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CHAPTER NINE

Vladislav Stan leyó una y otra vez la carta que su hijo Sebastian le había enviado. Trataba de comprender el porqué su hija Katrina, su marido y su nieto, intentaban apoderarse de su fortuna de una o de otra manera. No le quedaba claro el hecho de querer privarlos de la vida, sólo por heredar su imperio. Él estaba cien por ciento seguro de que si algún día moría, Sebastian no dejaría desamparados a los miembros de su familia. Su hijo era un buen muchacho, no era ambicioso y siempre trataba de ayudar a aquellos que lo necesitaban.

Tomó la carta entre sus manos y la arrojó directamente al triturador de papel que se encontraba cerca de su escritorio, para que este la hiciera trizas y no quedara nada. Nadie debía enterarse de que Sebastian se había puesto en contacto con él. Iba a hacer lo que su hijo le pedía, seguir fingiendo su desaparición delante de su familia. Cuando el viejo se hubo serenado, se levantó de su escritorio y se acercó hasta Michael que contemplaba absorto la ciudad a través del gran ventanal.

-Ya debes irte, muchacho. – dijo el viejo – Te agradezco mucho todo lo que has hecho, pero no quiero que vean que has estado aquí.

-No hay nada que agradecer, Vladi – sonrió Mike – Trataré de venir a visitarlo de vez en cuando, hay unos asuntos que debo arreglar aquí y que también a usted le conviene saberlo, pero no ahora.

-¿Qué asuntos, Michael? – Preguntó Vladi – Voy a estar esperando tus visitas entonces – Dijo el viejo al ver que el chico no le respondía.

-Los sabrá a su tiempo, señor Stan – Respondió Michael – Ahora debo irme – Finalizó mientras abrazaba con fuerza al anciano.

Michael salió a toda prisa del edificio, asegurándose que nadie de la familia Stan lo hubiera visto. Por fortuna, no se cruzó con ninguno de los miembros, después abordó un taxí y envió un mensaje a su amigo Ian, ya que se reuniría con él en media hora. El taxi se estacionó afuera de un edificio y Mike bajó rápidamente del vehículo, pagó y entró en el lugar. Su amigo Ian lo estaba esperando y lo miró con el ceño fruncido.

-¡Me sorprendes, Fassbender! Llegas tarde.

-¡Perdón! Pero me tomó un poco más de tiempo del que yo había pensado – Respondió el hombre - ¿Cómo has estado?

-Bastante bien, con mucho trabajo. ¡Cada día aparece un loco nuevo! – Sonrió Ian.

-Ya me lo imagino y, ¿me tienes noticias? – Dijo Fassbender siguiendo a Ian hasta su departamento.

-Claro, claro. ¡Son excelentes noticias! Y también te tengo listo mi informe – Exclamó Ian ofreciendo un emparedado y una cerveza a su amigo – Los tres Barker son unas joyas.

-¡Ay, no quiero ni imaginármelo! Lo que me dijiste sobre el padre y el hijo me sorprendió bastante, aunque no me fío de Katrina.

-Bien, averigüé cosas muy interesantes sobre ella, aunque supongo que Sebastian debe saber algo al respecto – Exclamó el detective Watson dando un largo trago a su bebida.

-Seb sabía que su hermana tenía una relación extramarital con un hombre joven – respondió Fassbender – Algo así me comentó y que tiene demasiados problemas con su esposo, peleas y demás.

-¡Sí, sí! Lo superficial – Dijo Ian inclinándose para mirar fijamente a Fassbender – Lo que me imagino que no sabe tu amigo, es que su hermana está igual que su marido, ¡llena de deudas! Debe muchísimo dinero a grandes tiendas de prestigio, al parecer Katrina Barker es compradora compulsiva y no conforme con ello, su amante también lo es. Debe una muy buena suma de dinero y tal parece que también ha recibido varias amenazas. Ese amante que tiene es un vividor que le está trayendo graves problemas económicos.

-Interesante, muy interesante – Exclamó Mike pasando su mano por su barbilla – Ahora entiendo porqué necesitan el dinero, ¡esas deudas que han contraído se les salieron de control!

-Prácticamente todas las ganancias de la empresa de los Barker han ido a parar a manos de los acreedores, ¡y las deudas siguen y siguen! Por eso están en bancarrota.

-Ahora entiendo el motivo de su desesperación – Comentó Michael - ¿Eso es todo?

