CHAPTER FORTY ONE
En la noche del jueves, luego de un gran ajetreo en la mansión Stan, Sebastian y Evangeline se encontraban en su habitación. No habían podido pegar los ojos, estaban muy inquietos y nerviosos, así que prefirieron quedarse despiertos charlando y tratando de pensar de forma muy positiva. Eve acariciaba el pecho desnudo de Sebastian mientras le decía.
-Estoy segura que las cosas van a salir tal y como lo planeamos, fue una tarde muy activa, Ian y su gente estudiaron bastante bien el perímetro.
-¿Tú lo crees? – Preguntó Sebastian apretándola contra su pecho – Yo aún tengo mis dudas.
-¡No pienses así, mi amor! – Murmuró la joven besando sus pectorales – Debemos tener confianza en el trabajo de esta gente y también tener confianza en nosotros mismos.
-Te noto muy tranquila – Suspiró Seb y la besó con suavidad en los labios – Admiro tu temple y tu valor.
-¡No lo creas! – Gimió la chica esbozando una sonrisa – Estoy que me muero de miedo y los nervios me comen por dentro. Pero debo de ser fuerte y no permitir que esta angustia se apodere de mí.
Sebastian la miró a los ojos y sonrió. Estaba orgulloso de tener a su lado a una mujer tan grandiosa como Evangeline. Ella era muy fuerte y temeraria, demostraba gran valor y fuerza, enfrentándose a las adversidades. ¡Y pensar que él la había tratado tan mal en un principio! El hombre la acunó contra su pecho y acarició sus cabellos.
-¡Soy tan afortunado de tenerte a mi lado, Evangeline! – Exclamó con emoción – Estoy muy orgulloso de ti, mi mujercita. Me has contagiado con esa paz que emanas, con esa entereza con la que afrontas el peligro que está cerca. ¡Te amo! Te amo como nunca llegué a pensar que lo haría.
La chica se incorporó un poco y lo observó a detalle, los ojos de Sebastian brillaban intensamente y se veía tan hermoso. ¡La miraba con tanto amor y devoción! Eve sintió un nudo en su garganta y respondió: - Yo también me siento la mujer más afortunada del mundo. Tengo a mi lado a un hombre maravilloso, fuerte y que proyecta mucha seguridad y firmeza. Créeme que muchos en tu lugar ya se habrían desmoronado, ¡pero tú no! También eres fuerte y valiente, ¡eres el mejor de todos! Te amo con todo mí ser, Sebastian. Eres mi primer y único amor, mi destino y mi vida entera.
Ella se inclinó y lo besó con pasión mientras él la envolvía en sus brazos. Estar así los tranquilizaba, olvidándose por unos momentos de la dura prueba que estaban a punto de enfrentar.
*****
El viernes por la mañana, desde muy temprano, la mansión se llenó de gente que estaba por todos lados. Había varios agentes de policía y tres francotiradores que, nuevamente, analizaron el perímetro, afinando detalles y revisando una y otra vez el lugar. Vladi observaba los movimientos, mientras que su nieto jugaba en la sala, corriendo detrás de Thorin. El anciano frunció el ceño al ver que su madre lo levantó y se lo llevó al comedor para darle su desayuno. Sebastian se preparaba para ir al trabajo, aunque a regañadientes, él también desayunaba. Vladi se les unió y miró a la familia que trataban de llevar su día de lo más normal.
-Será mejor que llame a Smeranda, para que cuide de Velkan y Thorin – Murmuró el anciano tomando un par de galletas de avena.
-Es una buena idea, papá – Dijo Sebastian – Ahí estarán a salvo y debes hacerlo cuanto antes.
-De acuerdo – Respondió el anciano – Sólo termino mi desayuno y llamo a tu hermana.
-¿Aún no les has dicho nada? – Preguntó su hijo.
-La verdad, no – Exclamó su padre – No quiero alarmar a nadie, una vez que termine todo esto, hablaré con la familia.
Seb asintió y la familia continuó con su desayuno, Evangeline jugaba con el niño y lo alimentaba. Vladi sonreía cada vez que su nieto reía ante los juegos de la chica. El anciano esperaba que todo saliera conforme al plan y, como todos en casa, también estaba nervioso e intranquilo. El desayuno finalizó y Vladislav Stan tomó el teléfono de la sala y llamó a su hija Smeranda.
-¡Hola, papá! – Dijo la mujer - ¿Cómo estás?
-Hola – Respondió Vladi – Necesito que me hagas un favor.
-¿De qué se trata? – Preguntó Smeranda – Yo con todo gusto te ayudo.
-Necesito que cuides de Velkan, durante todo este día y también de Thorin – Exclamó el hombre – Tenemos asuntos que atender. Pero espero que ya para la noche todo se haya arreglado.
-¡No te preocupes, papá! – Dijo su hija con alegría – Yo soy feliz cuidando de mi sobrinito y de ese perro suyo tan adorable.
-Muchas gracias, hija – Exclamó Vladi – ¿Pueden venir por ellos?
-Por supuesto, Daryl y yo estaremos allá en una media hora, ¡nos vemos! – Dijo Smeranda y finalizó la llamada.
