CHAPTER THIRTY SIX
Vladislav Stan caminaba de un lado a otro dando órdenes a todo el mundo. La gente del servicio corría llevando mesas y sillas al jardín trasero de la mansión. Algunas personas estaban terminando de instalar los juegos infantiles en un extremo del jardín, mientras que otros llevaban en sus manos montones de globos que colocarían para terminar la decoración del lugar. Toda esa gente estaba atónita y murmuraba por lo bajo diciendo que el viejo Stan se había vuelto loco. ¿Cómo se le ocurría celebrar el primer aniversario de su nieto Velkan? ¡Si tan siquiera supiera dónde se encontraba el niño y su padre! La gran mayoría pensaba que el hombre había caído en la locura ante la desaparición de su hijo. Un par de semanas antes se había encargado de llenar, en su puño y letra, las invitaciones para el magno evento y había mandado preparar un delicioso banquete digno de la ocasión.
Las hijas de Vladislav, así como sus yernos y nietos estaban consternados, ¡definitivamente Vladi estaba loco! De todos ellos, los más molestos eran Katrina y Vlad, ambos sospechaban que el hombre conocía el paradero de Sebastian y estaban seguros que aparecería de un momento a otro.
-Estoy totalmente seguro que el maldito viejo sabe en dónde está Sebastian – Bufó Vlad mientras su madre le palmeaba la espalda.
-¡Lo sé, cariño, lo sé! Esa vieja momia es muy astuta – Gimió con pena la mujer – Desgraciadamente no podemos decir nada.
-Por supuesto que no, madre – Estalló Vlad – No podemos decir nada, o de lo contrario, nuestro plan se vendrá abajo.
-¿Aún siguen con esa ida loca? – Preguntó Stephanos con una sonrisilla burlona mientras se sentaba junto a Vlad en una silla del jardín.
-¡A ti que te importa, papá! – Dijo Vlad mirándolo con furia - ¡Tú nos traicionaste! Nos diste la espalda.
-¡Te aliaste a mi padre! – Gritó Katrina – Ahora eres un títere más de Vladislav, otro de sus monigotes lameculos.
-Pongamos las cartas sobre la mesa, familia – Exclamó Stephanos – A mí en lo personal no me conviene ver muertos a ese trío. Seamos sinceros, valen más vivos que muertos.
-¡No es verdad! – Gritó Vlad – Ellos nos están quitando lo que por derecho nos corresponde. ¡Nuestra herencia!
-Pero si eso no es tuyo, hijito – Sonrió su padre con sarcasmo – En todo caso, ese dinero nos pertenece a las personas que estamos trabajando para incrementar la fortuna de tu abue.
-¡No me vengas con pendejadas, Stephanos! – Bufó Katrina jalando los cabellos del hombre - ¡No me digas que ahora estás de lado de esa gentuza!
-Tengo que estar del lado que me conviene y estar de parte de Vladislav Stan y su hijo, me conviene sin duda alguna. – dijo Stephanos con una sonrisa burlona – Si analizas las cosas Katrina. – exclamó tirando del cabello de su mujer – Te darás cuenta de que si el bastardo muere, el viejo cambia inmediatamente su testamento y nos deja a todos sin nada. Dice el dicho que más vale pájaro en mano que ciento volando.
-¡Eres un estúpido papá! – gritó Vlad – En serio que eres un estúpido. Definitivamente el hecho de pasar más tiempo con mis hermanos, te ha convertido en un perfecto imbécil. ¡Eres su títere! Ellos te manejan a su antojo y lo haces sólo por las migajas que te dan.
-¡Pues así soy feliz! – exclamó Stephanos levantándose – Ya no tengo deudas, tengo dinero en el bolsillo, tengo trabajo, el amor de mis hijos, un lugar dónde vivir y una novia sexy que me acabo de conseguir. Así que, ¿qué más puedo pedir? Ustedes lo pueden tener pero se empeñan en tenerlo todo. – dijo y se dirigió a su mujer – Katrina, créeme que tu hermano no es tan hijo de puta como crees, y si algún día tu padre llega a faltar, Sebastian no te dejará desamparada. ¡Creo que a nadie! – añadió y finalizó – Iré a ver si el viejo Vladi no necesita de mi ayuda, con permiso.
Stephanos estaba a punto de irse, cuando apareció el señor Stan. Caminaba a toda velocidad hacia el lugar dónde los Barker estaban sentados. Los había estado observando desde hacía un buen rato, vio su discusión y se imaginó el motivo de esta, ¡lo mismo de siempre! Dinero, Sebastian, él, matarlos, ¡todas esas ideas que pasaban por su cabeza! Así que ni tardo ni perezoso, caminó hasta ellos para averiguar el motivo de su charla.