-Últimamente he visto a Katrina frecuentar la casa de los Chambers y siempre sale de ahí junto con su otra hermana, Polina, quizá también investigue a la otra hermana – Añadió Watson.

-¿Qué hay del esposo de Polina? ¿No está metido en cosas turbias o sospechosas?

-No, Gerald Chambers es un hombre honrado y honesto, al igual que sus hijos. Por parte de los Evans, nada tampoco, los chicos Evans son muy niños para meterse en cosas sucias o peligrosas. ¡Creo que es todo de mi parte! – Finalizó Ian entregando una carpeta a su amigo.

Después de un rato de charla sobre cosas más triviales, Michael dejó la casa de su amigo, aún tenía varias cosas que hacer antes de regresar de nuevo a Hallifax. Seguramente Sebastian se sorprendería con las noticias que acababan de revelarle.

*****

Sebastian trataba de revisar el auto de esa chica, por lo que acababa de descubrir, el problema no era tan grave, pero sí necesitaba atención. Para comenzar, debía cambiarle el refrigerante al radiador, checar los niveles de aceite y hacerle un par de menores ajustes. Pero Bella se empeñaba en distraerlo a cada momento, esa joven era bastante coqueta y no permitiría que su atención se concentrara en otros asuntos que no fueran sobre ella.

-Y dime, Sebastian – sonrió Bella mientras le susurraba en el oído - ¿De dónde eres?

-De Hallifax – Respondió mientras su vista se posaba de nuevo en las blancas piernas de la joven.

-¿Y cómo es qué nunca te había visto por aquí? – Preguntó la chica alisando los cabellos de Sebastian que se escapaban del moño que los sujetaba.

-Estuve trabajando en Vancouver por un tiempo, bastante tiempo. Supongo que por eso nunca me habías visto aquí – Dijo Seb y después suspiró - ¿Llevas mucha prisa, bonita? Porque voy a tardarme un rato con tu auto.

-¡Ay no me digas eso! – Se quejó molesta - ¡Debo ir al aserradero!

-¿Vestida así? – Preguntó el joven Stan – Digo, no tiene nada de malo tu atuendo, pero creo que ese sitio no es lugar para una preciosura como tú.

Bella sonrió ante su comentario y acarició la cara de Sebastian mientras le respondía: -Voy con frecuencia a ese sitio, mi padre es el dueño y a veces lo acompaño un rato.

-Bien, ya veo, entonces, si tienes prisa, ¡yo puedo llevarte hasta allá! - Le sugirió Sebastian - Estarás con tu padre y podrás regresar con él. Creo que tendré listo tu vehículo hoy mismo por la tarde, ¿qué te parece?

-Me parece bien. – respondió Bella sujetando a Sebastian por los hombros y rozando su nariz con la del muchacho.

De pronto, la puerta trasera del taller se abrió de golpe y apareció Agnes Steel con Velkan en brazos. El pequeñito lloraba a lágrima viva, pidiendo a gritos la atención de su padre. Al escuchar el ruido, Bella se apartó de inmediato y Sebastian volvió el rostro mientras miraba a su hijo con el ceño fruncido.

-¿Ahora qué? – preguntó el chico dirigiéndose a Velkan – Ahora no puedo tomarte en brazos porque estoy sucio y lleno de grasa. Es mejor que te quedes con tu abuela. – suspiró y lo besó en la nariz.

-No quiere comer y tampoco se quiere dormir. – dijo Agnes – Quizá necesite un poco de atención de su padre.

-Voy a tener que salir, abuela. – exclamó Sebastian – Tengo que ir a un mandado, así que te pido paciencia con esta criaturita. – dijo el joven mientras besaba los cachetes del bebé.

-Yo tengo toda la paciencia del mundo, pero da la casualidad que este pedacito de cielo no tiene paciencia. – respondió la señora Steele.

-¡Vas a tener que quedarte con la abuela! Vas a comer también y te vas a dormir. – comentó Sebastian haciéndole caras graciosas a Velkan que reía divertido.

Bella contemplaba la escena enternecida con el bebé. Era un niño hermoso y muy parecido a Sebastian, sus ojos azules brillaban y el pequeño regordete sonreía lleno de felicidad mostrando sus encías desdentadas. Su papá lo miraba con amor, dedicándole palabras de afecta y besándolo de cuando en cuando. Se notaba que el muchacho adoraba a ese pequeño y eso le gustó, por un momento. Instantes después, Agnes y Velkan abandonaron el taller y Sebastian se acercó a Bella para indicarle que era momento de llevarla al aserradero.