Evangeline terminó de alistar a Velkan y lo dejó en su corralito, lo llenó de juguetes y continuó con sus labores diarias. Afuera había mucha gente, parecía que se encontraba en medio de una película de acción y eso la atemorizaba, pero a la vez la llenaba de emoción. Los agentes de la policía iban y venían por toda la casa. Ian Watson entró, seguido de Mike, quién se dirigió hasta dónde se encontraba su ahijado y lo tomó en brazos. El detective Watson caminó para acercarse a Evangeline, que terminaba de arreglar la corbata de Sebastian. Stephanos también se acercó al lugar, pues había sido citado por los agentes.
-¿Me permiten unos instantes de su tiempo? – Preguntó Watson – Seré muy breve.
-Adelante – Dijo Evangeline.
-¿Cuáles son las indicaciones? – Preguntó Stephanos.
-Comprendo su angustia y nerviosismo. Sé que son civiles y todo fue demasiado precipitado como para tener un entrenamiento previo – Dijo Ian – Lo único que puedo pedirles es que actúen con mucha naturalidad y mantengan la calma – Exclamó deteniéndose mientras miraba el rostro de Sebastian – Comprendo que mi petición, en este caso, es algo casi imposible, pero frente a mí veo gente capaz y decidida.
-Lo son – Comentó Vladi interviniendo en la conversación – Creo que de todos nosotros, la persona con más valor es Evangeline. Esta chica es de armas tomar, lo sé y lo he comprobado.
Sebastian y Mike sonrieron al recordar lo que había sucedido con Maximus Thorne y Axel Newton. Era verdad lo que decía Vladi, Evangeline era muy valiente y sabía manejar el miedo.
-Tanto Stephanos, como Eve llevarán chalecos antibalas – Comentó Ian – Dudo mucho que Vlad traiga a sus secuaces, porque está seguro que sólo atacará a una mujer indefensa, un perro y un bebé. Además, las cosas con su gente no andan bien, creo que cayendo la cabeza de Vlad, van a caer muchas más – dijo el detective mientras posaba su mano sobre el hombro de Stephanos – Más tarde recibirán más indicaciones y los prepararán, por ahora, hagan sus actividades normales para no levantar sospechas.
Todos asintieron y se dispersaron por la casa. Stephanos salió junto a su suegro rumbo a la oficina, seguido de Sebastian que se quedaba rezagado despidiéndose de su novia y de su hijo. Minutos más tarde, Smeranda y su marido aparecieron en la casa y se sorprendieron de ver tanta gente dispersa por ahí.
-¿Qué está pasando aquí? – Preguntó Daryl - ¿Por qué hay tanta gente? ¡Todos son policías!
Evangeline los condujo a la cocina, que era el lugar más tranquilo en la casa para poder hablar con ellos, les ofreció café y todos se sentaron en la pequeña mesa para conversar. Eve dio inicio con la narración, comenzó a hablar acerca de quiénes eran los miembros de la familia que habían pensado en matar a Sebastian y a Velkan. Daryl estaba realmente sorprendido, ya que el ignoraba todo al respecto.
-¡Mis sospechas fueron ciertas! – Dijo el hombre – Ya me imaginaba algo así, pero no creí que fueran capaces de llevarlo a cabo. Esta gente me sorprende.
-Entonces, ¿hoy darán el golpe final? – Preguntó Smeranda tratando de contener las lágrimas.
-Exacto – Suspiró la joven – Es por ello que necesitamos que pongan a salvo a Velkan y a nuestro perro.
-¡No te preocupes! – Exclamó Daryl – Nosotros los vamos a cuidar, ¡pero cuídate tú! Porque eso que van a hacer es algo muy peligroso.
-¡Tengo miedo! – Dijo Smeranda abrazando a Eve – Daryl tiene razón, es algo muy peligroso.
-No temas – Sonrió Eve abrazándola - Estoy preparada y confío en todas estas personas que nos ayudan.
-Manténganos al tanto de todo, por favor – Comentó Daryl – Ya no vamos a quedarnos aquí, nos llevaremos al perro y al niño. Antes de que aparezcan Katrina o el mismo Vlad y arruinen sus planes por nuestra culpa.
Evangeline entregó al pequeño en brazos de su tía, Daryl tomó la correa del can y salieron de la mansión. La chica regresó a la casa y se sentó en una silla de la cocina para beber un café y disipar un poco los nervios. Estos habían hecho nuevamente acto de presencia y eso realmente no le gustaba, intentaría controlarse para no echarlo a perder.
*****
Cerca de las tres de la tarde, Sebastian, Vladi y Stephanos abandonaron la oficina, dejando al mando al joven Stephanos Jr. El chico ni se imaginaba lo que estaba por suceder, tanto él, como su hermano Landon y el resto de la familia, ignoraban lo que sucedería, pero pronto se llevarían una sorpresa, una amarga sorpresa.
Stephanos subió a su auto y el móvil comenzó a sonar, de inmediato tomó la llamada pues se trataba de Vlad Barker, su hijo mayor.
-¿Ya está listo, papá? – preguntó el hombre.