-¿Te vas tan pronto Stephanos? – preguntó Vladi.
-¡Oh no, suegro! – respondió Stephen – Iba a buscarlo, imaginé que necesitaba algo y quizá yo podría ayudarlo. – exclamó con una sonrisa.
-No me gusta verlos a ustedes tres tan juntos – Dijo el anciano ignorando por completo la respuesta de su yerno - ¿Qué tanto traman?
-¡Yo nada en su contra, suegrito! – Dijo Stephanos de forma casi inmediata.
Vladi lo miró con burla y miró también a su hija y nieto, quienes le dedicaban una mirada furiosa y llena de odio: - ¡Papá estás loco! – Intervino Katrina - ¿Cómo se te ocurre organizar una fiesta infantil a estas alturas! Faltan meses para el cumpleaños número siete de los hijos de Smeranda.
-¿Quién dijo que la fiesta es para Boris y Dimitri? – Preguntó Vladislav Stan – Las invitaciones dicen específicamente que la fiesta es para festejar el primer cumpleaños de mi nieto favorito – Exclamó el hombre recalcando la palabra "favorito".
-¿Acaso ya sabes en dónde están? – Preguntó Vlad arqueando la ceja.
Su abuelo lo miró entrecerrando los ojos, ¡debía tener cuidado con su nieto! Era posible que sospecharan algo, obviamente no era tan tonto. Así que respondió sin darle importancia al asunto: - ¡No lo sé! Pero, ¿qué hay de malo en que yo desee festejar a mi nieto? Aunque él no esté aquí, me imaginaré que se encuentra presente – Finalizó el viejo y, para su suerte, su nieta Osmara y su nieto Ivar entraban en el jardín – Ya debo irme, necesito hablar con tu prima – Dijo el hombre alejándose, seguido de Stephanos.
-¡Espéreme, don Vladislav! – Dijo Stephan alejándose de Katrina y su hijo Vlad.
Katrina y su hijo se miraron el uno al otro al ver la actitud de Stephanos para con el viejo Vladi, sí era un títere. Había cambiado completamente y también debían tener mucho cuidado con él ya que por unas cuantas monedas, podría venderlos, tal y como Judas lo había hecho con su maestro.
*****
Agnes y Colin Steele abrazaban con fuerza a su nieto y a su pequeño bisnieto. Les dolía separarse de ellos, pero era justo también que Sebastian regresara al lado de su padre, después de permanecer oculto por varios meses en Lower Hampton. La abuela Steele lloraba a mares sin poder soltar al pequeño Velkan que intentaba zafarse de su agarre y gemía desesperado extendiendo sus bracitos hacia su papá.
-¡Ya mujer, no llores! – exclamó Colin Steele – Nosotros los alcanzaremos en un par de días. Además no se van para siempre, podemos ir a visitarlos o ellos vendrán a vernos. ¡No deberías hacer tanto drama!
-¡Sí, abuela! – dijo Sebastian – No nos vamos para siempre. – sonrió el joven abrazando con fuerza a su abuela – El abuelo tiene razón, vendremos a verlos, ¡te lo prometo!
-¡Lo sé! – respondió la mujer sin dejar de llorar – Pero ya me había acostumbrado tanto a ustedes. Será muy difícil que me acostumbre a estar sin su presencia.
-No se preocupe, abuela. – intervino Evangeline – Ya se lo dijo Sebastian, estaremos visitándolos siempre que podamos. ¡No vamos a dejar de hacerlo!
Después de un buen rato, Evangeline y Sebastian, junto a Velkan se despidieron de los señores Steele por última vez, entre lágrimas, besos y abrazos. Salieron de la casa para abordar la camioneta de Mike, el chico los llevaría hasta el aeropuerto de Halifax para tomar su vuelo a Nueva York.
Sebastian tenía un nudo en la garganta, le dolía dejar ese lugar. A pesar de todo lo que había vivido ahí, echaría de menos la vida en el campo. Se dijo a si mismo que no debía dejarse llevar por el sentimentalismo y que lo mejor para él sería afrontar su realidad. Ya no debía esconderse de los Barker, todo lo contrario, debía demostrarles que él, Sebastian Stan, no les tenía miedo.
Evangeline por su parte iba bastante nerviosa y a la vez emocionada. Le ilusionaba vivir en una enorme ciudad como Nueva York, pero temía a la familia Stan. Si esas personas habían pensando en matar a una criatura indefensa, ¡qué no querrían hacerle a ella! Prefirió dejar a un lado sus pensamientos y besó la frente de Velkan, ¡quizá no fuera tan malo vivir al lado de esa loca familia!
