto de las plumas sobre su piel, el hombre pegó un grito y se estremeció, para después estallar en carcajadas.

-Dime, amor mío ¿qué objeto ha rozado tu piel? – preguntó Evangeline con voz melosa y dando pellizquitos en las nalgas del hombre.

-¡Son unas malditas plumas! – gimió Sebastian al sentir el aliento de Eve sobre su espalda.

-¡Y te asustaste, tontito! – respondió la chica – Por haber adivinado, recibirás tu premio.

-¿Y qué gane? – preguntó el muchacho con muchas ansias – No me digas que unos azotes.

-¡No tonto! – gritó Evangeline – Se supone que es un premio, no un castigo – dijo dando palmaditas en su espalda.

-¡Eso duele! – se quejó Seb, pero le encantaba sentirlo. Evangeline lo estaba sorprendido, esa chica era muy traviesa.

Eve se sentó sobre la espalda de Sebby y comenzó a repartir besos mojados por toda su espalda. Sonreía al ver como su novio se estremecía ante sus caricias y lanzaba gemidos de placer cuando sus manos y su boca tocaban su piel. La lengua de la chica recorrió el cuello del chico para desplazarse por su espalda, haciendo de vez en cuando círculos. Los dientes de Eve también entraron al juego, ella se incorporó y se hincó junto al cuerpo de su amado. Primero rozó sus dedos sobre sus nalgas, para después mordisquearlas a placer. El cuerpo de Sebastian reaccionó inmediatamente a las caricias y se dejó por ese torrente de sensaciones que sólo Eve sabía despertar en él.

-Eres una nena muy traviesa. – exclamó presa de la excitación - ¡Pero eso me encanta! Sigue con esta tortura, porque eso es lo que es, ¡una tortura!

La chica se rió con ganas para incorporarse nuevamente y caminar hasta su mesa de noche y tomar otra cosa con la cual acariciar a su hombre. Encontró una mota de peluche, la cual le había servido de llavero y la tomó entre sus manos para regresar hasta dónde estaba Sebastian, quién seguía en la misma posición que Eve lo había dejado.

-¡Date la vuelta, papi! – Dijo la chica apretando el trasero del hombre.

Sebastian gimió y rodó sobre el colchón para colocarse boca arriba. Eve lo miró complacida al darse cuenta de que su chico ya estaba bastante excitado. Se mordió el labio para colocarse nuevamente encima de él y frotar sus caderas contra la pelvis de Seb, al tiempo que también pasaba la mota de peluche en el cuello de Sebastian. El hombre gimió, no sabía qué hacer pues esos movimientos de cadera de parte de Eve le estaban robando lo poco que le quedaba de cordura.

-¡Es un pollo! ¡Es un pollo! – gritó Sebastian antes de que Eve formulara su pregunta y se echó a reír.

-¡No tontito! – Respondió Eve entre risas, pues no pudo evitar imitar a Seb - ¡Es una mota de peluche! ¿De dónde sacas la idea de que es un pollo?

-¡No lo sé! – Comentó Sebastian – Sólo lo dije por decirlo. De cualquier manera ya perdí – Suspiró - ¡Ahora castígame! Desata tu furia sobre mí.

Evangeline no dijo nada, sólo se dio la vuelta y se inclinó para quedar frente al miembro viril de Sebastian, lo tomó con las manos y lo recorrió de abajo hacia arriba. Seb suspiró y dejó escapar un par de gemidos guturales. Eve lo contemplaba embelesada y se pasó la lengua por los labios para acercar su boca e introducirlo lentamente dentro de ella. Lo que Eve no esperaba era que Sebastian se despojara del pañuelo que cubría sus ojos y sacara provecho de su vulnerabilidad. Él no pudo resistirse ante semejante visión, el blanco trasero de la mujer se encontraba delante de él, meneándose frente a su rostro, mientras que ella estaba entretenida haciéndole un blowjob.

-¡Esto sí que es un gran premio! – Exclamó Sebastian tomándola por las caderas y acercando su boca hasta su feminidad.

La chica dejó escapar un gritito de placer cuando la lengua de Stan se deslizó por su sexo húmedo y comenzó a succionarlo. Ambos comenzaron una batalla cuerpo a cuerpo, brindándose placer con sus bocas sobre sus sexos excitados. Para los dos, se trataba de un delicioso tormento de puro placer, en la habitación, sólo los ruidos que emitían sus bocas y el sonido de la cama que se meneaba ante sus movimientos. Evangeline movía su cabeza cada vez más rápido, arqueando la espalda al sentir que los dientes de Sebastian atrapaban su clítoris, mordisqueándolo. Era un momento mágico y delicioso, tanto Seb como Evangeline trataban de que ese instante se prolongara por mucho tiempo más, pero aunque lo intentaron, esto fue imposible. Sus cuerpos colapsaron ante el delirio y sucumbieron al magnífico orgasmo que los golpeó.

Eve se dejó caer sobre el colchón, jadeando y un poco sorprendida de sus acciones. No imaginó que ella pudiera hacer algo de esa magnitud, pero estaba satisfecha y feliz, ¡muy feliz!

-Esto aún no termina – Gimió Sebastian colocándose sobre ella y besándola de forma salvaje.

La chica no tuvo tiempo para reaccionar, lanzó un alarido de gozo al sentir la poderosa embestida de Sebastian. Sólo se aferró a su cuello y no dejó de besarlo, mientras Seb se hundía dentro de ella una y otra vez. Las piernas de Eve se enroscaron en su cintura y comenzó a moverse frenéticamente, siguiendo el ritmo que él le estaba indicando.

-¡Te amo! ¿Sabes? – Murmuró Sebastian en su oído - ¡Estoy loca y perdidamente enamorado de ti!

-¡Yo también te amo! – Exclamó Evangeline y lanzó un grito de satisfacción.

Los amantes se dejaron caer exhaustos sobre las sábanas y se fundieron en un abrazo para unir sus labios en un beso dulce y cargado de amor. Evangeline se hizo un ovillo en los fuertes brazos de Sebastian que acarició su espalda y besó su frente. Amaba con toda sus fuerzas a Evangeline y se dio cuenta que ni siquiera a Margarita la había amado con esa intensidad. Eve lo era todo para él y estaba muy seguro de que él también era todo para ella y que el amor que le tenía era correspondido.

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Oh my goat! Parece que este capítulo estuvo muy intenso y ardiente, esa Eve resultó ser una loquilla y nos lo demostró aquí. ¡Qué manera de olvidarse de las malas experiencias! ¿Qué les pareció este capítulo? Espero sus comentarios y nos leemos mañana. Recuerden que más tarde publico el relato alusivo al cumpleaños de Chris Evans, espero les guste.
#MaryCruz  

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