-Sí, hijo. – respondió Stephanos – Voy saliendo de la oficina en estos momentos, iré a comer algo y de ahí pasaré por Evangeline. Ya la he convencido para pasear por el jardín de la mansión.
-¿Estás hablando en serio? – exclamó Vlad con alegría – Entonces esto será más fácil de lo que había imaginado.
-Seguramente así será. – dijo Stephen despidiéndose de su retoño y terminando la llamada.
El hombre no dudó en marcar el número del detective Watson en cuanto finalizó su llamada con Vlad. Debía decirle que su hijo estaba muy confiado y que con esto, seguramente para ellos sería más fácil capturarlo. Ian no se confió, eso no iba a ser tarea fácil, pues Vlad Barker era un hombre peligroso y siempre atacaba por la espalda. Debían vigilarlo bien, pero para ello contaba con el apoyo de los mejores francotiradores del departamento.
El señor Barker llegó directamente a casa de su suegro y ahí todos se reunieron para comer. La casa ya estaba despejada, parecía que no había nadie en ella, sólo sus habitantes habituales. Los agentes ya habían preparado todo, el carrito de Velkan ya había sido arreglado y se encontraba en la entrada. Tanto a Evengeline como a Stephanos, les ayudaron a colocarse su chaleco antibalas. Sebastian observaba con atención y se frotaba las manos, estaba muy nervioso. De hecho todos eran un manojo de nervios, incluso el detective Ian, quien estaba al mando. Cualquier error podría resultar fatal.
Por fin se llegó la hora y Eve corrió hacia los brazos de Sebastian para abrazarlo con fuerza. La pareja se despidió con un beso fugaz y tanto Sebastian, como su padre y el detective, salieron por la puerta trasera para reunirse con los otros miembros de la policía y Mike, quien era el que comandaba a ese equipo.
Evangeline tomó el carrito que llevaba dentro al muñeco disfrazado de Velkan. La chica caminó junto a Stephanos para salir al jardín. El hombre le preguntaba sobre su familia y trataba de prolongar la charla y hacerla amena. Poco a poco se fueron acercando hacia donde se encontraba el mausoleo.
Vlad y Katrina entraron sin ser notados, o eso era lo que ellos realmente pensaban, ya que varios agentes estaban vestidos con el uniforme que usaba la servidumbre de la mansión Stan y generalmente ellos ni se dignaban en mirar a la servidumbre. Pasaron por la puerta y notaron que en la casa no había nadie, eso para ellos fue una buena señal, ya que parecía que las cosas estaban saliendo conforme al plan. Madre e hijo salieron por la puerta trasera y corrieron a toda velocidad hasta llegar al mausoleo, antes de que Stephanos y Eve lo hicieran.
-Este es un lugar muy bonito. – dijo Eve – No sé porque no me lo habían mostrado antes, le diré a Vladi que lo restaure.
-Quizá es porque el viejo Vladi es demasiado supersticioso, le teme a los fantasmas. – respondió Stephanos.
-¡Eso no es verdad! – exclamó la chica – Vladi es un tipo rudo. – dijo y ambos rieron ante el comentario.
En ese momento, el móvil de Stephanos vibró y el hombre se puso pálido. Había llegado el momento de la verdad. Tomó a Evangeline por los hombros y la miró con intensidad, a través de esa mirada le dio a entender que la verdadera prueba había comenzado.
-Linda, debo regresar a casa. – dijo Stephanos – Olvidé mi celular y estoy esperando una llamada. Tú quédate aquí, que yo no me tardo.
-De acuerdo, señor Barker. – respondió Eve un poco nerviosa – Yo lo espero aquí.
Stephanos se dio la vuelta y caminó a paso veloz en dirección a la casa, pero apenas había andado unos metros, cuando se desvió, dirigiéndose al sitio donde estaban ocultos Sebastian y Vladislav. Ambos lo vieron llegar y supieron que desde ahora, Evangeline se encontraba sola y a merced de Vlad Barker.
Eve contemplaba las estatuas de mármol que adornaban la entrada del viejo mausoleo, eran un par de ángeles que se encontraban arrodillados, mirando hacia el cielo, como elevando una plegaria. En verdad era un sitio muy bonito e interesante, trataría de convencer a Sebastian y a su suegro de que lo restauraran. Se alejó unos pasos y se inclinó para revisar al bebé que supuestamente dormía en la carriola, y cuando se incorporó, frente a ella se encontraba Vlad Barker, mirándola con una sonrisa mezcla de burla y triunfo.
-¡A ti quería verte, Evangeline Foster! – Exclamó mirando a la chica con ojos perversos.
-¿Qué es lo que quieres? – Preguntó aterrada.
-¡Vengo a matarte! – Respondió el hombre echándose a reír.
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¡Oh, no! ¿Qué va a pasar? El siguiente capítulo va a estar bastante intenso, se los puedo asegurar. Estamos ya a dos capítulos de que esto se termine totalmente. ¿Les gustó este capítulo? Dejen sus comentarios e impresiones y, gracias por leer. ¡Hasta mañana!
#MaryCruz
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