La pareja se despidió de Mike, este prometió reunirse con ellos en Nueva York en un par de días para la fiesta de cumpleaños de Velkan. Eve y Sebastian entregaron sus pases de abordar y caminaron a toda prisa para abordar su vuelo. Ya en el avión tomaron sus respectivos asientos y se acomodaron en ellos.
-¿Estás nerviosa? – preguntó Sebastian a Evangeline – Nada malo va a pasarte si estás conmigo – exclamó el muchacho.
-Lo que me preocupa es no agradarle a tus familia y que ellos intenten atacarme de alguna manera. – respondió Evangeline – Pero trataré de no sacar a relucir mi nerviosismo y el miedo que llevo por dentro, ¡yo soy valiente! Sé que podré lidiar con ellos y no dejarme intimidar.
-Así se habla, muñeca. – respondió Sebastian tomando de la mano a Evangeline y besando su dorso – Mantente serena y sin mostrar miedo.
Evangeline sólo sonrió y tomó con fuerza la mano de Sebastian, quién tenía recargado sobre su pecho a Velkan que dormía. Después de recibir las indicaciones correspondientes, se acomodaron en sus asientos para que le avión despegara. Eve prefirió cerrar los ojos, ¡era la primera vez que se subía a un avión!
*****
Vladislav Stan se encontraba en el aeropuerto caminando de un lado para otro, ¡no entendía porque el vuelo tardaba tanto en llegar! Decidió sentarse y respirar profundamente, ¡pero no podía estar quieto! El hombre volvió a levantarse y siguió dando vueltas por el pequeño pasillo en el que se encontraba.
Su hija Smeranda lo observaba, ¿a quién estaría esperando su padre? Se preguntó la mujer, que se levantó de su asiento para acercarse hasta Vladi. Smeranda había insistido tanto en acompañarlo, que al señor Stan no le había quedado más remedio que acceder a la petición de su hija menor.
-¡Contrólate papá! – exclamó la menor de las mujeres Stan – Me estás contagiando tu desesperación. ¿Esperas a alguien muy importante?
-Pues si no te agrada mi actitud, ¡puedes irte a tu casa! – gruñó Vladi Stan – Para tu información espero a tres personas que son muy importantes para mí. ¡Estoy ansioso por verlos!
-¿De quienes se trata? – preguntó Smeranda con curiosidad - ¿Me lo vas a decir? En los últimos días has estado muy sospechoso, ¿qué te tramas Vladi?
-No voy a decirte de quién se trata, ya hice mucho con acceder a que me acompañaras. – respondió el anciano – Ya lo sabrás en cuanto bajen del avión y respondiendo a tu última pregunta, ¡yo no tramo nada!
-¡Voy a creerte, papá! – dijo Smeranda – Pero vamos a sentarnos, te traeré un café para que te tranquilices un poco. Estoy segura que en cualquier momento, las personas que esperas llegarán.
Vladi sólo gruñó y se sentó en el lugar que Smeranda le indicaba. La mujer corrió a comprar un café para su padre y acto seguido regresó a su lado. El viejo Stan miraba para todos lados cuando su hija le entregó su café, bebió un sorbo y concentró su mirada en la puerta por la cual aparecería Sebastian, su nieto y Evangeline. Estaba a punto de levantarse para preguntar si el vuelo estaba próximo a llegar, cuando divisó a lo lejos la figura de su hijo y a su lado se encontraba Evangeline con Velkan en brazos.
Sebastian buscaba su equipaje y rápidamente tomó las dos maletas que habían llevado consigo. Miró a su alrededor y pudo observar a su padre, pero este no estaba solo, iba acompañado de Smeranda, lo cual sorprendió bastante al muchacho que sólo esperaba encontrarse con su papá.
-Parece que el viejo Vladi ha traído compañía. – murmuró Sebastian al oído de Evangeline.
-¿Estás hablando en serio? – preguntó la chica y Sebastian asintió - ¿Quién lo acompaña? Me habías comentado que sólo el vendría a recogernos para no levantar sospechas.
-Se trata de mi hermana Smeranda. – respondió Seb – Ella es quién se encarga de atender a papá. Al igual que Vladi, ella es muy necia y estoy seguro que se empeñó tanto en acompañarlo que el viejo no tuvo más remedio que acceder a su petición.
-Entiendo. – dijo Eve con seriedad - ¿Y ella es agradable? – preguntó temerosa, no deseaba enfrentarse a una mujer arrogante y a la vez cruel.
-¡Smeranda es un dulce! – respondió Sebastian – Así que no te preocupes, estoy seguro de que quedará encantada contigo.
-Eso espero. – exclamó Evangeline tomando el brazo de Sebastian para caminar a su lado.
