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CHAPTER EIGHTEEN

Ese sábado, Sebastian no tuvo mucho trabajo en su taller, de hecho, el día le pareció demasiado aburrido, así que aprovechó para cerrar temprano y dirigirse a su casa. Entró en esta y encontró a Evangeline sentada sobre el sillón, mientras que sus brazos sostenían a Velkan que se encontraba sentado sobre el regazo de la muchacha. Él la miró, pero ella lo ignoró por completo, de hecho, desde hacía varios días que ella apenas lo miraba y sólo le hablaba para lo más indispensable. Stan se dejó caer en el sillón, junto a ella para acariciar la cabeza de su hijo que le sonrió feliz y dejó caer un aro de silicón que mordía sin parar.

-¡A ver, a ver! – Exclamó Sebastian con emoción - ¿Eso que se ve ahí es un diente?

Evangeline se inclinó para observar la encía del Velkan en la cual brillaba una diminuta punta blanca. Sebastian miraba embelesado a su hijo, a quién le estaban brotando sus primeros dientes.

-Deberías tomarle una fotografía y guardar esta fecha en el álbum de recuerdos – Comentó Evangeline levantándose del sillón y entregando a Velkan a su padre - Este tipo de fechas son muy significativas y a muchos padres se les olvida.

-¡Eso es lo que haré! – Dijo Sebastian sacando su celular y tomándole una foto a Velkan – Tengo registrados todos y cada uno de los momentos más especiales de mi hijo. Desde la prueba de embarazo de Margarita, hasta esta foto.

-¡Qué bien que seas un buen padre! – Exclamó Evangeline y caminó hacia su habitación sin esperar respuesta.

-¡Oye, Evangeline! – Gritó Sebastian antes de que ella desapareciera - ¿Dónde están mis abuelos? Vi que la tienda estaba cerrada y al parecer, ellos no están aquí.

-Salieron – Respondió la mujer – Creo que irían a visitar a los señores Rogers a su granja.

-¡No me digas eso! – Comentó el joven Stan – Le dije a mi abuela que yo iba a salir y que regresaría hasta muy noche, ahora, ¿quién va a cuidar de Velkan? Tendré que cancelar mi cita.

-Si es muy urgente yo puedo cuidarlo – Dijo Evangeline regresando y tomando de nuevo al bebé entre sus brazos – Este señorito me tiene loca y no me molestaría para nada hacerme cargo de él.

-Voy a ir con unos amigos a tomar unos tragos en un bar de Halifax, mi abuela me había prometido cuidarlo, pero creo que se le olvidó. – exclamó Sebastian rascándose la barbilla - ¿Estás segura? Sí lo haces, yo te pagaré la noche ¿estás de acuerdo?

-¡No! – respondió cortante Eve.

-¿No? Puedo pagarte lo que me pidas, es tu tiempo. – dijo Sebastian sonriendo.

-No te estoy pidiendo que me pagues. – añadió Evangeline – Cuidaré del niño porque yo así lo quiero, no porque me interese recibir una compensación por haberlo hecho. Sólo déjame ropa limpia, su pijama y su comida. Yo me encargo de todo lo demás.

-¡Eres un amor, Evangeline! – exclamó Sebastian besándola en la mejilla – Te traeré todo lo que me pides, para irme tranquilo.

Sebastian se alejó y subió corriendo a su habitación, buscó todo lo que Evangeline le pidió y bajo a prisa para entregarle las cosas de Velkan. Besó a su hijo en la frente y regresó a su habitación para alistarse y no faltar a su cita con Bella, necesitaba desahogarse.

Cuando estuvo listo, bajó de nuevo a la salapara darle algunas indicaciones a Evangeline. La chica estaba sentadaescuchando música, mientras cantaba al pequeño Velkan que estaba acurrucado ensu pecho, tomando su biberón (**Escuchar tema del video en la parte inferior del párrafo**).

https://youtu.be/W1tzURKYFNs

-When you say you love me, know I love you more. When you say you need me, know I need you more. Boy I adore you, I adore you. – cantaba la joven con mucho sentimiento, mirando con amor al pequeño que tenía la cabeza recostada en su seno.