-Cuando se es padre soltero, debes partirte en mil pedazos. – comentó el joven Stan – Creo que es momento de irnos, sólo iré a cambiarme y a lavarme las manos. También avisaré a mi tío sobre mi ausencia.

-Está bien, pero por favor ¡date prisa! Ya es tarde y debo estar en el aserradero lo antes posible.

-No me tardo, preciosa. – dijo el muchacho desapareciendo de la vista de la mujer.

Unos minutos después,subieron a la camioneta de Sebastian y salieron del taller rumbo al aserradero.No estaba muy lejos de ahí, quizá a 15 o 20 kilómetros de la granja Steele.Sebastian decidió poner un poco de música para hacer más ameno el camino a eselugar.

https://youtu.be/v2AC41dglnM

-Espero que no te moleste la música, Bella. – exclamó el chico – Pero me gusta viajar con un poco de ruido.

-¡No me molesta, precioso! – respondió Bella acariciando el muslo de Sebastian desde la rodilla hasta su entrepierna – Hace el camino menos aburrido. – exclamó sonriéndole de manera sugestiva.

Sebastian no dijo nada y dejó que la chica continuara tocándolo, no pondría objeciones y disfrutaría de lo que le ofrecían en charola de plata. Siguió conduciendo hasta que llegaron al sitio dónde se encontraba el aserradero. El muchacho se estacionó y ayudó a que Bella descendiera de la camioneta. La chica corrió hasta la entrada del lugar, dónde la esperaba un hombre corpulento, bastante alto, ceño fruncido, de tupida barba y bigote que lo observaba en términos no muy amistosos. El hombre recibió a la chica y besó su frente, mientras caminaba junto a ella, hasta dónde se encontraba el joven Stan.

-¡Buenos días señor! – Saludó el chico.

-¡Buenos! – Dijo el hombre que al parecer no tenía muy buenos modales - ¿Quién eres tú y que haces con mi niña?

-Mi nombre es Sebastian Steele – Respondió - El auto de la señorita Bella se averió y me ofrecí a traerla hasta acá. ¿Podría hacerme el honor de conocer su nombre? – Dijo Sebastian extendiendo su mano.

-Mi nombre es Maximus Thorne, soy padre de Bella – Exclamó apretando con mucha fuerza la mano que Seb le había ofrecido - ¿Así que eres un Steele? No recuerdo que el viejo Colin haya tenido un hijo.

-No lo tuvo – Exclamó Stan – Colin Steele es mi tío abuelo, por ahora me encuentro trabajando con ellos en la estación de servicios.

-¡Bien, bien! – Respondió Maximus – Gracias por traer a mi niña, ¡ahora vete!

Seb se rascó la cabeza y sonrió de medio lado, le hizo una seña a la chica y se dirigió a ella: - Alrededor de las seis de la tarde puedes pasar por tu auto, ya estará listo para esa hora. ¡Fue un placer! – murmuró mientras Bella se lanzaba a sus brazos y besaba su mejilla.

-¡El placer fue todo mío! – Sonrió mientras le guiñaba un ojo.

Sebastian pudo ver la cara del padre de la chica, al parecer era un hombre celoso y no le gustaba que los tipos se acercaran a su pequeña, pero parecía que la chica se las arreglaba para coquetear a las espaldas del padre. El chico se apartó y les dio la espalda, alejándose para subir a su camioneta y arrancar de regreso a su taller.

Maximus Thorne miró con severidad a su hija. ¡No le gustaba que nadie se le acercara! Su niña era su precioso tesoro y él la cuidaba a capa y espada. Sin embargo, su mujer era demasiado blanda con su hija y la dejaba hacer lo que le viniera en gana, solapando sus caprichos y ocultando sus "travesuras" de la vista de su marido.

*****

Vlad Barker camina de un lado hacia otro en su despacho. Su padre se encontraba sentado en un cómodo sillón a la entrada del lugar y su madre estaba parada frente al enorme ventanal contemplando la vista de la gran ciudad. Los tres estaban en silencio, ninguno de los dos emitía algún sonido, estaban tratando de asimilar los sucesos de la mañana. Vladislav Stan ¡siempre lograba hacerlos quedar en ridículo!