Vladi dejó a un lado el café que traía en sus manos cuando se dio cuenta de que Eve y su hijo se acercaban hasta él. Se levantó de su asiento y caminó a toda prisa con los brazos abiertos. Smeranda lo observó y miró hacia el frente, ¡no podía creer lo que veía! Frente a su padre se encontraba Sebastian, ¡su hermanito estaba de regreso! La mujer lanzó un grito de alegría y corrió también para estrechar a su hermano entre sus brazos, ella había pensado que jamás lo volvería a ver.
Sebastian aceleró el paso a ver que su padre y su hermana corrían a su encuentro, jaló a Eve para que caminara veloz y la chica así lo hizo, hasta detenerse frente a Vladi y Smeranda. La mujer miró a Sebastian y a su sobrino con los ojos llenos de lágrimas, se detuvo, como tratando de asimilar la imagen que tenía frente a ella. Vladislav no se detuvo, el hombre estrechó a su hijo entre sus brazos y lo besó en la frente. Se separó de él e inmediatamente arrebató a Velkan de los brazos de Evangeline, mientras la chica abrazaba al viejo y lo besaba repetidas veces en la mejilla.
-¡Bienvenidos! – Dijo Vladi con una gran sonrisa – Estaba desesperado porque el vuelo no llegaba.
Sebastian le sonrió a su padre, pero no le respondió, se acercó a su hermana que lloraba a mares y no podía ni hablar. La envolvió en sus brazos, mientras que la mujer descansaba la cabeza en su hombro para seguir llorando.
-¡Hola hermanita! – Dijo Seb tratando de contener sus lágrimas - ¿Me extrañaste?
-¡Claro que sí! – respondió Smeranda abrazando con fuerza a su hermano – A ti y a ese precioso pedazo de cielo. ¿Por qué te fuiste sin decir adiós? ¿Por qué te fuiste sin decir nada más? Me tenías muy preocupada, lloré muchos días y muchas noches por ti.
-Aquí no es el momento ni el lugar adecuado para hablar, hermanita. – susurró Sebastian al oído de su hermana – Cuando lleguemos a casa, hablaremos largo y tendido. – respondió el chico – Hay muchas cosas detrás de todo esto y aquí no se pueden tratar.
-Está bien. – dijo Smeranda – Pero estoy feliz de que estés de nuevo con nosotros. – exclamó dirigiendo su mirada a Evangeline – Y dime, ¿quién es ella?
-Permíteme presentarte a Evangeline, mi novia. – dijo Sebastian con una gran sonrisa y tomando de la mano a Eve quién sonrió un poco nerviosa – Ella es mi hermana Smeranda. – exclamó Seb señalando a su hermana.
-Es un placer conocerte, Evangeline. – exclamó Smeranda abriendo los brazos para recibir a Eve con un fuerte abrazo.
-El gusto es todo mío, Smeranda. – respondió Evangeline devolviendo el abrazo – Me alegra mucho conocer a la familia de Sebastian.
-Lo mejor es que nos vayamos de aquí. – añadió el viejo Vladi – Este lugar me enferma, además no deseo que alguien nos vea. Debemos ser discretos y no dar de que hablar, esto puede llegar a oídos de Katrina y Vlad, y no queremos que eso pase. – exclamó el señor Stan mirando a su hijo.
-De acuerdo papá. – respondió Sebastian - ¡Vámonos de aquí!
Sebastian tomó sus maletas y Evangeline el resto de su equipaje. El señor Stan caminaba delante de ellos, seguido de su chofer. Smeranda tomó entre sus brazos a Velkan y siguió de cerca a su padre, Eve y Seb los seguían más atrás. Salieron del aeropuerto en cuestión de minutos y abordaron la limusina.
-¿Iremos a tu casa? – preguntó Sebastian a su padre.
-¡No, hijo! – respondió el hombre – Evangeline, Velkan y tú se quedarán en el penthouse de Manhattan.
-¿Así que todo el teatro de la fiesta infantil era por esto? – preguntó Smeranda entre risas - ¡Ya quiero ver las caras de todos cuando se enteren!
-Yo también quiero ver eso. – exclamó Sebastian con una risa burlona, pues había llegado el momento de encarar a Katrina y a su familia.
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¡Por fin Sebastian ha llegado a Nueva York! Y como dice el final de este capítulo, ha llegado el momento de encarar a los Barker y sacar a relucir la verdad sobre su partida. ¿Cómo creen que reaccione el resto de la familia? ¿Qué dirán los Barker al respecto? Ahora díganme, ¿qué les pareció el capítulo? Espero sus comentarios y gracias por leer.
#MaryCruz
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