Stan no dijo nada, permaneció en silencio observando ese hermoso cuadro. Se notaba que Evangeline tenía instinto maternal y que disfrutaba de tener entre sus brazos a Velkan. El pequeño también parecía disfrutar de la cercanía de Evangeline, pues sonreía y acariciaba el rostro de la muchacha. A Sebastian se le hizo un nudo en la garganta y no pudo evitar llorar, él necesitaba también de ese tipo de caricias y Velkan necesita de una madre que le diera su amor y atenciones. Respiró profundo y se limpió las lágrimas con la camiseta, caminó hasta Evangeline y sonrió, tratando de no mostrar sus sentimientos ante la muchacha.

-¿Ya te vas? – preguntó Evangeline antes de que Sebastian dijera algo.

-¡Sí! – respondió el hombre – Sólo me despido de Velkan y me voy. – exclamó y se dirigió a su hijo – Debes portarte bien y ser un buen niño, no hagas berrinches como me los haces a mí y tampoco hagas dramas. Evangeline cuidará de ti y estoy seguro que lo hará muy bien. – dijo besando las mejillas rosadas de Velkan, después se dirigió a la chica – Regresaré cerca de la media noche, si algo pasa te dejo mi número de celular para que me llames en caso de necesitarme. – comentó y extendió un papel que la chica tomó en su mano – Que tengan linda tarde. – sonrió y besó la frente de Eve y de nuevo las mejillas de Velkan, caminando hasta la puerta y desapareciendo de su vista.

Evangeline se sorprendió ante el gesto y se encogió de hombros. No entendía a ese hombre, ahora se comportaba dulce y amable, pero hacía unos días la había asustado demasiado, comportándose de una manera grosera y cruel. La chica volvió a acunar en su pecho al pequeño y continuó cantándole hasta que este se quedó profundamente dormido.

La chica se levantó del sillón y lo llevó hasta su habitación para recostarlo en la cama y que siguiera durmiendo. Aprovecharía para llamar a su amiga Gracia, pues tenía varios días que no lo hacía y quería ponerla al tanto de todo lo que le había sucedido en los últimos días. Quizá ella podría ayudarla o aconsejarla para evitar tener contacto con Sebastian Steele. Marcó el número de Gracia y esta inmediatamente respondió a la llamada.

-¡Hola Eve! ¡Qué milagro! –exclamó su amiga del otro lado de la línea – Pensé que ya te habías olvidado de mi

-No, como crees – Respondió Eve – Sólo que me imaginé que estabas muy ocupada y ¡bueno! Yo también estuve con bastante trabajo. Pero aproveché el fin de semana para llamarte y ponernos al día.

-Eso me parece perfecto, yo también pensé que estabas ocupada – Dijo Gracia - Te estuvimos esperando – Comentó – Pensé que vendrás a visitarnos el día de hoy.

-Lamentablemente no pude – Dijo Eve – Tuve que preparar mi clase del lunes y los señores Steele no se encuentran en casa, me ofrecí a cuidar a Velkan, ya que su padre también salió a divertirse.

-¡Mira que cómodo! – Respondió Grace - ¿Y tú diversión?

-Ya sabes que yo casi no salgo, además de que no conozco a nadie en realidad – Suspiró Eve – Prefiero quedarme en casa y cuidar del niño. Realmente me encanta el bebé es tan adorable y amoroso. ¡Todo lo contrario a su padre que es un patán!

-¿Y ahora que te hizo Sebby? – Preguntó Gracia llena de curiosidad - ¿Siguen sin llevarse bien?

-Efectivamente – Respondió la chica que inmediatamente comenzó a relatarle el encuentro de hacía unos días entre ella y Sebastian.

Su amiga escuchó atentamente sin interrumpirla, de vez en cuando lanzaba exclamaciones de asombro. Realmente no imaginó que Sebastian pudiera comportarse así con una mujer. Generalmente era muy respetuoso con las chicas, por muy atrevidas que ellas fueran.