-¡No me parece justo! – exclamó Stephanos Barker golpeando fuertemente el suelo con su pie - ¡Ese viejo desgraciado sí que sabe dar puñaladas por la espalda!

-¡Hablas cómo si no lo conocieras! – respondió Katrina Stan – Lo que menos desea mi padre es que mi adorado hijo tenga un puesto importante dentro de su empresa. – gritó la mujer al borde de la histeria.

-¡Basta mamá! – intervino Vlad – Mi abuelo nunca me ha querido, porque si en verdad odiara a esta familia, haría a un lado a mis hermanos menores, pero no es así. La momia les tiene bastante cariño a esos dos, ¡no entiendo cómo es que Stephanos y Landon lo quieran tanto!

-Lo quieren por interés. – dijo Stephanos – Esos dos muchachos siempre andan de lambiscones con ese vejete y cómo tu siempre te has revelado, por eso no te quiere. Vladislav desea esclavos que hagan su voluntad.

-¡Pero Sebastian no es así con él! – gritó Katrina – El lambiscón es el viejo, se desvive por su bastardo. Hace todo lo que ese idiota le dice y siempre, siempre le cumple los caprichos a ese imbécil. ¡Maldigo la hora en que nació!

-Lo que me pregunto es ¿dónde podrá estar? – dijo Vlad – ¿No se les hace raro que haya desaparecido cuándo estábamos a punto de llevar a cabo nuestro plan?

-¿Estás insinuando que Sebastian nos descubrió? – exclamó su padre sorprendido.

-¡No lo sé! Pero se me hace muy raro esto de su desaparición. – respondió Vlad.

-¿Qué tal si se trata de un plan? – dijo Katrina – Nos quieren dejar fuera del juego e hicieron este teatro para distraernos a todos.

-Conociéndolos, creo que es lo más seguro. – respondió Stephanos – De cualquier manera debemos cuidarnos las espaldas y averiguar en dónde se encuentra el bastardo.

-Debemos darnos prisa, de lo contrario el abuelito puede cambiar el testamento. – comentó Vlad y salió de su oficina.

Katrina y marido permanecieron dentro del despacho de su hijo, hablando de cómo obtener más dinero de Vladi y de la manera en que encontrarían a Sebastian. Si se trataba de un juego por parte del viejo Stan y su hijo, todos sus planes de obtener la herencia se vendrían abajo y si eso pasaba, deberían encontrar una nueva solución a todos sus problemas económicos.

-¡Me estoy cansando de la falta de dinero! – se quejó Katrina – Pero es gracias a ti que estamos así, sin ningún centavo. – gritó la mujer.

-¿A mí? – se quejó Stephanos - ¡Yo no soy comprador compulsivo! Si quieres tener dinero Katrina, ¡ponte a trabajar!

-¡Mira quién habla! – dijo su mujer – El zángano de la familia, lo mejor será que invente que tengo cáncer para que el viejo me pague el tratamiento y de esta manera salir un poco de mis deudas.

-¿Y crees que te va a creer? – respondió el señor Barker – Es capaz de ir contigo al hospital y estar pendiente de todo ese "tratamiento". ¡Dudo mucho que te crea esa mentira!

-¡Pues ya no sé qué hacer! Muévete y encuentra al bastardo. – gritó la mujer – De lo contrario, ruega por tu vida. – dijo muy molesta y salió de la oficina echa una furia.

*****

Sebastian regresó a la granja y entró en la casa. Velkan lo recibió con una gran sonrisa y lanzando gritos de felicidad al mirar a su padre. El chico caminó hasta él y lo levantó en brazos mientras besaba sus mejillas sonrosadas.

-¿Ya almorzaste? – preguntó Agnes.

-¡No! Sólo acompañé a la señorita Thorne al aserradero. – respondió Sebastian acostando a Velkan sobre el sillón para soplar su barriga.

-¿Y no te invitó nada? ¡Qué chica tan maleducada! – exclamó Colin Steele - ¡Pero qué se puede esperar de una Thorne! Su padre es un sinvergüenza con mucha suerte, pero al fin un sinvergüenza.

-¿Por qué lo dices? – preguntó Sebastian – Es un hombre rudo y sin modales, pero no creo que tengas fundamentos para expresarte así de ese hombre, ¿o sí?