-¡No me lo creo! – Respondió Gracia – Pero cómo la persona que me lo está contando eres tú, entonces sé que no me estas mintiendo. Si se tratara de alguien más, lo dudaría. Pero me sorprende eso que me dices.

-¡Ese tipo es un doble cara! – exclamó Evangeline – A ustedes les muestra una cara y conmigo, muestra otra. ¡Lo odio! Pero ¿sabes algo? Voy a darle una cucharada de su propio chocolate.

-¿A qué te refieres con eso? – preguntó su amiga bastante sorprendida - ¡No vayas a cometer una locura!

-Mira, me llamó provocadora y mosca muerta. Me dio a entender que yo era una hipócrita, así como él. – respondió Eve – Pero yo no me voy a dejar y le voy a dar su merecido, para que se le quite, voy a provocarlo, a incitarlo, haré que me ruegue y cuando ya lo tenga sometido, lo dejaré con las ganas. Tiene que tragarse sus palabras. – dijo la chica bastante molesta.

-¡Ni se te ocurra hacer eso! – exclamó Grace - ¡Eso es una tontería! No quiero que vayas a terminar lastimada por tu idiotez.

-¡No va a pasar nada! Sólo voy a darle su merecido al tal Sebastian. – dijo Evangeline entre risas – Sólo lo haré una vez, no más. ¡Te lo prometo!

-Allá tú, pero después no me vayas a salir con que te gusta y que te parte el corazón con su actitud de bastardo. – añadió Gracia.

-¡Cómo crees que me va a gustar! ¿Acaso alguien en su sano juicio puede enamorarse de él? Con lo patán que es, ¡lo dudo mucho! – dijo Eve – Ese hombre no tiene corazón, creo que Velkan es el único que lo ama.

-Su difunta esposa si lo amaba. – exclamó Grace con seriedad – Y él también la amaba a ella, por algo se casaron y tuvieron un hijo.

-Bueno, yo no sabía que era casado y mucho menos viudo. – dijo Evangeline – Pero me imagino que con esa muchacha se portaba distinto y por eso ella se enamoró de él. Además no me interesa su vida personal, en ese aspecto Sebastian es muy reservado. Casi no habla conmigo y yo prefiero que las cosas se queden así.

-Entonces, si quieres que las cosas se queden así, ¡no vayas a hacer tonterías! ¿Te quedó claro, Evangeline? – exclamó Gracia.

-Está bien, tienes mucha razón. – respondió la chica – Yo no tengo nada de experiencia en eso del sexo y en como seducir a un hombre, ¡no haré nada de lo que te dije! Lo prometo. – exclamó la mujer.

-Más te vale. – dijo su amiga – Ahora debo dejarte, Michael y yo iremos a cenar.

-De acuerdo, se divierten. – respondió Evangeline – Dale mis saludos a Michael, después te llamo. – dijo y terminó la llamada.

Evangeline se frotó las manos, ¿qué podía pasar si hacía algo así con Sebastian? Era obvio que nada, ella se divertiría por un rato y él sufriría las consecuencias. Nada iba a perder con intentarlo, después de todo Sebastian se merecía eso y más, por haberla tratado tan mal. Idearía un plan para provocarlo, si él decía que ella era una mujer provocadora, entonces conocería a una provocadora de verdad. Sin embargo, minutos después de analizar las cosas, decidió que eso no era una muy buena idea. Ella no tenía experiencia y tal vez quedaría como una tonta frente a Sebastian.

*****

Sebastian llegó a su cita con Bella, llevaba en sus manos el obsequio que había comprado para ella en Nueva York, no había tenido oportunidad de entregárselo, pero esa cita le pareció perfecta para hacerlo. Ella ya lo estaba esperando en el lugar acordado y nada más al verlo, corrió a su encuentro, abalanzándose a sus brazos y dándole un beso ardiente.

-¡Hola, encanto! – dijo la chica sonriendo de forma coqueta – Te estaba esperando, ¡tardaste en llegar, eh!

-¡Hola guapa! – Sonrió Stan – Mis abuelos salieron y tuve que buscar una niñera para que cuidara de mi hijo.

-¡Pues tardaste en encontrarla! – se quejó Bella – Pero qué bueno que estás aquí conmigo. ¿Quieres ir a mi departamento? Mi papi me regaló un departamento aquí en Halifax, no vivo aquí, porque prefiero estar con ellos. Además, aquí no tengo quién me haga las cosas, mi mamá se encarga de mí y ella no quiere moverse de Lower Hampton – Parloteaba Bella tomando a Sebastian de la mano.

-Haces bien – comentó Sebastian – Qué bueno que tus padres te miman. Los míos también lo hicieron y ¡mírame ahora! Soy un triste mecánico.

-¡Pero eres muy guapo! Y eso ya es un punto extra – Dijo la chica y lo besó en la mejilla – Tu belleza física puede atraer a las chicas a tu negocio. ¡No eres cómo cualquier mecánico sucio y zarrapastroso!

-¡Ah! ¿Gracias? – Dijo Sebastian subiendo al auto de Bella.

La chica conducía y hablaba y hablaba de un montón de cosas; de sus amigas, la escuela y temas que a Sebastian no le interesaban para nada, parecía que a Bella le gustaba hablar mal de casi toda la gente y él se perdía en la conversación, pues como no conocía a la gente, no sabía exactamente a lo que ella se refería. Seb contestaba con monosílabos o expresiones como: "ajá, no sé, sí claro". La mente de Sebastian comenzó a divagar e inesperadamente, la imagen de Evangeline se hizo presente en sus pensamientos. Esos hermosos ojos verdes que lo miraban con sorpresa, y sus labios, esos labios tan apetitosos que sonreían, cubiertos por ese lipstick color rojo.

-¡Ese labial rojo orgasmo! – Exclamó Sebastian entre dientes.

-¿Qué dijiste cielo? – Preguntó Bella - ¿Qué quieres un orgasmo? ¡No te preocupes, en un momento llegaremos a mi casa y lo tendrás! – Exclamó guiñándole un ojo.

-¡Yo... este, no dije nada! – Respondió Sebastian saliendo inesperadamente de sus pensamientos – Pero, yo te haré gritar, nena.

Bella soltó una risilla escandalosa y aceleró, en pocos minutos se detuvo frente al edificio dónde se encontraba su departamento. Descendieron del auto, la chica lo tomó de la mano y subieron corriendo las escaleras hasta llegar al tercer piso donde estaba ubicado el departamento de Bella. Entraron en este y ella inmediatamente se abalanzó sobre Sebastian para besarlo con desesperación.

-Tranquila. – exclamó el chico separándose un poco – No tenemos prisa, ¿o tú sí?

-¡No! – gimió Bella – Pero deseo tenerte entre mis piernas ahora mismo, ¡necesito de ti! – suplicó intentando despojarlo de su chamarra y su camiseta - ¡Esto es imposible de quitar! – se quejó.

-Con calma. – dijo Sebastian – Mira, vamos a tomar una copa y me permites entregarte un obsequio.

-¡Ash, está bien! – respondió la chica con molestia y dejándose caer sobre un sillón - ¡Dame ese regalo! – dijo estirando ambas manos.

Sebastian sacó una pequeña caja del bolsillo de su chaqueta y se la entregó a Bella. La chica la tomó e inmediatamente la abrió para sacar su contenido. Extrajo el collar de la rosa y lo miró haciendo un gesto de desagrado.

-¡Lindo! – dijo y volvió a meterlo en la caja y dejando esta sobre la mesa de centro de la sala - ¿Quieres un shot de tequila? –preguntó al tiempo que se incorporaba y se acercaba hasta su mini bar.

-Seguro. – respondió el hombre, pensando que no había sido una muy buena idea el haber aceptado esa cita.