-¡Claro que los tengo! Todos los que vivimos en Lower Hampton sabemos la clase de basura que es Thorne. – respondió su abuelo – Era un pobre leñador que trabajaba en ese aserradero y su mujer, era una prostituta que tenía que ganarse la vida trabajando en el bar de la localidad, pues su marido, aparte de golpearla, se la pasaba metido en la cantina bebiendo. – dijo Colin - ¡Pero un día robó un boleto de lotería a un borracho como él! Fue tan grande su fortuna que el boleto resultó ganador del premio mayor.

-¡A eso se le llama tener mucha suerte! – exclamó el chico entre carcajadas - ¿Sabes? ¡Yo también me gané la lotería!

-¿Por qué lo dices? – exclamó su abuelo.

-¡Porque tengo una familia maravillosa y un hijo cachetón! – dijo entre risas mientras jugaba con el pequeño Velkan que no paraba de sonreír.

-Yo solamente te digo una cosa. Sebastian – comentó Colin - ¡No te acerques a Bella Thorne! Esa muchacha puede causarte muchos problemas.

-Sólo la lleve con su padre, de hecho ahora que termine de almorzar terminaré de reparar su auto. – dijo el chico sentándose a la mesa - ¡Y ya no la voy a volver a ver!

-Espero que así sea. – respondió el señor Steele – No me gustaría que un nieto mío estuviera en la boca de la gente.

Sebastian ya no respondió, se apresuró a comer y después de jugar un rato con Velkan, salió de la casa para entrar en el taller y continuar con la reparación del auto de Bella. No le llevó más de una hora en dejarlo listo. No entendía cómo esa chica podía andar en esa cafetera, que a pesar de ser un modelo bastante nuevo, se encontraba en muy malas condiciones en cuanto a mantenimiento. Tampoco entendía porque su abuelo se expresaba de tan mala manera a cerca del padre de la chica. ¡Sí! Parecía un hombre rudo y celoso de su hija, pero también parecía un hombre trabajador. Recordó el dicho, "caras vemos, corazones no sabemos" y se encogió de hombros. Para no tener problemas, le haría caso a su abuelo y se mantendría a distancia de la bella pelirroja.

Seb continuó inmerso en su trabajo, hasta que el ruido de la puerta del taller lo hizo levantar la cabeza. En el umbral se encontraba, como una bella visión, la hermosa figura de Bella Thorne, la chica sonrío traviesa y avanzó hasta él mientras contoneaba sus caderas. Sebastian cerró los ojos y trató de alejar los sucios pensamientos de su mente, pero esa chica lo provocaba, sabía que lo hacía de forma deliberada ¡y él no era un santo!

-¡Hola guapo! – Exclamó la mujer abrazándolo.

-¡Hola Bella! – Respondió – Ya está listo tu auto, te recomiendo que lo lleves a revisión cada dos meses más o menos. Todavía hay algo de trabajo que hacer con él. Pero al menos no te dejará botada a mitad del camino.

-¿Te lo puedo traer en los próximos días? – Dijo rodeando el cuello de Sebastian mientras su pelvis se pegaba a la de él.

-¡Por supuesto que sí! – Comentó el joven esbozando una seductora sonrisa.

Bella le devolvió el gesto, pero no lo soltó, colocó las manos del hombre en sus caderas y se lanzó contra su apetitosa boca para devorarla en un beso salvaje y lleno de lujuria. Sebastian la sujetó firmemente por las caderas al tiempo que su lengua se abría camino por los labios entreabiertos de la chica. Ella se frotaba, incitándolo y haciendo que su temperatura corporal se elevara. El beso se prolongó por varios minutos; sus lenguas se enroscaban juguetonas, Seb succionó el labio inferior de la chica y esta gimió al sentir cómo las grandes manos del hombre le apretaban con fuerza las nalgas.

-¡Volveré pronto! – Suspiró la mujer jadeando contra la boca de Sebastian.

-Te estaré esperando – Dijo Sebastian apartándose de la chica.

Ella se alejó haciendo un movimiento con su mano en señal de adiós, subió a su automóvil y desapareció en el camino dejando a Sebastian muy excitado y con ganas de más.

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¡Ay que piruja me salió la Bella! ¡Y qué pirujo es el Sebastian! Ya pronto habrá más drama, intriga y planes siniestros de parte de los Barker. Mike descubrirá muchas cosas y se va a armar el caos, además de más escenas candentes entre estos dos. ¡Pero todo a su tiempo! Ya no tarda en aparecer también nuestra co-protagonista. ¿Qué les pareció este cap? Espero sus comentarios y hasta el próximo martes.
#MaryCruz

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