Bella sirvió dos shots y le entregó uno a Sebastian quién lo tomó de un solo trago. Ella hizo lo mismo con el suyo y sirvió otro par.

-¿Te gustó mi obsequio? – preguntó Sebastian levantando las cejas.

-¡Sí, te dije que estaba lindo! – respondió Bella sentándose de nuevo en el sofá – Ven y siéntate a mi lado. – dijo golpeando con la palma de su mano el lugar vacío junto a ella.

Sebastian se sentó junto a ella y comenzó a acariciar su rodilla, mientras Bella reanudaba su charla. El chico quiso comentar algo, pero ella lo interrumpió y no le permitió decir nada, pues siguió hablando y hablando. Parecía que Bella deseaba ser el centro de atención y nada de lo que dijeran los demás le interesaba. Seb se estaba aburriendo y decidió entrar en acción, al menos le mantendría la boca ocupada por un rato. La tomó por los hombros y unió su boca a la de Bella para besarla de manera salvaje y posesiva. De esta manera callaría su algarabía y no tendría que aguantar más de su aburrida charla, sobre personas que él no conocía.

Poco a poco, la ropa de la chica quedó regada sobre el piso de la sala, Sebastian aún permanecía perfectamente vestido, él no llevaba ninguna prisa. Bella se incorporó y se sentó a horcajadas sobre Sebastian para despojarlo de su chamarra y su camiseta. Acarició su pecho desnudo y con su lengua comenzó a trazar círculos alrededor de los pezones de Sebastian.

-¡Mmmhh! – gimió Bella mordisqueando un pezón.

El hombre se estremeció y cerró los ojos para entregarse al placer. Ella continuó dejando un camino húmedo desde su frente hasta su ombligo, donde se detuvo para ponerse de rodillas frente a él. Sus manos se dirigieron hasta la hebilla de su cinturón para desabrocharlo y así poder liberar la enorme erección de Sebastian, que se erguía como un mástil ante ella.

-¡Está grande y bastante dura! – Gritó Bella tomándola con sus manos – Y me encanta. –gimió y la llevó hasta su boca.

Seb ahogó un gemido cuando la lengua de la chica trazó un círculo en la punta de su pene y después su boca tomó posesión de este, mientras ella lo tomaba con una mano para acariciarlo y con su otra mano, estimularse ella misma. Sebastian abrió los ojos y contempló ante él a Evangeline en lugar de Bella. Eso lo prendió más y se excitó bastante al ver esos ojos verdes que lo miraban siempre con recelo y ahora lo veían con lujuria y deseo. Bella estaba entretenida en lo suyo, disfrutando de ese enorme pedazo de carne que la estaba poniendo al cien. Su mano entraba y salía de su feminidad disfrutando de esas caricias, mientras que su boca no dejaba de saborear el falo de Sebastian que sabía a gloria. El hombre se entregó a su placer, pensando que era Evangeline quién lo estaba llevando al séptimo cielo.

Bella se levantó limpiando sus labios y lamiéndolos, Sebastian abrió los ojos y la contempló, sin embargo ya no era la imagen de Evangeline la que tenía frente a él. Su mirada se posó en el rostro de Bella y ahí terminó su ilusión. La chica le sonrió de forma atrevida y le ofreció sus labios. Sebastián la atrajo y la besó desesperadamente y cerró los ojos para concentrarse nuevamente en Eve y que su imagen se apoderara de sus sentidos. La chica lo besaba ávidamente, enredando su lengua con la de él, mientras se colocaba sobre su abdomen y se aferraba a sus hombros. Las manos de Sebastian acariciaban las largas y torneadas piernas de Bella y ascendieron hasta sus caderas, para después posarse sobre sus senos, estrujándolos y apretándolos a placer. Bella gemía sin poder contenerse.

-¡Oh, Dios! Eres tan hermosa – Gimió Sebastian al abrir los ojos y encontrarse de nuevo con el rostro de Evangeline.

La pelirroja volvió a gemir y echó su cabeza hacia atrás, arqueándose para que Sebastian no se detuviera y continuara masajeando sus senos mientras que su pelvis se frotaba rítmicamente contra él. Seb la tomó por las caderas y la levantó un poco para penetrarla mientras ella gemía sonoramente. Los brazos de Sebastian la rodearon para envolverla y la besó pero con ternura. El chico se movía despacio y con delicadeza, deseando que ella disfrutara y se entregara por completo a él. Bella se movía con violencia, como urgiéndolo a seguir y no detenerse. La chica lo tomó de las manos y las posó en sus senos mientras que ella se aferraba con fuerza a sus hombros.

Una de las manos de Sebastian ascendió hasta el rostro de la mujer y lo acarició con ternura, él aún continuaba imaginando que era Evangeline a la que le estaba haciendo el amor. Deslizó un dedo por sus labios, el cual fue mordido suevamente por la chica. Él continuaba moviéndose lentamente, agasajándose por esas deliciosas sensaciones que comenzaban a aparecer, trataba de aplacar sus impulsos, pero estos iban incrementando hasta más no poder. Sus acometidas fueron acelerándose y Bella comenzó a cabalgar sobre él, gritando y jadeando para alcanzar la cumbre de su placer.

Sebastian abrió nuevamente los ojos, para contemplar a la mujer que yacía encima de él, respirando agitadamente y besando su cuello. Con desilusión se dio cuenta que no era Eve, si no Bella que también lo miró dedicándole una sonrisa seductora.

-¡Eres tan apasionado! – Dijo Bella acariciando su pecho - ¡Definitivamente el mejor de todos!

Seb por respuesta, solo sonrió y acarició la curva de su espalda mientras se maldecía internamente por haber echado a volar su imaginación. ¿Por qué tenía que haber pensado en Evangeline y no en Margarita? ¡Definitivamente no lo entendía! Evangeline no le agradaba, era una tipa tan simple y tan tonta que no merecía ocupar sus pensamientos. Intentó engañarse a sí mismo, ella no valía la pena. Permaneció en silencio para recuperar el aliento y volvió a dedicarse a juguetear con Bella.

Cerca de la medianoche, Sebastian llegó a la granja Steele. Estaba cansado y le dolía un poco la cabeza. Todo estaba en penumbras, a excepción de la luz de la entrada. Entró sin hacer ruido y encendió la luz de la sala. Para su sorpresa, la puerta de la habitación de Evangeline se encontraba abierta, se acercó a esta y entró en la alcoba. La chica dormía profundamente con Velkan entre sus brazos. El niño estaba acurrucado en su pecho y respiraba pausadamente, Seb sonrió al mirar a su hijo y se inclinó para besar su frente y ¿por qué no? Los labios entreabiertos de Evangeline.

-¡Eres una maldita hechicera! – exclamó en un susurro – Hoy, mientras tenía sexo con otra mujer, pensaba que eras tú la que estaba entre mis brazos. – dijo y salió de la habitación cerrando la puerta.

Evangeline abrió los ojos, ¡no estaba dormida! Acababa de regresar del baño cuando escuchó que el auto de Sebastian se detenía frente a la puerta. Se había acostado de inmediato y había fingido que dormía cuando lo escuchó entrar en la habitación. ¿Por qué había dicho eso? Ella ni siquiera le había dado motivos para ello, ¡ese hombre estaba demente! Pensó, aunque su corazón latía lleno de gozo al saber que sin proponérselo, estaba invadiendo los pensamientos de Sebastian Steele.

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¡Vaya cosas! Esos dos se gustan aunque lo nieguen. Sebastian imagina que es Evangeline la mujer con la que tiene sexo y Evangeline planea un intento de seducción para someter a Sebastian y tenerlo a sus pies. ¿Qué les pareció este capítulo? Espero sus comentarios y gracias por su apoyo. Como saben, hay nuevo horario de publicación, lunes, martes y miércoles. ¡Hasta mañana!
#MaryCruz

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